¿Esto sigue siendo neoliberalismo?

¿Esto sigue siendo neoliberalismo?

 

El segundo mandato de Trump marca el fin de una era, pero no el fin del dominio incontrolado del capital sobre nuestra sociedad. Entrevista a Vivek Chibber| Traducción: Florencia Oroz (JacobinLat).


Los últimos cincuenta años han sido una era de dominio indiscutible del mercado en todos los ámbitos de la vida. Pero la agitación global provocada por la guerra comercial de Donald Trump ha suscitado no pocos interrogantes acerca de si estamos asistiendo al desmoronamiento del orden neoliberal.

Melissa Naschek conversó con el editor de Catalyst, Vivek Chibber, para hablar acerca de las consecuencias de la política de aranceles de Trump, el auge del populismo de derecha en el mundo y sobre si la era neoliberal ha llegado realmente a su fin.

 

MN

Vivek, ya llevamos bastante tiempo con la presidencia de Trump, así que tenemos una idea bastante clara de cuál es su agenda. ¿Alguna vez imaginaste que sería así?

VC

No creía que fuera a cambiar tanto con respecto a su primera presidencia, a su primera administración. Así que más o menos sabía qué tipo de políticas iba a seguir. Pero el caos, la agresividad y la especie de manía que lo caracterizan… No creo que nadie esperara que llegara a este nivel. Así que es una combinación: sí, está haciendo lo que esperábamos, pero lo está haciendo de una forma mucho más agresiva y decidida, hasta el punto de que ha sacudido el conjunto de la economía política y la cultura.

 

MN

Si nos fijamos en los seguidores de Trump, hay una parte de su base que no podría estar más contenta, probablemente porque no esperaban que llegara tan lejos. Y luego lo hizo. Después hay otra parte que apostó todo el tiempo a que su presidencia iba a ser básicamente una copia de su primer mandato. Y ahora están enfadados con él por estar haciendo todo esto.

VC

Dentro de su base hay un llamamiento a cambiar el sistema, a derribar cosas, a destrozar las instituciones. Y esta vez ha venido preparado para hacerlo. Y si eso es lo que querías ver, sí, tienes que estar contento si eres partidario de Trump.

 

MN

Creo que eso es cierto, si realmente creías en sus palabras. Pero creo que mucha gente no lo creía, y lo interesante esta vez no es solo la intensidad de su agenda y sus políticas, sino también hasta dónde está llegando, lo que ha hecho que algunas personas empiecen a preguntarse si esto es algún tipo de punto de inflexión no solo en la historia política estadounidense, sino en todo el sistema económico mundial o más concretamente, si la nueva agenda de Trump significa el fin del neoliberalismo.

VC

Yo diría que hay un punto de inflexión en muchos sentidos. Mucha gente lo cree ahora. Da la sensación de que no hay vuelta atrás al capitalismo de la era Bush-Obama, que ha habido un cambio en la cultura política, pero también en el tipo de paquetes de medidas que podemos esperar ver ahora. Así que creo que ha habido un cambio en la cuestión del neoliberalismo. Es un poco más confuso, así que intentemos profundizar un poco en ello.

 

MN

Teniendo esto en cuenta, ¿crees que Trump es realmente el fin del neoliberalismo?

VC

No sé si Trump es el fin del neoliberalismo. Sí creo que estamos en una fase del capitalismo, o supongo que la gente lo llama ahora capitalismo tardío. No estoy muy seguro de lo que significa.

 

MN

En algún momento se nos acabarán las etapas tardías.

VC

En los años 80 existía el término «capitalismo tardío»; Ernest Mandel escribió un libro en los años 70 titulado Capitalismo tardío. De alguna manera se transformó en «fase tardía», y eso hace que parezca que está a punto de morir o algo así, que se encuentra en sus últimas etapas y que solo estamos viendo cómo se va encogiendo poco a poco hasta convertirse en una pequeña bolita.

 

MN

Es el capitalismo metastásico.

VC

Nos encontramos en una especie de punto de inflexión en nuestra economía política. Y el neoliberalismo, como palabra, se utiliza para describir todas estas dimensiones de la economía política: la dimensión global, la dimensión nacional. Sus componentes políticos, sus políticas económicas, las relaciones laborales, todas estas cosas entran en la categoría del neoliberalismo, y empieza a convertirse en algo tan amplio que no tiene mucho peso analítico.

Creo que ahora estamos viendo algunos cambios importantes en él. Así que, en el fondo, lo que la gente entiende por «neoliberalismo» es simplemente un alejamiento del tipo de régimen regulador distributivo de los años 50, 60 y 70, que también tenía un lugar para el trabajo.

 

MN

También conocida como la economía de posguerra y la llamada «edad de oro del capital».

VC

Sí, la edad de oro del capital. En términos generales, el capitalismo social y democrático se aleja de eso hacia un régimen económico más desregulado y basado en el mercado. Se llama neoliberalismo porque es una nueva forma de liberalismo.

Entonces, ¿qué es el neoliberalismo? Lo que se entiende por eso no es el liberalismo político, el liberalismo de los derechos y de la fuerte inclusión política. Lo que quieren decir es una economía desregulada, como la que había en el siglo XIX. Así que el neoliberalismo significa una nueva versión del capitalismo del siglo XIX, que dio lugar a todos esos gigantescos movimientos sociales que nos dieron el Estado de bienestar. Por lo tanto, se supone que el neoliberalismo significa, en términos generales, un giro hacia formas mercantilizadas de intercambio y distribución sin la intervención del Estado en las transacciones del mercado ni en la distribución de los ingresos.

Si eso es lo que entendemos por neoliberalismo, y nos preguntamos: «¿Es este el fin?», la respuesta es no. Pero lo interesante es por qué la respuesta es no. Hay un aspecto en el que algo ha llegado a su fin, y eso es lo que la gente señala cuando se pregunta: si el neoliberalismo podría estar llegando a su fin. El primero es el apoyo social a todas estas políticas; el segundo es la dimensión global de esas políticas.

 

MN

¿A qué te refieres con el apoyo social al neoliberalismo?

VC

Perry Anderson escribió este artículo en 2000, cuando se relanzó la revista New Left Review. La relanzó porque pensaba que estamos en lo que podría ser una era muy, muy larga de dominio del capital, tal vez llamada neoliberalismo. La idea era que esto requeriría una agenda intelectual completamente nueva para darle sentido.

Y en ese momento, en ese artículo, Anderson hizo la observación de que la ideología del neoliberalismo —la ideología que celebra los mercados, el individualismo y un Estado muy minimalista— es muy hegemónica. La comparó con el poder de la Iglesia cristiana en la Edad Moderna y la Edad Media. Anderson pensaba que la ideología neoliberal era extremadamente poderosa. Lo que eso sugería en ese momento era que el neoliberalismo había tenido éxito como programa político, en parte porque había conseguido el apoyo de la población a través de esta ideología.

Así que cuando hablamos de los apoyos sociales del neoliberalismo, lo que se transmite es la sensación de que no solo existía un consenso dentro de las clases dominantes y la clase política en favor de una economía política mercantilizada, sino que también se había ganado el consentimiento de las masas a través de diversos medios.

Y ahora ese apoyo se ha derrumbado. ¿Cómo se ha derrumbado? Bueno, a partir de la época de Occupy Wall Street quedó claro que las enormes desigualdades que se habían acumulado en la década de 1980 y 1990 y principios de la de 2000 se habían vuelto tan marcadas que se produjo un rechazo cultural generalizado y una sensación generalizada de que las personas no solo debían tener derechos políticos, sino también económicos.

Esto va en contra del espíritu neoliberal, que dice: «Tus únicos derechos son los derechos políticos en la economía». Obtienes lo que te da el mercado. Esa es la ideología del neoliberalismo. Ahora bien, mi opinión es que nunca ha habido un gran apoyo social al neoliberalismo. Creo que la gente siempre lo ha odiado. Creo que la gente odiaba tener que luchar por un trabajo, tener que luchar constantemente por su salario. Creo que odiaban la inseguridad que conllevaba, el retroceso del Estado de bienestar.

Así que lo que cambió a partir de 2010 no fue que el apoyo al neoliberalismo se desmoronara. Fue que la ira contra el neoliberalismo finalmente se unió. Y, en mi opinión, los izquierdistas y los teóricos críticos de los años noventa y principios de los dos mil, que intentaban aplicar la teoría gramsciana sobre cómo se genera el consentimiento en el capitalismo y cómo el neoliberalismo y el thatcherismo generaron el consentimiento, estaban completamente equivocados.

 

MN

Una pregunta que tengo al respecto es que no es que no haya habido resistencia política hasta ahora. A lo largo de esta época ha habido intentos constantes, especialmente por parte de los republicanos, de amenazar con recortar estas prestaciones, en particular la seguridad social. Y cada vez que eso ocurre, por ejemplo, siempre hay una gran presión por parte de grupos sin ánimo de lucro y grupos de estadounidenses de edad avanzada para que acudan a los ayuntamientos a decirles a los republicanos: «No se atrevan a tocar mis prestaciones», y luego votar en contra de ellos en las elecciones de mitad de mandato como una especie de castigo.

¿En qué se diferencia este tipo de tensión política de las batallas anteriores para, por ejemplo, proteger el Estado de bienestar de los recortes, algo que habría estado en línea con el neoliberalismo?

VC

No ha habido grandes movilizaciones sociales desde la década de 1980, ni en apoyo de la seguridad social ni de ninguna otra causa. La resistencia a su desmantelamiento ha sido casi exclusivamente electoral y de presión. El fracaso de los republicanos y los demócratas a la hora de reducir el Estado de bienestar estadounidense no se debe a que el electorado o los trabajadores se hayan unido y hayan lanzado campañas masivas para frenar su agenda. Se debe a que cada vez que lo han intentado, han perdido las elecciones. Perdieron en las elecciones de mitad de mandato, y eso es lo que estamos viendo ahora mismo en la lucha por Medicaid en la agenda fiscal de Trump.

Ahora bien, ese es un tipo diferente de resistencia. Es una resistencia a desmantelar ciertas políticas. Existe un tipo diferente de resistencia al capitalismo que tiene una agenda positiva, que no consiste solo en poner palos en las ruedas de los liberalizadores, sino en conseguir nuevos derechos dentro del capitalismo que antes no existían. Eso es lo que hizo el New Deal. En mi opinión, es inexacto decir que el apoyo al neoliberalismo se ha derrumbado. Es más exacto decir que la tolerancia hacia el neoliberalismo se ha derrumbado.

Nunca ha habido una opinión mayoritaria entre los trabajadores y la gente corriente de que el thatcherismo y el reaganismo sean cosas buenas. En el mejor de los casos, había una aceptación a regañadientes, pero en su mayor parte había una sensación de resignación.

 

MN

Creo que eso encaja bien con tus comentarios sobre la distinción entre movimientos sociales y comportamiento electoral, debido al ejemplo tan citado de «en realidad, fue una decisión popular que se tomó para tener algo parecido al neoliberalismo». No sé si la gente vota exactamente por eso, pero el voto de la clase trabajadora a Reagan es un ejemplo muy citado de «bueno, esto es lo que quería la gente». Lo aceptaron activamente.

VC

No, no hubo aceptación del programa económico de Reagan. No hubo aceptación de lo que se conoció como reaganismo. Hubo una revuelta contra los demócratas. Hubo una revuelta contra el shock de Volcker, las subidas masivas de los tipos de interés, el desempleo que generó, pero nunca hubo la sensación de que lo que queríamos era un retroceso de nuestros derechos económicos y del Estado de bienestar. Ese es un argumento de ciertos intelectuales liberales de la derecha, pero es profundamente erróneo.

Creo que la forma correcta de describir lo que ha cambiado es que el público ya no está dispuesto a tolerar lo que se le ha vendido durante treinta años, que es el neoliberalismo. Hay una ira dentro de la cultura y una demanda de algún tipo de cambio, diferente de lo que vimos en los años noventa y dos mil.

Así que, aunque es un error describirlo como un colapso del apoyo al neoliberalismo, esa descripción sí que da en el clavo en algo, y es que las élites políticas no pueden dar por sentado que pueden salirse con la suya con las políticas sociales mercantilizadas que han aplicado durante los últimos treinta años. Ahora lo saben.

Es un cambio importante. Porque hay una agitación dentro de la cultura política en la que se entiende que las élites políticas van a tener que cambiar, de forma drástica, la forma en que han estado haciendo las cosas.

¿Significa eso que van a alejarse del reaganismo, del thatcherismo, de lo que conocemos como neoliberalismo? La respuesta es, en gran medida, no. Hay un componente que están cambiando: lo que llamamos «globalización». Sin embargo, yo diría que el fin de la globalización, si queremos llamarlo así, no es el fin del neoliberalismo. Es simplemente un cambio dentro de una dimensión del neoliberalismo.

El neoliberalismo tenía dos dimensiones. Estaba el frente interno y estaba el frente internacional. El frente internacional se ocupaba de cuestiones como los tipos de cambio, cosas por el estilo. Sin duda, está experimentando un cambio importante. Pero en cuanto a cómo los Estados y la clase capitalista se ocupan de la economía nacional —cómo acumulan capital, cómo obtienen sus beneficios, cómo tratan a los trabajadores y al Estado de bienestar—, no hay ningún indicio de que eso vaya a cambiar.

 

MN

¿Podría hablar un poco más sobre su segundo punto, la base del neoliberalismo, concretamente la base política del neoliberalismo?

VC

Una vez que entendemos que el neoliberalismo no surgió porque las masas lo exigieran, la pregunta es: ¿cómo surgió? Bueno, surgió porque en Estados Unidos, y podemos limitarnos a Estados Unidos, se produjo un cambio en la forma en que la clase política y económica estadounidense entendía cómo reactivar el crecimiento y los beneficios.

Desde finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta, la economía estadounidense estuvo bastante estancada. A finales de los setenta, el consenso, especialmente en la comunidad empresarial, era que la forma de reactivar el crecimiento era, en primer lugar, reactivar la rentabilidad. Los beneficios de las empresas.

Las ganancias corporativas se estaban viendo afectadas, decían, por todos los costos excesivos que el Estado de bienestar y los sindicatos les habían impuesto. El Estado de bienestar, con sus altos niveles de impuestos a los ricos y su gran cantidad de seguros sociales, que, según ellos, desmotivaban a los trabajadores.

Y luego, por supuesto, estaban los sindicatos, con todas sus reivindicaciones sobre los ingresos de las empresas para conseguir salarios más altos, pensiones, prestaciones, cosas por el estilo. Así que la idea era que teníamos que recuperar la iniciativa —«teníamos» en referencia a la comunidad empresarial— para que, al rechazar todos estos costes, pudiéramos recuperar una mayor parte de nuestros ingresos y conservarlos como beneficios.

Y una vez que obtenemos esos beneficios, podemos reinvertirlos y esa reinversión conducirá a mayores niveles de crecimiento. Ahora bien, esta era una perspectiva elitista. Para llevar a cabo esa perspectiva, tenían que lidiar con el hecho de que los sindicatos se opondrían a ella. El primer punto de su agenda era debilitar o incluso eliminar los sindicatos.

Así que en los años 1970, lo que vemos es un ataque generalizado al movimiento sindical, y se hace por dos razones. Es un fin en sí mismo: se reduce el poder de los sindicatos y, con ello, se aumenta el propio poder en el lugar de trabajo como directivo. Se aumentan los beneficios porque los sindicatos pueden exigir menos.

Pero también hay un beneficio político, que es que, una vez que los sindicatos desaparecen, desaparece la principal fuente de apoyo al Estado de bienestar. Y entonces puedes empezar a rechazar todos los costes que el Estado de bienestar te impone.

Esa era la esencia. No se impuso mediante algún tipo de deseo masivo de la clase trabajadora por el neoliberalismo. Se les impuso. Y una vez impuesto, bueno, quisieron luchar. Pero si no tienes sindicatos, si todas tus instituciones sociales están siendo desmanteladas, ¿cómo vas a luchar? No queda nada. Lo único que te queda son las elecciones.

Así que, una vez que lo único que les quedaba era el voto, en realidad se le facilitó mucho el trabajo a los partidos políticos, porque durante esos cuatro años, entre elecciones, tienes vía libre para hacer lo que quieras, porque no hay sindicatos ni instituciones sociales.

Ese consenso dentro de la clase dominante en favor de este nuevo tipo de economía de mercado lleva más o menos cuarenta años vigente.

 

MN

Entonces lo que estás diciendo es que, a lo largo del neoliberalismo, ha habido un consenso en que el Estado de bienestar perjudica la rentabilidad de las empresas. Y que, a su vez, si queremos mejorar esa rentabilidad, tenemos que eliminar un obstáculo importante para la reforma del Estado de bienestar, que son los sindicatos.

¿Trump está desafiando, de alguna manera, todo ese consenso, porque es alguien que básicamente se presentó a las dos elecciones con el lema «No vamos a tocar el Estado de bienestar. No voy a hacer nada para quitaros vuestras prestaciones»? Y aunque no era explícitamente prosindical como Bernie Sanders, tampoco hizo campaña con un programa antisindical.

De hecho, en su primer mandato, trabajó con los sindicatos para mantener sus puestos de trabajo aquí. Y al comienzo de su segundo mandato, se armó mucho revuelo por el hecho de que nombrara a un secretario de Trabajo que estaba a favor de la Ley Pro. Entonces, ¿son Trump u otros políticos como él, como Josh Hawley, de alguna manera diferentes?

VC

Es una buena pregunta, y debe abordarse en dos niveles diferentes. El primer nivel es: ¿Podrían estos políticos ser precursores de una especie de escepticismo elitista hacia el neoliberalismo? Una vez más, por neoliberalismo nos referimos al dominio sin restricciones de los mercados sobre nuestras instituciones sociales. Y el segundo nivel es: Incluso si son escépticos al respecto, ¿son escépticos respecto a la cuestión subyacente, que es la priorización de los beneficios empresariales y el poder directivo por encima de los intereses y las vidas del resto de la población?

Creo que esa distinción se pierde a menudo en estas conversaciones. Empecemos por la primera pregunta. ¿Es posible que personas como Trump o Hawley sean escépticas respecto al dominio tradicional del libre mercado? Creo que la respuesta es sí, son escépticos en el sentido de que están dispuestos a alejarse de algunos de sus componentes en interés del proyecto de clase más amplio al que se han comprometido. Ahora bien, ese proyecto de clase más amplio es lo que trataré en la segunda dimensión de la que he hablado, pero el mero hecho de que estén interesados en cuestionarlo no debe eludirse ni minimizarse. Creo que es algo importante y que ha tenido eco entre la población.

La razón por la que ha resonado en la población es porque, como he dicho antes, están muy enfadados. Ya no están dispuestos a tolerar el régimen tradicional. El dilema al que se enfrenta la clase dirigente estadounidense —y la europea— es que no son ellos los que quieren alejarse de cuarenta años de neoliberalismo. Es algo que les está siendo impuesto por la población.

Entonces, lo que están tratando de averiguar es: ¿cómo podemos mantener los aspectos más amplios de nuestro poder sobre la población mientras reestructuramos las instituciones de alguna manera para absorber todos los ataques, las críticas y el resentimiento del electorado? Eso es lo que están tratando de hacer. Ahora bien, para lograrlo, puedes tener a alguien como Hawley diciendo: «Necesitamos preservar la red de seguridad social». Puedes tener a alguien como Trump diciendo: «No tocaré Medicaid ni Medicare».

Pero hay que entender qué son esas cosas. No son, en modo alguno, una revitalización del Estado de bienestar. En el mejor de los casos, lo que dicen es que mantendrán el statu quo anterior. El statu quo anterior es lo que ha provocado toda la ira de la población en primer lugar. Así que no es una solución muy buena. Lo único que dicen es que no mantendrán el ritmo acelerado con el que han estado desmantelando todo y obligando a la gente a tragarse los mercados.

Pero desde el punto de vista de la gente, no es nada. Es algo, ¿no? Y ahora están tan desesperados por algún tipo de alivio tras cuarenta años de miseria que una gran parte del electorado ve eso como algo a lo que aferrarse. Así que es muy posible que veamos a algunos sectores del Partido Republicano —e incluso a algunos sectores de la derecha europea— apoyar algún tipo de programa redistributivo débil. Y con eso nos referimos a algún tipo de Estado de bienestar débil. Es totalmente posible.

 

MN

Lo que están haciendo es simplemente no seguir atacando.

VC

Así es. Debemos entenderlo como una ralentización del ritmo del desmantelamiento, más que como una inversión del mismo.

 

MN

Correcto. Y es notable que Trump no esté siendo comparado con Roosevelt en este caso.

VC

No. Y ya sabes, el populismo en su momento significaba ataques masivos al poder de la élite. El populismo actual simplemente significa ralentizar los ataques a la clase trabajadora. Eso es todo lo que significa. De acuerdo. Pero mira, no es insignificante. Incluso Hawley, a quien la gente señala como precursor de los cambios dentro del Partido Republicano, está bastante aislado. En la actualidad, es muy reducido el contingente dentro del Partido Republicano que está interesado en preservar la red de seguridad social. Hay literalmente una docena, quizá dieciocho congresistas y un senador. Así que no estamos hablando de un cambio importante en el partido.

Pero, de nuevo, no debemos ignorarlo. No es insignificante. Y si no fuera por ellos, ahora mismo veríamos en la reforma fiscal de Trump un ataque generalizado a Medicaid. Ahora bien, hay una cuestión más profunda, que es suponer que esa versión del Partido Republicano, ese ala del Partido Republicano, esa ala de la derecha europea, crece hasta cierto punto. Y  vemos un giro hacia los sindicatos y  vemos un giro hacia algún tipo de alejamiento del libre comercio y cosas por el estilo. ¿Significa eso el fin de los últimos cuarenta años de dominio de clase y poder de los empresarios? La respuesta tiene que ser no.

Esto significa, en mi opinión, que el neoliberalismo no es el problema. Recuerden que empezamos diciendo que la esencia del neoliberalismo es un giro hacia el tipo de dominio de los mercados del siglo XIX. La cuestión es que lo que requiere una democracia plena no es tanto una reducción de los mercados en sí mismos, sino la plena participación de la gente común en las instituciones políticas que los gobiernan. Es posible que haya un dominio sin restricciones del capital en una situación en la que existen instituciones corporativistas.

 

MN

¿Puede explicar qué es una institución corporativista y por qué sería compatible con el poder capitalista?

VC

Lo que intentamos comprender es: ¿qué necesitan los trabajadores para defender sus intereses en una situación en la que estos no coinciden con los de los ricos? La razón por la que la clase trabajadora luchó por la democracia es porque pensaba que las instituciones democráticas, el derecho al voto, serían una flecha más en su carcaj para intentar luchar por una vida digna en una situación en la que no tiene mucho control sobre las instituciones clave de la sociedad: el lugar de trabajo, el gobierno, cosas así.

Así que pensaron que el voto era un elemento muy importante para ello, y los sindicatos son un elemento muy importante para ello. Ahora bien, el deseo de la clase dominante de desmantelar todas estas instituciones, como los sindicatos y otras instituciones sociales, se debía a que quería ejercer un dominio unilateral sobre la política y la economía.

Hay varias formas de ejercer ese dominio unilateral. Una es a través de los mercados libres, pero también pueden hacerlo organizando a la sociedad civil en lo que se denomina organismos corporativos. No se trata de empresas. Se trata de entidades colectivas que organizan los intereses de las personas de alguna manera. Los sindicatos son un organismo corporativo. Las asociaciones cívicas son un organismo corporativo. Los partidos políticos también pueden ser un organismo corporativo.

A menudo se olvida que en los años veinte y treinta, cuando la extrema derecha tenía el mayor poder que hemos visto en el último siglo, no lo hizo a través de los mercados libres. Lo hizo a través de lo que se denomina instituciones corporativistas. Es decir, sindicatos, asociaciones cívicas, grupos de ciudadanos. Todas estas cosas que asociamos con una democracia próspera también pueden ser instrumentos del poder capitalista. El ejemplo clásico de esto fue el fascismo.

En el fascismo no imperaba el libre mercado, sino el dominio de las empresas a través de asociaciones cívicas y organismos ciudadanos. Incluso llegaron a controlar los sindicatos. La razón por la que señalo esto es que lo que la izquierda debería luchar no es por el fin del libre mercado en sí mismo, aunque eso es importante, sino por el fin de la hegemonía de las empresas sobre la sociedad.

Esa hegemonía de la clase patronal puede ejercerse a través de los mercados libres, pero también a través de cosas como los sindicatos de empresa. Puede ejercerse a través de cosas como los grupos vecinales de derecha, cuya función real es vigilar a los ciudadanos. Puede ejercerse a través de unos medios de comunicación que, en apariencia, son libres, pero que en realidad están completamente controlados por sus propietarios privados, que los utilizan como instrumentos de propaganda.

Eso significa que cuando vemos al Partido Republicano avanzar formalmente hacia el apoyo a cosas como alguna forma de sindicatos o instituciones sociales, no hay que tomarlo como una victoria de la izquierda. Porque, en el contexto de la hegemonía de los empresarios y las empresas sobre la política, estas aperturas hacia los sindicatos, etc., pueden volverse en contra de los intereses de los trabajadores y a favor de los intereses de los empresarios.

Así que ahora mismo, cuando vemos a alguien como Trump o Hawley diciendo que debemos alejarnos del neoliberalismo, eso no significa que estén diciendo que debemos avanzar hacia el empoderamiento de los trabajadores. Podrían estar diciendo simplemente que necesitamos nuevas formas de control social. Y esas nuevas formas de control social, formalmente, en apariencia, pueden parecer realmente el tipo de instituciones que asociamos con una democracia próspera. Históricamente, el polo opuesto de una sociedad democrática, que es el fascismo, tenía todo tipo de instituciones que eran contrarias al libre comercio y al libre mercado, ninguna de las cuales favorecía los intereses de los trabajadores.

 

MN

Creo que tus comentarios aportan mucha claridad sobre el estado de la situación política. Pero probablemente el fenómeno más importante al que se refiere la gente cuando dice «esto significa el fin del neoliberalismo» son los ataques a la globalización y la supuesta desglobalización que está instaurando Trump. ¿Hasta qué punto cree que es legítimo? ¿Estamos desglobalizándonos?

VC

Creo que se puede decir que nos estamos desglobalizando si con ello nos referimos a que la expansión e integración continuadas de la economía global están llegando a su fin. No es que la integración esté llegando a su fin, sino que la expansión continua de la integración está llegando a su fin. Y eso, en realidad, si entendemos que la desglobalización lleva ya unos quince años en marcha, desde la crisis de 2008.

Lo que vemos desde la crisis de 2008 es que el nivel de integración —si lo medimos cuantitativamente— de la economía global se ha estancado. Desde aproximadamente 1980 hasta 2010, fue en aumento. La economía mundial se fue integrando cada vez más. Alrededor de 2010 se estabilizó, lo que significa que no se desintegró, no se desmanteló la integración, sino que simplemente entró en una fase de estancamiento, con el nivel de integración existente más o menos igual.

Eso significa el fin de la expansión de la integración global. ¿Es posible que empecemos a ver una reducción del grado de integración? Sin duda es posible. Pero si tuviera que aventurar una respuesta, diría que lo que veremos es una ligera reducción del nivel de integración y luego una nueva estabilización. Es decir, no se producirá una desglobalización continua a lo largo del tiempo. Lo que veremos es un descenso gradual del nivel de integración y luego una estabilización a partir de un punto determinado. Y la razón es sencilla: el grado de integración es tan grande que deshacerlo para volver a unas economías nacionales aisladas sería tan disruptivo que los gobiernos no podrían soportarlo.

 

MN

¿Crees que las políticas comerciales de Trump son en parte responsables de esta dinámica?

VC

Sí, sin duda. Ha sido un acontecimiento cataclísmico. Ahora bien, aún es pronto y Trump ha dado marcha atrás en gran parte de lo que ha hecho. Pero ya se sabe que es el modus operandi de Trump. Subió los aranceles a niveles desorbitados, como si fuéramos a sufrir una catástrofe mundial, y ahora los ha rebajado a niveles simplemente muy altos, que no parecen catastróficos, pero que siguen siendo bastante elevados para los estándares históricos.

Y nadie sabe dónde va a acabar todo esto. Pero tenemos que esperar una clara posibilidad de que se produzca un cierto grado de desintegración de esa integración.

 

MN

Las especulaciones que he oído sobre dónde acabaremos son vagas y ominosas, del tipo «no podemos volver atrás», y eso va de la mano con este comentario sobre cómo Trump ha dañado irreparablemente la reputación de Estados Unidos. Volviendo a nuestro episodio sobre el poder blando, la implicación es que lo que Trump está haciendo en esencia es desmantelar el imperio estadounidense, y eso se presenta como otro dato para decir: «Bueno, miren, el neoliberalismo está llegando definitivamente a su fin porque siempre ha coexistido con el imperio estadounidense».

VC

Hay cierta confusión, y eso se debe a que el neoliberalismo se ha convertido en un cajón de sastre que lo abarca todo. Así que creo que hay una reducción del imperio estadounidense, pero no es por culpa de Trump. Lo dije hace varios episodios: lo que Trump está haciendo es simplemente reconocer un hecho, que es que el poder geopolítico estadounidense ya no es incuestionable como lo era hace treinta o cuarenta años. El poder geopolítico se basa en última instancia en el dominio económico, y el dominio económico estadounidense en la economía mundial simplemente no es lo que era hace cuarenta años.

Ahora hay países que han logrado ascender en la escala económica mundial. China es el mejor ejemplo, pero no es el único. En América Latina, economías como la de Brasil. En el sur de Asia, la economía india. Obviamente, está Rusia, que ha logrado defenderse de toda Europa que ha acudido en ayuda de Ucrania.

Todo esto demuestra que Estados Unidos ya no puede seguir tomando decisiones unilaterales en la economía mundial, lo que significa que tiene dos opciones: o bien seguir con las fantasías de Biden, que consiste en seguir siendo una potencia política hegemónica a nivel mundial, aunque económicamente ya no pueda tomar decisiones, o bien reducir sus ambiciones políticas globales a la misma escala que sus ambiciones económicas, es decir, a la escala de su capacidad económica. O bien rebajar sus ambiciones políticas globales al mismo nivel que sus ambiciones económicas, es decir, a su capacidad económica.

Y creo que si no hubiera sido Trump, si hubiera sido cualquier otra persona, habrían tenido que hacer lo mismo. Estados Unidos ya no puede tomar las decisiones. Por lo tanto, se está reduciendo el alcance de Estados Unidos a nivel mundial. ¿Significa eso que el imperio estadounidense se está reduciendo? Sí, tiene que ser así, porque un imperio es simplemente la influencia que se ejerce sobre otros países, y eso se va a reducir. No hay forma de evitarlo.

¿Significa eso que el imperialismo estadounidense está llegando a su fin? Por supuesto que no. Simplemente será una potencia imperialista más débil que hace cuarenta o cincuenta años. Entonces, cuando decimos que los aranceles están provocando el fin o el desmantelamiento de un aspecto del neoliberalismo, ¿significa eso que los trabajadores estadounidenses deberían apoyar el régimen arancelario? La respuesta es no, en realidad no, porque volvemos al punto que he mencionado antes, que el neoliberalismo no es el problema. El problema es si los trabajadores tienen algo que decir en lo que está pasando a su alrededor. Los aranceles no son un regalo para los trabajadores, sino para el capital. Lo que hacen los aranceles es reducir las amenazas competitivas a las que se enfrentan los empresarios por parte de sus rivales en otras partes del mundo.

Eso sí que es un regalo para los empresarios. Hay una parte de la izquierda que piensa que si de alguna manera se recupera la industria manufacturera, se podrá volver a sindicalizar. No es así. Si nos fijamos en los nuevos talleres del mundo, ya sea en China, en algunas partes de la India o en algunas partes de América Latina, donde el capital ha fluido en los últimos veinte años para reactivar la industria manufacturera o para construirla, vemos que son talleres infernales.

Las condiciones de trabajo allí son peores que las que hemos visto nunca en la industria manufacturera en cualquier parte del mundo. Peores que las de la industria manufacturera del siglo XIX en Inglaterra y Alemania. La industria manufacturera no significa el renacimiento de los sindicatos. La organización significa el renacimiento de los sindicatos, y lo cierto es que la clase empresarial ha aprendido en los últimos ochenta años a inmunizarse también contra los esfuerzos de organización dentro de la industria manufacturera. Llevan unas cuatro o cinco décadas de ventaja a la izquierda, que sigue viviendo en ese mundo fantástico de los años treinta y cuarenta, en el que, si se consigue la industria manufacturera, se repetirá la historia de esos años. No será así, porque las formas de poder y control gerencial han evolucionado enormemente desde entonces.

Vamos a tener que idear estrategias de organización completamente nuevas, incluso en la industria manufacturera. Así que, aunque los aranceles de Trump devuelvan en cierta medida la industria manufacturera a Estados Unidos, lo que probablemente ocurrirá en cierta medida, eso no significa que vayan a volver los sindicatos. Eso depende de que los organizadores aprendan el nuevo panorama, no solo en los servicios, sino también en la industria manufacturera.

No hay razón para suponer que, en este nuevo panorama, la vuelta de la industria manufacturera aumente la probabilidad de que surjan sindicatos y se organicen. Simplemente no hay razón para creerlo, porque el poder y las formas de control gerencial en la industria manufacturera son completamente diferentes a lo que eran en la década de 1930. Vamos a tener que reinventar el significado de la organización, lo que significa que «el fin del neoliberalismo» a nivel internacional en el régimen global no debe verse como una panacea ni como un regalo para la izquierda o los trabajadores per se. Es, en primer lugar, un regalo para el capital.

Seguimos en la era del dominio incuestionable del capital. El hecho de que esté experimentando con nuevas formas institucionales no debe engañarnos.

 

MN

¿Dices que ha habido algunos cambios políticos significativos en los últimos diez años, mientras que nuestra política estuvo marcada por Trump y su presencia, pero que esos cambios no han alterado realmente las dinámicas de poder fundamentales de la sociedad, sino que se han instituido para reforzarlas?

VC

Hay indicios de que la clase dominante y la clase política están muy inquietas. Les preocupa que ya no se pueda dar por sentada la tranquilidad de una población pacificada, abatida y cínica. Por eso están experimentando con nuevas instituciones sociales y económicas que podrían lograr dos cosas: en primer lugar, sofocar de alguna manera toda la ira y el resentimiento de la población y, en segundo lugar, preservar el desequilibrio básico de poder entre los detentadores de la riqueza y el resto de la población.

Y lo que nosotros, como izquierdistas, no debemos hacer es dejarnos confundir por el hecho de que estén utilizando la retórica del antineoliberalismo y la retórica del antiliberalismo. No debemos confundir eso con la retórica del empoderamiento social. Porque eso nunca vendrá de arriba. Nunca vendrá de la derecha quitándose la venda de los ojos y diciendo: «Bueno, ahora queremos ser un partido de la clase trabajadora».

Eso solo vendrá si los trabajadores y los ciudadanos de a pie imponen a estos centros de poder su propia visión de cómo sería una sociedad más democrática, e insisten en que las instituciones que están construyendo estén libres del control de los empresarios, libres del control de sus señores corporativos y políticos, y estén sujetas a sus propios dictados, a su propia toma de decisiones democrática. Nada de eso figura en la agenda de todo este populismo de derecha, ni siquiera en el populismo del Partido Demócrata.

Porque, como he dicho antes, la lucha actual entre demócratas y republicanos es que los demócratas quieren una clase política más multirracial y socialmente heterogénea que gobierne al pueblo, y los republicanos están más contentos con una clase política más blanca y tradicional que gobierne al pueblo. Ninguno de estos dos partidos piensa en el 80% más pobre de la población.

Y hasta que eso ocurra, es posible que se produzca un alejamiento de lo que se denomina neoliberalismo, que es el dominio de los mercados. Pero no se alejará el dominio de clase de los ricos y las élites sobre la población, porque pueden hacerlo a través de diversas instituciones, de las cuales solo una es el libre mercado.

 

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  • Por qué la caída de Argentinos complica a otros equipos

     

    La derrota de Argentinos Juniors en la final de la Copa Argentina, al caer 5-3 por penales ante Independiente Rivadavia (2-2 en el tiempo regular), generó una onda expansiva de malas noticias en el fútbol de Primera División. Los perjudicados son los clubes que esperaban la consagración del «Bicho» para que se liberaran cupos en la clasificación a la próxima Copa Libertadores y Copa Sudamericana a través de la tabla anual.

    El propio Argentinos es uno de los afectados, al perder la vía directa a la Libertadores. Ahora deberá focalizarse en sumar la máxima cantidad de puntos en sus dos partidos restantes para sostener el cuarto puesto de la tabla anual, que lo mantiene en la pelea por la Pre-Libertadores.

    Para River Plate, que se beneficiaba de una posible eliminación de un competidor directo, el panorama también se tensa, pues debe seguir compitiendo con Argentinos por los puestos de vanguardia.

    La situación es crítica para los equipos ubicados inmediatamente detrás. Clubes como Deportivo Riestra, San Lorenzo y Racing Club ven considerablemente reducidas sus aspiraciones de alcanzar un cupo en la Copa Libertadores. La victoria de Independiente Rivadavia les exige ahora depender exclusivamente de su rendimiento en las dos fechas que restan, sumado a la necesidad de que los equipos mejor ubicados no ganen el Clausura, para mantener una chance de acceder al repechaje de la Libertadores o asegurar su pase a la Sudamericana.

    Finalmente, la eliminación de Argentinos complica también a la lista de perseguidores en la lucha por la Sudamericana, entre ellos Barracas Central, Tigre y Huracán. Para estos equipos, y para los más relegados como Estudiantes e Independiente, la esperanza ahora está depositada en un escenario alternativo: que Lanús se consagre campeón de la actual edición de la Copa Sudamericana. Este triunfo continental sería clave para generar un cupo extra de Libertadores, aliviando la presión en la tabla anual.

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  • Boleta Única Papel en Neuquén: guía para votar correctamente este domingo

     

    La provincia del Neuquén implementará por primera vez la Boleta Única Papel (BUP), en las elecciones legislativas de medio término. El nuevo sistema, presentado por el ministerio de gobierno y explicado por Jeremías Bergenfeld, director general de Asuntos Jurídicos y Electorales, busca simplificar el proceso de votación y fortalecer la seguridad electoral. Bergenfeld aseguró que, aunque la herramienta es novedosa, el procedimiento es “simple” e “intuitivo”.

    El domingo, durante las elecciones legislativas en la provincia de Neuquén, los votantes recibirán la boleta junto a una lapicera para marcar sus preferencias dentro de la cabina de votación (box), doblarla y depositarla en la urna.

    La BUP permitirá realizar cortes de boleta de manera independiente por categoría y garantiza el secreto del voto mediante un sistema de talones numerados que previene el fraude y el “voto cadena”. Además, la Justicia Electoral dispuso un amplio mecanismo de voto asistido para quienes necesiten ayuda, y los presidentes de mesa estarán capacitados para explicar el procedimiento en menos de un minuto.

    Recomendaciones para votar correctamente con la Boleta Única Papel

    BUP – Elecciones Nacionales 2025.

    Uno de los aspectos que más dudas genera entre los votantes es el uso de la lapicera. Desde el Ejecutivo provincial se recomienda utilizar la que estará disponible en cada mesa, con el fin de garantizar la legibilidad del voto y evitar inconvenientes durante el escrutinio.

    Sin embargo, el director general de Asuntos Jurídicos y Electorales, Jeremías Bergenfeld, aclaró que los electores pueden llevar su propia lapicera, siempre que sea indeleble y de color oscuro, como azul o negro.

    El funcionario explicó que esta aclaración surge ante la circulación de videos sobre lapiceras borrables, aunque aseguró que las provistas por las autoridades electorales son seguras y adecuadas para el proceso.

    Cómo realizar la marca en la boleta

    Respecto a la forma de marcar la preferencia en el cuadrado correspondiente, Bergenfeld indicó que cualquier marca será válida siempre que sea clara y visible. De todas formas, el Ejecutivo sugiere optar por una cruz, tilde, círculo o punto gordo para asegurar una correcta lectura del sufragio y evitar dudas durante el conteo provisorio.

    En caso de errores o roturas en la boleta, el elector debe levantar la mano y solicitar un reemplazo al presidente de mesa. Además, los presidentes estarán capacitados para brindar una breve explicación —de unos 30 segundos— a quienes tengan dudas sobre el procedimiento.

    El funcionario también señaló que la boleta tiene un tamaño similar a una hoja A4, y que el voto asistido será amplio, permitiendo que las personas que lo necesiten puedan ser acompañadas por alguien de confianza. Este acompañamiento podrá autorizarse de manera ilimitada por el presidente de mesa.

    Más allá del nuevo instrumento de votación, se mantienen las reglas electorales tradicionales: los ciudadanos deben concurrir con su DNI físico, que debe ser el último emitido o uno posterior. También siguen vigentes los horarios de votación, las disposiciones sobre quiénes pueden votar y las normas referidas a la no emisión del voto.

    Corte de boleta e independencia del voto

    Una de las principales ventajas de la Boleta Única Papel es que simplifica el corte de boleta. Bergenfeld explicó que las categorías de cargos son independientes entre sí: lo que el votante marque en la fila de diputados no influye en lo que elija en la de senadores.

    Esto permite votar por candidatos de distintos partidos o dejar una categoría en blanco sin que el voto sea anulado. Además, si una categoría se anula por error (por ejemplo, marcar dos opciones en senadores), la otra sigue siendo válida. Ningún fiscal puede invalidar el voto completo por un error parcial.

    La Boleta Única Papel incorpora mecanismos de seguridad que garantizan la trazabilidad y el secreto del voto. A diferencia del sistema anterior, ya no se firman los sobres para evitar prácticas como el “voto cadena”.

    Cada boleta estará unida a un talón numerado, similar al de una rifa, que incluye información del distrito, circuito y mesa. El número correlativo solo estará en el talón —no en la boleta donde se realiza el voto— para asegurar que no pueda asociarse el sufragio con la identidad del votante.

    Al finalizar, el elector deberá doblar la boleta dentro del box antes de salir. Entregarla abierta o sin doblar podría poner en riesgo la privacidad del voto.

    Agilidad del proceso

    Bergenfeld señaló que el sistema de Boleta Única Papel es más ágil que el de boletas partidarias tradicionales, aunque reconoció que la primera jornada requerirá un período de adaptación. Se espera que los resultados oficiales comiencen a difundirse alrededor de las 20, como en comicios anteriores, y que en futuras elecciones el proceso sea aún más rápido.

    “El nuevo método ofrece todo ventajas”, concluyó el funcionario.

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  • Neuquén Reactiva Vuelos Sanitarios Vitales

     

    El Gobierno de Neuquén ha puesto nuevamente en servicio el avión provincial, reactivando así los vuelos sanitarios esenciales para el traslado de pacientes críticos. Este servicio es vital y coordina Aero evacuaciones con un equipo especializado de médicos y enfermeros. La aeronave había estado fuera de servicio por un tiempo considerable tras sufrir el impacto de dos rayos.

    La operatividad de estos traslados aéreos es coordinada conjuntamente por la Secretaría de Emergencias y la Dirección Provincial de Aeronáutica. Este recurso se activa cuando un hospital lo solicita para mover un paciente grave que requiere atención o tratamiento de mayor complejidad, no disponible en su lugar de origen. La secretaria Luciana Ortiz Luna destacó que el regreso del avión es una herramienta fundamental que «cambia la evolución de los pacientes críticos».

    El protocolo de emergencia en Neuquén es rápido: la respuesta se activa en menos de 30 minutos desde la solicitud y la aeronave debe estar en marcha en una hora. Los equipos sanitarios a bordo están capacitados para convertir el avión en una unidad de terapia intensiva en vuelo. El servicio históricamente realiza entre 25 y 30 traslados críticos por mes, tanto dentro de la provincia como hacia otras jurisdicciones.

    Tras la reactivación, ya se han realizado dos traslados exitosos: el de un paciente pediátrico con patología respiratoria desde Chos Malal y el de una paciente con un shock hemorrágico desde Villa La Angostura. Las autoridades subrayaron que contar con aeronaves propias permite una respuesta en una hora, mientras que un traslado privado externo podría demorar más de seis horas, demostrando la importancia de este recurso para salvar vidas.

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  • Breves consideraciones sobre la vorágine política de estos días

     

     

    Hay un nuevo escenario político. El fallo de la Corte Suprema de Justicia impacto fuerte en un escenario en curso de reconfiguración que ahora incorpora nuevas posibilidades y condicionamientos a ese curso que se irá definiendo en los próximos meses. En lo inmediato no hay dudas que esa reconfiguración alcanzarás también a las estrategias electorales provinciales en PBA y nacionales de octubre. La pregunta que surge espontáneamente es si con todo lo acontecido en estos días se abre una nueva situación política. No es posible afirmarlo aún pero se perciben indicios tanto  de ruptura como de continuidad con el presente que se verá cómo evolucionan, más aún en un marco global donde reinan la incertidumbre y las posibilidades de una guerra ampliada cuando el gobierno Milei ha reorientado la inserción internacional del país. Lo que sí es posible afirmar que la prisión domiciliara de CFK y su inhabilitación de por vida, constituye un dato inédito de la política argentina. Por Eduardo Lucita.


     

    La vorágine que nos desborda

    A partir del 18 de mayo pasado se sucedieron vertiginosamente hechos políticos desatados por los resultados de elecciones legislativas de tercer grado en CABA. El triunfo poco esperado de la LLA dejó golpeado al peronismo porteño, que sin embargo no hizo una mala elección, pero quedó claro que el discurso lavado no alcanza para enfrentar los desafíos electorales del presente.  Por otro lado empoderó a la LLA que destruyó prácticamente al PRO y rápidamente forzó una alianza en Prov. de Bs.As. bajo la hegemonía de la ultraderecha.

    En el otro campo los resultados acentuaron la disputa entre el cristinismo y el neokirchnerismo hasta que CFK, sea por la necesidad de ganar las elecciones de septiembre, sea por acentuar su rivalidad con Kicillof o por buscar fueros frente a un fallo que daba por hecho la sentenciaría, se postuló para diputada provincial por la 3ra. secc. electoral de la provincia. Esto provocó que la CSJ adelantara su fallo condenatorio. Este fallo sacudió al peronismo que salió de su modorra y rápidamente organizó una caravana masiva de acompañamiento a los tribunales donde se presentaría detenida. Pero otra vez la justicia se adelantó, buscando desactivar la caravana por presión del gobierno, le dictó prisión domiciliaria sin necesidad de presentarse tribunales. De inmediato la caravana de acompañamiento mutó en concentración en la Plaza histórica que terminó en una movilización masiva. Todo esto en apenas 30 días (del 18/5 al 18/6).

    La plaza

    Se trató de una de las grandes concentraciones de este tiempo (entre 150 y 200.000 personas), si bien no alcanzó el volumen de la marcha universitaria, del 1F o del 24M. Fue tan masiva como heterogénea, con un fuerte y diferencial componente plebeyo. Fue notorio que las columnas mayoritarias fueron las de La Cámpora y la del MDF que en cierta forma competían. Si bien la CGT decidió no participar como tal si lo hicieron gremios grandes como La Bancaria, la UOM y el SMATA, ATE  y otros menores como los que conforman la Corriente Federal, seccionales de la UOCRA… Es indudable que en la Central Obrera se está gestando una crisis que, camino a la renovación de autoridades en octubre, puede incubar una fractura. El comunicado de la UOM así lo muestra. No se trata solo e una diferenciación de los sindicatos kirchneristas frente al gobierno, sino y sobre todo que este avanza sobre los derechos y las condiciones de explotación sobre los trabajadores sino también sobre las propias estructuras sindicales.

    En esta concentración masiva se expresó también cierta disposición a la lucha, algo que no estuvo presente en otras ocasiones, por ejemplo cuando el intento de asesinato de CFK. Queda por discernir si esta disposición es solo episódica producto del impacto emocional que provocó el fallo o tiene raíces más profundas.

    La sorpresiva alocución a la distancia de CFK en un tono llamativamente calmo y sin sus tradicionales arengas no mostró interés en encauzar esa disposición,  pareciera haber sido dedicado a recuperar la épica peronista y a establecer las bases de su relanzamiento político tras haber recuperado su centralidad en el escenario político nacional y también en el PJ. Si bien alentó la esperanza del “Vamos a Volver” y la perspectiva del 2027, no dio ninguna pista de cómo enfrentar las políticas antiobreras y antipopulares del gobierno, a pesar de que llamó a organizarse para debatir cual era el principal problema del país. Para concluir que el principal problema no era otro que el gobierno Milei…

    La izquierda

    La izquierda anticapitalista estuvo rápida de reflejos. El FIT-U emitió una clara declaración condenando el fallo y denunciando la proscripción. Ese mismo día dirigentes de tres de los cuatro partidos que integran el FIT-U se hicieron presentes en la sede del PJ para llevar la solidaridad y denunciar la acción legal como un arma política contra los opositores. Luego tres de los diputados que integran el bloque de izquierda en el parlamento llegaron hasta la casa de CFK y se entrevistaron con ella, ubicando el fallo en el marco de una política regional de EEUU y de la ofensiva capitalista. Finalmente una delegación del PTS se hizo presente en la reunión convocada por el PJ bajo la consigna “Todos con Cristina” luego mutada a “Argentina con Cristina” para volver a manifestar su solidaridad y su defensa de los derechos democráticos vulnerados pero planteando que la convocatoria debía ser más amplia. Por último tanto el PTS como el PO acertadamente participaron y llamaron a participar de la concentración en Plaza de Mayo.

    Más allá de las diferencia internas que muestra el FIT-U en sus posicionamiento políticos frente a la coyuntura inmediata, el accionar de la izquierdas anticapitalista tuvo amplia repercusión en los medios y también en las redes sociales poniendo en evidencia que es un actor minoritario pero actor al fin de la política nacional.

    Todo deja abierta la pregunta si en lo que se supone será un marco de fuerte polarización se reabre el espacio electoral para la izquierda, que a juzgar por los resultados en las legislativa en CABA se había achicado. Caracterizar acertadamente esta situación no será un dato menor teniendo en cuenta que en la elecciones nacionales de octubre próximo buscará reingresar al parlamento la principal figura política de la izquierda de las últimas décadas. Por lo que las distintas fuerzas que se inscriben en el espacio de la izquierda anticapitalista, especialmente las que no están encuadradas en los partidos del FIT-U, deberán revisar sus estrategias de participación electoral y analizar que proponen para aportar  a que la voz más potente de la izquierda reingrese al parlamento.

    Mientras tanto

    Mientras todo esto sucede la economía sigue en modo electoral. La economía está subordinada al control del tipo de cambio, vía nuevo ciclo de endeudamiento, y al descenso de la inflación, poniendo el mercado interno a disposición de los productos importados. Según distintos analistas “los mercados” se preguntan cómo seguirá el modelo Caputo luego de octubre.

    En paralelo se anunció la modificación del Estatuto de la PFA, lo que hace un año se haría por ley del Congreso ahora se hizo por decreto, autorizando medidas propias de un Estado de Sitio, como complemento de un plumazo se transfirieron 160 viviendas del Plan Procrear a la policía, cuando ya tenían asignados otros destinatarios. Se habilitó a las FFAA para intervenir en zonas fronterizas y se flexibilizó la tenencia de armas automáticas para el uso de civiles. Se puso en marcha la política de privatizaciones junto con  nuevas desregulaciones y la continuidad del cierre, reestructuración y/o fusión de organismos estatales. Enviaran al parlamento un proyecto de ley limitando el derecho de huelga, mientras que la Comisión de Valores ya reglamentó el sistema con que el que se busca reemplazar al régimen de indemnizaciones por despido.

    Todo avanza hacia la instalación futura de un nuevo régimen político en el país. La movilización popular masiva y continuada es lo que puede poner freno a este proceso reaccionario, pero esto no debe dejar de lado las elecciones nacionales de medio término de octubre próximo que son también un campo de lucha y que serán decisivas. El propio gobierno las ha propuesto como un plebiscito sobre la gestión y la orientación de su proyecto que no es otro que producir un cambio estructural priorizando un país exportador de materias primas y de servicios abierto al capital transnacional. Este modelo está cubierto por el FMI que impulsa las reformas jubilatoria y laboral para las que el gobierno necesita el consenso electoral que buscará en las elecciones de octubre.

    Los campos se van deslindando el gobierno como viabilizador de las políticas reestructuradoras del gran capital y los sectores más conservadores y el campo de los trabajadores y los sectores populares. Las calles pero también las urnas pueden definir la situación.

     

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  • Patagonia: estudiantes fabrican un auto eléctrico y piden apoyo para completarlo

     

    Alumnos y docentes de la Escuela N°749 General Ingeniero Alonso Baldrich, de Comodoro Rivadavia, están desarrollando un innovador proyecto educativo: la construcción de un auto eléctrico con el que buscan participar en el Desafío Eco YPF, una competencia nacional que promueve el uso de energías renovables.

    La iniciativa está impulsada por la docente Macarena Paredes, el profesor Cristian Romano y el director del establecimiento, Emanuel Viegas, quienes acompañan a los estudiantes en este desafío técnico y ambiental.

    El equipo de la escuela chubutense trabaja contrarreloj para presentar el vehículo en la competencia que se llevará a cabo el 8 y 9 de noviembre en el Autódromo de Concepción del Uruguay, en Entre Ríos.

    Tras ser seleccionados por la Fundación YPF, que les otorgó un kit con motor, batería y controlador, los alumnos se encargan de fabricar el resto de las piezas con recursos propios. Por eso, iniciaron una campaña solidaria para reunir materiales como chapa, pintura y masilla, así como aportes económicos, que pueden entregarse en la sede escolar —ubicada en las calles Grecia y Croacia en Comodoro Rivadavia, de lunes a viernes de 7.30 a 16— o a través del alias CODO.AGOSTO.AZUL.

    Un proyecto en marcha

    La docente de la escuela 749, Macarena Paredes, explicó que “este año, nuestro colegio va a participar del Desafío Eco YPF, que es una competencia donde los alumnos diseñan y construyen un auto eléctrico promoviendo energías renovables».

    Para que la escuela de Comodoro Rivadavia quedara inscripta en el Desafío, tuvieron que enviar su diseño, que pasó por una evaluación técnica de especialistas de la Fundación YPF.

    «Para participar enviamos un proyecto que fue aceptado, y la Fundación nos becó brindándonos un kit para el armado del auto, que contiene el motor, la batería y el controlador”, detalló la docente.

    “Todo lo demás, debemos fabricarlo nosotros con los alumnos”, aclaró la docente.

    El grupo de alumnos que trabaja en el vehículo ya logró diseñar y construir el chasis, una de las etapas que mayor complejidad presentan.

    “Nos queda la instalación del motor y la batería, para luego avanzar con la carrocería del auto”, indicó Paredes.

    Cuándo es la carrera y qué materiales faltan

    Los plazos con los que cuentan son breves, ya que tienen que llegar con el vehículo terminado a la competencia que se realizará el fin de semana del 8 y 9 de noviembre en el Autódromo de Concepción del Uruguay, Entre Ríos, y en la que participarán escuelas técnicas de todo el país.

    En la edición 2024, que ganó una técnica de la ciudad bonaerense de Junín, compitieron 98 escuelas.

    “Estamos con muchas ganas de participar porque es un gran desafío, para nosotros como docentes y también para los alumnos. Ellos van a aplicar todo lo aprendido en el taller, fabricando desde cero, y además están fortaleciendo el trabajo en equipo y el sentido de pertenencia”, señaló Paredes.

    En lo que respecta a las necesidades que tienen de materiales para completar su vehículo, la docente detalló: “nos faltan materiales para la carrocería, como chapa, pinceles, pintura, thinner y masilla. Todo lo que se pueda aportar es bienvenido. También aceptamos colaboración económica”.

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  • Profunda tristeza por la muerte de una actriz de El Eternauta

     

    La actriz y docente Claudia Schijman, recordada por sus trabajos en El Eternauta y El Palacio de la Risa, murió a los 66 años, dejando una profunda tristeza en el mundo artístico argentino.

    Schijman falleció días después de haber sufrido un incendio doméstico en su vivienda del barrio porteño de Palermo, ubicada sobre la calle Nicaragua al 5500. Según informaron fuentes policiales, la actriz se encontraba sola en su domicilio cuando vecinos alertaron a los bomberos al ver humo salir de la casa.

    Al ingresar, los rescatistas hallaron a la artista con graves quemaduras en ambos brazos. Si bien las llamas fueron controladas rápidamente, las heridas provocaron complicaciones severas que derivaron en su muerte.

    Las gravísimas heridas sufridas en el incendio fueron fatales para la actriz.

    Schijman fue trasladada de urgencia al Hospital Fernández, donde permaneció internada en cuidados intermedios. Su familia y amigos habían iniciado una campaña solidaria para donar sangre, pero pese a los esfuerzos médicos, no logró recuperarse.

    El adiós de la Asociación Argentina de Actores

    La Asociación Argentina de Actores y Actrices confirmó la triste noticia a través de un comunicado:

    “Con profunda tristeza despedimos a la actriz y docente Claudia Schijman. En más de tres décadas de carrera artística se lució en teatro, televisión, cine y publicidad. Nuestras condolencias a sus familiares y seres queridos.”

    Una trayectoria marcada por el talento y la docencia

    Claudia Schijman nació el 8 de agosto de 1959 y se formó con referentes como Norman Brisky, Ricardo Bartis y Guillermo Angelelli. Su debut televisivo fue en El Palacio de la Risa, junto a Antonio Gasalla, y también participó en los ciclos Gasalla en Telefe y Gasalla en Libertad.

    Su carrera en televisión incluyó títulos emblemáticos como Verdad Consecuencia, Trillizos, Buenos Vecinos, Malandras, Disputas, Hechizada, Por Amor a Vos, Juanita la Soltera, Ambiciones y Soy tu Fan. En los últimos años había trabajado en la serie El Eternauta, interpretando a una de las mujeres refugiadas en la parroquia San Isidro Labrador.

    En cine, se destacó en producciones como Evita, Corazón Iluminado, Diario para un cuento, Cohen vs. Rosi, Pendeja, payasa y gorda, Mi reino por un platillo volador y La felicidad es una leyenda urbana.

    En teatro, brilló en obras como Brebaje, Erecto, Las descamisadas, una gesta, Éxodo y Yo escribo. Vos dibujás.

    El arte como herramienta de transformación

    Además de su trayectoria actoral, Schijman fue una docente comprometida con la enseñanza y la inclusión a través del arte. Dictó talleres en el Centro Cultural Ricardo Rojas, el Centro Cultural Recoleta, el Hospital Borda y la Clínica Psiquiátrica Santa María, donde impulsaba el teatro como espacio de expresión y acompañamiento emocional.

    Su legado permanecerá en las aulas, los escenarios y en todos aquellos que encontraron en ella una maestra apasionada por el arte y la empatía.

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