Más allá de «Viva el Rey», los errores garrafales del discurso del embajador de Milei en España
Wenceslao Bunge Saravia demostró que el saco le queda grande.
Por Guillermo Carlos Delgado Jordan para Noticias La Insuperable

El caso del embajador argentino en España, Wenceslao Bunge Saravia, es una postal perfecta del entreguismo servil y la falta de capacidad de quienes rodean a Milei. Su discurso en Cádiz, donde quedó más cerca de aplaudir a la monarquía que de defender los intereses nacionales, no es un hecho aislado: es parte de una matriz de subordinación que el gobierno exhibe con orgullo.
Como ya señalamos en la nota de Noticias La Insuperable sobre el “¡Viva el Rey!”, el mileísmo no se preocupa por disimular la genuflexión. Al contrario, la institucionaliza. Lo que debería ser política exterior se reduce a pleitesía y foto protocolar, mientras los problemas reales de los argentinos quedan relegados.
Pero por qué hablamos de «incapacidad». Pues porque el embajador, papel en mano, no solo titubeó en su discurso, como puede apreciarse en el recorte que subió la misma embajada, sino que además cometió dos errores garrafales.
Un desastre en tres actos
La misma cuenta de la Embajada argentina en España, como se ve en la cuenta de Instagram, fue quien seleccionó estos tres momentos del discurso:
- Titubeos y «celebración»
«Este domingo 17, se celebran, se cumplen, 175 años del paso de la inmortalidad de Don General Don José de San Martín», leyó el Embajador
Más allá del «Don General», repito, papel en mano, indicó en primera instancia que era una instancia de «celebración», aunque luego se corrige. El “Paso a la inmortalidad” es una expresión que por si misma indica que se recuerda el fallecimiento de San Martín: no un nacimiento ni un logro festivo. Es un acto de memoria histórica, no de fiesta. Implica recordar y honrar a alguien o un hecho histórico con respeto, reflexión y homenaje.
- 2. Error histórico
«Evocamos no solo la gesta libertadora de América, sino también los lazos entrañables que lo unen con Cádiz y con España. San Martín, en el hecho de su muerte, dijo, seamos libres y lo demás no importa».
En primera instancia aclaremos que la frase exacta es «seamos libres y lo demás no importa nada». No es un hecho menor la corrección, recordemos que el Embajador está leyendo, lo cual demuestra taxativamente lo mal preparado de su discurso.
Pero peor aún, no es para nada una frase que San Martín haya enarbolado en su lecho de muerte, sino que la escribió 31 años antes, y constituyó el concepto central de la Orden General que dirigió a su ejército desde Mendoza, el 27 de julio de 1819.
Repito: alguien escribió ese discurso y su desidia es llamativa.

La Orden General del 27 de julio de 1819, emitida por José de San Martín al Ejército de los Andes, se inscribe en un contexto histórico de gran tensión y determinación estratégica. En ese momento, las fuerzas patriotas habían logrado victorias significativas en Chile, pero la lucha por la independencia aún enfrentaba desafíos considerables. San Martín, consciente de las dificultades materiales y humanas, utilizó esta orden para fortalecer la moral de sus tropas y reafirmar el compromiso con la causa de la libertad. Como señala el historiador Esteban Domina, la frase «seamos libres y lo demás no importa nada» sintetiza la convicción del Libertador de que la independencia era el objetivo supremo y debía priorizarse por encima de cualquier sacrificio inmediato.
Este pronunciamiento también se vincula estrechamente con el Plan Continental de San Martín, una estrategia que abarcaba la liberación de Argentina, Chile y Perú del dominio colonial español. El plan contemplaba la formación de un ejército en Mendoza, el cruce de la Cordillera de los Andes para liberar Chile y, desde allí, avanzar hacia Lima para atacar el centro del poder español en América. Según el análisis de Domina, la orden de 1819 subraya la disposición de San Martín y su ejército para enfrentar las adversidades con tal de alcanzar la independencia total, fortaleciendo la moral y la cohesión del Ejército de los Andes.
En definitiva, la Orden General del 27 de julio de 1819 no solo es un documento histórico, sino una manifestación del liderazgo de San Martín, quien supo inspirar a sus tropas con ideales de libertad y sacrificio. Tal como enfatiza Norberto Galasso, el mensaje era un llamado a priorizar la independencia sobre cualquier dificultad cotidiana, consolidando a San Martín como una figura central en la historia de la independencia de América Latina.
- 3. Y por último, la genuflexión
«Nuevamente, gracias por su presencia, viva Argentina, viva San Martín, viva Cádiz, viva España, viva el rey, viva la libertad».
¿Se imaginan la reacción de San Martín si lo escuchase?