La Dirección de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Municipalidad de Villa Regina recuerda a los vecinos que se encuentra en vigencia la ordenanza Nº 129/2007 sobre uso de agua en la vía pública.
En el artículo 3 establece que el lavado de veredas con agua de red sólo se podrá realizar con baldes en período invernal (entre el 1 de abril y el 30 de septiembre).
En su artículo 4 autoriza el lavado de veredas con agua de bombeo en el período mencionado en el horario de 14 a 16,30.
Además se encuentra prohibido el lavado de vehículos en la vía pública con agua de red o de bombeo.
Se solicita el cumplimiento de lo estipulado a fin de evitar sanciones.
El Intendente Marcelo Orazi participó el sábado del encuentro virtual convocado por la Gobernadora Arabela Carreras para analizar la situación epidemiológica por COVID-19 de la última semana. En el encuentro estuvieron presentes los jefes comunales de la provincia y funcionarios del gabinete provincial. En la oportunidad, el Ministro de Salud Fabián Zgaib informó los indicadores…
En Buenos Aires hay barrios que se cuentan solos, pero pocos tienen un nombre que funcione como documento geológico, archivo lingüístico y crónica inmigrante. La Boca no es solo un punto en el mapa: es una explicación completa sobre cómo se forma una ciudad desde el agua, la lengua y la política popular. Su nombre, anterior al barrio y al club, ya aparece en escritos coloniales que describían esa desembocadura peligrosa, fangosa y estratégica donde el Riachuelo se abría como una boca hacia el Río de la Plata. A partir de allí, todo lo demás fue sedimentación histórica.
Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable
Primero fue el río: la “boca” geográfica que dio nombre a todo
Antes de ser barrio, antes de ser conventillos, antes de ser fútbol, “Boca” fue un accidente hidrográfico. En la toponimia náutica del período colonial, la palabra boca era usada para designar el punto donde un río “abre” su salida al mar o a otro cauce mayor, lo que en geografía física se llama estuario menor.
Las primeras referencias documentales conservadas surgen en las Actas del Cabildo de Buenos Aires, donde ya en la década de 1580 se menciona la “boca del Riachuelo de los Navíos” como área de desembarco y de fondeo peligroso por el fango y los bancos de arena. Esa designación —que aparece en inventarios de fondeaderos y en informes a la Corona— no era un nombre propio sino una descripción técnica, un marcador espacial dentro del sistema de navegación colonial.
La ciencia geológica explica por qué esa zona se volvió tan característica: allí se daba lo que hoy se conoce como progradación sedimentaria, un proceso en el cual el río arrastra limo, arcilla y restos orgánicos que se depositan en la desembocadura, creando un borde inestable, cambiante. Por eso los mapas del siglo XVII muestran líneas difusas: La Boca era literalmente un territorio que se movía.
Con los años, esa denominación funcional se convirtió en nombre propio. En los planos de 1810 y 1820 redactados por ingenieros militares aparece ya como “la Boca del Riachuelo”, una unidad reconocible, habitada por trabajadores portuarios, saladeros y astilleros. La toponimia había dejado de ser mera descripción para transformarse en identidad territorial.
El barrio que inventaron los inmigrantes (y el Estado recién reconoció después)
Aunque La Boca tenía población desde el siglo XVIII, la fisonomía barrial nació con la inmigración masiva, especialmente genovesa, entre 1870 y 1910. Los registros notariales muestran que los primeros asentamientos eran precarios, construidos sobre pilotes, porque el terreno era un pantano salitroso. La ciencia urbana describe este tipo de poblamiento como ocupación marginal de borde hídrico, común en puertos industriales.
Los genoveses establecieron allí una microsociedad marítima: astilleros, carpinterías, bares de puerto y sociedades de socorro mutuo. De esa vida cotidiana surgió la lengua híbrida conocida como xeneize, producto del contacto entre dialectos ligures y el castellano rioplatense.
La Ciudad de Buenos Aires y todo su Municipio 1867 Departamento Topográfico de la Provincia de Buenos Aires — Dibujo: Carlos Glade; grabado por Julio Vigier.
El nombre La Boca se consolidó de manera definitiva en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el Estado nacional comenzó a cartografiar la ciudad para unificar parroquias, comisarías y circunscripciones. En los planos oficiales de 1871 —los mismos que se elaboraron tras la epidemia de fiebre amarilla— la zona aparece ya rotulada como “Barrio de la Boca”. Es decir: primero vino la geografía, después el poblamiento y recién entonces la formalización estatal.
La identidad política también fue temprana: La Boca fue uno de los primeros enclaves obreros organizados de Argentina, con huelgas, periódicos anarquistas y sociedades de resistencia. El barrio se convirtió en un laboratorio social de la modernidad rioplatense.
Boca Juniors: un club nacido en una esquina que ya tenía nombre propio
La historia del club aparece última, pero no porque haya sido menos importante, sino porque se montó sobre una identidad barrial ya consolidada. En 1905, un grupo de pibes del barrio —Alfredo Scarpatti, los hermanos Teodoro y Juan Farenga, y Esteban Baglietto— decidió fundar un club de fútbol en la casa de este último, frente a la Plaza Solís.
Eligieron el nombre Boca Juniors por una razón simple, documentada en testimonios de época: querían que el club llevara el nombre del barrio, pero con un toque inglés, como hacían muchos equipos del período fundacional del fútbol argentino. La palabra “Juniors” era, para ellos, señal de prestigio deportivo y pertenencia cosmopolita.
El club no creó el nombre: lo heredó, lo amplificó y lo convirtió en marca global. Hoy, cuando se dice “Boca”, millones piensan primero en el club, pero la historia va al revés: sin la boca geográfica y sin La Boca inmigrante, Boca Juniors no existiría.
Referencias bibliográficas
Actas del Cabildo de Buenos Aires, Archivo General de la Nación.
Diego Del Pino, Toponimia náutica en el Río de la Plata (Ediciones Mar del Sur, 1998).
Roberto Cortés Conde, La formación económica de Buenos Aires (FCE, 2002).
Carlos Mayo, Los saladeros y el mundo del trabajo ribereño (Ed. Biblos, 1987).
Archivo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, Plano Municipal 1871.
Julio Frydenberg, Historia Social del Fútbol (Siglo XXI, 2011).
El Intendente Marcelo Orazi firmó con la Secretaria de Seguridad y Justicia de Río Negro Betiana Minor un acuerdo de cooperación para implementar el dictado de talleres de sensibilización por parte del Programa de Mediación Comunitaria y Métodos Alternativos de Resolución de Conflictos mediante la Subsecretaría de Prevención del Delito y Participación Comunitaria. De esta…
Se conoció la decisión del fiscal municipal Juan Carlos Giménez de solicitar el beneficio previsional, por lo que a su vez solicitó licencia con goce sueldo hasta que el trámite se apruebe en ANSES. La nota fue elevada al Intendente Municipal el día 3 de marzo y aceptada el 15 del mismo mes. Más de…
Endeudadas y sin resto físico, dos compañeras de CABA, una de Chubut y otra de Trenque Lauquen viajamos a Corrientes este fin de semana, rumbo al Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries. Fue la segunda reunión presencial del año del equipo de redacción de la Guía para cuidadoras, que se juntó durante meses por Zoom.
A pesar de la planificación minuciosa para delegar las tareas de cuidado, cuando el viernes al mediodía nos encontramos en la casa de una de nosotras, seguíamos dejando instrucciones a quienes tomaban la posta: Julieta y yo a nuestras hijas mayores; María repartió entre su marido y su hermana, y Guadalupe contó con su pareja Naty. Ese esfuerzo no sólo era necesario para salir de casa todo un fin de semana, sino también para prevenir o manejar cualquier imprevisto. De diez compañeras de Mamá Cultiva Argentina que teníamos la intención de ir al Encuentro, sólo nosotras cuatro pudimos. El resto no llegó con los costos del viaje ni tenía a quién delegar los cuidados.
Cuando el micro arrancó, nosotras ya estábamos riéndonos de cualquier cosa. Compartimos el viaje con compañeras aborteras, militantes, feministas de distintas colectivas, y junto a la nueva organización política Movida Ciudad, de la que también soy parte.
Aprovechamos las once horas de viaje para leer colectivamente el libro “Contra el autoritarismo de la libertad financiera”, de Verónica Gago y Luci Cavallero. Y también nos reímos de eso:
—¿Todo van a hacer colectivamente? — Y sí.
Leíamos algunos párrafos en voz alta, discutíamos lo escuchado y volvíamos al texto. A las seis horas de viaje, paramos en Gualeguaychú a cenar y nos encontramos con otros siete micros repletos de mujeres con los que veníamos compartiendo la ruta. Hicimos cola para comprar, cola para ir al baño, cola para cargar agua. Hasta para saludarnos y abrazarnos hicimos cola.
***
Llegamos a Corrientes a las 9 y media de la mañana y dejamos nuestras cosas en el alojamiento: entre Mamá Cultiva, Movida Ciudad y Ni Una Menos alquilamos unos departamentos con 8 camas cada uno. Éramos unas veinte.
Después nos tomamos un Uber hasta el Anfiteatro Cocomarola, donde estaba empezando el acto de apertura. A todos lados nos movíamos caminando o en Uber, estoy segura de que algún chofer correntino debe haber pagado el total de la tarjeta este mes.
Bajo un sol que ya empezaba a quemar, miles de mujeres y disidencias esperaban estoicas la lectura del documento de la Comisión Organizadora. Al mirar al escenario lo primero que vimos fue la carita de Loan en una bandera que se veía desde cualquier punto del anfiteatro.
En los alrededores se vivían los encuentros y desencuentros propios de estos espacios: algunas compañeras lidiaban con la señal de celular que se perdía, otras comenzaban a montar gazebos en el Parque Camba Cuá y otras se organizaban para ir a los talleres.
Con nuestra Guía en mano, nosotras elegimos tres: el Taller 51: ¿De qué hablamos cuando hablamos de cuidados?, el 52: Ciudades feministas, sociedad del cuidado e interseccionalidad y el 59: Salud mental desde una mirada integral, social y comunitaria. Una de nosotras se quedó en el gazebo de Mamá Cultiva que instalamos en el Parque Camba Cua, repartiendo folletos y contestando preguntas.
Las otras tres nos fuimos a los talleres. A las seis de la tarde nos volveríamos a encontrar, pero teníamos que tomar decisiones, ya que varias actividades ocurrían en simultáneo: algunas irían a la marcha por los Travesticidios, Lesbicidios y Transfemicidios; otras a la presentación de libros como «Estafa de la Feminidad» y «Contra el autoritarismo de la libertad financiera»; y otras se unirían al pañuelazo por el derecho al aborto legal. Tuvimos que elegir una sola actividad. Y esta fue una de las tantas veces que lamentamos que el Encuentro no durara al menos una semana, para poder estar en las actividades que queremos estar y se superponen, y escuchar más a nuestras compañeras y apoyar sus actividades.
***
Llevamos nuestra Guía al Encuentro como quien porta un arma de construcción masiva. Estábamos confiadas de que, en ese espacio sagrado, seríamos comprendidas. Un lugar donde todas caemos con nuestras experiencias y nuestras historias de vida a cuestas; donde no hay moldes en los que encajar ni necesidad de fingir ser algo que no somos.
Si bien algunos talleres atraen más gente que otros, la escuela que nos tocó estaba repleta. La convocatoria fue tan grande que el taller “¿De qué hablamos cuando hablamos de cuidados?” tuvo que desdoblarse. Había mujeres de Chaco, Corrientes, Córdoba, Neuquén, y Buenos Aires.
El debate empezó con una catarsis purificadora. Las compañeras se anotaban para hablar y compartir sus emociones: la angustia, el cansancio, la urgencia de ver un cambio, por mínimo que fuera, que aliviara el trajín diario. Como si de golpe cayeran en la «estafa» que significa el rol del cuidado para las mujeres. Muchas sentían la necesidad de poner en palabras lo que angustia de la vida que elegimos, porque lo que más nos angustia es que, tal vez, no la elegimos.
— Si hubiera sabido que iba a terminar criando sola, como todas, no habría elegido ser madre — confesó una de las mujeres.
Las horas en los talleres son cortas. Pasan entre llantos, abrazos, testimonios y confesiones. Hablamos de la crisis de los cuidados y el empobrecimiento intrínseco que acompaña la tarea de cuidar. Cuando mencionamos la existencia de algún proyecto de ley buscando restituir políticas públicas de cuidado, hubo consenso en que una ley, por sí sola, no resolverá la profundidad del problema.
Como un fantasma, apareció la palabra “suicidio” en boca de algunas cuidadoras hartas. Otras no se atrevieron a nombrarla, pero decían que sí con la cabeza. También hubo relatos de mujeres que se sentían invisibles.
— No me ve ni mi propia familia — dijo una de ellas. Nosotras la veíamos perfectamente.
Nosotras habíamos llevado dos ejemplares impresos de la Guía. No pudimos imprimir más por falta de presupuesto y sólo tenemos unos pocos para hacer promoción. También llevamos folletos y los repartimos. Después esperamos nuestro turno para contar de qué se trata.
Nuestra insistencia en que se reconozcan los cuidados busca, en definitiva, que se reconozca una verdad fundamental: los seres humanos somos inherentemente interdependientes. A lo largo de la vida, necesitamos ser cuidados de muy diversas formas y en distintos momentos.
Es precisamente esta interdependencia la que hackea la idea de meritocracia que las ultraderechas fomentan y utilizan para perpetuar estos roles de género desiguales.
Las cuidadoras hacemos un esfuerzo sobrehumano e incluso llegamos a rompernos para sostener la mentira de que el esfuerzo individual y aislado nos va a conceder la libertad. ¿Cómo asumirnos libres si estamos condicionadas por un trabajo no remunerado? ¿Cómo puede sentirse libre una persona que por una condición de salud queda automáticamente condenada al empobrecimiento? ¿Quién es libre endeudándose mes a mes?
Mujeres de distintos lugares, diferentes culturas, clases sociales, edades y territorios, se identificaban unas con otras al hablar de cuidados. En el aula iba creciendo la urgencia, el enojo y el deseo de despertar a otras. Íbamos cumpliendo nuestro objetivo: que cada vez más cuidadoras se reconozcan en la estafa y debatan con otras cómo “sacar a los cuidados del closet». Aparecía a modo de reclamo que los cuidados tienen que ser prioridad en la agenda feminista, porque “ésto sólo podemos cambiarlo nosotras”. Con “esto” nos referíamos al enojo de saber que el mundo vive a costa de nuestros cuerpos. Que reproducimos y sostenemos la vida que será o fue mano de obra de otros, sin más reconocimiento que una palmada en la espalda.
En los otros talleres a los que asistimos, también apareció la palabra suicidio. Y la pregunta: ¿qué pasaría si el tiempo que le dedico al cuidado de otrxs me lo dedicara a mí misma?. Surgió como dañino el imperativo de “fingir demencia y seguir” y la idea de reemplazarlo por tomarse un tiempo para reponerse y seguir. Porque no seguir no es opción.
Una compañera — que, para sorpresa nuestra, ya había leido la Guia— le pidió a todas que por favor se indignen, que no hablen con liviandad, que se permitan el enojo que se necesita para poder cambiar las cosas.
***
Después de la intensidad de los talleres, nos reencontramos en el Parque Camba Cuá. Al conversar con compañeras de otros colectivos, se repetía, casi como un mantra, un improvisado «operativo clamor» hacia nosotras mismas. Crecía entre todas la idea de reconocer nuestras victorias, celebrarlas y, desde ahí, flotaba en el aire un pedido amoroso y urgente a las referentes feministas: que den un paso al frente para encabezar el cambio que necesitamos, sabiendo que cuentan con el apoyo incondicional de las bases.
A la tardecita nos reencontramos en el hospedaje para una rutina necesaria: bañarnos, cenar algo y descansar. El viaje había sido demasiado largo, el recorrido por la ciudad de un lado a otro bajo el sol, agotador y la opción más inteligente era descansar.
Pero una de nuestras compañeras nos vino a buscar para ir a comer algo abajo del puente donde se celebraba el “Festi Torta”.Y si la idea es desafiar al sistema que nos oprime, explota, invisibiliza y endeuda, lo más apropiado es festejar porque sí. Porque nos vemos, porque insistimos, porque nos declaramos en desobediencia y lo vamos a celebrar.
Cantamos, bailamos, nos festejamos y de pronto el grupo Viva la Pepa, empezó a tocar una versión entre cuartetera y punk de “Volver a los 17”, de Violeta Parra, y nos sumamos a un trencito que desembocó en un pogo. Un pogo de desahogo y afirmación: acá estamos, endeudadas, pero acá, cansadas, pero contra todo pronóstico, cargadas de vida, volviendo a los 17 en un instante fecundo, referenciándonos con nosotras mismas, sintiéndonos profundamente presentes, integrando la idea de que somos nosotras las que vamos a construir la sociedad inclusiva, justa y cuidada que necesitamos. Una idea que se va enredando, enredando como en el muro la hiedra y va brotando, brotando como el musguito en la piedra ay sí, sí, sí.
***
El domingo nos despertaron las campanas de una iglesia cercana que sonaron demasiado fuerte para el sueño que teníamos acumulado. Pero sirvió para que una de nosotras iniciara la liturgia del mate, y otra el ciclo de duchas. Mientras nos sumábamos al desayuno, intercambiábamos vivencias de otros talleres y dejábamos nuestros bártulos listos para salir a Buenos Aires al final del día. Siempre organizadísimas: unas aplicando protector solar, otra llevando el repelente, otra cargando el agua.
Volvimos a las mismas aulas del día anterior para debatir y escribir las conclusiones de cada taller. Al mediodía nos reunimos para participar de la Asamblea de Feministas de Abya Yala, donde tiramos del hilo de la memoria ancestral que nos recuerda el respeto por la naturaleza, la Pachamama, el territorio, la vida en comunidad, la reciprocidad y la complementariedad.
Después fuimos en pequeños grupos hacia la rotonda Poncho Verde para la gran marcha de cierre del Encuentro. Llegamos sensibilizadas, fortalecidas y repuestas, alegres y llenas de glitter. Por primera vez nos vemos todas juntas: las que nos cruzamos en la ruta, los talleres, en las plazas, en las calles, ahora formamos un gran hilo que une las luchas y reivindicaciones pasadas y presentes, que tiene voz de mujer joven y exige: «Corrientes, escucha, únete a la lucha».
Se repartieron cancioneros y, entre todas, siguiendo los megáfonos, fuimos hacia el puente cantando. Literalmente hacia el puente, pero también sabiendo que eso somos: puente para otras, puente entre nosotras, que conecta lo que fuimos y lo que queremos ser.
¿Todo van a hacer colectivamente? Y sí.
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Del 25 de noviembre al 10 de diciembre, conmemoramos los 16 días de activismo contra la violencia de género. La UNSAM, ONU Mujeres y la Alianza por la Libre Expresión e Información están estudiando la violencia digital contra periodistas y activistas en América Latina. Tu experiencia puede ser muy valiosa para encontrar caminos para la prevención y erradicación de esta forma de violencia. Anotate para responder la encuesta. Más información acá.
La Dirección de Tránsito y Protección Civil de la Municipalidad de Villa Regina ha llevado adelante en distintas instituciones educativas de nivel medio la campaña ‘Primavera sin estrellas amarillas’ con la finalidad de concientizar y reflexionar sobre ciertas conductas que como conductores de vehículos y peatones se tienen arraigadas en la cultura vial, convencidos de…
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