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‘Coloreando mi ciudad’ en las 201 Viviendas

La Dirección de Turismo de la Municipalidad de Villa Regina informa que este jueves 25 la actividad denominada ‘Coloreando mi ciudad’ se desarrollará en el barrio 201 Viviendas.

Para ello se convoca a niños y niñas de entre 8 y 12 años a participar para disfrutar de una mañana llena de aprendizajes, dibujos y colores. El punto de encuentro será la Plaza del Comahue a las 10 horas.

La actividad es gratuita y para más información o consultas, los interesados pueden comunicarse al 2984904350.

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  • Milei le quitó al Instituto de la Yerba toda capacidad de intervenir en el mercado y fijar precios

     

    Javier Milei dispuso una nueva restricción sobre el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), creado en 2002 para regular la actividad. A través del Decreto 812, firmado por el Presidente, se modificó el marco vigente y establece que el organismo no podrá adoptar medidas que afecten precios, competencia u oferta y demanda.

    De este modo, el gobierno le quita de manera completa al sector yerbatero su facultad de intervenir y fijar precios. El decreto lleva la firma de Milei, del jefe de Gabinete, Manuel Adorni; y del ministro de Economía, Luis Caputo.

    La nueva normativa reescribe gran parte del decreto 1240/02 que reglamenta las funciones y atribuciones del organismo y lo deja sin la capacidad de fijar precios de referencia por la materia prima que se le pagaba a los productores de manera definitiva, entre otros puntos.

    «El INYM no podrá dictar normas o establecer intervenciones que provoquen distorsiones en los precios de mercado, generen barreras de entrada, impidan la libre iniciativa privada y/o interfieran en la libre interacción de la oferta y la demanda en la producción y comercialización de la yerba mate y derivados», indica el decreto.

    Yerbateros echaron a libertarios de Oberá y Karina tuvo que suspender un acto

    Asimismo, se intruyó al organismo nacional para que «en el plazo máximo de 30 días desde la entrada en vigencia de la presente medida, releve y adecue toda normativa dictada por el citado Instituto Nacional que contradiga lo establecido en el artículo 8° del Decreto N° 1240 del 12 de julio de 2002».

    En diciembre de 2023, el Decreto de Necesidad y Urgencia N° 70/23 introdujo modificaciones sustanciales en el INYM, donde confluyen gobiernos de las provincias productoras, los yerbateros y las empresas. Entre otras, le quitó la potestad de fijar precios para la materia prima.

    En paralelo, un informe reciente del Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado, encabezado por Federico Sturzenegger, señaló que desde el inicio del proceso de desregulación, en diciembre de 2023, el precio real de la yerba mate cayó 44,3%, mientras que el valor nominal se mantiene estable desde julio de 2024. El documento agrega que la producción y las exportaciones crecieron 29% y 16,6%, respectivamente, entre 2023 y 2024.

    El Instituto informó además que las exportaciones alcanzaron 42 millones de kilos a septiembre, superando los volúmenes de 2021, 2022 y 2023, y casi igualando el récord de 2024, cuando se enviaron 43,8 millones de kilos. Las proyecciones oficiales apuntan a que 2025 cerrará con más de 50 millones de kilos vendidos al exterior. 

     

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  • El Tesoro gastó USD 1.800 millones en sostener el peso: «Van a tener que abandonar las bandas»

     

    El programa económico de Milei enfrenta una corrida aguda que pone un enorme interrogante sobre el actual esquema monetario: en el último mes se quemaron USD 5.000 millones, entre el Tesoro nacional, el Banco central y el Tesoro de EE.UU para controlar el valor del dólar, que igual se escapó. 

    El dato surge de un estudio del economista Amílcar Collante que ordenó el proceso: en las últimas cuatro semanas primero intervino el Tesoro, después el Banco Central BCRA y cuando ese músculo se tensó, apareció el Tesoro norteamericano.

    El Tesoro nacional dilapidó USD 2.107 millones, el BCRA USD 1.156 y el Tesoro de Estados Unidos USD 1.800. En total USD 5.063 millones. Una locura. Para dimensionar la corrida que enfrenta el plan económico, si este ritmo se mantiene en apenas cuatro meses se evaporaría el swap del Tesoro de Estados Unidos, que igual no se puede usar.

    Sólo este miércoles se estima que el Tesoro de EEUU quemó en el mercado argentino entre USD 400 millones y USD 500 millones. Es evidente que en el mercado nadie cree en el diagnostico del secretario del Tesoro, Scott Bessent, que dijo que el peso estaba sub valuado. Y mucho menos al funcionario de Economía, Felipe Nuñez, que afirmó que el valor de «equilibrio» de la divisa es 1250 pesos.

    En el mercado hablan de una brutal intervención del Tesoro para frenar el dólar 

    El problema es que a esta demanda del mercado, se suman los vencimientos de deuda en dólares que enfrenta el gobierno, que hasta ahora no logra acumular reservas. En enero deberá pagar USD 4.500 millones de vencimientos. 

    «Es como regar el desierto con Perrier: al primer solazo se evapora», resumió un operador financiero. 

    Con un dólar a mil cuatro no sé cuántos, mil quinientos, la demanda es mayor que la oferta. Tenemos que ir al price discovery, descubrir a qué precio la oferta iguala a la demanda.

    Rodolfo Santángelo, socio de Carlos Melconian, expuso un diagnóstico quirúrgico y puso sobre la mesa cepo y devaluación. «Con un dólar a mil cuatro no sé cuántos, mil quinientos, la demanda es mayor que la oferta. Tenemos que ir al price discovery, descubrir a qué precio la oferta iguala a la demanda», anticipó este economista. «Lo más difícil es bajar la demanda de cobertura. Soy liberal pragmático: algunas ‘regulacioncitas’ que ordenan no me asustan. Ojo con liberar por liberar: eso es tapar la olla», advirtió. 

    El ministro de Economía, Toto Caputo.

    En línea con la posible evolución del dólar, Santángelo anticipó además una suba de la inflación. «Con dólar más alto suben alimentos, luz y gas dolarizados, importados y subsidios si no ajustás tarifas. La liberación total debería ser la frutilla de la torta: primero, hay que tener la torta». 

    Se viene un fuerte tarifazo después de las elecciones: el gobierno dolariza la energía

    Eduardo Setti, ex secretario de Finanzas de Sergio Massa, pronosticó: «Caputo va a tener que dar de baja el programa de bandas, no acumula reservas. Si no da señales claras, los mercados no van a acompañar en títulos públicos. Puede ser flotación sucia o dejar correr hasta el punto de equilibrio, todas opciones con costo social alto», afirmó. 

    Martín Pollera, director del Grupo Atenas, aportó otro dato clave: «Si abrís el período desde diciembre, se fueron cerca de USD 105.000 millones entre superávit comercial, blanqueo, FMI, cosecha, Bopreal. Entonces, mi pregunta no es cuánto vale el dólar el lunes, sino cómo va a pagar el Gobierno los vencimientos de 2026». 

    Caputo va a tener que dar de baja el programa de bandas, no acumula reservas. Puede ser flotación sucia o dejar correr hasta el punto de equilibrio, todas opciones con costo social alto.

    Pollera destacó que la fuga de USD 105.000 millones equivalen a más de 1.450 obras de infraestructura productiva como rutas, gasoductos, parques industriales, electrificación, conectividad, polos tecnológicos. 

    «El problema no es sólo reservas: es la economía real. Con 30 empresas menos por día y 450 empleos menos diarios, destruís trabajo y capital. Con tipo de cambio atrasado apagás exportaciones; con equilibrio fiscal rígido apagás gasto y obra pública. Si el consumo se plancha, la inversión también, no por tasa, sino porque sobra 50% de la planta. La capacidad instalada está en mínimos», agregó Pollera. 

    Santángelo lo dijo más simple: «La economía real va a tener que esperar, lo digo como pronóstico, no como deseo».

     

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  • Ucrania: una paz que avanza a la fuerza

     

    En menos de 72 horas, la relación transatlántica cambió de naturaleza y todo parece indicar que los ucranianos han perdido la guerra. El 12 de febrero de 2025, el flamante secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, dio inicio a las negociaciones de paz en Ucrania. Ya desde un comienzo cedió ante las dos principales exigencias de Moscú: la no adhesión de Kiev a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la ratificación de las “nuevas realidades territoriales”, es decir, la anexión de cuatro regiones ucranianas a Rusia, así como también de Crimea. Al día siguiente, tras una larga conversación telefónica con Vladimir Putin, el presidente Donald Trump anunció su intención de reunirse con su par ruso en Arabia Saudita –sin los ucranianos ni los europeos– y expresó su deseo de que pronto se organicen elecciones en Ucrania. Finalmente, el 14 de febrero, en un discurso pronunciado en una conferencia en Munich, el vicepresidente estadounidense, más que abordar la cuestión ucraniana, reprochó a los dirigentes europeos el hecho de que deshonraran las aspiraciones de sus propios pueblos restringiendo la libertad de expresión en las redes sociales o anulando las elecciones en Rumania por supuestas injerencias rusas (1).

    Semanas antes, Trump había lanzado una ofensiva comercial al aumentar los aranceles a las importaciones de Canadá, México y la Unión Europea, y también había expresado sus intenciones anexionistas sobre Groenlandia (2). Sin embargo, de ahora en adelante, ya no se trata tan sólo de manipular a sus “aliados” para que compren más armas o para equilibrar la balanza comercial. Al declarar que Estados Unidos no les concedería garantías de seguridad ni a Ucrania ni a las tropas europeas que pudieran desplegarse para hacer cumplir un eventual alto el fuego, Trump inevitablemente sembró dudas sobre la solidaridad estadounidense en caso de un ataque al territorio de un miembro de la OTAN. Sin su contrapartida de seguridad, el vínculo transatlántico se parecería más bien a una completa relación de dependencia.

    No obstante, desde 2022, Estados Unidos ha “invertido” un promedio de 35.300 millones de dólares por año en Ucrania (3). Mucho más que los 3.000 a 5.000 millones de dólares que Washington destinó cada año a Israel antes del ataque del 7 de octubre de 2023 y el equivalente a casi la mitad de los gastos militares anuales para Afganistán entre 2001 y 2019 –un esfuerzo para financiar una ocupación militar y operaciones directas–. El nivel de apoyo a Ucrania se sitúa, por lo tanto, en algún punto intermedio entre la ayuda brindada a un aliado histórico en Medio Oriente y el compromiso de una intervención directa en el campo de batalla en su propio nombre. Pero a Trump poco le importa todo eso: la guerra en Ucrania no es la de Estados Unidos, sino la de su antiguo rival Joseph Biden…

    Errores de cálculo

    Evidentemente, la magnitud de la ayuda occidental llevó a Kiev a cometer un error y la alentó a rechazar la negociación. En la primavera boreal de 2022, incluso antes de que Occidente le proporcionara su apoyo militar, la resistencia ucraniana podía enorgullecerse de haber frustrado la operación de cambio de régimen fomentada por el Kremlin y de haber minimizado las pérdidas territoriales. Después de cuatro semanas de combates, los beligerantes estaban cerca de llegar a un acuerdo. En Estambul, Kiev aceptó un estatus de neutralidad –es decir, renunció a adherirse a la Alianza Atlántica– y confirmó su intención de no dotarse de armas nucleares. A cambio, buscaba conseguir la retirada voluntaria de Moscú de los territorios que había ocupado desde el 24 de febrero. Sin embargo, Kiev necesitaba garantía de seguridad por parte de los líderes occidentales, quienes se la negaron. Boris Johnson se convirtió en el portavoz de la posición occidental durante una visita a la calle Bankova, sede de la Presidencia ucraniana. El Primer Ministro británico afirmó que nunca firmaría un acuerdo con Putin. Por eso, lo que ofrecían no eran garantías, sino armas (4).

    Europa deberá pagar la reconstrucción de Ucrania y, al mismo tiempo, afrontar los costos de su seguridad.

    Por un tiempo fue posible creer que dicha apuesta resultaría exitosa. Tras una primera contraofensiva, en noviembre de 2022, Kiev recuperó la ciudad de Jersón, ubicada en la orilla derecha del río Dnieper. Se desató la euforia. La palabra “negociaciones” se volvió tabú. No alinearse con los objetivos ucranianos –es decir, recuperar por la fuerza las fronteras de 1991– equivalía a firmar un pacto con el diablo. Los grandes medios de comunicación occidentales respaldaron el decreto ucraniano de octubre de 2022 que prohibía las negociaciones con Putin, a quien buscaban llevar ante la justicia internacional por crímenes de guerra (5).

    Sin embargo, la segunda contraofensiva ucraniana de junio de 2023 resultó en una derrota. En los medios de prensa, los estadounidenses expresaron su descontento: Kiev habría escatimado demasiado sus hombres para privilegiar ataques tácticos dispersos a lo largo del frente en lugar de enviar soldados en masa a los campos de minas rusos con la esperanza de traspasar las defensas del adversario y cortar el puente terrestre entre Rusia y Crimea (6). Bajo la presión de Washington, Kiev redujo la edad de reclutamiento de 27 a 25 años en abril de 2024, pero en diciembre se negó a bajarla a los 18 años. Así, la apuesta hecha en base a las exhortaciones occidentales fracasó trágicamente. Tanto el costo humano –cientos de miles de muertos y heridos– como los sacrificios exigidos a la sociedad fueron en vano (7).

    Como lógica consecuencia, durante el mismo período, Rusia experimentó una suerte inversa. El inicio de su “operación militar especial” resultó un fiasco. Los servicios de inteligencia rusos sobrestimaron los apoyos con los que contarían tanto por parte de la población como dentro de las élites ucranianas. El Ejército se estancó en los barrios periféricos de la capital ucraniana y fracasó en su intento de tomar el control del país. El Kremlin decidió entonces concentrar su dispositivo militar en el Donbass y Crimea. Concebida inicialmente como una expedición relámpago, la guerra fue cambiando de escala y de naturaleza. La movilización forzada decretada en septiembre de 2022 provocó una ola de protestas y exilios.

    Atrapada en su propia guerra, Rusia agravó su situación en materia de seguridad. Su “operación militar especial” tenía como objetivo, por un lado, prevenir que Ucrania se rearmara –antes de que Kiev recuperara por la fuerza las regiones separatistas prorrusas– y, por otro lado, poner un freno a la expansión de la OTAN hacia el Este. No obstante, unos meses después del inicio del conflicto, Rusia enardeció el patriotismo de un adversario que recibía un flujo continuo de armas y que contaba con el respaldo de una Alianza Atlántica reforzada con dos nuevos miembros: Suecia y Finlandia, que limitan con la zona ártica, estratégica para Moscú. Los dirigentes europeos reforzaron los batallones enviados al flanco oriental de la alianza, incluida Francia, que hasta entonces se oponía a una presencia permanente. La fuerza de reacción rápida de la OTAN cuadruplicó su número de efectivos; también continuó la construcción de la nueva base antimisiles estadounidense en Polonia, en donde los norteamericanos elevaron su presencia militar a 10.000 soldados. Lejos de calmarse, en Rusia las preocupaciones respecto de la seguridad se intensificaron por no haber previsto la fuerza y la unidad de la reacción occidental. Empero, al apostar por la consolidación de sus defensas detrás del Dnieper, Rusia logró estabilizar el frente. Los avances territoriales, como la toma de Bajmut en mayo de 2023, se consiguieron a costa del sacrificio de numerosas tropas, en un país ya golpeado por su crisis demográfica.

    El Presidente estadounidense parece elevar a Rusia al rango de nueva aliada.

    Si bien Rusia mostró debilidades militares, la resiliencia de su economía resultó sorprendente. El Banco Central había acumulado suficientes reservas para asumir una confrontación financiera con Occidente. Logró sostener eficazmente el rublo y salvar su sistema bancario a pesar del congelamiento de sus activos en Europa y Estados Unidos. En cuanto a las sanciones energéticas, terminaron volviéndose en contra de los propios impulsores europeos: el aumento de los precios del gas compensó la pérdida de los volúmenes enviados al Viejo Continente, dando tiempo a Rusia para reorientar sus exportaciones de hidrocarburos hacia Asia (8). El fracaso de la estrategia de aislamiento se volvió evidente porque, si bien Moscú se vio obligada a recurrir a “Estados parias”, como Corea del Norte o Irán, para obtener armas o soldados, la realidad es que no le faltaron socios económicos interesados en sus descuentos energéticos. Los países que forman el núcleo del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) vieron con preocupación la ofensiva punitiva financiera de Washington contra uno de sus miembros y profundizaron de forma preventiva su cooperación para reducir el uso del dólar en sus intercambios. En 2024, BRICS acogió a cinco miembros nuevos, entre los que destacan los Emiratos Árabes Unidos, un actor clave en las nuevas rutas del petróleo ruso (véase el artículo de págs. 12-14).

    ¿Acercamiento al hermano menor?

    Al elegir negociar cara a cara con Moscú, Trump le ofrece una vía de escape al Kremlin. El Presidente estadounidense parece elevar a Rusia al rango de nueva aliada. Las concesiones, por ahora sólo verbales, resultan vertiginosas: reanudación de las negociaciones sobre el desarme, promesa de reincorporación al G7 y, a largo plazo, levantamiento de las sanciones. Aunque el Presidente estadounidense trate de morigerar estas promesas en las próximas semanas, la solidaridad transatlántica parece estar ya profundamente deteriorada.

    Estas declaraciones podrían cerrar la era geopolítica que comenzó en 1949. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos creó la Alianza Atlántica para imponer su influencia a la mitad de Europa, mientras que la otra mitad se alineaba primero con el bloque soviético y luego se unía al Pacto de Varsovia en 1955. Sin embargo, a fines de la década de 1980, el último líder soviético, Mijail Gorbachov, al frente de un país agotado por la carrera armamentista, se comprometió con una serie de concesiones unilaterales y desordenadas: aceptó la reunificación de Alemania y su adhesión a la OTAN sin obtener garantías escritas sobre la no expansión de la alianza occidental en Europa del Este. De este modo, el antiguo instrumento de seguridad sobrevivió a la Guerra Fría, y la Unión Europea, al expandirse, permaneció firmemente vinculada a Washington. Aunque en 1989 y 1990 se llegó a considerar por un momento la posibilidad de implementar un nuevo sistema de seguridad, no surgió ninguno alternativo tras la disolución de la URSS en 1991. Si bien el conflicto ruso-ucraniano tiene en parte su origen en esta oportunidad perdida, su resolución negociada está provocando una reconciliación ruso-estadounidense a espaldas de Europa.

    En Munich, el vicepresidente James David Vance incluso señaló una nueva dirección estratégica de Estados Unidos: “A Putin no le interesa ser el hermano menor en una coalición con China” (9). ¿Se trata del regreso a la estrategia de triangulación que había puesto en marcha el presidente estadounidense Richard Nixon en 1971 al acercarse al “hermano menor” (en ese entonces, China) para aislar mejor al enemigo principal (la URSS)? Si este es el “plan”, Trump tendrá dificultades para romper el eje Rusia-China. Pekín, si bien se molestó por el hecho consumado de la invasión rusa y le ha reprochado a Moscú su abuso de la amenaza nuclear, no le ha retirado su apoyo. China suministra de manera discreta tecnologías necesarias para el complejo militar-industrial ruso, al mismo tiempo que profundiza su cooperación militar con Moscú. Aunque desequilibrada, esta relación se basa en una fuerte frustración compartida respecto de un orden internacional dominado por Estados Unidos desde el final de la Guerra Fría.

    ¿Y Europa?… Europa se encuentra en la peor situación posible: ya debilitada por la crisis energética que ella misma provocó al renunciar –a petición de Washington– al gas ruso barato y pronto golpeada también por la guerra comercial decretada por la Casa Blanca, ahora se ve obligada a gestionar en soledad las consecuencias del revés occidental en Ucrania. Mientras la confrontación con Rusia alcanza un nivel incandescente y sus arsenales se han vaciado en favor de Kiev, Europa se prepara para aumentar de forma urgente su gasto militar, lo que implica comprar armamento estadounidense. Washington le exigía un “reparto de la carga” de la financiación de la alianza. Ahora la carga es doble: pagar la reconstrucción de Ucrania (que, a esta altura, Rusia deja de buena gana en manos de la Unión Europea) y, al mismo tiempo, asumir su propia seguridad. El gasto parece simplemente inasumible para los presupuestos europeos y augura nuevas divisiones.

    1. Benoît Bréville, “Liquidación electoral”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, enero de 2025.
    2. Philippe Descamps, “Affoler la meute”, Le Monde diplomatique, París, febrero de 2025.
    3. “Ukraine support tracker”, Kiel Institute for the World, 2024.
    4. Samuel Charap y Sergueï Radchenko, “¿Podría haber terminado la guerra en Ucrania?”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, julio de 2024. Volodimir Zelensky se esfuerza en negar el papel que habría desempeñado así Johnson; véase también Shaun Walker, “Zelensky rejects claim Boris Johnson talked him out of 2022 peace deal”, The Guardian, Londres, 12 de febrero de 2025.
    5. Véase, por ejemplo, “Soutenir l’Ukraine pour assurer la paix”, Le Monde diplomatique, 10 de enero de 2023.
    6. Alex Horton y John Hudson, “US intelligence says Ukraine will fail to meet offensive’s key goal”, The Washington Post, 17 de agosto de 2023.
    7. Hélène Richard, “Ucrania, una sociedad dividida por la guerra”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, noviembre de 2023.
    8. Hélène Richard, “Sanciones de doble filo”, Le Monde diplomatique, noviembre de 2022.
    9. Bojan Pancevski y Alexander Ward, “Vance wields threat of sanctions, military action to push Putin into Ukraine deal”, The Wall Street Journal, Nueva York, 14 de febrero de 2025.

     

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  • Una tremenda explosión afectó la central de energía de Ezeiza

     

     El estruendo partió la noche de Ezeiza en dos. Spegazzini se quedó sin luz. Los vecinos contaron que las casas temblaron y que por unos segundos no se entendía si había explotado la central térmica o si algo había caído del aire. 

    La localización es precisa: el área industrial de Spegazzini, a pocos metros del polo químico y del predio donde opera la Central. El sonido, según relataron desde la localidad, rebotó en todo el distrito. «Fue como un trueno encerrado», describió un vecino.  

    Las primeras versiones se multiplicaron. Los primeros reportes mencionaron la posible caída de una avioneta.  Hasta ahora no hay confirmación oficial de víctimas ni detalles sobre el origen de esa versión. 

    Otra línea de rumores apunta a una fábrica de pinturas ubicada dentro del mismo polo industrial. Según esa hipótesis, un siniestro químico habría desencadenado el estallido que luego se sintió en toda Spegazzini. En foros locales circulan fotos de una columna de humo, pero tampoco hubo parte oficial que ratifique esa explicación.

    En el medio de las especulaciones aparece la central térmica. El complejo es operado por el Grupo Albanesi, uno de los jugadores históricos del negocio de generación eléctrica en la Argentina. La planta de Spegazzini aporta al sistema a través de motores de alta eficiencia, y su cercanía con el polo industrial la convierte en un nodo crítico. Por eso, cada ruido en la zona se convierte automáticamente en sospecha. 

    Albanesi no llega a este episodio en su mejor momento. La empresa atraviesa una crisis financiera profunda. LPO viene detallando la presión de sus vencimientos, la caída de flujo y las dificultades para refinanciar deuda. 

    Sobre este diagnóstico, un ex funcionario del área energética advirtió «Cuando una empresa que opera plantas críticas trabaja al límite de su caja, cada incidente se vuelve un problema político. Nadie quiere una central sin respaldo financiero». 

    En Spegazzini la pregunta es simple y brutal: ¿qué explotó? Hasta ahora nadie lo responde con claridad. Ni la versión de la avioneta ni la de la fábrica de pinturas está confirmada. Tampoco hubo comunicación formal sobre posibles fallas en la central. Solo se sabe que el ruido existió, que fue ultra potente y que puso en alerta a todo el distrito. 

    Al cierre de esta edición, se contabilizaban 21 heridos con quemaduras y los médicos reportan casos de intoxicación por inhalación de tóxicos. 

     

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