EL CONCEJO DELIBERANTE Y LA LEGISLATURA DE RÍO NEGRO FIRMARON CONVENIO PARA MEJORAR LA DIGITALIZACIÓN DEL DIGESTO MUNICIPAL.
El convenio fue formalizado ayer entre el Vicegobernador Alejandro Palmieri y el Presidente del Deliberante Local, Edgardo Vega. El encuentro contó con la presencia de los Concejales de diferentes Bloques y los Legisladores del circuito; José Rivas, Luis Albrieu, Marcela Ávila y Silvia Morales.
De este modo se facilitará la modernización del digesto municipal de nuestra ciudad que compendia las ordenanzas locales promulgadas, para permitir el fácil acceso a la información al periodismo y a toda la comunidad, resguardar la transparencia en los procesos y agilizar la tarea de los/as concejales y funcionarios. Es válido recordar que durante el tiempo de gestión que lleva este CD, más de un año, el digesto no estuvo en línea. El convenio además prevé capacitaciones en técnica legislativa. A efectos de mantener una actualización permanente y que no se discontinúen las cargas de ordenanzas al digesto, el Presidente del Concejo manifestó que funcionará una oficina de digesto municipal.
Les comparto el último informe que realicé sobre el derecho al acceso a la información pública que data del mes de febrero donde expresé nuevamente la necesidad de tener un digesto online actualizado para un mejor funcionamiento del CD, para mayor celeridad comunicativa, para el conocimiento ciudadano sobre las normas que rigen la vida cotidiana de la ciudad y, como si esto fuera poco, para cumplimentar las leyes que así lo demandan.
En este sentido, el Presidente del Concejo, Edgardo Vega destacó “esto se complementa con la Ordenanza que se sancionó sobre la Oficina del Digesto Municipal; vamos a tener una oficina específica desde el Consejo, donde vamos a proceder a realizar todo el análisis normativo, el análisis documental y la carga de los datos concretamente. La idea es que complementado con una nueva página web, que va a tener este Concejo Deliberante, permitirá que todos los ciudadanos puedan tener un mejor y mayor acceso a la información pública. Este sistema, más allá que es necesario, es una herramienta útil para el trabajo de cada uno de los Concejales”.
…”La idea es que complementado con una nueva página web, que va a tener este Concejo Deliberante, permitirá que todos los ciudadanos puedan tener un mejor y mayor acceso a la información pública. Este sistema, más allá que es necesario, es una herramienta útil para el trabajo de cada uno de los Concejales“
Edgardo Vega, presidente del CD
También se destacó que Villa Regina, no parte de cero en relación a la sistematización de la información, ya que existe un trabajo previo de gestiones anteriores de manera fragmentada; pero hay acciones ordenadas con antelación. Al mismo tiempo, el Presidente del Deliberante, Vega agradeció a las Legisladoras Silvia Morales y Marcela Ávila, que han ayudado en la vinculación y gestión para que esto pueda materializarse.
Por su parte, el Vicegobernador Alejando Palmieri enfatizó “lo de hoy aquí en Regina, se enmarca en una tarea que venimos llevando adelante desde la legislatura de la provincia de Río Negro de asesoramiento, acompañamiento, de capacitación y también, de volcar en este caso los sistemas informáticos y humanos a los distintos Concejos Deliberantes para que puedan avanzar y plasmar el Digesto en un ordenamiento de las Normas de un Concejo Deliberante de una ciudad”.
“Lo de hoy aquí en Regina, se enmarca en una tarea que venimos llevando adelante desde la legislatura de la provincia de Río Negro de asesoramiento, acompañamiento, de capacitación“…
Alejandro Palmieri, vice gobernador
Actualmente, existen otros Municipios como el de Viedma, San Antonio Oeste y el de Catriel que han avanzado en esta línea de convenios para la Informatización y Digitalización de sus Digestos. Y se destacó, la existencia de diferentes realidades en relación a los soportes en los que se encontraban sus Ordenanzas.
En esta línea, el Vicegobernador Palmieri mencionó “más allá de que sea algo, que se entiende como algo meramente administrativo, créame que cuando el resultado esté, la comunidad toda va a ser la que se beneficie por tener reglas claras, también ustedes pueden hacer mucho mejor su trabajo de asesorarse y en definitiva, le facilita también a la gente cuando quiera hacer consultas de las ordenanzas”.
Ahora será el tiempo de esperar que el convenio se materialice y se ponga en práctica para el bien de toda la comunidad, y que al igual que en las ciudades mencionadas se pueda replicar en todos los Concejos o municipios de Rio Negro.
LEY NACIONAL 27275
El objeto de la ley nacional 27275 es, entre otras cosas: garantizar el efectivo ejercicio del derecho de acceso a la información pública, promover la participación ciudadana y la transparencia de la gestión pública. Toda la información en poder del Estado se presume pública, salvo algunas excepciones. La información debe publicarse en la mayor cantidad de medios posibles y de forma completa, debe ser accesible en formatos electrónicos abiertos, que faciliten su procesamiento por medios automáticos que permitan su reutilización o su redistribución por parte de terceros. La información debe ser publicada con la máxima celeridad. Y para garantizar el efectivo ejercicio del acceso a la información, resulta esencial que los sujetos obligados actúen de buena fe, es decir, que interpreten la ley de manera tal que sirva para cumplir los fines perseguidos por el derecho de acceso, promoviendo la cultura de transparencia, profesionalidad y lealtad institucional.
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Ahora habla un poco más lento. Pero entiende todo. Sabe todo lo que pasó y a todo responde. El cuerpo está más débil, con los músculos escuálidos después de casi tres meses postrado en la cama. Pero Pablo Grillo es él otra vez. Y es alguien más: ahora es un fusilado que vive. Sale esta mañana del Hospital Ramos Mejía después de 83 días en terapia intensiva para empezar su rehabilitación en el Hospital Rocca en Devoto. Allí trabajarán sobre su sistema nervioso y motor durante la mañana y la tarde. Después –calculan los médicos que en dos o tres meses– van a construir con una impresora 3D la prótesis a medida de su cráneo, del que hoy Pablo sólo conserva la parte central. El costado derecho se lo removieron cuando lo operaron por primera vez, el día que ingresó casi al borde de la muerte en la terapia intensiva. El costado izquierdo se lo destruyó la granada de gas que le disparó el gendarme Guerrero, en aquel movimiento que ya es una marca de estos tiempos: el fotógrafo da cuatro pasos apurados de la vereda hacia el centro de la calle, se pone en cuclillas junto a una chapa prendida fuego, apunta la cámara hacia la cuadrilla de hombres armados que viene de frente y en un segundo el cuerpo se detiene, cae vencido sobre su costado izquierdo con la forma de un ovillo inerte.
El último fin de semana, antes de que Pablo saliera del hospital Ramos Mejía, ocho bailarinas repetían en el centro de Buenos Aires aquel movimiento coreografiado: los ocho cuerpos bajan acuclillados, las manos vacías se juntan frente al rostro dejando un hueco para la cámara imaginaria, se detiene el tiempo un instante y luego caen, ocho ovillos al suelo. El movimiento performático es un poco más lento que el original. Como habla Pablo ahora. Una sintonía fina que transforma la tragedia en belleza. La amenaza de la muerte segura en la esperanza de la vida. Quizás un momento clave de nuestra época.
Después de 83 días y 5 operaciones, le dieron el alta a Pablo Grillo. En dos o tres meses, los médicos van a construir con una impresora 3D la prótesis a medida de su cráneo, del que hoy sólo conserva la parte central.
A Pablo lo operaron cinco veces. Cuando ingresó a la terapia el 12 de marzo con la frente abierta como una fruta estallada los médicos pronosticaron que si llegaba a sobrevivir podía quedar en estado vegetativo. La herida era enorme y había perdido masa encefálica. “La primera operación fue para cortar la hemorragia y salvarle la vida –cuenta su hermano Emiliano– porque el cerebro estaba suelto en la cabeza: tuvo el impacto del proyectil en el lado frontal izquierdo y el cerebro rebotó en el lado derecho, entonces tenía dos hematomas. Y hubo que hacer una operación por cada uno”.
Una semana después Pablo abrió los ojos. Se encontró envuelto en cables, con el cuerpo entumecido y la boca llena por un tubo que le recorría la garganta hasta los pulmones. Sólo se escuchaba el ronroneo y los pitidos de las máquinas que los mantenían vivos a él y a otros quince internados. Lo último que recordaba era aquel movimiento entre el humo y el griterío, los pasos apurados hasta la calle, bajar en cuclillas y apuntar. Después, la oscuridad.
“Al principio no le podíamos contar nada porque no sabíamos qué recordaba y qué no –dice Fabián, su papá–. Lo que nos recomendaron desde el área de salud mental del hospital era que fuera todo a demanda. Que él nos preguntara. Si no quería saber, no le decíamos”.
–Hola, viejo.
Pablo dijo esas dos primeras palabras con la voz agrietada, después de que lo desentubaran. Hasta ahí se había comunicado con señas y miradas. “Tratamos de no entrar con remeras, gorras o prendas que dijeran Fuerza Pablo ni nada por el estilo –cuenta Fabián– hasta que empezó a preguntar”.
Le mostraron el video en un celular. Se vio a sí mismo lanzarse hacia la calle, ponerse en cuclillas y caer hecho un ovillo después de recibir el tiro de Guerrero. Desde la cama del hospital, increíble y delicadamente vivo, Pablo solo dijo:
–Cómo me dieron.
Con los días empezó a mover las manos y los pies. Recuperó la voz y empezó a hacer más preguntas. Escribió su nombre en un papel. Empezó a hacer garabatos y dibujos. Recibió más visitas. Familiares y amigos se acercaban a verlo en esa ventana de una hora que le daban cada día para saludarlo y darle fuerzas.
Alimentada por la bronca, la preocupación y la esperanza, esa fuerza se fue expandiendo. El nombre de Pablo Grillo apareció en carteles y remeras en las calles. En plaza de Mayo alguien instaló una silueta de cartón con su imagen. En Córdoba pintaron un mural de Pablo de pie sosteniendo una cámara. La consigna de “Justicia por Pablo Grillo” se esparció por las redes y en forma de volantes, stickers o pintadas con esténcil en las paredes. Se consolidaron rituales: semaforazos todos los viernes a las siete de la tarde en la plaza Mariano Moreno, en su barrio de Escalada, peñas solidarias, un festival rockero donde participaron los médicos y los hijos de los médicos, hasta un locro popular el último 25 de mayo. Los músicos de La Renga pidieron justicia y pronta recuperación desde el escenario en un recital en Bahía Blanca. Lo mismo hicieron La Bersuit, Divididos, Víctor Heredia. El Indio Solari le mandó un mensaje de WhatsApp que después se viralizó en las redes: “Desgraciadamente te ha tocado a vos convertirte en un símbolo más de la represión y la barbarie que se vive en la Argentina. Te deseo que te rehabilites, que puedas seguir pensando. Es una canallada lo que te ha pasado. Pero estás vivo”.
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Todos los que estamos pendientes de la salud de Pablo recuperamos la esperanza cuando el 7 de mayo circuló en las redes una foto suya acodado en un balcón del hospital, con ambo azul y un gorro rojo de Independiente cubriéndole la cabeza desnuda. Después de meses había salido al aire libre, primero en silla de ruedas, más tarde de pie. Era su día número 55 en terapia intensiva. Los médicos estaban asombrados por la recuperación, pero seguían preocupados: Pablo perdía líquido cefalorraquídeo por la nariz. Tuvieron que operarlo dos veces más. El 15 de mayo para frenar la pérdida de líquido. Entonces hizo un cuadro de hidrocefalia: aumentó el flujo dentro de las cavidades, presionando y poniendo en riesgo el tejido cerebral. El 20 de mayo volvió al quirófano: le implantaron una válvula de drenaje para aliviar la presión.
Su cuerpo, blanco de la coreografía de violencias que se han naturalizado en la argentina de Milei, se convirtió en símbolo: hay pintadas, murales y hasta una obra de teatro que toma su historia.
Mientras se recuperaba, entre una operación y otra, volvió a sacar fotos. Una selfie con el celular junto a sus padres el 7 de mayo en el balcón. Y alguna a su ventana de la terapia con una cámara prestada. La suya estaba destruida. Cora Gamarnik, investigadora del Conicet especialista en fotografía y parte de la familia política –Pablo es sobrino de una prima suya– lo visitó en el Ramos Mejía y le llevó algunos libros. Y tiene una hipótesis sobre la suerte de Pablo: “La cámara recibió el primer impacto, la granada golpea ahí y desvía mínimamente la trayectoria. Creo que parte de lo que le salvó la vida fue su propia cámara”.
La Nikon D800 es profesional pero antigua. Puede sacar cuatro fotos por segundo –hoy las más nuevas llegan a sacar entre treinta y cuarenta–, es un aparato robusto. El impacto le despegó parte de la lente, le arrancó un botón y le cortó la correa. Con todo, amortiguó el disparo mortal del gendarme.
Cora Gamarnik está feliz por la recuperación de Pablo, pero no pierde de vista el fondo del asunto: “No se ve un ataque tan sistemático a los periodistas desde la dictadura militar – asegura -. En el 82 los fotógrafos también fueron un blanco de represión. En democracia, hubo episodios gravísimos durante el gobierno de Macri, cuando fue la movilización en contra de la reforma previsional. Pero nunca tan alarmantes como ahora. Contamos con más de un centenar de fotógrafos heridos durante el gobierno de Milei. Nunca fueron tantos”.
El ataque más grave a la libertad de expresión fue el último 31 de enero, cuando empezó el tratamiento de la Ley Bases en el Congreso: 35 periodistas fueron heridos con balas de goma. En todas las marchas se reportó el mismo mecanismo. Cuando la policía reprime a los manifestantes, tiran, golpean o gasean a cualquier periodista que esté registrando el hecho. También está la modalidad del atropello: el 25 de marzo la policía motorizada chocó a Miguel Lo Bianco, de Reuters, y el 2 de abril al reportero Diego Gómez. No discriminan por ideología o línea editorial: en la marcha de los jubilados del 28 de agosto gasearon todos juntos y al mismo tiempo a los camarógrafos de C5N, La Nación+ y Canal 9. Tampoco disimulan: el último miércoles 28 de mayo gasearon a Antonio Becerra, el fotógrafo de Tiempo Argentino al que Santiago Caputo le tomó la credencial del pecho y lo marcó durante el debate de candidatos a la Legislatura porteña a fines de abril. Antes, la criminalización mantuvo detenidos e incomunicados a los reporteros Tomás Cuesta y Javier Iglesia.
Y el propio Presidente lo verbaliza: el 19 de abril tuiteó “la gente no odia lo suficiente a estos sicarios con credencial”. Luego el 3 de mayo: “No odiamos suficientemente a los periodistas”.
Patricia Bullrich, mientras, niega todo. El 9 de febrero, después de los tiroteos de la Ley Bases, recibió a un grupo de delegados de Adepa, Fopea y la Fundación Led y les dijo que es imposible pretender evitar que se registre lo que pasa en las calles.
A la ministra de Seguridad, que ha bajado su visibilidad en las redes y los medios en las últimas semanas, podrían caberle responsabilidades penales por el operativo que dejó a Pablo Grillo al borde de la muerte. También al director de Gendarmería, Claudio Brilloni, al jefe del Destacamento Móvil 6, Héctor Ferreira, y al jefe del Comando Región I, Marcelo Porra. Por lo pronto, sólo está imputado el cabo Héctor Jesús Guerrero por tentativa de homicidio agravado por abuso funcional, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público.
La causa, a cargo de la jueza María Servini de Cubría, avanza lento. Recién el 7 de mayo –el mismo día que Pablo salió al balcón y su nombre volvió a sonar fuerte en todos lados– la Gendarmería entregó el legajo y la información que el fiscal Eduardo Taiano había pedido oficialmente el 28 de marzo. Recién el lunes 26 de mayo la médica forense de la Justicia Nacional, Claudia Zuñiga Teppa, y los médicos designados como peritos de parte visitaron a Pablo Grillo en el hospital Ramos Mejía. Ayer se conoció su informe, donde se constatan las heridas gravísimas y el riesgo de muerte.
Durante el gobierno de Milei, más de un centenar de fotógrafos y reporteros fueron heridos. Nunca en democracia fueron tantos. Las organizaciones de derechos humanos denuncian un plan sistemático de ataque a la prensa.
En el entorno de Pablo reclaman velocidad en la investigación y advierten maniobras del gobierno que parecen tender al encubrimiento. Un informe de la querella, que llevan el Cels y la Liga Argentina por los Derechos Humanos dice que “luego de analizar el contenido de los videos aportados por la GNA y las modulaciones aportadas por la Policía Federal, queda en evidencia que existen en ellos inconsistencias, vacíos temporales y fragmentación. En el caso de los videos, se advierten tramos faltantes en momentos clave del operativo, así como la omisión de escenas de interés probatorio”.
Mientras que el archivo de audio con las modulaciones radiales entregado por la Policía Federal “presenta una duración sustancialmente menor al rango horario consignado en su título, sin explicación sobre el criterio de recorte ni acompañamiento de transcripción o indicación precisa de los horarios cubiertos”.
Esta mañana, en la vereda del Ramos Mejía, la abogada querellante Claudia Cesaroni asegura que “la responsabilización política de la ministra no pasa por la acción judicial, sino por otros carriles: por ejemplo en el ámbito legislativo, que debería actuar con más insistencia en ese punto”. Su compañera, Agustina Lloret dice que “una respuesta judicial buena y eficiente, a lo sumo va a generar alguna disuasión entre los gendarmes, pero en la medida en que haya autoridades políticas que envalentonan, arengan y facilitan la violencia, lamentablemente la represión y la violencia van a seguir”.
Del gendarme Guerrero, en tanto, nadie sabe nada. No hay ningún sumario, ni información sobre su paradero. Gendarmería no ha respondido a los pedidos de informe sobre su situación. Hay quienes dicen que quizás, incluso, puede seguir participando de los operativos.
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A pocos metros del Congreso, en la Universidad Nacional de las Artes, trabaja la coreógrafa Jazmín Titiunik. Participa del Grupo de Experimentación en Artes del Movimiento en del Departamento Artes del Movimiento. Ya se acostumbró a que cada miércoles por la tarde los ensayos ocurrieran entre el ruido de los tiros y las sirenas. “Más allá de que aquí trabajamos el lenguaje de la danza y que nosotros tomamos el cuerpo, me di cuenta de que había algo específico pasando en los cuerpos, en los territorios, que era devastador”, explica. Y cuenta su mayor preocupación: “Hay una normalización de esta cotidianidad donde los cuerpos son golpeados, pateados, detenidos, encarcelados, gaseados. Y está lleno de imágenes, circulan videos, fotos, pero la sensación es que ya no se ve, aunque esté en frente”.
Fue entonces que, con su grupo de experimentación empezaron a repetir el movimiento de Pablo Grillo: una coreografía de cuerpos que se acuclillan, llevan las manos frente al rostro como tomando la cámara, y luego caen al suelo, en el mismo ángulo y la misma posición que cayó Pablo. Incorporaron ese movimiento a la obra ¿Cómo hacer ver? que aborda la represión policial y que ya presentaron en La Manzana de las Luces y el Museo de la Untref. Como lo había dicho el Indio: el movimiento de Pablo, Pablo mismo, convertido en un símbolo de la represión y la barbarie.
Cora Gamarnik cree que hay un significado aún mayor: “Es una metáfora de lo que estamos viviendo como país. Un pibe que va a expresar su solidaridad y su trabajo en una manifestación, en una protesta social, por un derecho, que termina herido de muerte por reclamar lo que es justo pero sin embargo se rodea a su vez de todo el amor, la solidaridad y el pedido de justicia. Lo salva ese amor y el hospital público, la salud pública, la solidaridad que recibe de tantos lados y que demuestran que no se sale solo”.
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Esta mañana, en la puerta del Hospital Ramos Mejía, Pablo sale acompañado. Desde las nueve se empieza a juntar gente en la vereda de calle Venezuela, frente a la entrada del edificio que ocupa toda la manzana. La espera dura casi una hora y media. Llegan los amigos, la familia, los periodistas. Seis médicos de delantal blanco rodean al padre. Hay uno que no deja de hacer chistes y palmear a los demás. Se arma un pasillo de gente en torno a la salida que viborea hasta la ambulancia. Pablo va a recorrer seis metros hasta el vehículo del SAME, para partir al Rocca. La primera vez que se abre la puerta todos levantan las cámaras por sobre las cabezas de quienes estamos en la fila y sale un camillero vestido de rojo. Se ríe y estira las manos con las palmas hacia abajo pidiendo calma:
–Tranqui, tranqui que soy yo.
Nadie sabe quién es, pero varios se ríen. Bajan las cámaras.
Pasa un instante y las puertas se abren otra vez. Pablo aparece en el rectángulo con la sonrisa indestructible. Levanta el pulgar. No abre la boca. Primero está en la silla de ruedas, después lo suben a una camilla. Atraviesa el pasillo de fotógrafos y periodistas. No parpadea. Ni dice nada. Los amigos cantan:
–Che Pablito, volvete para el barrio, para seguir luchando.
Cuando termina el recorrido y lo suben a la ambulancia, dos de ellos ríen a carcajadas. Uno dice al otro:
–No entendió un choto.
–¡Es un montón! –le dice el otro– Vas a ver qué bien le hace.
Cuando la ambulancia se cierra y empieza a bajar a la calle Venezuela, Fabián está a un costado consolando con un abrazo apretado a un camillero gordo con gorro de San Lorenzo que se ha largado a llorar. Uno de los médicos, el que se pasó toda la mañana haciendo chistes, se ha quedado mudo, con los ojos rojos. Otro, que parece el jefe –mientras cinco están con delantal blanco él lleva sobretodo– saca el teléfono y marca un número:
–Está saliendo con toda la unidad –dice contento, como quien logra decir las palabras que ha esperado mucho tiempo para decir–. En veinte minutos está con ustedes por allá.
La ambulancia se va y sonríen los camarógrafos, que siguen apuntando. Sonríe la periodista que ya dejó de hablarle al micrófono. Sonríen los amigos y sonríe el padre que se seca las lágrimas. Igual la madre. Y todos a la vuelta.
Hoy, en el país de la crueldad, tenemos un respiro. Aquí, en esta vereda, estamos felices.
La Dirección de Deportes de la Municipalidad de Villa Regina informa que continúan abiertas las inscripciones para participar de las clases de la escuela de canotaje que se dictan de lunes a viernes de 16 a 18 horas en la Isla 58. Los interesados deberán dirigirse con fotocopia del DNI al polideportivo Cumelen (Colón 107)…
Por el consumo de bebidas azucaradas, más de 800 mil argentinos se enferman por año . Argentina es uno de los principales consumidores de gaseosas del mundo. La mitad de nuestra hidratación está compuesta por bebidas que contienen grandes cantidades de azúcar. El consumo máximo de azúcar agregada por día no debe ser mayor a…
Una masa de cuerpos salta y canta como si esto fuera una fiesta. Todos saben que no lo es. Están ahí porque es “inminente”, dicen en todas partes los periodistas que anunciaron el hecho por años: Cristina Fernández de Kirchner será finalmente condenada y ya no podrá volver a ser candidata. Y sin embargo los tipos, las minas cantan y saltan todos juntos sin parar. En la puerta de la sede porteña del Partido Justicialista, en la calle Matheu al 130, además de gente muy de acuerdo, se acumulan las vallas y las banderas blancas. Cristina, Cristina, Cristina corazón, acá tenés los pibes para la liberación. Podría ser ese patio de la Rosada donde Cristina hablaba con los pibes, pero no. Es esta tarde invernal. Y son más de las cuatro de la tarde. A esta hora, a 30 cuadras, en el Palacio de Tribunales, los jueces de la Corte Suprema Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Ricardo Lorenzetti definen la condena a la ex presidenta. Seis años.
La juntada es, o parece, una celebración de la militancia. Las cámaras de televisión enfocan la puerta por donde, en minutos, saldrá Cristina. Los carteles hechos a mano tienen frases de Nestor Kirchner: “Formo parte de una generación diezmada”; “Somos hijos de las Madres y Abuelas”. Otros sostienen fotos de Cristina con el Indio Solari, una bandera de la agrupación Jamandreu, Peronismo de diversidad y transfeminista, Whipalas, pañuelos verdes. Ya se huele el choripan. Hasta que aparezca la rubia cabellera de Myriam Bregman, más tarde, ya noche en la casa de la ex presidenta, esto será puro peronismo. Kirchnerismo, del más peronista.
Como si la escena lo necesitara, en el parlante que lleva el “militante de la bici”, Marcelo Mercante, suenan la marcha peronista y la voz de Eva Perón. “A Cristina la cuida el pueblo” dice un cartel impreso en hoja A4. La coreografía del movimiento y la impro, esa mezcla que vuelve a la manifestación una verdad peronista. Mariela llega del trabajo envuelta en una bufanda violeta. Tiene una bandera que dice “Contala como quieras” y una remera con una foto de Cristina sacando la lengua. Mariela le pone un poco de rock a la liturgia. Está contenta por la cantidad de gente y por el encuentro “aunque sea en estas circunstancias”. Mariela es consciente de lo extraordinario de este juntarnos en la calle. Y agradece lo poco. También llega Luis D’Elía: algunos le piden fotos y otros lo abuchean tímidamente. El movimiento apenas se horada a sí mismo con viejas cuitas: ¿alguno recordará por qué es chiflable el dirigente piquetero? Él dice que debería haber un millón de personas en Plaza de Mayo. Casi no nombra a Cristina, de su boca sale una y otra vez el nombre de Néstor Kirchner. Si alguno lo olvidó, acá está el que dice todo sin filtro. La masa es un bloque, pero no es masiva. ¿Qué es masivo en este peronismo del 2025? ¿Seremos los suficientes aunque la plaza no se llene más?
Cerca de las cinco la calle sigue dividida en dos. Por el centro pasa un auto de vidrios polarizados. Otro level. Otro tufo. Otro personaje. Es Sergio Massa. Axel Kicillof ya se fue, avisa alguien. ¿Por qué? Dicen que tiene que coordinar movimientos. Fue un acto de presencia. Al menos vino. Ayer ella con él en primera fila le pegó por lo de los cargos. Y él, hermoso, con su hermosa cara de culo, la escuchó estoico. A la autopista Buenos Aires La Plata la cortaron a la altura de Quilmes y la fila es infinita, entrar ahí es no salir más. Pero parece que es sólo viniendo a Buenos Aires. También hay cortes en Panamericana y Pacheco, en Camino del Buen Ayre, en el Acceso Oeste y en el Puente Pueyrredón. ¿Desde La Plata llegarán los obreros de los frigoríficos de Berisso y Ensenada? ¿Secco moviliza? ¿Hasta dónde está acompañada Cristina? Al menos los cantos no cesan. Ahí siguen gritando en perfecto estado los pibes. Rugen los pibes. Se los escucha a cuadras, porque el grito rebota contra los edificios de San Cristóbal, clarito.
Un vendedor de café pregunta a un periodista de C5N si ya se sabe algo. Hace horas circula por Whatsapp un fallo falso que anticipa la confirmación de la condena. El rumor vuela como el trino de un ave oscura. Algunos lo repiten en la radio, sin importarles nada. Los medios se ilusionan en vivo y en directo. Quizás incluso a los que no son ni nunca fueron kirchneristas semejante nivel de alienación democrática les de asco. La gente revisa los celulares. Es esa calma que le dicen tensa, y es ese minuto que no debería haber llegado, porque el trino del ave era mentiroso pero anunciaba lo cantado. Alguien llora de pronto, alguien suelta el lagrimón bajito, y una está ahí para saber que se llora por una líder, y son dos, cuatro, diez, la gente llora la condena. Uno de ellos es Daniel Silva, secretario de DDHH del sindicato de trabajadores municipales de San Martín: “El pueblo tiene memoria, así como Perón retornó después de 18 años, a Cristina la vamos a hacer retornar. Estoy convencido, dice. Estoy convencido”. Llora, y pide disculpas. Y se aferra la masa a la historia, porque líderes es lo que el peronismo ha tenido, y proscripto es lo que ha sido. ¿Por qué no reciclar la mística? ¿Por qué no construir una verdad nueva que desmienta los apocalipsis? Aquí todos juntos es más fácil. Acá nadie está derrotado. Y se llora.
Santiago es sociólogo y vino apenas se enteró de la convocatoria. Piensa que hay que recuperar la movilización en las calles y que la condena va a aglutinar a sectores que estaban desencontrados. Delfina tiene 38 años y es politóloga, estudió en la UBA. Vino directo desde el trabajo: “No podemos no hacer nada. Aunque estar acá no represente demasiado. Ya sabemos cuál es la mirada de la sociedad en este momento, pero yo no podía salir de trabajar e irme a mi casa cómo si nada estuviese pasando”. No está segura de las repercusiones pero fantasea que va a generar una reorganización del arco político opositor, más allá del peronismo y de Cristina. “No podemos permitir que la justicia se entrometa con los candidatos en democracia”, dice. La sensación la tiene instalada en el cuerpo: necesitaba venir a juntarse con otros. Esteban se autopercibe el más trosko de los tres amigos. Pelo largo atado con una colita, suéter norteño, estudiante inconcluso de Filosofía. Para él esta condena es un peligro a largo plazo: “Siento que es un ataque a la democracia como forma de organización política, y es sentar una base de la que es muy difícil volver, algo que ya pasó en este país”. La palabra democracia suena real en estas lamentaciones y en estas defensas. Como si algo real hubiese en esta ruptura, en este momento histórico en que una líder pierde su potestad de ser candidata, de ser diputada provincial por la Tercera sección, de volver a ser presidenta.
Paula tiene 53 años, llora abrazada a su marido. Es trabajadora del subte y ahora es parte de la ola que llega a la calle Matheu después del anuncio. Estudia Trabajo Social en la Universidad de Lomas de Zamora. Casi no puede hablar. Dice que lo que vivió con Cristina y Néstor no lo había vivido nunca, que con ellos siempre tuvo una esperanza. Y que hoy esa esperanza está muerta. Usa esa palabra, muerta. La misma que usa Cristina cuando define la condena que sobre ella pesa hace años: presa o muerta. La esperanza muerta es una derivación política de ese otro adjetivo que por fortuna solo quedó en la intención homicida de un marginal armado con una pistola lumpen y fallida. ¿Serán estos custodios de un liderazgo los mismos que la custodiaban en aquellos días? Algunos sí, otros están acá porque esto es más grave que la primera condena de la Sala de Casación Penal. Esto es la Corte. Ahora no hay marcha atrás. Ya no podrá ser candidata.
A paso rápido y con las mejillas coloradas se abre camino entre la gente la historiadora Julia Rosemberg: “Básicamente se nos está prohibiendo a los argentinos votar a nuestros representantes, y en un momento tan crítico de la Argentina me parece que eso cobra todavía más relevancia”. Rosemberg es docente universitaria y autora de “Eva y las Mujeres: Historia de una Irreverencia”. Cree que la crisis del peronismo tiene que dar paso a una unidad para revertir la sentencia, pero sobre todo que piense estrategias para enfrentar a un gobierno como el de Milei. “Me parece que si el peronismo tiene 80 años de vida, algo de esto sabe, y tiene que apelar a su pasado, donde hay tesoros y utopías. Recuperar la historia”. ¿Qué sería revertir la sentencia en este contexto? ¿Quién será el candidato de la Tercera? ¿Será vencido el libertario que envíe un Milei envalentonado a terminar de aplastar a la Jefa? ¿Si no se gana la Tercera hay reversión, retorno posible a algún lado?
En un escenario improvisado en la puerta del edificio, Cristina habla para los manifestantes. A la izquierda y casi pegada a ella, su cuñada, Alicia Kirchner. A la derecha y un paso más atrás, su hijo, Máximo Kirchner. Se impone como un manto que cae sobre todos un silencio atento, no ceremonial. Los que vinieron en familia lloran abrazados ahora que Cristina les habla: “El partido judicial le agrega un cepo al voto popular. (…) la Justicia avanza contra los dirigentes políticos que gobiernan para el pueblo y logran la distribución del ingreso más equitativa, que es lo que nunca nos van a perdonar a los peronistas”.
Un cocacolero dice que era obvio que iban a querer sacarla del juego. “Ella les molesta, vos sabés”. Tiene una gorra del Sindicato de obreros y empleados de la industria del chacinado, tripería y sus derivados. Perdió su trabajo en el 97. Desde entonces hace changas. Justo detrás suyo, coreando “no nos han vencido”, está Francisco Taiana, el hijo de Jorge, ex ministro de Defensa de la Nación. Está indignado, como muchos, por la “corrupción innegable de las instituciones republicanas de parte de quienes sostienen ser sus guardianes”. Cree que se simplifica la discusión, porque ahora se trata de la defensa de las instituciones y de una democracia que costó mucha sangre consolidar. “Si algo positivo puede salir de hoy es una nueva conciencia del pueblo argentino para entender lo que está en juego, para defender nuestra república y oponerse a la desmovilización que alimenta el gobierno”.
La masa, el bloque, dedos en V en alto, avanza ahora en dirección contraria. Desconcentran. Somos de la gloriosa Juventud Peronista. Somos los herederos de Perón y Evita. A pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos, los desaparecidos. No nos han vencido. Caminan hacia la casa de Cristina. Abrazado al mate los sigue por la vereda Sergio Cobaccio. Está con su esposa y su hijo, que se llama Enrique igual que su hermano desaparecido por la dictadura. Ella también llora. Sergio dice que es un día muy triste para todos los argentinos. Que la mitad de su familia fue secuestrada por la dictadura, que si no hubiese sido por las políticas de memoria, verdad y justicia que impulsaron los Kirchner “nunca hubiese visto un milico sentado en los tribunales, ni preso, y eso va más allá de todas las mejoras sociales. Vamos a luchar para que esto se revierta”. Dice y se seca las lágrimas.
La marea que avanza es un campo de fuerza donde coinciden temporalidades de unas vidas y unos cuerpos muy distintos en un yo plural. No es una proyección nostálgica, están clavados en el presente, donde al menos creen que se teje la Historia. Y por eso el día se hace noche. Y toca volver, volver a la calle porque ahora el bloque masivo crece en la puerta de su casa, crece hasta desbordar su calle, sus calles, el chino donde dicen que una vez la vieron hacer una compra.¿Será cierto? ¿Se quedó sin queso rallado? ¿Sin yogurt para el nieto? La masa es más masiva de noche en San Cristóbal. Los trinos oscuros ya sonaron. Ya se sabe que son cinco días hasta que se entregue y venga ese lugar donde quizás pase una noche, y luego la vida encerrada en este departamento o en un lugar con patio y con árboles, donde el trino de los pájaros sea otro. La masa crece hasta ocupar toda esa cuadra, y una más por lado y lado. Desde arriba un drone la muestra como una cruz de fieles. Ella, tan católica, y abajo de su departamento medio pelo en este barrio medio pelo, le montan una vigilia. Ella tan viva, tan exultante, que salta y baila al ritmo de todos los pibes, desde un balcón pequeño y humilde, en un edificio viejo y tranquilo. La noche cae sobre el barrio. Sobre todos nosotros cae la noche.