A «Jorge» le salió el «Macri» de adentro
El Jefe de Gobierno se mostró intolerante con los vecinos.
Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

Una reunión barrial en Liniers terminó en escándalo cuando Jorge Macri perdió los estribos, maltrató a los vecinos y reaccionó con evidente incomodidad ante los reclamos por la inseguridad creciente. Testimonios coinciden: soberbia, destrato y una violencia simbólica que expone a un jefe de Gobierno que no tolera escuchar la verdad.
La imagen quedó grabada en la memoria de quienes estuvieron allí: un salón vecinal lleno, preocupación por la ola de robos que no da tregua en la zona y, al frente, un jefe de Gobierno visiblemente alterado, más pendiente de defender su relato que de escuchar a quienes viven cada día con miedo.
Según relataron asistentes, el clima estaba tenso desde el inicio, pero la situación explotó cuando los vecinos insistieron en describir la falta de presencia policial en Liniers. Lejos de asumir la realidad, Jorge Macri eligió desestimar el problema, repitiendo que la inseguridad está “controlada” y que “no es para tanto”.
El comunicador Javier “Profe” Romero fue quien encendió la alarma pública al difundir el episodio. En su publicación describió a un Macri “maltratando a los vecinos”, burlándose de las mujeres presentes y reaccionando con violencia verbal ante cualquier planteo que lo incomodara. Su mensaje —que ya circula masivamente— dejó flotando incluso la posibilidad de que este destrato termine en una denuncia formal.
Un jefe de Gobierno que no escucha
Las escenas reconstruidas por vecinos y difundidas en redes sociales coinciden en algo: cada reclamo sobre robos, entraderas y ataques en la zona fue recibido por gestos de fastidio, interrupciones y respuestas altisonantes. Testigos afirman que Macri no solo negó la creciente inseguridad, sino que menospreció los testimonios, llegando a reírse o a minimizar los relatos de mujeres que contaban situaciones de peligro.
La actitud generó un quiebre inmediato. Lo que debía ser un encuentro institucional terminó siendo la demostración palpable de que el Gobierno porteño atraviesa una distancia cada vez mayor con los barrios más castigados por el delito.
Un salto cualitativo en el maltrato
En la Ciudad ya circulaban quejas por el destrato permanente hacia organizaciones y centros barriales. Pero lo ocurrido en Liniers subió la vara del conflicto: la máxima autoridad porteña reaccionó como un dirigente incapaz de recibir críticas, más preocupado por no manchar su propio marketing político que por garantizar respuestas en un distrito que sufre robos todos los días.
La violencia simbólica hacia las vecinas presentes fue especialmente señalada. “Boludeó a todas las mujeres”, dijo Romero en su posteo, sumándose a otros mensajes que describen la escena como “hostil, tensa y desagradable”.
Un mensaje político alarmante
En un contexto donde la inseguridad golpea a miles de familias porteñas, se espera de cualquier funcionario capacidad para escuchar, contener y trabajar. Sin embargo, el comportamiento de Macri dejó otro mensaje: si en una simple reunión barrial se pone agresivo, ¿qué puede ocurrir cuando los reclamos se multiplican?
El episodio de Liniers no es un caso aislado sino un síntoma. Muestra a un jefe de Gobierno encerrado en su narrativa, más reactivo que propositivo y, sobre todo, intolerante a la palabra incómoda.
Para quienes estuvieron en la reunión, la conclusión es evidente: no soporta que le digan la verdad.

