La Municipalidad de Villa Regina reitera la invitación a las instituciones que deseen participar del desfile por el 97° aniversario que se realizará el domingo 7 de noviembre a inscribirse a las siguientes direcciones de correo electrónico [email protected] o al WhatsApp 2984-650817.
Allí deberán consignar nombre de la institución y una breve reseña de la misma. Los interesados tienen plazo hasta el miércoles 3 de noviembre.
Mientras tanto, las instituciones que estén organizando eventos para noviembre y deseen adherir al mes aniversario deberán enviar mail a [email protected] detallando actividad, fecha y lugar de realización.
Alumnos y alumnas de la ESRN Nº 145 llevan intervenciones artísticas en el minianfiteatro del Militante con el objetivo de embellecerlo estéticamente y, al mismo tiempo, de contribuir a la renovación de este espacio público. Los trabajos se enmarcan en un proyecto elaborado por la institución educativa que fue presentada a la Dirección de Cultura…
Milei y Caputo celebraron con su siempre habitual para elogiarse el «regreso» de la Argentina a los mercados voluntarios de deuda a una tasa del 6,75 por ciento. Los medios oficialistas aplaudieron con entusiasmo esta normalización financiera del país, después de ocho años fuera de los mercados.
Pero la realidad, como suele suceder con los anuncios de Toto Caputo, es un poco menos espléndida.
En rigor, el ministro armó una canasta de incentivos para forzar a actores locales a comprarle los bonos al gobierno, con la idea de juntar USD 2.000 millones para cubrir una parte de los USD 4.500 millones que vencen en enero.
Un menú a la carta impuesto a aseguradoras, bancos y ART, que poco tiene que ver con inversores internacionales comprando bonos argentinos en los mercados voluntarios de deuda.
Fuentes al tanto de la operación explicaron a LPO los detalles de la arquitectura financiera que armó Caputo. A las compañías de seguro y las ART les ofreció poner en caución los bonos que les encajó el albertista Martín Guzman, si suscriben el bono. De esta manera mejopran el rendimiento de su anterior instrumento.
El equipo de Caputo, según las fuentes consultadas, espera juntar entre ambos sectores unos USD 600 millones.
Luego, a los bancos les están ofreciendo de 3 a 1 contra encajes. Esperan juntar unos USD 1.000 millones d ellos bancos, contra la liberación de USD 3.000 millones de encajes.
Y a las empresas que tienen dólares les ofrecen el bono contra pago de retenciones de Afip, con la idea que aporten unos USD 400 millones.
La tasa de toda la operación, arroja con el descuento un 9,75 por ciento, muy por encima de las tasas a las que accedieron CABA, Santa Fe y Córdoba, en sus recientes colocaciones de deuda.
Si el plan le resulta a Caputo, y es muy probable que le resulte, conseguiría unos USD 2.000 millones y el préstamo repo que está tratando de estructurar el JP Morgan sólo debería ser de USD 2.500 millones, para tener así cubiertos los vencimientos del próximo mes.
Si este último instrumento no termina de cerrarse, siempre queda la posibilidad de activar otro tramo del swap con el Tesoro de Estados Unidos, aunque en las últimas semanas apareció cierto ruido en la línea con Washington, como reveló la decisión de Scott Bessent de suspender su visita al país.
La tasa de toda la operación, arroja con el descuento un 9,75 por ciento, muy por encima de las tasas a las que accedieron CABA, Santa Fe y Córdoba, en sus recientes colocaciones de deuda.
Como sea la forzada operación de Caputo en el mercado local, que recuerda los «bonos patrióticos» que imponía Domingo Cavallo, expone que más allá de la enrevesada argumentación de Milei para no sumar reservas, el rojo profundo del banco Central sigue siendo el flanco más débil de programa económico.
En Buenos Aires hay barrios que se cuentan solos, pero pocos tienen un nombre que funcione como documento geológico, archivo lingüístico y crónica inmigrante. La Boca no es solo un punto en el mapa: es una explicación completa sobre cómo se forma una ciudad desde el agua, la lengua y la política popular. Su nombre, anterior al barrio y al club, ya aparece en escritos coloniales que describían esa desembocadura peligrosa, fangosa y estratégica donde el Riachuelo se abría como una boca hacia el Río de la Plata. A partir de allí, todo lo demás fue sedimentación histórica.
Por Alcides Blanco para Noticias La Insuperable
Primero fue el río: la “boca” geográfica que dio nombre a todo
Antes de ser barrio, antes de ser conventillos, antes de ser fútbol, “Boca” fue un accidente hidrográfico. En la toponimia náutica del período colonial, la palabra boca era usada para designar el punto donde un río “abre” su salida al mar o a otro cauce mayor, lo que en geografía física se llama estuario menor.
Las primeras referencias documentales conservadas surgen en las Actas del Cabildo de Buenos Aires, donde ya en la década de 1580 se menciona la “boca del Riachuelo de los Navíos” como área de desembarco y de fondeo peligroso por el fango y los bancos de arena. Esa designación —que aparece en inventarios de fondeaderos y en informes a la Corona— no era un nombre propio sino una descripción técnica, un marcador espacial dentro del sistema de navegación colonial.
La ciencia geológica explica por qué esa zona se volvió tan característica: allí se daba lo que hoy se conoce como progradación sedimentaria, un proceso en el cual el río arrastra limo, arcilla y restos orgánicos que se depositan en la desembocadura, creando un borde inestable, cambiante. Por eso los mapas del siglo XVII muestran líneas difusas: La Boca era literalmente un territorio que se movía.
Con los años, esa denominación funcional se convirtió en nombre propio. En los planos de 1810 y 1820 redactados por ingenieros militares aparece ya como “la Boca del Riachuelo”, una unidad reconocible, habitada por trabajadores portuarios, saladeros y astilleros. La toponimia había dejado de ser mera descripción para transformarse en identidad territorial.
El barrio que inventaron los inmigrantes (y el Estado recién reconoció después)
Aunque La Boca tenía población desde el siglo XVIII, la fisonomía barrial nació con la inmigración masiva, especialmente genovesa, entre 1870 y 1910. Los registros notariales muestran que los primeros asentamientos eran precarios, construidos sobre pilotes, porque el terreno era un pantano salitroso. La ciencia urbana describe este tipo de poblamiento como ocupación marginal de borde hídrico, común en puertos industriales.
Los genoveses establecieron allí una microsociedad marítima: astilleros, carpinterías, bares de puerto y sociedades de socorro mutuo. De esa vida cotidiana surgió la lengua híbrida conocida como xeneize, producto del contacto entre dialectos ligures y el castellano rioplatense.
La Ciudad de Buenos Aires y todo su Municipio 1867 Departamento Topográfico de la Provincia de Buenos Aires — Dibujo: Carlos Glade; grabado por Julio Vigier.
El nombre La Boca se consolidó de manera definitiva en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el Estado nacional comenzó a cartografiar la ciudad para unificar parroquias, comisarías y circunscripciones. En los planos oficiales de 1871 —los mismos que se elaboraron tras la epidemia de fiebre amarilla— la zona aparece ya rotulada como “Barrio de la Boca”. Es decir: primero vino la geografía, después el poblamiento y recién entonces la formalización estatal.
La identidad política también fue temprana: La Boca fue uno de los primeros enclaves obreros organizados de Argentina, con huelgas, periódicos anarquistas y sociedades de resistencia. El barrio se convirtió en un laboratorio social de la modernidad rioplatense.
Boca Juniors: un club nacido en una esquina que ya tenía nombre propio
La historia del club aparece última, pero no porque haya sido menos importante, sino porque se montó sobre una identidad barrial ya consolidada. En 1905, un grupo de pibes del barrio —Alfredo Scarpatti, los hermanos Teodoro y Juan Farenga, y Esteban Baglietto— decidió fundar un club de fútbol en la casa de este último, frente a la Plaza Solís.
Eligieron el nombre Boca Juniors por una razón simple, documentada en testimonios de época: querían que el club llevara el nombre del barrio, pero con un toque inglés, como hacían muchos equipos del período fundacional del fútbol argentino. La palabra “Juniors” era, para ellos, señal de prestigio deportivo y pertenencia cosmopolita.
El club no creó el nombre: lo heredó, lo amplificó y lo convirtió en marca global. Hoy, cuando se dice “Boca”, millones piensan primero en el club, pero la historia va al revés: sin la boca geográfica y sin La Boca inmigrante, Boca Juniors no existiría.
Referencias bibliográficas
Actas del Cabildo de Buenos Aires, Archivo General de la Nación.
Diego Del Pino, Toponimia náutica en el Río de la Plata (Ediciones Mar del Sur, 1998).
Roberto Cortés Conde, La formación económica de Buenos Aires (FCE, 2002).
Carlos Mayo, Los saladeros y el mundo del trabajo ribereño (Ed. Biblos, 1987).
Archivo Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, Plano Municipal 1871.
Julio Frydenberg, Historia Social del Fútbol (Siglo XXI, 2011).
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