El último sábado se llevó adelante una nueva edición de la caminata recreativa familiar con la participación de unas 30 personas, lo cual pudo concretarse a partir del nuevo cupo permitido en actividades deportivas al aire libre.
Los participantes disfrutaron de elongación guiada antes de comenzar, un recorrido explicativo de las características naturales de la meseta, ejercicios de respiración y alimentación saludable.
La caminata comenzó en el Sendero a la Capilla, incluyó la Capilla Santa Teresita del Niño Jesús, el Monumento al Indio Comahue y el descenso por la bajada ‘Horacio Santángelo’.
Al finalizar los participantes degustaron un café y un snack saludable en la Oficina de Turismo.
Con distanciamiento social, barbijos y actividad al aire libre continuamos cuidándonos y disfrutando la Perla del Valle con las propuestas de la Dirección de Turismo.
Este fin de semana, entre el sábado 2 y domingo 3 de noviembre, la Liga Municipal de Fútbol Salón en Villa Regina, llevó a cabo la 9º fecha del Torneo Clausura 2019 en el Polideportivo Cumelen, ubicado en Colón 107 de nuestra localidad. Organizado por la Dirección de Deportes, los 20 equipos que conforman el…
Civiles asesinados desde el cielo, niños quemados por bombas argentinas, un Estado paralizado por la cobardía y una élite que aún hoy justifica la infamia. El bombardeo a Plaza de Mayo fue mucho más que un intento fallido de golpe: fue una advertencia brutal al pueblo trabajador. La Historia oficial lo sepultó entre líneas, pero la deuda con la memoria persiste. ¿Hasta cuándo se negará esta masacre fundacional de nuestra violencia política contemporánea?
Aquel jueves 16 de junio de 1955, Buenos Aires amanecía como cualquier otro día. Sin embargo, hacia el mediodía, la ciudad se convertiría en el escenario del ataque más cruel y despiadado que haya sufrido su población civil. A plena luz del día, y sin que mediara guerra alguna, aviones de la Marina argentina bombardearon la Casa Rosada, el Ministerio de Guerra, la CGT, y principalmente, la Plaza de Mayo. El saldo fue devastador: más de 300 muertos —en su mayoría civiles— y más de 1000 heridos. Pero lo más escandaloso es lo que ocurrió después: silencio, impunidad y negacionismo.
La historia oficial lo menciona de soslayo. Las instituciones democráticas lo ignoran. Y la educación pública lo relega, cuando lo aborda, a una nota al pie. Setenta años después, el bombardeo sigue siendo una herida abierta y deliberadamente olvidada. Una masacre fundacional que incomoda, molesta, porque desarma el relato heroico de los “libertadores” de la Revolución de 1955. Una masacre que no puede explicarse sin nombrar el odio visceral hacia el peronismo y hacia los sectores populares que encarnaban, y aún encarnan, la posibilidad de una Argentina plebeya y real.
Juan Domingo Perón supo temprano que algo se cocinaba. Lo alertaron el jefe de la SIDE, Jáuregui, y luego el general Lucero. El desfile aéreo previsto para ese mediodía no era inocente. Bajo el disfraz de un acto patriótico, los aviones estaban cargados de bombas. Bombas argentinas, dirigidas contra argentinos. En la jerga técnica: terrorismo de Estado. En la memoria de quienes sobrevivieron: una traición sin nombre.
Los agresores fueron parte de la Aviación Naval, con sus Avro Lincoln y Catalinas decorados con cruces y la leyenda “Cristo vence”. Una farsa piadosa que buscaba envolver de moral religiosa una operación de exterminio. El objetivo, según dijeron, era matar a Perón. Pero las bombas cayeron sobre la multitud. Trolebuses repletos, niños de escuela, empleados públicos, familias enteras. Un “daño colateral” perfectamente calculado.
La CGT llamó a defender a Perón. Él intentó frenar la movilización, consciente de que los golpistas no tendrían escrúpulos en disparar sobre la gente. Pero ya era tarde. A la tarde, nuevas oleadas de aviones arrojaron más de nueve toneladas de explosivos sobre la Plaza. En los techos, aún hay cicatrices del crimen. En la conciencia colectiva, aún no hay justicia.
Pablo “El Profe” Borda, joven historiador y divulgador, lo dice sin rodeos: “Nunca antes en la historia de la humanidad las Fuerzas Armadas de un país habían bombardeado a su propia población sin el inicio de una guerra civil”. Lo que ocurrió en Buenos Aires fue un acto de terrorismo de Estado, una masacre política planeada no solo para derrocar a un presidente, sino para escarmentar a un pueblo.
Y sin embargo, la democracia no ha sido capaz de construir una memoria que esté a la altura del hecho. No hay estaciones de subte que lo recuerden. No hay feriados. No hay grandes monumentos. Hay apenas una baldosa, algunas placas, y la memoria militante de quienes aún luchan por decir lo obvio: que las bombas no fueron culpa del pueblo.
El colmo de la desfachatez fue un volante que circuló en esos días, firmado por los autores del crimen: “Responsabilidad de Perón y la CGT en la matanza de Plaza de Mayo”. Los asesinos, con la impunidad de los cobardes, culparon a sus víctimas. El argumento: Perón sabía y no evacuó. La CGT movilizó. Ergo, los culpables eran los muertos.
Pero lo más indignante no es solo el hecho ni la lógica perversa con la que se justificó. Lo verdaderamente insoportable es que esa línea de pensamiento sigue vigente. No hay un consenso democrático de condena, como bien señala Borda. El bombardeo quedó relegado al ámbito del peronismo, como si sus víctimas hubieran sido todas fanáticos. Como si no hubieran sido ciudadanos, trabajadores, personas de a pie. El trauma fue tan brutal que se volvió “incómodo de mirar”, dice el Profe. Y es cierto: incomoda porque muestra hasta qué punto el odio de clase puede justificar lo injustificable.
Hoy, bajo un gobierno como el de Javier Milei, que constantemente repite categorías peligrosas como “argentinos de bien” versus “argentinos de mal”, la lección del 16 de junio cobra un dramatismo particular. Cuando desde la más alta investidura del país se naturaliza la violencia verbal, se reivindican dictaduras y se desprecia la vida del otro por pensar distinto, no estamos tan lejos de aquella lógica exterminadora.
Milei no tira bombas, pero lanza decretos que vacían al Estado, elimina organismos de derechos humanos, persigue docentes, demoniza pobres y criminaliza a los que protestan. Es una violencia con otros métodos, pero que responde a la misma matriz: la eliminación simbólica del enemigo político. Una forma moderna de bombardear la democracia desde adentro.
La Plaza de Mayo no olvida. La historia tampoco. Pero la democracia le debe a esa fecha algo más que silencio. Le debe memoria activa, justicia histórica, reparación simbólica y material. Y sobre todo, una enseñanza clara: los derechos no se bombardean. Se construyen, se amplían, se defienden. Y se recuerdan.
Mientras no haya un consenso democrático para condenar el bombardeo de 1955, seguiremos siendo una sociedad a la que le tiemblan las piernas para mirar de frente su peor espejo. Porque la verdadera libertad no se construye sobre cadáveres, ni sobre el olvido. Se construye con memoria, con verdad y con justicia. Y esa deuda está lejos de saldarse.
El hundimiento controlado del “Magdalena María II” se unirá a los otros cuatro barcos que forman parte del Parque Submarino Las Grutas, el más grande de Sudamérica, en su estilo. Este atractivo rionegrino sigue en constante evolución y día a día permite a buzos aficionados y experimentados vivir una gran aventura submarina, además de jerarquizar…
El Intendente Marcelo Orazi elevó una nota al Ministro de Transporte de la Nación Mario Meoni solicitando que se incorpore a Villa Regina en el recorrido del servicio de pasajeros conocido como ‘Tren del Valle’. “Motiva esta solicitud el anuncio oficial realizado por parte del gobernador de la provincia de Neuquén Omar Gutiérrez de que…
Una disputa territorial tensiona la relación de dos intendentes del sur de la provincia de Buenos Aires. Carlos Bevilacqua (Villarino) volvió a reclamar la titularidad de las islas Bermejo y Trinidad y choca con Rodrigo Aristimuño que reafirma el derecho y la tenencia para su distrito: Coronel Rosales.
La controversia no es nueva. En 1999, antes de dejar el poder en la provincia, Eduardo Duhalde cedió esas islas a la órbita de Coronel Rosales.
En el decreto 449/99 el entonces gobernador aseguraba que esas tierras pertenecían a la provincia. Sin embargo, desde el entorno de Bevilacqua sostienen que según los antecedentes catastrales y los informes de dominio las islas pertenecen al dominio público de Villarino. Además, afirman que no se constata que en 26 años Coronel Rosales haya desplegado una actividad acorde a la declaración de Reserva Natural en las islas.
Aristimuño reafirma el derecho y la tenencia: “esta es una decisión que se tomó en 1999 y que está bastante argumentada”, dijo a La Nueva. “Nosotros vamos a defender lo que nos corresponde, ya sea por cercanía o por utilización del espacio, razones que ya se dieron en su momento”.
“No tengo que clavar una bandera o montar una delegación municipal para demostrar nuestra presencia. Hay cuestiones vinculadas a la geografía y al sentido común”, agregó.
Aristimuño -un intendente que orbita en el Movimiento Derecho al Futuro- viene conversando el tema con Carlos Bianco, ministro de Gobierno y mano derecha de Axel Kicillof. En junio se prevé una visita del gobernador a Coronel Rosales y el tema estará en agenda. En La Plata siguen de cerca el tema. “Lo estamos analizando”, dijo a LPO una fuente del gobierno.
En Villarino avanzaron desde hace años en la vía legislativa. El texto fue presentado por Fernanda Bevilacqua, hija del intendente y diputada del Frente Renovador. El proyecto pide la derogación del decreto 499/99 y establece un plazo de 120 días para que se le restituyan las tierras.
En el Concejo Deliberante de Rosales el tema incomoda a oficialistas y opositores. “Nosotros vamos a acompañar al intendente. Pero también es cierto que no se hace nada por esas islas”, dijo el concejal Néstor Martínez (UCR) y advirtió que así como en 1999 esas islas pasaron a su distrito, “no sería descabellado que pasen a otro si no hacemos nada”.
Las islas suman alrededor de 400 kilómetros cuadrados, una superficie que tiene un impacto directo en la coparticipación que llega a las siempre alicaídas arcas municipales. A más superficie, más coparticipación. Por eso, no sólo están en el reclamo de Villarino, sino que también en Bahía Blanca se gestaron algunos reclamos por esos territorios.
Además de coparticipación las islas son favorables a la ganadería y también al turismo. Claro que para eso tiene que haber un barco que las una con el continente. Años atrás supo haber un barco (el Centolla) que hacía el recorrido, aunque hoy está arrumbado en dependencias del municipio de Rosales.
En el marco de la campaña de forestación impulsada por la Dirección de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Municipalidad de Villa Regina, se comenzó con la distribución de las estacas de sauce llorón y de podos de rosas a juntas vecinales e instituciones de la ciudad. En la mañana de este jueves, el Secretario…
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