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En el día de hoy, la Dirección de Tránsito, instalará 7 decrementadores, en distintos puntos de la ciudad.

📍Ruta 22 y Avenida Rivadavia, para los que circulan en sentido este- oeste para ingresar a la Estación de Servicio “La Plaza”.

📍Dos en Avenida San Martín, esquina Italia y Cipolletti (lugar conocido como “5 esquinas”), para los que circulan en sentido norte- sur, de la Plaza de los Próceres a la Ruta 22, y en sentido sur- norte de la Ruta 22 hacia la Plaza de los Próceres.

📍Dos en Ruta 22 y Avenida General Paz, para vehículos que circulan en sentido oeste- este, desde Villa Regina a Chichinales, y este- oeste, de Chichinales a Villa Regina.

📍Dos en Avenida Mitre y Mosconi, para automóviles que circulan en sentido norte-sur, del centro a los distintos barrios, y en sentido contrario, de los barrios al centro.

👷👷‍♀️Este plan de trabajo, se ejecuta para mejorar la circulación y el tránsito en la ciudad, buscando disminuir los siniestros viales.

#ReginaResponde#DireccionDeTransito#Decrementadores#VillaRegina

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    En busca de la escritura perdida de Teotihuacán

     

    En el corazón del altiplano mexicano, la ciudad de Teotihuacán sigue guardando uno de los mayores enigmas de la historia mesoamericana: ¿qué lengua hablaban quienes erigieron las Pirámides del Sol y de la Luna? Un estudio reciente de investigadores daneses propone que sus glifos ocultaban una forma temprana del uto-azteca, el idioma ancestral del náhuatl, el cora y el huichol. Si esto es cierto, los aztecas serían los herederos directos de aquel imperio perdido que floreció siglos antes en el Valle de México.

    Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable

    La antigua metrópolis de Teotihuacán albergó a más de 125.000 habitantes.
    Imagen: Christophe Helmke/University of Copenhagen

    Las voces que callan entre las piedras

    Teotihuacán —la “ciudad donde los hombres se convierten en dioses”— fue una de las urbes más imponentes del mundo antiguo. Fundada hacia el 100 a.C., llegó a albergar más de 125.000 habitantes y a dominar los intercambios culturales, comerciales y religiosos de toda Mesoamérica. Sin embargo, a diferencia de los mayas, que dejaron códices y estelas plagadas de escritura jeroglífica, los teotihuacanos no parecían haber dejado palabra alguna.

    Durante más de un siglo, arqueólogos y lingüistas se toparon con un silencio inquietante: ¿por qué una civilización tan avanzada no habría desarrollado un sistema de escritura?


    El hallazgo danés

    El misterio podría comenzar a resolverse. Un estudio publicado en Current Anthropology por Magnus Pharao Hansen y Christophe Helmke, de la Universidad de Copenhague, propone que los signos que decoran murales y cerámicas teotihuacanas no eran simples adornos, sino verdaderos glifos con valor fonético.

    Según su hipótesis, el sistema compartía rasgos con otras escrituras mesoamericanas, como el uso de logogramas (símbolos que representan palabras completas) y un principio denominado “deletreo doble”, en el cual los sonidos de distintas imágenes se combinan para formar nuevos términos.

    Helmke explicó que su equipo “encontró coincidencias que resultan asombrosas” al comparar los signos teotihuacanos con lenguas del grupo uto-azteca, familia a la que pertenece el náhuatl.

    Murales y cerámicas muestran un sistema de escritura ligado al uto-azteca, según los investigadores.
    Imagen: Christophe Helmke/University of Copenhagen

    La lengua de los dioses

    La propuesta de Hansen y Helmke va más allá del simple desciframiento. Sostiene que la escritura teotihuacana codificaba una lengua uto-azteca primitiva, inmediatamente anterior al náhuatl, el cora y el huichol. Esto implicaría que los hablantes de estas lenguas —consideradas herederas del México central— podrían ser descendientes directos de los antiguos teotihuacanos.

    “Para entender lo que hallamos —explicó Helmke—, habría que imaginarse intentando leer las runas de Jelling con danés moderno: similar, pero no igual. Así de antigua es la raíz de esta lengua.”

    De confirmarse, esta conexión revolucionaría la historia del origen de los pueblos náhuatl, extendiendo sus raíces varios siglos antes de lo que se creía.


    El desafío del desciframiento

    El equipo danés tuvo que enfrentarse a un problema monumental: apenas se conocen unos 300 textos teotihuacanos, la mayoría fragmentarios. Las imágenes de coyotes, aves o serpientes que aparecen en los murales podían ser tanto símbolos religiosos como fonogramas, lo que dificulta la interpretación.

    Hansen explicó que “nadie antes había utilizado un idioma que coincidiera con el período histórico correcto para intentar descifrar esta lengua escrita”, y que su método permite dar un nuevo sentido a glifos que antes se creían puramente decorativos.

    Sin embargo, varios expertos —como el lingüista Lyle Campbell, de la Universidad de Hawái— advierten que los resultados aún son preliminares: la frecuencia limitada y la escasez de ejemplos dificultan conclusiones firmes.


    Una Babel mesoamericana

    Parte del desafío radica en la propia naturaleza cosmopolita de Teotihuacán. Los investigadores la comparan con la Roma del Viejo Mundo: una metrópolis donde convivían pueblos de distintas regiones y lenguas, desde el Golfo hasta las Tierras Altas mayas.

    Esa diversidad cultural podría explicar por qué no existe un único idioma identificable y por qué los signos teotihuacanos parecen reflejar influencias múltiples. “Un ojo entrenado puede distinguir fácilmente el arte teotihuacano del maya, pero ambos compartían ideas y símbolos comunes”, señaló Helmke.


    El eco del silencio

    Aun con menos del 5 % del yacimiento excavado, los investigadores creen que cada fragmento mural y cada pieza cerámica puede ocultar una clave. “Sabemos que aparecerán más textos —anticipó Hansen—. Sería extraordinario encontrar los mismos signos utilizados de la misma manera en más contextos”.

    Pero Teotihuacán sigue siendo, por ahora, un enigma tallado en piedra. Un imperio cuyo idioma se apagó antes de ser comprendido, cuyos dioses aún murmuran en glifos que nadie sabe leer.


    El legado oculto

    Para los arqueólogos, descifrar la escritura teotihuacana no es solo un desafío académico: es una forma de devolverle la voz a una civilización que marcó el destino de todo el continente. Si los daneses están en lo cierto, no solo habrán identificado la lengua de los constructores de las pirámides, sino que habrán tendido un puente entre ellos y los pueblos que siglos más tarde poblaron el México azteca.

    Porque quizá, como sugiere el título original del estudio, la escritura de Teotihuacán nunca estuvo perdida. Solo aguardaba que alguien volviera a escucharla.

     

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  • Lo que fuimos y lo que queremos ser

     

    Endeudadas y sin resto físico, dos compañeras de CABA, una de Chubut y otra de Trenque Lauquen viajamos a Corrientes este fin de semana, rumbo al Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries. Fue la segunda reunión presencial del año del equipo de redacción de la Guía para cuidadoras, que se juntó durante meses por Zoom. 

    A pesar de la planificación minuciosa para delegar las tareas de cuidado, cuando el viernes al mediodía nos encontramos en la casa de una de nosotras, seguíamos dejando instrucciones a quienes tomaban la posta: Julieta y yo a nuestras hijas mayores; María repartió entre su marido y su hermana, y Guadalupe contó con su pareja Naty. Ese esfuerzo no sólo era necesario para salir de casa todo un fin de semana, sino también para prevenir o manejar cualquier imprevisto. De diez compañeras de Mamá Cultiva Argentina que teníamos la intención de ir al Encuentro, sólo nosotras cuatro pudimos. El resto no llegó con los costos del viaje ni tenía a quién delegar los cuidados. 

    Cuando el micro arrancó, nosotras ya estábamos riéndonos de cualquier cosa. Compartimos el viaje con compañeras aborteras, militantes, feministas de distintas colectivas, y junto a la nueva organización política Movida Ciudad, de la que también soy parte.

    Aprovechamos las once horas de viaje para leer colectivamente el libro “Contra el autoritarismo de la libertad financiera”, de Verónica Gago y Luci Cavallero. Y también nos reímos de eso:

    —¿Todo van a hacer colectivamente? — Y sí. 

    Leíamos algunos párrafos en voz alta, discutíamos lo escuchado y volvíamos al texto. A las seis horas de viaje, paramos en Gualeguaychú a cenar y nos encontramos con otros siete micros repletos de mujeres con los que veníamos compartiendo la ruta. Hicimos cola para comprar, cola para ir al baño, cola para cargar agua. Hasta para saludarnos y abrazarnos hicimos cola.

    *** 

    Llegamos a Corrientes a las 9 y media de la mañana y dejamos nuestras cosas en el alojamiento: entre Mamá Cultiva, Movida Ciudad y Ni Una Menos alquilamos unos departamentos con 8 camas cada uno. Éramos unas veinte. 

    Después nos tomamos un Uber hasta el Anfiteatro Cocomarola, donde estaba empezando el acto de apertura. A todos lados nos movíamos caminando o en Uber, estoy segura de que algún chofer correntino debe haber pagado el total de la tarjeta este mes.

    Bajo un sol que ya empezaba a quemar, miles de mujeres y disidencias esperaban estoicas la lectura del documento de la Comisión Organizadora. Al mirar al escenario lo primero que vimos fue la carita de Loan en una bandera que se veía desde cualquier punto del anfiteatro. 

    En los alrededores se vivían los encuentros y desencuentros propios de estos espacios: algunas compañeras lidiaban con la señal de celular que se perdía, otras comenzaban a montar gazebos en el Parque Camba Cuá y otras se organizaban para ir a los talleres.

    Con nuestra Guía en mano, nosotras elegimos tres: el Taller 51: ¿De qué hablamos cuando hablamos de cuidados?, el  52: Ciudades feministas, sociedad del cuidado e interseccionalidad y el 59: Salud mental desde una mirada integral, social y comunitaria. Una de nosotras se quedó en el gazebo de Mamá Cultiva que instalamos en el Parque Camba Cua, repartiendo folletos y contestando preguntas. 

    Las otras tres nos fuimos a los talleres. A las seis de la tarde nos volveríamos a encontrar, pero teníamos que tomar decisiones, ya que varias actividades ocurrían en simultáneo: algunas irían a la marcha por los Travesticidios, Lesbicidios y Transfemicidios; otras a la presentación de libros como «Estafa de la Feminidad» y «Contra el autoritarismo de la libertad financiera»; y otras se unirían al pañuelazo por el derecho al aborto legal. Tuvimos que elegir una sola actividad. Y esta fue una de las tantas veces que lamentamos que el Encuentro no durara al menos una semana, para poder estar en las actividades que queremos estar y se superponen, y escuchar más a nuestras compañeras y apoyar sus actividades. 

    ***

    Llevamos nuestra Guía al Encuentro como quien porta un arma de construcción masiva. Estábamos confiadas de que, en ese espacio sagrado, seríamos comprendidas. Un lugar donde todas caemos con nuestras experiencias y nuestras historias de vida a cuestas; donde no hay moldes en los que encajar ni necesidad de fingir ser algo que no somos. 

    Si bien algunos talleres atraen más gente que otros, la escuela que nos tocó estaba repleta. La convocatoria fue tan grande que el taller “¿De qué hablamos cuando hablamos de cuidados?” tuvo que desdoblarse. Había mujeres de Chaco, Corrientes, Córdoba, Neuquén, y Buenos Aires. 

    El debate empezó con una catarsis purificadora. Las compañeras se anotaban para hablar y compartir sus emociones: la angustia, el cansancio, la urgencia de ver un cambio, por mínimo que fuera, que aliviara el trajín diario. Como si de golpe cayeran en la «estafa» que significa el rol del cuidado para las mujeres. Muchas sentían la necesidad de poner en palabras lo que angustia de la vida que elegimos, porque lo que más nos angustia es que, tal vez, no la elegimos. 

    — Si hubiera sabido que iba a terminar criando sola, como todas, no habría elegido ser madre — confesó una de las mujeres. 

    Las horas en los talleres son cortas. Pasan entre llantos, abrazos, testimonios y confesiones. Hablamos de la crisis de los cuidados y el empobrecimiento intrínseco que acompaña la tarea de cuidar. Cuando mencionamos la existencia de algún proyecto de ley buscando restituir políticas públicas de cuidado, hubo consenso en que una ley, por sí sola, no resolverá la profundidad del problema.

    Como un fantasma, apareció la palabra “suicidio” en boca de algunas cuidadoras hartas. Otras no se atrevieron a nombrarla, pero decían que sí con la cabeza. También hubo relatos de mujeres que se sentían invisibles. 

    — No me ve ni mi propia familia — dijo una de ellas. Nosotras la veíamos perfectamente. 

    Nosotras habíamos llevado dos ejemplares impresos de la Guía. No pudimos imprimir más por falta de presupuesto y sólo tenemos unos pocos para hacer promoción. También llevamos folletos y los repartimos. Después esperamos nuestro turno para contar de qué se trata. 

    Nuestra insistencia en que se reconozcan los cuidados busca, en definitiva, que se reconozca una verdad fundamental: los seres humanos somos inherentemente interdependientes. A lo largo de la vida, necesitamos ser cuidados de muy diversas formas y en distintos momentos.

    Es precisamente esta interdependencia la que hackea la idea de meritocracia que las ultraderechas fomentan y utilizan para perpetuar estos roles de género desiguales.

    Las cuidadoras hacemos un esfuerzo sobrehumano e incluso llegamos a rompernos para sostener la mentira de que el esfuerzo individual y aislado nos va a conceder la libertad. ¿Cómo asumirnos libres si estamos condicionadas por un trabajo no remunerado? ¿Cómo puede sentirse libre una persona que por una condición de salud queda automáticamente condenada al empobrecimiento? ¿Quién es libre endeudándose mes a mes?

    Mujeres de distintos lugares, diferentes culturas, clases sociales, edades y territorios, se identificaban unas con otras al hablar de cuidados. En el aula iba creciendo la urgencia, el enojo y el deseo de despertar a otras. Íbamos cumpliendo nuestro objetivo: que cada vez más cuidadoras se reconozcan en la estafa y debatan con otras cómo “sacar a los cuidados del closet». Aparecía a modo de reclamo que los cuidados tienen que ser prioridad en la agenda feminista, porque “ésto sólo podemos cambiarlo nosotras”. Con “esto” nos referíamos al enojo de saber que el mundo vive a costa de nuestros cuerpos. Que reproducimos y sostenemos la vida que será o fue mano de obra de otros, sin más reconocimiento que una palmada en la espalda.

    En los otros talleres a los que asistimos, también apareció la palabra suicidio.  Y la pregunta: ¿qué pasaría si el tiempo que le dedico al cuidado de otrxs me lo dedicara a mí misma?. Surgió como dañino el imperativo de “fingir demencia y seguir” y la idea de reemplazarlo por tomarse un tiempo para reponerse y seguir. Porque no seguir no es opción. 

    Una compañera — que, para sorpresa nuestra, ya había leido la Guia— le pidió a todas que por favor se indignen, que no hablen con liviandad, que se permitan el enojo que se necesita para poder cambiar las cosas.

    ***

    Después de la intensidad de los talleres, nos reencontramos en el Parque Camba Cuá. Al conversar con compañeras de otros colectivos, se repetía, casi como un mantra, un improvisado «operativo clamor» hacia nosotras mismas. Crecía entre todas la idea de reconocer nuestras victorias, celebrarlas y, desde ahí, flotaba en el aire un pedido amoroso y urgente a las referentes feministas: que den un paso al frente para encabezar el cambio que necesitamos, sabiendo que cuentan con el apoyo incondicional de las bases.

    A la tardecita nos reencontramos en el hospedaje para una rutina necesaria: bañarnos, cenar algo y descansar. El viaje había sido demasiado largo, el recorrido por la ciudad de un lado a otro bajo el sol, agotador y la opción más inteligente era descansar. 

    Pero una de nuestras compañeras nos vino a buscar para ir a comer algo abajo del puente donde se celebraba el “Festi Torta”.Y si la idea es desafiar al sistema que nos oprime, explota, invisibiliza y endeuda, lo más apropiado es festejar porque sí. Porque nos vemos, porque insistimos, porque nos declaramos en desobediencia y lo vamos a celebrar.

    Cantamos, bailamos, nos festejamos y de pronto el grupo Viva la Pepa, empezó a tocar una versión entre cuartetera y punk de “Volver a los 17”, de Violeta Parra,  y nos sumamos a un trencito que desembocó en un pogo. Un pogo de desahogo y afirmación: acá estamos, endeudadas, pero acá, cansadas, pero contra todo pronóstico, cargadas de vida, volviendo a los 17 en un instante fecundo, referenciándonos con nosotras mismas, sintiéndonos profundamente presentes, integrando la idea de que somos nosotras las que vamos a construir la sociedad inclusiva, justa y cuidada que necesitamos. Una idea que se va enredando, enredando como en el muro la hiedra y va brotando, brotando como el musguito en la piedra ay sí, sí, sí. 

    ***

    El domingo nos despertaron las campanas de una iglesia cercana que sonaron demasiado fuerte para el sueño que teníamos acumulado. Pero sirvió para que una de nosotras iniciara la liturgia del mate, y otra el ciclo de duchas. Mientras nos sumábamos al desayuno, intercambiábamos vivencias de otros talleres  y dejábamos nuestros bártulos listos para salir a Buenos Aires al final del día. Siempre organizadísimas: unas aplicando protector solar, otra llevando el repelente, otra cargando el agua.

    Volvimos a las mismas aulas del día anterior para debatir y escribir las conclusiones de cada taller. Al mediodía nos reunimos para participar de la Asamblea de Feministas de Abya Yala, donde tiramos del hilo de la memoria ancestral que nos recuerda el respeto por la naturaleza, la Pachamama, el territorio, la vida en comunidad, la reciprocidad y la complementariedad.

    Después fuimos en pequeños grupos hacia la rotonda Poncho Verde para la gran marcha de cierre del Encuentro. Llegamos sensibilizadas, fortalecidas y repuestas, alegres y llenas de glitter. Por primera vez nos vemos todas juntas: las que nos cruzamos en la ruta, los talleres, en las plazas, en las calles, ahora formamos un gran hilo que une las luchas y reivindicaciones pasadas y presentes, que tiene voz de mujer joven y exige: «Corrientes, escucha, únete a la lucha».

    Se repartieron cancioneros y, entre todas, siguiendo los megáfonos, fuimos hacia el puente cantando. Literalmente hacia el puente, pero también sabiendo que eso somos: puente para otras, puente entre nosotras, que conecta lo que fuimos y lo que queremos ser. 

    ¿Todo van a hacer colectivamente? Y sí.

    ***

    Del 25 de noviembre al 10 de diciembre, conmemoramos los 16 días de activismo contra la violencia de género.
    La UNSAM, ONU Mujeres y la Alianza por la Libre Expresión e Información están estudiando la violencia digital contra periodistas y activistas en América Latina. Tu experiencia puede ser muy valiosa para encontrar caminos para la prevención y erradicación de esta forma de violencia.
    Anotate para responder la encuesta.
    Más información acá.

    La entrada Lo que fuimos y lo que queremos ser se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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  • Llaryora busca relanzar su gobierno con una baja histórica de impuestos

     

     Golpeado por un resultado electoral que encendió todas las alertas del tablero peronista, Martín Llaryora presentó un presupuesto para el año 2026 en el que promete una baja de impuestos «históricas», un desafío abierto a la narrativa delasotista que tiene como hito la rebaja del 30% de los impuestos en 1999, cuando el peronismo inició su larga trayectoria al frente de Córdoba. 

    El eje de la propuesta es que las subas no superarán a la inflación y que habrá fuertes rebajas en el impuesto inmobiliario urbano y en ingresos brutos para acompañar inversiones. En el caso del inmobiliario urbano, que tiene casi 1,2 millón de cuentas, las subas no superarán el 29% de la inflación, por lo que en términos reales sería un aumento cero. 

    De este total, 500 mil contribuyentes tendrán reducciones de 25%, por lo que la quita en esos sectores medios y bajos llegaría hasta el 41%. Al aplicarse inflación, la merma real rondaría el 54%. «Es mayor a la rebaja que hizo De la Sota», dijo un alto funcionario de El Panal al darle épica al anuncio y enviar una señal al peronismo cordobés. 

    Llaryora ultima un cambio de gabinete y Calvo podría pasar a la Legislatura

    En el caso del impuesto inmobiliario rural, sector que en la última elección se volvó a favor de La Libertad Avanza, el tope será 29%, pero aquel productor que trabaje él mismo la tierra tendrá un adicional de 5%, que se sumará al 25% de quita por «buenas prácticas». Además, Llaryora se comprometió a destinar el 98% de la recaudación al fondo para obras rurales, que tiene en el mantenimiento de la vasta red de caminos el principal gasto. 

     El eje de la propuesta es que las subas no superarán a la inflación y que habrá fuertes rebajas en el impuesto inmobiliario urbano y en ingresos brutos para acompañar inversiones.

    El Gobierno dice que el costo total de las «rebajas» impositivas será de 600 millones de dólares. «Es un presupuesto atada a la expectativa de crecimiento que planteó el presidente Milei. Si él no logra que Argentina crezca, será su responsabilidad. La nuestra, como Gobierno de Córdoba, es interpretar a los cordobeses; y entendemos que este presupuesto lo refleja», repiten cerca de Llaryora. 

    En el caso de Ingresos Brutos, se prometen quitas para pequeños y medianos comerciantes. El 64%, con ingresos anuales por debajo de los 88,1 millones de pesos, la reducción será de 3,5 a 2,5 puntos. Y habrá Ingresos Brutos 0 para empresas que facturen menos de 3.200 millones de pesos y que inviertan hasta 1,2% de sus ingresos. 

    Si se cumple el plan electoral, Llaryora buscará su reelección en abril de 2027, lo más despegado posible de la elección nacional. En ese marco, los cierres de listas serán en el verano 2026-2027, por lo que el año que asoma tendrá impronta electoral y de campaña; en medio de un peronismo desunido y desorganizado.

     

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