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LAS QUEREMOS #VivasYJugando

Deseamos un mundo, o muchos mundos, donde las infancias puedan ser pensadas en su pluralidad, en sus diferencias y singularidades. Reconocer a las infancias desde las múltiples vidas que construyen ese tiempo tan particular. Elogiarlas. Abrigarlas. Escucharlas. Albergar y expandir sus deseos.

Pensar y sentir las infancias en su fragilidad requiere de tiempo hondo disponible, de cuidados y ternura. El tiempo de la infancia es tiempo presente. Es un aquí y un ahora. Y es en este tiempo que hay niñeces que cuidar para que no pierdan su infancia. Cuidar este tiempo de vida, estas vidas, estos mundos posibles.

Hoy relanzamos la Campaña En un mundo justo las niñas no son madres, para seguir interpelando, aguijoneando, arriesgando otras promesas de destino. Esta campaña es un acto de politización de los cuidados porque cuidar lejos está de ser mera responsabilidad individual, es un derecho de todas, todes y todos.

En un mundo justo las niñas no son madres es también una apuesta de profunda responsabilidad social desde la certeza de estar a(r)mando mundo feminista.

Las queremos vivas de risa, vivas jugando. Las queremos niñas, no madres. Necesitamos extender y dar alojo a los tiempos de la infancia.

En un mundo justo, se cuida a las niñas de la tortura del abuso y las violaciones.Por eso mismo, en un mundo justo, las niñas no son madres.

En un mundo justo, los estados y sus gobiernos protegen y expanden buen vivir para las infancias. Promueven y garantizan que sus vidas estén libres de violencias. Las salvan de los malos tratos; del hambre, de la falta de vivienda,de la falta de agua, de la falta de necesidades básicas, de la falta de acceso a la educación y a la salud, del irrespeto a su identidad.

En un mundo justo los estados y sus gobiernos garantizan todos los derechos de la niñez, los escritos y los que están escribiendo con desenfado y provocación las niñeces en su cotidianeidad. ¡Las niñeces merecen vivir ese mundo justo!

Para acompañar la campaña podés:

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  • Web: socorristasenred.org
  • Instagram: @socenredarg
  • Facebook: Socorristas en red – feministas que abortamos)
  • Twitter: @socorristasarg
  • Sumarte al twitazo del viernes 14 de agosto, 11 hs.

En un mundo justo las niñas no son madres.
Las queremos: #VivasYJugando.

#QueSeaLey2020 / #EstamosCerca

Contactos de prensa:

Belén Grosso: +54-9-2994181233(Neuquén)
Marianela Dib: +54-9-3855981148 (Santiago del Estero) -Tamara Ramirez: +54-2984695482 (Villa Regina-Río Negro)

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    El burócrata de Arendt y Sturzenegger: la banalidad del daño como política de Estado

     

    Hannah Arendt describió al burócrata moderno como alguien capaz de producir un daño inmenso sin odio ni pasión, apenas cumpliendo órdenes. En la Argentina de las últimas décadas, Federico Sturzenegger encarna como pocos esa figura: el técnico que, gobierno tras gobierno, pone su saber al servicio de un mismo proyecto de poder.

    Por Tomás Palazzo para NLI

    Hay figuras que atraviesan la historia política sin necesidad de ganar elecciones ni dar discursos encendidos. No seducen multitudes ni bajan a la arena con consignas épicas. Su poder es otro: el del expediente, el decreto, la planilla de Excel. Hannah Arendt, al analizar el juicio a Adolf Eichmann, formuló una de las ideas más incómodas del siglo XX: la banalidad del mal. No hacía falta un monstruo para causar estragos; bastaba un burócrata eficiente, obediente y convencido de que solo “hacía su trabajo”.

    Federico Sturzenegger no es, claro, un criminal de guerra. El paralelismo no apunta a los hechos sino a la lógica. La del funcionario que se concibe a sí mismo como neutral, técnico, inevitable. El que no decide: ejecuta. El que no es responsable: administra. En nombre de esa supuesta asepsia, se despliegan políticas que arrasan con derechos, salarios, ahorros y soberanía, mientras el ejecutor se declara ajeno a las consecuencias.

    El burócrata sin odio

    Arendt observó que Eichmann no actuaba movido por un odio explícito ni por un fanatismo profundo. Su rasgo distintivo era la incapacidad de pensar críticamente lo que hacía. El mal se volvía banal porque se integraba a la rutina administrativa. Algo de eso aparece cada vez que Sturzenegger explica sus decisiones con un lenguaje deshumanizado, donde las personas se transforman en “distorsiones”, “ineficiencias” o simples “costos a corregir”.

    Durante el gobierno de Fernando de la Rúa, fue parte del equipo económico que sostuvo un esquema que terminó en una catástrofe social, institucional y económica. Más tarde, bajo Mauricio Macri, como presidente del Banco Central, su gestión quedó asociada a tasas de interés exorbitantes, bicicleta financiera y endeudamiento acelerado, un combo que benefició a los sectores concentrados y dejó una herencia explosiva.

    Hoy, con Milei, Sturzenegger reaparece como ideólogo del desguace estatal, celebrando despidos, recortes y privatizaciones como si fueran simples movimientos técnicos. El discurso se repite: no hay alternativa. La técnica reemplaza a la política y la obediencia a la reflexión ética.

    El servil perfecto del poder real

    Sturzenegger no responde a un partido ni a una identidad popular. Su lealtad es otra: el poder económico concentrado y la ortodoxia liberal que, desde hace décadas, busca achicar el Estado solo para los de abajo. Su principal talento consiste en adaptarse a distintos gobiernos siempre que la dirección sea la misma. Cambian los presidentes, cambia el clima político, pero el programa permanece intacto.

    Esa continuidad es clave para entender el paralelismo con Arendt. El burócrata no se pregunta por las consecuencias humanas de sus actos. No mira a los ojos a los despedidos, ni a los jubilados que pierden poder adquisitivo, ni a las universidades desfinanciadas, ni a los científicos expulsados. Cumple funciones. Firma papeles. Optimiza procesos.

    Noticias La Insuperable ha mostrado en distintas coberturas cómo este libreto se repite: el ajuste presentado como modernización, la pérdida de derechos narrada como valentía reformista, el sufrimiento social reducido a una variable secundaria.

    Pensar, la tarea que incomoda

    Para Arendt, el verdadero antídoto contra la banalidad del mal no era la moral abstracta sino el pensamiento. Pensar implica detenerse, dudar, hacerse cargo. Justamente lo que el burócrata evita. En ese sentido, Sturzenegger representa una forma extrema de irresponsabilidad política: la del que se escuda en la técnica para no responder por el daño que provoca.

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    El diputado Guillermo Michel alertó este sábado sobre un tajo de USD 3000 millones que la reforma laboral produciría en los recursos de Anses, a través de la creación del Fondo de Asistencia Laboral (FAL) que el gobierno busca crear para el pago de indemnizaciones por despidos. El recorte agudizaría la crisis del sistema previsional argentino, producto del crecimiento de la informalidad laboral y el peso de la relación desequilibrada entre la cantidad de jubilados con cobertura previsional y el total de la población económicamente activa que realiza aportes en el sistema solidario de reparto.

    La gentileza de los impulsores del proyecto con las empresas recorta un 3 por ciento sobre las contribuciones patronales y las obliga a colocar esa suma de dinero en agencias habilitadas por la CNV, dando lugar al surgimiento de minis AFJP.

    PLos empleadores con más de 100 empleados registrados pagan 20 por ciento de la masa salarial por aportes, mientras que las firmas con menos de 100 trabajadores tributan un 18 por ciento. Como la iniciativa parlamentaria de Javier Milei y Federico Sturzenegger propone una poda «plana» sobre todos los rubros, sin distinción por magnitud del empleador, el legislador entrerriano estimó que Ansés perdería USD 3000 millones.

    En efecto, entre los artículos 58, 59 y 60 se establece el modo en que se constituye el fondo, al tiempo que el artículo 76 deja en claro que el invento no supone un incremento en las contribuciones patronales. «Los empleadores tendrán una reducción de TRES (3) puntos porcentuales en la contribución patronal con destino al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) de conformidad con lo establecido en el artículo 19 de la Ley Nº 27.541 y sus modificatorias», dice la ley.

    ¿Quién paga la baja de impuesto a las ganancias de las grandes empresas? 

    Por eso, Michel plantea que «para financiar el FAL, se desfinancia el Sistema de la Seguridad Social».

    El diputado peronista consigna que, según datos de Seguridad Social, hasta agosto de este año había «437.587 empleadores -el 84% del total- que tienen registrados hasta 10 empleados». Ese conjunto totaliza 1.197.094 trabajadores formalizados, el 18% de los registrados.

    Además, «hay 9.516 empleadores (el 1,82% del total) que registran más de 100 empleados pero que concentran el 50% del empleo registrado, es decir 3.290.182 trabajadores», apunta Michel. «El 1,8 por ciento de las empresas concentra el 63 por ciento de los empleados», agrega.

    Para financiar el FAL, se desfinancia el Sistema de la Seguridad Social. Hay 9.516 empleadores (el 1,82% del total) que registran más de 100 empleados pero que concentran el 50% del empleo registrado, es decir 3.290.182 trabajadores.

    Esa discriminación habilita la inquietud acerca de qué sector se beneficia más con la ley que cuyo tratamiento el gobierno debió postergar por el fracaso legislativo del miércoles pasado en la Cámara de Diputados, con el presupuesto. «El sueldo promedio de los trabajadores que trabajan en empresas chicas, es decir de hasta 10 empleados, es de $ 1 millón. En cambio, en las empresas que emplean 100 o más empleados el sueldo promedio mensual es de $ 2,2 millones», señaló Michel en un documento de trabajo al que accedió LPO.

    Pero el sueldo promedio es más alto a medida que se escala en la pirámide empresarial por cantidad de empleados. En las empresas con más de 1500 empleados, y hasta 2500, el salario promedio es de $2,4 millones pero en las que acreditan entre 2500 y 5000 es de $2,5 millones y en las de más de 5000 es de $3,3 millones.

    Por eso, la información pública disponible en el registro de Seguridad Social indica que el 37% de la masa salarial lo aportan empresas con hasta 100 empleados y que el 63% restante, empresas con más de 100 empleados. «Estos empleadores son los que más aprovechan la reducción de 3 puntos porcentuales de las contribuciones para financiar sus futuras indemnizaciones», asegura el diputado.

    Empleadores son los que más aprovechan la reducción de 3 puntos porcentuales de las contribuciones para financiar sus futuras indemnizaciones.

    Si bien el proyecto de presupuesto 2026 prevé una recaudación de 55 billones de pesos por contribuciones patronales, la reforma laboral desfinanciaría al Sistema de la Seguridad Social en $4,8 billones. «Es el 0,46 por ciento del PBI y el equivalente a USD 3.000 millones considerando la evolución del dólar con el esquema de bandas actuales», dice Michel.

    Existe, por otra parte, una dificultad para mensurar el impacto: el gobierno asegura que la ley aplicará sobre los nuevos empleos que se generen pero en ninguno de sus artículos se aclara ese aspecto explícitamente. Ese detalle puso de manifiesto el senador Mariano Recalde ante el secretario de Trabajo, Julio Cordero, cuando asistió esta semana al Senado para defender el proyecto del oficialismo.

    Por último, Michel advierte sobre el golpe a las provincias, algo que gobernadores como Martín Llaryora ya detectaron. En base al coeficiente general de la ley de coparticipación, las provincias podrían terminar resignando 1,45 puntos porcentuales del PBI de recursos.

     

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