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Domingos de Plaza, una tradición reginense

Los domingos de plaza son una especie de tradición reginense, se iniciaron bajo la gestión de Carlos Schulmaister en el área de cultura entre 1987 y 1990, todos los domingos del verano artistas locales (y regionales en aquel entonces) llevarían adelante espectáculos a partir de las 21:30 horas.

Silchu Alvarado, responsable del área de cultura en la nueva administración municipal, creyó necesario reactivar este evento que viene a enriquecer el ritual reginense de la «vuelta del perro», no sólo creyó sino que lo llevó a cabo.

«Siempre con la mirada puesta en revalorizar, recategorizar a los artistas reginenses. Hay que rescatar la cantidad, la calidad y el talento de lo que tenemos en la ciudad».

Son 21 las bandas o solistas que van a participar durante el ciclo de verano, hasta el momento en 4 fechas fueron parte de los Domingos de Plaza:

  • Literal
  • Alicia Triviño
  • Briana Colina
  • De Diez a Una
  • Hora Libre
  • Patricio Silva
  • Angeles Fuentes Campos
  • Permitidos
  • Admapu
  • Mi Mamá No Me Deja
  • Nasty people
  • Rabios Bufón
  • Ovnibus
  • Última Alternativa

¿CONTINÚAN LOS «DOMINGOS DE PLAZA » EN INVIERNO?

En las próximas dos fechas que se llevarán a cabo los próximos domingos 16/02 (en la Isla 58) y 23/02 (en la plaza de los próceres) restan participar las siguientes bandas:

  • La Lokura
  • Indio Gavilani
  • Zule Vega
  • El Rey David
  • Veronica Obreque
  • José Emanuel Chandía
  • Café para 3
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  • El gobierno quiere excluir de la cuenta peronista a nueve provincias: «Se hacen trampa en el solitario»

     

    El gobierno de Milei pasó de vaticinar que iba a arrasar en las elecciones de medio término a buscar mecanismos de contabilidad creativa para quedar como ganador, aún en el caso que pierda. La idea del gobierno es poder mostrarle a Trump un resultado ganador para que suelte los dólares, aunque no refleje la realidad política. Maniobras en la era de la posverdad.

    La instrucción que la Casa Rosada bajó a la Dirección Nacional Electoral -DINE- es que los votos del escrutinio provisorio a nivel nacional deben acumular  el «voto popular» por frentes y como La Libertad Avanza es la única coalición que respetó el mismo nombre en todas las provincias del país, pretenden mostrar un mejor resultado que Fuerza Patria.

    Se trata en rigor de una doble maniobra: por un lado toma la votación bajo el distrito único «Argentina» y muestra sumatoria de votos nacionales, cuando en rigor se trata de elección de diputados y senadores por provincias; y por el otro en esa cuenta nacional excluye del englobado peronista a todos los que no vayan con el sello estricto de Fuerza Patria.

    Esta decisión encendió el rechazo del peronismo que envió a sus apoderados a objetarla, porque en los hechos implicaría excluirle de su cuenta global los votos que obtengan en nueve provincias donde compiten con una denominación distinta a Fuerza Patria.

    Es el caso de Chaco donde el ex gobernador Jorge Capitanich compite por el Senado bajo el nombre Frente Fuerza Patria y según la interpretación que le quieren dar los libertarios es una alianza distinta a la de Fuerza Patria. Lo mismo sucede con el formoseño Gildo Insfrán que viene ganando con el Frente de la Victoria hace años o en Entre Rios donde Adán Bahl y Guillermo Michel compiten bajo el sello Fuerza Entre Ríos.

    Una encuesta le otorga doce puntos de ventaja a Taiana sobre Santilli

    «El gobierno busca simular una foto de triunfo con una trampa de nombres, se hacen trampa al solitario», dijo a LPO un dirigente del peronismo. De hecho, Fuerza Patria presentó un reclamo a la DINE. 

    En el escrito al cual accedió este medio (ver documento adjunto), los apoderados solicitaron conocer «el detalle de los mecanismos de difusión de resultados a implementarse y los criterios a utilizarse en términos de representación territorial de cada uno de los 24 distritos electorales».

    El gobierno busca simular una foto de triunfo con una trampa de nombres, se hacen trampa al solitario.

    Los apoderados ya venían reclamando ante las oficinas electorales el acceso a los sistemas de auditoría para que los fiscales informáticos se puedan interiorizar y llevar un mejor control pero por el acortamiento de los tiempos, en el peronismo creen que solo quedará la instancia del simulacro electoral.

    En casi la mitad de las provincias el peronismo no compite bajo el rótulo de Fuerza Patria sino que adoptaron variaciones locales como Fuerza Santacruceña, Frente Justicialista, Fuerza San Juan.

    Si el gobierno se sale con la suya, quedarían excluidos de la cuenta peronista en los cómputos oficiales las listas de Gildo Insfrán en Formosa, Gerardo Zamora de Santiago del Estero, Bahl y Michel en Entre Ríos, Cacho Bárbaro, Osvaldo Jaldo de Tucumán, Natalia de la Sota en Córdoba o el salteño Sergio Oso Leavy, entre otros.

    Se trata en efecto de una pavada, pero en el peronismo no están dispuestos a dejarla pasar. A la par de la presentación en la DINE, en el PJ preparan una denuncia penal y otra presentación ante la Cámara Electoral mientras acompañan con amparos ante los juzgados electorales.

    A su vez, el peronismo  diseñó un sistema de recuento propio para contrastar el domingo el intento del gobierno de querer mostrar un resultado dibujado. 

     

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  • Kicillof cruzó a los gobernadores de Provincias Unidas: «Son viudos del modelo de Milei»

     

    De recorrida de campaña por el interior provincial, Axel Kicillof salió duro al cruce de los gobernadores que conformaron Provincias Unidas, a los que definió como «viudos» del modelo de Javier Milei.

    «Nosotros en la Provincia de Buenos Aires nos opusimos a Milei desde el principio, y hay otros gobernadores que dijeron ‘no, si nos enfrentamos, Milei nos va a sacar los fondos’. Hoy armaron un grupito nuevo, Provincias Unidas o no sé cómo se llama y ¿saben qué? Son viudos de ese modelo, porque Milei no le dio nada a nadie», dijo.

    El momento elegido para esas declaraciones no parece casual. Fue durante su visita a municipios de la Cuarta, sección de base del candidato de Provincias Unidas en territorio bonaerense, Florencio Randazzo.

    Como contó LPO, en el gobierno libertario siguen tantean un acuerdo de gobernabilidad con los mandatarios de Provincias Unidas para luego de las elecciones, pero ya se encontró con reparos.

    La Rosada se resigna a un acuerdo con Provincias Unidas: «Ahora no hay margen para cagarlos» 

    Es que los emisarios de esos gobernadores plantearon que el gobierno ya los destrató pese a que los apoyaron durante el primer año del mandato de Milei a sacar la ley Bases y a garantizar la gobernabilidad.

    En ese contexto, Kicillof salió fuerte al cruce del armado que integran LOS mandatarios de Santa Fe, Maximiliano Pullaro; Córdoba, Martín Llaryora; Corrientes, Gustavo Valdés; Jujuy, Carlos Sadir; y Chubut, Ignacio Torres.

    «Nosotros estamos pidiendo este domingo ponerle un freno a este gobierno, que Milei no gobierne encerrado ni gobierne otro país sino para las provincias argentinas», dijo Kicillof durante su recorrida por General Pinto junto al presidente de la Cámara de Diputados provincial y ex intendente de ese distrito, Alexis Guerrera.

     

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  • PITY X 40

    Pity Alvarez y su madrugada eterna, ponen en relevancia algo que a los medios no les interesa enfocar. Lo que expone el suceso «Pity» son las 40 muertes al mes que hay en la Argentina a causa del «paco»(según un relevamiento realizado por “Madres contra el paco y por la vida”) de noche y de día,…

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  • Con globos amarillos, Santilli busca reflotar la campaña: «nuestro objetivo es descontar»

     

    Diego Santilli le imprime toda la impronta del PRO a la campaña de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. Los globos amarillos volvieron al escenario desde donde el primer candidato a diputado nacional pidió fuerzas para descontar la diferencia que el peronismo le sacó a los libertarios en septiembre.

    «Espert ya fue. Ya no está. Renunció y nosotros tenemos que trabajar en estos días que nos quedan para llegar a todos los rincones de la provincia», dijo el Colo en un breve contacto con la prensa en La Plata.

    Santilli dijo que lo importante es recuperar votantes y consideró que el kirchnerismo llegó a su techo al sacar 200.000 votos más que en la elección anterior. Sin embargo, hay 1,9 millón de personas que votaban a LLA que no fueron a votar. «Hay que lograr que vayan a votar. Que no nos venza la apatía. Vemos buena recepción en la calle. ¿Alcanza? Veremos. Falta muy poco», dijo.

    Desde toda la provincia vinieron a respaldar al candidato que reemplazó a Espert, el candidato inicial elegido por Javier Milei que quedó envuelto en un escándalo por vínculos con el narcotráfico.

    Estuvieron los diputados nacionales Cristian Ritondo y Alejandro Finocchiaro. También los senadores provinciales Alejandro Rabinovich, Alex Campbell y Aldana Ahumada. Se sumó el ex intendente de Olvarría, Ezequiel Galli. «En 2021 pudimos ganarles a los orcos. Ojalá podamos repetir eso», dijo Ritondo a los periodistas.

    El acto estuvo organizado por la diputada Julieta Quintero Chasman, junto a Rita Salaberry y Camila Manfredi.

    «El PRO fue la fuerza que tuvo el coraje de pararse frente al kirchnerismo cuando parecían imbatibles, y hoy vuelve a demostrar que tiene dirigentes y militantes con la experiencia de gestionar», dijo Quintero Chasman, una diputada cercana a Santilli que fue reelecta en septiembre por la Octava Sección. «En La Plata nos volvemos a encontrar para reafirmar que no somos funcionales ni cómplices de quienes quieren que la Argentina retroceda», agregó.

    Un puntero libertario le pegó una piña a una mujer que protestaba en Quilmes contra el Gobierno

    En el PRO rechazaron las burlas al spot de LLA en el que Santilli asegura: «para votar al colorado, marcá al pelado». Evalúan que el spot se viralizó y se logró bajar el mensaje a todas las capas de la sociedad.

    El PRO fue la fuerza que tuvo el coraje de pararse frente al kirchnerismo cuando parecían imbatibles. Hoy vuelve a demostrar que tiene dirigentes y militantes con la experiencia de gestionar.

    La campaña de Santilli arrancó con algunos incidentes en Quilmes, cuando un puntero libertario atacó a golpes a una mujer que se manifestaba contra el gobierno de Javier Milei. Fue en el marco de una recorrida de campaña del Colo por esa ciudad del sur del conurbano.

    Diego Santilli y Alejandro Rabinovich.

    El agresor se trata de Juan Carlos Gil, un abogado muy cercano a Osvaldo Daniel Rolón, que encabezó la lista local de La Libertad Avanza en septiembre pasado y que pertenece a la estructura de Sebastián Pareja, que pasa por un momento de debilitad interna en el armado libertario.

    Mientras se desarrollaba la recorrida de Santilli por el centro quilmeño, un grupo de vecinos se acercó a manifestarse en rechazo al gobierno libertario en la vereda de enfrente. Al detectar ese grupo, Gil se cruzó sacado y, a los gritos, lanzó golpes de puño contra una manifestante.

     

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  • El espía arrepentido del Canal de Panamá

     

    En el patio de una escuela multigrado, sentados sobre sillas de plástico bajo un techo de zinc, la gente de Río Indio escucha a unos ingenieros que llegaron de la capital. Les cuentan lo que ya saben: el Canal de Panamá planea actualizar su infraestructura y necesita más agua. Entonces, la corporación ya diseñó la forma de generar esos nuevos cuerpos de agua. ¿Qué pensaron? Crear reservorios ubicados en el mismísimo suelo de esa escuela y de tantos otros espacios donde vive esa comunidad, de más de dos mil personas, desde hace generaciones. Es julio de 2025. El presidente panameño, José Raúl Mulino, acaba de participar de la Cumbre del Mercosur. Por primera vez, su país está incluido como aliado de esa red de cooperación latinoamericana. Mulino contó del proyecto de Río Indio y en nombre de la soberanía económica de la región, de la resiliencia hídrica y de la sustentabilidad energética pidió apoyo para que el plan sea exitoso y se resuelva lo antes posible, planeando iniciar las obras a principios del 2027. El Embalse Río Indio es el emblema de una serie de megaproyectos que buscan reposicionar la competitividad del paso interoceánico. 

    —Toda persona tiene derecho a la propiedad privada, correspondiente a las necesidades esenciales de una vida decorosa.

    En la asamblea de la Coordinadora Campesina por la Vida contra los Embalses (CCCE) alguien lee en voz alta un folleto que cita leyes y estándares internacionales que harán posible su destierro. Todos se echan a reír. Se niegan a abandonar sus tierras. Uno de los líderes más jóvenes le cede la palabra a Carlos, quien llegó como estudiante de sociología hace ocho años a estas comunidades y hoy las acompaña como un aliado más. Los campesinos acuerdan volver a cerrar calles en señal de protesta. Carlos les “traduce”  normas y códigos que aparecen en el folleto. Conoce la jerga y la letra chica:  llegó a Río Indio como empleado del Canal para hacer los informes de impacto ambiental y gestionar por la licencia social. Pero se acercó tan genuinamente a la población que terminó renunciando a ese trabajo y compartiendo como uno más.  

    ***

    Carlos sube al camión de campesinos donde cargan un cooler repleto de huesos de res. A esta hora de la madrugada, el asfalto es una cicatriz negra que cruza potreros, cultivos y bosques a orillas del Río Indio, unos 75 kilómetros al noroeste de la ciudad de Panamá. Carlos alza la voz y reza cuando se acercan a la calle que une tres comunidades, imaginando cómo antes del amanecer los que no quieren dejar estas tierras bajarán a cerrarla. Hace unos días el gobierno reprimió varias protestas en contra de reformas a la seguridad social, por lo que a Carlos le preocupa un choque con la policía. 

    Un rebaño de ganado blanco baja por una colina pegada a la calle. Al llegar a la intersección que conecta tres comunidades, Carlos ayuda a los campesinos a empujar un tronco de árbol sobre la autopista y a colgar pancartas de un extremo. Dicen: “No a los reservorios de Río Indio”. En los últimos días, hasta el obispo más poderoso de la región, Manuel Ochogavía, dijo públicamente que tenía miedo por cómo estaban militarizando esa zona del país.

    —¡Cuatro mil seiscientas hectáreas de nuestras comunidades inundadas! —grita uno con las manos al aire, advirtiendo la extensión de un megaproyecto que dejará bajo agua casas, iglesias, escuelas, cementerios y campos y también los bosques que forman parte del Corredor Biológico Mesoamericano. 

    —Las 38 comunidades afectadas estamos en desacuerdo.  

    ***

    El Canal de Panamá, la ruta comercial que conecta al mundo, parece quedarse sin agua. Desde 1914, la vía marítima por donde pasa un 6% del comercio global funciona a base de agua dulce. Cruceros, yates y buques de hasta 17 mil contenedores atraviesan este tajo continental por un sistema de esclusas que opera con ese recurso escaso. En un día, cruzan unos 35 barcos y cada tránsito utiliza 52 millones de galones de agua. Toda esa agua clave para el imperio logístico viene de lagos artificiales. Los estadounidenses construyeron el primero al represar el río Chagres, el mismo que navegaron los españoles durante la conquista. Pero este lago, el Gatún, produce también agua para la mitad de la población de Panamá, un país al que le cuesta distribuir el recurso. Por eso cuando en 2024 la escasez de lluvias obligó al Canal a restringir el paso de buques, ocasionando un atasco de 270 mil millones de dólares, se encendieron las alarmas.

    Al tiempo que el Canal de Panamá busca ampliar sus recursos energéticos, la rivalidad entre Estados Unidos y China se recrudece. En 2024, China estrenó en Perú un megapuerto que compite directamente con el Canal. En 2025 el presidente Trump amenazó con “recuperar” la vía interoceánica porque China la estaba operando. Ese año un consorcio de inversionistas encabezado por BlackRock anunció la compra de los principales puertos del Canal de Panamá que pertenecían a una firma china. Panamá canceló su acuerdo económico de la Ruta de la Seda con el “gigante asiático”. El Departamento de Defensa de Estados Unidos ordenó un despliegue militar para proteger al Canal y contrarrestar “la influencia maligna de China”. En el lapso de un año, el Canal de Panamá pasó de enfrentar la sequía a tener que explicarle al mundo su neutralidad.

    El Canal de Panamá bautizó el proyecto para encarar la sequía como “Agua del futuro”. Un plan que para 38 comunidades campesinas significa el destierro: hace 25 años se habló por primera vez del embalse en Río Indio, y el rechazo social fue rotundo.

    Quienes administran el Canal de Panamá culpan de la falta de agua a la crisis climática. Algunos medios hablan de una sequía sin precedentes. Pero un análisis histórico de las lluvias del país asegura que “las condiciones secas no están fuera del rango razonable”. El antropólogo cultural Ashley Carse, autor del libro Beyond the Big Ditch: Politics, Ecology, and Infrastructure at the Panama Canal, propone que la sequía debe ser entendida como un “evento infraestructural”, es decir, no es solo falta de agua sino que es una crisis que nos obliga a reflexionar sobre cómo “la lluvia, los ríos, las instituciones y las ciudades panameñas están vinculadas al metabolismo del transporte y el comercio global”. Los científicos, por ejemplo, estudian cómo la ampliación del Canal en 2016 impactó en la función de sus reservas de agua dulce: la entrada de sal de los océanos está alterando la ecología de la vía. La propuesta para hacerle frente a todas estas presiones es construir una nueva fuente de agua. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos —clave en la construcción del Canal y sus futuras soluciones de agua— estima que la solución de Río Indio traería 282 millones de dólares anuales en beneficios.

    ***

    El Canal de Panamá bautizó el proyecto para encarar la sequía como “Agua del futuro”. Un plan que para 38 comunidades campesinas significa el destierro. La idea es represar el Río Indio e inundar el área creando un embalse de 4,600 hectáreas para llevar el agua, por un tubo de nueve kilómetros, hacia el lago Gatún, la principal fuente del Canal. Pero a la Coordinadora Campesina por la Vida contra los Embalses el “agua del futuro” le recuerda al pasado: hace 25 años se habló por primera vez del embalse en Río Indio y el rechazo social fue rotundo. Hoy, los campesinos dicen que el 85 % de las 749 familias que serían afectadas por el proyecto “han manifestado su voluntad de rechazar el embalse”. 

    —La gente no pide cerrar la calle porque quiere. Pedimos que dejen libres nuestras tierras y nuestras aguas —dice, en esta nueva mañana de protesta, uno de los dirigentes campesinos, mientras busca leña para el sancocho comunal. —Eso no nos aparta de nuestro país: somos panameños. Pero tenemos 25 años de lucha y estamos abandonados.

    Unos meses atrás, decenas de botes desfilaron por el Río Indio en rechazo al plan. Los campesinos cargaban banderas panameñas y pancartas que decían: “No a los reservorios de Río Indio”. La noticia le dio la vuelta al mundo y los campesinos buscaron ayuda internacional enviando una denuncia a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. También presentaron una demanda ante la Corte Suprema panameña pidiendo frenar el proyecto por posibles violaciones a la constitución, incluyendo el “desconocimiento” de tratados internacionales y ambientales como el Acuerdo de Escazú, así como la falta de consulta previa a las comunidades. La Corte ha jugado un papel clave sobre las tierras del Río Indio. En 1999, cuando el canal pasaba a manos panameñas, la Corte aprobó los límites  que incluían a Río Indio. Múltiples protestas campesinas obligaron a las autoridades a sacar en 2006 otra ley que modificaba esos límites dejando a Río Indio por fuera. Hoy, 25 años después, el Supremo declaró inconstitucional la ley de 2006 devolviendo al Canal las tierras de los campesinos. 

    —Podemos abrir cada dos horas durante 15 minutos para que circule la vía —negocian con unos policías que llegaron a vigilar el cierre de calle. 

    Un pantano de autos y camiones rodea la intersección de tres pueblos del Río Indio que los campesinos bloquean en señal de protesta. Un olor intenso a caldo se desprende desde un restaurante abandonado y Carlos sonríe, sin entender por qué los más viejos se acercan a los policías para invitarlos a almorzar. En medio de la tensión y los bocinazos de la fila de autos, Carlos mira cómo aparece la creatividad para la protesta social. Cualquier amenaza de violencia policial parece diluirse en ese plato hondo desechable. 

    ***

    Carlos vive y trabaja como promotor social en la periferia de la ciudad de Panamá. Es robusto, más alto que el panameño promedio. Da la impresión de ser un aspirante a cura franciscano, quizás por su habitual paciencia, barba ligera y alopecia temprana. No sorprende que haya sido seminarista durante un tiempo en Nicaragua. Tampoco que haya vuelto a Panamá para estudiar sociología. Sus profesores lo recuerdan como alguien con vocación por la vida comunitaria, de los que más participaba en clase, con un interés genuino por el trabajo de campo. Cuando un profesor lo llamó en 2017 para ir a trabajar por primera vez a Río Indio —con la tranquilidad económica y el poder que da un trabajo en un proyecto del Canal de Panamá— no lo pensó dos veces.

    La cuenca del Río Indio, donde viven trece mil campesinos, es conocida por su lucha en defensa de la tierra, pero hasta mediados del siglo pasado se sabía muy poco de ella. En 1950, la National Geographic y el Instituto Smithsonian anunciaron un reconocimiento arqueológico sin precedentes al oeste del Canal de Panamá, donde cruza el Río Indio, un lugar que los relatos oficiales describen como la “salvaje, exuberante y tropical cuenca hidrográfica del Atlántico”.  “Desde la visita de Cristóbal Colón, en 1502, no se ha investigado casi nada sobre la región”, afirmaba la National Geographic Society, celebrando que la exploración iba a “llenar 449 años de vacío”. Entre los restos arqueológicos que se encontraron después hay semillas de palmeras carbonizadas que datan de unos 4000 a.C. , “la fecha más antigua para toda la vertiente Caribe de Panamá, que demuestra la antiquísima ocupación humana de los bosques húmedos del Atlántico”. En el período precolombino, el Río Indio dividía las poblaciones del Gran Coclé —donde se hablaban diferentes lenguas del grupo chibchense— del Gran Darién, donde hablaban la lengua de Cueva. Durante la colonia española sirvió como hito de la división política y algunos cronistas describen con asombro las papayas que crecían en el área, “tan grandes como ollas”. Quizás las mismas que Carlos observaba en los patios de las casas cuando llegó a Río Indio en 2017. 

    Carlos era uno de los sociólogos que estudiaba los acueductos rurales, contratado por el Canal de Panamá. Su misión: convencer a los campesinos de que el proyecto mejoraría su calidad de vida. Pero mientras más se adentraba en la cultura comunitaria, más lamentaba que ese entorno fuera a desaparecer.

    Por todo ese bagaje cultural e histórico, no se descarta que los pueblos y los suelos que queden sumergidos en Río Indio sean ricos en restos arqueológicos. Poco antes de que el Canal de Panamá volviera a manos panameñas, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos hizo un viaje de reconocimiento a Río Indio para evaluar su potencial como futura fuente de agua. Allí, sobre los retazos del pasado del Istmo, vuelve a escribirse la historia de aquel puente que quiere seguir conectando el mundo.

    Carlos era uno de los sociólogos que estudiaba los acueductos rurales. Estos estudios eran parte del Plan de seguridad hídrica 2015-2050 creado por el gobierno. Aunque ese mismo plan procura hacerle una mejora tangible a la calidad de agua de las comunidades campesinas, también contempla su desplazamiento. Aquellas mejoras generaron en algunos campesinos confianza en la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), algo que será clave para obtener la licencia social que requiere un proyecto como ese. Carlos tenía la misión de que los campesinos vean lo que hace el Canal de Panamá para las poblaciones que viven en la cuenca hidrográfica. Más de cincuenta hectáreas de reforestación en doce comunidades, cinco acueductos rurales, licitaciones de carreteras, caminos de movimiento agropecuario. O sea, que vean que el Canal quiere mejorar la calidad de vida de los campesinos. Pero no fue fácil. Sobre todo, porque desde que empezaron los rumores del destierro nadie sabe exactamente a dónde los llevarán. El Canal dice que ya tiene algunas zonas de reasentamiento preidentificadas en zonas cercanas al proyecto, aunque todo depende de la negociación con las comunidades. El costo del reservorio en Río Indio se estima en 1,600 millones de dólares. Unos 400 millones serán destinados al reasentamiento.

    En su tiempo libre Carlos aprendía de la vida comunitaria en Río Indio, en aquel entonces una zona de difícil acceso y donde hasta ahora, cuatro de cada diez pobladores viven en la pobreza.“El Panamá profundo”, dice Carlos. Le sorprendía el pilón que compartían varias familias para descascarar el arroz de la cosecha. Los cultivos que se sembraban en tierras comunales. Le encantaba aprender sobre plantas medicinales, sombreros tejidos a mano y tubérculos raros como la papa de aire. Cuando terminaba su trabajo, algunos le insistían que se quedara a almorzar. Otros le regalaban un poco de plátano, café, arroz colorado. Carlos cruzaba montañas y quebradas en nombre del Canal, pero estiraba las horas lo más que podía para quedarse y tratar de comprender los saberes de la gente de campo. 

    Aquella vida rural en la cuenca del Río Indio, de la que había leído en trabajos de la antropóloga panameña Luz Graciela Joly, le parecía lejana a la academia y la ciudad que habitaba. Le intrigaban las maneras que tenía la gente de entender la naturaleza y la defensa de un territorio en disputa. Quería saber cómo se organizaban para manejar un recurso clave como lo es un acueducto rural. Cómo allí, donde el Canal quiere construir la solución a la sequía, hay escasez de agua. Mientras más se adentraba en los valles y montañas de Río Indio, más conciencia tomaba de que todo ese entorno estaba a punto de desaparecer.

    —Sabemos que hay hermanos de la ACP (Autoridad del Canal de Panamá) sentados, escuchando la misa —pronunció un día un cura del pueblo durante su homilía, haciendo referencia a Carlos y los trabajadores del Canal. —Espero que Dios les toque sus conciencias y puedan ver lo bonito que se vive aquí.

    Carlos escuchaba la narrativa del Canal, que decía querer hacerle el bien a las comunidades de Río Indio. “Pero cuando vas allá te das cuenta de la realidad”, dice. En 2017 el rumor de que volvían los planes de un embalse en Río Indio era noticia en todas las comunidades. El fantasma de 1999 aparecía otra vez para sembrar el terror. 

    —No es  justo que la misma gente que viene a hacernos daño  se quede en la casa de Dios —gritó una monja, un día que Carlos se quedó a dormir en la iglesia de Limón, como parte de su misión para el Canal. —Pero la casa de Dios es para todos.

    Carlos no comprendía por qué las autoridades del Canal se preocupaban por la calidad del agua que llegaba a las comunidades al mismo tiempo que estudiaba cómo sacarlas de allí. Carlos empezó a participar en más eventos de la comunidad. Iba a las celebraciones de la palabra acompañando a los curas de pueblo en pueblo. Asistía a los funerales de las familias que ya lo conocían. Ayudaba en las fiestas patronales. Documentaba el encendido de velas en los cementerios en honor a los muertos a inicios de noviembre. Empezó a comparar las dinámicas de vida de los campesinos versus lo que él y la gente del Canal le decían a la comunidad. Y vio que la verdad en Río Indio tenía dos caras. 

    —Yo quería ver cuáles eran las verdades de la comunidad versus las verdades que nosotros le decíamos.

    Después de trabajar por casi un año en Río Indio para el Canal de Panamá, Carlos se dio cuenta que su recorrido por las poblaciones le permitió crear metodologías de trabajo únicas, pero su conocimiento académico y técnico parecía superado por la realidad campesina. Era un punto de inflexión en el que sabía que debía soltar la mano del Canal y todo lo que representaba. ¿Estabilidad económica? ¿Experiencia para su perfil laboral? ¿Contactos? Cuando consiguió otra oferta de trabajo, esta vez como asesor de las organizaciones campesinas que se oponían al embalse en Río Indio, renunció al Canal. 

    Al tiempo que el Canal de Panamá busca ampliar sus recursos energéticos, la rivalidad entre Estados Unidos y China se recrudece. En 2024, China estrenó en Perú un megapuerto que compite directamente con el Canal.

    En 2019 volvió a trabajar como investigador para el Canal de Panamá. Se encargó del levantamiento de información, cultura y visión de las comunidades, temas con los que estaba familiarizado pero esta vez con la intención de impulsar el conocimiento no solo para la corporación sino también para el mismo fortalecimiento de las comunidades y sus actores claves.

    —Entras en un juego de doble sentido, estás trabajando para una entidad, pero al mismo tiempo usas todos los recursos que tiene la entidad para fortalecer otro movimiento en contra —dice Carlos.

    Carlos había recopilado información precisa. Mapas, actas de reuniones, datos actualizados. En aquel entonces, por ejemplo, se dejó de hablar de un “embalse” y se le empezó a llamar al proyecto de Río Indio “reservorio multipropósito”. Esa información estaba disponible para el acceso público, pero los documentos usan una jerga técnica que para muchos suena ajeno. Carlos se convirtió así en una especie de espía, interpretaba las verdaderas intenciones de los estudios que se realizaban en el área. Monitoreo de la calidad del agua. Muestras de suelo. Inventarios de flora y fauna. Encuestas socioeconómicas. Dibujos técnicos de la presa y el lago artificial que dejarían los territorios sumergidos. Todo eso sirvió para acceder a una información más profunda y detallada de lo que se venía. El “Agua del futuro”. Para las comunidades de Río Indio, Carlos era un canal.

    ***

    Muy cerca del Río Indio, desde lo alto de un árbol de laurel, un centenar de orugas negras caen sobre la orilla. El Limón de Chagres es un valle verde rodeado de potreros y bosques montañosos con suelos de arcilla. El olor a leña quemada se desprende desde una pequeña colina donde espera Digna. Blusa turquesa. Falda negra. Botas de caucho y sombrero pintao. 

    —La Autoridad del Canal de Panamá es como una serpiente que va por el camino y te quiere picar—dice Digna. —Si estás atento y prevenido, no te va a ver. Pero si te descuidas…

    Es la misma mujer que está al frente esta mañana de julio en el corte de los caminos. La presidenta de la Coordinadora Campesina por la Vida contra los Embalses había caminado durante horas por quebradas, valles y acantilados desde Los Uveros, la comunidad donde vive, hasta Limón —el primer pueblo a inundar—, donde se crió y donde sus padres ayudaron a construir la escuela a la que llegan los ingenieros del Canal para hablar con los campesinos. Muchos de los poblados de la cuenca del Río Indio no tienen vías asfaltadas como Limón, donde los campesinos toman el camión de la protesta. Por eso Digna y otros dirigentes sospechan de esa vía: la ruta hoy les sirve para vender sus cosechas, pero servirá también para traer la maquinaria pesada que construirá la presa.

    —El diálogo se debe hacer con todas las comunidades afectadas, y deben estar los diputados, los representantes, los alcaldes, con las instituciones de gobierno cara a cara para ver qué es lo que se va a decidir en esto —propone Digna—. No es nada más que llegan a casa por casa, porque todo el mundo está con los ojos pelados esperando “ya, me van a pagar mañana mi plata y me voy”. Están vendando los ojos para que la gente diga sí al proyecto. ¿Y luego qué? Nada.

    En julio, Panamá participó por primera vez de una Cumbre del Mercosur. Allí, el presidente contó del proyecto de Río Indio, y en nombre de la soberanía económica de la región, de la resiliencia hídrica y de la sustentabilidad energética pidió apoyo para que el plan sea exitoso y se resuelva lo antes posible.

    En su tono se escucha la frustración de una dirigente que defiende su territorio desde que el Canal de Panamá pasó a manos panameñas en 1999. Que empezó en los movimientos sociales cuando era muy joven, aprendiendo de los abuelos y los dirigentes con más experiencia. Que marchó desde Río Indio hasta la ciudad y acampó frente a las oficinas del gobierno para pedir que frenen el embalse. Que habló en la Asamblea Nacional para exigir que se respeten los derechos de los campesinos y luego, afuera del edificio, ayudó a sembrar un árbol en señal de protesta. Que cargaba a su hijo en brazos cuando visitaba comunidades cercanas. Que vendía billetes de lotería para ganar algo de dinero. Que trabaja la tierra y el ganado junto a su esposo y sus hijos. Que de tanto luchar perdió un embarazo. 

    Carlos conoció a Digna cuando regresó a Río Indio con su nuevo trabajo, enfocado en ecología integral en la zona. Era 2018 y los campesinos escogieron como dirigente de la organización a Digna.

    —Es una mujer muy arraigada a su tierra —dice Carlos, quien es padrino de uno de los nietos de la dirigente. —Ha crecido ahí, ha hecho su vida ahí y tiene un entendimiento del valor de la tierra que va más allá de lo que produce.

    Digna y los campesinos proponen que el Canal de Panamá busque agua en otro proyecto, como el lago Bayano, pero el Canal dice que este tendría un impacto socioambiental diez veces mayor al de Río Indio. Una semana antes de la protesta, Digna asistió a un debate técnico que organizó la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA). Entre las conclusiones, un ingeniero del Canal señaló que traer agua desde Bayano es más caro. Pero para los ingenieros de la SPIA esto es cierto solo si se compara el precio global. Bayano, en general, tiene más capacidad que el Río Indio, un río que en temporada lluviosa mide unos diez metros, pero en temporada seca sólo tres. 

    ***

    Al día siguiente de la protesta, la Coordinadora Campesina vuelve a cerrar la intersección de los tres pueblos. Es una mañana con la humedad a tope. Jordan, otro ahijado de Carlos que vive con sus padres en este poblado central para el embalse de Río Indio, se pone sus botas de caucho pequeñas y mira al cielo. 

    —¿No tienes botas? —le pregunta Jordan a su padrino. 

    Van a visitar a su abuelo, Anastasio, dirigente de la Coordinadora Campesina por la Vida. Jordan tiene siete años, y conoce el camino y los animales que la alojan como la palma de su mano. 

    —Mira, ¡ese es un gavilán pollero!

    De un brinco desaparece en medio de un follaje espeso, quebradas y barro. Se detiene en medio del trayecto mirando la copa de los árboles. Sube las colinas sin agitarse, como un guía experimentado que debe bajar el ritmo para esperar a los turistas ajenos al monte. Un guía que, además, solo con sentir la humedad, el cambio de dirección del viento y una leve variación de luz, sabía que en pocos minutos iba a llover. 

    Y llovió.

    —Si el proyecto avanza, no imagino cómo será el futuro de mi ahijado. ¿Qué podría hacer en la ciudad? —dice Carlos.

    De regreso a casa, Jordan le lee a su padrino la tarea en voz alta. Estudia en otro pueblo, en una escuela multigrado. Hace poco que empezó a leer. Mira bien las imágenes, pronuncia las sílabas y pregunta qué significa cada palabra. Desde la cocina, dentro de la casa de madera con techo de zinc que construyó su esposo, su madre ríe. Hay una palabra que Jordan escuchó varias veces y en varios lugares, pero no entiende el dibujo que muestra el libro ni por qué tiene una forma de agua.

    —¿Qué es una presa? —grita.

    *El nombre de Carlos fue cambiado.

    Agradecimiento: esta crónica fue escrita bajo la mentoría de Sol Lauría.

    La entrada El espía arrepentido del Canal de Panamá se publicó primero en Revista Anfibia.

     

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