Tucumán y Nación inician las obras de remodelación integral del aeropuerto

Tucumán y Nación inician las obras de remodelación integral del aeropuerto

 

El gobernador de Tucumán, Osvaldo Jaldo, puso en marcha hoy el plan de remodelación integral del Aeropuerto Internacional «Teniente Benjamín Matienzo». La intervención se presentó junto al CEO de Aeropuertos Argentina, Daniel Ketchibachian, como la obra más relevante de las últimas décadas sobre la infraestructura aeroportuaria de Tucumán y comenzó a ejecutarse sin interrumpir la operación de la terminal.

El proyecto se centra en la renovación integral del edificio principal, con mejoras en los sectores de check-in, preembarque, hall central y áreas de servicios. Con una inversión aproximada de 50 millones de dólares y un plazo de ejecución definido en 26 meses, la obra duplicará la capacidad de procesamiento de pasajeros y habilitará la administración de hasta cinco vuelos simultáneos. La iniciativa forma parte de la planificación estratégica impulsada por el gobernador y coordinada por el Ministerio de Obras, Infraestructura y Transporte Público, a cargo de Marcelo Nazur.

En conferencia de prensa, el mandatario tucumano recordó las gestiones previas: «estuvimos en esta misma sala hace cuatro meses anunciando que empezábamos a trabajar en las carpetas técnicas, los proyectos y toda la cuestión administrativa para que Tucumán tenga un aeropuerto remodelado a nuevo». También subrayó el impacto de la obra: «esto nos va a permitir una conexión con el mundo; algo está cambiando en Tucumán para bien».

Jaldo destacó el crecimiento del movimiento aéreo y turístico: «en lo que va del 2025, Tucumán ha tenido un crecimiento en pasajeros de un 15%, uno de los índices más importantes a nivel nacional». Agregó: «Tucumán está creciendo. Por eso esta inversión nos va a ayudar mucho, va a complementar lo que venimos haciendo con todos los sectores productivos, industriales, comerciales y turísticos. Hemos tenido casi el 80% de ocupación en este fin de semana largo». En ese sentido, remarcó el esfuerzo del sector privado: «todo el empresariado está haciendo un gran esfuerzo. Los tucumanos tenemos que ver de qué somos capaces cuando trabajamos juntos».

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Sobre la operatividad de la terminal durante la obra, afirmó: «el aeropuerto no se cierra: no se merman los vuelos y habrá más bocas para hacer el check-in y embarcar para salir a cualquier provincia de la Argentina y a cualquier lugar del mundo, a partir de Latam por Lima, Perú; o por Copa, Panamá».

Para cerrar, valoró el impacto económico del proyecto: «estamos hablando de 60 millones de dólares que se invertirán en Tucumán, uno de los aeropuertos más importantes del interior del país».

Por su parte, el CEO de Aeropuertos Argentina, Daniel Ketchibachian, manifestó: «estamos súper contentos que llegó el día, como dijo el gobernador, un día histórico para nosotros. Un aeropuerto tan deseado, tan planificado y que estemos ya con la empresa constructora pronta e iniciando los trabajos es un sueño para todos».

Sobre la inversión, explicó: «Es una planificación nacional que tenemos de 60 millones de dólares, lo cual lo hace una inversión espectacular ya que refuncionalizamos 10.000 metros cuadrados. Van a ver un aeropuerto completamente renovado y una obra con los máximos estándares internacionales».

Respecto del cronograma, afirmó: «la obra está planificada en 27 meses pero quiero dejar la tranquilidad de que no vamos a cancelar ningún vuelo, el aeropuerto no va a cerrar en ningún momento». En esa linea, indicó que el desarrollo se realizará por etapas: «la etapa cero es hacer otro check-in, que va a ser un área provisoria para no tener que cancelar ningún vuelo».

Para cerrar, Ketchibachian detalló la metodología de trabajo: «es un aeropuerto con muchas fases para ir haciendo obras sin perjudicar la operación». Añadió: «por eso es que vamos a ver etapas inauguradas antes de los 27 meses, que es donde ya van a poder empezar a disfrutar».

Entre los presentes estuvo Ernesto Gettar, titular de Unión de Hoteles, Confiterías, Bares, Restaurantes y Afines de Tucumán, que dijo que es «gigantesca la importancia de esta obra. La entrada del turismo es esta, así que es muy importante que ampliemos la base de nuestros aeropuertos. Esto es fundamental, es algo que estamos esperando hace mucho tiempo. Esto reposiciona la provincia del escenario nacional e internacional».

«Ya tenemos dos vuelos internacionales, así que es necesario y la cantidad de vuelos que tenemos hacia Buenos Aires, creo que es importantísimo que lo ampliemos inmediatamente. Estamos con buena frecuencia de vuelos, necesitamos mayor cantidad y tener más comodidad para recibir a los pasajeros», cerró.

 

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    Nuestro propio 1984

     

    Paladares que se unen a Orwell y Calvino para rescatar una sabiduría escondida entre comidas y bebidas repugnantes y viejas palabras.

    Por Silvina Belén para Noticias la Insuperable ·

    Palabras envejecidas, frases con rima, citas citables –a lo Reader’s Digest-, viejas novelas y películas –en sentido figurado o no-, acuden a la memoria cuando algo en la atmósfera cotidiana nos dice que la piedra con la que solemos tropezar una y otra vez vuelve a tomarnos desprevenidos.

    Cuando las segundas marcas son un lujo, las terceras y las “de cuarta” una costumbre o, mejor dicho: una triste necesidad, y los pasivos símbolo de miseria (“miseria espantosa”, se estilaba decir allá lejos y hace tiempo), recordamos palabras como “carestía”, que dominaba en la ardua construcción “carestía de la vida”. Incluso antaño solamente la usaban los jubilados. Para muchos la palabreja es recuerdo que aflora desde la infancia.

    Dice la RAE que su segunda acepción significa “Precio alto de las cosas de uso común”. Y nosotros decimos que eso decían los jubilados. Y que con otro tipo de construcciones hoy dicen y decimos lo mismo. Cambios de forma, pero nada más. El gatopardo acecha. Giuseppe Tomasi[i] también vuelve: «Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi».

    En el imperio aleatorio del juego infanto-juvenil, aparecía “el que toca, toca, / la suerte es loca” frente a cualquier protesta contra el azar. Al maldecir que la esperpéntica de la especulación financiera rija nuestro destino, podríamos pensar en consonancia: “el que toca, toca, / la urna es loca”. Esta vez, entre la evocación lúdica y Valle Inclán. O ante la fuerza del sino[ii], como Álvaro.

    Al ver, ñata contra el vidrio, cómo se agotan los pasajes al exterior comprados con los verdes comprados baratitos –como Tito- con la platita de la bicicleta –hoy carry trade– o la dulce de cualquier especulación, llega inexorable la película que nunca se olvida, el “deme dos” y, por qué no, el “gracias a Dios y a Matínez Dios”.

    Y nosotros siempre en manos de Máximo Carelli, sin siquiera poder ir al cafetín a llorar el enésimo desengaño. Sin Lita de Lázari hallando el precio milagroso, sin colas para pagar en las que hacer catarsis, sin joyas de la abuela ni fondos de olla.

    Pero, en fin, como todo vuelve recargado, hablar de totalitarismo financiero no es baladí cuando en un país imperan solamente la finanza, la especulación y la represión a quienes no pueden aprovecharlas y las sufren como carestía o miseria, sufrientes que son abrumadora mayoría. ¿Por qué no pensar en Orwell y una vuelta de tuerca a 1984? Dejemos esto en suspenso para retomarlo luego.

    Volvamos a las marcas “de cuarta”, a lo mal que saben esos alimentos y bebidas que la carestía impone. Recordemos al Ítalo Calvino de Bajo el sol jaguar (1986) a través de su “Sabor saber”. Conocemos, entendemos, también mediante el sabor. Degustemos las palabras que preceden a la traducción de Jorge Hernández Campos[iii] de “Sabor saber”:

    Los sabores de sólidos y líquidos impuestos por la carestía, entonces, podrían despertar nuestra aletargada sabiduría, licuada con la tan literal como psicológica carestía pandémica y la pos-pandémica inflación. Inflación que, como bien señaló otro Álvaro, esta vez García Linera, “transmuta convicciones revolucionarias en adhesiones reaccionarias.”.

    Pandemia y temprana pos-pandemia nos recuerdan una serie de notas que escribimos sobre una bebida espirituosa, que entre tantas asociaciones en danza ahora también advertimos relacionada a Orwell. Hablaban de la ginebra, sobre todo de la que los peninsulares llaman botánica, es decir: del gin. En definitiva, destilados, literatura e historia, bares de copas, calidades y sabores.

    La calidad de las ginebras les dio mucho material a los historiadores y a los novelistas. Del rústico Old Tom del siglo XVIII en adelante, los sabores del gin estuvieron en la palestra. George Orwell también aprovechó para describir un gin aceitoso, inmundo, que ostentaba una pomposa marca.

    Aprovechemos la ocasión para releer un fragmento de 1984 en el que la Ginebra de la Victoria sale victoriosa.

    “El Nogal estaba casi vacío. Un rayo de sol atravesaba una ventana y caía sobre las polvorientas mesas, amarillándolas. Era la solitaria hora de las tres de la tarde. Desde la tele-pantalla llegaba una música ligera. Winston, sentado en su habitual rincón, miraba su vaso vacío. De vez en cuando dirigía la vista hacia el rostro que lo miraba fijamente desde la pared de enfrente. ‘EL GRAN HERMANO TE VIGILA’, decía el cartel. Sin que él lo llamara, vino un camarero a llenarle el vaso con Ginebra de la Victoria; también echó unas cuantas gotas de una botellita que tenía un tubo que atravesaba el tapón. Era endulzante aromatizado con clavo de olor, especialidad de la casa. […] Se tomó la ginebra de un trago. Como siempre, le hizo estremecerse e, incluso, sentir algunas arcadas. El líquido era horrible. El endulzante con clavo, de suyo repugnante, no podía disimular el aceitoso sabor de la ginebra.”

    Sabemos que la sabiduría de Winston, más que licuada o aletargada, estaba muerta: había quedado pulverizada en la mazmorra del Gran Hermano. El “Sabor saber” a él ya no le servía para nada. Sea como fuere, el guiño de Orwell permanece, es para lectores, no para personajes. Es para los que consumimos las marcas de cuarta en carestía extendida por la autocrática finanza, por ejemplo.

    Para nuestro caso, para el argentino, la ginebra tiene connotaciones previas al imperio de la finanza, del loco endeudamiento para encumbrarla y la consiguiente carestía. “Una copita cada día” puede sugerirse cuando no se sospecha que el “precio alto de las cosas de uso común” se hará cíclica costumbre y la modesta calidad de lo que hicimos propio será prohibitiva.

    Hasta se pueden inventar palabras cuando en el horizonte del sabor no asoman Ginebras de la Victoria. En 1970, el publicista Hugo Casares inventó “esmowing”, palabrita que brilló en la campaña publicitaria de Bols en aquellos años: “¿Quiere tener smowing? ¡Tome ginebra Bols!”.[iv]

    El “esmowing”, que seis o siete años después de su nacimiento dejó de brillar hasta apagarse, tuvo, casi como fuego fatuo, una que otra intermitencia que el gatopardismo oscureció con premura. La consigna del cambio para que nada, en verdad, cambie, se ensayó con éxito de maneras en apariencia diversas, seductoras, pero siempre contundentes.

    Haber creído que podía tenerse “esmowing” –traducido por González Fraga como vacaciones, teléfonos, buenos alimentos y bebidas, plata en el bolsillo…- pasó a ser culpa que el escarmiento del mercado de capitales especulativos le haría purgar a menesterosos insolentes y clasemedieros megalómanos.

    El sino propiciado por el gatopardismo debería llevar al culposo a repetir las palabras de don Álvaro: “¡Infierno, abre tu boca y trágame!”. La inmolación voluntaria inducida tuvo en un principio sus reales mazmorras para los Winston vernáculos pero, con el correr de las décadas, se fue sofisticando. Sin embargo, la imposición de la Ginebra de la Victoria permanece.

    No hay Bols, ni retornos de Llave, que puedan destronar la idea del merecimiento de eterna Ginebra de la Victoria: un sentido común impostado durante medio siglo –ornamentado año a año, acusador para más inri- resiste el trabajo exclusivamente neuronal. La metáfora orwelliana reclama la asistencia del gusto, del olfato, la integración cuerpo-mente por la que abogaba Ítalo Calvino.

    La convivencia ausente, la pátina de híper-modernidad que la finanza automática y la digitalización generalizada, todo en el marco de una existencia tecno-dirigida, le imprimen en el devenir cotidiano apariencia de naturalidad a la hegemonía absoluta de la especulación financiera que, sin grandes esfuerzos mentales, se adivina antesala de quién sabe cuántas iniquidades venideras.

    En tal contexto, revalorizar los sentidos que aún resisten con realismo al bit se hace cuesta arriba: el día a día abruma, gusto y olfato luchan para no insensibilizarse. El sexto lo entregamos a la IA. Queremos a toda costa creer que vivimos en un mundo sin pasado ni milagros imposibles, que otras experiencias o las miradas pretéritas son de otro mundo u otra humanidad, extintos.

    La imagen de la sociedad sometida, el individuo controlado y el pensamiento único indiscutible hecho ley se ha tergiversado a tal punto en lo discursivo, en el éter de algoritmo e imposición de miradas,  que aislar los rasgos esenciales de un régimen autocrático más allá del tiempo, la inmediatez y el color local se torna cuasi quimérico.

    Reconocer similitudes entre ciclos, establecer analogías, comprender metáforas atemporales e identificar hegemonías minoritarias requiere tanto de la abstracción como del anclaje real que se nutre de la experiencia compartida, del intercambio y la dinámica intergeneracional.

    Salvo autócratas o privilegiados, nadie tendría necesidad de recurrir a la frase “esta vez es distinto”, tan repetida en los últimos tiempos, si nuestro propio 1984 no se hubiera disparado ya. Esta pesadilla orwelliana que, al menos, anticipan los sentidos, da la sensación de estar a la espera de lo que esta vez será distinto solamente por ser mucho peor: la crisis brutal, la debacle inefable que pulverice últimas rebeldías e hilos de esperanza.


    [i] Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1958): El gatopardo. «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».

    [ii] Don Álvaro o la fuerza del sino, obra de teatro del Duque de Rivas [Ángel de Saavedra] estrenada en Madrid en 1835.

    [iii] En: revista Vuelta, volumen I, número 10, mayo de 1987, pp. 6-13. Puede accederse a este número de la revista y, por tanto, al cuento de Calvino, a través del Archivo histórico de revistas argentinas –Ahira-: https://ahira.com.ar/wp-content/uploads/2019/07/Vuelta-10.pdf

    [iv] Kogan, Gabriela. ¿Quiere tener esmowing? El libro de las publicidades de Bols. Buenos Aires, Nuevo Extremo, 2010.

     

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    Mauricio Macri metió púa en el vínculo del gobierno con EEUU y dijo que el gobierno debe priorizar la relación con China.

    Tras el ninguneo que sufrió luego de las elecciones de octubre, donde no logró conseguir lugares en el gabinete, el ex presidente le marcó la cancha a Milei.

    Los libertarios se alinearon de manera incondicional con Donald Trump y pusieron en pausa las inversiones chinas en el país que van desde un telescopio en San Juan hasta represas en Santa Cruz.

    Macri reconoció que hay una «enorme distancia» cultural entre la Argentina y China, pero pidió sostener el vínculo económico. Fue una manera no muy sutil de meter ruido en la relación con la principal economía del mundo que además tiene vigente un swap vital para Toto Caputo.

    Macri sigue enojado con Milei: «Esto no termina bien, no hay dirección racional» 

    «China es más complementaria que Estados Unidos para Argentina, China necesita nuestra materia prima, nuestros alimentos, Estados Unidos todo eso se lo produce», dijo en una entrevista con Seúl.

    Franco Macri fue desde fines de los ‘80 el interlocutor entre la Argentina y China y logró cerrar excelentes negocios que abarcaron desde automóviles hasta la intermediación en compras de trenes y subtes.

    «Necesitamos tener buenas relaciones con más países que Estados Unidos e Israel», castigó Macri, que también supo cultivar un excelente vínculo con EEUU durante su presidencia. Eso le permitió acceder a un financiamiento multimillonario. Sin embargo, marcó diferencias con la política de Milei.

    «Yo logré, a pesar de la presión de Obama y de Trump, que fue tremenda; Obama con sus buenas maneras y Donald a lo Donald, decir ‘no, somos mejores amigos pero yo a mi relación con China la mantengo'», dijo.

     

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