La Unidad Procesal de Familia Nº 7 de Viedma, a través del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos de Río Negro, impulsa una convocatoria pública a personas de todo el país interesadas en conformar una familia adoptiva con dos hermanas de 13 y 9 años de edad.
Si bien en el Registro se pueden inscribir todos los modelos de familia (monoparentales de varones y de mujeres, heterosexuales, homosexuales, ensambladas), en este caso particular y tras la intervención de los equipos técnicos profesionales competentes, la convocatoria se enfoca especialmente en un modelo de familia monoparental conformada por una mujer, con o sin más hijos, o por una pareja heterosexual, con o sin más hijos.
En el llamado público que lleva la firma de la jueza de Familia de Viedma María Laura Dumpé se perfila a personas “que manifiesten capacidad de adaptación a la situación singular de cada una de las niñas”, valorándose especialmente que sean personas “flexibles, empáticas, que puedan alojar la historia e identidad de ellas, que soliciten ayuda si lo requieren, que sostengan el tratamiento pedagógico y fonoaudiológico de una de las niñas, que favorezcan el diálogo y la escucha, y que disfruten de realizar actividades manuales y de pasar tiempo en familia”.
Toda la información está disponible en el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos de la Primera Circunscripción Judicial, comunicándose al teléfono 02920– 441000 interno 1494 en el horario de 7.30 a 13.30 en días hábiles y/o por correo electrónico a [email protected]. Las personas interesadas deberán completar un formulario de inscripción online disponible en la página web del Poder Judicial, ingresando al link http://jusrionegro.gov.ar/…/adopcion/convocatorias.php
Las convocatorias públicas son excepcionales en los procesos de adopción de niños, niñas y adolescentes. Para llegar a esta instancia, se debe haber agotado la búsqueda en la base de datos de postulantes inscriptos en el Registro Único de Aspirantes de Río Negro, y se debe haber concluido también el proceso de pedido de colaboración a la Red Federal de Registros. Cumplidas esas condiciones, en este caso se amplía la búsqueda tanto hacia personas inscriptas como a personas no inscriptas previamente en algún Registro.
En esta oportunidad, Facu Gagliano, sommelier internacional nos muestra el mapa del Malbec en Argentina. Para leer con la agenda y el mapa a mano. Argentina es un país que presenta una gran diversidad climática y geográfica, la Malbec puede expresar estas diferencias en los vinos que se elaboran con ella en todo el ejido…
CAPÍTULO #9 Salió del super con toda la furia. Medio rengo. Llevaba un su pecho una bolsa de hacer las compras. La apretaba con ambas manos como si fuera un tesoro. Amarilla y con dibujos de la familia. Papá, mamá, Ernesto y yo. Regalo del día del padre. Luis sabía la diferencia entre ser materialista…
Axel Kicillof dispuso la creación de dos fondos para reforzar la seguridad en los grandes centros urbanos y localidades del interior bonaerense. El más significativo, por 70 mil millones, se repartirá entre 44 municipios, mayoritariamente del Conurbano.
Se trata de recursos que suelen ser negociados con los intendentes en el marco de la discusión presupuestaria que no prosperó para 2025.
Eso, sumado al recorte de fondos de Milei para la seguridad, abría un clima de incertidumbre en los municipios en torno a los recursos para combatir el delito, en un contexto donde una serie de asesinatos en ocasión de robo generaron una fuerte conmoción.
En el decreto que crea el “Fondo Municipal de Fortalecimiento de la Seguridad”, Kicillof volvió a embestir contra la interrupción de transferencias de fondos por parte del Gobierno Nacional, en particular el Fondo para el Fortalecimiento Fiscal de la Provincia (FOFOFI).
Cortado por Milei, ese fondo históricamente se destinaba a sostener operativamente el servicio de seguridad en la provincia. Intendentes alineados a Kicillof denunciaron que esa quita representó en 2024 cerca de 750 mil millones.
Al menos el 80% de los recursos deberá destinarse a gastos de capital y serán transferidos en tres tramos: un 40% en concepto de anticipo al 1° de abril de 2025; un 30% antes del 30 de junio de 2025 y el 30 restante al 31 de octubre de 2025.
“Con ese monto, la Provincia podría haber adquirido 10 mil patrulleros o instalado 30 mil cámaras de seguridad en los 135 municipios bonaerenses”, acusaron.
En esa línea, Kicillof sostuvo en los considerandos del decreto publicado este miércoles en el Boletín Oficial, que ese recorte “afecta significativamente la capacidad de la Provincia para fortalecer las políticas de seguridad pública”.
Ante eso, el gobernador dijo que los fondos son creados a partir de “un esfuerzo extraordinario” de la Provincia. Además del fondo de 70 mil millones para 44 municipios con más de 70 mil habitantes, se creó otro para 14 comunas con menos de 70 mil habitantes, por 1.500 millones.
La distribución de esos fondos específicos se hace sobre los municipios que no adhirieron en su momento a la conformación de Policías de Seguridad Comunal, por lo que no cuentan con los recursos asignados bajo ese régimen especial.
Los municipios en los que se repartirá el fondo de 70 mil millones son Almirante Brown, Avellaneda, Azul, Bahía Blanca, Berazategui, Berisso, Campana, Escobar, Esteban Echeverria, Ezeiza, Florencio Varela, General Pueyrredon, General Rodríguez, General San Martin, Hurlingham, Ituzaingó, José C. Paz, Junín, La Costa y La Matanza.
También, La Plata, Lanús, Lomas De Zamora, Lujan, Malvinas Argentinas, Merlo, Moreno, Morón, Necochea, Olavarría, Pergamino, Pilar, Presidente Perón, Quilmes, San Fernando, San Isidro, San Miguel, San Nicolas, San Vicente, Tandil, Tigre, Tres de Febrero, Vicente López y Zarate.
En tanto, los 14 municipios en los que se distribuirán los 1.500 millones restantes son Bolívar, Carlos Casares, Pellegrini, Coronel Dorrego, Dolores, Ensenada, Lincoln, Rivadavia, Saavedra, Saladillo, Salliqueló, Trenque Lauquen, Tres Lomas y Veinticinco de Mayo.
Al menos el 80% de los recursos deberá destinarse a gastos de capital y serán transferidos en tres tramos: un 40% en concepto de anticipo al 1° de abril de 2025; un 30% antes del 30 de junio de 2025 y el 30 restante al 31 de octubre de 2025.
Los municipios deberán rendir al menos el 25% de los fondos asignados antes del 30 de junio y será el Ministerio de Seguridad el que estará a cargo de definir los parámetros de inversión y autorizar, a solicitud del municipio, la asignación de fondos, además de evaluar, aprobar y convalidar los planes de inversión, programas y proyectos presentados.
“¿Qué es ser un hombre para vos?”. En una habitación enorme y algo oscura, con ventanas esmeriladas o directamente opacas, tres computadoras de escritorio encendidas y un metegol tirado en un rincón, una mujer joven y un adolescente están sentados frente a frente. En el medio, una mesa grisácea, un vaso de cartón con chocolate caliente que pronto volará de un manotazo y un sandwich que apenas tendrá un mordisco. La cámara no deja de girar en círculos. Están siendo observados por un sistema de videovigilancia y, si todo se pone demasiado tenso, los policías pueden entrar. La perito Briony Ariston (interpretada por Erin Doherty) sostiene la pregunta con diferentes enfoques: quiere saber cuánto y qué comprende Jamie Miller (Owen Cooper) sobre el femicidio que cometió. No espera una respuesta concreta o argumentada: intenta descifrar cómo la masculinidad, ese cúmulo de ideas y mandatos, afecta a Jamie.
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El efecto de percepción que genera Adolescence, la serie que estrenó Netflix el 13 de marzo y de la que todos hablan, es atrapante y es posible explicar algo del por qué. El principio constructivo es el del plano secuencia. Esto significa que cada capítulo se desarrolla con una continuidad espacial y temporal donde la cámara filma lo que sucede sin cortes. Lo atractivo está dado así por desplazamientos acrobáticos (drones, grúas, pasillos, escaleras) que acompañan distintas situaciones de tensión creciente y diferentes puntos de vista. Estos movimientos nos hacen pensar en los laberintos o los videojuegos en primera persona. Desde el Doom hasta el GTA, estos juegos son bases de la educación del carácter masculino: sirven para conectarse en red de manera simultánea y, desde una imitación cada vez más mimética de la realidad, enfrentarse y “asesinar” a otros jugadores. Lo magistral en esta serie es que, además, esos planos secuencia están situados en momentos particulares y explosivos que colaboran con un relato elíptico. El paso del tiempo y su omisión narrativa son fundamentales para dejar al espectador unir cabos entre los sucesos y sus protagonistas.
El primer capítulo muestra un operativo policial espectacular para capturar a Jamie, un adolescente de 13 años, que duerme en su habitación. Es la madrugada inmediatamente posterior a la noche del femicidio.
Este episodio termina con un giro reflexivo sobre la violencia con una maestría técnica comparable a la de otros cineastas que se destacaron en ese asunto: Michael Haneke en Caché (2005), cuando con una cámara de video sobre la fachada de una casa nos hace preguntarnos sobre la naturaleza de esa imagen y su veracidad; y Gus Van Sant en Elephant (2003), cuando para contar la masacre de Columbine elige filmar a los adolescentes perpetradores con planos que recorren los pasillos de la escuela secundaria, como si se tratara de un videojuego en primera persona. Mediado por la pantalla de una computadora, vemos el asesinato de Katie registrado por una cámara de seguridad. Allí es posible preguntarse junto con Eddie Miller (Stephem Graham), el padre del acusado en la ficción y guionista de la serie en la realidad, si lo que estamos viendo es verdad. El hombre queda atónito: las imágenes le muestran a su hijo asesinando a puñaladas a una compañera de escuela. Como espectadores también nos sorprendemos con este nuevo giro de la cámara y su reencuadre. Por un instante, desconfiamos de las imágenes.
En el segundo capítulo, a los tres días del crimen, dos policías buscan pistas en la escuela donde estudiaban víctima y victimario. Este episodio empieza con las fotos de Katie en el frente de la escuela y termina con un vuelo hasta el lugar del crimen, donde también hay flores y fotografías. En primer plano se ve el rostro de Eddie que, conmovido, sigue intentando comprender la violencia.
En el tercer capítulo, siete días después del crimen, Briony Ariston entrevista a Jamie en un centro intermedio entre el reformatorio y la cárcel. Es el episodio de la pregunta clave: “¿Qué es ser un hombre para vos?”. Al abandonar la sala, Briony confirma que fue su última visita. El cuarto y último capítulo, trece meses después del crimen, Eddie se desplaza entre la casa familiar y una ferretería, para finalizar en la habitación de Jamie, el mismo lugar donde comenzó la historia.
La continuidad de los espacios colabora con una trama que se vincula también con las responsabilidades: la violencia no está escindida de la manera que tenemos de vincularnos y habitar los espacios, está latente en todos esos lugares y se puede manifestar en cualquier momento. En una sala de interrogatorio, en el patio de la escuela o en el estacionamiento de una ferretería de una cadena comercial. De manera similar, la continuidad espacial ayuda a percibir la proximidad de los vínculos familiares, escolares y las amistades. Esto muestra que todos forman parte de la misma comunidad involucrada.
Esa forma de construir el espacio narrativo permite ver el rostro de Eddie cuando desnudan y requisan a su hijo en la comisaría, cuando reconoce el lugar del crimen al final del segundo capítulo o cuando se enfrenta a su camioneta vandalizada (para complejizar más la trama, con una inscripción en aerosol que remite a la pedofilia, lo que nos hace preguntarnos a quién está destinado el insulto). ¿Hay algo peor para “un hombre” que le “toquen” a su familia o a su camioneta?
Eddie es un hombre común que, por imposición, se va desarmando. Se despoja progresivamente de un mundo que le resultaba seguro y sostenido. Y este proceso se da con arrebatos de violencia que podrían pensarse desde la incapacidad de expresar los sentimientos que impone la norma de la masculinidad. Esos ataques de furia indican también que la sociedad en la que viven estos varones es la misma: la de la burla, el acoso como práctica sistemática y la demostración de poder por medio de la fuerza y la violencia. Lo interesante de la serie es que además permite ver la fragilidad de Eddie en numerosas situaciones emotivas.
Seguir la trayectoria de Eddie tiene la ventaja de entrar a la pregunta sobre la paternidad de manera directa. ¿Cómo paternar y asumir la responsabilidad de educar varones en este mundo digital donde se impone un machismo acérrimo que busca ir contra el feminismo, como si estos fueran términos equitativos de una supuesta lucha, y no lógicas de pensamiento que buscan cuestionar o no el poder tal como está dado? ¿Cómo permitir el trazado de otros modos de subjetividad en un mundo controlado por varones blancos millonarios que, acompañados por el poder político, imponen lo que se puede ver en las redes sociales? ¿Cómo construir, reflexionar y debatir social y colectivamente sobre modelos de masculinidad que no operen en base a la adquisición fácil del dinero, el culto del cuerpo trabajado en el gimnasio (y no en el deporte colectivo) y la objetivación de las mujeres?
Eddie llora por su hijo, quizás por no haberlo escuchado a tiempo. Ese dolor, que en la intimidad se manifiesta como llanto y en público como ira, es índice de una vulnerabilidad que a los varones no nos enseñan habitualmente a elaborar.
“¿Qué es ser un hombre para vos?”
Cualquiera que se enfrente a esa pregunta tendrá un río de imágenes disponibles para construir un modelo propio de hombría. El problema es estar inmerso en una sociedad cuyas fuerzas conservadoras tienden a volver a los moldes de antaño, plagados de mandatos y fundamentos vinculados a la fuerza, la no vulnerabilidad o a la idea de ser proveedor. Si ser un hombre fuera tan sólo cumplir con determinados rituales, tener determinadas características emocionales y una esencia biológica indiscutible, la cuestión estaría cerrada y no existiría la posibilidad de pensarse por fuera de estos parámetros. Pero no hay una respuesta del todo individual ni del todo universal a esta pregunta. ¿Qué se supone que es ser un hombre según los códigos de la masculinidad hegemónica?
Para Jamie, ser un buen jugador de fútbol hubiera sido una buena respuesta. Su padre se frustraba al ver lo malo que era su hijo en la cancha, incluso en el arco. Miraba para otro lado, tenía que soportar las burlas de los otros padres. Jamie tampoco tuvo buena suerte con el boxeo.
No es que haya una causalidad entre la frustración deportiva y el crimen, pero sí parece haber una conexión entre la desmotivación del padre, la falta de comunicación con su hijo, tal vez el cansancio de la exigencia laboral y el hermetismo paulatino que genera un mundo hiperconectado a las redes sociales y la violencia. Padre e hijo parecen alejarse confundidos por no saber cómo responder a la exigencia de los rituales de que los hombres deberían hacer. Eddie fue un niño violentado por su propio padre que se propuso no repetir la historia con su propia descendencia. ¿Cómo es posible, entonces, que su hijo, criado de manera amorosa, haya cometido un femicidio? ¿En qué fallaron? ¿Qué faltó?
De manera paralela, la serie muestra la faceta paternal de Luke Baskombe (Ashley Walters), uno de los policías que lidera la investigación. Esa paternidad (que no había sido deseada) se enfrenta a un golpe de conciencia cuando es su propio hijo, también adolescente, quien le pide hablar en privado. Cuando están solos en una oficina de la escuela, el chico le explica los códigos y el significado de los emojis de Instagram que quizás lo ayudarían a entender el móvil del femicidio. Le muestra un posteo en donde se ve el emoji de píldora roja que significa “ver la realidad” y le explica el significado de los colores de los corazones que aparecen allí. Lo que subyace es el llamado a la manosfera: una red de sitios web, posteos y redes sociales que promueven la misoginia, el giro de extrema derecha y la oposición al feminismo. El hijo de Luke también explica la regla del 80/20, una teoría adoptada por estas comunidades de varones, que postula que el ochenta por ciento de las mujeres se interesan sólo en el veinte por ciento de los hombres. De manera abiertamente misógina, estos grupos culpan a las mujeres de su “fracaso sexual” y justifican el uso de la violencia hacia ellas. En el posteo que el hijo de Luke menciona, Katie llamó incel (la denominación inglesa que se traduciría por “célibe involuntario”) a Jamie, lo que resultaría una afrenta importantísima para alguien que sostiene ese modelo tradicional y agresivo de masculinidad.
Algo de esa lógica de la comunidad de la manosfera se puede veren el cuarto capítulo, en el personaje del trabajador de la ferretería que se acerca a Eddie para manifestarle su apoyo y su creencia de que Jamie es inocente. No sólo por lo que dice (le propone armar un grupo: “Seríamos muchos”) sino por su lenguaje corporal.
La confusión de Luke durante la charla con su hijo muestra la clara brecha generacional. Todo un mundo paralelo con códigos que los adultos desconocen y que se arman en torno al culto a cierto tipo de masculinidad y, por ende, a cierto tipo de argumentación del odio.
Este padre se da cuenta de ese abismo entre los dos. Abandona su trabajo por un rato y lo invita a comer unas papas fritas antes de volver a casa.
“¡Te acaba de golpear una chica, idiota!” se escucha en el patio de la escuela secundaria. La sensación es caótica, la cámara gira en 360 grados mientras se arma un grupo alrededor de la trifulca que intenta registrar la escena con los celulares. Jade, la amiga de Katie (la adolescente asesinada), empujó y tiró al suelo a uno de los posibles cómplices del femicidio. ¿Es posible contener o acompañar a estos niños que viven en un mundo cuya violencia de alternancia entre la virtualidad y la realidad parece haberse ido de las manos incluso de los adultos? Esa pregunta me surge al ver las escenas de la escuela donde los chicos se escapan, corren y esquivan a las autoridades. ¿Cómo crecer en un mundo manejado por los likes y el registro constante de cada experiencia? ¿Cómo tramitar la ira? ¿Cómo frenar la viralización de la intimidad?
La serie no se propone dar pistas sobre los modos de acción, pero sí evidencia los puntos de quiebre donde estas cuestiones se vuelven problemáticas. Esa obsesión de los adolescentes varones por ciertos modos de considerar la masculinidad (desde una posición de superioridad) estalla en el pánico a ser llamado incel, esa supuesta afrenta de Katie que parece haber marcado a fuego a Jamie y colaborado con el motivo del crimen. Esto lleva a preguntarse sobre el acompañamiento de los adultos y las instituciones frente al entendimiento de los adolescentes de todo aquello que tiene que ver con los cambios físicos, los acercamientos sexuales y los ritmos que constituyen una ética amatoria. Educación Sexual Integral. ¿Nos suena?
El problema de la iniciación sexual no es nuevo como problema en nuestras sociedades occidentales. Lo que sí es nuevo es el acceso ilimitado a la información, que no se puede procesar de manera independiente. Ni siquiera los adultos sabemos cómo irnos a dormir sin el scroleo de imágenes que poblarán nuestro inconsciente y, por ende, nuestros sueños. En muchos casos la cuestión no es la prohibición o el control del acceso, se trata de la moderación, de calmar la compulsividad.
¿Se tratará de acompañar? ¿Cómo? ¿Con qué herramientas? Pienso en la escucha lenta, el acompañamiento sensible y la reflexión compartida. Y también pienso si estos podrían ser los puntos clave del armado de esquemas de cuidado que no son los pilares de lo que se asocia a ser un hombre. El cuidado vinculado a la masculinidad no es algo que nos enseñaron. Nuestros padres son los que no nos permiten llorar y, en general, dan el ejemplo con el silencio, antes que con la palabra. Como cuando Jamie llama por teléfono al suyo, le desea feliz cumpleaños y le cuenta que va a declararse culpable. Eddie simplemente deja de hablar.
“Debería haberlo hecho mejor” dice este padre al final de la serie,antes de abrazar al oso de Jamie en su habitación. La sensación de vacío colma un último primer plano cerrado, así, muy cerca de Eddie. Y nosotros también quisiéramos que lo que pasó sólo hubiera sido un mal sueño.
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