Candidatos sin brújula: Virginia Gallardo y el show del desconocimiento libertario
Los candidatos libertarios hacen agua por todos lados.
Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable
Un casting en lugar de una lista
En la Argentina de Milei, la política parece haberse convertido en un reality show de improvisados. La última escena la protagonizó Virginia Gallardo, conocida modelo y panelista televisiva, ahora lanzada como primera candidata a diputada nacional por Corrientes por La Libertad Avanza.
En una entrevista radial, Gallardo intentó hablar de pobreza y terminó dando una clase magistral de confusión. Luego de afirmar «vamos a sectores vulnerables (SIC)» aseguró entre lágrimas: “Hay 35 millones de pobres y antes había 56”, como si el país pudiera tener más habitantes pobres que habitantes totales.
La candidata además despreció el valor de la educación, afirmando que “no hay que venir con títulos a la política”, en una frase que resume el antiintelectualismo que atraviesa al mileísmo. Con tono entre la ignorancia y el desprecio, remató: “Esa es la política que yo hago. No me vengan a correr con la geografía”.
Entre la TV y el Congreso
El caso Gallardo no es aislado. Es parte de un patrón de improvisación y superficialidad que domina las listas libertarias. En Corrientes, donde el oficialismo de Milei se juega una banca clave, la candidata no tiene experiencia política, ni formación académica, ni conocimiento básico de los temas públicos.
Sin embargo, su figura mediática parece haber sido más valorada que cualquier trayectoria o capacidad de gestión. La lógica del mileísmo es clara: la política como espectáculo, donde el grito reemplaza al argumento y la imagen vale más que el contenido.
Karen Reichardt y el manual del silencio
La misma tendencia se repite en otros distritos. Karen Reichardt, exmodelo y candidata a diputada en Buenos Aires, fue “guardada” por el propio espacio libertario tras una seguidilla de declaraciones erráticas y desinformadas.
Fuentes del entorno libertario reconocen que prefirieron evitar su exposición pública para no repetir papelones como el de Gallardo. Reichardt, conocida por su paso por programas de farándula en los 90, había asegurado que “Milei es un elegido de Dios” y que “los impuestos son un castigo del socialismo globalista”.
Ambos casos, junto con otros nombres de las listas de La Libertad Avanza, revelan una falta alarmante de formación, compromiso y comprensión de la función pública. No se trata de desconocer el derecho de cualquier ciudadano a participar en política, sino de advertir que el Estado no es un escenario de entretenimiento ni un espacio para improvisar discursos sin sustento.
Milei y el desprecio por el saber
El problema excede a Gallardo y Reichardt. Es una decisión política deliberada del mileísmo: desalentar el conocimiento y glorificar la ignorancia.
Desde que Milei llegó al poder, la educación pública fue sistemáticamente atacada, los presupuestos universitarios recortados, y los investigadores estigmatizados como “ñoquis del Estado”.
No sorprende, entonces, que su espacio elija representantes que replican el mismo desprecio por la formación, la ciencia y la técnica. En el fondo, se trata de una política de deseducación, que convierte la torpeza en virtud y el error en relato.
Un país que necesita dirigentes, no influencers
La Argentina enfrenta desafíos enormes: inflación, desempleo, endeudamiento, crisis educativa. En ese contexto, las declaraciones de candidatos como Gallardo o Reichardt no solo resultan anecdóticas: son un síntoma del vaciamiento político que promueve el oficialismo libertario.
Mientras tanto, el país necesita dirigentes formados, con responsabilidad pública y compromiso social, no panelistas con libreto ni seguidores que repiten consignas.
Si la política se transforma en un set de televisión, los que pierden son siempre los mismos: los argentinos de carne y hueso, esos que Gallardo dice defender sin siquiera saber cuántos son.