El Chiqui Tapia armó una cumbre para ordenar la crisis institucional que sufre San Lorenzo pero terminó a las trompadas y con la amenaza de desafiliar al club.
El titular de la AFA reunió a la primera plana del mundo azulgrana, incluidos Marcelo Moretti y Matías Lammens. Moretti es el presidente que tuvo que pedir licencia luego de que lo filmaran metiéndose un fajo de dólares en el bolsillo interno del saco.
Ahora se quiere atornillar en el club pese al rechazo de toda la dirigencia y de la hinchada, que días pasados estuvo cerca de lincharlo en la calle.
Sebastián Pareja también mandó a su representante en el club, Manuel Agote, «El Negro Casta», que se retiró a los 10 minutos con un mensaje filoso del mandamás de la asociación.
«Mandale saludos a tu jefe», le advirtió Tapia a Agote, que se fue con el cuaderno de comunicaciones bajo el brazo. El Chiqui amenazó con que si se mete la Inspección General de Justicia (IGJ), hoy en manos libertarias, desafiliará al club que está al borde de la quiebra.
Néstor Ortigoza tuvo que separar
La suelta de nudillos que Pareja le ofrendó al troll Traductor Te Ama la semana pasada se repitió instantes después, ya sin su enviado en la reunión. Pablo García Lago, ex vocal del club, le dio una trompada a Moretti. Néstor Ortigoza, ídolo del club, tuvo que separarlos para que la escaramuza no terminara en tragedia.
Tapia les dio un ultimátum de 48 horas para que le lleven una solución a tan dramática situación. La solución parece improbable: Moretti debió reconocer que le debe plata a gente «pesada» y por eso no piensa irse del club. En la institución de Boedo hablan de barras de otros clubes e incluso de gente vinculada a los capitales sin bandera.
El Banco Central publicó el balance cambiario de septiembre y confirmó un dato que sorprendió a propios y extraños: la compra de dólares por parte de personas físicas alcanzó un récord histórico.
La Formación de Activos Externos (FAE) sumó USD 7.759 millones, el nivel más alto desde agosto de 2019. «FAE septiembre: 7.759 millones. El máximo valor desde agosto 2019. Tranquila, doña Rosa», ironizó el analista Federico Machado, de Economía Open.
La cifra es impactante por varias razones. Desde que el gobierno de Javier Milei firmó el acuerdo con el FMI en abril, la salida de divisas por FAE viene escalando mes a mes.
Desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) que dirige Hernan Letcher resaltaron, en los últimos seis meses la fuga de divisas equivale al 169 % del crédito desembolsado por el propio Fondo durante el mismo período.
Los intereses de deuda y el turismo absorbieron el 82 % del saldo comercial de bienes desde que Milei asumió. Aunque la cuenta corriente cambiaria fue positiva en USD 5.510 millones por la liquidación récord del agro, tras la reducción de retenciones a 0 %, esa ganancia se evaporó rápidamente por la demanda privada de divisas.
¿Cómo vas a comprar 6.500 millones de USD en un mes? Somos una cosa divina los argentinos.
El sector de oleaginosas y cereales registró ingresos netos extraordinarios de USD 29.327 millones en los primeros nueve meses de 2025, con un salto de 348 % interanual solo en septiembre, impulsado por la baja impositiva. Como sintetizó el economista Juancito Nieve en X: «Eso financió la rebaja de retenciones. Los chacareros, en lugar de tener granos, ahora tienen dólares».
El balance del BCRA también mostró que el turismo y los consumos en el exterior volvieron a ocupar un rol central en la salida de divisas. El rubro de viajes y pasajes arrojó un déficit de USD 588 millones, y si se suma el gasto con tarjetas, transporte de pasajeros y agencias, el rojo asciende a USD 840 millones. A esto se suma el dato menos comentado: la inversión extranjera directa (IED) fue negativa en USD 437 millones, acumulando un saldo de USD 1.446 millones desde diciembre.
Desde Roma Equity Research sintetizaron el desconcierto del mercado con una frase irónica: «¿Cómo vas a comprar 6.500 millones de USD en un mes? Somos una cosa divina los argentinos».
El dato corresponde a la adquisición de dólares oficiales por personas físicas. En efecto apenas un millón ochocientas mil personas adquirieron USD 6.578 solo durante septiembre. La lectura es clara: «Vamos a necesitar un par de Bessents más», ironizó uno de los analistas consultados.
La fractura dentro del PRO que Mauricio Macri buscaba evitar terminó estallando en el Congreso. Siete legisladores cercanos a Patricia Bullrich abandonaron el bloque amarillo y anunciaron que se integran a La Libertad Avanza, dejando en evidencia una interna que venía escalando desde hace meses.
Los protagonistas del salto son Damián Arabia, Sabrina Ajmechet, Laura Rodríguez Machado, Silvana Giudici, Patricia Vázquez, María Luisa González Estevarena y Carlos Almenda, todos identificados con el sector que responde directamente a la actual ministra de Seguridad. El movimiento, que se venía tejiendo en silencio, terminó de concretarse con su aval político explícito.
El fin de una tregua imposible
La tensión entre Macri y Bullrich se arrastra desde la campaña porteña, pero en los últimos tiempos se volvió insostenible. Lo que parecía una simple disputa de liderazgo dentro del PRO terminó mutando en una ruptura estructural. En el bullrichismo aseguran que la decisión responde a “diferencias de enfoque” con la conducción macrista, aunque en los hechos se trata de un reposicionamiento dentro del esquema libertario.
La expulsión de Arabia del partido, firmada por Macri a mediados de año, había sido una señal clara del distanciamiento. Hoy, esa sanción se lee como el punto de quiebre de una relación política que no volverá a recomponerse.
Un PRO que se achica y un Milei que se agranda
Con la salida de estos siete diputados, el bloque amarillo pierde peso en la Cámara baja, mientras Milei amplía su base legislativa en un momento clave, con debates sensibles por delante. En los pasillos del Congreso el movimiento se interpretó más como un reacomodamiento natural del tablero que como una sorpresa.
Dentro del oficialismo libertario celebran la jugada como un triunfo táctico: sin ofrecer cargos ni acuerdos formales, Milei logra sumar aliados y consolidar su presencia parlamentaria. “Es la política de la atracción: los otros se desarman solos”, ironizó un legislador libertario ante Noticias La Insuperable.
El ocaso del liderazgo macrista
Mientras tanto, Macri intenta mantener la narrativa de que el PRO sigue fuerte, pero la realidad lo desmiente. Cada nueva fuga lo deja más aislado y sin poder de conducción sobre un espacio que alguna vez fue su bastión. En su entorno intentan restarle dramatismo, pero la imagen de Bullrich abrazada al proyecto libertario ya circula por los pasillos del poder como la verdadera foto del presente político argentino.
El macrismo atraviesa su momento más delicado desde la derrota electoral de 2019. Lo que alguna vez fue el eje de la derecha argentina hoy se disuelve entre las manos de su fundador, mientras el gobierno libertario absorbe sus restos con paciencia quirúrgica.
El Gobierno de Milei oficializó el aumento de los impuestos sobre los combustibles líquidos y al dióxido de carbono mediante el Decreto 782/2025, publicado en el Boletín Oficial. El incremento, que había sido postergado hasta después de las elecciones legislativas, impactará en las naftas y el gasoil desde noviembre y traerá otra carga directa al bolsillo de los consumidores.
Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable
A través del decreto firmado por Milei, Guillermo Francos y Luis Caputo, se establece un nuevo esquema de actualización para el Impuesto sobre los Combustibles Líquidos (ICL) y el Impuesto al Dióxido de Carbono (IDC) que gravan las naftas y el gasoil. El Gobierno lo justifica asegurando que, “con el propósito de continuar estimulando el crecimiento de la economía a través de un sendero fiscal sostenible, resulta necesario diferir parcialmente los incrementos remanentes originados en las referidas actualizaciones”. Sanata.
El aumento se aplicará parcialmente desde el 1° de noviembre, y el resto —correspondiente al remanente de 2024 y los dos primeros trimestres de 2025— entrará en vigencia el 1° de diciembre, según figura en el Boletín Oficial.
Cuánto suben los impuestos
En el caso de las naftas, el incremento será de $15,557 por litro en el impuesto a los combustibles líquidos y de $0,953 en el impuesto al dióxido de carbono. Para el gasoil, el aumento será de $12,629 por litro en el impuesto principal, mientras que el monto fijo actualizado para el tratamiento diferencial (zona Patagonia) será de $6,844, y el impuesto al CO₂ alcanzará los $1,441.
Según estimaciones del sector, sólo con esta actualización de noviembre el precio de la nafta podría subir cerca del 4 %, y el del gasoil alrededor del 3 %. Con la aplicación completa en diciembre, los aumentos totales podrían ubicarse entre 8 % y 10 %, dependiendo de la zona y el tipo de combustible.
Postergado hasta pasar las urnas
El aumento llega luego de una seguidilla de subas en luz, gas y transporte, y tras haberse pospuesto estratégicamente antes de las elecciones legislativas. Mientras durante la campaña Milei repitió el mantra de la “reducción de impuestos”, lo cierto es que su gobierno volvió a ajustar los gravámenes sobre productos de consumo masivo. Una contradicción que ni el relato libertario puede maquillar.
Además, el propio decreto reconoce que los incrementos remanentes se aplicarán de manera trimestral según la variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) informado por el Indec, lo que garantiza que los aumentos se mantendrán en el tiempo, atados a la inflación que el propio gobierno no logra contener.
Lo que significa para la gente
Más caro llenar el tanque. Los conductores verán el impacto directo en el surtidor. Para los trabajadores que usan su auto o dependen del transporte público, el aumento se trasladará sin escalas al costo diario de movilidad.
Presión inflacionaria. El argumento oficial de que el ajuste “estimula el crecimiento económico” choca con la realidad: más impuestos a la energía y los combustibles significan nuevos aumentos de precios en cascada.
Inequidad regional. Si bien se mantiene un tratamiento diferencial para la Patagonia, la estructura sigue castigando a las regiones con mayores costos logísticos y menores ingresos.
Desgaste político. Después de prometer que bajaría la presión fiscal, Milei termina subiéndola. Y con cada factura, cada carga de combustible, el costo político se multiplica.
Mientras tanto, la “libertad” prometida por el oficialismo se traduce en una mayor carga impositiva y en un nuevo golpe al bolsillo. Porque al final, como siempre, la motosierra no pasó por el poder económico, sino por los consumidores.
Nadie imaginó la caída. Ni las lágrimas de Espert, ni las turbulencias económicas, ni la intervención de Trump en la economía, ni la denuncia de que estábamos ante un gobierno de ocupación preanunciaron la victoria de Milei en la provincia de Buenos Aires. El peronismo —desde el 7 de septiembre— observó en cierta concatenación de eventos una victoria más ajustada, pero victoria al fin. La tarima en el búnker estaba preparada para festejar y no para pasar a la resistencia. El discurso sonó —como toda la campaña— desconectado. Hubiera sido más reparador asumir la derrota, saludar al contrincante y agradecer a la militancia que llamar a resistir. Nadie puede resistir cuando se tiene una vida tomada por las restricciones de la cotidianidad. “Resistan ustedes, yo tengo otra cosa que hacer”.
Los romanos observaban a los pájaros para escudriñar la voluntad de los dioses y así tomar decisiones. Le ponían empeño en buscar a las aves. Ver sus movimientos y gestos. El arte de decidir implicaba mirar y entender bien.
Cuando la derrota fue un hecho, el problema de un sector del peronismo —principalmente dirigentes de La Cámpora— fue reclamarle al gobernador Axel Kicillof que no había sabido interpretar ni a los pájaros, ni a los dioses, ni a CFK. Te lo dije: Cristina tenía razón. Y no solo eso: el conurbano va a salvar a la patria, como una suerte de destino manifiesto más allá de los políticos, del gobernador y de los intendentes.
Nadie puede resistir cuando se tiene una vida tomada por las restricciones de la cotidianidad.
El peronismo en su conjunto no pudo interpretar a los pájaros y cayó. Se quedó sin comprensión, o mejor dicho, consumió otros diagnósticos y colocó la mirada en otros sucesos. Los intendentes plantearon otra explicación. El intendente de Ezeiza, Gastón Granados, le recordó a los dirigentes nacionales que los intendentes son los que tienen los votos. El de Ensenada, Mario Secco, reprocho que cuando les conviene, a los intendentes los usan. Y después, cuando no les conviene y necesitan un chivo expiatorio, los agarran para gastarlos. Cuando la victoria no es conseguida por quien lidera aquellos que gobiernan los territorios reclaman y presionan para limitar sus decisiones a futuro (porque fallaron).
Es posible que pronto observemos una rebelión sórdida y no estruendosa de los intendentes para recuperar un lugar de gravitancia en las decisiones. El primer test match será por la presidencia del PJ en la provincia de Buenos Aires. Ya se inició la disputa y le recordaron —en las paredes de la sede del PJ bonaerense— a su presidente, Máximo Kirchner, que basta de herederos y bendecidos y que el Partido Justicialista no es su monarquía. Son los coletazos del 26 y una miniprotesta No Kings como la de Estados Unidos.
Ahora bien, más allá del ruido de las controversias podríamos restarle algo de peso explicativo al desdoblamiento y plantear otras cuestiones.
Los romanos observaban a los pájaros para escudriñar la voluntad de los dioses. El problema de un sector del peronismo fue reclamarle Kicillof que no había sabido interpretar ni a los pájaros, ni a los dioses, ni a CFK.
El liderazgo de Cristina Fernandez se achica. Hace tiempo que va perdiendo el control, tanto nacional como provincial. Hoy es la líder de un ghetto que fue perdiendo maniobrabilidad en las dos plataformas que el peronismo —desde décadas— había establecido para diseñar su estrategia de poder nacional: conurbano más provincias (una estrategia que da cuenta del diseño institucional de nuestro país). Su imposición como jefa del PJ llevó a tensiones con gobernadores como Ricardo Quintela y a la intervención de ciertas provincias con resultados muy desastrosos: en Jujuy, Fuerza Patria no logró ni un diputado, y en Salta y Misiones le sirvió en bandeja el triunfo a LLA. “Vino la señora e intervino el Partido Justicialista, así le fue en las provinciales y ahora se quedó sin nada en las nacionales”, sostuvo el gobernador salteño, Gustavo Sáenz.
Cristina tiene una carrera de “achicamientos” territoriales y de su propio dominio político: desde su presidencia rompió con el peronismo cordobés y tomó decisiones erráticas en la provincia de Santa Fe. Inclusive, cuando impuso su candidatura como presidenta del PJ, Alejandra Vigo —senadora nacional y pareja de Juan Schiaretti— sostuvo que el peronismo de Córdoba “nada tiene que ver con el kirchnerismo”. Jaldo —mucho más escurridizo y astuto— vio la potencialidad de los libertarios e hizo un gesto a CFK para unificar al PJ y así ganar las elecciones y sentarse a negociar en mejores condiciones con Milei. En Tierra del Fuego, la división del peronismo trajo consigo la victoria de LLA y las fisuras tardarán en suturar. Sus intervenciones provocaron más malestar y descontrol que beneficios. Mientras CFK descontrolaba los territorios —incluido el bonaerense— y el peronismo se desestabilizaba, Milei, con todos los recursos políticos posibles, se montaba en el tablero de comando de la economía. ¿Quién votaría a un espacio donde su máxima dirigente desguaza una vieja articulación de los peronismos y provoca más incertidumbres?
Belicosidad, intervención y achicamiento de un liderazgo que, además, no logró expresarse ni ser visto —por un sector mayoritario de la sociedad— como alguien que pudiera proponer futuro y transformación. Milei se quedó con los logros, la propuesta de transformación y la certidumbre. Fuerza Patria en la provincia de Buenos Aires se acercó a una idea de desestabilización y de guerra interna. El asedio a Kicillof, el insistente recurso del bloqueo o limite a Milei (“a una fuerza hay que oponerle otra fuerza”, decía Taiana) y la sensación de mayor inestabilidad por parte del peronismo hizo de Cristina un liderazgo sin promesa, sin futuro y sin capacidad entender las transformación de los últimos años. Y más aún, nadie en el peronismo propuso una alternativa económica a Milei. Massa fue un liderazgo del límite a CFK en 2013, ahora CFK se ofrecía más como obstáculo para muchos y muchas y como símbolo de la desestabilización. ¿Qué pasará en la economía si gana el peronismo? El temor y preocupación lanzaron a más votantes a las calles: el 7 de septiembre participó el 61 por ciento del padrón, mientras que el 26 de octubre fue el 68. Posiblemente ganó más el miedo y la preocupación de una desestabilización del futuro inmediato que el desdoblamiento.
Carlos Menem había enseñado que un liderazgo ganador debía expresar la transformación y el progreso (la nación, para después). Quien podía sostener dicha expresión ganaría elecciones. Cristina —si bien lo había logrado— hoy perdió ese lugar. Su figura no pudo “pegotearse” y establecer como núcleos prioritarios a los reclamos de la universidad y la salud pública y de los jubilados. Quien logró erigirse como el capitán de tormentas, capitalizar sus logros (control de la inflación) y dar pistas de transformación se quedó con el triunfo. Ese fue Milei. En parte, hoy gobernar es desmantelar esos problemas que aprisionan y toman las vidas cotidianas. Es desarmar cualquier sensación de caos en una vida por demás complicada. El liderazgo de CFK agregó esa sensación —en muchos y muchas votantes— de agregar desorden a la vida.
Sumado a esto, una campaña donde el peronismo no habló, no interpeló a los suyos, no dijo nada sobre los problemas estructurales que atraviesan a la provincia y al país y no esgrimió una agenda de futuro. Tanto CFK como Axel Kicillof hoy vuelven a consignas —como Estado presente— que para muchos y muchas se refieren a un momento al que no quieren volver. Están atrapados en una liturgia provista por sus gobiernos anteriores.
Si consideramos este raid de achicamiento del liderazgo de la expresidenta podemos indicar que ella desmanteló la vieja estructuración política que el propio Perón dejó como marca en el peronismo nacional. Su liderazgo y su dominio se fundaron en la articulación del mundo del conurbano con los grupos provinciales. CFK privilegió el contenido ideológico (o es lo que se percibió por los actores locales), más que una forma de ejercer el dominio y de reeditar la fórmula de la Coca Cola para los triunfos electorales. Ese liderazgo que “chupaba” votos de manera directa sin mediaciones de los territorios y de las instituciones partidarias lo logra insuficientemente por sí mismo. El territorio y las mediaciones se rebelaron.
El liderazgo de Cristina Fernandez se achica. Hace tiempo que va perdiendo el control, tanto nacional como provincial. Hoy es la líder de un ghetto que perdió capacidad de maniobra.
Si entendemos el liderazgo como una “inversión” social (establecer y dotar a un liderazgo con capacidad de realizar expectativas, promesas y sensibilidades), CFK se fue descapitalizando. Se redujo, desguazó la posibilidad de un dominio nacional y no pudo incorporar elementos de estabilidad y transformación a futuro. El consumo de la imagen de su liderazgo no termina de geolocalizarse en las sensibilidades mayoritarias, no trae alivio, no calma. San José 1111 se convirtió en un santuario donde los rezos vienen sin grandes resultados.
El peronismo bonaerense, en su conjunto, pagó muy caro no descender a la vida cotidiana del electorado, ni a los deseos e inseguridades que impulsaban las transformaciones en el mundo del trabajo y de la subjetividad. La lista de diputados nacionales de la PBA —atravesada por las tensiones con CFK y La Cámpora— no tenía conexión ni con los territorios (parecía una lista del peronismo porteño) ni con los reclamos de ciudadanos y ciudadanas (principalmente de sectores populares y medios) que atan sus vidas a las seguridades y los progresos. El peronismo tiene una agenda desubicada, más conectada con viejas retóricas que con el presente. Se presta a un antiperonismo rápido. No se localiza en el lugar de una minoría que debe reconstruirse ni escanear con más insistencia el pulso de las vidas barriales, laborales y profesionales. Además de no descender a la vidas ciudadana y dar la sensación de que lo que gravita es la interna peronista, la gestión de Axel Kicillof, pese a sus grandes esfuerzos presupuestarios por mostrar una gestión diferente, —reducción de fondos del Gobierno nacional mediante— impide mostrar una gestión alternativa. A su vez, la capacidad del presidencialismo argentino y de la polarización política le otorgó —en este caso— mayores posibilidades a un oficialismo que no perdió el control y que pudo administrar la confrontación.
La dinámica polarizadora organiza los discursos sociales y los atrapa. Y es tan fuerte que cuando dos periodistas le preguntan a Taiana por Venezuela, el candidato responde como profesor (habla de “democracia fallida”) y no como alguien que aceptaba una lógica del debate bipolar instalada hace muchos años. Y por último, el otro acto fuera de registro puede leerse en el baile postelectoral de CFK en su balcón, que parece más dedicado a la estrategia de desdoblamiento de Kicillof que a otra cosa. Toda derrota necesita de un respiro humano y quien no lo otorga puede aparecer como desconociendo su parte de acción o marcando como error solo la acción de los demás. CFK no le otorga respiro a la derrota política y ella misma afecta su liderazgo. En su intento por sostener que su objetivo es ganar elecciones pretende escabullirse de una historia política que la tiene atrapada como una de sus actrices principales. Que la atrapa y que tiene efectos sobre ella.
Hoy gobernar es desmantelar esos problemas que aprisionan y toman las vidas cotidianas. Es desarmar cualquier sensación de caos en una vida por demás complicada.
Entonces, la pregunta no es solo qué mira el peronismo, sino qué consume. Durante años consumió informes y perspectivas que indicaban que el kirchnerismo debía endurecerse y avanzar a fondo con los cambios. Esto implicó una reorganización del liderazgo kirchnerista y la pérdida gradual de aliados y votos. Se maravilló más con la “alta política” que con la realpolitik de las vidas ciudadanas. También consumió lecturas acerca de que el gobierno anterior se perdió por la acción de Alberto Fernandez sin tener en cuenta que CFK quedó más pegada de lo que se cree al expresidente. La estrategia “no digamos nada y dejemos que se equivoquen solos” colocó al peronismo bonaerense ante el silencio y la espera. Después, finalmente, una parte del peronismo pretendió consumir como única respuesta el discurso del desdoblamiento, con el que insistió Cristina en su carta de esta mañana.
El Gobierno nacional se reunió con los gobernadores dejando fuera del encuentro únicamente a Kicillof, Quintela, Insfran y Melella. Se prepara para diseñar una nueva gobernabilidad. Seguir tomando el control en el Parlamento y la Justicia. Los peronismos provinciales enojados con CFK y el kirchnerismo terminan abrazando a Milei, el peronismo bonaerense entra en un zona de turbulencias y, tal vez, a la propia expresidenta no le quede otra posibilidad que hacer acuerdos con un oficialismo que reclama la aprobación de leyes y el nombramiento de jueces en el Senado. Esto puede recolocarla en un precario centro de la escena. Es más probable que a CFK la restituya la necesidad de acuerdo que tiene Milei, por ahora, en el Senado, que la convulsionada y herida interna bonaerense.
Su liderazgo está ante propia historia. Su problema no es la geometría electoral sino la sociología política. Ese rumbo puede empezar varias travesías posibles. Derribar a los pequeños robin hoods que se erigen como posibles candidatos para afirmar su liderazgo, más allá de quién sea ungido como candidato kirchnerista en 2027. Persistir en recrear un dominio a condición de ser una fuerza minoritaria o provincial por años. Afirmarlo esperando que Milei falle y que el malestar económico reponga en sus brazos los votos perdidos. Como si todo malestar necesariamente volvería al circuito peronista (el correísmo en Ecuador es un buen ejemplo para entender que esto no siempre es así). Otra posibilidad es que CFK siga insistiendo en su propia estrella y continúe exigiendo victorias donde en realidad busca obediencia o atravesar una larga erosión consumida por una fragmentación peronista que todavía no encuentra un norte en unidad. Por último, dar espacio al surgimiento de nuevos liderazgos, no inundar la política con una persistente disponibilidad presidencial y observar por donde van las pulsiones ciudadanas. Porque allí es donde pueden afianzarse nuevas dirigencias y nuevas palabras. Lo que sí está claro es que devorar y humillar a sus propios hijos —en nombre de la victoria— no siempre da buenos resultados.
Cinco días después de las elecciones nacionales, Cristina Kirchner rompió el silencio para culpar a Axel Kicillof por la derrota a nivel país y en la provincia de Buenos Aires, que remarcó que fue la única que se perdió de las gobernadas por el peronismo.
«Todos los gobernadores peronistas (Ziliotto de La Pampa, Quintela de La Rioja, Jalil de Catamarca, Jaldo de Tucumán, Insfrán de Formosa) ganaron en estas elecciones parlamentarias. La excepción de lo ocurrido en la Provincia de Buenos Aires obedece a un error político al equivocar la estrategia electoral, decidiendo el desdoblamiento», apuntó contra Kicillof, al que no nombró.
La expresidenta reprochó que ya el 14 de abril le advirtió a Kicillof que era un error desdoblar porque implicaba «dividir los esfuerzos en dos elecciones separadas por apenas 49 días». También aclaró que no le interesa tener razón, como sostuvieron sus más fieles seguidores de La Cámpora.
«En privado también sostuve que adelantar las elecciones de la PBA era muy riesgoso tanto por su peso electoral y su valor simbólico, porque si se perdía iba a tener un efecto devastador para el peronismo a nivel nacional y si se ganaba iba a producir un ‘efecto balotaje’ que permitiría reagrupar todo el voto antiperonista para las legislativas de octubre», continuó Cristina, que más adelante aclaró que sostiene la unidad.
La carta de Cristina se conoce a pocas horas de que Kicillof se reúna en La Plata con los más de 40 jefes municipales que forman parte de su armado político, algunos de los cuales le están pidiendo que rompa con Máximo Kirchner y La Cámpora. En el encuentro se prevé que el gobernador defienda el desdoblamiento.
Adelantar las elecciones de la PBA era muy riesgoso tanto por su peso electoral y su valor simbólico, porque si se perdía iba a tener un efecto devastador para el peronismo a nivel nacional y si se ganaba iba a producir un ‘efecto balotaje’ que permitiría reagrupar todo el voto antiperonista
Sobre la elección, Cristina también dijo que «al viejo antiperonismo se le sumó otro factor: el miedo» a una crisis política. «Algunos creyeron que si el gobierno perdía la elección de medio término, se caía», aseguró mencionando la suba del dólar de las últimas semanas y la intervención de Trump.
La presidenta del PJ nacional advirtió que «se viene una fuerte ofensiva para tratar de romper el peronismo y el campo nacional y popular en su conjunto», lo que según dijo empezó con su detención.
En ese sentido, hizo una crítica muy fuerte a la Corte Suprema. Remarcó que al día siguiente de la elección del domingo, «la Corte de Los Tres» sobreseyó a Macri por el espionaje a los familiares de las víctimas del ARA San juan; a Caputo en una causa penal; a Sturzenegger en una causa por abuso de autoridad, y a Milei en otra causa penal.
En contracara, Cristina dijo que ese mismo día la Corte confirmó una condena contra Martín Sabbatella por la aplicación de la Ley de Medios; rechazó al menos 10 recursos de su defensa; y confirmó dos condenas contra Guillermo Moreno. «Un dirigente político va a sufrir privación de la libertad e inhabilitación para ejercer cargos públicos de por vida por haber repartido objetos que decían ‘Clarín Miente'», ironizó. «La dirigencia política, sindical y social en la Argentina está en libertad condicional», afirmó.
Un párrafo interesante del documento de Cristina es donde sostiene que desde hace tiempo viene hablando «necesidad de revisar estrategias y repensar conceptos en lo estatal, lo educativo, lo tributario, sistema monetario… en materia de salud, economía, seguridad, trabajo».
La mención no parece casual porque se da en momentos en que el gobierno empezó a impulsar con fuerza las reformas laboral y tributarias, que espera aprobar después del recambio legislativo. Ante eso, Cristina pidió «no tenerle miedo al debate y a la discusión de nuestras ideas».