Gabriel Anello: el periodismo, la impunidad y los fantasmas que no desaparecen
Gabriel Anello, relator de Radio Mitre y engranaje mediático del dispositivo que sostiene a Milei, carga con algo más que polémicas deportivas: denuncias graves de violencia de género, sanciones impositivas reiteradas y un escándalo racista que lo dejó expuesto ante todo el país. No es azar: es la radiografía de un sistema que habilita la impunidad de ciertos voceros del poder.
Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable

Violencia de género: una historia que insiste en no desaparecer
En junio de 2015, Verónica Caro publicó una carta estremecedora en la que relató agresiones físicas, verbales, psicológicas y económicas sufridas durante su relación con Anello, además de amenazas posteriores a la separación. En ese testimonio se describen episodios de violencia gravísimos: empujones que la hicieron caer por las escaleras causándole una fisura en la clavícula, golpes frente a sus hijas, control económico, presunto uso de su nombre como testaferro, intimidaciones telefónicas y un ataque de dos hombres que, según su relato, la increparon diciéndole que dejara de hablar de Anello o iba a “terminar en una zanja”.
La carta fue difundida por distintos medios en 2015 y se transformó en uno de los testimonios de violencia de género más fuertes vinculados a figuras del periodismo deportivo. A pesar de su contundencia, nunca obtuvo una respuesta institucional acorde: ni la justicia ni los medios dominantes dieron el paso necesario para abordar lo denunciado con la seriedad que exige.
Las cuentas que no cierran: evasión, multas y responsabilidad solidaria
El costado empresarial de Anello tampoco resiste archivo. En 2021, la Dirección General de Rentas de la Ciudad de Buenos Aires dictó la Resolución 843/GCABA-DGR/21 contra Imagine Contenidos S.A., empresa presidida por él. Allí se impugnaron declaraciones juradas, se determinó la base imponible por presunción y se aplicó una multa superior al medio millón de pesos, extendiendo la responsabilidad solidaria directamente al propio Anello.

No fue un hecho aislado. Otra resolución del mismo organismo, la 614/GCABA-DGR/2021, apuntó a Producciones y Contenidos S.A., también vinculada a Anello, por irregularidades en los períodos fiscales de 2015 y 2016. Nuevas multas, nuevos ajustes de oficio, nueva responsabilidad solidaria.
El patrón es evidente: irregularidades administrativas, maniobras fiscales cuestionadas y sanciones reiteradas. El “periodista del orden” tiene su propia casa bastante lejos de ese orden que exige desde el micrófono.
Racismo al aire: insultos en vivo y escándalo nacional
El 7 de mayo de 2025, Anello volvió a cruzar un límite. En pleno programa de Radio Mitre lanzó insultos abiertamente racistas y clasistas contra Juan Román Riquelme, al que llamó “negro ignorante”, “marrón” y “verdulero”, además de desafiarlo “a trompadas” en la puerta de la emisora.
El episodio se convirtió en un escándalo nacional. Diversos medios registraron tres líneas claras:
- la indignación generalizada por los insultos;
- la decisión de Boca de dejar de acreditar al Grupo Clarín en La Bombonera tras el ataque racista;
- la respuesta de Riquelme, quien remarcó que está orgulloso de su historia y de su color de piel.
Horas después, acorralado por sus propios dichos, Anello pidió disculpas alegando que “no se sentía bien” y que “se extralimitó”. Una explicación que no alcanzó para borrar lo que ya había dicho en vivo frente a todo el país.
Del micrófono al aparato político
La cercanía de Anello con Milei y el rol que ocupa dentro del esquema mediático oficialista lo ubican más como un operador político que como un periodista. Sus intervenciones no se limitan al deporte: forman parte del coro que sostiene y amplifica el discurso del gobierno, apelando a la provocación permanente, al hostigamiento y —como quedó demostrado— a expresiones de violencia y racismo.
No se trata solo de él. Se trata del dispositivo que lo protege.
¿Qué nos muestra el caso Anello?
Un sistema que le falla a las víctimas. Denuncias públicas, graves y detalladas que jamás encontraron una respuesta estatal o institucional a la altura.
Medios que lo blindan. Figuras que cruzan límites éticos a diario siguen sosteniéndose gracias a su utilidad política.
Un actor político disfrazado de periodista. Su función excede lo profesional: es parte activa del engranaje comunicacional del gobierno.
La pregunta incómoda se impone sola: ¿cuántas disculpas más antes de que haya consecuencias reales?
Conclusión
Gabriel Anello es el ejemplo acabado de cómo ciertos operadores mediáticos pueden moverse con una impunidad que combina violencia de género, irregularidades fiscales y discursos de odio. Mientras Milei lo sostiene simbólicamente dentro de su constelación política y ciertos medios lo protegen, las denuncias, las multas y los hechos siguen ahí, documentados y disponibles para quien quiera mirar.
Y en esa mirada está la clave: no naturalizar lo que está mal, no callarse, no dejar pasar.

