LÁGRIMAS LIBERTARIAS: Lloran Fantino y el Gordo Dan
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LÁGRIMAS LIBERTARIAS: Lloran Fantino y el Gordo Dan

 

La casta armó la lista, la base se quedó mirando. Alejandro Fantino, indignado. El Gordo Dan, humillado. Las promesas de libertad, horizontalidad y «fin de los privilegios» quedaron en un Excel manejado a escondidas por Karina Milei y su flamante socio, Sebastián Pareja. El resultado: libertarios de Twitter afuera, políticos reciclados adentro. Y la interna estalló… con lágrimas.

Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable


“¿A quién te comiste, Pareja?”

La frase no es de esta redacción, sino de Alejandro Fantino, que pasó del éxtasis libertario al enojo televisado en menos de lo que dura un spot de Milei gritando. El conductor, devenido en militante libertario, estalló en su programa contra el armador bonaerense:
👉 “¿Quién sos? ¿A quién le ganaste? ¡¿A quién te comiste, Pareja?!”

Fantino, que venía jugando a la militancia “desde abajo”, no toleró ver en las listas a «gente que no estuvo cuando había que bancar el proyecto». Lo que no dijo es que él se sumó cuando el proyecto ya estaba en la Rosada y la base de Twitter trabajaba gratis por retuits.


El Gordo Dan, del “brazo armado digital” al hazmerreír

Otro que lloró con emoticones fue Daniel Parisini, más conocido como El Gordo Dan, otrora paladín libertario en redes, ahora víctima de su propia ingenuidad. Página/12 lo describió como “el hazmerreír en redes”, y no es para menos: tras militar a pulmón y con gifs de Milei, hoy ve cómo lo dejaron afuera por completos desconocidos.

Dan y otros influencers libertarios esperaban un premio, una banca, un asesoramiento… aunque sea un cargo honorario. En cambio, vieron cómo Karina y Pareja llenaban las listas con empresarios, ex massistas, peronistas arrepentidos y hasta ex intendentes PRO, en una casta remixada y sin pudor.


La base libertaria, usada y descartada

La historia se repite, aunque esta vez con más peinados estrafalarios y menos dignidad. La militancia libertaria, que armó actos, viralizó videos y cubrió mesas en campaña, fue reemplazada por la verdadera casta: tipos con apellido, caja y contactos. Todo digitado entre las cuatro paredes donde manda Karina Milei, y ejecutado por Sebastián Pareja, ex PRO, ex massista, ex todo.

La jugada fue clara: aprovechar la mística y el sacrificio de los fans de Milei para armar poder territorial… y después tirarles un “like” y una palmada virtual. Un manual de cinismo político, versión siglo XXI.


¿La libertad avanza… o retrocede?

Mientras la Libertad Avanza intenta vestirse de institucionalidad, los que creyeron en la épica antisistema empiezan a ver el decorado caerse. Karina Milei ya no es la hermana del “león”, es una jefa política que te baja la orden y te arma la lista. Y Pareja no es un outsider, sino un operador de manual.

La bronca de Fantino y Dan no es por las ideas, es porque la rosca los dejó afuera. Pensaron que estaban en una revolución, y estaban en un casting.


La casta somos nosotros

La imagen es brutal: libertarios llorando por no estar en la lista, mientras un batallón de acomodados se cuelga de la boleta de Milei para seguir viviendo del Estado. Y pensar que juraban que eso era lo que venían a destruir.

Milei les grita “¡Viva la libertad, carajo!” desde el balcón, pero abajo la tropa se desangra. Y mientras tanto, Karina y Pareja siguen cerrando listas en secreto, blindados por el dedo de la jefatura y el silencio cómplice de los que sí entraron.

 

LOS SOLDADITOS DE KARINA: Escándalo libertario: purgas, traiciones y listas armadas a dedo por Pareja y «El Jefe»
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LOS SOLDADITOS DE KARINA: Escándalo libertario: purgas, traiciones y listas armadas a dedo por Pareja y «El Jefe»

 

Mientras Milei se la pasa jugando al TikTok y hace de embajador de sí mismo por el mundo, la interna libertaria en la provincia de Buenos Aires explota. Esta semana, el armado de listas que encabezaron Karina Milei y su operador bonaerense Sebastián Pareja dejó heridas, traiciones y denuncias cruzadas entre quienes hasta hace semanas se sacaban selfies con motosierras.

Por Roque Pérez para Noticias La Insuperable

En medio del desconcierto de la militancia libertaria de base —que sí, existe—, varios dirigentes que ya venían trabajando en distritos clave fueron bajados sin explicaciones. En su lugar, subieron nombres desconocidos, vinculados a negocios inmobiliarios o a estructuras heredadas del macrismo y el massismo residual. ¿La lógica? Ninguna. O mejor dicho, la lógica del dedo: Karina y Pareja se apropiaron del armado como si fuera una pyme familiar.

Una lista, muchas traiciones

El conflicto estalló esta semana cuando Karina Milei presentó el nuevo sello partidario en Provincia, denominado La Libertad Avanza Buenos Aires, manejado por ella misma y por Pareja. Inmediatamente después, comenzaron a confirmarse las candidaturas a intendencias y concejalías… y ahí vino la bronca.

Dirigentes de peso que venían organizando la fuerza libertaria en municipios como La Matanza, Quilmes, Morón y Bahía Blanca fueron directamente borrados de las listas. Algunos, incluso, se enteraron por redes sociales. Otros denunciaron que fueron reemplazados por «paracaidistas» sin territorio ni militancia, pero con vínculos con empresarios amigos de Pareja y Karina.

El operador todo terreno

¿Quién es Sebastián Pareja? No es nuevo en esto. Viene del riñón de Cambiemos, fue funcionario de María Eugenia Vidal, operador territorial del PRO, y también tuvo su paso por el massismo. Un verdadero camaleón político, experto en armar sellos, mover fichas y asegurarse negocios. Hoy, es el gran armador de Milei en Provincia, gracias a la confianza ciega de Karina.

Según informó este mismo medio en mayo, Pareja es el hombre elegido para intentar destronar a Axel Kicillof, aunque ni siquiera logra mantener unido al rejunte libertario. En lugar de construir poder desde abajo, parece decidido a transformarse en el patrón de estancia del conurbano, a fuerza de carpetazos y traiciones.

Una familia con historia… judicial

La historia de Sebastián Pareja no empieza con los libertarios. Su padre, Juan Carlos Pareja, fue concejal en Avellaneda por el Partido Justicialista y luego por el PRO, pero lo que más se recuerda de él es su procesamiento por administración fraudulenta en 2002, vinculado a un escándalo con terrenos municipales y alquileres truchos. A pesar de la causa, siguió orbitando la política local como si nada.

Sebastián no solo heredó la vocación política, sino también el olfato para los negocios. En su currículum figura su rol como director de ABSA, operador del PRO, y finalmente el salto al mileísmo, donde se transformó en el dueño del lápiz en Buenos Aires. Hoy, la familia Pareja vuelve a estar en el centro de la escena, pero no por sus ideas, sino por su afición a moverse entre sellos, cargos y favores.

La base se resquebraja

Mientras Karina hace gala de su autoritarismo «zen» y Pareja reparte cargos como si fueran estampitas, el malestar crece entre los propios libertarios, que ven cómo se repite la lógica que supuestamente venían a combatir: el dedazo, el acomodo y los arreglos de cúpula.

¿Y Milei? Bien gracias. Entre entrevistas internacionales, cosplay de economista y discursos en inglés, se desentiende del caos que su hermana y su operador están dejando en el mayor distrito electoral del país.

Conclusión: sin territorio no hay paraíso

La Libertad Avanza se jacta de ser «la nueva política», pero actúa como la más vieja de todas. En lugar de consolidar una estructura democrática y federal, Karina Milei y Sebastián Pareja construyen una maquinaria cerrada, verticalista y prebendaria, que ya comenzó a implosionar.

Kicillof sonríe en silencio. Porque mientras los libertarios se despedazan entre ellos, el gobernador sigue ampliando su base de apoyo con gestión, presencia territorial y coherencia. Algo que en La Libertad Avanza, por ahora, brilla por su ausencia.

 

Residencias médicas en terapia intensiva: Milei ajusta, la salud agoniza
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Residencias médicas en terapia intensiva: Milei ajusta, la salud agoniza

 

Desde que asumió Milei, los médicos residentes se transformaron en el símbolo del ajuste salvaje en el sistema de salud. Sueldos que no alcanzan, jornadas eternas, desfinanciamiento de hospitales y medidas unilaterales como la anulación de exámenes y la conversión de residencias en “becas” sin derechos laborales. Todo, en nombre de la libertad.

Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable


💰 Pagar para trabajar

Hasta no hace mucho, ingresar a una residencia médica era el inicio de una carrera en el sistema público, con enorme carga horaria pero también formación de calidad y proyección profesional. Hoy, residir equivale a militar la pobreza.

Desde enero de 2025, los residentes de primer año en hospitales nacionales como el Garrahan cobraron $944.980 netos, cifra que en febrero subió a $956.320, según consta en el Boletín Oficial. Los de cuarto año, apenas superan el millón de pesos. Sin embargo, en hospitales como el Garrahan, las asambleas de médicos denunciaron sueldos incluso menores, de apenas $797.000, y una pérdida del 50 % del poder adquisitivo en siete meses.

Todo esto, mientras la canasta básica individual ronda los $940.000. El resultado es simple: ser médico residente hoy es trabajar en condiciones de indigencia profesional.


🏥 El Garrahan no se toca (pero se ajusta)

El Hospital Garrahan, ícono de la salud pediátrica en el país, se volvió epicentro del conflicto. A comienzos de junio, médicos y residentes iniciaron medidas de fuerza ante la falta de respuestas salariales, el congelamiento presupuestario y el deterioro de condiciones laborales.

Mientras los residentes exigían salario digno y reconocimiento, el gobierno respondió con un bono no remunerativo, que no afecta el básico ni computa aportes. La propuesta fue rechazada: “No somos voluntarios con estetoscopio”, dijeron desde la asamblea, que además advirtió sobre la creciente renuncia de médicos formados, cansados del maltrato institucional.


🚫 Fraude sin pruebas y derechos evaporados

En medio de la tensión, el Ministerio de Capital Humano decidió anular los exámenes de ingreso a residencias médicas por supuestas irregularidades, sin publicar jamás pruebas fehacientes. Así, más de 1.300 postulantes quedaron en el aire, sin ingreso ni garantías, en un escenario ya precario. La Asamblea Nacional de Médicxs Residentes denunció que se trató de una maniobra arbitraria y desorganizada, que sólo suma caos al sistema.

Pero la motosierra institucional no terminó ahí. Con la resolución 2024‑112, el Gobierno implementó un nuevo régimen: las residencias dejaron de ser empleos estatales para transformarse en “becas”, vaciadas de derechos laborales. Ya no hay aguinaldo, obra social ni licencias garantizadas. Un modelo de “formación” sin derechos, con salarios que apenas alcanzan para cargar la SUBE.

📄 Ver resolución en el Boletín Oficial


🧠 Diagnóstico reservado

El plan de Milei no es improvisado: desarmar la salud pública no es un efecto colateral, sino el corazón del proyecto libertario. Se ajustan salarios, se recortan hospitales, se terceriza el acceso. El objetivo es claro: la salud, como la educación o la vivienda, debe dejar de ser un derecho para convertirse en un bien de mercado.

Y mientras eso avanza, los médicos jóvenes trabajan en guardias saturadas por un sueldo que no alcanza ni para alquilar una pieza. El mensaje es brutal: si querés formarte en el sistema público, hacelo por vocación (y si podés, también por hambre).

 

Perotti le avisó al peronismo de Santa Fe que no piensa romper con el PJ

Perotti le avisó al peronismo de Santa Fe que no piensa romper con el PJ

 

 La interna del peronismo santafesino está al rojo vivo. Renueva tres de las 9 bancas de Diputados que la provincia pone en juego y no hay un candidato que mueva el amperímetro, se quejan en la departamental: “con suerte y viento a favor, sacamos dos diputados”.

El que picó en punta para encabezar la lista es Agustín Rossi, ex jefe de Gabinete de Alberto Fernández y compañero de fórmula presidencial de Sergio Massa. Sin embargo, gremios, intendentes y militantes peronistas reniegan por lo bajo. 

 En el entorno de Mirabella dicen que si el PJ no habilita la interna, juega por afuera. En el peronismo creen que tiene decidido romper y se imaginan un acuerdo secreto con Pullaro 

El que salió a competirle abiertamente es el diputado del Movimiento Evita, Eduardo Toniolli. En su entorno dicen que lo avalan los desencantados con la postulación de Rossi y es un aliado de Juan Monteverde. Sin embargo, el líder de Ciudad Futura por ahora no se pronunció por la lista de octubre y se concentra en su trabajo en la Convención Constituyente.

 [Santa Fe: la unidad del PJ en Buenos Aires complica los planes a los secesionistas de Perotti]

El tercer jugador es el perottista Roberto Mirabella que también tiene que renovar su bancada y adelantó su campaña con la publicación de un libro: “La República de Santa Fe” y denuncia la falta de federalismo en los últimos gobiernos.

En el entorno de Mirabella dicen que si el PJ no habilita la interna, juega por afuera. En el peronismo creen que tiene decidido romper y se imaginan un acuerdo secreto con Pullaro, como adelantó LPO. El perottismo le dio los votos necesarios en la Legislatura para avanzar en la reforma constitucional y el ex gobernador no participó en la elección a constitucionalistas.

Omar Perotti, que hacía largos meses que no tenía una aparición pública, encabezó un plenario de su espacio: “El justicialismo perdió 5 de las últimas 6 elecciones nacionales. Seguir de la misma forma no va a dar resultados diferentes”, comenzó diciendo el ex gobernador y agrego cuestionó la idea de: “me quedo con la franquicia, sé que soy de tal agrupación y esa agrupación va a tener un cargo… eso no va más. Hay que salir del molde”.

“Decir estas cosas incomoda porque esto es exigirle a muchos que hoy se matan por un cargo, se pelean por qué lugar, tal cosa y demás. ¿Qué nuevo tenemos? ¿Qué de futuro estamos haciendo? ¿Qué le estamos planteando para adelante? que le ofrecemos a la gente”, dijeron a LPO una fuente muy cercana a Perotti.

No sería la primera vez que el ex gobernador juega en el fleje, amagando con un pie afuera pero sin dar el paso. Ahora, aseguró que no piensa ir por afuera y condiciona las maniobras de Mirabella.  

 

El vaciamiento de la obra social de los militares afecta a los pacientes oncológicos que no consiguen medicamentos

El vaciamiento de la obra social de los militares afecta a los pacientes oncológicos que no consiguen medicamentos

 

La crisis IOSFA, la obra social de los militares está llegando a su punto límite. LPO reveló en exclusivo que Petri pidió 40 mil millones para mejorar la obra social de los militares pero denuncian que sólo lo usó para pagar deudas.

Desde que Petri llegó al ministerio de Defensa se plantea con cada vez más fuerza que el funcionario radical maneja de manera discrecional los recursos pero al mismo tiempo está llevando la obra social a una situación de quebranto con fuertes daños a la cobertura de militares activos y retirados. 

La Nación dio cuenta del contexto dramático de muchos pacientes oncológicos que no están pudiendo recibir un medicamento o se le corta la cobertura el tratamiento. Los casos van creciendo y empiezan a viralizarse en las redes sociales. 

La excusa es la deuda millonaria de la obra social que desencadenó al corte de prestaciones médicas de alto costo. Esto incluye pacientes oncológicos, los que necesitan un trasplante, afrontan patologías severas, personas con diabetes e insulinodependientes.

Petri pidió 40 mil millones para mejorar la obra social de los militares pero denuncian que sólo lo usó para pagar deudas

Este medio también plantea que la Fundación Huésped denunció que el Gobierno “no está garantizando la entrega de medicación esencial para personas con HIV” y reclamó soluciones a Petri.

En marzo, los militares que recibieron a Petri en Bahía Blanca en medio de las inundaciones no ocultaron el enojo. En medio del desastre natural, las fuerzas que estuvieron en la logística del operativo aprovecharon la presencia del ministro para cuestionarle el recorte de medicamentos. 

Desde que Petri llegó al ministerio de Defensa se plantea con cada vez más fuerza que el funcionario radical maneja de manera discrecional los recursos pero al mismo tiempo está llevando la obra social a una situación de quebranto con fuertes daños a la cobertura de militares activos y retirados

En ese momento, LPO pudo constatar que se presentaron denuncias en los juzgados de Bahía Blanca, Lomas de Zamora y Mar del Plata. Dos de ellas (Lomas y Mar del Plata) tienen resoluciones favorables a los afiliados, una para que la obra social garantice el acompañamiento terapéutico y otra para que se le garantice los medicamentos oncológicos.

Bettina Surballe, presidenta de IOSFA.

En el caso bahiense, la denuncia del afiliado es también en reclamo de un acompañamiento terapéutico por cuatro horas diarias. Otro afiliado de Necochea hizo sentir su enojo en redes sociales porque “hace 6 meses no atiende ningún médico con IOSFA y dentista hace 5 años y el descuento sigue sin ningún servicio”.  

Un importante fuente de la obra social militar reconoció a LPO que “se nos está muriendo la gente” y avisora un segundo semestre muy complejo porque “el gobierno no tiene ningún interés en resolver la crisis

“Nos piden qué pagues y hagas los 20 mil tramites del reintegro y si no tenes para pagar porque la consulta del odontólogo esta 40 mil y si te tiene que hacer algo es más, son una vergüenza. Mi hija se tiene que operar y tengo que viajar a Mar del Plata”, continuó.

El cuadro es preocupante. Un importante fuente de la obra social militar reconoció a LPO que “se nos está muriendo la gente” y avisora un segundo semestre muy complejo porque “el gobierno no tiene ningún interés en resolver la crisis”.

IOSFA tiene 550 mil afiliados y es una de las cinco obras sociales más grandes del país. Por eso, dentro de las fuerzas denuncian la intención de “meter mano en la caja” y avanzar en la privatización, como anticipó LPO en julio del año pasado. 

La renuncia del presidente de la obra social de los militares detonó la bronca de Karina con Petri

Cabe recordar que el gobierno están evaluando disolver la obra social para volver a crear la Dirección de Bienestar de la Armada, la Dirección de Bienestar de la Fuerza Aérea y el Instituto de Obra Social del Ejército, que eran las tres obras sociales de cada una de las fuerzas y había sido unificada por Nilda Garré.

En efecto, entre los militares hablan de “una tormenta perfecta” que puede agravar la crisis e incluye el retiro de servicios a laos retirados, denuncias constantes de intento de privatización y salarios bajos que obliga a los integrantes de la fuerza a buscar un segundo trabajo. 

 

Nos persiguen los 90

Nos persiguen los 90

 

El sol cae sobre el lomo del Paraná. La pampa litoraleña se parte en dos. Una mole de cemento cruza las aguas marrones, se levanta erecta y une dos ciudades bien distintas: Victoria y Rosario. Y al revés también. India cabalga una Honda Dax. Lleva entre las piernas la moto emblema de los noventa, el equivalente a una cupé Fuego pero con un motorcito de baja cilindrada y dos ruedas. Saluda a los operarios, pasa por cada tramo hormigonado que vio nacer. Alza la mano, se despide. Durante el tiempo que llevó la monumental obra fue la encargada de darles de comer. India se llevaba a escondidas las vituallas de las alacenas de su madre, les armaba una vianda, metía en la canasta algunas bebidas alcohólicas o cigarros sueltos (“los vicios” que entretenían a esos cuerpos trabajadores) y se las vendía a la hora del almuerzo. Con eso se hacía de una entrada en negro que reemplazaría su sueldo. Es que “El Ingeniero” no le quería pagar por sus diligencias. Y de ese menudeo India se hizo un porvenir. 

Alerta spoiler. Todo lo que se acaba de contar es una escena de Debilidad Humana, el último libro de Lila Siegrist. Es una ficción ambigua, basada en hechos reales: Menem era presidente en esa década que terminó hace rato pero que es una de las pocas que tiene nombre propio y aún lo conserva. Los oros, el animal print, las hombreras, las pieles, el brushing y el jopo, la cama solar, los conjuntos deportivos de sire, el “Ritmo de la Noche” y el “Qué tendrá ese petiso” marcaron el comienzo de una era que se parió sola en 1989 pero que aún hoy no murió del todo. La cultura de masas y entretenimiento de esos años se concentra en clave clipera en la serie más vista en América Latina a través Prime: Menem, el show del presidente. Pero también vuelve como paisaje la rosca política, la guita loca, la sordidez y el lujo en Debilidad Humana. El contexto es el de una obra pública esperada y demorada a la vez: la del Puente Rosario-Victoria que unió más que dos ciudades, dos provincias, Santa Fe y Entre Ríos. 

¿Qué ganamos con desempolvar esos años? ¿No reincidir? ¿No volver a caer? O al contrario: ¿La paradoja actual nos pone esa historia de frente, para reconocernos de nuevo ahí? ¿Cómo pensar la época? Aquella y esta. Algunos ganaron, muchos perdieron, todos se transformaron (como la clase media argentina) a partir de ese nuevo orden: el neoliberal. El que privatizó el Estado. El fundador de una época donde toda política se simplificó a una realpolitik y donde lo kitsch también fue una estética de gobierno. 

Odiado y amado, el caudillo riojano que fue presidente dos veces se nos aparece post morten a cierta distancia (de rescate) a través de los artefactos culturales que lo traen de vuelta. Pero su imagen retorna por estos días para demostrarnos que las cañerías de la corrupción llevan casi siempre al apellido capicúa: ahora, en 2025, una empresa de seguridad vinculada a los Menem ganó una licitación del Banco Nación por casi $4.000 millones. No todo pasa. Más bien todo vuelve. Y los 90 están acá. Recién vivos.  

***

En Debilidad Humana, India, la protagonista, se transforma al ritmo vertiginoso y eficaz del puente. En una especie de coming of age la protagonista crece, pasa de la infancia, a la juventud y la adultez, más como un portento que como un prodigio. Con determinación y ambición, mezcla de gaucha urbana y chica salvaje, cabalga los años menemistas, hija de la rosca política de esa década que se fue amasando mucho antes.

Las fiestas de los noventa en esta novela toman la forma de carneadas como ritual masculino por excelencia donde se mezcla la violencia, la sangre, los facones y el extractivismo. Los costillares asados al fuego para cerrar tratos y acuerdos, la dueñidad de los territorios y de los cuerpos. Acá ya no se trata de la política palaciega, sino de la que se hace a la estaca en un quincho, en un casco de estancia entrerriano.

La novela de Siegrist es tan vial como fluvial y cuenta la construcción de algo que es mucho más que un puente. Con detalles técnicos, propios de ordenanzas, legislación, pliegos y licitaciones, la historia abarca la creación de todo un complejo vial compuesto de pasarelas, grandes alcantarillas, terraplenes y tramos de ruta que ocupan unos 60 kilómetros sobre el río. Pero a los movimientos de suelo que demanda la obra, se suman los de la gente del lugar, los invitados a copetines y comilonas y los muchos flujos de guita que eso genera. 

Los dólares que crujen y las “balas” (cubos termosellados de billetes que no necesitaban ser contados porque garantizaban la portabilidad, el correcto almacenaje y la conservación) que simplifican el recuento. El ritual de India y su madre organizando las tandas de billetes sobre el matelasse de dos plazas: de 100, de a 10 para sumar 1.000 y luego 10.000. La faja de papel con cinta scotch. La plata iba y venía. Lo privado y lo público se abrazaban con algunos dejos de esa militancia que los personajes de la novela traen de los 70 pero que también aprendieron a moldear para dejar atrás todo lo que fuese necesario.

Un relato nunca es inocente, siempre tiene implicaciones políticas, identitarias, de orden artístico. Cuando se dice que algo está basado en hechos reales se sugiere que el espectador debe creer, de manera inocente, en que esa ficción responde o es fiel por completo a la realidad. 

“En la literatura el efecto de verdad depende del lenguaje. El estilo y las formas de enunciación de un relato definen mejor que nada la realidad de una trama que intenta reconstruir el pasado”, dice Ricardo Piglia. 

¿Por qué le pedimos más verosímil a la ficción que a la realidad? ¿Por qué insistimos en adentrarnos en los mecanismos que alguien utiliza para contar una historia? 

El tercer capítulo de la serie de Winograd comienza con una leyenda entrecortada por una mala transmisión o una falla de la cinta VHS: “Los invitamos a desprenderse de todo dedo acusador y a ahorrarse análisis tales como: ‘Esto pasó en otra fecha’. ‘Esa persona no era así’, ‘Eso no fue lo que pasó’. Recuerde que usted está viendo una ficción”. 

Buscar la realidad en la ficción es una exigencia desmedida que ningún artista merece que le reclamen. ¿Si una obra está basada en hechos reales cómo debe ser juzgada? ¿Qué se le pide? ¿Veracidad total o imaginación pura? 

Winograd no quería hacer una serie solemne ni juzgar a los personajes. La idea no era bajar línea sino más bien situarse en el punto de vista de los protagonistas para darle verosimilitud. “No los teníamos que amar, no los teníamos que odiar”, dijo el director y buscó hacer de la serie un viaje inmersivo a los noventa para quien la viera. No hubo ninguna intención de hacer un análisis político y aunque hay un relevamiento de voces testimoniales como plafón, tampoco la idea fue mostrar una investigación sobre los noventa. Por eso quien la enciende esperando un documento que dé cuenta del cambio en la historia nacional se queda con las ganas. 

La banda sonora nos devuelve de golpe a la fiesta de nuestros propios 15 años, al viaje de egresados a Bariloche o al Bar Mitzvá de la compañera de colegio. Todo brilla, pero no todo es oro. El lujo es vulgaridad, como cantaron Los Redondos. Se ofaltea el estallido que en la serie (seguro habrá segunda temporada) no termina de llegar. Esa explosión que toda olla a presión anticipa cuando se sacude para ponerle fin a la cocción. Es la época del aguante pero también del reviente. Todo se rompe en algún momento. Todo se quebró. Y así estamos hoy: todos un poco más rotos. 

***

Siegrist, que es artista visual, poeta y trabajó en políticas culturales públicas, pone a operar los lenguajes que conoce por su recorrido profesional y laboral: la historia del arte, la gestión política y administrativa, la poesía y el manejo natural de la flora y fauna litoraleña. 

María Moreno, quién realizó una lectura atenta y acompañamiento del libro, escribe en la contratapa: “El estilo de Siegrist es materialista, fierrero, experto en autopartes y en gestiones administrativas pero también en bañados pantanosos, arroyos que se consideran ríos y criaturas terrestres, saberes como esos que Walsh utilizaba para describir una dársena como si fuera un personaje o dejaba caer, en medio de una negociación entre adversarios, ‘a la pastora le falta un bracito’”. 

La escritura cruza tecnicidad y lirismo como si fuesen una misma cosa. Y ante la pregunta sobre realidad/ficción, Siegrist clama: “Viva la imaginación al poder. Viva salir a inventar nuevos lenguajes”. Aguante la ficción, carajo. 

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Unos nacen sabiendo que van a heredar. Se pasan toda una vida esperando un patrimonio palpable. Amasan una paciencia eterna pero en ese letargo postergan la acción. Lo opuesto a India que era una factotum: un cuerpo joven, hormonalmente inquieto, operativo y ejecutante. 

La plata que India supo acumular no era producto de una herencia. Como el puente, fue una construcción instrumentada, ceremoniosa y otro poco changarina. Si en algunas familias hablar de plata es algo prohibido y escatológico, en la de India a la guita se la traficaba a la luz del día y a toda hora. Pero para ella nunca había. La veía, la contaba, la sacaba de las entrañas de una caja fuerte cada vez que “El Ingeniero” tenía que poner en funcionamiento el engranaje financiero de la rosca política. Era la encargada de llevar los fajos en la motito. Y aunque “El Ingeniero” le tenía confianza se resistía a pagarle por el trabajo. Insistía en que ella no necesitaba cobrar: “¿Para qué darle plata si vivía en la casa con ellos?”. Un miserable profesional.  

India era la buena piba y al mismo tiempo el cero al as. La nada o la nadie. El flanco débil de una familia poderosa. La infravalorada a la que le tenían piedad. La que querían por descarte. La menor de tres hermanos que no se le parecían en nada. La que no estudió pero que tampoco se casó para que la mantengan. La mandadera, pero no la secretaria. La bastarda pero gauchita. La que provenía de un linaje fantasmal: hija biológica de un padre ausente que no era “El Ingeniero” y según la niñera sería un tipo importante que tuvo un amorío con su madre cuando militaba en La Rioja en el 75 junto al Padre Enrique Angelelli. 

India no tenía vocación ni novio. El día que se terminó el puente lo cruzó con un único objetivo: no volver nunca más a Victoria. Dejar atrás la infancia, los baños vestida en el arroyo en la adolescencia, esa familia, el pueblo entrerriano de colinas en altura pero con mente lo suficientemente chata. 

Lo hizo como siempre montada a su Honda Dax y la guita propia. Uno por uno vio crecer los billetes que en esos años eran equivalentes. La convertibilidad al palo: un peso era lo mismo que un dólar. Los sacó de la caja de zapatillas Topper tenis, otro signo de la época, y se fue para siempre. La sobreviviente y al mismo tiempo, la desertora. Una auténtica hija de los 90. ¿El fin de la historia? Al menos, un punto y aparte, en su propia historia.    

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A India le dicen la “Turquita” en un guiño al “Turco” Carlos Menem, dos veces presidente de la República Argentina, quién sería su padre biológico. La expertis de la hija bastarda es un poco anfibia, se mueve a la perfección entre las cualidades más conocidas de los dos hijos legítimos del caudillo riojano: fierrera y tuerca como Carlitos Junior, calculadora y engranaje de confianza cual Zulemita. 

De chica la conmovía el brillo de los autos nuevos y los olores sintéticos. Le parecía que un auto era un signo de libertad total. Era una sibarita de circuitos y mecánica, y prestaba atención a marcas, modelos, diseños y colores. La Honda Dax era su único órgano de excitación. 

Para Beatriz Vignoli “India es una antiheroína muy realista. Encarna un tipo social que existió, pero del que la literatura argentina y el imaginario social hasta ahora no daba cuenta”. 

A la protagonista de esta novela podríamos leerla como una expresión de la elaboración literaria de un tipo de mirada feminista. 

India aparece subalternizada, en los márgenes del poder, pero tejiendo alianzas con quienes, como ella, también son oprimidos. Un personaje femenino subordinado en la sociedad y en los propios feminismos. 

Se cifra en ella el arquetipo de muchas mujeres nacidas y criadas en los ductos de una clase media alta aspiracional devenida en las últimas décadas en “nuevos ricos”. Chicas jóvenes sin amor ni proyecto, utilizadas por sus padres en la misma medida en que eran completamente invisibilizadas. Nadando en la opulencia pero sin lugar (ni permiso) para administrarla. De  afuera, vistas como niñas burguesas. Pero puertas adentro son sólo niñas ricas que sienten tristeza. 

A ellas, a esa generación de Indias, también les supo hablar Carlos Menem allá por el año 1989 para llegar a la presidencia. En plena campaña electoral, en un acto multitudinario donde llenó la cancha de River, el riojano dijo: “Voy a gobernar para los niños pobres que tienen hambre y para los niños ricos que tienen tristeza”. La frase, dicha al comienzo de todo, puede ser una buena brújula para entender a esa generación fallida que también fue la de los noventa. ¿Hijos de quienes? ¿Desafiliados de todo?  

La serie de Winograd traza un arco temporal que va desde la muerte de Carlitos Junior en 1995, antes de la reelección de su papá, hacia atrás: el “Menemóvil” para ganarle primero la interna a Antonio Cafiero y luego al radical Eduardo Angeloz. El primer episodio se cifra en esa despedida del cuerpo joven del hijo que fue en parte sacrificado para seguir la carrera política. 

En la novela de Siegrist, el arco temporal abre con los años 90 y termina en las puertas de la pandemia. Esta vez, en la Casa Rosada, frente a otro presidente de igual signo político que aquel pero sin el mismo carisma, y está obligado a comprar bolsas de óbito en cantidad para una nación. 

India toma nota, como siempre, hace lo que mejor le sale: registrar. En silencio, con mirada sagaz, apunta. Como si acaso quien escribe recordara en nombre de todos los demás.  

La entrada Nos persiguen los 90 se publicó primero en Revista Anfibia.