CUENTO DE VERANO
Lo conocí a Verano antes de nacer, tenía la forma de cordón umbilical, y al desgraciado se le ocurrió enroscarse en mi cuello, justo en el momento en el que yo, Raúl Objeto estaba por salir a la cancha de Atlético Realidad. Se burlaron de mí, porque cuando la gente me vio con el cordón o Verano como si fuese un collar, empezó a gritarme numerosos improperios, entre los cuales llegué a escuchar “esclavo”.
No es fácil ser arquero del viento, o pintar la cancha con delicadeza, o inclusive subirse al travesaño de las necesidades mientras el Invierno se jacta de su letal ofensiva en pleno campeonato.
En otro plano del mapa, y de repente, como quien no quiere la cosa, la uña encarnada de Primavera se desprende y empieza una peregrinación hacia el Teatro Pie Plano. No podía perderse la obra maestra que indicaría el retorno de Telón de Aquiles como gran protagonista. A pesar de encontrar obstáculos a su paso (una cáscara de sandía, dos alfileres y un resto de globo que se había pinchado en el cumpleaños de Otoño); la uña ya desencarnada consiguió llegar al teatro y sentarse en primera fila. La obra consistía en tres actos: en el primero, Telón permanecía inmutable durante cinco minutos mientras una melodía lúgubre acompañaba al silencio circundante; en el segundo acto, Telón de Aquiles resalta sus pliegues con un movimiento serpenteante que dura treinta segundos, la melodía desaparece un poco antes del tercer acto; finalmente, Telón se abre y termina la obra.
La uña emocionada no paró de aplaudir, ella nunca había visto una representación tan solemne intitulada “El regreso de Aquiles“.
Era muy probable que Verano no estuviera enterado de lo que pasó con Ayer, sobre todo por las turbulencias que se sucedían en la Cofradía de los Saltimbanquis. Uno de ellos, conocido como Augusto Moral Sinjusto, había sufrido una patada al hígado que lo dejó tambaleando durante un periodo indefinido de cólicos. Tuvieron que llamar a Primavera para que lo curara del empacho. Primavera preparó una pósima de cardamomo y Augusto se recuperó sin problemas. La cuestión era la siguiente, si una vez alguna voz pudo gritar bien fuerte, ¡viva el cardamomo!…, fue precisamente gracias a Primavera.
No nos engañemos en pensar que uno más uno es diecinueve cuando en la cancha de Atlético Realidad nos embaucaron con la entrada. Por ese mismo tema, Verano se hizo socio, llegando a vender choripanes a precio de costo.
Sin embargo, peldaño a peldaño, Otoño le mostró al público que no hay moralejas caídas que manchen el piso del Atlético como las pomposas moralejas de antaño. La Cofradía de los Saltimbanquis propusieron una asamblea para tratar la ley sobre el cambio climático; y como es de esperar: Primavera, Otoño, Verano e Invierno asistieron sin prejuicios. No tardó mucho para que Primavera levantara la mano y dijera las siguientes palabras:
Si bajamos un cambio y lo sustituimos por otro, entonces el cambio que cambia al cambio hará que sigamos tan iguales como el después del antes
Esa prometedora intervención de Primavera en la asamblea se vio interrumpida por un bocinazo que se estampó contra el pómulo derecho de Invierno.
¿Tiene algo para objetar, Raúl? Me había preguntado en plena trifulca el Teísta que servía café. No tuve tiempo de reaccionar, y menos de rascarme un granito de arena o ínfima respuesta al respecto.
Por otro lado, cuando Verano va a Chichinales sube a la barda de los sueños tibios; o, cuando Verano se sienta arriba de una sombrilla en una playa de Puerto Rico, ya es otro, más pegajoso digamos. Ni hablar de cuando Verano se seca al recorrer un desierto en África, o de cuando escucha extasiado a Buda en un monasterio tibetano…
Es cierto, Verano desvaría seguido, es así que le encanta colgarse de la cuerda floja del ecuador diafragmático de Gea. Entre tanto, Primavera no se cansa de continuar con sus mágicas pósimas de cardamomo.
Portada: Mark Tansey
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