“La visita de Lula a Cristina es un gesto de solidaridad política y personal”

“La visita de Lula a Cristina es un gesto de solidaridad política y personal”

 

El experimentado diputado del Partido de los Trabajadores, Arnildo Chinaglia, formó parte de la comitiva que acompañó a Lula en la cumbre de presidentes en Buenos Aires.

Chinaglia tiene una extensa trayectoria en la Cámara de Diputados de la que fue presidente y también lideró el Parlamento del Mercosur. 

Es diputado desde 1995 y fue líder de la oposición en el Congreso durante el gobierno de Jair Bolsonaro. Supo presidir la Cámara de Diputados desde 1995 y fue pionero en la creación de Comisiones Parlamentarias de Investigación.

Es de los pocos que tiene acceso directo a Lula, que suele consultarlo en asuntos claves del poder legislativo y sus conocimientos en política latinoamericana.

En diálogo con LPO, uno de los diputados más cercanos a Lula habló la actualidad del Mercosur, el rol de Lula y la detención de Cristina Kirchner. 

-¿Cuál es su opinión del Mercosur?

-Los datos del Mercosur son muy positivos para todos los Estados miembros, especialmente en el ámbito económico. El comercio intrabloque ha crecido significativamente a lo largo de los años, lo que demuestra la vitalidad del proceso de integración. 

Además, el Mercosur representa un proceso continuo de construcción de una organización que sirva democráticamente a los intereses de cada uno de sus miembros. El bloque cuenta con importantes mecanismos para reducir las desigualdades, tanto entre regiones dentro de los países como entre los propios países. 

En este sentido, el FOCEM es uno de los principales instrumentos para promover el desarrollo y la integración regional. Otro punto esencial es que el Mercosur se rige por la Cláusula Democrática de Ushuaia, por los principios de la democracia y su defensa, incluso ante las naturales divergencias políticas. 

A veces, imaginamos que la democracia está plenamente consolidada, como ocurrió en Brasil en los últimos años. Sin embargo, hemos enfrentado episodios graves, como el intento de golpe de Estado liderado por Bolsonaro, que han demostrado la importancia de mantener la vigilancia democrática. 

-Hay muchos que sostiene que el bloque está paralizado. ¿Coincide?

-No veo al Mercosur como un bloque paralizado. Veo un bloque que enfrenta dificultades, ya sea por desafíos económicos, diferencias políticas o la propia aplicación de la Cláusula de Ushuaia. Pero estos momentos se están afrontando con responsabilidad. Creo que, hoy en día, el bloque está más unido que antes. 

-¿Por qué?

La percepción de la importancia del bloque también ha evolucionado. Si antes había sectores en todos los países que cuestionaban su relevancia, hoy esta postura parece ser bastante minoritaria. 

Imaginamos que la democracia está plenamente consolidada, como ocurrió en Brasil en los últimos años. Sin embargo, hemos enfrentado episodios graves, como el intento de golpe de Estado liderado por Bolsonaro, que han demostrado la importancia de mantener la vigilancia democrática

La prueba más convincente de que funciona es el Acuerdo Mercosur-Unión Europea, que ahora está entrando en fase de aprobación. Existe una posición común dentro del bloque en defensa de este acuerdo. Además, también se firmó el acuerdo con EFTA, lo que refuerza la idea de que el Mercosur ya opera como un bloque cada vez más integrado, cohesionado y funcional.

-¿Qué rol cree que tiene Lula en la dinámica del bloque?

-Es evidente que Brasil, debido a su fortaleza económica y al tamaño de su población, tiende a desempeñar un papel más importante en el comercio internacional. 

Naturalmente, esto siempre ocurre con el debido respeto a los demás países del bloque. En términos de volumen e intensidad del intercambio comercial, es comprensible que un país con mayores dimensiones tenga una mayor inserción. 

Sin embargo, el rol de Lula no es individualizado ni unilateral. La construcción política del Mercosur es colectiva, basada en el consenso y las iniciativas conjuntas. En este proceso, Lula tiene una característica destacada, que, si bien no es exclusiva, sí es bastante única en él: es un líder conciliador. Busca la mediación y el diálogo, pero al mismo tiempo, cuando tiene convicción de un punto determinado, adopta posiciones firmes. 

Este fue el caso, por ejemplo, en el contexto del Acuerdo Mercosur-Unión Europea. Tras su elección, en respuesta a la presentación de la carta complementaria de la Unión Europea -que unilateralmente pretendía asumir el papel de supervisor en temas como la crisis climática y el desarrollo sostenible, además de proponer condiciones específicas para las compras gubernamentales-, Lula reaccionó con prontitud. 

Declaró claramente que, de ser así, no firmaría el acuerdo. Este episodio es ilustrativo: demuestra que, además del peso estructural de Brasil, la posición de su jefe de Estado puede influir en decisiones importantes. Pero es importante destacar que Lula no actúa de forma aislada. Todos los presidentes tienen un papel y una voz activos en el Mercosur, y el proceso de integración es, por definición, multilateral. 

El rol de Lula no es individualizado ni unilateral. La construcción política del Mercosur es colectiva, basada en el consenso y las iniciativas conjuntas. En este proceso, Lula tiene una característica destacada, que, si bien no es exclusiva, sí es bastante única en él: es un líder conciliador.

La propia reunión de estos días lo demuestra: los cancilleres de los Estados miembros y Estados asociados reafirmaron su compromiso con la profundización y el fortalecimiento del bloque. En resumen, Lula es un actor relevante y experimentado, en su tercer mandato, con una trayectoria internacional consolidada. Pero sus acciones se integran a la lógica colectiva que se construye sobre la articulación entre todos los jefes de Estado.

-¿Qué opina de la prisión de Cristina Kirchner?

-El encarcelamiento de la expresidenta Cristina Kirchner polariza profundamente a la sociedad argentina, y esta división también se refleja en el Parlamento del Mercosur. En la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (Eurolat), por ejemplo, vimos una reacción inmediata del sector progresista en defensa de la expresidenta. Aunque desconozco todos los detalles del caso, es innegable que, a pesar de los matices políticos de cada país, existe una identidad compartida entre los sectores progresistas de Brasil y Argentina, y también de otras partes del mundo. 

En este contexto, entiendo que la visita del presidente Lula debe interpretarse como un gesto de solidaridad política y personal. Lula vivió una experiencia extremadamente difícil: fue condenado y encarcelado sin ninguna prueba concreta en su contra. 

De hecho, a lo largo del proceso, periodistas y figuras públicas calificadas de la prensa -muchos de ellos críticos del PT y del propio Lula- comenzaron, en cierto momento, a reconocer públicamente las contradicciones e injusticias cometidas, denunciando el carácter político de dicha persecución. 

La visita del presidente Lula debe interpretarse como un gesto de solidaridad política y personal. Lula vivió una experiencia extremadamente difícil: fue condenado y encarcelado sin ninguna prueba concreta en su contra.

Tanto es así que el juez que dirigió el caso, Sérgio Moro, fue posteriormente declarado parcial por el Supremo Tribunal Federal. Y no hay mayor mancha para un juez que ser considerado, por el máximo tribunal del país, parcial, tras dirigir un caso marcado por ilegalidades y motivaciones políticas. 

Por lo tanto, además de ser un gesto de solidaridad, la visita de Lula sin duda abrirá espacio para otras conversaciones, que surgirán de forma natural, como es habitual en la política. Cabe recordar que, al momento de su arresto, Lula recibió la visita del entonces presidente Alberto Fernández. 

-¿Ve similitudes entre Cristina y Lula en este aspecto?

-No se trata de comparar situaciones, ya que cada caso tiene sus propias especificidades, pero sí existe una coherencia entre los gestos. En ambos casos, está en juego la defensa de la democracia y la justicia, y, desde esta perspectiva, se requiere la máxima cautela. 

Quien debe juzgar, por supuesto, es la propia sociedad argentina, con todas las pasiones, convicciones y disputas que una situación como esta suscita. Pero creo que es esencial que todos los poderes del Estado estén sujetos a la vigilancia activa de la sociedad civil. El control social es parte esencial de la democracia, y el Poder Judicial no puede ser la excepción. 

 

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