DÍA DEL BOMBERO: HONRAMOS TU VOLUNTAD

Nuestros bomberos llevan casi 58 años de colaboración ininterrumpida y desconsiderada para con la comunidad reginense. Hoy 2 de junio conmemoran su día a nivel nacional. Hoy los festejamos a ellos. A los bomberos. A él. Al bombero vecinx, amigx, estudiante, padre/madre, hijx, trabajadxr. Al que corre, pedalea, acelera. Para llegar a tiempo. Para quizás apostar su vida y además, regalar su navidad. A los más de 43 mil bomberos que hay en la Argentina.

Su voluntad es digna de admiración. Su objetivo es claro y preciso, y por eso trabajan. En equipo. Con respeto. Ejemplo de institución, en tiempos donde corrompidas contagian desazón, pesimismo. Tristeza. En esos tiempos, los Bomberos Voluntarios, con humildad muestran un camino. El sano. El difícil. Pero satisfactorio y sanador.

Video: Cortesía Diego Llanquileo

NO SOLO COMBATEN EL FUEGO

Además de combatir el fuego que es su actividad principal, ciudadanos trabajadores como un vecino de barrio, se dedican a la atención de incidentes con materiales peligrosos, salvamento de personas, manejo y control de derrames y desastres químicos, trabajos de altura y rescate en accidentes de tránsito, entre otras.

BREVE RESEÑA HISTÓRICA 

Un grupo de vecinos reginenses visualizó la necesidad de contar en con un cuerpo de Bomberos Voluntarios, debido al incremento de incendios de Galpones de Empaque y Aserraderos de la zona. Se empezaron a congregar en la sede del consejo municipal y un 18 de Junio de 1960 quedó constituida la  Comisión Provisoria Pro Cuerpo de Bomberos de Villa Regina.

Los primeros Bomberos reginenses fueron: Antonio Percat, Dionisio Arias, Antonio Aguirre, Fortunato Passamonti, Victoriano Mayor, Alejandro Penchulef, Rodolfo Best; en sus comienzos contó con el apoyo de la Asociación de Bomberos Voluntarios de General Roca.

¿POR QUÉ EL 2 DE JUNIO?

Porque el 2 de junio de 1884 en el barrio de La Boca un inmigrante italiano llamado Tomás Liberti decidió la creación del Cuerpo de Bomberos Voluntarios.  La Sociedad Pompieri Voluntari Della Boca, que luego sería la Sociedad Italiana de Bomberos Voluntarios de La Boca.

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  • El rechazo de los radicales y Bullrich terminó de hundir a Villaverde que no podría asumir como senadora

     

    Patricia Bullrich volvió a fracasar en una misión encargada por Karina Milei y la rionegrina Lorena Villaverde no podrá asumir este viernes, junto al resto de los senadores electos en octubre pasado. 

    La ministra de Seguridad trabajó a desgano para convencer a los radicales de que apoyen el pliego de la actual diputada y, durante la reunión de labor parlamentaria de este jueves, su antecesor en la jefatura de bloque, Ezequiel Atauche, tuvo que pedir que el dictamen vuelva a la comisión de Asuntos Constitucionales para no sufrir un bochornoso rechazo en el recinto.

    Fuentes parlamentarias dijeron a LPO que la ministra experimentó una profunda incomodidad frente al encargo de la secretaria general de la Presidencia, por los vínculos de Villaverde con el presunto narco Fred Machado. LPO informó que la legisladora es pareja de Claudio Ciccarelli, primo de Machado y beneficiario de la concesión otorgada por Alberto Weretilneck para la explotación de canteras de arenas silíceas en Río Negro.

    Por eso, la ministra planeó infructuosamente una reunión de bloque de La Libertad Avanza (LLA), a la que también quiso convocar a Victoria Villarruel. La interpretación de un senador oficialista fue que Bullrich aspiraba a sumergir a la Vicepresidenta en el mismo entuerto del que ella misma no podía salir: «ella no quería que asuma Villaverde pero no sabía cómo hacer para no cumplir sin pagar el costo», dijo a LPO.

    El encorsetamiento de la ministra también quedó al descubierto con las indicaciones de Casa Rosada para que Nadia Márquez se quede con la presidencia provisional del Senado, desplazando a Bartolomé Abdala, una misión en la que Bullrich fracasó, por ahora. «Ella no la quiere a Márquez ahí pero trata de responsabilizar a Villarruel por la continuidad de Abdala», comentaron fuentes al tanto de la discusión en el oficialismo.

    Los vínculos de Weretilneck con Machado en la trama narco de Río Negro

    Frente a ese escenario, Bullrich desembarcó este jueves en la Cámara Alta para una «reunión de capacitación» con los legisladores ingresantes, seguida de otra «de integración» con los que tienen mandato hasta 2029 y una tercera, pasadas las 17, ya con Villarruel. «Están locos», dijo una fuente libertaria apuntando a la insistencia de Karina para sostener a Villaverde.

    LPO ya publicó que hasta en la bancada de LLA hay senadores que no están dispuestos a defender a la rionegrina. «Lo vamos a tener a (Martín) Soria pegándole todas las sesiones, es un desgaste enorme», admitió uno de ellos.

    Villaverde, en Diputados.

    Una senadora aliada del gobierno recordó, además, que Bullrich se había manifestado a favor de que José Luis Espert diera un paso al costado cuando estalló el escándalo de sus vínculos con Machado. «Ella trabajó todo el tema del narcotráfico y ahora tiene que juntar votos para Villaverde pero no la veo muy convencida», dijo.

    De lo que sí se habría encargado la ministra fue de transmitir un pedido a los opositores para que no conviertan el recinto en una plataforma para discursos aguerridos contra la rionegrina. «Es un tema delicado y va a estar la familia», habría sido el argumento.

    Bullrich trabajó todo el tema del narcotráfico y ahora tiene que juntar votos para Villaverde pero no la veo muy convencida.

    Por lo demás, la futura jefa de bloque se reunió este martes con el presidente de la bancada radical, Eduardo Vischi, y su colega Mariana Juri, para tantear las voluntades para apoyar el pliego de la rionegrina. Por más que Bullrich negó que el caso de la senadora electa por la provincia patagónica hubiera formado parte de la conversación, un senador libertario admitió que la ministra le planteó a Vischi que exija que se abstengan o se ausenten los legisladores que no están dispuestos a acompañar la asunción de la polémica diputada.

    El senador correntino reclamó en la comisión de Asuntos Constitucionales que el tema se trabaje con más seriedad y no firmó el dictamen de rechazo al pliego de Villaverde. No habría sido casualidad que se dejara ver en los pasillos del Senado este miércoles, departiendo con la senadora electa.

    Los libertarios creen que Villaverde podría quedarse sin apoyo para asumir como senadora por sus vínculos con Machado

    Sin embargo, el peronismo tendría un piso de 28 legisladores para el rechazo de Villaverde, a los que podrían agregarse los votos en contra de los radicales Daniel Kronerberger y Maximiliano Abad. Los libertarios arrancarían con 19 de sus 20 miembros a favor, porque cada senador no puede votarse a sí mismo al momento de aprobar su asunción. 

    La cuenta del gobierno era que podrá sumar al puñado de legisladores del PRO, encabezados por Luis Juez en esta cruzada en defensa de la legisladora, y tal vez algún senador radical. Pero la UCR no confirmaba su respaldo y postergó sistemáticamente su reunión de bloque, una conducta que reprodujeron otros aliados del oficialismo para no quedar pegados, hasta que Karina y Lule Menem tuvieron que aceptar la dura derrota.

     

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  • Con Zamora debilitado, Massa apuntala su candidato para recuperar Tigre en 2027

     

    Con la vuelta al triunfo en Tigre, en el massismo crecen las expectativas de recuperar el municipio en 2027. Para eso, se perfila quien encabezó la lista local en las últimas legislativas, Sebastián Rovira, un economista de 25 años que se impuso en su debut electoral y relegó a la lista del intendente Julio Zamora al tercer lugar.

    En el Frente Renovador (FR) señalaron a LPO que la irrupción de Rovira al frente de la lista de Fuerza Patria en Tigre fue una estrategia de Malena Galmarini con el fin de darle un aire de renovación y de nuevo ciclo al espacio en su ciudad de base.

    También magíster en Políticas Públicas, Rovira ya venía trabajando con Malena y Sergio Massa en el impulso de la nueva Universidad del Delta, de la cual hoy es parte del equipo de autoridades.

    Cerca de Rovira toman con tranquilidad el triunfo reciente y evitan hablar de 2027. Precisamente esa postura la contrastan con lo sucedido con Zamora. Analizan que el intendente se confió con el triunfo de 2023 y que eso lo llevó a un declive en la gestión que fue castigado en las urnas.

    Proveniente de una familia con anclaje en la comunidad tigrense, Rovira articuló su campaña entre lo territorial y la generación de contenidos en redes, donde salió fuerte al cruce de la gestión Zamora.

    El intendente Julio Zamora

    Ahí, expuso desde las largas filas que los vecinos tienen que hacer desde las 3 de la mañana para acceder a un turno en un centro de salud, hasta la velocidad con la que tapaban carteles en la vía pública para pegar los relativos a la lista del intendente.

    Fuentes del FR detallaron que, tras la derrota del 23, en Tigre comenzaron a consolidar un equipo de comunicación digital que, en la última campaña, articuló con la territorialidad del massismo en el distrito.

     Tras las legislativas, en el FR aseguran que comenzaron a sumar sectores, desde peronistas inorgánicos y vecinalistas hasta centros de jubilados y sociedades de fomento que jugaron históricamente con el zamorismo pero que ahora lo ven en un fuerte proceso de desgaste al intendente. 

    «Logramos reconectar con la gente», dijo uno de los armadores del massismo sobre la campaña de recorrer un barrio por día de Tigre durante los 40 días de campaña.

    Tras las legislativas, en el FR aseguran que comenzaron a sumar sectores, desde peronistas inorgánicos y vecinalistas hasta centros de jubilados y sociedades de fomento que jugaron históricamente con el zamorismo pero que ahora lo ven en un fuerte proceso de desgaste al intendente.

    Transitando su tercer periodo, Zamora se jugó mucho en la elección de septiembre. Por el momento sin la posibilidad de ser otra vez reelecto en el municipio, el intendente buscó una salida legislativa encabezando la lista de Somos en la Primera.

     El intendente de Tigre tuvo un duro revés en estas elecciones a pesar de gastar más de 200 millones en campaña de redes y google. 

    Fuentes con llegada a la comuna señalaron a LPO que, además, estaba la apuesta de moldear un perfil provincial en el marco de Provincias Unidas y, a la vez, ir ordenando la sucesión a 2027, donde hay una disputa fuerte entre su hija y actual secretaria de Gobierno, Gabriela Zamora, y su esposa, Gisela Zamora, que encabezó en elecciones previas. «La municipalidad es una pelea familiar», dicen en Tigre.

    Sebastián Rovira con Malena Galmarini.

    Sin embargo, nada de eso pudo lograr el intendente de Tigre, a pesar de la gran cantidad de fondos que destinó a posicionar su candidatura. Fuentes cercanas al armado de Somos revelaron a LPO que Zamora se gastó más de 200 millones en campaña de redes y google.

    A pesar de eso, Zamora obtuvo 4,22% y quedó tercero, apenas 0,01% (397 votos) arriba de Romina Del Plá, del Frente de Izquierda. Y en Tigre, la lista del intendente se ubicó tercera, 16,5 puntos abajo de Rovira.

    Zamora abandonó a Randazzo y tantea un acuerdo con los libertarios

    Como contó LPO, eso provocó que, en octubre, Zamora se retire de la fiscalización de Provincias Unidas en medio de tensiones con el cordobés Juan Schiaretti.

    El triunfo del candidato de Fuerza Patria en Tigre reconfigura el posicionamiento hacia 2027 del massismo, que también se muestra dispuesto a discutir el liderazgo del PJ local que hoy comanda el zamorista Lucas Gianella. «Eventualmente, si se abre la posibilidad de disputar el espacio, lo vamos a hacer», señalaron en el FR Tigre.

     «Nosotros vamos a ser oposición», adelantaron a LPO cerca de Rovira al recordar que «Zamora eligió jugar por fuera del peronismo y hace tiempo tenemos diferencias en la gestión». 

    Durante el acto por el Día de la Lealtad, el massismo denunció que la sede local del PJ «lleva meses cerrada por decisión del intendente» y exigieron su reapertura. «La historia del peronismo en Tigre no se clausura con un candado», acusaron.

    Esos cruces vaticinan fuertes discusiones en la nueva composición del Concejo Deliberante tigrense, donde el massismo alcanza cinco bancas. «Nosotros vamos a ser oposición», adelantaron a LPO cerca de Rovira al recordar que «Zamora eligió jugar por fuera del peronismo y hace tiempo tenemos diferencias en la gestión».

    Ya como concejal electo, Rovira salió fuerte al cruce de Zamora por un tema que ya generó choques entre ambos espacios: la construcción de torres en la ciudad. Ahí, también apuntó contra el libertario Segundo Cernadas, quien ha votado a favor de los proyectos clave enviados por Zamora.

    El massismo  se muestra dispuesto a discutir el liderazgo del PJ local que hoy comanda el zamorista Lucas Gianella. «Eventualmente, si se abre la posibilidad de disputar el espacio, lo vamos a hacer», señalaron

    En el massismo posicionan al libertario Cernadas como un aliado de Zamora. Ese supuesto acuerdo implícito también genera fricciones en la interna libertaria local, totalmente detonada.

    Sin mayoría propia en el Concejo, Zamora se verá forzado a construir acuerdos. En el massismo aseguran: «No hubo acercamientos» y por lo pronto ven que esas negociaciones legislativas el intendente las seguirá buscando con Cernadas, en la medida que no tenga definido su horizonte político.

     

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  • NUEVO DECRETO PRESIDENCIAL: ¿CÓMO CONTEMPLA A REGINA?

    Villa Regina continuaría en etapa de «aislamiento» por pertenecer al departamento de Gral Roca como lo estipula el art 12 de dicho decreto pero a su vez el art 16 establece la posibilidad a la Gobernadora de disponer nuevas excepciones previa comunicación al MINISTERIO DE SALUD de la Nación y al Jefe de Gabinete de…

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  • Ucrania: una paz que avanza a la fuerza

     

    En menos de 72 horas, la relación transatlántica cambió de naturaleza y todo parece indicar que los ucranianos han perdido la guerra. El 12 de febrero de 2025, el flamante secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, dio inicio a las negociaciones de paz en Ucrania. Ya desde un comienzo cedió ante las dos principales exigencias de Moscú: la no adhesión de Kiev a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la ratificación de las “nuevas realidades territoriales”, es decir, la anexión de cuatro regiones ucranianas a Rusia, así como también de Crimea. Al día siguiente, tras una larga conversación telefónica con Vladimir Putin, el presidente Donald Trump anunció su intención de reunirse con su par ruso en Arabia Saudita –sin los ucranianos ni los europeos– y expresó su deseo de que pronto se organicen elecciones en Ucrania. Finalmente, el 14 de febrero, en un discurso pronunciado en una conferencia en Munich, el vicepresidente estadounidense, más que abordar la cuestión ucraniana, reprochó a los dirigentes europeos el hecho de que deshonraran las aspiraciones de sus propios pueblos restringiendo la libertad de expresión en las redes sociales o anulando las elecciones en Rumania por supuestas injerencias rusas (1).

    Semanas antes, Trump había lanzado una ofensiva comercial al aumentar los aranceles a las importaciones de Canadá, México y la Unión Europea, y también había expresado sus intenciones anexionistas sobre Groenlandia (2). Sin embargo, de ahora en adelante, ya no se trata tan sólo de manipular a sus “aliados” para que compren más armas o para equilibrar la balanza comercial. Al declarar que Estados Unidos no les concedería garantías de seguridad ni a Ucrania ni a las tropas europeas que pudieran desplegarse para hacer cumplir un eventual alto el fuego, Trump inevitablemente sembró dudas sobre la solidaridad estadounidense en caso de un ataque al territorio de un miembro de la OTAN. Sin su contrapartida de seguridad, el vínculo transatlántico se parecería más bien a una completa relación de dependencia.

    No obstante, desde 2022, Estados Unidos ha “invertido” un promedio de 35.300 millones de dólares por año en Ucrania (3). Mucho más que los 3.000 a 5.000 millones de dólares que Washington destinó cada año a Israel antes del ataque del 7 de octubre de 2023 y el equivalente a casi la mitad de los gastos militares anuales para Afganistán entre 2001 y 2019 –un esfuerzo para financiar una ocupación militar y operaciones directas–. El nivel de apoyo a Ucrania se sitúa, por lo tanto, en algún punto intermedio entre la ayuda brindada a un aliado histórico en Medio Oriente y el compromiso de una intervención directa en el campo de batalla en su propio nombre. Pero a Trump poco le importa todo eso: la guerra en Ucrania no es la de Estados Unidos, sino la de su antiguo rival Joseph Biden…

    Errores de cálculo

    Evidentemente, la magnitud de la ayuda occidental llevó a Kiev a cometer un error y la alentó a rechazar la negociación. En la primavera boreal de 2022, incluso antes de que Occidente le proporcionara su apoyo militar, la resistencia ucraniana podía enorgullecerse de haber frustrado la operación de cambio de régimen fomentada por el Kremlin y de haber minimizado las pérdidas territoriales. Después de cuatro semanas de combates, los beligerantes estaban cerca de llegar a un acuerdo. En Estambul, Kiev aceptó un estatus de neutralidad –es decir, renunció a adherirse a la Alianza Atlántica– y confirmó su intención de no dotarse de armas nucleares. A cambio, buscaba conseguir la retirada voluntaria de Moscú de los territorios que había ocupado desde el 24 de febrero. Sin embargo, Kiev necesitaba garantía de seguridad por parte de los líderes occidentales, quienes se la negaron. Boris Johnson se convirtió en el portavoz de la posición occidental durante una visita a la calle Bankova, sede de la Presidencia ucraniana. El Primer Ministro británico afirmó que nunca firmaría un acuerdo con Putin. Por eso, lo que ofrecían no eran garantías, sino armas (4).

    Europa deberá pagar la reconstrucción de Ucrania y, al mismo tiempo, afrontar los costos de su seguridad.

    Por un tiempo fue posible creer que dicha apuesta resultaría exitosa. Tras una primera contraofensiva, en noviembre de 2022, Kiev recuperó la ciudad de Jersón, ubicada en la orilla derecha del río Dnieper. Se desató la euforia. La palabra “negociaciones” se volvió tabú. No alinearse con los objetivos ucranianos –es decir, recuperar por la fuerza las fronteras de 1991– equivalía a firmar un pacto con el diablo. Los grandes medios de comunicación occidentales respaldaron el decreto ucraniano de octubre de 2022 que prohibía las negociaciones con Putin, a quien buscaban llevar ante la justicia internacional por crímenes de guerra (5).

    Sin embargo, la segunda contraofensiva ucraniana de junio de 2023 resultó en una derrota. En los medios de prensa, los estadounidenses expresaron su descontento: Kiev habría escatimado demasiado sus hombres para privilegiar ataques tácticos dispersos a lo largo del frente en lugar de enviar soldados en masa a los campos de minas rusos con la esperanza de traspasar las defensas del adversario y cortar el puente terrestre entre Rusia y Crimea (6). Bajo la presión de Washington, Kiev redujo la edad de reclutamiento de 27 a 25 años en abril de 2024, pero en diciembre se negó a bajarla a los 18 años. Así, la apuesta hecha en base a las exhortaciones occidentales fracasó trágicamente. Tanto el costo humano –cientos de miles de muertos y heridos– como los sacrificios exigidos a la sociedad fueron en vano (7).

    Como lógica consecuencia, durante el mismo período, Rusia experimentó una suerte inversa. El inicio de su “operación militar especial” resultó un fiasco. Los servicios de inteligencia rusos sobrestimaron los apoyos con los que contarían tanto por parte de la población como dentro de las élites ucranianas. El Ejército se estancó en los barrios periféricos de la capital ucraniana y fracasó en su intento de tomar el control del país. El Kremlin decidió entonces concentrar su dispositivo militar en el Donbass y Crimea. Concebida inicialmente como una expedición relámpago, la guerra fue cambiando de escala y de naturaleza. La movilización forzada decretada en septiembre de 2022 provocó una ola de protestas y exilios.

    Atrapada en su propia guerra, Rusia agravó su situación en materia de seguridad. Su “operación militar especial” tenía como objetivo, por un lado, prevenir que Ucrania se rearmara –antes de que Kiev recuperara por la fuerza las regiones separatistas prorrusas– y, por otro lado, poner un freno a la expansión de la OTAN hacia el Este. No obstante, unos meses después del inicio del conflicto, Rusia enardeció el patriotismo de un adversario que recibía un flujo continuo de armas y que contaba con el respaldo de una Alianza Atlántica reforzada con dos nuevos miembros: Suecia y Finlandia, que limitan con la zona ártica, estratégica para Moscú. Los dirigentes europeos reforzaron los batallones enviados al flanco oriental de la alianza, incluida Francia, que hasta entonces se oponía a una presencia permanente. La fuerza de reacción rápida de la OTAN cuadruplicó su número de efectivos; también continuó la construcción de la nueva base antimisiles estadounidense en Polonia, en donde los norteamericanos elevaron su presencia militar a 10.000 soldados. Lejos de calmarse, en Rusia las preocupaciones respecto de la seguridad se intensificaron por no haber previsto la fuerza y la unidad de la reacción occidental. Empero, al apostar por la consolidación de sus defensas detrás del Dnieper, Rusia logró estabilizar el frente. Los avances territoriales, como la toma de Bajmut en mayo de 2023, se consiguieron a costa del sacrificio de numerosas tropas, en un país ya golpeado por su crisis demográfica.

    El Presidente estadounidense parece elevar a Rusia al rango de nueva aliada.

    Si bien Rusia mostró debilidades militares, la resiliencia de su economía resultó sorprendente. El Banco Central había acumulado suficientes reservas para asumir una confrontación financiera con Occidente. Logró sostener eficazmente el rublo y salvar su sistema bancario a pesar del congelamiento de sus activos en Europa y Estados Unidos. En cuanto a las sanciones energéticas, terminaron volviéndose en contra de los propios impulsores europeos: el aumento de los precios del gas compensó la pérdida de los volúmenes enviados al Viejo Continente, dando tiempo a Rusia para reorientar sus exportaciones de hidrocarburos hacia Asia (8). El fracaso de la estrategia de aislamiento se volvió evidente porque, si bien Moscú se vio obligada a recurrir a “Estados parias”, como Corea del Norte o Irán, para obtener armas o soldados, la realidad es que no le faltaron socios económicos interesados en sus descuentos energéticos. Los países que forman el núcleo del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) vieron con preocupación la ofensiva punitiva financiera de Washington contra uno de sus miembros y profundizaron de forma preventiva su cooperación para reducir el uso del dólar en sus intercambios. En 2024, BRICS acogió a cinco miembros nuevos, entre los que destacan los Emiratos Árabes Unidos, un actor clave en las nuevas rutas del petróleo ruso (véase el artículo de págs. 12-14).

    ¿Acercamiento al hermano menor?

    Al elegir negociar cara a cara con Moscú, Trump le ofrece una vía de escape al Kremlin. El Presidente estadounidense parece elevar a Rusia al rango de nueva aliada. Las concesiones, por ahora sólo verbales, resultan vertiginosas: reanudación de las negociaciones sobre el desarme, promesa de reincorporación al G7 y, a largo plazo, levantamiento de las sanciones. Aunque el Presidente estadounidense trate de morigerar estas promesas en las próximas semanas, la solidaridad transatlántica parece estar ya profundamente deteriorada.

    Estas declaraciones podrían cerrar la era geopolítica que comenzó en 1949. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos creó la Alianza Atlántica para imponer su influencia a la mitad de Europa, mientras que la otra mitad se alineaba primero con el bloque soviético y luego se unía al Pacto de Varsovia en 1955. Sin embargo, a fines de la década de 1980, el último líder soviético, Mijail Gorbachov, al frente de un país agotado por la carrera armamentista, se comprometió con una serie de concesiones unilaterales y desordenadas: aceptó la reunificación de Alemania y su adhesión a la OTAN sin obtener garantías escritas sobre la no expansión de la alianza occidental en Europa del Este. De este modo, el antiguo instrumento de seguridad sobrevivió a la Guerra Fría, y la Unión Europea, al expandirse, permaneció firmemente vinculada a Washington. Aunque en 1989 y 1990 se llegó a considerar por un momento la posibilidad de implementar un nuevo sistema de seguridad, no surgió ninguno alternativo tras la disolución de la URSS en 1991. Si bien el conflicto ruso-ucraniano tiene en parte su origen en esta oportunidad perdida, su resolución negociada está provocando una reconciliación ruso-estadounidense a espaldas de Europa.

    En Munich, el vicepresidente James David Vance incluso señaló una nueva dirección estratégica de Estados Unidos: “A Putin no le interesa ser el hermano menor en una coalición con China” (9). ¿Se trata del regreso a la estrategia de triangulación que había puesto en marcha el presidente estadounidense Richard Nixon en 1971 al acercarse al “hermano menor” (en ese entonces, China) para aislar mejor al enemigo principal (la URSS)? Si este es el “plan”, Trump tendrá dificultades para romper el eje Rusia-China. Pekín, si bien se molestó por el hecho consumado de la invasión rusa y le ha reprochado a Moscú su abuso de la amenaza nuclear, no le ha retirado su apoyo. China suministra de manera discreta tecnologías necesarias para el complejo militar-industrial ruso, al mismo tiempo que profundiza su cooperación militar con Moscú. Aunque desequilibrada, esta relación se basa en una fuerte frustración compartida respecto de un orden internacional dominado por Estados Unidos desde el final de la Guerra Fría.

    ¿Y Europa?… Europa se encuentra en la peor situación posible: ya debilitada por la crisis energética que ella misma provocó al renunciar –a petición de Washington– al gas ruso barato y pronto golpeada también por la guerra comercial decretada por la Casa Blanca, ahora se ve obligada a gestionar en soledad las consecuencias del revés occidental en Ucrania. Mientras la confrontación con Rusia alcanza un nivel incandescente y sus arsenales se han vaciado en favor de Kiev, Europa se prepara para aumentar de forma urgente su gasto militar, lo que implica comprar armamento estadounidense. Washington le exigía un “reparto de la carga” de la financiación de la alianza. Ahora la carga es doble: pagar la reconstrucción de Ucrania (que, a esta altura, Rusia deja de buena gana en manos de la Unión Europea) y, al mismo tiempo, asumir su propia seguridad. El gasto parece simplemente inasumible para los presupuestos europeos y augura nuevas divisiones.

    1. Benoît Bréville, “Liquidación electoral”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, enero de 2025.
    2. Philippe Descamps, “Affoler la meute”, Le Monde diplomatique, París, febrero de 2025.
    3. “Ukraine support tracker”, Kiel Institute for the World, 2024.
    4. Samuel Charap y Sergueï Radchenko, “¿Podría haber terminado la guerra en Ucrania?”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, julio de 2024. Volodimir Zelensky se esfuerza en negar el papel que habría desempeñado así Johnson; véase también Shaun Walker, “Zelensky rejects claim Boris Johnson talked him out of 2022 peace deal”, The Guardian, Londres, 12 de febrero de 2025.
    5. Véase, por ejemplo, “Soutenir l’Ukraine pour assurer la paix”, Le Monde diplomatique, 10 de enero de 2023.
    6. Alex Horton y John Hudson, “US intelligence says Ukraine will fail to meet offensive’s key goal”, The Washington Post, 17 de agosto de 2023.
    7. Hélène Richard, “Ucrania, una sociedad dividida por la guerra”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, noviembre de 2023.
    8. Hélène Richard, “Sanciones de doble filo”, Le Monde diplomatique, noviembre de 2022.
    9. Bojan Pancevski y Alexander Ward, “Vance wields threat of sanctions, military action to push Putin into Ukraine deal”, The Wall Street Journal, Nueva York, 14 de febrero de 2025.

     

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