Franca y Sál, dos de los 56 restaurantes porteños recomendados por la Guía Michelin, bajaron la persiana por la crisis económica.
“La situación no es temporal y eso es lo grave. No se puede ver a dónde termina esta crisis”, le dijo a LPO un gastronómico con casi dos décadas de experiencia.
Franca dará su último servicio el sábado y Sál se despidió a fin de mes. “Es una ecuación que no le cierra a nadie. Al cliente porque le resulta caro. Al personal porque no le alcanza el sueldo y a los dueños porque no nos cierran los costos”, explicó el propietario de un restaurante muy bien puntuado de Chacarita.
Franca y Sál son dos restaurantes recomendados por la Guía Michelin para la Ciudad, un privilegio que solo tienen 56 de los más de 25 mil locales gastronómicos del distrito.
El chef Julio Báez abrió Franca a fines de 2022. Fue tras el éxito del restaurante Julia, donde tras la pandemia era casi imposible conseguir mesa. “Este cierre es el resultado de una realidad económica que nos toca profundamente y ya no podemos sostener”, publicaron en el Instagram de restaurante Franca.
“El turismo cayó mucho y se nota. Tal vez no afecta tanto a los lugares top top como Don Julio, pero a los que vienen atrás los mata”, analizó un gastronómico que tiene su local en Palermo.
Nicolás Díaz Martini, chef de Sál.
“Buenos Aires es carísimo respecto de cualquier lugar del mundo. La competencia ya no es contra otro restaurante, es contra comprarte un par de zapatillas o ir al teatro. Eso te obliga a ser recontra prolijo con los números, pero igual, si se te rompe el horno o la heladera es un desbarajuste”, agrega.
“En la gastronomía la caída es rápida y aguantar es muy difícil. Todo va a una velocidad imposible de frenar. La crisis del campo en 2008 y 2009 fue difícil, pero pasó rápido. El último año de Macri fue muy malo, pero sabías que se iba y venía alguien nuevo. Acá no se entiende qué puede pasar”, se lamentó.
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El radicalismo se muestra cada vez más lejos de un acuerdo electoral con los libertarios en la provincia y en La Plata hizo el primer movimiento concreto hacia la construcción de un armado de centro para competir en las elecciones del 7 de septiembre.
Este miércoles se lanzó “Ahora”, sello donde la UCR confluye en la capital bonaerense con la Coalición Cívica, el GEN, el Socialismo y los espacios referenciados con Facundo Manes, Emilio Monzó y Horacio Rodríguez Larreta, entre otros.
En La Plata, la UCR es conducida por Pablo Nicoletti, dirigente de Evolución, espacio de Martín Lousteau que empuja por una estrategia electoral alejada de Javier Milei. En ese sentido, el lanzamiento de este miércoles busca ser punta de lanza para apurar acuerdos de centro en el resto de las secciones electorales.
Eso, mientras en los distintos sectores del radicalismo provincial coinciden en que todavía no hubo contactos con el PRO ni con los libertarios por el tema electoral.
Como contó LPO, al acordar con los libertarios un frente, en el PRO señalaron que ese esquema también le abría la puerta a los radicales, reticentes a pintarse directamente de violeta. En el sector alineado con Maximiliano Abad, hay dirigentes que se muestran permeables a un acuerdo de ese tenor, incluso algunos intendentes.
El titular del radicalismo de La Plata, Pablo Nicoletti, encabezó el lanzamiento de un armado de centro.
Pero, a falta de un mes para el cierre de alianzas y con la resistencia a acordar con los libertarios que se conserva en la mayoría de los intendentes UCR (portadores de la territorialidad radical en el interior), se aleja la posibilidad de un entendimiento con Milei.
“El radicalismo, en diez o quince días más va a terminar siendo el articulador de un armado del medio en las ocho secciones electorales, donde se integre al Socialismo, Coalición Cívica, el GEN, Facundo Manes y peronistas disidentes”, dijo Nicoletti a LPO tras encabezar la presentación de “Ahora” en un hotel del centro platense.
Tras quedar al borde de la ruptura con las últimas elecciones partidarias que se judicializaron, los sectores de Lousteau y Abad acordaron un cogobierno de contingencia que comandan Pablo Domenichini y Miguel Fernández. Ambos se muestra lejos de Milei.
Dirigentes alineados a Manes, Larreta y Monzó junto a concejales radicales.
En paralelo, intendentes cercanos a Manes ya tuvieron charlas con armadores del espacio del peronismo no kirchnerista que lideran Fernando Gray y Julio Zamora y que busca competir en estas elecciones. Algunos de esos intendentes estuvieron en la presentación de “Ahora” en La Plata. También estuvieron dirigentes peronistas como Juan Amondarain.
“Zamora, Zabaleta, Gray, representan un peronismo que tiene una mirada más republicana y no quieren saber nada con Cristina y todos los que representamos lo mismo, con ciertos valores, vamos a tener que trabajar juntos. Lo de La Plata es una expresión de eso”, dijo Nicoletti, que analizó que “la división del medio es un error estratégico”.
En ese sentido, en La Plata también hay charlas incipientes entre el espacio lanzado este miércoles y Federico Martelli, emisario local del armado de Gray y Zamora.
Mientras en la Cuarta sección ya hay charlas entre intendentes radicales y Guillermo Britos (del peronismo disidente), en la Segunda los radicales también mantienen conversaciones con los hermanos Passaglia, que en San Nicolás lanzaron la semana pasada el espacio “Hechos”, también de centro.
“Nunca vamos a estar con el kirchnerismo pero tampoco con un gobierno que ataca permanentemente cosas que para nosotros son valores fundamentales como la educación y la salud pública. Sobre todo la violencia verbal con la que aborda los problemas concretos”, sostuvo Nicoletti.
Además de Nicoletti, algunos dirigentes que participan de este armado son el ex diputado Daniel Lipovetzky (alineado a Larreta), el ex senador Gabriel Monzó, los concejales radicales Diego Rovella, Manuela Forneris, Javier Mor Roig, Gustavo Stafolani y Melany Horomadiuk, y el diputado provincial Claudio Frangul, del sector de Manes.
En el plano local, Nicoletti apuntó contra la gestión de Julio Alak: “Hoy tenemos una ciudad que está olvidada desde todo punto de vista: cloacas, agua, asfalto, inseguridad. Los platenses no quieren esperar al futuro como dice el gobernador, necesitamos que los problemas se resuelvan ahora”.
Crítico del reparto de recursos a La Plata, el titular de la UCR local dijo que su espacio presentará en el Concejo un proyecto para hacer una consulta popular no vinculante el mismo día de la elección local y seccional “para que La Plata tenga mayor autonomía financiera y administrativa”.
“Cada 5 pesos que aporta un platense, le devuelven 1, una proporción más gravosa de la que se queja el gobernador con la Nación. Hay que modificar la Ley Orgánica de las Municipalidades y la Ley de Coparticipación Municipal, que es lo que nos perjudica en el reparto”, dijo.
Del peronismo montonero a La Libertad Avanza, la carrera política de Patricia Bullrich es una radiografía del oportunismo en estado puro. Mientras el PRO se desintegra y Milei la pone al frente del garrote estatal, el relato de la “exitosa gestión” se cae a pedazos.
En una investigación minuciosa y demoledora realizada por el periodista Javier “El Profe” Romero y su equipo, se repasa el sinuoso derrotero político de Patricia Bullrich, sus saltos partidarios, sus vínculos con agencias extranjeras y sus múltiples fracasos como funcionaria. Una figura clave del régimen neoliberal que siempre sobrevive, aún a costa de la democracia.
Patricia Bullrich no es una política común. Es, quizás, una de las personificaciones más nítidas del régimen que no se elige, ese que sobrevive a las urnas y se perpetúa por otros medios. Mientras algunos la celebran como la “dama de hierro argentina”, otros —con mayor lucidez histórica— la entienden como una operadora de intereses externos, alguien cuya lealtad nunca estuvo ni con los partidos ni con el pueblo, sino con el poder real.
La exposición realizada por Javier “El Profe” Romero no deja lugar a dudas: estamos ante una de las carreras políticas más incoherentes, funcionales y peligrosas de la Argentina reciente. Su recorrido revela más sobre el entramado profundo del poder que cualquier biografía oficial.
Bullrich comenzó su militancia en la Juventud Peronista de los años 70. Con una hermana pareja del montonero Rodolfo Galimberti —quien más tarde fue agente de la CIA y operador del tráfico de armas en América Latina—, Patricia no tardó en dar el salto desde la izquierda revolucionaria al peronismo ortodoxo de los 80, siempre muy cerca de Antonio Cafiero. En los 90, sin tapujos ni vergüenza, se subió al tren del menemismo, para después ser funcionaria de la Alianza que terminó en sangre y helicóptero.
Se podría pensar que un historial así le habría puesto un freno político. Nada de eso. Bullrich es una experta en la supervivencia camaleónica: después de fundar su propio partido, se alió con Elisa Carrió, luego con Pino Solanas, después con Ricardo López Murphy y finalmente con Mauricio Macri. En cada salto ideológico, Bullrich pareció no dejar ni rastro de sus convicciones anteriores. La única constante fue su capacidad para posicionarse en el centro del poder, incluso en los gobiernos más cuestionados.
Durante el gobierno de la Alianza fue una de las impulsoras del tristemente célebre recorte del 13% a jubilaciones y salarios públicos. Se la recuerda también por su brutal campaña contra los trabajadores organizados y su participación en el gabinete que terminó con una represión feroz en diciembre de 2001. En la Plaza de Mayo y en muchas provincias, el saldo fue trágico: muertos, heridos y una democracia en jaque.
Más tarde, en el gobierno de Cambiemos, volvería a escena como Ministra de Seguridad. Desde allí, Patricia Bullrich consolidó su imagen pública: la mano dura, el gatillo fácil, la criminalización de la protesta y un preocupante desprecio por los derechos humanos. Su “gestión exitosa” se basó, entre otras cosas, en reprimir manifestaciones sociales, justificar fusilamientos por la espalda —como el caso de Rafael Nahuel o Santiago Maldonado— y estrechar lazos con el aparato de seguridad de Israel.
Porque Bullrich no se sostiene sola. Su esposo, Guillermo Yanco, es representante de la Cámara de Comercio Argentino-Israelí, y mantiene relaciones directas con empresas proveedoras de armamento. La ministra nunca aclaró las compras millonarias realizadas durante su gestión ni los nexos con el complejo industrial-militar extranjero. Todo indica que su verdadero respaldo no proviene de las urnas ni de la legitimidad popular, sino de agencias de inteligencia y redes de lobby geopolítico.
¿Y ahora? Tras haber perdido las elecciones internas en Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich no tuvo reparos en sumarse al gobierno de Javier Milei. Como Ministra de Seguridad, repite su manual represivo, esta vez con la legitimación total de un régimen que se jacta de odiar al Estado pero lo usa para golpear, perseguir y censurar.
Ella misma lo dijo: “No nací con Macri”. Y tiene razón. Nació antes, mucho antes, y su ADN político siempre fue el del poder que no da explicaciones, que no necesita coherencia ideológica porque se sostiene con dólares, contactos y sangre.
Lo más escalofriante de su figura es que encarna una especie de “ministra eterna” de todos los gobiernos que buscan disciplinar, recortar y reprimir. Su retórica puede variar, pero su esencia es inmutable: la obediencia a intereses transnacionales, la sumisión al poder financiero y la disposición incondicional a usar la fuerza para garantizar el orden neoliberal.
En tiempos donde el PRO se deshace, donde Macri juega a ser titiritero desde las sombras y donde Milei promete “dinamitar todo”, Patricia Bullrich vuelve a escena como garante del garrote. Su rol es claro: asegurar que el ajuste pase sin resistencia, que el saqueo no encuentre murallas populares y que el Estado sea solo una fuerza bruta al servicio de los mercados.
Pero que nadie se equivoque. Su persistencia en la política no es mérito propio. Como bien sugiere “El Profe” Romero, detrás de Bullrich siempre hubo estructuras que la sostuvieron. Desde la JP a la CIA, desde Galimberti hasta Netanyahu, su nombre es apenas una fachada de un engranaje más profundo, más oscuro, más permanente.
Y mientras ella se presenta como “la que no nació con Macri”, lo cierto es que nunca perteneció a ningún proyecto colectivo genuino. Bullrich no tiene raíces políticas; tiene conexiones. No representa ideas; representa negocios.
Hoy, como ayer, los muertos los pone el pueblo. Ella, como siempre, pone la excusa.