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DE E.S.I. SE HABLA

Una de las leyes que se puso sobre la mesa en el debate por la Despenalización del  Aborto es la LEY 26150/06 o Ley ESI «Educación Sexual Integral. Quienes se opusieron a la despenalización durante todo el debate recurrieron al E.S.I como herramienta educativa fundamental para prevenir embarazos no deseados que podían finaliza en abortos clandestinos. Argumentando que dicha ley, ya vigente, era una posible solución a la problemática.

Una vez desaprobada la ley de despenalización, los grupos opositores que enarbolaban la Ley ESI para rechazar la legalización, hoy dirigen la atención a la modificación de la misma. Lo que ayer curaba, hoy enferma. La ley se sancionó hace 12 años, el Estado Nacional le viene recortando su presupuesto durante los últimos tres, y ahora entró en revisión al darle ingreso en la comisión de  Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia de la cámara de Diputados de la Nación. .

La ley en vigencia debe garantizar la Educación Sexual Integral. Los cuadernillos destinados a los niveles inicial, primario y secundario fueron elaborados por equipos interdisciplinarios y se basan en la pedagogía acorde a las distintas edades para educar en materia de sexualidad para su aplicación. Es expuesta frente al alumnado por profesionales acompañados de sujetos que han vivenciado experiencias relacionadas con la temática trabajada en esa jornada y en determinadas ocasiones las familias son invitadas a participar.

La campaña que se está desarrollando a nivel nacional contra la ESI tiene tres piezas fundamentales: La Iglesia y sus centros de educación, la filiación entre el estado y la Iglesia, y parte de la comunidad de padres que tiene hijos en centros de educación laica.

No debería llamarle la atención a los padres que se interesan en la educación de sus hijos encontrarse con una convocatoria pública para asistir o ser parte de ésta campaña nacional pre-configurada y trasladada a cada ciudad de la mano de organizaciones con fuertes vínculos con entidades religiosas que puedan pagar espacios privados para reuniones en nombre del movimiento «Padres auto convocados» que simula una falsa naturalidad, y sería otra pata más de la red interesada en esta modificación.

La Red Federal de Familias lanzó la campaña «No autorizo». Y elaboraron una «carta modelo» para que los padres envíen a las autoridades de los colegios donde estudian sus hijos para prohibirles tener ESI. «Entendemos que la formación moral de nuestra familia y la educación que pretendemos para nuestros hijos, no puede ser contradicha con contenidos informativos de cuya elaboración no participamos», expusieron desde la red.

Si nos toma desprevenidos podemos creer en cierta espontaneidad en la actividad, pero en realidad nos encontramos con una red que tiene un  alto nivel de organización y de financiamiento a lo largo y a lo ancho de todo el país.

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    Nadie imaginó la caída. Ni las lágrimas de Espert, ni las turbulencias económicas, ni la intervención de Trump en la economía, ni la denuncia de que estábamos ante un gobierno de ocupación preanunciaron la victoria de Milei en la provincia de Buenos Aires. El peronismo —desde el 7 de septiembre— observó en cierta concatenación de eventos una victoria más ajustada, pero victoria al fin. La tarima en el búnker estaba preparada para festejar y no para pasar a la resistencia. El discurso sonó —como toda la campaña— desconectado. Hubiera sido más reparador asumir la derrota, saludar al contrincante y agradecer a la militancia que llamar a resistir. Nadie puede resistir cuando se tiene una vida tomada por las restricciones de la cotidianidad. “Resistan ustedes, yo tengo otra cosa que hacer”.

    Los romanos observaban a los pájaros para escudriñar la voluntad de los dioses y así tomar decisiones. Le ponían empeño en buscar a las aves. Ver sus movimientos y gestos. El arte de decidir implicaba mirar y entender bien.

    Cuando la derrota fue un hecho, el problema de un sector del peronismo —principalmente dirigentes de La Cámpora— fue reclamarle al gobernador Axel Kicillof que no había sabido interpretar ni a los pájaros, ni a los dioses, ni a CFK. Te lo dije: Cristina tenía razón. Y no solo eso: el conurbano va a salvar a la patria, como una suerte de destino manifiesto más allá de los políticos, del gobernador y de los intendentes.

    Nadie puede resistir cuando se tiene una vida tomada por las restricciones de la cotidianidad.

    El peronismo en su conjunto no pudo interpretar a los pájaros y cayó. Se quedó sin comprensión, o mejor dicho, consumió otros diagnósticos y colocó la mirada en otros sucesos. Los intendentes plantearon otra explicación. El intendente de Ezeiza, Gastón Granados, le recordó a los dirigentes nacionales que los intendentes son los que tienen los votos. El de Ensenada, Mario Secco, reprocho que cuando les conviene, a los intendentes los usan. Y después, cuando no les conviene y necesitan un chivo expiatorio, los agarran para gastarlos. Cuando la victoria no es conseguida por quien lidera aquellos que gobiernan los territorios reclaman y presionan para limitar sus decisiones a futuro (porque fallaron).

    Es posible que pronto observemos una rebelión sórdida y no estruendosa de los intendentes para recuperar un lugar de gravitancia en las decisiones. El primer test match será por la presidencia del PJ en la provincia de Buenos Aires. Ya se inició la disputa y le recordaron —en las paredes de la sede del PJ bonaerense— a su presidente, Máximo Kirchner, que basta de herederos y bendecidos y que el Partido Justicialista no es su monarquía. Son los coletazos del 26 y una miniprotesta No Kings como la de Estados Unidos.

    Ahora bien, más allá del ruido de las controversias podríamos restarle algo de peso explicativo al desdoblamiento y plantear otras cuestiones.

    Los romanos observaban a los pájaros para escudriñar la voluntad de los dioses. El problema de un sector del peronismo fue reclamarle Kicillof que no había sabido interpretar ni a los pájaros, ni a los dioses, ni a CFK.

    El liderazgo de Cristina Fernandez se achica. Hace tiempo que va perdiendo el control, tanto nacional como provincial. Hoy es la líder de un ghetto que fue perdiendo maniobrabilidad en las dos plataformas que el peronismo —desde décadas— había establecido para diseñar su estrategia de poder nacional: conurbano más provincias (una estrategia que da cuenta del diseño institucional de nuestro país). Su imposición como jefa del PJ llevó a tensiones con gobernadores como Ricardo Quintela y a la intervención de ciertas provincias con resultados muy desastrosos: en Jujuy, Fuerza Patria no logró ni un diputado, y en Salta y Misiones le sirvió en bandeja el triunfo a LLA. “Vino la señora e intervino el Partido Justicialista, así le fue en las provinciales y ahora se quedó sin nada en las nacionales”, sostuvo el gobernador salteño, Gustavo Sáenz.

    Cristina tiene una carrera de “achicamientos” territoriales y de su propio dominio político: desde su presidencia rompió con el peronismo cordobés y tomó decisiones erráticas en la provincia de Santa Fe. Inclusive, cuando impuso su candidatura como presidenta del PJ, Alejandra Vigo —senadora nacional y pareja de Juan Schiaretti— sostuvo que el peronismo de Córdoba “nada tiene que ver con el kirchnerismo”. Jaldo —mucho más escurridizo y astuto— vio la potencialidad de los libertarios e hizo un gesto a CFK para unificar al PJ y así ganar las elecciones y sentarse a negociar en mejores condiciones con Milei. En Tierra del Fuego, la división del peronismo trajo consigo la victoria de LLA y las fisuras tardarán en suturar. Sus intervenciones provocaron más malestar y descontrol que beneficios. Mientras CFK descontrolaba los territorios —incluido el bonaerense— y el peronismo se desestabilizaba, Milei, con todos los recursos políticos posibles, se montaba en el tablero de comando de la economía. ¿Quién votaría a un espacio donde su máxima dirigente desguaza una vieja articulación de los peronismos y provoca más incertidumbres?

    Belicosidad, intervención y achicamiento de un liderazgo que, además, no logró expresarse ni ser visto —por un sector mayoritario de la sociedad— como alguien que pudiera proponer futuro y transformación. Milei se quedó con los logros, la propuesta de transformación y la certidumbre. Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires se acercó a una idea de desestabilización y de guerra interna. El asedio a Kicillof, el insistente recurso del bloqueo o limite a Milei (“a una fuerza hay que oponerle otra fuerza”, decía Taiana) y la sensación de mayor inestabilidad por parte del peronismo hizo de Cristina un liderazgo sin promesa, sin futuro y sin capacidad entender las transformación de los últimos años. Y más aún, nadie en el peronismo propuso una alternativa económica a Milei. Massa fue un liderazgo del límite a CFK en 2013, ahora CFK se ofrecía más como obstáculo para muchos y muchas y como símbolo de la desestabilización. ¿Qué pasará en la economía si gana el peronismo? El temor y preocupación lanzaron a más votantes a las calles: el 7 de septiembre participó el 61 por ciento del padrón, mientras que el 26 de octubre fue el 68. Posiblemente ganó más el miedo y la preocupación de una desestabilización del futuro inmediato que el desdoblamiento.

    Carlos Menem había enseñado que un liderazgo ganador debía expresar la transformación y el progreso (la nación, para después). Quien podía sostener dicha expresión ganaría elecciones. Cristina —si bien lo había logrado— hoy perdió ese lugar. Su figura no pudo “pegotearse” y establecer como núcleos prioritarios a los reclamos de la universidad y la salud pública y de los jubilados. Quien logró erigirse como el capitán de tormentas, capitalizar sus logros (control de la inflación) y dar pistas de transformación se quedó con el triunfo. Ese fue Milei. En parte, hoy gobernar es desmantelar esos problemas que aprisionan y toman las vidas cotidianas. Es desarmar cualquier sensación de caos en una vida por demás complicada. El liderazgo de CFK agregó esa sensación —en muchos y muchas votantes— de agregar desorden a la vida.

    Sumado a esto, una campaña donde el peronismo no habló, no interpeló a los suyos, no dijo nada sobre los problemas estructurales que atraviesan a la provincia y al país y no esgrimió una agenda de futuro. Tanto CFK como Axel Kicillof hoy vuelven a consignas —como Estado presente— que para muchos y muchas se refieren a un momento al que no quieren volver. Están atrapados en una liturgia provista por sus gobiernos anteriores.

    Si consideramos este raid de achicamiento del liderazgo de la expresidenta podemos indicar que ella desmanteló la vieja estructuración política que el propio Perón dejó como marca en el peronismo nacional. Su liderazgo y su dominio se fundaron en la articulación del mundo del conurbano con los grupos provinciales. CFK privilegió el contenido ideológico (o es lo que se percibió por los actores locales), más que una forma de ejercer el dominio y de reeditar la fórmula de la Coca Cola para los triunfos electorales. Ese liderazgo que “chupaba” votos de manera directa sin mediaciones de los territorios y de las instituciones partidarias lo logra insuficientemente por sí mismo. El territorio y las mediaciones se rebelaron.

    El liderazgo de Cristina Fernandez se achica. Hace tiempo que va perdiendo el control, tanto nacional como provincial. Hoy es la líder de un ghetto que perdió capacidad de maniobra.

    Si entendemos el liderazgo como una “inversión” social (establecer y dotar a un liderazgo con capacidad de realizar expectativas, promesas y sensibilidades), CFK se fue descapitalizando. Se redujo, desguazó la posibilidad de un dominio nacional y no pudo incorporar elementos de estabilidad y transformación a futuro. El consumo de la imagen de su liderazgo no termina de geolocalizarse en las sensibilidades mayoritarias, no trae alivio, no calma. San José 1111 se convirtió en un santuario donde los rezos vienen sin grandes resultados. 

    El peronismo bonaerense, en su conjunto, pagó muy caro no descender a la vida cotidiana del electorado, ni a los deseos e inseguridades que impulsaban las transformaciones en el mundo del trabajo y de la subjetividad. La lista de diputados nacionales de la PBA —atravesada por las tensiones con CFK y La Cámpora— no tenía conexión ni con los territorios (parecía una lista del peronismo porteño) ni con los reclamos de ciudadanos y ciudadanas (principalmente de sectores populares y medios) que atan sus vidas a las seguridades y los progresos. El peronismo tiene una agenda desubicada, más conectada con viejas retóricas que con el presente. Se presta a un antiperonismo rápido. No se localiza en el lugar de una minoría que debe reconstruirse ni escanear con más insistencia el pulso de las vidas barriales, laborales y profesionales. Además de no descender a la vidas ciudadana y dar la sensación de que lo que gravita es la interna peronista, la gestión de Axel Kicillof, pese a sus grandes esfuerzos presupuestarios por mostrar una gestión diferente, —reducción de fondos del Gobierno nacional mediante— impide mostrar una gestión alternativa. A su vez, la capacidad del presidencialismo argentino y de la polarización política le otorgó —en este caso— mayores posibilidades a un oficialismo que no perdió el control y que pudo administrar la confrontación.

    La dinámica polarizadora organiza los discursos sociales y los atrapa. Y es tan fuerte que cuando dos periodistas le preguntan a Taiana por Venezuela, el candidato responde como profesor (habla de “democracia fallida”) y no como alguien que aceptaba una lógica del debate bipolar instalada hace muchos años. Y por último, el otro acto fuera de registro puede leerse en el baile postelectoral de CFK en su balcón, que parece más dedicado a la estrategia de desdoblamiento de Kicillof que a otra cosa. Toda derrota necesita de un respiro humano y quien no lo otorga puede aparecer como desconociendo su parte de acción o marcando como error solo la acción de los demás. CFK no le otorga respiro a la derrota política y ella misma afecta su liderazgo. En su intento por sostener que su objetivo es ganar elecciones pretende escabullirse de una historia política que la tiene atrapada como una de sus actrices principales. Que la atrapa y que tiene efectos sobre ella.

    Hoy gobernar es desmantelar esos problemas que aprisionan y toman las vidas cotidianas. Es desarmar cualquier sensación de caos en una vida por demás complicada.

    Entonces, la pregunta no es solo qué mira el peronismo, sino qué consume. Durante años consumió informes y perspectivas que indicaban que el kirchnerismo debía endurecerse y avanzar a fondo con los cambios. Esto implicó una reorganización del liderazgo kirchnerista y la pérdida gradual de aliados y votos. Se maravilló más con la “alta política” que con la realpolitik de las vidas ciudadanas. También consumió lecturas acerca de que el gobierno anterior se perdió por la acción de Alberto Fernandez sin tener en cuenta que CFK quedó más pegada de lo que se cree al expresidente. La estrategia “no digamos nada y dejemos que se equivoquen solos” colocó al peronismo bonaerense ante el silencio y la espera. Después, finalmente, una parte del peronismo pretendió consumir como única respuesta el discurso del desdoblamiento, con el que insistió Cristina en su carta de esta mañana.

    El Gobierno nacional se reunió con los gobernadores dejando fuera del encuentro únicamente a Kicillof, Quintela, Insfran y Melella. Se prepara para diseñar una nueva gobernabilidad. Seguir tomando el control en el Parlamento y la Justicia. Los peronismos provinciales enojados con CFK y el kirchnerismo terminan abrazando a Milei, el peronismo bonaerense entra en un zona de turbulencias y, tal vez, a la propia expresidenta no le quede otra posibilidad que hacer acuerdos con un oficialismo que reclama la aprobación de leyes y el nombramiento de jueces en el Senado. Esto puede recolocarla en un precario centro de la escena. Es más probable que a CFK la restituya la necesidad de acuerdo que tiene Milei, por ahora, en el Senado, que la convulsionada y herida interna bonaerense.

    Su liderazgo está ante propia historia. Su problema no es la geometría electoral sino la sociología política. Ese rumbo puede empezar varias travesías posibles. Derribar a los pequeños robin hoods que se erigen como posibles candidatos para afirmar su liderazgo, más allá de quién sea ungido como candidato kirchnerista en 2027. Persistir en recrear un dominio a condición de ser una fuerza minoritaria o provincial por años. Afirmarlo esperando que Milei falle y que el malestar económico reponga en sus brazos los votos perdidos. Como si todo malestar necesariamente volvería al circuito peronista (el correísmo en Ecuador es un buen ejemplo para entender que esto no siempre es así). Otra posibilidad es que CFK siga insistiendo en su propia estrella y continúe exigiendo victorias donde en realidad busca obediencia o atravesar una larga erosión consumida por una fragmentación peronista que todavía no encuentra un norte en unidad. Por último, dar espacio al surgimiento de nuevos liderazgos, no inundar la política con una persistente disponibilidad presidencial y observar por donde van las pulsiones ciudadanas. Porque allí es donde pueden afianzarse nuevas dirigencias y nuevas palabras. Lo que sí está claro es que devorar y humillar a sus propios hijos —en nombre de la victoria— no siempre da buenos resultados.

    La entrada El norte perdido se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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  • Menem quiere sacarle un auditor al PRO para dárselo a Sáenz

     

    El peronismo, el PRO y el bloque de Miguel Pichetto podrían confluir en una sesión para cubrir las vacantes de la AGN este miércoles, a siete días de la jura de los nuevos integrantes de la Cámara Baja. El gobierno intenta desactivar esa iniciativa porque prefiere votar los nombramientos con la nueva composición parlamentaria.

    La coincidencia entre las bancadas de Germán Martínez y Cristian Ritondo podría producirse por el incumplimiento sistemático de los acuerdos que traban los aliados del PRO con Martín Menem, quien habría comprometido una plaza en el colegio de auditores al gobernador Gustavo Sáenz. Fuentes parlamentarias dijeron a LPO que el salteño piensa en ese lugar para la diputada Pamela Calletti, cuyo mandato vence en diciembre.

    Calletti presidió hasta ahora el bloque Innovación Federal, que reúne a sus pares de Salta, Pablo Outes y Yolanda Vega, más los misioneros que responden a Carlos Rovira y el rionegrino Agustín Domingo. Alrededor de ese núcleo orbitó también el neuquino Osvaldo Llancafilo, hombre de Rolando Figueroa.

    La apuesta de los libertarios sería que Calletti coseche los apoyos de los gobernadores que conducen ese lote de legisladores y consigan también el respaldo de los catamarqueños de Raúl Jalil y el tucumano Osvaldo Jaldo. «Desde el sector de los gobernadores y el peronismo federal reclaman un lugar», deslizó ante LPO un diputado que sigue de cerca la negociación con el gobierno nacional. 

    Calletti y Alberto Arrúa.

    Un colega suyo fue más directo: «Pamela Calletti tiene CV y estamos juntando las voluntades, y además no se puede obviar la representatividad de los diputados que trabajan con los gobernadores». La salteña fue ministra y fiscal de estado en el Ejecutivo de su provincia, también acredita un máster en Derecho Administrativo por la Universidad Austral y fue subdirectora del posgrado de Especialización en Abogacía Pública. 

    El asunto es que los diputados no solo escogen sus representantes en la AGN por antecedentes académicos sino también por volumen político.

    Fracasó la negociación de Mayans con Vischi por la Auditoría y sondean a Lousteau

    Mauricio Macri, por su parte, pretende una silla de auditor para su ex ministro de Trabajo, Jorge Triaca, mientras que UP impulsa a Juan Forlón y el pichettismo promueve a Emilio Monzó. Atrás quedó en la pulseada el radicalismo, que juntaba firmas para darle una de las vacantes a Mario Negri.

    La AGN quedó vaciada hace más de un año. Sólo una de las oficinas permanece ocupada por su presidente, Juan Manuel Olmos, quien carece de facultades para auditar. «Es una locura que la auditoría esté sin auditores desde 2024, que Diputados no las nombre y que a eso se hayan sumado las vacantes en representación del Senado, un país sin presupuesto y sin control externo es, por lo menos, poco serio», dijo una legisladora aliada.

    Están ofreciendo ese lugar a los salteños y, si se lo están ofreciendo a Pamela, es porque nos lo van a cagar a nosotros, entonces nos sentamos nosotros y te lo cagamos a vos.

    El oficialismo aspira a que la oposición fracase en la búsqueda del quórum pero el fastidio empieza a escalar, en medio de las negociaciones de la Casa Rosada con los gobernadores por el Presupuesto, y por el momento celebra que el pedido de convocatoria de peronistas y pichettistas todavía no se formalizó. Un diputado memorioso comparó la actitud de Menem con la que habría tenido Macri durante su presidencia: «Hacen la gran ‘le prometo a todos’, igual que Macri, cuando iba el Tano Angelici y le ofrecía un procurador, iba otro y le ofrecía otro nombre, iba un tercero y le arrimaba otro más y resulta que había un montón de procuradores y un solo cargo», resumió.

    La relación de Ritondo con Menem también está atravesada por la tensión del gobierno libertario con Macri, después que Patricia Bullrich se llevara un grupo de legisladores a La Libertad Avanza. «Si no hay un compromiso serio de que van a cumplir, quedamos mal hacia adentro. Estamos cansados de poner la cara por ellos», comentó ofendida una legisladora leal a Macri.

    El bloque macrista es conciente que, si el gobierno le está ofreciendo un auditor a los gobernadores, sería a costa del que Macri reclama para Triaca. «Están ofreciendo ese lugar a los salteños y, si se lo están ofreciendo a Pamela, es porque nos lo van a cagar a nosotros, entonces nos sentamos nosotros y te lo cagamos a vos», dijo.

     

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