Descubren un Australopithecus que convivió con Lucy
Sus restos fueron hallados en Etiopía y se encontraban en estudio.
Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable

Un conjunto de fósiles hallados en Woranso-Mille, en la región de Afar (Etiopía), reescribe la historia evolutiva del Plioceno: un homínido contemporáneo de A. afarensis, pero más antiguo en su morfología, más dependiente de los árboles y con una dieta basada en alimentos vegetales de ambientes boscosos.
Una especie que convivió con “Lucy”, pero no era “Lucy”
Durante décadas, el relato más difundido sobre el Plioceno africano sostuvo que Australopithecus afarensis —la especie del célebre esqueleto “Lucy”— dominaba el paisaje evolutivo entre los 3 y 4 millones de años atrás. Sin embargo, hallazgos, recientes publicados en Nature, en la zona de Burtele (BRT), dentro del proyecto Woranso-Mille, muestran que había otra especie viviendo al mismo tiempo: Australopithecus deyiremeda.
El nombre circula desde 2015, pero hasta ahora existían dudas sobre si ciertos fósiles —especialmente un pie parcial y varias piezas dentales— pertenecían a esa especie o incluso a algún linaje cercano a Ardipithecus.
La aparición de nuevos mandíbulas, dientes y restos infantiles, todos en el mismo nivel estratigráfico que el famoso pie BRT-VP-2/73, cambia el panorama: todo pertenece a la misma especie, y esa especie es A. deyiremeda.
Lo que dicen los dientes: una dieta más antigua que la de A. afarensis
El estudio muestra algo clave: los dientes de A. deyiremeda son más “primitivos” que los de A. afarensis.
¿Qué significa eso?
- Sus caninos tienen poca “relieve” en la cara interna, parecido a A. anamensis y distinto de A. afarensis.
- Sus premolares (P3 y P4) presentan formas y crestas inclinadas que se parecen más a las de especies más antiguas, e incluso a las de grandes simios actuales.
- Sus segundos molares deciduos (dientes de leche) son más pequeños que los de A. afarensis.
Los análisis isotópicos (δ13C) de esmalte dental ofrecen otra pista fundamental: su alimentación estaba dominada por plantas C3, típicas de bosques y ambientes húmedos, una dieta similar a la de los más tempranos A. ramidus y A. anamensis.
En otras palabras: vivían en ambientes más boscosos, comían alimentos “de sombra” y no estaban adaptados aún a las sabanas abiertas donde prosperó A. afarensis.
Un pie que no miente: un homínido que seguía trepando
El pie BRT-VP-2/73 dio que hablar en toda la paleoantropología, porque tenía rasgos extraños:
- articulaciones más flexibles,
- estructuras que recuerdan a especies arborícolas,
- y una capacidad de agarre del dedo gordo del pie que no coincide con la locomoción totalmente bípeda de A. afarensis.
Como no correspondía a Lucy ni a homínidos más tardíos, algunos investigadores propusieron que tal vez fuera un Ardipithecus tardío. Pero las nuevas mandíbulas y dientes, encontrados exactamente en la misma capa geológica, zanjan la discusión:
ese pie pertenece a A. deyiremeda.
Esto prueba de manera directa que esta especie era parcialmente arborícola, una rareza para su antigüedad… pero no tanto si recordamos su dieta y su similitud morfológica con especies más antiguas.
Un mundo con más diversidad de la que imaginábamos
El trabajo confirma algo que cambia la narrativa del Plioceno: hace 3,4 millones de años, había más de una especie de australopiteco coexistiendo en el Cuerno de África.
No solo existían diferencias en dientes y mandíbulas, sino también distintas soluciones evolutivas para moverse, alimentarse y adaptarse al entorno.
Mientras A. afarensis se consolidaba como bípedo terrestre y ampliaba su dieta, A. deyiremeda mantenía una relación más estrecha con los árboles, consumía alimentos de bosque y conservaba rasgos anatómicos más antiguos.
Esta convivencia entre formas de vida tan distintas en la evolución humana muestra que la línea evolutiva no era una escalera, sino un arbusto.
¿Por qué importa este descubrimiento?
Porque redefine cómo entendemos la evolución del bipedalismo y de la dieta humana.
Porque muestra que no hubo una sola forma de ser homínido en el Plioceno, sino varias.
Y porque registra, con fósiles concretos, que el arborealismo persistió mucho más tiempo de lo que se creía.
El hallazgo de Woranso-Mille no solo completa un capítulo evolutivo: lo reescribe.

