Entre los apoyos internacionales se destacan Estados Unidos, Israel, Italia, Ecuador, Uruguay, Chile, Rumania y Ucrania, así como entidades como la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (AmCham) y la American Bankers Association.
Este viernes, durante la conferencia de prensa del vocero presidencial Manuel Adorni, el gobierno nacional emitió un comunicado oficial que detalló el apoyo internacional recibido en la apelación por el turnover de acciones de YPF.
Según la Procuración, la participación de estos países y organizaciones, incluyendo la inédita presentación de Israel como amicus curiae, fortalece la posición argentina en una etapa clave del proceso judicial y refleja la solidez de los lazos bilaterales promovidos por el presidente Javier Milei.
El apoyo se da en el marco de la apelación por el turnover (transferencia) de acciones, el capítulo de la extensa causa que Burford Capital intenta ejecutar para cobrarse la condena de más de 18.000 millones de dólares.
El comunicado oficial de la Procuración del Tesoro de la Nación
El comunicado subraya el papel de Estados Unidos, que por tercera vez acompaña la defensa argentina en este litigio. El gobierno nacional resaltó el hecho como un «logro trascendental» y una muestra del vínculo estratégico alcanzado gracias a las «buenas relaciones» que promueve el presidente Javier Milei.
Asimismo, resaltó la participación de Israel que marcó un «precedente histórico» al presentarse por primera vez como amicus curiae en una causa de esta naturaleza. Según la Procuración, esto «refleja la solidez de los lazos bilaterales y el reconocimiento de la seriedad de los argumentos de la defensa argentina».
Quienes se sumaron al apoyo internacional
A los respaldos destacados por el gobierno nacional, también se suman los amicus curiae de:
Italia
Ecuador
Uruguay
Chile
Rumania
Ucrania
También manifestaron su apoyo la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (AmCham) y el Bank Policy Institute junto con la American Bankers Association. Francia, por su parte, envió una carta diplomática en apoyo a la posición argentina.
La Procuración del Tesoro de la Nación reiteró que el respaldo internacional que recibieron «fortalece de manera contundente la posición de la Argentina» en una etapa clave del proceso judicial.
En el marco de la cumbre del G20 celebrada en Río de Janeiro, Brasil, Argentina formalizó su adhesión a la Alianza Mundial contra el Hambre y la Pobreza, una iniciativa liderada por el anfitrión y que ya contaba con el apoyo de todos los países miembro, salvo el nuestro. Además, Vaca Muerta se presentó como un eje clave de negociación entre ambas naciones….
La fintech podrá bloquear temporalmente las cuentas o suspenderlas de manera definitiva cuando detecte transacciones que violen sus normas, alertando a miles de usuarios sobre la necesidad de conocer qué artículos están prohibidos para evitar perder acceso a sus fondos.
Cuáles son los productos prohibidos en Mercado Pago
De acuerdo con los términos y condiciones publicados en la página oficial de Mercado Pago, hay una lista explícita de artículos que no pueden comprarse mediante esta plataforma digital. La prohibición responde a la necesidad de garantizar el cumplimiento de la ley argentina y proteger la seguridad y la ética del ecosistema digital.
Productos que vulneren derechos de propiedad intelectual e industrial, como software, música, películas, marcas o patentes falsificadas.
Contenidos y servicios relacionados con la pedofilia, prostitución y actividades vinculadas a la explotación sexual.
Aparatos decodificadores para televisión por cable, antena o satélite, cuyo comercio está regulado en Argentina.
Estupefacientes, sustancias prohibidas o parafernalia vinculada al consumo de drogas ilegales.
Flora, fauna y productos derivados, incluidas especies protegidas, en peligro de extinción, taxidermia, medicamentos veterinarios o relacionados.
Huesos, órganos, tejidos humanos y servicios derivados, como el vientre de alquiler, que están sujetos a regulaciones estrictas.
Productos que promuevan la violencia, el odio o cualquier forma de discriminación.
Otros artículos que violen la ley o las políticas específicas marcadas por Mercado Pago.
Esta lista busca orientar a los usuarios y evitar que la plataforma sea utilizada para actividades ilegales o poco éticas. Las compras que integren estos productos serán detectadas por los sistemas de control, que actuarán con medidas de sanción.
Sanciones y consecuencias para los usuarios que violen las reglas
El artículo 8.1 de los términos y condiciones de Mercado Pago detalló las medidas que la empresa puede tomar ante incumplimientos, sospechas o confirmaciones de violaciones a sus políticas. Entre ellas destacan:
Bloqueo temporal del acceso y uso de la cuenta, limitando la posibilidad de operar.
Cancelación definitiva de la cuenta, lo que implica la pérdida total del usuario en la plataforma.
Rechazo, cancelación o suspensión de solicitudes relacionadas con el procesamiento de pagos.
Restricción en la disponibilidad de funcionalidades específicas dentro de la billetera.
Estas sanciones se aplican para garantizar el correcto uso de Mercado Pago y evitar que la plataforma se convierta en vehículo para transacciones ilícitas o perjudiciales.
Qué ocurre si suspenden tu cuenta en Mercado Pago
La suspensión o cancelación de una cuenta en Mercado Pago puede tener consecuencias serias para el usuario. Según el artículo 1.3 de los términos y condiciones, quienes sean suspendidos no podrán crear un nuevo usuario ni volver a aceptar los términos de la plataforma.
Además, la fintech se reserva el derecho de cerrar una cuenta sin aviso previo y, en caso de daños o perjuicios causados por el usuario, puede iniciar acciones legales para reclamar indemnizaciones. Esto significa que la suspensión no solo limita el acceso a la cuenta, sino que también podría derivar en procesos judiciales.
Cómo actuar si tu cuenta es suspendida
Ante una suspensión, es importante actuar con rapidez y claridad:
Revisar el correo electrónico asociado o intentar ingresar a la cuenta para identificar el motivo del bloqueo.
Contactar a Mercado Pago a través de la sección “Ayuda” en su página web oficial para iniciar la revisión del caso.
Enviar la documentación solicitada de forma completa y transparente.
Esperar la respuesta de la empresa, que comunicará su decisión por correo electrónico o mediante mensajes dentro de la plataforma.
Seguir este procedimiento es clave para intentar revertir la suspensión o aclarar cualquier malentendido.
El endurecimiento de las normas por parte de Mercado Pago refleja una tendencia de las plataformas digitales a controlar y regular el comercio electrónico, en un contexto donde las fintech juegan un papel central en la economía argentina. Por ello, los usuarios deben respetar los términos, mantenerse informados sobre qué transacciones son legales y consultar directamente a la plataforma ante cualquier duda para evitar sanciones.
El 65% de los especialistas en recursos humanos tiene planificado tomar nuevos empleados a lo largo del año en Argentina pero 6 puntos porcentuales menos que en 2022 y 10 puntos por debajo que en 2021, según el estudio Balance 2023 y Expectativas 2024 de la consultora Bumeran….
Un cumpleaños de 15 en Neuquén terminó de la peor manera cuando un hombre de 40 años golpeó en dos ocasiones a un adolescente de 14, en un salón de eventos del barrio Confluencia. El hecho ocurrió durante la madrugada del 13 de abril pasado.
Según la investigación, la primera agresión fue cerca de las 2 de la mañana, cuando el acusado se cruzó con el menor y un grupo de amigos en el sector de los baños. Tras una breve charla sobre deportes, el hombre tomó al chico del cuello y lo empujó contra un espejo, provocándole un golpe en la cabeza.
Horas después, entre las 5.30 y las 6.30, ambos volvieron a encontrarse en el baño. El adolescente intentó salir del lugar con ayuda de sus amigos, pero cuando se dirigió a contar lo ocurrido a la madre de la cumpleañera, el agresor lo interceptó y le dio un golpe de puño en el rostro, a la altura del pómulo izquierdo.
El caso llegó este miércoles a la Ciudad Judicial, donde el Ministerio Público Fiscal (MPF) lo acusó formalmente por lesiones leves y pidió medidas de restricción para resguardar a la víctima. El juez de garantías avaló la formulación y ordenó que el imputado no pueda acercarse ni comunicarse con el adolescente ni con su entorno familiar y de amigos por los próximos cuatro meses.
La reciente confirmación de la Corte Suprema sobre la muerte del soldado Pablo Jesús Gabriel Córdoba en Zapala marcó un cambio en esta investigación. Este pronunciamiento, viene a consolidar las pruebas y teorías que se habían ido desvelando en los meses anteriores, estableciendo con autoridad judicial lo que muchos sospechaban: la muerte de Córdoba fue […]…
El morbo tiene reservado un lugar especial para nosotros los enfermos y compartimos espacio con los accidentados; que a ver cómo se la arreglan con el trauma, que qué es lo que pueden con las nuevas circunstancias, hasta dónde llega el límite de lo humano, qué contorno tiene la dignidad, cómo hace eso que hace o cómo hará eso que tendrá que hacer.
Este lugar del morbo se despliega en dos líneas narrativas que operan en simultáneo; una se encuentra en la superficie y está envuelta por un campo de energía luminoso y afirmativo, su propósito es demostrar aliento aunque huela más a indigestiones y muelas podridas que a respaldo y contención. La segunda merodea sagaz por el crepúsculo interno, su secuencia argumental tiene sed de castigo y exterminio.
Lo que cautiva de este espectáculo siniestro no es el camuflaje del subtexto que disimula lo perverso. Es decir, no se trata de un instrumento del relato. Cautiva porque ver al otro remar en su mierda deja en evidencia los privilegios propios, es una forma de distancia y contraste, un regocijo canalla que aparece cuando se observa a los demás haciendo malabares para soportar el dolor.
Sus ojos son el ojo de la cerradura que mira y te hace mirar en simultáneo, pero ojo que este libro no es un espejo donde reconciliarse ni un tratado de paz con el infierno personal.
Así de implacable es este morbo, un magnetismo narcotico. Debe tener una modulación particular para no perder el tono de la lástima, la empatía y la superación, principios constitutivos del régimen de la resiliencia. Y como no podía ser de otra manera, para esto hay muchos títulos: porno inspiracional, absolución cristiana, enjuague moral, etc. etc. Los todavía sanos en calidad de testigos frente a los sobrevivientes aguardan inquietos por algún remate: la cura, la rehabilitación o la muerte, un rito de paso de un estado a otro que alivie las conciencias y restituya el orden que la enfermedad desacomoda.
Pero María Moreno no le da el gusto a cualquier sádico. Estamos hablando de un cortocircuito. En La Merma no hay acatamiento sino decepción: quien busque una respuesta sosegadora, un bálsamo progresista en torno a la identidad o una declaración de sufrimiento que haga brotar misericordia, no tiene idea dónde se ha metido, y saldrá de su último libro con más frustración que consuelo.
Esto no es un halago para vos, María. Mi admiración, digo, no es de tan tonta calidad, sino más bien un aviso para ustedes que están leyendo sobre aquello que se sostiene sin asco durante todo el libro: la enfermedad hace otras cosas además de amenazar, humillar o producir lamento.
En este nuevo coágulo de la historia, la enfermedad vuelve al corazón del debate político pero ahora la cordura perdió eficacia como instrumento discursivo.
Pero sería bien inocente suponer una voluntad de decepción, como si La Moreno fuera de las que recurren a ademanes literarios y piruetas estilísticas para merecer tal o cual etiqueta. Su elaboración del artificio nunca ha tenido que ver con la distancia estéril de la etnografía bajo un régimen temático, sino con hacer aparecer las vidas y las cosas que, con rigurosidad, ilustra a partir de los efectos que surten los encontronazos en su propio cuero.
En La Merma la veracidad no importa en tanto copia fiel de la realidad porque lo que a ella la calienta es la ficción. Tampoco importan las expectativas del lector porque no le debe nada a nadie más que a sus fijaciones.
La Moreno es una degenerada, y eso no es un procedimiento sino un atajo para entrarle al morbo por el agujerito del costado sin tanta sarasa moral. Sus ojos son el ojo de la cerradura que mira y te hace mirar en simultáneo, pero ojo que este libro no es un espejo donde reconciliarse ni un tratado de paz con el infierno personal. La Merma se aventura a contrabandear lo sucio y problemático que vibra en las bajas frecuencias de la vida con el calor de una carcajada guasona liberándote de tus deudas con la coherencia. Aún así, no hay ánimo alguno de reparación.
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Cuerpos amontonados, cuerpo de obra, corporalidades y disidencias, cuerpos en fuga, cuerpa, cuerpe, cuerpo con x, cuerpo con arroba, cuerpo con guión bajo, corporalidades, corporrealidades, cuerpito, teoría del cuerpo, poéticas del cuerpo, oye tu cuerpo pide salsa, acuerparse, poner el cuerpo, poner la cuerpa, soma, esqueleto, cuerpos en disputa, máquina, fábrica, flujos. El gesto de decir “cuerpo” está vaciado de sentido. Si solo nombrarlo fuese suficiente para exonerarse de toda alienación, alcanzaría con decir dolor para rajar del sufrimiento. Si digo morfina ¿aliviaré? Pero como a ella nunca le importó la obsecuencia con la época, La Merma tampoco es un facsímil de los discursos buena onda de turno que repiten consignas a lo pavo, pese a que la severidad que acontece en su biografía haría tambalear a todo guapo colgado de luchas colectivas mangueando compasión. Hace rato venimos viendo cómo, por mucho menos, cualquiera se sube al podio para dar cátedra de sensibilidad social, violencias y padecimientos, encaprichados por volverse referentes, funcionarios, gerentes.
Este libro llega en un estado de fragilidad de la vida singular, social y global sin parangón: montañas de cadáveres desbordando de las pantallas, formas de explotación laboral moleculares, alteraciones técnicas y digitales de la psiquis, solapamientos temporales, nuevas formas de fascismos, velocidades de cálculo inalcanzables para la mente humana, bellezas hiperbólicas, mecanismos de tortura imperceptibles, anatomías transformadas con precisión milimetrica. Hasta el gobierno nacional reclama protagonismo en la agenda de la eugenesia global cagando a palos a jubilados, cortando antirretrovirales y medicamentos oncológicos, escupiendo a todo aquel que se parezca al más sano y cuerdo de todos, nuestro presidente elegido democráticamente.
La Moreno es una mala sobreviviente. A lo largo del libro se nota que agradece estar viva pero lo hace con una mueca socarrona y desabrida que desmantela la tragedia.
En este nuevo coágulo de la historia, la enfermedad vuelve al corazón del debate político pero ahora la cordura perdió eficacia como instrumento discursivo. Las ultraderechas se mofan de la normalidad desde su empoderamiento psicofarmacológico instalando un orden donde los putos, los raros, las travas, los negros, los viejos, las minas y los enfermos somos basura de descarte. ¿Quién queda en sus filas? ¿A quién llevarán a Marte?
Si treinta años atrás el cuerpo era un campo de batalla -siguiendo a Butler- hoy estamos frente a un escenario de devastación atiborrado de esquirlas, pedazos de órganos por acá, cachos de subjetividad por allá. Como si cada trozo de nosotros fueran los soldaditos minúsculos de la Batalla de Curupaytí pintada por “El Manco”, nuestra carne y persona visten uniformes rojos y merodean desorientados por ahí.
No podemos saber a ciencia cierta si la guerra ya pasó aunque la destrucción sea evidente. En el segundo párrafo de la página veintiséis de La Merma, Moreno escribe: “la mayor transgresión al modelo de belleza humano es quebrar el principio de simetría”. Me pregunto si existe algo más asimétrico que una derrota. Pero a pesar de que el cuerpo real, ontológico y lingüístico sea una batalla perdida, insiste en hacer otra cosa con ese desastre y lo lleva a cabo desplazando al cuerpo del sintagma escritura como centro de sentido; en ventilar la finitud de sus posibilidades como vida funcional versus la permanencia del relato a sabiendas de su cafisheo cruzado. Lo hace sin rendirle pleitesía al monumento de la literatura.
Pareciera que no le excita esa cosa autorreflexiva y anodina del escritor mirando su práctica o la paja de esas literaturas del yo que rebalsan en las librerías y de tan iguales parecen mimetizarse con edictos policiales. Además de los otros, sus excesos también han sido la cultura de masas, los medios hegemónicos de información, los expulsados de la historia oficial del mundo, cualquier otra cosa que no se corresponda con los berretines de los grandes temas legalmente importantes para las autoridades intelectuales. Me refiero a que el agotamiento del tópico cuerpo también está puesto en consideración para sus elucubraciones. María impugna su propia verdad, enferma la escritura, infecta y contamina su propio canon pero ese gesto no es el corte de cinta que inaugura su nueva identidad bajo la luz radiante y colorida del testimonio; ella es una desequilibrista en esta cuerda floja y recta de obviedades desde siempre, aunque ahora tenga su propio carnet de rareza.
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Si tanto hemos discutido el lugar de víctima, La Merma viene a desbarajustar el lugar de sobreviviente y acá aparece de nuevo la decepción. Como era de esperarse, La Moreno es una mala sobreviviente. A lo largo del libro se nota que agradece estar viva pero lo hace con una mueca socarrona y desabrida que desmantela la tragedia, y no suelta la queja porque ella bien sabe que organizarla en el lenguaje es la arteria para que devenga en protesta.
Al comienzo de la página ciento cinco se pregunta por qué no pensó en su madre. Pero, ¿reconocer una ausencia no es una forma de aparición? ¿No habíamos quedado en eso? Sin embargo se toma el tiempo para evocar a la madre de Virginia Woolf, otra mostra como ella con la que conversa desde siempre. Cincuenta años antes de que Orlando y la Señora Dalloway escandalicen los corsarios, Julia Stephen ya estaba empecinada con la relación entre cuerpo y justicia social. En su Tratado sobre enfermería toma la sábana como significante del dolor y plantea una política de la disposición y la textura para fabricar una mínima dignidad a sus pacientes. Desde la atención microscópica a las migas en la cama hasta el cuidado del pelo, la madre de la Woolf propuso una ética del cuidado que resuena de fondo en la internación de la Moreno como terreno de sospecha.
Y aunque María Moreno sepa por vieja, por diabla y por enferma, también tiene miedo. Reconoce que se está rompiendo y en vez de lamentarse, se sorprende al descubrir que posee un cuerpo.
Luego del bar, la noche, los antros, las manifestaciones, La Moreno vuelve al hospital y aunque este ya sea considerado paisaje recurrente de la literatura universal, no se detiene en los chalecos de fuerza foucaultianos, ni en las salas de espera chejovianas, ni en el quirófano lombrosiano. Ella okupa la cama como unidad básica con su secuaz Lamborghini flotando en el lugar. Insiste en el problema metafisico de la sábana ya no exclusivamente como territorio de disputa erótica, sino como un velo horizontal que, más que correrlo para echarle luz a lo reprimido, precisa ser alisado para atenuar la tortura de los pliegues producto de una noche revoltosa. Una cama bien tendida recompone la estructura simbólica que el dolor destruye, la sábana es la carne del fantasma.
Y aunque no sea lo que la Bastilla para el Marqués de Sade en Los 120 días de Sodoma, el Basavilbaso de Moreno se parece más al Hospital Británico de Viel Temperley o lo que el Neuropsiquiátrico de Oliva para Jorge Bonino pero con olor al área de infectología del Rawson. El paladar de la institución de encierro estimula la lengua y hace salivar desde una poética del síntoma hecha de la jerga biomédica hasta una gramática de protestas con y en contra del sistema de salud haciendo una maraña de posiciones donde no hay ni malos ni buenos, solo circunstancias que ella atraviesa en dirección oblicua.
En La Merma se la siente silbar bajito y con la espesura de su nueva velocidad. “Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo”, una cita tatuada en la nuca que se asoma por encima de su nuevo vehículo eléctrico en el que se aleja tartamudeando sin ritmo.
Más que un técnica literaria, su monólogo interno es un artefacto auditivo que viene refinando desde siempre en retratos y crónicas pero esta vez redirigido hacia ella misma. Y aunque María Moreno sepa por vieja, por diabla y por enferma, también tiene miedo. Reconoce que se está rompiendo y en vez de lamentarse, se sorprende al descubrir que posee un cuerpo. Renuncia al pasaporte de humanidad que es la bipedestación porque caminar nunca fue importante para ella y la perturba reconocer la escritura como un trabajo profundamente manual al ver su diestra paralizada. Y ahí recuerda que la usa para sostener, para excitar, para lavarse, aunque ahora nada de eso importa si no funciona su mano util de diez dedos y curiosamente eso trae alivio, al menos para mí.
Cualquier otra cosa que haga saltar el destino irrevocable de la anatomía humana en su devenir robot, es que a La Moreno no le queda bien el grillete de autómata.
Amigarse con la decadencia de la salud debe ser de las tareas más ásperas de la vida y a veces un consuelito sublingual viene bien, aunque al cabo de un rato se diluyan sus efectos. Admito que la imagen del garfio mucho no me calienta, se me hace medio chongo y adornado, como juguete de un Barbanegra para principiantes alardeando Swarovski y sofisticación de estaño. En cambio me imagino su dedo del fuck you bueno como una cerbatana que escupe dardos hirviendo, como un estoque, un catéter que hurga por dentro, una punta para cuidarse en el yire. Cualquier otra cosa que haga saltar el destino irrevocable de la anatomía humana en su devenir robot, es que a La Moreno no le queda bien el grillete de autómata.
El léxico hospitalario tiene un latiguillo para el ACV: “time is brain”. Pero el bisturí al igual que la escritura es un instrumento de paciencia y ella lo sabe aunque la prisa haya sido la velocidad de su educación sentimental, y no la azota cualquier rebenque; así se peina, así escribe, así señala cada tecla con ese dedo dildo manicurado y coleando.
Igual, se rescata del eterno sueño y toma perspectiva de sus aparatos corporales disponibles junto a la ritmología de sinapsis entre ellos para lograr construir una oración. Dice: “He renunciado a mis excesos barrocos y a mis enumeraciones caóticas rococó. He llegado a la síntesis por un déficit, no por voluntad. Y he ganado lectores: ahora soy transparente, mientras que mi habla se vuelve, a veces, infranqueable”. Se burla de la economía gramatical que deambula paranoica por los borradores de quienes escriben especulando con las extensiones porque sabe que su desmesura está concentrada en cada punto, en cada coma, en cada letra.
En vez de refunfuñar y colgar los guantes como haríamos la mayoría, ella se da vuelta e inventa otra cosa con lo que hay, no sin antes eludir los aplausos de la novedad, de la superación, de la piedad, pirándose por el callejón de la acidez prepotente y la ironía escatológica. Claro, no podía ser de otra manera, ella es la primera en asquearse con la idea de un “Método Moreno” aunque el asco ya no sea lo mismo luego de que La Moreno exista. Imagino que nada le debe producir más escozor que la descendencia cristalizada en idolatría literaria por la que tanto trabajan algunos machos de la zona o los vitoreos ProVida que higienizan su supervivencia cuando la informan que sigue escribiendo como antes.
Y ahora María, que solo sos tu lado izquierdo y sabés lo que es cargar con esta lepra, ahora que finalmente pertenecés a un grupo vulnerable y hablás en primera persona y no en nombre de otros como un alma bella bienpensante, ahora que finalmente llegan los premios y los reconocimientos y que en el fondo todos sabemos que se deben a tu silla de ruedas y no a vos, ¿no te parece que el mundo de los raros también es un poco aburrido? Vamos, entre enfermos no nos vamos a pisar los recetarios.
Juliana amiga de la mujer desaparecida, relató que “Azul es una persona responsable, no desaparece porque sí. Ella siempre iba a trabajar, valoraba mucho su espacio laboral. Cuando vimos que no aparecía y no contestaba el teléfono, supimos que algo le había pasado”.
La última vez que el grupo de trabajo la vio fue el miércoles previo a su desaparición. Un día después, Azul asistió a un turno médico, dato corroborado por Salud. Desde entonces, todo es incertidumbre. Ni hospitales ni comisarías registran su ingreso, y no existen compras de pasajes que indiquen que pudo haber salido de la ciudad.
La iniciativa de panfletear para visibilizar el caso
La iniciativa de panfletear surgió de sus compañeras de trabajo. “No podíamos quedarnos esperando sin hacer nada. Decidimos salir al barrio Confluencia, donde ella se había mudado hace poco, a repartir carteles casa por casa. Pegamos folletos en kioscos, hablamos con los vecinos”
“Todos la reconocían porque Azul es muy llamativa, pero nadie pudo decirnos dónde estuvo los últimos días”, afirmó Juliana.
Conmovidas por la falta de respuestas, las amigas organizaron esta nueva acción en el centro de la ciudad. “Salir a la calle es la única manera de no quedarnos de brazos cruzados. Si alguien la vio, aunque no quiera dar sus datos, puede llamar al 101 de manera anónima. Eso es lo que pedimos: que hablen, que no tengan miedo”, insistió.
Una mujer que dejaba huella en su entorno
En medio de la angustia, Juliana contó lo importante que es la mujer que hoy está siendo buscada, para todos los que la conocen. “Azul es excéntrica, de esas personas que brillan. Siempre producida, maquillada, con brillos. No pasaba desapercibida. Pero más allá de lo que se ve, era cariñosa, atenta. En el trabajo siempre preguntaba si alguien quería un café, un vaso de agua. Estaba pendiente de los demás. Esa es la Azul que queremos de vuelta con nosotras”, expresó.
Ese costado humano, aseguran sus amigas, es lo que moviliza a tantos. “No hablamos solo de una mujer desaparecida, hablamos de alguien que nos marcó con su forma de ser. Por eso no vamos a dejar de buscarla ni de hacer ruido hasta que aparezca”, agregó.
En las últimas horas, la Policía de la Provincia de Neuquén confirmó la búsqueda de dos mujeres adultas desaparecidas en la capital. La noticia se suma a la búsqueda en curso de Azul Mía Semeñenko, una joven de 21 años cuyo paradero se investiga desde días atrás.
Una de las mujeres es Luciana Anabel Suárez Magi, de 44 años, quien fue vista por última vez el miércoles 1 de octubre en la intersección de Yrigoyen y Paraguay, en pleno centro neuquino.
Búsqueda de Luciana Suárez Magi
Según la denuncia de desaparición, Luciana tiene tez morena, ojos marrones, cabello oscuro y largo, contextura delgada y 1,70 metros de altura. Al momento de ausentarse vestía una campera gris, calza blanca y negra y zapatillas grises.
Como particularidades, posee un piercing en la nariz y un tatuaje en la muñeca con el símbolo de infinito. Su caso está bajo investigación de la Unidad Fiscal de Delitos contra las Personas.
La Policía pidió que cualquier información sea comunicada a la Comisaría Primera al teléfono 299-4424046.
La desaparición de Gisela Ñancufil
En paralelo, se radicó la denuncia por la desaparición de Gisela Soledad Ñancufil, de 37 años. En este caso, no se conocen aún las circunstancias en que desapareció, ni qué vestimenta llevaba al momento de ser vista por última vez.
De acuerdo a la descripción brindada por la Policía, Gisela es argentina, mide 1,70 metros, tiene tez blanca, cabello largo ondulado, ojos marrones y contextura física mediana.
Su búsqueda está a cargo del Juzgado de Familia y de la unidad policial BAP. Se solicita que cualquier dato sea aportado al teléfono 299-4569787.
Este martes, la Policía de la Provincia de Neuquén activó una Alerta Nati tras la desaparición de Santiago Benjamín Cartes, un adolescente de 13 años. El joven fue visto por última vez en su domicilio, y las autoridades están realizando un operativo de búsqueda para dar con su paradero….