Más de 200 operativos de seguridad en San Isidro

 Más de 200 operativos de seguridad en San Isidro

 

En el último mes, la Brigada de Operaciones Inmediatas (BOI), el nuevo cuerpo de agentes de la Patrulla Municipal, lideró operativos dinámicos y estáticos en todo el distrito. Estas acciones preventivas permitieron detener a dos personas con pedido de captura.

Con el objetivo de fortalecer la seguridad local, el Municipio de San Isidro incorporó en septiembre pasado una nueva fuerza dentro de la Patrulla local: la Brigada de Operaciones Inmediatas (BOI), integrada por agentes especialmente capacitados para identificar y combatir delitos complejos. En poco más de 30 días, esta división encabezó 204 operativos, entre dinámicos y estáticos, donde se identificaron a 2.000 personas y hubo 7 detenciones.

La BOI está compuesta por agentes especialmente capacitados y móviles operativos, donde se desplazan, junto a efectivos policiales, para cubrir zonas de delitos complejos que atentan contra la seguridad y la propiedad de los vecinos. Estos operativos incluyen las identificaciones de los individuos y rodados sospechosos en consulta simultánea con el Sistema Federal de Comunicaciones Policiales (Sifcop) para verificar si existe algún requerimiento de la Justicia. Por ejemplo, en las últimas semanas, luego de intensa persecución lograron detener a dos personas que tenían pedido de captura en el barrio La Cava, en la localidad de Beccar.

Los operativos se realizan de forma aleatoria en los accesos y egresos de barrios vulnerables, en las avenidas y calles más transitadas del distrito, y en los límites con los distritos de San Fernando, Vicente López y San Martín.

Con la creación de la BOI, San Isidro busca consolidar un modelo integral de seguridad, que combina prevención, patrullaje inmediato y apoyo a la Justicia. «El objetivo es claro: más presencia en las calles y mejores herramientas para proteger a los vecinos», afirmaron desde el Municipio.

Este nuevo cuerpo se integra al sistema municipal que ya dispone de 134 móviles, 46 motos y de más 1.200 nuevas cámaras de videovigilancia con inteligencia artificial conectadas al Centro de Operaciones Municipal (COM), con cobertura las 24 horas.

 

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    Nuestro propio 1984

     

    Paladares que se unen a Orwell y Calvino para rescatar una sabiduría escondida entre comidas y bebidas repugnantes y viejas palabras.

    Por Silvina Belén para Noticias la Insuperable ·

    Palabras envejecidas, frases con rima, citas citables –a lo Reader’s Digest-, viejas novelas y películas –en sentido figurado o no-, acuden a la memoria cuando algo en la atmósfera cotidiana nos dice que la piedra con la que solemos tropezar una y otra vez vuelve a tomarnos desprevenidos.

    Cuando las segundas marcas son un lujo, las terceras y las “de cuarta” una costumbre o, mejor dicho: una triste necesidad, y los pasivos símbolo de miseria (“miseria espantosa”, se estilaba decir allá lejos y hace tiempo), recordamos palabras como “carestía”, que dominaba en la ardua construcción “carestía de la vida”. Incluso antaño solamente la usaban los jubilados. Para muchos la palabreja es recuerdo que aflora desde la infancia.

    Dice la RAE que su segunda acepción significa “Precio alto de las cosas de uso común”. Y nosotros decimos que eso decían los jubilados. Y que con otro tipo de construcciones hoy dicen y decimos lo mismo. Cambios de forma, pero nada más. El gatopardo acecha. Giuseppe Tomasi[i] también vuelve: «Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi».

    En el imperio aleatorio del juego infanto-juvenil, aparecía “el que toca, toca, / la suerte es loca” frente a cualquier protesta contra el azar. Al maldecir que la esperpéntica de la especulación financiera rija nuestro destino, podríamos pensar en consonancia: “el que toca, toca, / la urna es loca”. Esta vez, entre la evocación lúdica y Valle Inclán. O ante la fuerza del sino[ii], como Álvaro.

    Al ver, ñata contra el vidrio, cómo se agotan los pasajes al exterior comprados con los verdes comprados baratitos –como Tito- con la platita de la bicicleta –hoy carry trade– o la dulce de cualquier especulación, llega inexorable la película que nunca se olvida, el “deme dos” y, por qué no, el “gracias a Dios y a Matínez Dios”.

    Y nosotros siempre en manos de Máximo Carelli, sin siquiera poder ir al cafetín a llorar el enésimo desengaño. Sin Lita de Lázari hallando el precio milagroso, sin colas para pagar en las que hacer catarsis, sin joyas de la abuela ni fondos de olla.

    Pero, en fin, como todo vuelve recargado, hablar de totalitarismo financiero no es baladí cuando en un país imperan solamente la finanza, la especulación y la represión a quienes no pueden aprovecharlas y las sufren como carestía o miseria, sufrientes que son abrumadora mayoría. ¿Por qué no pensar en Orwell y una vuelta de tuerca a 1984? Dejemos esto en suspenso para retomarlo luego.

    Volvamos a las marcas “de cuarta”, a lo mal que saben esos alimentos y bebidas que la carestía impone. Recordemos al Ítalo Calvino de Bajo el sol jaguar (1986) a través de su “Sabor saber”. Conocemos, entendemos, también mediante el sabor. Degustemos las palabras que preceden a la traducción de Jorge Hernández Campos[iii] de “Sabor saber”:

    Los sabores de sólidos y líquidos impuestos por la carestía, entonces, podrían despertar nuestra aletargada sabiduría, licuada con la tan literal como psicológica carestía pandémica y la pos-pandémica inflación. Inflación que, como bien señaló otro Álvaro, esta vez García Linera, “transmuta convicciones revolucionarias en adhesiones reaccionarias.”.

    Pandemia y temprana pos-pandemia nos recuerdan una serie de notas que escribimos sobre una bebida espirituosa, que entre tantas asociaciones en danza ahora también advertimos relacionada a Orwell. Hablaban de la ginebra, sobre todo de la que los peninsulares llaman botánica, es decir: del gin. En definitiva, destilados, literatura e historia, bares de copas, calidades y sabores.

    La calidad de las ginebras les dio mucho material a los historiadores y a los novelistas. Del rústico Old Tom del siglo XVIII en adelante, los sabores del gin estuvieron en la palestra. George Orwell también aprovechó para describir un gin aceitoso, inmundo, que ostentaba una pomposa marca.

    Aprovechemos la ocasión para releer un fragmento de 1984 en el que la Ginebra de la Victoria sale victoriosa.

    “El Nogal estaba casi vacío. Un rayo de sol atravesaba una ventana y caía sobre las polvorientas mesas, amarillándolas. Era la solitaria hora de las tres de la tarde. Desde la tele-pantalla llegaba una música ligera. Winston, sentado en su habitual rincón, miraba su vaso vacío. De vez en cuando dirigía la vista hacia el rostro que lo miraba fijamente desde la pared de enfrente. ‘EL GRAN HERMANO TE VIGILA’, decía el cartel. Sin que él lo llamara, vino un camarero a llenarle el vaso con Ginebra de la Victoria; también echó unas cuantas gotas de una botellita que tenía un tubo que atravesaba el tapón. Era endulzante aromatizado con clavo de olor, especialidad de la casa. […] Se tomó la ginebra de un trago. Como siempre, le hizo estremecerse e, incluso, sentir algunas arcadas. El líquido era horrible. El endulzante con clavo, de suyo repugnante, no podía disimular el aceitoso sabor de la ginebra.”

    Sabemos que la sabiduría de Winston, más que licuada o aletargada, estaba muerta: había quedado pulverizada en la mazmorra del Gran Hermano. El “Sabor saber” a él ya no le servía para nada. Sea como fuere, el guiño de Orwell permanece, es para lectores, no para personajes. Es para los que consumimos las marcas de cuarta en carestía extendida por la autocrática finanza, por ejemplo.

    Para nuestro caso, para el argentino, la ginebra tiene connotaciones previas al imperio de la finanza, del loco endeudamiento para encumbrarla y la consiguiente carestía. “Una copita cada día” puede sugerirse cuando no se sospecha que el “precio alto de las cosas de uso común” se hará cíclica costumbre y la modesta calidad de lo que hicimos propio será prohibitiva.

    Hasta se pueden inventar palabras cuando en el horizonte del sabor no asoman Ginebras de la Victoria. En 1970, el publicista Hugo Casares inventó “esmowing”, palabrita que brilló en la campaña publicitaria de Bols en aquellos años: “¿Quiere tener smowing? ¡Tome ginebra Bols!”.[iv]

    El “esmowing”, que seis o siete años después de su nacimiento dejó de brillar hasta apagarse, tuvo, casi como fuego fatuo, una que otra intermitencia que el gatopardismo oscureció con premura. La consigna del cambio para que nada, en verdad, cambie, se ensayó con éxito de maneras en apariencia diversas, seductoras, pero siempre contundentes.

    Haber creído que podía tenerse “esmowing” –traducido por González Fraga como vacaciones, teléfonos, buenos alimentos y bebidas, plata en el bolsillo…- pasó a ser culpa que el escarmiento del mercado de capitales especulativos le haría purgar a menesterosos insolentes y clasemedieros megalómanos.

    El sino propiciado por el gatopardismo debería llevar al culposo a repetir las palabras de don Álvaro: “¡Infierno, abre tu boca y trágame!”. La inmolación voluntaria inducida tuvo en un principio sus reales mazmorras para los Winston vernáculos pero, con el correr de las décadas, se fue sofisticando. Sin embargo, la imposición de la Ginebra de la Victoria permanece.

    No hay Bols, ni retornos de Llave, que puedan destronar la idea del merecimiento de eterna Ginebra de la Victoria: un sentido común impostado durante medio siglo –ornamentado año a año, acusador para más inri- resiste el trabajo exclusivamente neuronal. La metáfora orwelliana reclama la asistencia del gusto, del olfato, la integración cuerpo-mente por la que abogaba Ítalo Calvino.

    La convivencia ausente, la pátina de híper-modernidad que la finanza automática y la digitalización generalizada, todo en el marco de una existencia tecno-dirigida, le imprimen en el devenir cotidiano apariencia de naturalidad a la hegemonía absoluta de la especulación financiera que, sin grandes esfuerzos mentales, se adivina antesala de quién sabe cuántas iniquidades venideras.

    En tal contexto, revalorizar los sentidos que aún resisten con realismo al bit se hace cuesta arriba: el día a día abruma, gusto y olfato luchan para no insensibilizarse. El sexto lo entregamos a la IA. Queremos a toda costa creer que vivimos en un mundo sin pasado ni milagros imposibles, que otras experiencias o las miradas pretéritas son de otro mundo u otra humanidad, extintos.

    La imagen de la sociedad sometida, el individuo controlado y el pensamiento único indiscutible hecho ley se ha tergiversado a tal punto en lo discursivo, en el éter de algoritmo e imposición de miradas,  que aislar los rasgos esenciales de un régimen autocrático más allá del tiempo, la inmediatez y el color local se torna cuasi quimérico.

    Reconocer similitudes entre ciclos, establecer analogías, comprender metáforas atemporales e identificar hegemonías minoritarias requiere tanto de la abstracción como del anclaje real que se nutre de la experiencia compartida, del intercambio y la dinámica intergeneracional.

    Salvo autócratas o privilegiados, nadie tendría necesidad de recurrir a la frase “esta vez es distinto”, tan repetida en los últimos tiempos, si nuestro propio 1984 no se hubiera disparado ya. Esta pesadilla orwelliana que, al menos, anticipan los sentidos, da la sensación de estar a la espera de lo que esta vez será distinto solamente por ser mucho peor: la crisis brutal, la debacle inefable que pulverice últimas rebeldías e hilos de esperanza.


    [i] Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1958): El gatopardo. «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».

    [ii] Don Álvaro o la fuerza del sino, obra de teatro del Duque de Rivas [Ángel de Saavedra] estrenada en Madrid en 1835.

    [iii] En: revista Vuelta, volumen I, número 10, mayo de 1987, pp. 6-13. Puede accederse a este número de la revista y, por tanto, al cuento de Calvino, a través del Archivo histórico de revistas argentinas –Ahira-: https://ahira.com.ar/wp-content/uploads/2019/07/Vuelta-10.pdf

    [iv] Kogan, Gabriela. ¿Quiere tener esmowing? El libro de las publicidades de Bols. Buenos Aires, Nuevo Extremo, 2010.

     

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  • Zamora abandonó a Randazzo y tantea un acuerdo con los libertarios

     

    Molesto con el cordobés Juan Schiaretti tras el fracaso de Somos Buenos Aires, el intendente de Tigre, Julio Zamora, decidió abandonar a Florencio Randazzo y no aportará fiscales ni militará su boleta de diputados nacionales este domingo.

    Dirigentes de la áspera interna del frente de centro señalaron a LPO que el intendente de Tigre dio por terminado su año electoral el 7 de septiembre y, desde entonces, volvió a concentrarse plenamente en la gestión municipal.

    Lo curioso es que en la lista que encabeza Randazzo aparece la hija del intendente, Gabriela Zamora, actual secretaria de Gobierno de Tigre, que a diferencia del resto de los candidatos de Provincias Unidas, no difundió acciones de campaña en sus redes.

    Intendentes peronistas denuncian una campaña fake que los muestran con Randazzo: «Prácticas berretas»

    Zamora ya abrió un canal de diálogo con los libertarios. Fuentes del Gobierno señalaron a LPO que el intendente de Tigre explora un posible acuerdo con La Libertad Avanza a través de charlas con Guillermo Francos y Lisandro Catalán. 

    Zamora explora un acuerdo con el gobierno de Milei a través de charlas con Guillermo Francos y Lisandro Catalán.

    Fue grande la frustración por el desempeño electoral de Somos en la Primera sección. Con expectativas de ingresar al Senado provincial con una elección superior a los dos dígitos, lo cierto es que Zamora obtuvo 4,22% y quedó tercero, apenas 0,01% (397 votos) arriba de Romina Del Plá, del Frente de Izquierda.

    En Tigre el golpe también fue duro y la lista del intendente quedó tercera, a más de 14 puntos del segundo. Pero el dato que más preocupa cerca de Zamora es el triunfo de Fuerza Patria con un joven candidato a la cabeza, Sebastián Rovira (25), que quedó así posicionado como la apuesta del peronismo para pelear por la intendencia en 2027.

    En el municipio buscaron minimizar el impacto rechazando las renuncias que el gabinete local hizo al día siguiente y argumentando que Zamora pierde en todas las elecciones intermedias.

    Sin embargo, por lo bajo el desencanto fue tal que, desde el 7 de septiembre, Zamora tuvo una fugaz participación durante una visita de Randazzo a Vicente López que ni siquiera difundió el intendente de Tigre en sus redes.

    En la interna sostienen que las razones de esa desconexión tienen que ver con un fuerte malestar de Zamora con Schiaretti.

    Somos fue el sello con el cual parte del armado de centro que hoy se expresa en Provincias Unidas jugó en las elecciones provinciales de septiembre. Siendo uno de los impulsores más fuertes del espacio, Schiaretti se mostró comprometido con la campaña bonaerense.

    Fuentes que participaron de la ingeniería de campaña de Somos aseguran que el cordobés también había comprometido recursos que no llegaron. Esa deuda que -sostienen- dejó el ex gobernador es la que disparó rencores en Tigre.

    No obstante, fuentes que participaron de la ingeniería de campaña de Somos aseguran que el cordobés también había comprometido recursos que no llegaron. Esa deuda que -sostienen- dejó el ex gobernador es la que disparó rencores en Tigre.

    Así, trascendió que desde el municipio tigrense se bajó la directiva de no armar la fiscalización en las escuelas del distrito. Por estas horas, solo estaría la voluntad de poner fiscales generales a la hora del recuento pero ningún fiscal de mesa.

    Con esa decisión, Randazzo queda desguarnecido de fiscales y librado a su suerte en sectores clave del norte del Conurbano.

    Se trata de un nuevo revés para el ex ministro, que en los últimos días estuvo envuelto en una polémica por una campaña fake que mostraba a una docena de intendentes peronistas dándole su apoyo en publicaciones falsas que fueron desmentidas y denunciadas por varios jefes comunales que apoyan a Fuerza Patria.

     

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