La revista científica Clinical Epidemiology and Global Health publicó el estudio “Incidencia y mortalidad por cáncer en localidades rurales argentinas rodeadas de tierras agrícolas tratadas con pesticidas”, que establece que en los pueblos fumigados de Argentina (tomando como casos testigo ocho localidades en la provincia de Santa Fe) la mortalidad por cáncer en la población de 15 a 44 años es al menos 2,5 veces mayor (un 250% más) que en el resto del país. En adultos mayores la mortalidad por cáncer es un 150% mayor que el promedio nacional.
El estudio plantea que el porcentaje de fallecimientos por cáncer cada 100.000 habitantes en las ocho localidades investigadas (rodeadas de campos transgénicos con aplicación de agroquímicos) es del 30%, contra el 19,8% del resto del país. Además que en el caso particular de las mujeres de esos pueblos, hay un 66% más posibilidades de contraer cáncer que en las mujeres del resto del país.
El relevamiento abarcó a 27.644 personas, aproximadamente el 68% de la población total de las ocho localidades santafesinas investigadas (lo cual muestra la amplitud del estudio y precisión de los resultados).
Esos pueblos son Acebal, Arteaga, Chabás, Luis Palacios, San Genaro, Sastre, Timbúes y Villa Eloísa, relevados entre 2010 y 2018, en el marco de los Campamentos Sanitarios realizados como Examen Final de la Carrera de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario.
La investigación aprobada y publicada por Clinical Epidemiology and Global Health fue realizada por los integrantes del Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario Damián Verzeñassi, Alejandro Vallini, Facundo Fernández, Lisandro Ferrazini, Marianela Lasagna, Anahí J. Sosa y Guillermo E. Hough.
En estas localidades una estimación de la superficie sembrada por maíz, soja y trigo mostró que el 80% (en un rango del 49 al 87 % según el caso) se encontraba cubierta por estos cultivos.
Otros puntos:
“Se estima que la utilización de Plaguicidas en Argentina es 7.1, 5.4 y 2.8 kg por hectárea para maíz, soja y trigo respectivamente, mientras que en Europa se utilizan 0,62 kg por hectárea y en USA 2,3 kg por hectárea”.
“Esto se ve favorecido por una legislación laxa, e incluso cuando existe legislación el control es generalmente débil, factores que favorecen el aumento de derivas hacia las localidades rurales”.
“Los plaguicidas agrícolas utilizados no son inocuos para la salud humana, en este sentido la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC) clasificó el Glifosato como «probablemente carcinógeno para los seres humanos (Grupo 2A)».
“Del mismo modo otros Plaguicidas Agrícolas también se han relacionado con el desarrollo cáncer. De este modo se ha encontrado evidencia de aumento de cáncer y/o genotoxicidad en trabajadores rurales o comunidades que viven cerca de campos rociados en diferentes países y entornos. Por ejemplo, en la región pampeana se encontró un aumento de la genotoxicidad en niños que viven cerca de campos rociados; y las tasas de incidencia de cáncer eran altas en una pequeña ciudad donde había pesticidas en depósitos, máquinas y campos”.
“La incidencia de los distintos tipos de Cáncer también fue mayor en estas localidades que en el resto del país. De esta manera, la incidencia de cáncer de mama, colon, pulmón, útero, laringe, riñón e hígado, entre algunos de los ejemplos, fueron mayores que en la población general, con la excepción del cáncer de próstata que fue mayor a nivel nacional”.
“En la población joven (15 a 44 años) la probabilidad de morir por Cáncer en estas localidades fue mayor que en población general del país. Se estima que la probabilidad de morir por Cáncer es 2,48 (hombres) y 2,77 (mujeres) veces mayor para la población jóvenes de estas localidades en comparación con la población joven del resto del país”.
“La mortalidad por Cáncer en la población joven de estas localidades es 2,5 veces mayor que la del resto del país, y en adultos mayores 1,5 veces más que en la población general”.
“Que se haya publicado el trabajo como reconocimiento a la seriedad y validez científica de la investigación es una satisfacción que se mezcla con la profunda tristeza de constatar que muchísima gente enferma y muere por esta circunstancia” dijo a lavaca el Dr. Damián Verzeñassi, uno de los autores del estudio. Agregó: “Es la primera vez que enviamos un trabajo de este tipo, y la publicación es una de las 50 más importantes en epidemiología a nivel global”.
Pese a la magnitud del problema, no parece haber un relevamiento por parte del Estado sobre los efectos de esta situación en la salud pública. “Los registros de defunciones en nuestro sistema –explica Verzeñassi– no han sido lo suficientemente capaces de advertir la grvedad de la situación. O alguien no está registrando bien, o no se investigan los registros. Son datos construidos durante años, y ninguna autoridad ha definido acciones concretas para revertir la situación, mientras se nombra a funcionarios de las corporaciones que fabrican e impulsan este tipo de aplicaciones en cargos relevantes del gobierno nacional”.
Este 2 de junio se festeja un nuevo Día Nacional del Bombero Voluntario, y desde la institución reginense se invitó a la comunidad a acompañarlos con distintas actividades. Este miércoles a las 15:00 hs realizarán una caravana por las calles de la ciudad, todavía no se conoce el recorrido pero la idea es recorrer las…
Cuando vinieron a llevarse los datos, guardé silencio porque me brindaban servicios. Cuando vinieron a pedir que no haya regulaciones para sus negocios, guardé silencio, porque ya sabían mucho de mí y de mis acciones. Cuando vinieron a manipular todo lo que puedo saber y querer, guardé silencio, porque ya no sabía qué era verdad y qué no. Cuando vinieron a gobernar todo, ya era tarde, porque no había gobierno a quien protestarle.
En esta versión libre del famoso poema escrito por el pastor luterano alemán Martin Niemöller en 1946 se puede cifrar algo de lo que Shoshana Zuboff, profesora emérita de la Escuela de Negocios y de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, quiere advertir en su último libro, ¿Capitalismo de la vigilancia o democracia? Una lucha a todo o nada en la era de la información, publicado por Unsam Edita.
Zuboff forma parte del campo de estudios críticos sobre plataformas e inteligencia artificial. El tema viene explotando editorialmente en Argentina con la salida reciente de libros centrales como The Stack de Benjamin Bratton (Interferencias), El ojo del amo de Matteo Pasquinelli (Fondo de Cultura Económica), Lo impensado de N. Katherine Hayles (Caja Negra), Metamorfosis de la inteligencia de Catherine Malabou (La Cebra), Los costos de la conexión de Nick Couldry y Ulises Mejias (Godot, 2023) Atlas de la Inteligencia Artificial de Kate Crawford (Fondo de Cultura Económica, 2022), Nanofundios de Agustín Berti (Cebra, 2022) y Tecnoceno de Flavia Costa (Taurus, 2021). Y más lejos en el tiempo, Capitalismo de plataformas de Nick Srnicek (Caja Negra, 2018), Los dueños de Internet de Natalia Zuazo (Debate, 2018) y el propio La era del capitalismo de la vigilancia de Zuboff (en 2019).
¿Capitalismo de la vigilancia o democracia?, el último libro de Shoshana Zuboff, es una actualización del esquema analítico compartido con el resto de las publicaciones. Este esquema plantea una tripartición entre datos, algoritmos y plataformas como “matriz social” de la inteligencia artificial y de los ecosistemas digitales que habitamos. En el caso de Zuboff, por un lado, se inscribe dentro de una caracterización de las plataformas en términos de nueva forma de capitalismo (como Srnicek con su “capitalismo de plataformas”); y, por el otro, se trata de un capitalismo sincronizado con una forma política antidemocrática. El capitalismo de la vigilancia, plantea Zuboff, nació exactamente con el siglo XXI y se puede rastrear en hechos clave. Con ellos, se desgrana su ambiciosa perspectiva de lo que llama el “campo unificado” de las cuatro etapas del orden institucional del capitalismo de la vigilancia, que conforma un “poder instrumentario”, “que conoce el comportamiento humano y le da forma, orientándolo hacia los fines de otros”. Este poder es tan peligroso como lo fue el “poder totalitario” apuntado por Niemöller.
Primer acto: datos y algoritmos
Google empezó a hacerse conocido cuando en 1999 superó como “motor de búsqueda de Internet” a Altavista y Yahoo. Copó el mercado gracias al famoso algoritmo PageRank, que “personalizaba” la navegación por la web. Al crear un historial de búsquedas, brindaba un servicio y a la vez generaba una gran cantidad de datos sobre los usuarios que explotaría, al año siguiente, con Google AdWords, un servicio para ofrecer publicidad orientada a esos perfiles que acababa de crear. Cuatro años después aparecería el Gmail, una casilla de correos que permitía un giga de almacenamiento –una enormidad para la época–, conectada a AdWords y a lo que estaba viniendo: el sistema Android, con el cual la empresa se transformaría en una gigantesca base de datos y en controladora principal del tráfico en internet en todos los dispositivos digitales. Así logró Google sobrevivir a la pinchadura de la burbuja de las puntocom en marzo de 2000.
Ese mismo año el grupo de rock Metallica enfrentó legalmente a Napster, un servicio de distribución gratuita de música P2P (peer-to-peer), por violación de los derechos de autor. Napster también brindaba un servicio, pero la música transformada en datos compartidos tenía un dueño. Como con Google AdWords, la visión comercial no tardó en ver el negocio de la libertad y de los “servicios orientados al usuario” en tiempos donde internet todavía era defendida como una red distribuida y lo libertario no revolvía el estómago. Apple lanzó i-Tunes y el i-Pod, y comenzaron los servicios de suscripción por una módica suma que estaba a buena distancia entre la gratuidad pirata y la usura de las discográficas. Luego vendrían Spotify y otras plataformas que hoy rigen el tráfico de los contenidos culturales.
Un año después, el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York y contra el Pentágono en Washington condujeron a la rápida aprobación de la Patriot Act en Estados Unidos, una ley que significó carta libre para la vigilancia masiva y para cualquier operación de inteligencia non sancta por parte del Pentágono, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, sus siglas en inglés), que en particular estaba habilitada para interceptar cualquier comunicación telefónica o en la web. Esta ley fue reemplazada por la Freedom Act en 2015, luego de que las revelaciones de Edward Snowden, empleado de la CIA y la NSA, sobre el programa de espionaje internacional PRISM, mostraran no sólo el nivel de vigilancia coordinado de varios estados y gobiernos, sino también sus colaboraciones siempre negadas con Google y sobre todo Facebook.
Hay que unir estos puntos, dice Shoshana Zuboff. No tiene sentido reflexionar por un lado sobre la violación de la privacidad y la política sobre datos; por el otro, sobre cómo se construyen los programas, y más allá sobre cómo se organizan las relaciones entre el Estado y las empresas o entre los estados en el nivel geopolítico. Hay que pensar en todo eso junto: un “campo unificado”. Y para ello propone un ciclo conceptual que empieza con una operación económica, sigue con un vector de gobernanza y termina en un vector de daños sociales. La operación económica es, en este caso, la “mercantilización del comportamiento humano”, que exige, desde la gobernanza, anexarse “derechos epistémicos”: qué saben las empresas y los estados sobre nosotras y nosotros y qué podemos saber a nuestra vez. Esto, desde los daños sociales, produce la destrucción de la privacidad (que es un requerimiento del sistema, no un exceso ni una anomalía a ser regulada) y un caos epistémico sintetizado en la interesante figura de la ceguera por diseño. A partir de una reinterpretación de la teoría de la información de Claude Shannon, Zuboff sostiene que la indiferencia de los funcionamientos algorítmicos respecto de las significaciones que comienzan a circular es otro de los requerimientos del capitalismo de la vigilancia, contra el cual la “moderación de contenidos” es una falsa política relativa a una falsa anomalía. Lo que cuenta es la continuación del ciclo PEPG: participación, extracción, predicción, ganancia (PEPG).
En su crecimiento, este ciclo lleva a una segunda etapa, la de la “concentración del conocimiento computacional” como operación económica, donde la desigualdad epistémica se convierte en autoridad epistémica. Una vez consolidada la extracción de datos (“un colonialismo de datos”, según Couldry y Mejias), la gobernanza del capitalismo de la vigilancia se ejerce a través de decidir, privadamente, qué datos van a constituir información, y qué de ellos pasa a ser conocimiento (como la “extracción de conocimiento” de la que habla Pasquinelli). Son las corporaciones de la vigilancia las que, en este proceso, impulsan la IA con la condición de que no le pongan ni regulaciones ni contrapesos. Los daños sociales son la desigualdad epistémica (“la diferencia entre lo que yo puedo saber y lo que puede saberse de mí”), la reducción de los costos laborales, la descalificación de quienes trabajan en la IA –similar a la de los obreros en la Revolución Industrial– y la división internacional del aprendizaje: “un nuevo tipo de servidumbre a la IA emplea en todo el Sur Global a trabajadores por encargo que ganan salarios miserables ‘entrenando’ algoritmos de IA y ‘moderando’ contenido”.
Segundo acto: plataformas
Ocurrió en 2016, se dio a conocer en 2020. Zuboff lo cuenta en detalle para explicar la tercera etapa fundacional del capitalismo de la vigilancia: la activación de comportamientos a distancia. La campaña presidencial de Donald Trump para su primera presidencia empleó perfiles y matrices de datos comerciales de Facebook, asociada con la famosa consultora política Cambridge Analytica, para hacer microtargeting y manipular la información ofrecida en esa red para disuadir a los votantes afroamericanos de ir a votar en los estados sensibles donde se jugaba la suerte de la elección. Se sabe que no fue el único caso, y que los servicios de “microfocalización conductual” fueron usados en muchas ocasiones, entre ellas la campaña por el Brexit en Reino Unido y la elección presidencial de Mauricio Macri en la Argentina en 2015.
En esta etapa, todo el conocimiento “ilegítimo” se traduce en poder “ilegítimo”, y a nivel de la gobernanza la “ceguera por diseño” algorítmica produce intrínsecamente tanto contenido corrupto (fake news) como polarización social. Es, dice Zuboff, un “experimento de escala mega masiva” donde la vieja guerra contra el terrorismo se transforma en una “guerra de información apuntada contra los ciudadanos”. Así como el algoritmo estrella de la primera etapa era el PageRank de Google, ahora lo es el NewsFeed de Facebook, que controla los contenidos ofrecidos en esa red, y que vuelve provocativos los mohines de mea culpa de Mark Zuckerberg ante el Congreso estadounidense o los pagos regulares de multas de Google ante la Unión Europea. En la zona de los daños sociales, Zuboff anota la “construcción artificial de la realidad”.
Tercer acto: plataformas al gobierno
Mayo de 2020. La cuarentena mundial por la pandemia del Covid-19 estaba en uno de sus puntos más altos. El entonces gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, delegó en Eric Schmidt, ex CEO de Google, empresario millonario y lobista principal de las corporaciones hi tech, la dirección de una comisión para imaginar un escenario pospandémico donde todos los aspectos de la vida social (salud, educación, trabajo) se basen en las interacciones digitales. Nada que no estuviera ya ocurriendo, pero había que prepararse para el día después. Cuomo ya había llegado a un acuerdo con la Fundación Bill y Melinda Gates. Sentadas sobre los datos y los algoritmos, las plataformas garantizaban la continuación “de la sociedad” a través de los dispositivos digitales, como planteó Naomi Klein con la feliz expresión “Screen New Deal”.
Zuboff analiza en el libro una postal menos idílica de este dominio sistémico de las plataformas. Apple y Google se enfrentaron abiertamente a los protocolos de la Unión Europea relativos a los rastreos de proximidad para evitar los contagios de Covid-19 respetando la privacidad. A través de una defensa de los derechos de los individuos y de la sempiterna desconfianza en los estados, que revela la fuerza de la “preparación ideológica” neoliberal que fue zócalo de la primera etapa del capitalismo de la vigilancia, las corporaciones lograron imponerse como “defensoras de la libertad”.
Y se ve que no ganamos para sustos, porque en abril de 2023, unos meses después del lanzamiento al público del chat GPT-3 en noviembre de 2022, una carta abierta firmada por directores de departamentos de investigación en IA, CEOs, científicos y autores de best sellers (entre ellos Elon Musk y el cofundador de Apple, Steve Wozniak), alertaba sobre los peligros del avance de las IA y pedía una pausa en las investigaciones sobre la materia, en una mirada apocalíptica similar a la que supieron provocar en su momento la energía nuclear o la biotecnología. El hecho vale mucho más por lo que señala que por lo que pretende hacer al respecto (no hubo ninguna pausa, desde ya): el furor de la IA bajo la forma de los modelos de lenguaje grandes (LLM), que aceleró la dinámica del esquema DAP a niveles sorprendentes.
Uniendo los puntos como quiere Zuboff, ahora ya se trata de la gobernanza de la gobernanza, esto es, de la asunción por parte de las plataformas digitales de un control casi absoluto, y sin regulaciones, sobre las infraestructuras informacionales que permite ir contra los gobiernos y los estados que pretenden desafiarlas. Una de las claves es el par centralización-descentralización: la gestión de la vida cotidiana y las interacciones sociales se descentralizan en diversos softwares y dispositivos, mientras sus “excedentes informacionales” se centralizan en la gestión de las plataformas. El viejo carácter distribuido de internet termina siendo concentrado por un oligopolio de corporaciones. En la zona del daño social, escribe Zuboff, “la conexión al ‘sistema’ produce el aislamiento que nutre al poder absoluto. El aislamiento se confunde con privacidad. La sociedad, o lo que queda de ella, es tolerable solamente en la medida en que lo social le es drenado”. Ya no hay un Big Brother vigilando desde arriba, sino un Big Other capilarizado a nuestro lado. La otra cara de esta moneda son las soberanías en disputa, como dicen Bratton y Crawford: el control de los territorios vs. el control de la nube y de los fierros (cables, satélites, granjas de servidores) que la vuelven muy poco gaseosa.
Cómo se llama la obra: ¿CEOs al poder?
Hoy, Elon Musk decidió algo más que firmar cartas de alarma y asumir su lugar político, con costos y beneficios para sus negocios que aún se desconocen. No es el único: varios magnates hi-tech, desde Peter Thiel hasta Marcos Galperín, se posicionan en el panorama de las derechas globales como figuras políticas. Sus puestos de gobierno están más vinculados al control de la información que a su presencia en elecciones, y por ello mismo Zuboff marca la contraposición entre el capitalismo de la vigilancia y la democracia liberal, y también la afinidad entre el nuevo poder “instrumentario” y el viejo poder totalitario. Hoy, los CEOs exitosos están lejos del retrato de Silicon Valley de los nerds vagamente anarquistas que “la pegaron” gracias a sus talentos de programación. Detrás de la palabra “libertad” se construyen relatos francamente antidemocráticos, siguiendo las enseñanzas de Milton Friedman.
En algún sentido esto confirma el análisis “paranoico” de Zuboff. Desde su visión, las instituciones políticas basadas en los valores de la democracia, definidos desde un enfoque estadounidense, están en una situación parecida a las de hace un siglo con el ascenso del fascismo y el nazismo. La mano en alto de Musk, emblema de la innovación tecnológica actual, hace juego con la adhesión al nazismo de Henry Ford, símbolo empresarial de la sociedad industrial. En este panorama, según ella, ni las regulaciones, ni las resistencias, ni las alternativas de diseño tecnológico pueden atacar el problema de raíz. Aun cuando se puedan desplegar estas posibilidades, se trata de abolir la primera operación económica que desató todo, esto es, la mercantilización del comportamiento humano y empezar de nuevo.
Quizás, desde estas latitudes, suene a cuento de hadas la contraposición entre un capitalismo “fascistoide” y una democracia garantizada por instituciones liberales; mucho más si se considera que Estados Unidos no ha sido un promotor de esas instituciones fuera de su territorio. Quizá la propuesta de un “capitalismo de la vigilancia” necesite una confrontación con otros capitalismos (cognitivo, informacional, de plataformas, etc.) para entender sencillamente qué es el capitalismo hoy. Quizás la “ceguera por diseño”, que supone que es el entramado tecnológico el que conduce a posiciones políticas radicalizadas, pueda ser repensada a la luz de una “ceguera por política”, donde los algoritmos solo amplifican la rabia generada previamente por un capitalismo salvaje; una amplificación que también es desvío porque, ultraderecha mediante, esa rabia no va dirigida hacia quienes generaron la miseria global. Y quizás haya que repensar, también, el lugar pasivo en el que quedan los usuarios (los individuos, los sujetos) y sus “conductas”.
Pero no hay dudas de que este libro de Zuboff es fundamental para saber dónde estamos parados, o hacia dónde estamos volando: de la tierra a la nube, y de la nube, como decía Margaret Thatcher respecto de la economía, al alma.
El municipio de Villa Regina, la Cooperativa La Reginense y Fundesur sellaron un acuerdo conjunto para la construcción del Museo de la Sidra y el Vino. Se ubicará dentro del edificio de la histórica empresa de la ciudad. Estarán involucrados en el proyecto, el gobierno nacional y el provincial. Dicho museo constituirá un nuevo atractivo…
La Secretaría de Obras y Servicios de la Municipalidad de Villa Regina finalizó esta semana con las tareas de reparación de la chimenea e instalación del nuevo mechero en la planta de bombeo de cloacas ubicada en barrio Belgrano. De esta manera, y después de muchos años, estos equipos se encuentran nuevamente en funcionamiento y…
A sólo diez cuadras de la presentación del presidente Javier Milei en Córdoba, Natalia de la Sota armó su acto de cierre de campaña. Todo en medio de un encuentro con un profundo folklore peronista que incluyó, además de banderas y bombos, a la militancia cantando la marcha y fervorosa cuando la candidata de Defendamos Córdoba lanzó un mensaje directo a la interna del PJ: «empieza algo nuevo para el peronismo cordobés».
En Córdoba, por fuera de la cerrada disputa entre la lista libertaria que lidera Gonzalo Roca y la del cordobesismo que tiene al tope de la boleta al exgobernador Juan Schiaretti, todos miran cómo se resuelve esta especie de interna del peronismo entre los dos apellidos fundadores del modelo: De la Sota y Schiaretti. Dentro, además, del inédito hecho de que por primera vez desde que el PJ gobierna Córdoba vayan en listas separadas.
Por eso, sin nombrar a Schiaretti ni al gobernador Martín Llaryora, la hija del exgobernador recordó desafiante: «había muchos que decían ‘no se va a animar’, ‘no se va a lanzar’… y acá estamos» y agregó la teoría que lanzan desde el cordobesismo cuando sostienen que no va a sacar más de dos puntos. «Van a ser mucho más que dos puntos», dijo.
Cierto es que el factor De la Sota se convirtió en el último tiempo en una de las preocupaciones de la lista que lidera Schiaretti porque el armado de la hija de su exsocio político al único que le saca votos es a la canasta de él. Y a la lista que lidera el kirchnerista Pablo Carro también, pero con consecuencias muy distintas.
A raíz de esto en el cordobesismo encendieron todas las alertas en los últimos días, y desde los principales despachos del gobierno provincial pidieron que se monitoree hasta quiénes le dan ‘me gusta’ a las publicaciones de De la Sota. Como así también se lo ve al propio Llaryora aún más involucrado en la campaña de Schiaretti.
Juntos compartieron actos en San Francisco, Villa María, Río Cuarto y se preparan para el cierre mañana en la capital cordobesa. El objetivo es claro: pegar la candidatura de Natalia de la Sota con el kirchnerismo y el massismo.
De la misma manera que, en el esquema de la diputada apuntan contra los cordobesistas por la manera en la que respaldaron en el Congreso las políticas del gobierno de Milei. Anoche, uno de los candidatos de la lista delasotista dijo que «si hoy faltan recursos para los jubilados y las universidades la responsabilidad es de Schiaretti y de Milei».
La disputa es expuesta. Hace unos días, hasta Olga Riutort, una de las históricas dirigentes del PJ y expareja de De la Sota dijo en el streaming #MesaChica que «Natalia está ahí por un capricho de Massa» y que la candidatura de la diputada «es funcional a Milei». «Massa se quedó furioso con Schiaretti por lo del 2023 y por eso ella es candidata», dijo Riutort.
De esta manera, el movimiento de placas tectónicas en el cordobesismo ya comenzó y el resultado del domingo dejará consecuencias. Si Schiaretti gana en su bastión, quedará parado de manera muy sólida al frente de Provincias Unidas y ratificará ante el resto de los socios su rol de presidenciable; si no lo hace, y la razón de ello es Natalia de la Sota, el PJ nacional encontrará motivos para rodear la manzana del cordobesismo en busca de una renovación.
La designación de Alejandro Lew como secretario de Finanzas de Toto Caputo, confirmó las sospechas del massismo de una jugada de alto vuelo que le detonó la campaña presidencial al ex ministro.
En octubre del 2023, en el tramo final de la campaña presidencial, Massa enfrentó una crisis de abastecimiento de combustibles que se extendió por varios días y que según el equipo político del entonces ministro de Economía, le costó cinco puntos. Los que hubiera necesitado para imponerse en primera vuelta.
En ese momento, en el massismo acusaron a Lew de ser el desencadenante de la crisis, por supuestamente demorar la importación de diez barcos de combustibles para atajar una demanda que ya se preveía iba a tener faltantes. Lew en ese momento era el encargado de manejar las finanzas de YPF.
Lew viene del mundo financiero. Pasó por JP Morgan y Deutsche Bank, el mismo semillero de donde salieron varios funcionarios del actual gabinete. También trabajó en el Banco Central durante el macrismo. Fue gerente financiero de importantes empresas del sector energético, como Genneia y 360 Energy. En 2020 fue elegido por el gobierno peronista de Alberto Fernández para comandar las finanzas de YPF.
Lew, como CFO de YPF, estaba a cargo de las compras externas y del manejo de divisas. El massismo lo acusó de demorar la compra de combustible y hizo responsable de la crisis. En el entorno de Lew sostienen que el problema fue que el Banco Central, por orden de Economía no habilitaba los dólares para la operación.
En octubre de 2023 faltan nafta y gasoil en todo el país. Estaciones cerradas, colas de horas y enojo generalizado. Sergio Massa acusa a las petroleras de especular, amenaza con bloquear exportaciones y autoriza la importación de diez barcos para normalizar el abastecimiento.
Lew, como CFO de YPF, estaba a cargo de las compras externas y del manejo de divisas. El massismo lo acusó de demorar la compra de combustible y hizo responsable de la crisis. En el entorno de Lew sostienen que el problema fue que el Banco Central, por orden de Economía no habilitaba los dólares para la operación.
Seegio Massa con el entonces presdiente de YPF, Pablo González en el Palacio de Hacienda.
Es probable que las dos partes tengan parte de verdad: Massa en ese momento presionaba a YPF para que use los dólares que tenía depositados en Nueva York para pagar las operaciones y la petrolera se negaba a liquidar ese patrimonio.
«El timing para esa pelea fue fatal», reconoce un exdirectivo de la petrolera. «La demanda se disparó y los barcos no estaban», agregó.
La crisis se resolvió en 48 horas, pero dejó una imagen política devastadora, que Milei supo aprovechar sacándose fotos en las colas de una estación de servicio del conurbano norte, donde fue a hablar con la gente indignada.
Lew fue desplazado de su cargo antes del fin del mandato de Alberto Fernández y cuando asumió el gobierno de Milei fue premiado. Lo nombraron director del Banco Central y ahora secretario de Finanzas, el cargo más importante después del ministro. En el entorno de Toto Caputo lo describen como «un técnico serio, sin ideología».
Difunde esta nota
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.