GOTERAS EN EL BAÑO
Una minúscula y desconocida partícula se enroscó sobre el vértice opuesto de una proteína. Fue ese fortuito encuentro que marcó un giro en las aspiraciones del vivo movimiento…
Rugosidades alternantes se embebieron de superficies acuosas. Era cuestión de mezclar los ingredientes precisos para que algo verdadero sucediera.
Célula sobre célula, tejido sobre tejido, órgano sobre órgano, sistema sobre sistema, conglomerados de intersticios de comunicación en donde algunas palabras burbujeaban historias indescifrables.
Formar un cuerpo, moldearlo, permitirle que respire, que coma, que cague, que beba, duerma y se reproduzca. Una serie de fuerzas tensionadas sobre cuerdas flojas de incertidumbre, hambre y precipicios.
Girar para parar, torcer para retroceder, intentar para desistir y volver a intentar.
Flujos de todo tipo poblaron los continentes, fueron ríos y bilis, fueron océanos y sangre, fueron pantanos y flemas, fueron lagos y semen, fueron napas de linfa y goteras en el baño.
¡Cuántas ganas de seguir bombeando placenteras emociones! Gritó el corazón enjaulado en una carcel de huesos demasiado rígidos.
Y llegaron las confrontaciones, las osadías, los métodos adecuados de procesamiento informático, las instancias en donde la diferencia siembra repeticiones en la cotidiana combinatoria de permutaciones, las fronteras más altas y los pedos más bajos.
Partimos el todo en tantas partes que ahora no sabemos en dónde están las piezas de un rompecabezas sin principio ni fin.
Y si pretendemos saber cuáles han sido nuestras añoranzas perdidas, entonces sorteamos nuestra circunferencia de olvidadas sensaciones para darnos cuenta de que estamos en el medio de un meollo de estratagemas impredecibles.
Queremos querer queriendo lo que queremos. Queísmos, dirán los instruides en el arte de la retórica.
¿Para qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Porqué? Fueron algunas de las preguntas que se precipitaron sobre cascadas matemáticas de una física particular.
Y entonces, una elípsis nos hizo volver sobre los distintos planos en un torcer para girar, en un retroceder para desistir, y en un volver a parar y así poder intentar.