Sociedad

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    Pablo Quirno, el canciller con una fortuna sin declarar y un apellido con historia

     

    El hombre de confianza de Luis Caputo, sin experiencia diplomática y con una fortuna de $160 millones, asumió como nuevo canciller pese a no haber actualizado su declaración jurada de 2024. La Oficina Anticorrupción lo señala como “sujeto obligado” y advierte que no hay registros de presentación. Su designación refuerza el poder del ala financiera dentro del gobierno de Milei y destapa un entramado familiar ligado al macrismo, los negocios y la opacidad.

    Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable

    Cuando Javier Milei designó a Pablo Quirno Magrane al frente de la Cancillería, no sólo ratificó el predominio del ala financiera sobre la política exterior: también reavivó viejos fantasmas del macrismo y puso bajo la lupa la transparencia de su propio gabinete. Cercano al ministro de Economía Luis “Toto” Caputo, el flamante canciller llega sin trayectoria diplomática, pero con un extenso prontuario como operador financiero global y un patrimonio declarado de $160 millones que ya debería haberse actualizado ante la Oficina Anticorrupción (OA).

    El tecnócrata globalizado

    Formado en la University of Pennsylvania, Quirno pasó casi dos décadas en J. P. Morgan como director de Fusiones y Adquisiciones para América Latina. En 2018 fundó Samsom Capital Advisers, consultora dedicada a reestructurar deuda de gobiernos y corporaciones. Desde allí cultivó vínculos con los mismos bancos y fondos que hoy negocian con el Estado argentino. Su llegada al Palacio San Martín no es casual: fue la mano ejecutora de Caputo en las tratativas con el FMI y los bonistas privados, durante las gestiones macristas y libertarias.

    Pero su única declaración jurada, presentada en diciembre de 2023 al asumir como secretario de Finanzas, ya está vencida. La OA lo tiene registrado como “sujeto obligado” y confirmó que “a la fecha no se cuenta con información sobre la presentación 2024”. La omisión es grave: Quirno maneja información económica privilegiada y participa de negociaciones internacionales con entidades donde antes trabajó o tiene contactos directos.

    Transparencia selectiva

    Mientras Milei repite que su gobierno “no tolera la corrupción”, su nuevo canciller elude un deber básico de transparencia. Nadie en Economía ni en Cancillería explicó por qué incumplió la norma que obliga a presentar la actualización patrimonial antes del 31 de julio. El contraste es brutal: un gabinete que se jacta de “moralizar la política”, pero cuya cúpula financiera oculta sus bienes bajo la alfombra.

    Los $160 millones declarados (unos US$ 440 mil al tipo de cambio de entonces) incluían propiedades y depósitos —la mayoría en el exterior— y ninguna inversión en el país. A la luz de la inflación y la devaluación, esa cifra hoy carece de sentido económico. Lo que inquieta no es el monto, sino el vacío de información sobre cómo evolucionó. En un contexto donde los funcionarios suelen ampararse en la opacidad del sistema para ocultar su enriquecimiento, no actualizar la declaración equivale a no rendir cuentas al pueblo.

    El linaje conservador

    El apellido Quirno no es nuevo en los círculos del poder. Su abuelo, Avelino Quirno Lavalle, fue uno de los fundadores del Partido Conservador Popular y, según archivos históricos, llegó a “prestarle” su domicilio a Hugo Byttebier, un ex SS belga cercano a Adolf Eichmann. Su padre, Avelino Quirno Ugarte, integraba los clubes sociales de la élite porteña y era presentado por La Nación como “un hombre de conducta intachable”.

    Pablo Quirno Magrane siguió esa línea: durante el gobierno de Mauricio Macri fue coordinador general de la Secretaría de Finanzas, luego jefe de Gabinete de Caputo en el Ministerio de Finanzas, y finalmente director del Banco Central. En ese paso por el BCRA, autorizó el funcionamiento del banco digital Brubank, propiedad de Juan Bruchou, ex Citi. «Curiosamente», años más tarde, su propio hijo, Pablo Quirno (h), se convirtió en director financiero de Brubank.

    El clan financiero

    Los vínculos familiares no terminan ahí. Otro de sus hijos, Marcos Quirno, se licenció en Letras pero terminó en J. P. Morgan EE.UU., ingresando casi al mismo tiempo que su padre desembarcaba en el Ministerio de Hacienda macrista. Los Quirno, padre e hijos, se mueven entre bancos, consultoras y cargos públicos, un recorrido que muestra cómo el llamado “mejor equipo de los últimos 50 años” sigue reencarnando en el presente libertario.

    Del macrismo al mileísmo

    Con Milei, el círculo se cierra: Quirno vuelve al Estado por la puerta grande, ahora como canciller. El economista reemplaza a Gerardo Werthein, otro empresario sin experiencia diplomática, lo que confirma que la política exterior argentina quedó en manos de los mercados. Su gestión se orientará a fortalecer lazos con Wall Street y a garantizar la “confianza” de los inversores, un objetivo que parece pesar más que la soberanía o los intereses nacionales.

    El saldo moral: en rojo

    La Oficina Anticorrupción aún no aplicó sanciones, pese a que la omisión de Quirno configura una falta administrativa grave. La inacción oficial contrasta con la celeridad con que el Ejecutivo persigue a trabajadores o funcionarios opositores bajo pretexto de “falta de transparencia”. En definitiva, el caso Quirno resume el espíritu del mileísmo: tecnócratas de la banca global convertidos en diplomáticos, patrimonios en penumbra y discursos de pureza moral que se disuelven ante la primera planilla vacía.

    Si la transparencia es la nueva moneda del poder, el canciller de Milei empieza su gestión en rojo.

     

  • Pareja agita la interna en el Conurbano y manda a Los Inquebrantables a chocar

     

    Menos de 48 horas después del triunfo en la provincia, Sebastián Pareja mandó un audio de dos minutos y medio a concejales, armadores locales y seccionales -muchos de ellos críticos de su conducción- para que lo hagan circular a la militancia. Era un mensaje donde se mostraba exultante por lo que definió como «un éxito rotundo».

    «La Libertad Avanza de PBA y yo, su presidente, Sebastián Pareja, se los agradezco de todo corazón», cerró el audio que muchos leyeron como un gesto apurado por ratificar su conducción en medio de una pelea sin control con Las Fuerzas del Cielo.

    En ese contexto, Pareja salió a posicionar en la cancha interna a Los Inquebrantables, el espacio que lanzó el mes pasado con dos de sus armadores en el Conurbano, Ramón «Nene» Vera en la Primera y Luis «El Negro» Ontiveros en la Tercera.

    En la interna libertaria señalaron a LPO que, como primera medida, Pareja ordenó a sus concejales más próximos a embanderar sus bancas con el sello de Los Inquebrantables, para dejar en claro la referencia y mostrar volumen en la pelea interna frente a quienes aún cuestionan su conducción.

    Se descontrola la interna libertaria: Pareja trompeó a Traductor Te ama en el acto de cierre de Rosario 

    Esa acción va en línea con la advertencia que hizo Pareja al Gobierno la semana pasada, cuando el temor a una dura derrota hacía tambalear su rol en la provincia post elecciones: «Tenemos tres diputados nacionales y 300 concejales, no nos pueden tocar», lanzaron en su entorno.

    Luego de que Pareja trompeara a Traductor Te Ama en Rosario, en la cuenta de Los Inquebrantables en X salieron a fondo contra Las Fuerzas del Cielo con una seguidilla de publicaciones en redes aludiendo a los trolls como Libervirgos.

    Esa movida de posicionamiento de marca arrancó este jueves en el Concejo Deliberante de La Matanza, donde la ex vicepresidenta de la UCR matancera y actual jefa del bloque libertario, Lorena Ramos, hizo un posteo en su banca con el estandarte del espacio de Pareja.

    El publicación de Ramos -esposa de Ontiveros- fue replicada por Martín Menem, lo que desató la furia de los trolls de Santiago Caputo con el presidente de la Cámara de Diputados, a quien acusaron de promover a un grupo como Los Inquebrantables que «se dedicó a amenazar a nuestros militantes».

    Luego de que Pareja trompeara a Traductor Te Ama en Rosario, en la cuenta de Los Inquebrantables en X salieron a fondo contra Las Fuerzas del Cielo con una seguidilla de publicaciones en redes aludiendo a los trolls como «Libervirgos».

    «Tarde o temprano van a volver al kirchnerismo», dijo Pistarini. «Como se nota que hay un kukardo de 50 años que suma con dificultad atrás de la cuenta», acusó Traductor Te Ama.

    En tanto, el Gordo Leyes avisó: «Gran momento para sacar a relucir los antecedentes penales de los inquebrantables. Abusos sexuales, robos, contrabando. Hay de todo. Se viene».

    Algunos trolls acusaron a Ontiveros de mover la cuenta de Los Inquebrantables en X a través de un funcionario de Anses de La Matanza. 

     

  • Los bancos decepcionados porque esperaban que el Banco Central les liberara más encajes

     

     El Banco Central decidió aliviar los encajes, aunque en una magnitud tan moderada que dejó a los bancos con sabor a poco. Esperaban una liberación amplia de liquidez pero el llegó «por goteo». En el mercado leen la decisión como una señal de prudencia -o de miedo-: después del traspié con las LEFI, el equipo económico prefiere mojar los pies antes que tirarse a la pileta. 

    La resolución del BCRA dispuso que, a partir del 1° de noviembre, los bancos podrán reducir la integración de encajes al 95%, aunque el núcleo duro del 55% sigue inalterable. En la práctica, el cambio libera una porción mínima de los depósitos que las entidades mantienen inmovilizados como garantía. 

    La intención oficial es reactivar algo la rueda del crédito sin desbordar la plaza de pesos, pero los bancos esperaban mucho más. El malestar en el sistema financiero es palpable. «Liberaron monedas, no liquidez», ironizó un ejecutivo bancario consultado por LPO. 

    Economía consiguió renovar sólo el 60% de los vencimientos y complica la baja de encajes

    En la city interpretan que el Gobierno teme abrir demasiado la canilla y que los fondos liberados terminen en el dólar. El antecedente inmediato fue la licitación de la semana pasada, cuando el Tesoro sólo consiguió renovar el 60% de los vencimientos: unos $4,5 billones quedaron sueltos en el mercado, una masa de pesos que Economía intenta canalizar «con cautela» hacia el crédito productivo y no a la brecha cambiaria. 

    Respecto a la baja de tasas que busca el gobierno, el dato concreto es que esta semana los principales bancos empezaron a recortar lo que pagan por los plazos fijos. En algunos casos, los rendimientos bajaron varios puntos porcentuales, acercándose al 90% anual. Pero las tasas activas, las que los bancos cobran por prestar, todavía no se movieron. El verdadero test será el próximo lunes, cuando empiece a regir plenamente la nueva integración. 

    Respecto a la baja de tasas que busca el gobierno, el dato concreto es que esta semana los principales bancos empezaron a recortar lo que pagan por los plazos fijos. En algunos casos, los rendimientos bajaron varios puntos porcentuales, acercándose al 90% anual. Pero las tasas activas, las que los bancos cobran por prestar, todavía no se movieron.

    En el Central aseguran que «el cambio es gradual» y que habrá nuevas flexibilizaciones si no se observan tensiones en el mercado cambiario. Pero el sistema financiero desconfía: sin una baja más profunda, no habrá margen para prestar más ni para reactivar el crédito privado, que sigue en mínimos históricos. 

    Mientras tanto, en el plano político, Milei volvió a defender su idea de que las tasas «deben ser endógenas», es decir, determinadas por el propio mercado y no por la intervención estatal. Una definición que suena bien en los manuales, pero que choca con los fundamentos de Santiago Bausili, titular del BCRA, que sigue manejando con cautela las perillas de la liquidez. 

    La definición del Presidente en este contexto no es menor. Con esto reconoce que fue quién orquestó el fallido desarme de las LEFI, la experiencia que casi hace naufragar la estrategia de «dólar planchado». 

     

  • Euforia en Wall Street por la foto de Milei con los gobernadores

     

    Cuando el gobierno se asomaba al abismo un mes y medio atrás, el ministro del Interior, Lisandro Catalán, estrenó su cargo con una foto en la que sólo pudo reunir a tres gobernadores.

    Luego de la intervención económica y política de la administración Trump, Javier Milei consiguió una foto con 20 mandatarios. Cumplió así el pedido de Barry Benett, el asesor que vino a la Argentina a hablar en nombre del presidente norteamericano con una serie de pedidos.  

    Para asegurarse de que prosperaran esos pedidos, Benett se reunió con dirigentes de la oposición, acercados por Santiago Caputo. El asesor al que le están por crear un cargo que no termina de definirse por presión del ala karinista, sobrevive al embate de sus rivales justamente por la ascendencia que tiene con los emisarios de Trump.

    La parte publicable de los pedidos de Benett fue que Milei dejara de enfrentarse a los gobernadores y los sumara para aprobar un Presupuesto que viene postergando desde 2023, además de un paquete de reformas como la laboral, la tributaria y la previsional. 

    El presidente obedeció casi a rajatabla. Recibió a los gobernadores que atacaba semanas atrás y les pidió que lo acompañen con el Presupuesto y las reformas laboral y tributaria.

    Sólo dejó la reforma previsional para más adelante, recordando la lluvia de piedras que recibió el Congreso cuando Mauricio Macri mandó la suya.

    En los mercados cayó muy bien esta muestra de normalidad, ajena a la gestualidad despótica de otrora. «En Wall Streete están pendientes de un acuerdo de gobernabilidad con los mandatarios provinciales, a la espera de un consenso en torno al Presupuesto y al contenido de la Ley Bases II», dijo a LPO un operador financiero.

     Cerca de Martín Llaryora destacaron el «cambio notable» del clima político y destacaron que Milei «hizo un reconocimiento del esfuerzo que hicieron las provincias» en el marco del ajuste. «No se habló de detalles ni de plazos probables, como tampoco quedó claro si habrá extraordinarias y para qué leyes», indicó la fuente que estuvo en la Casa Rosada. 

    «Estaba de buen humor, se lo vio humilde, nos cagamos un poco de frío», admitió uno de los gobernadores vencedores del domingo.

     

  • Buscando a mi hijo

     

    Este texto fue publicado originalmente por revista Piauí y editado en español por Anfibia

    El hedor acre de la muerte, mezclado con el rocío, impregnaba el aire de la Plaza São Lucas, donde termina el barrio de Penha y comienzan las favelas del complejo del mismo nombre, en la Zona Norte de Río. Ya eran pasadas las doce y media de la noche. Frente al supermercado Inter, se había formado un círculo de unas doscientas personas, entre obreros, estudiantes, jubilados y personas vinculadas de alguna manera al narcotráfico. Ante ellos yacían veinticinco cadáveres alineados, todos hombres, todos identificados por los vecinos como residentes de la zona. 

    Jóvenes encapuchados y cautelosos se reunían en las esquinas, mientras las mujeres se repartían el tiempo entre brindar apoyo emocional y buscar personas desaparecidas. Algunos niños pasaban por allí, siempre acompañados de al menos un adolescente que parecía demasiado maduro para su edad. Manchas de sangre se mezclaban con envases de plástico desechados de la única tienda abierta. 

    —Quería descansar, pero no podía quedarme aquí ahora, ¿verdad? — comentó la vendedora a su compañera.

    Delgados, gordos, morenos, negros, blancos, tatuados, viejos, jóvenes: los cuerpos se multiplicaban a medida que una camioneta negra los traía de distintos puntos de la favela. Los cargaba un grupo de vecinos liderados por Erivelton Vidal Correia, presidente de la Asociación Comunitaria del Parque Proletário da Penha. Con guantes quirúrgicos, alineaban los cuerpos uno al lado del otro, cabeza con cabeza, sobre una gran lona negra y azul, en una imagen que luego acaparó los titulares.

    —¡Espacio, espacio, espacio! —, gritaba Correia cuando los que pasaban por allí interrumpían el trabajo.

    Una hora antes, había enviado una camioneta con siete cadáveres al Hospital Estatal Getúlio Vargas, que recibía a todos los muertos a tiros confirmados por la policía. Oficialmente, hasta ese momento, se contabilizaban 64 muertes causadas por el operativo contra el Comando Vermelho, que había comenzado la mañana del día anterior, 28 de octubre. Mientras avanzaba la noche, la cifra aumentó rápidamente: los vecinos encontraron cadáveres por todos lados, la mayoría tirados en el bosque. En la madrugada del miércoles 29, ya habían localizado al menos 32 cuerpos que, hasta entonces, no habían sido contabilizados oficialmente.

    Una mujer de 61 años se detuvo junto al reportero y dijo: 

    —¿Esto es Irak? He vivido aquí desde que nací. Nunca había visto nada igual—.

    Otro residente, de 27 años, coincidió con ella: 

    —En 27 años aquí, nunca había visto nada igual— y escuchó: —Yo digo lo mismo, y llevo aquí más del doble de tu edad—. 

    Los vecinos encontraron cadáveres por todos lados, la mayoría tirados en el bosque. En la madrugada del miércoles 29, ya habían localizado al menos 32 cuerpos que, hasta entonces, no habían sido contabilizados oficialmente.

    Hubo risas compartidas; escenas que nos recordaban que también había algo de cotidianidad en el ambiente, de residentes tan desconcertados como acostumbrados a la violencia (incluida la violencia estatal) en el Complejo de Penha. Sin embargo, nada podía eclipsar el sonido del llanto de mujeres que habían perdido hijos, seres queridos, amigos, hermanos, sobrinos y sobrinas. Cada unos veinte minutos se podía oír a alguna de ellas reconocer a alguien que había desaparecido desde el inicio de la operación a las tres de la madrugada del día anterior. “Mi…”, el vocativo que alude al vínculo afectivo cambia, pero la frase no.

    A las cuatro de la tarde, la masacre ya era un hecho visible en la prensa de Río de Janeiro y nacional, aunque no se la nombraba así. La cifra oficial de muertos variaba. Alrededor de esa hora, miles de grupos de residentes de favelas, barrios acomodados, suburbios, y otros del área metropolitana de Río de Janeiro empezaron a difundir mensajes similares: “El Comando Vermelho informa del toque de queda, nadie debe salir de sus casas, porque habrá muerte y caos”. En respuesta, los negocios de la Zona Sur, la Zona Norte, la Zona Oeste, la Zona Suroeste, la Baixada Fluminense y Niterói cerraron. Como consecuencia, independientemente de la línea, todos los vagones del metro se llenaron. 

    En las estaciones, los pasajeros comentaban una enigmática advertencia que circulaba en redes sociales: “Buena suerte en la Central de Brasil”. Los rumores de asaltos y peleas sembraron el terror en los celulares de quienes intentaban regresar a casa, sin volver a salir en todo el día. Las noticias de robos y caos en trenes y autobuses provocaron miedo e ira.

    Un rato antes, lejos de allí, alrededor de las 4 de la tarde, un hombre moreno de unos 70 años, esperando el metro de Botafogo, en la Zona Sur, a Nova América/Del Castilho, en la Zona Norte, a veces consolaba y a veces minimizaba el dolor de un familiar por teléfono. “No seas así… Llorar tampoco sirve de nada. Ahora tienes que aceptarlo. Tú elegiste esta vida…”. Tras colgar, negó con la cabeza y le comentó a la persona que tenía al lado: ‘Mi sobrino está escondido ahí arriba con Doca, es su guardaespaldas… Quería esta vida fácil’”. Edgard Alves Andrade, alias Doca, es uno de los narcotraficantes más influyentes del Comando Vermelho, jefe del Complejo Penha y señalado como uno de los objetivos del operativo, aunque hasta el momento no hay noticias de su captura. 

    Las estaciones cercanas a los complejos ocupados por las fuerzas de seguridad pública resonaron con ráfagas de disparos durante todo el día. El reportero se detuvo en la estación Inhaúma de la línea 2 del metro, frente a Alemão, y presenció el estruendo de los disparos que aceleró el paso de los residentes y puso a prueba la paciencia de los conductores de Uber en la Avenida Pastor Martin Luther King Jr. 

    —¡Hay disparos, apúrense! — se quejó el conductor que nos recogía.

    A partir de las seis de la tarde, no había ni un alma en las inmediaciones de Penha, desde las calles paralelas a las vías del tren hasta las que atraviesa el BRT (Autobús de Tránsito Rápido), pasando por las avenidas y callejones que atraviesan la arteria principal del Complejo. Los pocos que prefirieron esperar a que se calmaran las aguas en lugar de usar el transporte público desbordado o pagar precios exorbitantes por un servicio de transporte compartido, se desplazaron a pie. La ruta estaba flanqueada por tiendas cerradas tras rejas metálicas y pocos coches, salvo los ocho vehículos policiales que abarrotaban las veredas frente al Hospital Estatal Getúlio Vargas. Agentes uniformados y de camuflaje observaban en silencio la llegada de los familiares de las víctimas, generalmente bastante confundidos, sin saber adónde habían ido sus seres queridos, si estaban presos, heridos, vivos o muertos.

    Eran aproximadamente las tres de la madrugada del día 28 cuando estallaron los fuegos artificiales. Algunos vecinos explicaron que los fuegos artificiales «buenos» son aquellos que se lanzan en una sola ráfaga, anunciando un baile, un cumpleaños o una fecha conmemorativa; los que anuncian malas noticias, como una redada policial o el ataque de una facción rival, suelen ser una secuencia de cohetes con pausas. 

    Una joven pelirroja con ojeras, que trabaja en un comercio, suele levantarse entre las 5 y las 6 de la mañana para preparar a su hija pequeña, de 7 años, para las clases que empiezan a las 7:30. Sin embargo, el martes por la mañana abrió los ojos justo cuando empezaron los fuegos artificiales. Como vive en un callejón de la calle 14, en el complejo Penha, tuvo la suerte de que su casa no fuera alcanzada por los primeros disparos, pero la desgracia de no poder ver con sus propios ojos lo que ocurría.

    Su amiga de 18 años, vecina del piso de arriba, recuerda haber intentado dormirse alrededor de las 2:30 de la madrugada, tras una noche de fiesta en casa de un vecino, pero despertó a las 4:30 de la madrugada al oír disparos. Madre de una niña de dos meses fruto de una relación problemática, se había despertado preocupada por la bebé, pero volvió a dormirse. Al despertar, se dio cuenta de que el conflicto no había terminado. 

    Relatan que el tiroteo fue intenso entre las cuatro y las siete de la mañana, con una breve pausa que recuerdan de media hora. Uno de ellos dice que el vecindario salió corriendo a la calle en cuanto terminó el tiroteo por un instante. Apenas tuvieron tiempo de reaccionar antes de que los disparos dispersaran al grupo. 

    —Entonces nos sorprendió un disparo, todos corrimos a casa… Oí voces quejándose detrás de mi ventana. Oí la voz de un hombre quejándose terriblemente. Luego, inmediatamente después, oí tres disparos — relata la mujer, sobre una de las primeras señales de muerte que notó en las cercanías, en este caso en las paredes del vecino de la calle paralela.

    Relatan que el tiroteo fue intenso entre las cuatro y las siete de la mañana, con una breve pausa que recuerdan de media hora. Uno de ellos dice que el vecindario salió corriendo a la calle en cuanto terminó el tiroteo por un instante.

    Después de eso, el silbido de los disparos no cesó hasta cerca de las dos de la tarde, casi siete horas después. Mientras tanto, los grupos de WhatsApp inundaban a los vecinos con imágenes de los muertos, los prisioneros y rumores sobre quiénes podrían haber desaparecido. La madrina comenzó a sentir la angustia de no conseguir respuestas del padre de su hija. Su angustia se agravó por la de la niñera, quien no había tenido noticias de su ahijado desde las seis de la tarde del día anterior. Según rumores de conocidos, podía estar vivo y preso, o muerto. Juntas, aprovecharon el poco tiempo que tenían y recorrieron las calles del complejo buscándolos. Hospitales, bares, cualquier lugar podía ser algo, pero nada. La primera tuvo la suerte de recibir un mensaje tranquilizador de su exmarido alrededor de las cuatro de la tarde. La segunda continuó buscando a su ahijado; eran las siete de la noche y aún no había noticias suyas.

    Ella dice que el chico de 17 años es un fiestero y un mujeriego. Su madre lo abandonó a los 13 y dejó la escuela casi al mismo tiempo. A los 16, su padre se fue sin decir nada y se encontró abandonado en casa de su abuela. 

    —Sé que está vivo porque las malas noticias corren como la pólvora, y hasta ahora no hemos tenido noticias suyas — dijo su madrina. Ahora que su abuela también ha tenido que irse indefinidamente a Pará, su estado natal, el chico tenía poco a lo que aferrarse. Delgado, con el pelo teñido del rojo del cantante Oruam, del que es fan, y con ansias por el estilo de vida descrito en las letras de «Poze do Rodo» (N de la e. Ella dice que quiere crimen y yo soy un criminal/ Ella es de la Zona Sur y yo soy de Rodo/ Ella dice que me ama, pero no me engaña /¿Qué vagabundo nato no se enamora?), se convirtió en un enigma para su madrina. No estaba ni en el Hospital Getúlio Vargas ni en el Hospital Salgado Filho, también en la Zona Norte.

    De regreso del aeropuerto Salgado Filho al aeropuerto Getúlio Vargas, a la entrada de la calle Euclides Farías, en medio del crepúsculo entre los árboles, el Uber que compartía con el reportero fue detenido a más de 15 metros por un grupo de policías del Batallón Especial de Patrulla y Control de Multitudes de la PMERJ (Policía Militar de Río de Janeiro). Tres motocicletas. Seis hombres. Dos rifles apuntando al conductor y al asiento del copiloto, donde iba uno de nosotros. La tensión era palpable. Un taxi incluso amenazó con adelantarse, pero un grito lo detuvo. 

    —Sí, entonces avanzas y dispara— bromeó el conductor, nervioso.

    Con un gesto de la mano, el policía, completamente encapuchado, dejó pasar los autos uno a uno. Una vez que la tensión disminuyó y regresaron a Getúlio Vargas, los dos se dieron cuenta de que poco podían hacer salvo buscarlo en el bosque.

    Tres motocicletas. Seis hombres. Dos rifles apuntando al conductor y al asiento del copiloto, donde iba uno de nosotros. La tensión era palpable.

    —Miren, miren mi casa: sangre. Tengo miedo porque no sé cómo es esto. Estoy encerrada en casa con mis hijos. Miren. Miren esto. Miren… lo destruyeron todo, todo—. Este audio acompaña un video de una vecina de Penha cuya pared de la cocina fue derribada por policías que, según los vecinos, querían rescatar a uno de los agentes heridos. Las imágenes muestran un rastro de sangre en el suelo y, al instante siguiente, una pila de ladrillos de la pared donde estaba el refrigerador. Un agujero lo suficientemente grande como para que dos personas pasen cómodamente. 

    Su voz se quiebra al final. 

    Por todas partes, los residentes se quejan de que la policía irrumpe en las casas, impide que la gente se mueva por el barrio, insulta y amenaza a mujeres, ancianos y niños. Un video muestra a un grupo de mujeres corriendo aterrorizadas al encontrarse con policías a la vuelta de la esquina:

    —¡La policía está disparando! ¡Están lanzando granadas, disparando, haciendo de todo! No dejan que las familias recuperen los cuerpos ni que identifiquen nada… ¡Aquí hay más mujeres que hombres! ¡Estos bastardos se comportan como cobardes! — grita una residente.

    Para protegerse, algunas personas prefieren dejar la puerta principal de su casa abierta o entreabierta. Explican que la lógica es que los delincuentes tienden a desconfiar de cualquier puerta o ventana cerrada, intuyendo que alguien intenta esconderse. Una puerta abierta es una señal de alarma que indica: “Aquí no tenemos nada que esconder, no hay nada que robar”. 

    Una mujer de 27 años, vecina de un callejón con varias casas a unos 200 metros de la Plaza São Lucas, explica que, sentada cerca de la entrada del callejón, aunque no tiene candado, la reja metálica de su casa permanece cerrada todo el día por su propio peso. Según ella, los policías forzaron la puerta e ignoraron sus gritos de «¡Es vecina!», y diciéndole “zorra” hicieron callar a una mujer de 65 años. Por suerte, la breve discusión entre la joven y los policías no pasó a mayores, y ellos continuaron buscando sospechosos.

    Unas horas más tarde, la mala suerte volvió a cruzar su camino. En medio de un grupo de mototaxistas que huían de las zonas altas de la colina, esta misma joven, que iba de pasajera, fue alcanzada por un disparo de la policía que pasó lo suficientemente cerca como para asustarla a ella y al conductor, provocando que cayera y se raspara la pierna. 

    —¡Váyanse, váyanse, no dejen a nadie atrás, son unos cobardes! — gritó a los mototaxistas que pasaban, asustados por la policía que se divisaba en el horizonte. El vídeo se corta bruscamente en medio del disparo.

    Aunque no había perdido a nadie, recorría los hospitales y las zonas aledañas con sus familiares, brindándoles apoyo emocional y logístico mediante la difusión de información.

    Ella es una de las muchas personas que rodearon el Hospital Getúlio Vargas para acompañar a alguien que necesitaba apoyo. La angustia duró hasta las 9 de la noche. Nadie sabía dónde estaban sus familiares y amigos, y esta desaparición era una cuestión de vida o muerte. La mayoría ni siquiera podía dar entrevistas; algunos estaban catatónicos, otros incapaces de articular palabra, con el corazón atascado en la garganta.

    Cuando dieron las nueve de la noche, decidió unirse a quienes buscaban cuerpos en el bosque. Bajaron a la avenida Lobo Junior, desierta, cubierta de grafitis e iluminada principalmente por las luces del BRT (N. de la e. Corredor de autobuses) y las intermitentes. Un anciano con un trastorno mental evidente, vestido con una camisa raída y pantalones cortos rojos, gritaba al viento mientras caminaba por las vías del BRT. 

    La angustia duró hasta las 9 de la noche. Nadie sabía dónde estaban sus familiares y amigos, y esta desaparición era una cuestión de vida o muerte.

    Al doblar hacia la Rua do Valão, que se estrecha a la entrada del Complejo Penha, la joven de 27 años que había discutido con la policía y sus amigas pasaron junto a una furgoneta que, por solidaridad, las dejaría gratis al inicio de la favela. Dentro del vehículo iban los dos reporteros de la revista Piauí , el conductor, su ayudante, un pasajero que ya estaba allí y las siete mujeres. A cada rato, un coche calcinado, la estructura de un vehículo, basura y neumáticos quemados, aún humeantes. Los cristales rotos tintineaban bajo la presión de las ruedas de la furgoneta, que subía lentamente.

    Un hombre involucrado en el narcotráfico estaba sentado en el muro bajo de un porche con dos amigas al fondo. Las mujeres lo conocían y sabían que tendría información privilegiada. Los disparos continuaron, interrumpiendo la conversación primero por la derecha y luego por la izquierda. En el grupo, una joven rubia, novia de un narcotraficante, golpeaba el suelo con el pie con ansiedad, esperando noticias. Se derrumbó al enterarse por un conocido de que su hombre había muerto. 

    Las mujeres esperaban su turno para preguntar por el paradero del ahijado. 

    —Está en la cárcel. No está muerto — afirmó el hombre. Alivio. 

    —Solo le darán unos meses y luego saldrá, es menor de edad— dijo la madrina.

    —¿Cumple años este año o el que viene? — preguntó una chica más joven. 

    —Este año—. Todas respondieron al unísono: 

    —Ay no, se va a quedar—. 

    —Al menos le servirá de lección— pensó para sí misma.

    Las demás mujeres se internaron en el bosque cercano al cabaret. 

    —Allá afuera están volando balas. Y los amigos [ los narcotraficantes ] están muy precavidos ahora. Es mejor no subir ahora — nos dijo el hombre.

    Después de las 10 de la noche, prácticamente no quedaban familiares de las víctimas frente al hospital Getúlio Vargas; incluso la presencia policial había disminuido. Elieci Santana Santos, de 58 años, era una excepción. De baja estatura, con un rostro alargado que se fundía con su cabello lacio, llevaba una maleta rosa claro con ruedas. Irritada por el trato de los guardias de seguridad del hospital, bajó la rampa de entrada gritando que era una barbaridad que no se tratara con el debido respeto a una madre. Su voz se mezcló con la del hombre con problemas mentales que había bajado del autobús BRT y se había plantado frente al hospital, donde repetía a gritos: 

    —¡Son peores que los criminales! — y simulaba caer al suelo tras recibir un disparo.

    Elieci vive en Feira de Santana (BA) y es la madre de Fábio Francisco Santana Sales, un metalúrgico de 36 años. Cuenta que él se mudó de Bahía a Río de Janeiro el año pasado en busca de un mejor trabajo. Llegó con su esposa y tres de sus cuatro hijos. A las 7 de la mañana, la hora a la que debía ir a trabajar, le envió un mensaje de audio a su madre diciéndole que no podría ir porque había comenzado una operación. A las 3 de la tarde, llegó el último mensaje: tenía miedo y se escondía de la policía. Elieci dejó a su esposo y a sus otros tres hijos en su ciudad, compró un boleto de avión de Gol y embarcó alrededor de las 7 de la tarde rumbo al aeropuerto de Galeão.

    Dijo que un hombre la llamó diciendo que le habían disparado en el pie y que había terminado en el hospital. Pero no pudo confirmar esta información.

    Elieci no tenía ni idea de dónde iba a vivir su hijo cuando emigró al sureste. Ignoraba las tristemente célebres operaciones y masacres en Penha, así como el hecho de que es una de las favelas más atacadas por la policía debido a la presencia de miembros del Comando Vermelho. La magnitud de la violencia la aterrorizaba: 

    —¿Qué les hicieron [ a los chicos muertos ]? ¿Acaso son animales? ¿Acaso [ la policía ] los aniquila y se deshace de ellos? ¿Como si fueran basura? Tengo hipertensión, tengo diabetes, lo vi. No sé ni lo que es comer hoy. Bebí un poco de agua, un vaso de jugo —.

    Una fuente informó a Piauí que acababan de llegar cuerpos al IML (Instituto de Medicina Legal). Elieci lo acompañó, continuando la búsqueda de su hijo. Sin embargo, la puerta estaba cerrada con candado. «Familiares, abogados, quien sea, solo mañana a las 9 de la mañana comenzarán a entregarlos», informó el experto.

    —¿Qué les hicieron [ a los chicos muertos ]? ¿Acaso son animales? ¿Acaso [ la policía ] los aniquila y se deshace de ellos? ¿Como si fueran basura?

    Los prisioneros eran trasladados a las comisarías de la Cidade da Policia, un complejo de sectores y comisarías de la Policía Civil, ubicado en el barrio de Jacarezinho, en la Zona Norte de Río, escenario de la mayor masacre policial registrada hasta entonces, con 28 muertos. La respuesta fue la misma, pero el trato no. De pie en la garita, de la que solo podía salir un abogado o un policía, esperaba pacientemente la respuesta de un abogado contratado de urgencia, recomendado por conocidos de su hijo. Uno de los inspectores, calvo, moreno y sardónico, preguntó: 

    —¿Su hijo vino aquí a traficar drogas, verdad? 

    —No, no era un delincuente.

    Continuó, riendo: 

    —Si no era un delincuente, ¿por qué murió? 

    No dijo nada más.

    Ante el inminente cierre de la comisaría de policía, que nos dejaba vulnerables a los ataques de las personas con consumos problemáticos en ese tramo de la avenida Dom Hélder Câmara, Elieci se encontraba de nuevo en el punto de partida: el Hospital Getúlio Vargas. Su última esperanza surgió de la advertencia de una de las pocas mujeres que quedaban en la puerta del hospital:

    — ¡Están poniendo los cadáveres delante del supermercado Inter, allí en la plaza! Todas las familias van allí a identificarlos.

    Erivelton, residente de la asociación vecinal desde hacía once años, estaba convencido de que enviar los cadáveres al hospital por tandas sería ineficaz para generar repercusión mediática y, por ende, revuelo político. Los cuerpos debían ser recuperados del bosque y alineados para su identificación durante el mayor tiempo posible. Se colocaron con los rostros cubiertos para evitar que los vecinos filtraran imágenes de cerca de las pilas de cadáveres, pero fueron descubiertos frente a la prensa. 

    La parte más difícil del trabajo se encontraba en la espesura cerca de Cabaré. En ese momento, daba igual si estabas involucrado en el narcotráfico o no; cualquiera que pudiera ayudar era bienvenido. Subieron a motocicletas y luego a una camioneta negra cubierta con lonas y sábanas para transportar el cuerpo a través del bosque. 

    La subida es larga y empinada, con caminos de tierra llenos de baches, reductores de velocidad irregulares y un final en un campo árido rodeado de chozas precarias. Desde allí, se toma un camino alternativo hacia la cantera oficial de Polimix, una senda utilizada por traficantes que buscan esconderse de la policía. La cantera ocupa el centro, rodeada de maleza. Barrancos y árboles espinosos conforman el sendero abierto por el equipo de Erivelton y algunos familiares de la víctima. En esa incursión eran nueve: tres mujeres y seis hombres. El presidente de la asociación iba al frente. Todos llevaban encendidas las linternas de sus teléfonos móviles.

    La primera parada fue un pequeño agujero en una rampa de tierra que conducía a un enmarañado matorral de ramas secas. Girando a la derecha, se podía ver el cadáver oculto de un hombre calvo, boca abajo, vestido con ropa de camuflaje.

    —¡No se acerquen, nadie! ¡Ni siquiera lo toquen! — advirtió Erivelton. 

    Uno de los pocos supervivientes encontrados allí arriba informó a los rescatistas: la policía había dejado una granada cargada bajo su cuerpo. 

    —Hay un par más como ese — agregó un joven con rastas. 

    —Solo cuando amanezca podremos averiguar cómo sacarlo — concluyó el jefe del equipo. En toda su vida en el Complejo Penha, Erivelton dijo que nunca había visto una trampa semejante.

    El equipo volvió a subirse a la motocicleta y atravesó la nube de polvo, absorbiendo la tierra removida por la cantera. Una nueva entrada al bosque apareció ante sus ojos. Todos ​​se bajaron de sus vehículos, convirtiendo la franja de tierra en un estacionamiento improvisado. Como pequeñas luciérnagas, se dispersaron con las linternas de sus teléfonos móviles. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Entre rocas, terraplenes, ramas y troncos afilados, los equipos localizaron o confirmaron la posición de al menos seis cadáveres.

    Decidieron levantar uno de los más pesados, ya que también era el que estaba mejor posicionado para poder sacarlo fácilmente. 

    —¿Dónde está la sábana roja? — preguntó uno de los chicos, frustrado porque solo tenían una negra, cuando lo ideal es usar dos para cargar a una sola persona. Nadie la encontró.

    El cuerpo era demasiado pesado, se quejaron. Necesitarían más hombres en el próximo viaje, insistieron. El descontento iba acompañado de pasos en falso que podían provocar torceduras de tobillo o caídas por el terraplén. Al llegar al muro bajo por el que habíamos entrado, la camioneta dio marcha atrás y se detuvo cerca para que el cuerpo pudiera entrar en la caja. Intentando no arrastrar la cara del cadáver por el suelo, lo levantaron de un solo movimiento y lo colocaron en la parte trasera del auto.

    Este fue uno de los muchos viajes que se realizaron a lo largo del día, revelando el doble de cadáveres que los reportados inicialmente por las autoridades. La Defensoría del Pueblo declaró a la prensa que había más de 130 muertos en total (al momento de la publicación de este informe, la cifra oficial era de 121). Con cada hora que pasaba, algún familiar encontraba el paradero de su ser querido.

    Elieci descubrió a su hijo Fábio entre los cadáveres recuperados a última hora de la mañana del miércoles.

    La entrada Buscando a mi hijo se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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    El peronismo riojano dio pelea y ganó: Quintela le arrebató el triunfo a Milei

     

    Con el escrutinio definitivo en la mano, el peronismo riojano se quedó con la victoria por menos de mil votos sobre La Libertad Avanza. El gobernador Ricardo Quintela, uno de los principales opositores al modelo de Milei, consolidó su liderazgo en una elección que tuvo sabor a pulseada nacional.

    Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

    El resultado final de las elecciones legislativas en La Rioja confirmó lo que ya se palpaba en las calles: el peronismo local, encabezado por Ricardo Quintela, logró retener la mayoría con una ajustadísima diferencia sobre La Libertad Avanza (LLA). Según los datos oficiales del escrutinio definitivo, el frente Federales Defendamos La Rioja (DLR) cosechó 90.686 votos, contra 89.804 de la fuerza libertaria.

    La distancia —782 votos— podría parecer mínima, pero en el plano político tiene un peso enorme. Quintela, que se ha convertido en una de las voces más firmes contra las políticas de ajuste y privatización del gobierno de Milei, consiguió sostener el bastión norteño frente al avance del oficialismo nacional.


    Una victoria con valor simbólico

    La elección riojana no sólo definió nombres en el Congreso. Representó también una disputa entre dos modelos de país: el del Estado presente que defiende Quintela y el del mercado absoluto que promueve Milei.

    Desde la Casa de Gobierno provincial destacaron que el resultado reafirma el acompañamiento popular a las políticas locales, centradas en la producción, el empleo y la contención social, frente a la ofensiva de recorte y desfinanciamiento impulsada por Nación.


    Banca partida, pulseada abierta

    Pese al triunfo provincial, el reparto de bancas fue equitativo. Las dos diputaciones nacionales en juego se distribuyeron entre Gabriela Pedrali por el peronismo y Gino Visconti por el espacio libertario. De este modo, La Rioja envía al Congreso una representación dividida, reflejo de una sociedad que vive entre la resistencia y el desencanto.

    El propio Quintela destacó en declaraciones recientes que el resultado fue “una muestra de conciencia popular”, y subrayó que el voto riojano “fue un mensaje claro contra el abandono y la desindustrialización que propone Milei”.


    Martín Menem, el proyecto libertario que insiste

    Del lado libertario, los resultados reavivaron las internas, pero también consolidaron una figura: Martín Menem. El ex candidato a gobernador en 2023 y actual titular de la Cámara de Diputados de la Nación es visto como el referente natural del mileísmo en la provincia, y todo indica que volverá a competir en 2027.

    El legislador provincial electo por LLA, Diego Molina Gómez, fue categórico: el próximo candidato a gobernador “tiene que volver a ser Menem porque se puso la campaña al hombro”. Además, lo definió como “líder del movimiento libertario en La Rioja” y aseguró que cuenta con el respaldo total del espacio.


    Quintela, resistencia y reconstrucción

    Mientras tanto, Quintela sigue firme en su cruzada contra el modelo libertario. En los últimos meses ha encabezado encuentros con otros mandatarios provinciales para coordinar estrategias frente al ajuste fiscal, la caída de transferencias y la parálisis de obras públicas.

    El resultado electoral refuerza su posición dentro del peronismo federal, donde se perfila como una de las figuras más combativas frente al avance del mileísmo. La Rioja, una vez más, se convirtió en el espejo de un país dividido, pero también en la trinchera de un proyecto que se resiste a desaparecer.