Quién es Nahuel Sotelo, el candidato a Cancillería de Santiago Caputo
Con apenas 30 años, Nahuel Sotelo emerge como una de las figuras más sólidas del oficialismo libertario. Formado bajo el ala de Santiago Caputo, se perfila como el elegido para ocupar la Cancillería tras el desgaste de Gerardo Werthein y el inminente reacomodo político que sobrevendrá después de las elecciones de este domingo.
Por Roque Pérez para Noticias La Insuperable

El ascenso de un soldado de Caputo
A la sombra del principal operador político del gobierno, Santiago Caputo, Nahuel Sotelo construyó una carrera meteórica que lo llevó desde la Legislatura bonaerense hasta el corazón de la política exterior mileísta. Hoy, con el respaldo del núcleo más duro de la Casa Rosada, su nombre suena fuerte para suceder a Werthein en la Cancillería.
El movimiento no sorprende: Caputo viene consolidando su influencia en las áreas estratégicas del Estado, y la figura de Sotelo encaja a la perfección en ese esquema. Leal, disciplinado y alineado con la narrativa libertaria, representa la síntesis de la nueva generación que Milei quiere proyectar como rostro internacional del país.
De Olmedo a Milei: una trayectoria de derecha
Sotelo inició su camino político en los márgenes del sistema, acompañando la campaña de Alfredo Olmedo en Salta y luego asesorando al concejal rosarino Ariel Cozzoni. En 2021 ingresó a la Cámara bonaerense de la mano de José Luis Espert, pero pronto se alineó con La Libertad Avanza, donde llegó a presidir el bloque libertario. Su paso por ese cargo dejó huella: fue uno de los principales voceros del discurso anti–kirchnerista y promotor de la “memoria completa”.
Entre sus proyectos más comentados figuran la intención de derogar la ley que obliga a utilizar la expresión “dictadura cívico–militar” en actos oficiales, y la propuesta de declarar ciudadano ilustre al coronel Jorge Irazábal, asesinado por el ERP. Su libro Cartas de los ’70: el dolor de la otra parte lo instaló como una voz representativa de la derecha revisionista que hoy tiene fuerte presencia en el oficialismo.
El hombre que Caputo empuja al mundo
El nombramiento de Sotelo al frente de la Secretaría de Culto y Civilización no fue casual. Respondió a una decisión directa del entorno de Caputo, que busca proyectar una imagen internacional basada en “valores tradicionales” y en la idea de una diplomacia culturalmente conservadora. Desde ese cargo, el joven funcionario tejió contactos con embajadas, sectores religiosos y fundaciones ultraconservadoras, ganando visibilidad en los mismos círculos donde el asesor presidencial opera su red de influencia.
Para Caputo, su posible llegada a la Cancillería sería un movimiento natural: consolidaría el control sobre la política exterior y garantizaría que la narrativa libertaria se mantenga sin fisuras. En ese sentido, Sotelo es mucho más que un funcionario prometedor: es el emisario de un proyecto ideológico que busca plantar bandera en el escenario global.
Un perfil moldeado por las cruzadas culturales
Sotelo reivindica a figuras como Roca y Bukele, se muestra abiertamente en contra del aborto y cuestiona las políticas de identidad de género. Fundó la agrupación La Julio Argentino, con la que intentó penetrar en las universidades bajo el lema “Hagamos a la Argentina grande de nuevo”. Su discurso combina catolicismo militante, nacionalismo liberal y una crítica constante a lo que llama “el curro de los derechos humanos”.
Sus declaraciones sobre la Agenda 2030, el medio ambiente y el rol del Estado en las políticas sociales lo ubican en la línea dura del oficialismo. En su entorno aseguran que esa radicalidad, lejos de ser un obstáculo, es lo que lo vuelve confiable para el tándem Milei–Caputo, que busca perfilar hacia afuera un mensaje de ruptura con las agendas globales.
Del Vaticano al Vaticano libertario
Sotelo ha intentado equilibrar su discurso ideológico con una imagen de apertura religiosa. Pese a su defensa del catolicismo tradicional, se muestra cercano al Papa Francisco y sostiene que “las puertas del diálogo con la Santa Sede están abiertas”. Sin embargo, su mirada excluye a los pueblos originarios y a los movimientos ecuménicos progresistas, reforzando una visión monocultural de la espiritualidad nacional.
El reemplazo de Werthein, una jugada cantada
La salida de Gerardo Werthein del Ministerio de Relaciones Exteriores se da en medio de tensiones internas y críticas por su falta de sintonía con el equipo político. En ese contexto, la figura de Sotelo se impone como opción natural: joven, leal, ideológicamente puro y —sobre todo— parte del círculo de confianza de Caputo.
Para Milei, la designación significaría mantener la Cancillería bajo control político sin recurrir a nombres de peso del establishment, preservando el poder real en manos del ala comunicacional y estratégica del gobierno.
Si el escenario posterior a las elecciones lo permite, todo indica que Santiago Caputo buscará colocar a su discípulo en el Palacio San Martín, consolidando así el dominio del “caputismo” sobre la diplomacia nacional.