«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo»
Eduardo Galeano
TODO PEDAZO DE PLÁSTICO CREADO, SIGUE EXISTIENDO EN ALGUNA PARTE DEL PLANETA. Sí, es difícil encarar este tema porque casi todo lo que consumimos viene envuelto en algún tipo de plástico. No voy a entrar en el detalle de los números, las estadísticas, los ejemplos -que siempre son tan reveladores- para entender finalmente lo complicados que estamos.
El camino hacia un mundo sustentable no es fácil, pero tampoco difícil. Existen OPCIONES. Podemos elegir a la hora de consumir, podemos generar y fomentar hábitos de consumo responsable para comenzar a realizar esos pequeños-grandes cambios que hacen la DIFERENCIA.
Hablemos de ZERO WASTE o RESIDUO CERO: como el nombre lo indica, lo que se intenta es generar el mínimo de residuos posible a través de la reutilización y el reciclaje, además de promover que se fabriquen productos hechos con materiales reutilizables y reciclables. Por supuesto que es imposible no generar ni un solo residuo, lo que se busca conseguir con este movimiento es reducirlos al máximo posible, sobre todo los más contaminantes.
A propósito de esto, recomiendo fuertemente que sigan a @soyecofriendly en Instagram, una cuenta patagónica que promueve el bienestar y la responsabilidad ambiental y que, además, tiene una tienda de productos sustentables donde podés conseguir DE TODO.
@soyecofriendly en Instagram
Ahora bien, acá te dejo algunos ejemplos de cómo comenzar a elegir productos de manera sustentable. Quizás ya tenés incorporado algunos y eso es un gran comienzo, te desafío a ir por más ✊
Bolsa de tela
La vieja y confiable, este cambio es sencillo y resulta práctico en muchos sentidos. Si todavía no lo aplicaste, ¿qué estás esperando? Incluso ahora podés personalizarlas y muchas marcas comenzaron a promover el uso de Tote Bags súper cómodas.
Shampoo sólido
El cada vez más y más conocido shampoo sólido (también viene acondicionador en este mismo formato). Se trata de una alternativa que reduce la utilización de los envases de plástico convencionales, viene en un formato similar al jabón de tocador y se conserva de la misma manera. Se suelen conseguir en farmacias, al igual que en emprendimientos que lo comercializan en redes sociales.
Esponja vegetal o luffa
Bueno, bonito, barato. Cambiemos las súper contaminantes esponjas de plástico que liberan microplásticos y tardan cientos de años en degradarse. La alternativa es la esponja vegetal: de origen natural, duradero, son biodegradables y son ECONÓMICAS. Acá las conseguís en la mayoría de los supermercados. No tengas miedo, cuando la humedeces no raya ni el teflón de la olla Essen.
Discos desmaquillantes reutilizables
Seguimos en la línea de tratar de eliminar los productos de un solo uso y desechables, y el algodón es uno de ellos. Sumado a que el algodón se cultiva con un uso masivo de pesticidas, fertilizantes y agua. Ahí llegan los discos de tela, que se pueden usar para el cuidado diario, se lavan y ya. Existen infinidad de marcas de venta por catálogo que ya lo ofrecen, emprendimientos locales, farmacias. Incluso, podés hacerlos en tu casa.
Cepillo de dientes de bambú
Los cepillos de dientes tradicionales se producen normalmente con polipropileno, uno de los plásticos MÁS CONTAMINANTES para el mar y el medio ambiente, no son reciclables y necesitan entre 500 y 1000 años para su completa descomposición. UNA ETERNIDAD. Hola bambú, una planta que crece con rapidez y de forma natural, sin pesticidas ni químicos. Sobre los cepillos de bambú: el mango es reciclable, biodegradable, las cerdas son de origen vegetal y no tienen derivados de petróleo. Podés elegirlo ante la opción tradicional porque se venden en todos lados: farmacias, emprendimientos, internet…no hay excusa.
Copita menstrual, toalla de tela, bombacha menstrual
Finalmente, tenemos OPCIONES ecológicas para la gestión menstrual. Una sola toallita convencional tarda 500 años en degradarse y una mujer usa promedio 18.000 toallitas, hagan la cuenta. Ni hablemos de los tampones. Alternativas posibles: toallita de tela, copita menstrual y las recientes bombachas menstruales. Todas estas opciones están en el mercado, cada vez más a mano, es cuestión de consultar. Implica un gasto al principio, sí, pero sabemos que son productos duraderos.
Cuestionemos nuestros consumos. Podemos elegir mejor nuestros productos.
El Intendente Marcelo Orazi firmó con la Secretaria de Seguridad y Justicia de Río Negro Betiana Minor un acuerdo de cooperación para implementar el dictado de talleres de sensibilización por parte del Programa de Mediación Comunitaria y Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos mediante la Subsecretaría de Prevención del Delito y Participación Comunitaria. De esta…
El desembarco de Amazon en Brasil puso en alerta a Mercado Libre, que controlaba el comercio electrónico en la principal economía latinoamericana, pero donde solo el 15% de la población realiza compras en línea.
«Competimos con ellos en toda América Latina», se defendió Marcos Galperin cada vez que lo acusaron de pedir trabas para el ingreso de Amazon a la Argentina.
La competitividad de Mercado Libre tendrá una nueva prueba en los próximos meses: Amazon se asoció en Brasil con Nu Holdings, dueña de Nubank, según informó Bloomberg.
Nubank es el sexto banco de Brasil, donde tiene más de 100 millones de clientes. La asociación con Amazon permitirá que los usuarios compren productos hasta en 24 cuotas, una cuestión que podría inclinar la balanza en favor de Amazon.
En las tres semanas posteriores al anuncio de la asociación entre Amazon y Nu Holdings las acciones de Mercado Libre cayeron 6%.
Mercado Libre viene apostando fuerte por el mercado brasileño de la mano de futbolistas como Ronaldo o Neymar y con el esponsoreo de la Copa Libertadores, el principal torneo
La empresa de Galperín no solo tiene abierto el frente con Amazon. También debe enfrentarse a Temu y Shein, las compañías chinas venden productos a precios muy inferiores a los argentinos.
Si bien Galperín es uno de los principales defensores de Javier Milei, el director de Mercado Libre en Argentina pidió que el gobierno argentino regule a las plataformas chinas de fast fashion a principios de noviembre.
«Cuando abrís el mercado indiscriminadamente y una empresa asiática te envía productos por barco, en realidad estás dando trabajo a empresas chinas, no argentinas», dijo Juan Martín de la Serna. Brasil y México sí pusieron regulaciones a la entrada de productos que se comercializan en las plataformas chinas.
Para el Black Friday, Mercado Libre invirtió en Brasil 19 millones de dólares en cupones, el doble de lo que desembolsó Amazon. A costa de achicar sus márgenes, Mercado Libre también comenzó a ofrecer servicio de entrega gratuita.
Los especialistas creen que la verdadera pelea entre Amazon y Mercado Libre comenzará en pocas semanas, cuando empiece la época de compras navideñas.
En las principales aseguradoras de Riesgo del Trabajo (ART) hablan de un colapso inminente del sistema y apuntan a la maquinaria de juicios laborales que superan los 130 mil por año.
Las ART, que cubren a más de 10 millones de trabajadores en todo el país, denuncian un abuso de los peritos judiciales que establecen los porcentajes de incapacidad en los juzgados laborales.
En las ART advierten que el Poder Judicial no hace cumplir una ley sancionada durante el gobierno de Mauricio Macri en 2017, que creó los Cuerpos Médicos Forenses (CMF). Estos cuerpos no fueron aplicados ni en la Ciudad ni en la provincia de Buenos Aires, que concentran alrededor del 80% de los juicios laborales del país.
«Los peritos son externos, actúan sin control y sus honorarios están ligados al resultado del juicio», denunciaron desde la Unión de Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (UART). Si se aplicara la ley, los peritos serían seleccionados por concurso, y recibirían un sueldo, es decir que los honorarios no se cobrarían en proporción al valor del juicio, lo que para las ART desemboca en sentencias multimillonarias que hacen el sistema inviable.
Desde una de las ART líderes dijeron a LPO que hay juicios que superan los 300 millones de pesos por una lesión lumbar. En ese sentido, hablan irónicamente de la epidemia de la lumbalgia. «Es el accidente más común que encuentran los abogados», dijeron.
Entre las aseguradoras advierten que la industria del juicio terminará atentando contra la generación de empleo, puesto que si las ART colapsan serán los empleadores quienes se tengan que hacer cargo del pago de las indemnizaciones.
Desde una de las ART líderes dijeron a LPO que hay juicios que superan los 300 millones de pesos por una lesión lumbar
La Uart, que es la cámara de la ART, advirtió que la intervención sin control de los peritos judiciales está haciendo colapsar al sistema. «Las pericias judiciales, en franco incumplimiento a la Ley 27.348 y sus 18 adhesiones provinciales, está haciendo colapsar al sistema de ART y atenta contra la generación de empleo formal en el país», aseguró Mara Bettiol, titular de la UART.
Argentina registra uno de los índices más altos de litigios por riesgos del trabajo, con una tasa de judicialidad que es 15 veces la de España y 21 veces la de Chile, a pesar de tener mayores prestaciones y una accidentabilidad similar. «Es paradójico que, mientras los fallecimientos en el trabajo se redujeron 80% y los accidentes un 55%, la litigiosidad crece exponencialmente, proyectándose más de 130 mil juicios en 2025», dicen en la cámara.
Este año algunas de las ART más importantes se tuvieron que capitalizar por medio de los accionistas. Las aseguradoras de peso tienen otras unidades de negocios como sucede con Prevención ART, una de las líderes en el ránking en volumen de primas, que pertenece al Grupo Sancor Seguros. Experta ART, otra de las grandes, pertenece al Grupo Werthein.
Tras salvar a la ART este año, los accionistas de ese grupo ya avisaron que el año que viene no volverán a capitalizarla. En esa situación ya está Galeno, que en los últimos meses inició un proceso de liquidación y podría dejar a más de 400 trabajadores en la calle.
Entre las ART no ven con entusiasmo la reforma laboral que impulsa el gobierno porque creen que el sistema seguirá en la misma situación si no se hace cumplir la ley de 2017. «Para impulsar la formalización del empleo, la reforma laboral debe incluir medidas que terminen con el flagelo de juicios por riesgos del trabajo», dijeron en la cámara de ART.
Desde una de las ART líderes se contactaron con Federico Sturzenegger y decidieron abortar las negociaciones cuando advirtieron que le habían dado la idea al ministro para desregular también a las ART y quitar su obligatoriedad.
Una partida con 934.200 dosis de la vacuna AstraZeneca elaboradas con el principio activo producido en la Argentina llegaron este lunes por la tarde a Buenos Aires desde Estados Unidos, con lo que el país superó las 20 millones de dosis recibidas para su plan de inmunización Con ello, el número exacto de dosis recibidas por…
La Escuela Municipal de Newcom participó el fin de semana de un torneo interprovincial organizado por la Secretaría de Deportes de la Municipalidad de Sierra Grande. De la competencia también fueron parte equipos de Viedma, San Antonio Oeste, Trelew, Puerto Madryn, Comodoro Rivadavia, Choique y de la localidad anfitriona. Se jugaron partidos competitivos y recreativos….
En el pasado las guerras se peleaban por religión, territorio y recursos naturales. Y se peleaban con soldados, ejércitos y tanques. Hoy en día algunas de esas viejas guerras sobreviven en países periféricos, pero en los más poderosos, los que disputan el poder global, se combate de otra manera. La conquista de tierras y recursos, así como la imposición de un credo religioso, han pasado a ser objetivos secundarios. Ahora las guerras globales son guerras de información.
Las armas de fuego y los soldados han quedado obsoletos. Ahora se combate con computadoras. Se ataca con drones y misiles teledirigidos, con virus cibernéticos, con satélites-espía, con armas biológicas. Se copian bases de datos, se encriptan secretos, se compite en un valetodo por el acceso a la información que permita llegar primero al nuevo desarrollo tecnológico. En la Era de la Información en que vivimos el acceso al conocimiento es el commodity más valioso. Si Juan tiene cinco pozos de petróleo y Pedro no tiene petróleo pero tiene acceso a las cuentas bancarias de Juan, Pedro tiene poder sobre Juan.
En estos tiempos de poder blando y ciberguerra global, las megafiltraciones son las bombas atómicas del siglo XXI. Sus ondas se expanden por todo el planeta y hacen temblar a gobiernos y empresas multinacionales. Las megafiltraciones nunca son geopolíticamente neutras. Las que perjudican a los Estados Unidos benefician por descarte a sus rivales Rusia y China, y viceversa.
En el caso del llamado Cablegate de WikiLeaks y de los documentos sobre la vigilancia masiva a cargo de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana filtrados por el exespía Edward Snowden, Estados Unidos salió debilitado y por lo tanto sus rivales resultaron fortalecidos. Por el contrario, la megafiltración de los denominados Panama Papers favoreció a los Estados Unidos porque sus revelaciones golpeaban al círculo íntimo del hombre fuerte de la política rusa, Vladimir Putin, y a varios familiares y amigos cercanos del jerarca chino Xi Jinping, pero no tocaban de cerca a ningún funcionario estadounidense importante.
Claro que estas megafiltraciones globales se disparan en mil direcciones y terminan produciendo un daño colateral considerable en terceros países, incluso en aliados importantes de las superpotencias que, a priori, emergen como las beneficiarias de la megafiltración. Pero no parece casual que así como altos funcionarios de los Estados Unidos denunciaron las filtraciones de WikiLeaks y Snowden como actos de terrorismo en la forma de operaciones de inteligencia vinculadas con Rusia, del mismo modo, Putin y Xi denunciaron que la filtración de los Panama Papers fue una maniobra de inteligencia de los Estados Unidos para perjudicar a sus países.
La mirada de los jefes de Estado acerca de las megafiltraciones tiende a ser demasiado lineal. Revelar secretos estratégicos vinculados a la corrupción o el abuso en un país tiene el doble efecto de debilitarlo en términos de defensa vis a vis sus rivales, pero a la vez de fortalecer su funcionamiento democrático al permitir la libre circulación de esa información.
Pero hay que decirlo: los gobiernos, especialmente los de Estados Unidos y Gran Bretaña, son los mayores filtradores de información de todo el mundo. Prácticamente a diario utilizan filtraciones o fuentes anónimas como herramientas de difusión de documentos o informaciones que no pueden revelar oficialmente por razones legales, políticas o lo que fuere, pero cuya publicación puede favorecer los intereses de los filtradores, por ejemplo dañando la imagen de sus adversarios. Llama la atención, porque son precisamente los países que han estado detrás de la criminalización de algunos de los filtradores más conocidos. Pero tiene su lógica. Los gobiernos ejercen un control de las filtraciones al defender las que los favorecen bajo la bandera de la libertad de expresión y perseguir las que los perjudica argumentando violaciones a la privacidad y a la seguridad nacional.
No solo eso. Los gobiernos financian filtraciones. Es más, Estados Unidos y Gran Bretaña son los principales financistas del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y del Proyecto de Reportajes de Crimen Organizado (OCCRP), las dos principales plataformas de filtraciones de la última década. No parece casual que estas plataformas, que han publicado decenas de filtraciones de impacto mundial, casi no se han ocupado de investigar a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña. Y que mientras el ICIJ se ha especializado en filtraciones de China, OCCRP se ha destacado por sus filtraciones de Europa del este. Tampoco parece casual, en estos tiempos de guerra informativa pero también de motosierra, que mientras los gobiernos recortan gastos en medios y agencias informativas oficiales, el financiamiento de ciertas plataformas de filtraciones se mantiene, al igual que el de los servicios de inteligencia que muchas veces se encargan de producir las filtraciones que esas plataformas publican. Y tampoco parece casual que mientras algunas plataformas como WikiLeaks o The Intercept han sufrido el encarcelamiento de sus filtradores, OCCRP y ICIJ nunca han padecido la persecución de la justica estadounidense o británica.
Aun así, los Estados no controlan todas las filtraciones. En el caso de la plataforma WikiLeaks, tuvieron que meter preso a su editor Julian Assange para callarla. Pero cuando lo lograron el daño ya estaba hecho: millones de documentos secretos, incluyendo partes de guerra y cables diplomáticos, salieron a la luz revelando torturas, asesinatos, y diversas y masivas violaciones de derechos humanos y abusos de poder de Estados Unidos en todo el mundo. WikiLeaks también ha publicado información que ha enfurecido al gobierno chino, como las claves secretas de sus firewalls de censura online, y que hizo pasar vergüenza al gobierno ruso, como la correspondencia de altos funcionarios con su aliado y entonces dictador sirio Hafez Al Asad y la lista de spyware de las empresas de ese país. Y hasta ahora no se ha conocido prueba alguna que sugiera que WikiLeaks trabaja para algún gobierno.
El avance de la tecnología también conspira contra el control estatal de las filtraciones. En particular, la vida útil de las plataformas de filtraciones parece estar llegando a su fin.Ya no hace falta acudir a un intermediario para que publique documentos preservando el anonimato del filtrador. Cada vez más, la tecnología permite publicar de forma anónima en redes sociales, salones de chat, nubes y sitios varios. Además, cada vez más filtradores eligen prescindir del anonimato que ofrecen las plataformas especializadas y exponerse a las consecuencias jurídicas. Los Discordleaks de 2023, una de las últimas grandes filtraciones, referida a documentos militares estadounidenses, se publicaron en un sitio de chats y entretenimientos. El filtrador, Jack Texeira, no había hecho mucho por borrar sus huellas. Fue rápidamente detenido, encarcelado y condenado.
Desde la detención de Assange en 2019 y el juzgamiento criminal de filtradores (whistleblowers, en inglés) como Chelsea Manning, Reality Winner, Herve Falciani, Katherine Gun, Rui Pinto, Daniel Hale o el mayordomo de Juan Pablo II ha disminuido el aporte de individuos como ellos que, por razones morales, económicas, psicológicas, o lo que sea, deciden filtrar información, valiéndose de sitios como WikiLeaks, The Intercept o el ICIJ. Las nuevas filtraciones por lo general provienen de grupos de hackeo vinculados a corporaciones estatales que filtran información por razones políticas. Así sucedió con los mails de Hillary Clinton en 2016, obtenidos por un grupo de hackers rusos vinculados al Kremlin, Gucifer 2.0.También con los Sonyleaks de 2014 filtrados por los Guardianes de Paz, un grupo de hackers vinculados al gobierno de Corea del Norte. Otras filtraciones de origen desconocido parecen contar con el guiño, la aprobación, o la protección legal de Estados o gobiernos. Por ejemplo, las sucesivas filtraciones sobre los campos de concentración chinos de la minoría Ughur en la provincia de Sinkiang, donde fuentes no reveladas operando en China proveían de documentos sensibles a periodistas norteamericanos. Algo similar sucedió con la filtración de las llamadas de soldados rusos interceptadas por inteligencia ucraniana que en septiembre de 2022 publicara el New York Times. También está el caso de filtraciones como los Panama Papers, los Paradise Papers, los Offshore leaks o los China leaks, que podrían formar parte de una campaña secreta de Estados Unidos para acabar con los paraísos fiscales fuera de ese país. ¿Por qué? Porque tras esas publicaciones, el supuesto robo de información a poderosos estudios de abogados de todo el mundo pasó prácticamente desapercibido y nadie parece haber investigado las fuentes del hackeo, cuando en otras filtraciones la fuente fue rápida y agresivamente rastreada, identificada y criminalizada. Y no deja de llamar la atención que el principal paraíso fiscal del mundo, el estado de Delaware, Estados Unidos, nunca fue objeto de una filtración, al menos hasta ahora.
No es fácil hacer periodismo en tiempos de guerra. Y al periodismo de filtraciones le caben las generales de la ley. La publicación de documentos originales lo protege de la mentira y que esos documentos hayan sido secretos reafirma su valor informativo. Pero ninguna filtración es virgen de operaciones políticas, intereses cruzados o manipulaciones mediáticas. Nadie revela un secreto sin intención. Por eso no es aconsejable convertirse en sommelier de filtraciones. La información puede venir de un funcionario poderoso, de un empresario estafado, de un empleado enojado, de un espía, un loco o un idealista. A los efectos de su publicación no importa. Si el documento es verdadero y de interés público, el deber del periodista es darlo a conocer.
Una cultura que rechaza al “buchón”
Argentina no es un país prolífico en filtraciones, más allá de la habitual publicación de documentos judiciales bajo secreto de sumario filtrados por abogados de las partes o funcionarios judiciales para influenciar la cobertura periodística de casos resonantes, como en la filtración de las imágenes que mostraban las lesiones sufridas por la ex primera dama Fabiola Yañez, extraídas del expediente en el que acusa de violencia doméstica al expresidente Alberto Fernández. Tampoco es inusual que en el mundo de la farándula algún amante despechado filtre un chat, o que en política pase lo mismo con algún expulsado del poder.
En cambio, las filtraciones más voluminosas tienden a ser escasas y las que existen parecen ser obra de los servicios de inteligencia o, al menos, han sido reveladas o promovidas por políticos y periodistas vinculados a ese mundo. Es el caso de la filtración conocida como Lago Escondido, de noviembre de 2022, que muestra un contubernio entre magistrados, funcionarios públicos, empresarios y espías que habría derivado en la comisión de los presuntos delitos de dádivas, tráfico de influencias y encubrimiento. También sería el caso en la filtración de fotos y videos de las reuniones secretas entre legisladores de La Libertad Avanza y reos convictos por crímenes de lesa humanidad en la cárcel de Ezeiza a principios de 2024.
Sin embargo, como sucede en el resto de Sudamérica, aquí escasean las filtraciones generadas por individuos que buscan promover la transparencia en los negocios y actos de gobierno, así como el libre acceso a la información. En eso estamos retrasados con respecto a los demás países de Occidente. La batalla cultural en nuestra región y en nuestro país recién empieza, demorada seguramente por nuestros sesgos corporativistas: el misterio católico, la omertá mafiosa, el fanatismo por la camiseta, la política aluvional. Nuestra tradición cultural nos invita a tener “códigos”, a no ser buchón. Pero ese folklore atenta contra la idea de mostrar y conocer lo que el poder oculta. Y lleva a confundir un acto de autodefensa democrática con una traición.
La prehistoria
La primera megafiltración de la historia fue conocida como los Papeles del Pentágono y fue posible gracias a la aparición de un desarrollo tecnológico que hoy quedó atrás pero que en su momento revolucionó el modo de compartir documentos: la fotocopiadora. Se trata de un estudio secreto encargado en 1967 por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos a la ONG especializada en temas militares RAND Corporation sobre la historia del involucramiento político y militar de los Estados Unidos en Vietnam entre 1945 y 1967.En total, 4000 páginas de documentos oficiales y 3000 de análisis histórico, dividido en 47 tomos, escrito y compilado por 36 analistas —mitad militares en actividad y mitad académicos y empleados estatales—, cuyo contenido principal publicaron los diarios The New York Times y The Washington Post en 1971.
El estudio reveló que sucesivos gobiernos mintieron a los estadounidenses acerca de lo que sabían sobre los riesgos y los costos de la guerra, presentándoles un panorama que subestimaba la gravedad de la situación mientras escalaban su involucramiento bélico. Por entonces la guerra se había empantanado en un cuadro que requería cada vez más apoyo militar estadounidense para sostener un conflicto en el que la victoria se hacía cada vez más inalcanzable. Mientras tanto, 58.000 soldados estadounidenses (y entre 800.000 y tres millones de vietnamitas) habían muerto en el campo de batalla, el país estaba sumido en un intenso debate sobre la guerra y el movimiento pacifista crecía en ciudades y universidades, impulsado por tendencias culturales como la filosofía hippie y la batalla cultural, política y social en favor de los derechos civiles.
Los papeles fueron filtrados por el analista militar Daniel Ellsberg, un exmarine nacido en Chicago y doctorado en economía en la universidad de Harvard. Llegó al Pentágono en 1964 a trabajar en la Oficina de Seguridad Internacional y tres años más tarde fue enviado Vietnam, donde estuvo dos años como observador del Departamento de Estado. Lo que vio y aprendió marcó su vida para siempre. Al regresar a Estados Unidos fue contratado por RAND y empezó a volcar sus experiencias y reflexiones sobre los Papeles del Pentágono.
El trabajo nunca llegó al despacho del presidente. El secretario de Defensa que lo encargó, Robert MacNamara, renunció en febrero de 1968 durante la presidencia de Lyndon Johnson, y su sucesor Clark Clifford recibió los papeles un año después, y cinco días antes de la asunción de Richard Nixon.Clifford luego admitiría que nunca los leyó. Ellsberg dejó Rand en 1969, se incorporó al Instituto de Estudios Internacionales de la universidad MIT en Boston y empezó a participar en manifestaciones pacifistas. Lo desesperaba saber que las 14 copias que se hicieron del estudio juntaban polvo en distintas oficinas del Departamento de Defensa y de RAND. Entonces fue a ver a cuatro senadores pero uno tras otro se negaron a incluir los papeles en el registro de actuaciones del Congreso. El último de ellos le sugirió a Ellsberg que le mostrara su trabajo a un periodista y así surgió la idea de la filtración.
A fines de 1969 Ellsberg y su colaborador Anthony Russo, también exempleado de RAND, se pasaron varias semanas sacando y devolviendo los papeles, tomo por tomo, de una de las dos copias del informe en poder de la ONG. Esa copia había sido archivada en la sede de RAND de Santa Mónica, un suburbio de Los Angeles, y por su trabajo previo ambos analistas tenían pases del gobierno que les permitían acceder al material clasificado.
Fotocopiar los papeles no fue una tarea fácil. Llevaban el sello de “top secret” y no era cosa de andar por la calle mostrándolos a cualquiera así nomás. Por eso el trabajo se hizo de noche en una fotocopiadora Xerox de una agencia de publicidad en la avenida Melrose de Los Angeles cuya dueña era una señora llamada Lynda Sinay, amiga de Russo. Fue un trabajo arduo que insumió noches enteras durante semanas, ya que había que hacerlo de forma manual página por página.
Las fotocopiadoras se habían empezado a comercializar en 1961 y aún no habían desarrollado capacidades para automatizar la reproducción continua. Al comienzo eran mamotretos que ocupaban un área de 107 centímetros de alto por 117 de ancho por 114 de fondo y pesaban 294 kilos. Costaban 30.000 dólares y la empresa Xerox tenía el monopolio, a tal punto que el verbo “fotocopiar” se traduce en inglés a la frase “to xerox”. Las primeras máquinas venían con un matafuegos porque solían recalentarse y eventualmente incendiarse. Aun así eran capaces de reproducir un documento cada siete segundos, casi un milagro para la época.
En la agencia de publicidad de la avenida Melrose la fotocopiadora no era distinta a las demás. Ante semejante volumen de material secreto y las largas horas de uso que insumía reproducirlo la máquina solía recalentarse y hubo que repararla varias veces, estirando los tiempos de los filtradores. Conscientes del riesgo, Ellberg y Russo usaban guantes para no dejar huellas digitales y no empezaban a fotocopiar hasta que estuvieran solos, con la agencia cerrada.
En marzo de 1971 Ellsberg visitó en su casa de Washington DC al periodista del New York Times Niel Sheehan, a quien conocía de Vietnam, para ofrecerle los papeles. Sheehan no dudó. Viajó a Boston, a la casa de Ellsberg, donde el analista tenía guardada su copia. Con su anuencia, fotocopió los papeles en distintas tiendas de fotocopiado de la ciudad, cuidándose de cambiar seguido de locación para no ser detectado.
Los Pentagon Papers empezaron a publicarse en el New York Times el 13 de junio de 1971.Posteriormente el Washington Post se sumó a las publicaciones. El gobierno de Nixon intentó frenarlas en la justicia pero la Corte Suprema falló a favor de los diarios. También denunció a Ellsberg y Russo bajo la Ley de Espionaje de 1917, una legislación creada poco después de la entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial con el objetivo de prohibir la “transmisión” de información relacionada con la defensa nacional con la intención de perjudicar a EE.UU.o beneficiar a una nación extranjera, la interferencia en operaciones militares, la promoción de la insubordinación en las fuerzas armadas y la retención, divulgación o el manejo incorrecto de documentos clasificados que puedan dañar la seguridad nacional. Acusados de robo, conspiración y divulgación de información clasificada, Ellsberg y su asistente enfrentaron cargos de hasta 113 años en prisión. Sin embargo, en un fallo histórico, el caso fue desestimado por el juez William Byrne Jr. debido a irregularidades graves por parte del gobierno de Nixon, como escuchas telefónicas ilegales, un allanamiento a la oficina del psiquiatra de Ellsberg y la oferta de un cargo en el FBI al juez para influir en el proceso. Tras el juicio, Ellsberg dedicó su vida al activismo pacifista, luchando contra la proliferación nuclear y defendiendo la libertad de expresión.
En 1971, para buena parte de la opinión pública, Ellsberg era un villano, un traidor a los jóvenes que habían dado sus vidas en Vietnam. Henry Kissinger, quizás el político más popular en ese momento, se refirió a Ellsberg como “el hombre más peligroso de América” y afirmó que “debía ser detenido a toda costa”. Pero con el paso de las décadas la figura pública del filtrador de los Papeles del Pentágono se transformó y de villano pasó a héroe. Publicó más documentos clasificados, incluyendo información sobre la estrategia nuclear de EE.UU.durante la Guerra Fría, que había copiado junto con los Papeles del Pentágono. Reveló en su libro The Doomsday Machine (2017) que los documentos más significativos que tuvo, relacionados con la planificación nuclear, nunca se publicaron y terminaron perdidos en un vertedero tras un huracán. Fue un crítico constante de las intervenciones militares de Estados Unidos, abogó por la transparencia gubernamental y fue cofundador de la Freedom of the Press Foundation.En 2006 recibió el Premio Right Livelihood por su valentía, y en 2018, el Premio Olof Palme por su humanismo y coraje moral.Murió en 2023 a los 92 años en su casa de Seattle, víctima de un cáncer de páncreas.
Ellsberg dedicó los últimos años de su vida a apoyar a otros filtradores como Chelsea Manning, Edward Snowden y Julian Assange; los consideraba héroes, por exponer abusos gubernamentales. Sin embargo, buena parte del periodismo ignoró estos apoyos e intentó usar el prestigio que había alcanzado Ellsberg para trazar un contraste entre filtradores supuestamente buenos como él y filtradores supuestamente malos como Assange, Manning y Snowden .Curiosamente, el mismo proceso de demonización se repetiría medio siglo después cuando Jack Texeira reveló documentos secretos del Pentágono en la llamada Discordleaks. Esta vez Texeira vendría a ser el filtrador irresponsable y desequilibrado mental, en comparación con filtradores supuestamente serios como Assange y compañía.
La publicación de los Papeles del Pentágono marcó el comienzo de la Edad de Oro del periodismo, cuyo hito más alto fue la investigación del caso Watergate, publicada por el Washington Post en 1973, que derivó en la renuncia de Nixon y consolidó la reputación del periodismo como un contrapoder independiente capaz de voltear presidentes y cambiar el rumbo político de un país. Esa Edad de Oro no sobrevivió el cambio de siglo .A medida que los procesos de concentración económica llevaron al surgimiento de los grandes conglomerados mediáticos con ramificaciones en distintos mercados infocomunicacionales, el periodismo tradicional fue perdiendo ese lugar de contrapoder contestatario para transformarse en la cara amable, supuestamente objetiva y profesional, de grandes corporaciones privadas y estatales.
Después del juicio a Ellsberg pasaron más de dos décadas para que el gobierno de Estados Unidos volviera a usar la Ley de Espionaje para enjuiciar a filtradores que le pasaron información a periodistas. El quiebre fue el atentado del 9-11.A partir de entonces, el fiscal general de George Bush hijo presentó cargos contra tres filtradores, cifra que el fiscal general de Obama llevó a nueve. La cifra de filtradores acusados de traición bajó a dos o tres casos durante la primera presidencia de Donald Trump, pero con el agravante de que su fiscal general logró penas y condiciones más duras que sus predecesores para los filtradores detenidos y además fue el primer gobierno en enjuiciar ya no a una fuente, sino a un periodista, Julian Assange, bajo la Ley de Espionaje. En su segundo mandato Trump aún no ha usado la Ley de Espionaje contra el periodismo o sus fuentes, pero su gobierno recién comienza y el mandatario ya impulsó medidas para castigar la filtración de información clasificada, amén de denostar y amenazar a varios periodistas. El gobierno de Biden tuvo la virtud de no perseguir a las fuentes de filtraciones con la Ley de Espionaje, salvo el caso de Texeira, recientemente condenado a 15 años de prisión. Pero durante todo su mandato mantuvo la injusta acusación de espionaje en contra de Assange hasta que pocos días antes de dejar el gobierno alcanzó un acuerdo judicial. El acuerdo consistió en dar por cumplida la pena de Assange por los seis años que había pasado en la cárcel de máxima seguridad de Belmarsh, en Gran Bretaña, aguardando la finalización de su juicio de extradición a Estados Unidos, a cambio de que el periodista se declarase culpable de un cargo de violar la Ley de Espionaje, acuerdo que le permitió recuperar su libertad y mudarse a su Australia natal con su esposa y dos hijas.