La Fórmula 1volvió a la acción con el Gran Premio de Estados Unidos, 19ª fecha del calendario 2025. En la única sesión de práctica libre del fin de semana, Franco Colapintocompletó un sólido trabajo y finalizó en el 16° lugar con el Alpine, por delante de su compañero Pierre Gasly.
El piloto argentino fue de menor a mayor: tras un inicio complicado que lo dejó en el fondo de la tabla, logró mejorar sus parciales sobre el final y cerrar su mejor giro antes del cierre de la tanda. Lando Norris dominó la sesión con un tiempo de 1:33.294, seguido por Nico Hülkenberg y Oscar Piastri.
La práctica estuvo marcada por varios incidentes. Una bandera roja interrumpió la actividad por el desprendimiento de una pieza en pista, mientras que Ferrari volvió a sufrir con la fiabilidad: Carlos Sainz abandonó por un fallo en la caja de cambios y Charles Leclerc debió detenerse por un problema similar.
Con una sola práctica disponible, los equipos tuvieron poco margen para probar configuraciones. La jornada continuará este viernes con la clasificación para la carrera sprint (18:30) y la acción principal seguirá el sábado, cuando se dispute la competencia corta a partir de las 14.
En un día histórico para el automovilismo argentino, el bonaerense Franco Colapinto probó un Fórmula 1 Williams FW45 en el test oficial de jóvenes pilotos y cumplió con el objetivo que le pidió el histórico equipo inglés, que fue sumar aprendizaje y comenzar a adaptarse. Con apenas 20 años, Colapinto se unió al programa de […]…
El lunes 29 de septiembre, los locales de todo el país estarán cerrados por completo. La fecha celebra el Día del Empleado de Comercio, y este año se trasladó al último lunes del mes para que los trabajadores puedan descansar sin afectar la rutina de los comercios.
La ley Nº 11.729, sancionada en 1933, fue la primera normativa en regular los derechos de los empleados de comercio y sentó las bases de futuras leyes laborales. Establecía que los trabajadores afectados por accidentes o enfermedades tenían derecho a percibir su salario, y fijaba reglas para la indemnización y estabilidad laboral en caso de despido.
A lo largo de los años, se ajustaron los períodos de licencia por enfermedad, las vacaciones y la protección frente a despidos, consolidando un marco que buscaba brindar seguridad y reconocimiento a quienes trabajan en el comercio.
Durante la dictadura de 1976, la ley perdió vigencia y los empleados de comercio quedaron sin protección. No fue hasta 2009 que el Congreso sancionó la ley 26.541, que reinstauró los derechos históricos y estableció que el 26 de septiembre se celebre el Día del Empleado de Comercio como feriado nacional, asegurando descanso y reconocimiento a los trabajadores del sector.
Serán seis capítulos a partir de este jueves que testimonian aspectos de la cultura. Horario y por dónde verlos. El documental “Inchiñ”, rodado en varios lugares del territorio neuquino, será proyectado por el Canal Encuentro a través de seis emisiones que comenzarán este jueves a las 21 y continuarán el mismo día y horario en […]…
El Senado de Uruguaydebate este miércoles el proyecto de ley que despenaliza la eutanasia, lo que convertiría al país en el primero de América Latina en legalizar esta práctica. La iniciativa, aprobada previamente en la Cámara de Diputados en Agosto, cuenta con el respaldo mayoritario del Frente Amplio, que domina la cámara alta. La votación será dividida entre los partidos tradicionales, donde algunos legisladores, como Graciela Bianchi (Partido Nacional) y Andrés Ojeda (Partido Colorado), ya anticiparon su apoyo.
El proyecto, conocido como «ley de muerte digna», establece que podrán acceder a la eutanasia personas mayores de edad, psíquicamente aptas, que sufran enfermedades incurables o condiciones de salud irreversibles que deterioren gravemente su calidad de vida.El proceso constará de ocho etapas, iniciando con una solicitud expresa del paciente y culminando con la ejecución médica del procedimiento, previa confirmación de su voluntad.
Durante el debate, el caso de Beatriz Gelós, una docente de 71 años con ELA, volvió a tomar protagonismo. Gelós, quien apoya abiertamente la ley, ha sido un símbolo del reclamo por el derecho a morir dignamente. Su historia fue una de las más citadas en la discusión parlamentaria, al exponer las limitaciones extremas que enfrenta desde hace casi dos décadas. Este miércoles estará presente en el Palacio Legislativo, al igual que organizaciones como Empatía Uruguay y Tenemos ELA, promotoras de la iniciativa.
Aunque el proyecto cuenta con amplio respaldo político y social, también enfrenta resistencia. Sectores como Prudencia Uruguay rechazan la medida, argumentando que el derecho a disponer de la vida propia no puede ser relativizado. Pese a las diferencias, todo indica que Uruguay está a punto de hacer historia al legalizar la eutanasia y abrir un nuevo debate en la región sobre el derecho a una muerte digna.
Ley de muerte digna en Argentina
En Argentina, la eutanasia activa sigue siendo ilegal. Sin embargo, desde 2012, la Ley de Muerte Digna (N.º 26.742) permite a los pacientes con enfermedades terminalesrechazar tratamientos que prolonguen su sufrimiento, en lo que se considera eutanasia pasiva. Esta norma autoriza la suspensión de tratamientos médicos y soportes vitales como hidratación o alimentación artificial, siempre que la decisión sea tomada por el paciente o su representante legal. No obstante, provocar la muerte directamente (eutanasia activa), continúa siendo un delito. En el Congreso argentino, existen varios proyectos para legalizarla, pero hasta ahora no avanzaron. Mientras los defensores destacan la necesidad de garantizar el derecho a morir con dignidad, los opositores priorizan el fortalecimiento de los cuidados paliativos y advierten sobre riesgos para los más vulnerables.
Es la primera vez que el mandatario francés expresa públicamente su apoyo a la ley para ‘ayudar a morir’, desde que él mismo anunció el proyecto legislativo en mayo de 2023…
La Fiesta Nacional del Inmigrante y las Colectividades arranca este viernes en Zapala con más de 180 propuestas gastronómicas, desfiles y actividades culturales. El evento tendrá un cierre especial que promete convocar a visitantes de toda la Patagonia.
Zapala se prepara para recibir a miles de visitantes del 10 al 12 de octubre en la edición 2025 de la Fiesta Nacional del Inmigrante y las Colectividades, un evento que se consolida como uno de los más importantes de la Patagonia. La celebración se desarrollará en el Paseo de la Estación, con entrada libre y gratuita, y promete tres jornadas colmadas de sabores, música, tradiciones y cultura.
Este año, la fiesta celebra su 17ª edición local y la tercera como Fiesta Nacional, un reconocimiento que, según el secretario general del municipio, Jorge Cáceres, “es un gran logro de esta gestión y un impulso clave para el crecimiento de las fiestas populares”.
Desfile de colectividades: 32 culturas presentes
El viernes 10 de octubre, a las 17 horas, se abrirán las puertas del predio, y a las 20 horas tendrá lugar el acto protocolar con el tradicional desfile de las colectividades. “Son 32 colectividades que desfilarán, cada una con su música, sus trajes y su identidad”, detalló Cáceres en AM Cumbre 1400. El evento marca el inicio oficial de una fiesta que reúne a comunidades de distintos orígenes que conviven en Zapala y la región.
La edición 2025 representa el regreso de la celebración al Paseo de la Estación, tras años en el Club Tiro Federal. “El año pasado el espacio colapsó. Volver al Paseo es recuperar el espíritu original de esta fiesta”, explicó el funcionario.
Gastronomía mundial: 68 países, 180 platos
Uno de los principales atractivos será la propuesta gastronómica, que este año duplica su oferta: habrá 68 stands, cada uno representando a un país distinto, con más de 180 platos típicos del mundo. “Cada local de Zapala se asocia a una colectividad, y eso multiplica la creatividad. Vamos a tener desde shawarma hasta empanadas chilenas con ají zapalino, pasando por platos dominicanos con carne agridulce”, detalló Cáceres.
La presencia de chefs de renombre nacional e internacional suma nivel a la fiesta. Durante todo el fin de semana brindarán clases abiertas utilizando insumos del Alto Neuquén. Las colectividades también han invertido en su participación, sumando integrantes y fortaleciendo sus espacios. “Hoy tenemos colectividades que debimos dejar afuera por falta de espacio. Eso habla del crecimiento del evento”, reconoció Cáceres.
El domingo 12 de octubre será el turno del V Campeonato Nacional de Pollo al Disco, con 24 equipos de distintas provincias compitiendo por el primer puesto. Una de las condiciones del certamen es que los ingredientes sean regionales. Además, habrá un Pollo al Disco Solidario: 200 porciones serán vendidas para beneficiar a una institución zapalina.
Sorteo de una camioneta 0 km y cierre a lo grande
Para el gran final, se sorteará una Toyota Hilux 0 km entre quienes hayan adquirido su número en los días previos. El sorteo cierra tres días de actividades culturales, feria de artesanías, shows musicales y una explosión de sabores. Cáceres fue claro: “Zapala abre los brazos para que vengan a disfrutar de esta fiesta única en familia”.
El evento impacta en toda la ciudad. Desde hoteleros hasta panaderías, cada sector se moviliza para recibir a visitantes de toda la provincia y regiones vecinas. Para quienes viajan desde Neuquén capital, el trayecto es de poco más de dos horas, ideal para una escapada de fin de semana largo.
Con una oferta gastronómica sin precedentes, tradición cultural viva y un fuerte respaldo de la comunidad, la Fiesta Nacional de las Colectividades 2025 se consolida como uno de los eventos imperdibles del calendario patagónico.
Zapala los espera este fin de semana para vivir una experiencia cultural y gastronómica que une a pueblos y paladares en el corazón de la provincia.
El aeropuerto de Zapala recibirá un aporte de la Provincia de 32,4 millones de pesos destinados a balizar la pista de aterrizaje con la expectativa de mejorar la visibilidad y poder recibir vuelos privados de cara a la temporada invernal que permitan incentivar el turismo en la zona….
Se trata de un estudiante de 19 años que cursaba en el Instituto Superior de Comercio Manuel Belgrano, dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba, que tomó las fotos de las adolescentes para luego publicarlas en un sitio web para adultos.
Las víctimas tienen entre 15 y 16 años, al tiempo que el alumno se encuentra imputado por el delito de lesiones graves calificadas por el género.
De acuerdo a la acusación del fiscal Pablo Cuenca Tagle, el muchacho utilizó técnicas como “face swapping” (intercambio de caras con IA), superpuso los rostros de varias damnificadas en cuerpos desnudos de mujeres adultas que extrajo de páginas pornográficas.
Los investigadores constataron que el estudiante realizó diversas descripciones que cosificaban a las damnificadas, todo generado con Inteligencia Artificial, a la vez que incorporó hipervínculos a las cuentas de las redes sociales de ellas, por lo que fueron contactadas por los usuarios de las mencionadas plataformas.
Con las pruebas reunidas, el Juzgado de Control de Violencia Familiar Nº1 de Córdoba confirmó que el caso irá a juicio oral y público, mientras que desestimó la oposición de los representantes legales del sindicado, quien aún tiene la posibilidad de apelar.
El abogado de algunas de las víctimas, José Dantona, sostuvo que el “face swapping” no está tipificado en el Código Penal, por lo que debió buscar “un atajo legal” para encuadrar el ilícito.
Y remarcó que a pesar de que varias imágenes fueron eliminadas, otras continúan en Internet.
La reciente confirmación de la Corte Suprema sobre la muerte del soldado Pablo Jesús Gabriel Córdoba en Zapala marcó un cambio en esta investigación. Este pronunciamiento, viene a consolidar las pruebas y teorías que se habían ido desvelando en los meses anteriores, estableciendo con autoridad judicial lo que muchos sospechaban: la muerte de Córdoba fue […]…
En la historia del país, dos años es algo así un pestañeo. Pero en la de los gobiernos es nada menos que la mitad del mandato; es decir más que lo suficiente como para realizar un balance inequívoco y trazar proyecciones rumbo a lo que venderá (o podría venir). Se trata de un ejercicio obligado a tan sólo tres semanas de las elecciones nacionales que definirán las nuevas composiciones de ambas cámaras del Congreso de la Nación.
Aquí en Neuquén la situación es clara. En nombre del equilibrio fiscal, el gobierno de Javier Milei despojó a la provincia de los fondos para realizar rutas, abandonó los planes de viviendas, se desentendió de la construcción de escuelas, miró para otro lado frente a la necesidad de ampliar los centros asistenciales y recortó las partidas para asistencia social, como por ejemplo la que se les brinda a las personas con discapacidad.
No es que se haya ensañado con Neuquén. Nada de eso, es una matriz, una decisión que afectó a las distintas provincias. En todo caso, la diferencia radica en que el gobierno de Rolando Figueroa tomó la decisión de cubrir todas esas áreas no sólo con recursos propios, sino también con estrategias que jamás se habían aplicado. Entre ellas, la financiación de becas estudiantiles y la construcción de rutas con el aporte de las grandes petroleas a las que convenció que debían ayudar al modelo de desarrollo que beneficia a los neuquinos. Neuquén hizo lo que tenía que hacer (aquello con lo que se había comprometido) y también hizo lo que Nación tenía que hacer y dejó de lado.
Aquella meta del equilibrio fiscal no es patrimonio exclusivo de Nación. Nada de eso. Neuquén ha mostrado un manejo transparente y cuidadoso de los recursos, a los que les sumó la distribución equitativa que Nación dejó de lado. Neuquén despidió a los ñoquis, redujo la planta política y eliminó todos los gastos innecesarios del Estado, al tiempo que invirtió en créditos para emprendedores, también para productores y -entre otras cosas- puso en marcha una serie de planes destinados a generar puestos de trabajo. Eso más el indispensable fortalecimiento de la salud pública y de la seguridad, a las que nutrió de vehículos y de nuevas instalaciones.
Estas y otras muchas razones son las que ubican a los candidatos de La Neuquinidad (frente de partidos que conduce Figueroa) con grandes chances de acceder a la mayor cantidad de las bancas que se pondrán en juego este 26 de octubre: tres en Diputados y las tres del Senado.
Los discursos rumbo a esa cita electoral son muy claros respecto de las intenciones de unos y otros. Es que mientras los partidos de la grieta se desgastan entre sí, La Neuquinidad habla de los neuquinos. La Libertad Avanza (golpeada por el narco gate que tiene en el ojo de la tormenta a José Luis Espert) pregona “es Milei o el kirchnerismo”; mientras que el kirchnerismo apuesta al “fuera Milei”. Es decir, intentan instalar una polarización que aquí, en la provincia de Vaca Muerta, carece de sentido y lo único que puede llegar a sembrar es un odio que no hace más que horadar el ánimo (y las posibilidades de éxito).
La Neuquinidad, en cambio, explica su postura con términos prácticos: para fortalecer el modelo neuquino que permitió el desarrollo pese a las mezquindades de Nación, es necesario que la provincia tenga sus propios representantes en el Congreso; es decir, legisladores que no tengan a sus jefes allá, en Buenos Aires.
El frente provincial es, además, el único que ha presentado propuestas. Ya redactó un proyecto de Ficha Limpia para aplicar en todo el país lo que ya rige en la provincia (e impide que condenados o destituidos puedan ser candidatos o ejercer cargos). Y propone modificar la ley de Coparticipación Federal para que la provincia que nutre a la Argentina de petróleo, gas y energía eléctrica reciba lo que simplemente le corresponde.
Hoy Neuquén, la provincia que sostiene al país con sus recursos naturales, es discriminada por Nación, tal como lo fue durante los gobiernos de los Kirchner, Macri y Alberto Fernández. Sucede que por cada 100 pesos que envía al Tesoro Nacional, apenas regresan 51, cuando otras provincias reciben mucho más que el doble (e incluso que el triple). Esa es la pelea que La Neuquinidad quiere dar en el Congreso y si la gana, el desarrollo de la provincia será más acelerado y los beneficios para la población se multiplicarán más rápido. La prueba está en que Neuquén es una provincia que crece con esfuerzo propio, aún en medio de la máquina impedir sobre la que se sientan los partidos de la grieta.
Mañana se producirá un momento importante en nuestra provincia con la asunción de Rolando Figueroa, quien asumirá la gobernación por los próximos cuatro años. A pesar de las reuniones de transición entre los equipos de los jefes de Gabinete saliente y entrante, Figueroa enfrentará desafíos urgentes al tomar el mando. Uno de los problemas más […]…
Ana Carolina Diby puso una mochila en su vida a los 7 años en Picún Leufú y cuando habla con Alerta Digital, parece tenerla puesta después de subir al Aconcagua, remar en la Antártida, escribir un libro y contagiar aventura por sus poros.
Hablamos con ella y, les confieso, esta mujer es para conocerla, admirarla y tenerla ahí, en el lugar al que recurrimos cuando la vida parece ser una cuesta empinada y difícil de sobreponer.
¿A qué edad comienza esa pasión por la aventura de explorar?
Desde que tengo memoria, la aventura ha sido parte de mi ADN. Aprendí a caminar en la cordillera neuquina, y a los siete años tuve mi primera mochila que era más grande que yo. Recuerdo las noches de campamento jugando cuando era una niña con linternas como luciérnagas, también recuerdo explorando caminos en la estepa patagónica y descubriendo huellas de animales en la tierra. A los 15, mis padres me regalaron una cámara amarilla sumergible, una Canon, como si supieran que mi destino era capturar el mundo que me rodea. Con cada viaje que fui a la montaña, mi espíritu aventurero se fue haciendo más fuerte, hasta que un día comprendí que estaba hecha para esto: para explorar, para desafiarme, para descubrir ese mundo que aparecía en mi camino.
¿De dónde eres?
Soy de la provincia de Neuquén, aunque no de un solo lugar en particular. Crecí entre cordillera, aprendí a caminar en villa angostura con sus montañas, lagos y la estepa patagónica, Picún Leufú mudándome de un pueblo a otro mientras mis padres, pioneros en la salud pública, se aventuraban a llevar su vocación a los rincones más remotos. Vivir en distintos lugares me hizo sentir que pertenecía a todos ellos. Cada paisaje, cada comunidad, cada historia que descubrí en el camino fue moldeando mi espíritu aventurero y mi amor por la naturaleza. Nací en Córdoba, pero al mes volamos a Neuquén, donde había estado en la panza de mi madre.
¿Cómo está integrada tu familia?
Vengo de una familia marcada por la vocación y de alguna manera la aventura. Mis padres, la Dra. Nanci Marta Ferrari y el Dr. Gerardo Jalil Diby, fueron pioneros en llevar la salud a los rincones más remotos de Neuquén., cuando la Salud de la Provincia se estaba haciendo. Crecí rodeada de mis cuatro hermanos, compartiendo historias y exploraciones que forjaron mi amor por la naturaleza. Hoy, mi familia está conformada por mi compañero de vida, Raúl Rodríguez, con quien comparto más de 20, ahora Gastón el hijo de mi marido y por mis hijos peluditos de cuatro patas: Tuti, Chu, Mum, Boda, Chan, Pelux, Schnelly y Rechnet, quienes llenan mis días de alegría y compañía. En mi hogar, la vida sigue siendo una gran aventura.
La mochila y la aventura han sido el eje de vida de esta neuquina. Foto: gentileza
¿A quién crees que salió esta pasión tan bella de explorar y la aventura?
Viajando en el tiempo, yendo a mi infancia, conociendo la historia de mis padres como llegaron a ese Neuquén de los años 60’ cuando estaba todo por hacer. las dificultades con las que se encontraron creo que eso estaba en los genes de aventurarnos, de explorar nuevos lugares, alejados de todo, lejos de la comodidad de las ciudades, fue siendo algo natural para mí. Sin perder el horizonte de lo que se habían propuesto. Mis padres fueron unos pioneros que se decidieron por la medicina rural en un territorio nacional que se había provincializado recientemente.
A veces creo que también viene de mis antepasados suizos alemanes del Wallis, que amaban la Alta Montañas de los Alpes Suizos.
Viajemos en el tiempo… vamos hacia el año 1991…¿Qué sentiste cuando te nombraron integrante de la Expedición Proyecto Orca Antártica?
Estaba en Suiza trabajando cuando recibí el llamado de Ricardo. Su voz traía una propuesta inesperada: un lugar en la expedición Proyecto Orca Antártica. Rolfi Di Leo, de Ushuaia, no podría ir porque su esposa estaba a punto de dar a luz, y ahora el destino ponía ante mí la oportunidad de viajar a uno de los lugares más remotos del planeta.
Una oleada de emociones me invadió. La Antártida era un sueño, un territorio de hielo infinito, de fauna imponente y de desafíos que solo unos pocos podían experimentar. Cuando finalmente llegué y me vi remando en kayak entre icebergs, en un silencio interrumpido solo por el canto de los pingüinos, el resoplar de las focas, Ballenas y el crujido del hielo, sentí una humildad absoluta ante esa inmensidad de la naturaleza.
Era una mezcla de adrenalina y reverencia. La Antártida no es solo un destino, es un encuentro con lo infinito. Haber sido parte de esta expedición fue un privilegio, una marca imborrable que aún hoy me acompaña.
La enseñanza extrema de navegar en medio del hielo de la Antártida. Foto: gentileza
¿Cuál fue tu reacción cuando te comentaron que se haría en kayak?
Cuando supe que la expedición se haría en kayak, sentí una mezcla de emoción y respeto por el desafío que teníamos por delante. No era cualquier travesía; navegar en las gélidas aguas de la Península Antártica exigía dominar la técnica del “esquimo roll”, una maniobra esencial para recuperar la posición en caso de vuelco. En aguas bajo cero, un error podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Recuerdo una escena que aún resuena en mi memoria: frente a nuestro refugio en Puerto Neko, una imponente pared de hielo se quebró y se desplomó en el mar con un estruendo ensordecedor. En cuestión de segundos, el agua se agitó con violencia y supimos que debíamos reaccionar. Rápidamente, aplicamos el sistema de las embarcaciones acople ideado por Ricardo Kruszewski, uniendo los kayaks para convertirlos en una balsa y evitar que nos volcara el oleaje. A pesar de nuestros trajes secos de una pieza, diseñados para aislarnos del agua helada, la sensación de vulnerabilidad era constante.
El riesgo de esa expedición era inmenso. Uno de los integrantes, un alemán, decidió bajarse del proyecto al darse cuenta de lo que realmente implicaba pasar 60 días en un refugio remoto, sin más conexión con el mundo que una radio de radioaficionados. En los 90, la Antártida era un territorio mucho más inhóspito que hoy; no existía el turismo antártico ni la comunicación satelital constante. Era un viaje hacia lo desconocido, donde el frío, el aislamiento y la incertidumbre eran parte de la aventura. Y, aun así, no cambiaría esa experiencia por nada en el mundo.
¿Ya antes habías practicado esa disciplina?
Mi primer contacto con el kayak fue en las aguas del río Limay, cuando un amigo de montaña, Alfredo Rosasco, que me prestó su kayak slalom y me invitó a dar una vuelta. Recuerdo la emoción de deslizarme por el agua, sintiendo la corriente y tratando de mantener el equilibrio en aquella embarcación ágil y desafiante.
En los años 80, mi pasión principal era la escalada en montaña, pero en nuestro círculo era común que los amantes de la adrenalina alternáramos entre el hielo, la roca y el agua. No tardé en entusiasmarme con el kayak, y pronto empecé a remar con más frecuencia. Cuando recibí la invitación para la expedición a la Antártida, ya tenía experiencia, pero sabía que remar en un río o en un lago no se comparaba con enfrentar las aguas heladas del fin del mundo.
Tuve que perfeccionar técnicas específicas de seguridad, especialmente el “esquimo roll”, una maniobra vital para recuperar la posición en caso de vuelco. No era solo una habilidad, era una cuestión de supervivencia. En la Antártida, un error podía costarte la vida, así que me dediqué a entrenar con disciplina, entendiendo que cada movimiento debía ser preciso, que cada remada era un desafío con la naturaleza helada que nos esperaba.
Mirando hacia atrás, cada instante de preparación valió la pena. cada brazada en el Limay, cada caída y cada lección aprendida, me llevaron hasta allí.
¿Como fue todo?
La planificación fue larga, exigente y llena de desafíos. Nada podía dejarse al azar cuando el destino era la Antártida, un territorio donde la naturaleza dicta sus propias reglas y cualquier error puede costar muy caro.
Juan Carlos López, el científico de nuestra expedición, llevaba años estudiando las orcas en Puerto Madryn. Ricardo Kruszewski, pionero en la fabricación de kayaks SDK, llevaba cuatro años organizando esta travesía semi privada, una odisea que combinaba exploración científica y una aventura sin precedentes.
Conseguir los permisos de la Dirección Nacional de la Antártida fue solo el primer paso. Pasamos por rigurosos estudios psicofísicos, los mismos que se les exigen a los pilotos de avión. La Antártida no es un lugar para improvisar. Estar aislados durante 60 días, sin posibilidad de reabastecimiento ni comunicación fluida, requería una planificación milimétrica.
Me involucré en la logística de alimentos junto al jefe de expedición. No había espacio para lujos ni caprichos: cada elección debía responder a la necesidad de supervivencia. En esa época, los alimentos deshidratados no eran tan accesibles como hoy, así que dependíamos de enlatados y productos de larga duración. Pero la sorpresa nos aguardaba: en el refugio Fliess, en Bahía Paraíso, encontramos unas botellitas de sidra dejadas por una expedición anterior. Un pequeño lujo inesperado que se sintió como un tesoro en medio de la inmensidad helada.
Cada día en la Antártida era una lección de humildad. Navegar en kayak por la Bahía Andvord, rodeados de hielo y con la intención de avistar orcas, nos dejó sin aliento. Sin darnos cuenta, nos convertimos en los primeros en remar en kayak en esos rincones remotos de la Península Antártica.
Es difícil describir lo que se siente. Hay experiencias que solo pueden entenderse viviéndolas en la propia piel. Nada de lo que puedas leer o imaginar se compara con la sensación de estar allí, en medio de la nada, rodeado de la inmensidad blanca, escuchando el crujir del hielo al tocar los kayaks y sintiendo que formas parte de algo mucho más grande que uno mismo.
¿Qué te dejó a nivel personal esta experiencia? Imagino hasta momentos inexplicable que hay que vivirla …¿no?
Ser parte de la expedición Proyecto Orca en la Antártida no solo cambió mi forma de ver el mundo, sino también la manera en que me veo a mí misma. Hay experiencias que te transforman para siempre, y esta fue una de ellas.
Remar en kayak en un mar helado, con los icebergs con sus reflejos y el sonido de los mamíferos marinos rompiendo el silencio, es algo que no se puede describir con palabras. La inmensidad del paisaje te hace sentir pequeña y al mismo tiempo te llena de una energía indescriptible. Es como si, por un instante, formaras parte de la naturaleza en su estado más puro.
Vivir aislada en un refugio durante 60 días, en una convivencia tan intensa con mis compañeros y rodeada solo de pingüinos y el viento gélido, fue una lección de resistencia. La Antártida no tiene concesiones. Te obliga a enfrentarte a ti misma, a tus miedos y a tus límites, y a descubrir de lo qué estás realmente hecha.
Ser mujer en esta expedición también tuvo un significado especial para mí. No éramos muchas en este tipo de travesías en aquel entonces, y demostrar que podía remar en esas condiciones extremas, soportar el frío y la incertidumbre, y adaptarme a cada desafío, me llenó de orgullo. Espero que mi historia inspire a otras mujeres a lanzarse a lo desconocido, a romper barreras y a creer que pueden hacerlo.
Más allá de la aventura, esta expedición me dejó un profundo respeto por la naturaleza y la certeza de que estos lugares deben ser protegidos. Me enseñó a valorar lo esencial, a confiar en mis propias capacidades y a entender que las experiencias más valiosas de la vida son aquellas que te sacuden y te dejan huellas imborrables.
La Antártida me cambió al pasar el tiempo.
Quiero saber: ¿cuál ha sido el desafío más grande hasta aquí en tu vida? ¿Cuál ha sido la aventura más extrema para vos?.
Si hay una aventura que definió mi espíritu y me puso cara a cara con mis propios límites, fue escalar el Aconcagua por la ruta del glaciar de los polacos en 1988.
Imagínalo: tres mujeres solas, Celina Guiñazú, Carina VacaZeller y Carolina Diby, sin guías, en una de las rutas más técnicas y exigentes de la montaña más alta de América. Junto a mi compañera de cordada, Carina Vaca Zeller, nos enfrentamos a una pared de hielo con un desnivel de 60°, donde cada paso requería una concentración absoluta. Bajo nuestros pies, el glaciar se extendía como un abismo silencioso, recordándonos que un error podría ser fatal.
No teníamos margen para el miedo. Solo había espacio para la determinación, la confianza en cada paso, en cada golpe de piolet, en cada movimiento medido con precisión quirúrgica. En ese momento, no éramos completamente conscientes de la magnitud del reto que habíamos asumido. No nos detuvimos a pensar en las estadísticas, en las probabilidades o en lo que significaba que tres mujeres decidieran abrirse camino en una ruta dominada por expediciones guiadas y equipos experimentados. Solo sabíamos que queríamos estar allí, desafiando la montaña, desafiándonos a nosotras mismas.
Cada amanecer sobre el hielo, cada ráfaga de viento cortante, cada respiración entrecortada por la altitud se quedó grabada en mi memoria como un recordatorio de hasta dónde podemos llegar cuando creemos en nuestra fuerza.
He vivido muchas aventuras extremas: sesenta días remando en kayak en la Antártida, sobreviviendo en un refugio aislado rodeado de un océano congelado y glaciares imponentes. Pero el Aconcagua… el Aconcagua fue el momento en el que supe, sin dudas, de qué estaba hecha.
¿Cuál ha sido el desafío más grande hasta ahora en tu vida?
Si hay un desafío que ha sido constante en mi vida, es encontrar el equilibrio entre mi espíritu aventurero y las exigencias de la vida cotidiana.
Desde pequeña, la naturaleza fue mi refugio, mi hogar y mi pasión. Crecer explorando lugares, montañas, ríos y lugares inhóspitos me dio una conexión con la libertad difícil de explicar. Mi madre siempre me dio seguridad para hacer lo que me gustaba. Sin embargo, la sociedad nos marca otros caminos: estudiar, trabajar, construir una vida en la estructura que todos conocemos.
Cursar mi carrera en la Universidad Nacional del Comahue, en la Facultad de Turismo, significó sumergirme en un mundo de responsabilidades, horarios y exigencias académicas que contrastaban con la inmensidad de los paisajes donde siempre me sentí más viva. Luego, al entrar en el mercado laboral, primero en el sector privado y después en la administración pública de la provincia de Neuquén, sentí esa dualidad más fuerte que nunca.
Pero el desafío más profundo fue emocional: enfrentar el duelo de perder a mi madre a los 26 años. Una ausencia que dejó vacíos en momentos cruciales, en decisiones importantes, en esas conversaciones que una hija siempre espera tener con su madre. Aprendí, con el tiempo, que el dolor y la resiliencia caminan de la mano, que la montaña me enseñó a seguir adelante, a levantarme después de cada tormenta, a respirar profundo y encontrar fuerza en cada paso.
Lograr ese equilibrio entre la pasión y la cotidianeidad no es fácil, pero quizás ahí radica el verdadero desafío: aprender a vivir entre dos mundos, sin perderse en ninguno de los dos.
El libro Pasión y Aventura que presentó hace dos años en Neuquén. Foto: X
¿Qué te inspiró a escribir este libro «Pasión y Aventura: memorias y presente de una aventurera»?
Siempre creí que mis experiencias en la montaña, en los ríos, en la Antártida, eran solo mías y de quienes compartieron conmigo esas travesías. Pero con el tiempo, me di cuenta de que cada aventura, cada desafío superado, despertaba un interés genuino en quienes escuchaban mis relatos. Periodistas, amigos, desconocidos que querían saber más, que se sorprendían al descubrir que en una época donde la montaña era un territorio prácticamente inexplorado para las mujeres, yo ya estaba allí, escalando, remando, nunca pensé que estaba abriendo caminos.
El primer impulso para escribir este libro llegó cuando el periodista Sebastián Bassallo, de radio 10, me contactó para su programa de efemérides al cumplirse 20 años de nuestra ascensión al Aconcagua como dos mujeres solas, sin guías ni equipos de apoyo. Nuestra ascensión había salido en los diarios de Clarín, Nación, Rio Negro, Diario de Mendoza y era unas efemérides.
Luego, la emoción de recibir el prólogo escrito por mi querido amigo y jefe de expedición, Héctor Cuiñas, quien lideró la Primera Expedición Argentina al Himalaya – Shishapagma en 1993 y para la que fui seleccionada, terminó de convencerme de que era hora incorporar a mi libro todas las vivencias y compartir mi historia. Hasta ese momento solo había escrito solo Aconcagua.
“Pasión y Aventura» no es solo un libro de relatos de montaña o expediciones extremas. Es un homenaje a una época en la que la naturaleza era libre, en la que el montañismo se vivía con un romanticismo que hoy se ha perdido. Quiero que quien lo lea lo transporte a aquellos días en los que la aventura no era un producto comercial, sino un desafío personal, un encuentro profundo con uno mismo.
Pero también es un mensaje de inspiración. Me gustaría que las personas –especialmente las mujeres– descubran que no hay límites cuando la pasión es el motor. Que se animen a dar el primer paso, a explorar lo desconocido, a escribir su propia historia de aventura, sea en la montaña o en cualquier ámbito de la vida. Porque la verdadera expedición no es solo conquistar cumbres o navegar océanos, sino atreverse a vivir intensamente.
¿Hay nuevos desafíos? ¿Nuevas aventuras por vivir?
¡Siempre! La aventura no es solo un destino, es una forma de vida. Cada montaña, cada travesía, cada nuevo camino nos enfrenta a desafíos que nos transforman, nos empujan a descubrir de qué estamos hechos. La curiosidad y el deseo de explorar nunca desaparecen; simplemente se reinventan con el tiempo.
Aunque me gustaría contar más, hay una tradición siempre respetamos con mis compañeros de montaña, que respeto: los proyectos se mantienen en secreto hasta que los vivimos y regresamos para contarlos. Es parte del espíritu de la aventura. Hay algo mágico en ese misterio, en esa expectativa de lo que vendrá. Pero puedo decirte algo: la naturaleza sigue llamando, y estoy lista para responder.
¿Tenés miedo cuando emprendés algunos de estos desafíos, aventuras?
Hubo un tiempo en el que el miedo no tenía lugar en mis pensamientos. En los años 90, cuando escalaba montañas y desafiaba mis propios límites, la sensación de temor era casi inexistente. Sabía que había riesgos, pero no me paralizaban. La montaña era un espacio de libertad absoluta, un escenario donde la preparación y la confianza desplazaban cualquier duda.
Escalar sola el volcán Lanín, el Domuyo o enfrentarme a la imponente Ramada de 6.000 metros en San Juan no era una cuestión de valentía, sino de conexión conmigo misma, de probarme en la inmensidad de la naturaleza. Sin tecnología, sin pronósticos precisos, confiábamos en el instinto, la experiencia y el apoyo de los compañeros de cordada. Era una época de montañas libres, donde la aventura y el compañerismo definían cada expedición.
Hoy, los desafíos han cambiado para mí. La intensidad ha dado paso a una conexión más contemplativa con la naturaleza. Ya no busco las cumbres más difíciles ni las rutas más técnicas, pero el espíritu sigue intacto. Sigo eligiendo el movimiento: caminar con raquetas en invierno, hacer trekking, mantener el running como una constante en mi vida.
Tal vez el miedo no haya aparecido en la montaña, pero sí en otros aspectos de la vida. Porque la verdadera prueba no siempre está en la altura de una cumbre o en la inmensidad del hielo, sino en aprender a adaptarnos, a encontrar nuevos caminos y aceptar que cada etapa trae sus propios desafíos.
La impactante experiencia de subir a la cumbre del Aconcagua. Foto: gentileza
Has sido parte de la primera cordada femenina argentina en hacer cumbre por la Vía Directa que está en el Glaciar de los Polacos, en la difícil cara este del Aconcagua. ¿Qué sentiste?
El Aconcagua nos recibió con su imponente presencia, estábamos paradas con Carina VacaZeller al pie del Glaciar de los Polacos su cara estaba cubierta de hielo y la ruta extendiéndose frente a nosotras como un desafío colosal. Ser parte de la primera cordada femenina argentina en ascender por esta ruta era mucho más que una hazaña deportiva; era demostrar que no había límites para nosotras.
Sentí una mezcla de emoción, determinación y absoluta concentración. No había margen para dudas. Cada paso en la pendiente helada de 60 grados de inclinación nos exigía precisión, fuerza y confianza en nuestras habilidades. No llevábamos cuerda, solo crampones, piquetas y la firme convicción de que lo lograríamos. La sensación de vacío bajo nuestros pies era vertiginosa, pero no había miedo, solo un enfoque total en cada movimiento.
Llegar a la cumbre fue indescriptible. En ese instante, todo el esfuerzo, el entrenamiento y los años de experiencia cobraban sentido. No era solo el logro de alcanzar la cima, sino el camino recorrido, la conexión con la montaña, la hermandad con mi compañera de escalada. Nos abrazamos en la cumbre por haber llegado. Jamás nos imaginamos que habíamos hecho historia, no por el reconocimiento, sino por haber llevado el espíritu de la aventura un paso más allá.
Hoy, cuando miro atrás, veo cuán diferente era el montañismo en aquellos años. No había guías ni tecnología avanzada, solo nuestro instinto, nuestra preparación y el compromiso absoluto con la montaña. Ahora, mis desafíos son distintos, más pausados, pero igual de significativos. Disfruto de la nieve, del trekking, del running, pero esa sensación de estar en la inmensidad de la montaña, enfrentando lo desconocido con mis propias fuerzas, es algo que siempre llevaré conmigo.
Porque al final, el desafío no es solo la montaña. Es atreverse, dar el paso y creer en uno mismo.
¿Cómo se puede describir hacer cumbre en el Aconcagua?
Hacer cumbre en el Aconcagua es mucho más que llegar a la cima de una montaña. Es la culminación de días de esfuerzo, preparación y resistencia mental. Pero cuando se asciende por una ruta desafiante como el Glaciar de los Polacos, la experiencia se vuelve aún más intensa, una prueba absoluta de determinación y entrega.
El último tramo antes de la cumbre es un juego entre la voluntad y el agotamiento. Cada paso es una batalla contra el cansancio extremo, contra la falta de oxígeno que convierte incluso la respiración en un desafío. Los crampones muerden el hielo con cada movimiento, los piolets se clavan en la pendiente como si fueran una extensión del cuerpo. El viento sopla con furia, recordándote que la montaña impone sus propias reglas.
Y entonces, después de horas de ascenso en la cara Este del gigante de América, la cumbre aparece ante tus ojos. Un último esfuerzo, un paso más… y estás ahí.
El mundo se abre a tus pies en un espectáculo grandioso: un mar infinito de montañas y valles, nubes que parecen extenderse como un océano blanco y el cielo, tan cerca que casi podes tocarlo. No hay barreras entre vos y el horizonte. No hay ruido, solo el latido acelerado de tu corazón y el viento que parece susurrar historias de quienes han llegado antes.
Es un instante de euforia absoluta. Te invade una emoción indescriptible, una mezcla de gratitud, orgullo y una extraña sensación de pequeñez frente a la inmensidad de la naturaleza. Miras a tu compañera de cordada, intercambian una sonrisa de triunfo, un abrazo que dice más que mil palabras. Lo logramos.
Pero la montaña te enseña algo clave: la cumbre no es el final, sino la mitad del camino. La verdadera hazaña no es solo llegar, sino regresar. Así que, tras un momento de contemplación, toca emprender el descenso con la misma concentración y respeto con los que se subió.
Y aunque con el tiempo la adrenalina se desvanece y los recuerdos se difuminan, hay algo que nunca cambia: una vez que tocas el cielo desde la cumbre, una parte de vos se queda para siempre en lo más alto de la montaña.
¿Como describirías tu vida?
Desde joven, la montaña ha sido mi refugio, alejándome de la rutina cotidiana, es mi maestra, donde aprendí. Un espacio donde me siento plenamente viva y en armonía con la naturaleza. Mi pasión por la escalada comenzó en los años ochenta, una época en la que la información era escasa y la aventura, pura y sin filtros.
Recuerdo mis primeras expediciones con el club andino Neuquén a la alta montaña, a la Cordillera Real Boliviana en el 84. Con el tiempo mis escaladas en solitario, como cuando escalé el volcán Lanín durante el día, o años más tarde, La Ramada de 6.000 metros en San Juan. Estas experiencias me permitieron desafiarme a mí misma y descubrir la fortaleza interior que desconocía poseer. A lo largo de estos ascensos, aprendí a gestionar la incertidumbre y a confiar en mis habilidades, lo que me proporcionó una seguridad y confianza inquebrantables.
Mi formación en técnicas de escalada y la adquisición de equipo adecuado fueron claves para enfrentar cada desafío. Aunque en aquella época no contábamos con Internet y los pronósticos meteorológicos precisos, nos las arreglábamos con información básica y la experiencia acumulada. La independencia y la autosuficiencia eran esenciales, así como la elección de los compañeros de cordada. Estuve rodeada de personas increíbles que, al igual que yo, compartían la misma pasión y compromiso, formando equipos sólidos y unidos.
Uno de los hitos más destacados de mi vida fue ser parte de la primera expedición femenina al Aconcagua por la ruta directa, ascendiendo por el glaciar de los polacos. Esta experiencia fue un verdadero desafío y una fuente de orgullo, ya que nos enfrentamos a la imponente montaña con determinación y sin temor, utilizando solo los elementos técnicos como piquetas y crampones.
Hoy en día, mi enfoque ha cambiado. Ya no practico escalada a nivel deportivo como lo hacía en aquellos años, pero la conexión con la naturaleza sigue siendo una constante en mi vida. Disfruto de actividades más suaves, como caminar con raquetas de nieve en la cordillera durante el invierno y hacer algunos trekking. El running, una actividad que adquirí cuando empecé a escalar, sigue siendo parte fundamental de mi rutina anual. Mantenerme activa y en contacto con la naturaleza es vital para mi bienestar físico y mental. Vivo en zona rural cercana a lo que me gusta.
Mi vida ha sido una continua búsqueda de la naturaleza como una forma de llegar a las aventuras y desafíos, un aprendizaje constante; y cada experiencia ha dejado una huella imborrable en mi ser. Espero que esta entrevista inspire a otros a encontrar su pasión y a vivir sus propias aventuras con la misma entrega y entusiasmo que yo he vivido las mías.
Matías Ferreyra es artista callejero, pero ante todo, es payaso y transforma el humor de la gente. Desde hace 27 años da vida a “Alan Brando”, un personaje entrañable que combina humor, equilibrio y reflexión. Su camino comenzó casi por casualidad, en una murga a fines de los años 90, y desde entonces no ha […]…