Una joya del Egipto ptolemaico: hallan en el Delta del Nilo una copia íntegra del Decreto de Canopo
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Una joya del Egipto ptolemaico: hallan en el Delta del Nilo una copia íntegra del Decreto de Canopo

 

Durante más de siglo y medio, arqueólogos de todo el mundo soñaron con encontrar una versión completa del célebre Decreto de Canopo. Ese deseo acaba de hacerse realidad en Tell El-Fara’in, en el corazón del Delta del Nilo, donde una misión egipcia halló una estela de piedra arenisca que conserva íntegramente este texto real de más de 2.200 años. El descubrimiento promete abrir nuevas ventanas al Egipto de la era helenística.

Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable

Una de las versiones del Decreto de Canopo, redactada en tres lenguas, se encuentra expuesta en el Museo Egipcio de El Cairo.
Foto: Wikimedia

Un hallazgo insólito en un lugar con mucha historia

El hallazgo tuvo lugar en Tell El-Fara’in, antiguo Imet, en la gobernación de Sharqia, al noreste de El Cairo. Este sitio arqueológico ya era conocido por sus templos monumentales y residencias de alto rango, incluido un santuario dedicado a la diosa Uadyet, protectora del Bajo Egipto.

La nueva pieza suma un capítulo fascinante a la importancia del enclave. Según Egypt Daily News, la estela mide 1,27 metros de alto, 83 centímetros de ancho y 48 de grosor. En su parte superior aparece un disco solar alado acompañado por dos cobras reales con las coronas blanca y roja, símbolos de la unificación de las Dos Tierras. Entre ellas, la inscripción “Di Ankh” (“El que da la vida”) introduce las 30 líneas de jeroglíficos que componen el decreto.


Más que un texto: un retrato político, religioso y científico

El Decreto de Canopo, promulgado en el año 238 a.C. durante el reinado de Ptolomeo III, no era solo una proclama ceremonial. Redactado tras una reunión de sacerdotes en la ciudad de Canopo —hoy sumergida cerca de Abu Qir—, celebraba a la familia real ptolemaica y recordaba a su hija fallecida.

Pero el texto iba más allá: describía campañas militares, donaciones a templos, medidas fiscales y, sobre todo, una innovación científica notable: la propuesta de añadir un día extra cada cuatro años, antecedente del calendario bisiesto. También instituía un nuevo título sacerdotal y fijaba un festival anual en coincidencia con la salida heliacal de la estrella Sirio, que marcaba el inicio del año nuevo egipcio.


Una copia excepcional por su estado de conservación

Hasta hoy se conocían seis copias del decreto, halladas en lugares como Tanis o Tell Basta, casi todas fragmentarias y trilingües (jeroglífico, demótico y griego). La nueva versión rompe el molde: está escrita exclusivamente en jeroglíficos y se conserva íntegra.

Esta rareza podría revelar cómo los reyes ptolemaicos adaptaban su discurso según el público. En jeroglífico, el mensaje legitimaba al monarca ante los sacerdotes y el pueblo como continuador de la tradición faraónica, pese a su origen griego. Es, en definitiva, un testimonio de la estrategia cultural de los Lágidas para consolidar su poder.

La versión recientemente descubierta del Decreto de Canopo destaca por estar escrita exclusivamente en jeroglíficos, a diferencia de las anteriores que combinaban varias lenguas.
Foto: Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto

Ciencia y legado en piedra

La claridad de las inscripciones permitirá comparar esta versión con otras y estudiar posibles variantes regionales o errores de copia. Para especialistas en epigrafía, es una oportunidad única de reconstruir el estilo y la transmisión de decretos oficiales en el Egipto helenístico.

Además, el hallazgo revaloriza al Delta oriental como zona arqueológica. Regiones como Sharqia, menos visitadas que Luxor o Alejandría, guardan secretos capaces de iluminar la relación entre ciencia, religión y política en uno de los momentos más fascinantes de la historia egipcia.


Un recordatorio de lo que aún duerme bajo la arena

Como la célebre Piedra de Rosetta, el Decreto de Canopo es más que arqueología: es el eco de una civilización que supo combinar tradiciones milenarias con influencias extranjeras sin perder su esencia.

La copia íntegra encontrada en Tell El-Fara’in no solo completa el corpus conocido del edicto. También reafirma que, bajo la arena del Nilo, todavía aguardan historias listas para ser contadas.

 

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