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Cultura: nuevos talleres

La Dirección de Cultura de la Municipalidad de Villa Regina informa que están abiertas las inscripciones a dos nuevos talleres que se dictarán en la biblioteca ‘El Progreso’:

*Costura sustentable: lunes de 16 a 18 horas con la profesora Camila Barreiro

*Reciclado para niños: viernes de 15 a 17 horas con el profesor Nicolás Sandoval

Para informes, dirigirse al celular 2984 246428.

Por otro lado, también se reciben inscripciones al taller ‘Rimas hip-hop’. En este caso se dictará los lunes de 15 a 16 horas en la plaza del barrio 25 de Mayo y también los lunes de 16 a 17 horas en el Oratorio Buen Pastor. Las clases están a cargo de Josías Contreras.

En este caso, las inscripciones se reciben en la Escuela de Arte (Brasil 91). Informes al 2984-650817.

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  • Alak tiene aprobado el presupuesto y avanza en un nuevo sistema de transporte en La Plata

     

    Este jueves el Concejo Deliberante de La Plata aprobó tres proyectos clave para la gestión de Julio Alak: el presupuesto, la fiscal-impositiva y el pliego que implica la renovación del sistema de transporte público en la capital provincial.

    El presupuesto de 462 mil millones de pesos ratifica la centralidad de la obra pública para Alak, ya que las intervenciones urbanas se llevan casi el 60% del total.

    «Se han hecho muchísimas obras, se han puesto en valor plazas, avenidas, edificios públicos, se ha pavimentado», dijo la concejal oficialista Micaela Maggio, quien también defendió la inversión en materia de seguridad.

    «A los peronistas se nos suele reprochar que no invertimos en seguridad. Se han comprado cámaras y domos, se va a hacer el monitoreo de patentes. Se está poniendo en acción el plan de seguridad modelo», sostuvo.

    Además del bloque oficialista, el presupuesto fue acompañado por la UCR, ASAP y Propuesta Vecinal, sumando así 17 votos a favor. El PRO y los libertarios lo rechazaron.

    «Si gobernara La Libertad Avanza y el PRO en La Plata, el 60% del presupuesto no iría a obras, sino a seguridad porque la ciudad está atravesando una crisis en seguridad sin precedentes», dijo el concejal PRO Nicolás Morzone.

    Además, se votaron los presupuestos para los entes municipales, a los que se incluirá el cementerio, que dejará de depender de la Secretaría General y pasará a ser un ente autárquico con recursos propios.

    Se trata de una propuesta de Alak, que apunta a optimizar la gestión ahí, luego de las denuncias por el mal estado en que recibieron el cementerio de la pasada gestión.

    Kicillof y Alak inauguraron las obras de remodelación de otra plaza céntrica de La Plata

    En lo relativo a la fiscal-impositiva, se prevé una suba promedio del 30% en la Tasa de Servicios Municipales (SUM), pero si la inflación supera los 20 puntos se podrá aplicar un aumento mayor. El municipio espera ecaudar 28.500 millones de pesos por Tasa SUM y $101.000 millones en concepto de Tasa de Seguridad e Higiene.

    Por otro lado, avanza el nueva sistema de transporte en La Plata. El pliego de licitación aprobado por unanimidad (incluso por el PRO y LLA) establece cambios que apuntan a mejorar la flota de colectivos y la frecuencia de los servicios.

    Entre las novedades, la concesión pasa de 10 a 12 años, con posibilidad de prórroga, con el fin de que las empresas adjudicatarias apuesten a inversiones a largo plazo.

     El pliego de transporte apunta a dotar de mayor conexión con el centro de la ciudad a aquellos barrios periféricos que hoy cuentan con una escasa frecuencia de micros. Así, se incluirán más unidades en las distintas líneas y se incrementarán las frecuencias 

    También, se prevé que todas las modificaciones de rutas, frecuencias y paradas deben ser aprobadas por el Concejo Deliberante.

    Por lo pronto, el pliego apunta a dotar de mayor conexión con el centro de la ciudad a aquellos barrios periféricos que hoy cuentan con una escasa frecuencia de micros. Así, se incluirán más unidades en las distintas líneas y se incrementarán las frecuencias, con ampliación de recorridos hacia nuevas zonas, actualmente poco cubiertas.

    Además, incluye la implementación de nuevas tecnologías en los micros, como vehículos a GNC o eléctricos y se mejorará la semaforización inteligente. 

     

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  • Vengo a hablar de política

     

    Publicado el 26 de junio de 2019

    Foto de portada: Jangel Mota

    -¿De qué tienen que hablar las travestis?

    Claudia Rodríguez deja caer la frase con cierta ambivalencia. Sostiene un cuaderno en la mano sin mirarlo. Uñas anaranjadas, voz honda, coqueta, así se presenta ante un público integrado por alumnxs de literatura latinoamericana, estudios de género y sexualidad, profesorxs universitarios y activistas LGBT que se acercaron a escucharla. Hoy no está en Santiago de Chile, donde vive, sino Estados Unidos, en una universidad pública de Nueva York.  

    Soy el profesor anfitrión aquí en Stony Brook University, esta universidad pública de Nueva York. Lxs alumnxs presentes han cursado mis materias sobre lo trans y lo queer/cuir en América Latina, han leído la obra de Claudia, hemos hablado de ella. Pero no es lo mismo hablar de ella que escucharle hablar por sí misma. Y ese es el punto: un acto de presencia. Esa presencia es política, aquí, ahora. Es político nombrarse travesti en este contexto -en la era de Trump y en tierra de Trump-. Estoy ansioso, anticipo preguntas, burocracia repentina, el problema del idioma, del cuerpo. Tengo miedo de que nos vean fumando un cigarrillo (está prohibido fumar en el campus). Tengo miedo de que no digan nada, de la indiferencia. Pero exhalo. Ya está.

    – Soy poeta travesti chilena. Y monstrua resentida- continúa la invitada. 

    Rodríguez es la figura emergente de la escena cultural trans y travesti de su país. Su trabajo activista se enfoca en la prevención del VIH en comunidades periféricas. Y su trabajo performático, en la hipocresía patriarcal, la violencia de género, la supuesta multiculturalidad del Estado chileno. En Santiago, a Claudia se la puede ver parada en una esquina, bajo la sombra del Cerro Santa Lucía chusmeando con una amiga, riéndose de clientes viejos o recordando la historia del activismo travesti local. También se la puede cruzar en una marcha feminista vestida de monja, de Pamela Anderson o de la Estatua de la Libertad con una pancarta: “Para las travestis reales el Estado no puede existir”. Es autora de fanzines y libros de poesía como Cuerpos para odiar y Dramas pobres. Algunos de sus textos fueron llevados al teatro, como la autobiográfica Vienen por mí que la actriz y escritora Camila Sosa Villada estrenó en Córdoba, Argentina. Es una de las voces del libro Travesti, una teoría lo suficientemente buena (Ed.Muchas Nueces), entrevistada por Marlene Wayar.

    En su obra, el cuerpo travesti se monstrua (así, como verbo) a través de reconfiguraciones plásticas y peligrosas. El peligro es ese cuerpo, peligro latente pero omnipresente. “Ser travesti es ser una muñeca para los hombres que odian a las mujeres”, escribe Claudia. Estos aforismos abundan tanto en su poesía como en sus reflexiones cotidianas. Es su forma de contextualizar la memoria que bifurca y desdobla en cuerpos inertes, degollados. Cuerpos de mujeres travestis que, como ella dice, “murieron sin haber escrito ni una carta de amor”.

    Claudia Rodriguez_02

    La artista chilena fue invitada por el Instituto de Humanidades de Stony Brook University a participar del simposio Unnatural: Gender, Ideology, and the New Latin America (Antinatural: género, ideología y la nueva América Latina). 

    Stony Brook forma parte del sistema de universidades públicas del estado de Nueva York. Queda a dos horas en tren desde Manhattan, en un suburbio de familias tipo: blancas, burguesas.  Es conocida por sus programas en ciencias exactas, por su hospital y por la escuela de medicina. Las humanidades aquí quedan relegadas a un segundo plano de importancia -y de financiamiento-. Stony Brook es una universidad popular, con aranceles accesibles; por eso muchos de sus estudiantes son hijos de inmigrantes latinoamericanos y asiáticos. 

    ***

    El encuentro busca generar un diálogo sobre el impacto de la vuelta de la derecha en América Latina en la política y en el arte. Y cómo esta vuelta que no es nueva se viraliza y se siente tanto en los espacios públicos como en las relaciones interpersonales, en la intimidad.

    También exponen Denilson Lopes, especialista en literatura y cine de la Universidad Federal de Río de Janeiro, y Gabriela Arguedas, filósofa feminista experta en bioética de la Universidad de Costa Rica. Todxs hablan de la coyuntura vista desde las ciencias sociales y las humanidades, y también desde la investigación académica y las experiencias personales. 

    Lopes, el académico carioca, se refiere al deseo de los encuentros cotidianos (inter e intra-generacionales) como un modo tenue pero poderoso de construir redes de afecto. Pone de ejemplo el cortometraje Bailão (de 2009, dirigido por Marcelo Caetano) para explicar cómo, en la sutileza de lo mundano, de los espacios entre la casa y el trabajo, residen otras posibilidades de una sociabilidad si no utópica, fugazmente luminosa, centelleante, en devenir. Pienso en la pista de baile de un bar gay cualquiera, un martes. Pienso en una conversación. Una pausa. Una mirada.

    Por Skype y desde Costa Rica, Arguedas (cuyo vuelo de American Airlines se retrasó por una falla mecánica) le apunta a la denominada ideología de género. Se remonta al siglo XVIII, traza la historia filosófica, se enfoca en el neointegrismo católico y en el fundamentalismo pentecostal. Explica: estas dos formas de pensamiento no sólo rechazan los esfuerzos recientes en materia de derechos LGBT, sino que también repudian la soberanía individual, legado de la tradición intelectual de la Ilustración. Quedé impresionado no sólo por la destreza interdisciplinaria de Arguedas, sino por el trabajo político que nos queda por delante. ¿Cómo apelar a los derechos de un colectivo disidente cuando, precisamente, es el individuo quien recibe derechos dentro del sistema legal en la modernidad? ¿Cómo no caer en la quimera de la protección estatal? 

    Entonces, Claudia. Con las uñas anaranjadas, con su cuaderno como escudo, ¿de qué tiene que hablar? Su intervención comienza con una paradoja que es, a la vez, una reflexión sobre las expectativas culturales, académicas e institucionales y un intento por sintetizar un deseo. Hay en ese “tener que” una postura política ante la obligatoriedad discursiva, ante la aparición de una travesti en público, ante la mirada pegajosa que solicita. Nos provoca a indagar el cuerpo, el deseo y la política a través de una teorización transfeminista que se basa en un recuento de su propia trayectoria activista y poética. Tras una pausa, dice: 

    – Aprendí del feminismo que hay que poner el cuerpo. 

    Claudia Rodriguez_03

    Esa apuesta por un feminismo experimental -cuestiones que guían la obra de Rodríguez- nos interpela como público: ¿cuánto cuerpo hemos puesto y cuánto estamos dispuestos a dar? ¿Qué puede el cuerpo, este cuerpo mío?

    La pregunta me transporta a 2015, cuando la vi por primera vez en Chile. Claudia actuaba en Cuerpos para odiar: emergía de la penumbra, se mostraba etérea pero contundente, vestida de blanco, cabello rubio quemado. Interpelaba al público: 

    — ¿Quieren show? 

    No era una pregunta retórica. ¿Qué quieren del cuerpo travesti? ¿Qué quieren que les diga?

    La inquietud de una alumna me devuelve a Stony Brook. Le pide recomendaciones para seguir pensando la intersección entre la literatura escrita por mujeres y la violencia epistémica. “No te podría decir. No soy mujer, soy travesti”, responde la chilena. Y arroja un ejemplo de su política feminista: hablar desde ese cuerpo encarnado, ese lugar específico. Dejar de pensar en universalizaciones para figurar desde su ontología (si me permiten la verborragia, Claudia propone una ontopoética travesti).  

    La jornada termina. Los alumnos se dispersan (y me confesarán después que fue el evento más comentado del año académico). Nos quedamos Claudia y yo para la cena celebratoria (de rigor). “¿Querés ostras?”, le digo, y me imagino en aquella escena inicial de Una excursión a los indios Ranqueles, cuando Mansilla se jacta de su colonialismo gustatorio, de sus ostras y de su tortilla de huevos de avestruz. Viene el camarero —un inmigrante salvadoreño—, y toma nuestro pedido: 

    – Quiero la carne —dice Claudia—. Pero cruda. 

    ***

    Como somos amigas (la Claudia me mujerea mucho), después del evento nos escapamos del pueblito de Stony Brook. Ella se queda a pasar unos días en mi departamento en Brooklyn. No tenemos mucho planeado, pero en algún momento ella pide: 

    – Quiero ir adonde la Marilyn sacó su fotografía. 

    No me lo tiene que explicar. Conozco la imagen de Marilyn Monroe en The Seven Year Itch. La referencia no es gratuita. En su poemario del 2016, Dramas pobres, Rodríguez escribió: “A veces me parezco a la Marilyn. Cuando tomo el cigarro y miro fijamente al pasado; me vuelvo a levantar, a sentirme travesti y minotaura”. Y en Cuerpos para odiar, Rodríguez protagonizó a La Marilyn. Es que Monroe es una suerte de sombra para ella, una figura trágica, modelo imperfecto de una femineidad mediatizada, decadente, monstruosa. 

    Aquella foto histórica se tomó en la esquina de la calle 52 y Lexington Avenue. Vamos. Pero no hay nada material para reconocer aquella escena, ni una placa ni flores ni olor a Chanel Nº 5. Hay que ir como si fuera un ritual solo para iniciadas, como si la búsqueda de ese espacio, cual soplo de viento fortuito, tuviese que ser también fugaz, tentativa. 

    De vuelta a mi casa, Claudia sube al Facebook la foto que le saqué. El álbum se titula: “Una travesti pobre en Nueva York”.

    El sábado vamos al Central Park. Es el primer día soleado de la primavera de Nueva York. El pasto todavía está mojado, frío, pero igual nos sentamos a ver los cuerpos que, en su transitar líquido, poliforme, reflejan el ansia del encuentro. 

    Más tarde vamos a sacarnos otra foto, esta vez con la Estatua de la Libertad, aquella mujer tan sola. Tan travesti. Caminamos hacia la última punta de Manhattan, donde el mar Atlántico chapea contra un muelle que en el siglo XIX servía como batería militar y antes como mercado de esclavos. Entonces divisamos una masa humana que, frente a la bolsa de valores, se aferra al Toro (de bronce) de Wall Street, el Charging Bull. Nos dejamos llevar por el bullicio. Hay familias de turistas que se sacan una foto, mejor dicho, que se turnan para sacarse la misma foto. Varias manos encima de los cuernos lustrosos, sonrisitas. Claudia señala con la mirada: “Quiero con el poto”. Obvio. Con el poto del Toro de Wall Street. Se para al lado y, providencialmente, una pareja de argentinos me pregunta: 

    – ¿Querés que les saque la foto con las bolas?

    – No. Con el poto. 

    Nos miran. Claro, para ellos el poto no significa nada; o quizás entienden, por el contexto, que poto es culo, ano, orto, pero igual nos miran desconcertados con el desdén del falogocentrismo y el gesto irónico de la travesti.  

    “Podría ser la portada de mi siguiente libro”, sugiere Claudia. Nos reímos. Y sí, ¿por qué no? Necesitamos una potopolítica, propongo. Potopolítica: liberación del ano, política marica-travesti-torta de los (malos) usos del cuerpo, expresión del deseo antinatural, legado del pecado nefando. 

    Claudia Rodríguez_04 byn

    En realidad, Rodríguez lleva rato pensando en la lógica anal, en el precioso ano del hombre, como señala uno de sus poemas: 

    Una loca dijo: 

    Ser travesti es ser degenerada como los hombres, 

    estar dispuesta a todo pero en secreto, para que no 

    duden del hombre, para que no se diga del hombre

    que le gusta por el poto. La lengua en su poto y los

    dedos de una travesti. 

    ***

    Si tuviera que nombrar qué nos une a Claudia y a mí diría: el deseo. La forma del deseo, de pensar el deseo, de buscar en sus contornos un territorio propio-compartido a partir del cual nos sentimos cómplices en nuestros respectivos proyectos (de vida, artísticos, políticos, cotidianos). Tenemos, por así decirlo, un trasfondo común a pesar de las muchas cosas que nos diferencian. Y de ese trasfondo surge la necesidad no solo de pensar el cuerpo (individual, colectivo) en estos tiempos de fascismo, sino de poner en práctica la consigna que aprendimos (las dos) de Perlongher: “Lo que queremos es que nos deseen”. 

    No me sorprende, entonces, cuando Claudia me pregunta: “¿Dónde está el deseo?”. 

    Salimos del MoMA y vamos a tomar el subte hacia Brooklyn. Seis de la tarde, Midtown. Zona de negocios, de bancos, de trámites pero no del deseo, o por lo menos, del tipo de deseo que queremos ver. “Quizás -me dice- el deseo tiene horario.” Pero en la ciudad que nunca duerme los horarios son flexibles. El deseo también. “Mira que todos andan del mismo color azul marino. ¿Cuál es el color del deseo?” Tal vez tiene en mente una naturaleza muerta de Cézanne, las imperfecciones que se dejan ver en la forma, en el toque, imperfecciones que enmascaran los píxeles de la reproducción digital. Es la búsqueda lo que se deja ver en persona, la búsqueda de la expresión, que es otra manera de decir: el deseo.

    Durante el simposio, Lopes había sugerido que el arte puede ser un lugar de encuentros. No lo entendí, y quizás todavía sigo sin entenderlo. Igual, pienso, el arte no escenifica encuentros. El arte es el encuentro. Como el encuentro también es arte.  

    Por ejemplo: estábamos sentadas en un salón del MoMA. Hablábamos de la muestra fotográfica de Lee Friedlander “Letters from the People” (Cartas del pueblo). Claudia pregunta: “¿Por qué no hay nada en español?”. Miro. “Hay todo un mundo ausente aquí”, dice. Otro pueblo, quizá. Las fotos son de números y letras, graffitis, signos sacados de contexto, combinados para crear otro contexto —un ensamble-. Tiene razón, pienso, pero el fotógrafo busca algo también. Quizás no sabe leer los códigos subterráneos. De repente escucho: “Can you move?”. Nos miramos. Me doy vuelta. “Can you move?”, de nuevo. Es una chica de veintitantos años, rubia, europea. Se interrumpe nuestro encuentro con otro inesperado. “Quiere que nos quitemos de la banca”, le digo a Claudia. Nos pide dejarle el asiento para poder sacarse una foto. Nos corremos un poco. Saca una selfie, nosotras de periferia.

    En alguna foto de Instagram estarán nuestras miradas de reojo reflejadas en los retratos de Friedlander, miradas que sirven de trasfondo para el registro fotográfico de una turista europea en el MoMA. Se me ocurre: cuando nos desplazamos se generan otras posibilidades de encuentros, otras constelaciones afectivas y corporales, a pesar de la relación de poder evidente. Luego Claudia me dice: “No hay que buscar hablar desde el centro. La periferia debe nombrar la periferia”. Sonrío. Sí, desde ahí, desde la periferia se pone el cuerpo. 

    Me sacude la claridad de su pensamiento. Es que había pensado al proponer el simposio, confieso, que serían mis alumnxs y no yo el sujeto de la irrupción de Claudia en el escenario cotidiano. Yo, como sujeto indígena, nunca me he imaginado céntrico en este país genocida. Pero me doy cuenta que mi propio transitar centro-periférico, mi deseo marica, mi piel, mi ciudadanía sexual, dependen precisamente de discursos encarnados, entrelazados, de tensión epistémica. Mejor dicho: me doy cuenta porque ahora lo siento en mi propio cuerpo, junto a Claudia, travesti monstruosa, cuando nos dejamos llevar por el arte del encuentro. No puedo dejar de imaginar, así, que nuestros cuerpos, en un eco luminoso, marcan no sólo coordenadas de pertenencia o de exclusión sino también, y sobretodo, zonas de deseo siempre en movimiento. 

    Fotos: perfil de Facebook Claudia Rodríguez

    La entrada Vengo a hablar de política se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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  • Una mega inversión para exportar GNL desde el Puerto La Plata reaviva el impulso por el Canal Magdalena

     

    Camuzzi Gas Inversora anunció un mega proyecto de GNL por USD 3.900 millones para exportar desde el Puerto La Plata gas natural producido en Vaca Muerta.

    Además de potenciar exponencialmente la dinámica portuaria, en La Plata ven que la inversión también reaviva la demanda al gobierno nacional por la obra del Canal Magdalena, proyecto descartado por Javier Milei y que en la administración de Axel Kicillof consideran central para evitar sacar la carga por Montevideo.

    «El Canal Magdalena empieza a tomar cada vez más forma y a ser más imperioso. Para este servicio (de exportar GNL) sería muy útil que el canal se realice, mejoraría muchísimo sus posibilidades», dijo a LPO el titular del Puerto La Plata, José María Lojo.

    En concreto, Lojo sostuvo que el Canal Magdalena abriría la posibilidad de acceso de buques de mayor magnitud y mejores circuitos, por lo que analizó que Camuzzi «apunta a que esa obra en algún momento se va a realizar».

    La compañía controlada por Alejandro Macfarlane, Jorge Brito y el grupo empresario italiano encabezado por Fabrizio Garilli tiene previsto comenzar las obras en 2026 con una inversión inicial de USD 300 millones, con la proyección de comenzar a operar a inicios de 2028.

     El Canal Magdalena empieza a tomar cada vez más forma y a ser más imperioso. Para este servicio (de exportar GNL) sería muy útil que el canal se realice, mejoraría muchísimo sus posibilidades 

    El proyecto «LNG del Plata» prevé obras que vinculen el sistema existente con el puerto y se prevé construir un gasoducto subacuático de 10 kilómetros conectado a una plataforma offshore donde estará amarrado un buque licuefactor (Floating LNG) que procesará el gas proveniente de Vaca Muerta para convertirlo en Gas Natural Licuado, facilitar su transporte marítimo y exportarlo.

    El posicionamiento del Puerto La Plata como boca de salida del gas de Vaca Muerta desde la provincia de Buenos Aires se venía proyectando en términos de confidencialidad hace tres años e implica un plan de inversiones por 20 años.

    Para eso, en Camuzzi confirmaron que ya presentaron el proyecto a Nación y Provincia. Con el gobierno de Javier Milei exploran el ingreso al RIGI, mientras que en la administración de Axel Kicillof buscan una legislación especial para contar con estabilidad impositiva.

    Con gremios e intendentes, Kicillof activa la presión a Milei por el Canal Magdalena

    La idea es exportar 9 millones de metros cúbicos diarios de gas natural entre septiembre y mayo, cuando la demanda local baja. Semejante volumen posiciona al proyecto como uno de los más ambiciosos del mercado energético local. En total, se estipula la creación de 500 puestos de trabajo.

    «El proyecto aportará más de USD 14.500 millones en divisas provenientes de exportaciones, fortaleciendo el rol de Argentina como proveedor estratégico de energía a nivel mundial», dijo Macfarlane, presidente de Camuzzi.

    En esa línea, Lojo sostuvo que esta inversión representa «un crecimiento importante para el puerto, la región, la provincia y el país, porque significa generar divisas, otra de las grandes necesidades que tenemos en Argentina».

     En Camuzzi confirmaron que ya presentaron el proyecto a Nación y Provincia. Con el gobierno de Javier Milei exploran el ingreso al RIGI, mientras que en la administración de Axel Kicillof buscan una legislación especial para contar con estabilidad impositiva. 

    El titular del Puerto La Plata consideró que la actividad del puerto se verá multiplicada. «Hay una obra, más movimiento, más barcos, más trabajo y servicios para realizar la obra y después operar esa instalación. Es mayor actividad en el puerto y las empresas proveedoras de servicios para esa plataforma», dijo.

    Junto a eso, en el puerto creen que la inversión de Camuzzi dotará de más espalda al reclamo por la obra del Canal Magdalena, vía que permitiría contar con una salida propia al mar sin pasar por Montevideo.

    Como contó LPO, el Canal Magdalena supone la creación en La Plata y la región de un hub portuario donde reunir las cargas para luego redistribuirlas. Se trata de un puerto que funciona como centro de conexiones y logística de distribución.

    Eso, permitirá ofrecer en la provincia todos los servicios portuarios que hoy ofrece Montevideo y por el que percibe entre 100 y 150 millones de dólares anuales. 

     

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