Ponen en duda la legalidad de las deportaciones de Trump y amenazan con declararlo en desacato

Ponen en duda la legalidad de las deportaciones de Trump y amenazan con declararlo en desacato

 

Un juez federal de Estados Unidos dijo que encontró una causa probable para declarar a la Administración del presidente Donald Trump en desacato penal por violar sus órdenes de que dieran la vuelta los aviones que llevaban deportados a El Salvador.

El juez James E. Boasberg advirtió que podría remitir el asunto para su enjuiciamiento si la Administración no “purga” su desacato. 

Boasberg dijo que la Administración podría hacerlo devolviendo a la custodia de EEUU a quienes fueron enviados a la prisión de El Salvador en violación de su orden para que “puedan acogerse a su derecho a impugnar su expulsión”.

Trump avanza también contra migrantes legales y usa una ley de 1798 para deportar venezolanos 

Si el Departamento de Justicia declina procesar el asunto, Boasberg dijo que nombrará a otro abogado para que procese el desacato. 

“La Constitución no tolera la desobediencia voluntaria de las órdenes judiciales, especialmente por parte de funcionarios de un poder coordinado que han jurado defenderla”, escribió Boasberg. 

La Constitución no tolera la desobediencia voluntaria de las órdenes judiciales, especialmente por parte de funcionarios de un poder coordinado que han jurado defenderla

En marzo, Trump lanzó toda su furia contra Boasberg por emitir una orden que paralizaba las deportaciones con la vetusta Ley de Enemigos Extranjeros y ordenó que los aviones dieran marcha atrás en pleno vuelo.

Trump busca destituir al juez que quiere frenar los vuelos de las deportaciones 

Sin embargo, la Casa Blanca hizo caso omiso del fallo, con el argumento de que las aeronaves ya se encontraban en espacio aéreo internacional, fuera de la jurisdicción del tribunal. Esto ha generado tensiones entre el juez y Trump pidió directamente su destitución.

Trump calificó al juez de “lunático” y pidió su destitución, lo que provocó una rara intervención de John Roberts, presidente del Tribunal Supremo, quien defendió la independencia judicial, afirmando que la destitución de jueces no es una respuesta apropiada a desacuerdos judiciales. 

 

Dos diputados rompen con el bloque PRO furiosos con Macri y Patricia Bullrich

Dos diputados rompen con el bloque PRO furiosos con Macri y Patricia Bullrich

 

Los diputados Gabriel Chumpitaz y Verónica Razzini comunicaron este miércoles formalmente que abandonarán el bloque PRO, conducido por Cristian Ritondo, y formarán la bancada Futuro y Libertad a partir del 1° de mayo.

El anuncio lo realizaron mientras el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, brindaba su informe ante la Cámara Baja pero la mayoría de sus compañeros de bloque no estaba al tanto. “Todavía están en el grupo de WhatsApp del bloque”, le dijo a LPO una legisladora que se enteró ante la consulta periodística.

El dúo rupturista apuestan a una “impronta santafesina”, con “fuerte anclaje en la seguridad ciudadana y una clara agenda de transformación institucional”, según informaron desde sus despachos. “Mi objetivo principal es muy firme: defender a los santafesinos. No tengo nada en contra de los porteños pero mi integración dentro de ese bloque ya no es viable porque debo centrarme en quienes represento”, expresó Chumpitaz.

Fuentes del PRO admitieron que el portazo se debe “a la interna” entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich. “Chumpi me dijo que no se siente identificado ni con lo que hace Mauricio ni con lo que hace Patricia”, comentó un diputado del partido amarillo.

Karina borró a Santiago del cierre con Ritondo y Santilli

Ritondo viene lidiando hasta acá con ese tipo de demandas y no solo en el distrito santafecino. “Cristian está a full y tiene muchos frentes ya”, se compadecieron cerca suyo.

En Santa Fe dijeron que Chumpitaz aspira a candidatearse para la intendencia de Rosario en 2027 y estuvo buscando el respaldo de La Libertad Avanza pero hasta ahora no lo consiguió. “Quiere entrar pero los libertarios no lo quieren recibir”, dijo un dirigente del espacio mileísta.

Desde la bancada liderada por el dirigente de Mataderos deslizaron que el rechazo libertario se debe a que Chumpitaz, junto a José Núñez, fueron parte de la tropa ausente cuando se cayó la sesión por Ficha Limpia en noviembre pasado.

Chumpi me dijo que no se siente identificado ni con lo que hace Mauricio ni con lo que hace Patricia.

Como sea, en el flamante minibloque explicaron que “esta es una jugada de ellos para poder presentarse en octubre a competir, con el foco en la elección a la intendencia de Rosario 2027”. Una fuente que conoce a fondo la refriega entre macristas y bullrichistas, por lo demás, aseguró que “el PRO no existe más”.

De hecho, Chumpitaz tomó la decisión al calor del resultado de la elección de convencionales constituyentes de Santa Fe: no tuvo lugar en el cierre del macrismo con Maximiliano Pullaro pero el saldo del escrutinio tampoco fue lo que el PRO hubiera esperado. El volantazo del diputado se explicaría entonces por las dificultades para revalidar su mandato por el PRO, al tiempo que el partido de Macri estaría perdiendo apoyo en el electorado de su provincia.

 

Elecciones en el PT de Brasil: “Tenemos que tener autonomía y criticar al gobierno”

Elecciones en el PT de Brasil: “Tenemos que tener autonomía y criticar al gobierno”

 

 El Partido de los Trabajadores elegirá autoridades el próximo 6 de junio, en una elección que marcará el fin de la gestión de Gleisi Hoffmann tras 8 años de liderazgo. En ese marco, hay cuatro liderazgo que buscan sucederla como el ex jefe de campaña y alcalde de Araraquara, Edinho Silva, el actual vice del PT Washington Quaquá, el diputado Rui Falcao y el actual integrante del directorio, Valter Pomar. 

Esté ultimo habló con LPO y planteó que buscar representar una candidatura que empuje por abajo y por izquierda al gobierno de Lula pero con autonomía propia.

Pomar planteó que “las elecciones del PT no sólo eligen la dirigencia, también afectarán la línea política del partido. Entonces, ¿cuáles son nuestras acciones a corto, mediano y largo plazo? En las actuales circunstancias regionales y globales, lo que el PT haga o deje de hacer es de enorme importancia”. 

“Ver la discusión sobre si reconocer o no las elecciones en Venezuela y Ecuador: hay diferencias de opinión al interior del Partido sobre este asunto. O la discusión sobre la política económica y las fuerzas armadas o sobre el papel de la reforma agraria en la lucha contra la inflación alimentaria”, apuntó.

Un sector del PT empuja al alcalde de Río como vice de Lula

Para Pomar “hay una orientación social-liberal, expresada por Edinho Silva de conciliación con el neoliberalismo, el agrobusiness y el capital financiero, una orientación populista de derecha, expresada por Washington Quaquá, es decir, de conciliación con sectores de la extrema derecha y hay posiciones críticas al respecto, expresadas en candidaturas con distintas bases programáticas, algunas más socialistas, como es el caso de mi candidatura”.

De todos los nombres lanzados, Edinho Silva es el que tendría más chances de victoria por estructura, negociación y vinculo con Lula. Sin embargo, Pomar es contundente dice que “Silva no será presidente del PT”. 

Hay una orientación social-liberal, expresada por Edinho Silva de conciliación con el neoliberalismo, el agrobusiness y el capital financiero, una orientación populista de derecha, expresada por Washington Quaquá, es decir, de conciliación con sectores de la extrema derecha y hay posiciones críticas al respecto, expresadas en candidaturas con distintas gradaciones programáticas, algunas más socialistas, como es el caso de mi candidatura

Pomar es un histórico del partido, académico e historiador que representa el sector más radicalizado del partido y muchas veces lo ha expresado en minoría en cada discusión dentro del directorio. Es crítico del giro al centro de Lula y propone un programa más de izquierda en términos económicos. Su filosofía vanguardista lo llevan a pensar en la necesidad de criticar el rumbo del gobierno y no caer en un seguidismo que vacíe de contenido al partido.

Aquí hay un dilema porque hay sectores dentro del PT que consideran que el partido tiene qu tener un rol clave en la gobernabilidad y en consecuencia en la negociación con los otros partidos aliados.

“El PT necesita tener autonomía en relación a los gobiernos que elegimos. Y Edinho ya ha demostrado que su lógica es la de sumisión y obediencia a cualquier directiva que emane del gobierno. Hay que defender nuestro gobierno, pero también hay que criticarlo y empujarlo, desde abajo y desde afuera. Si no lo hacemos nosotros, lo hará la derecha y el gobierno será centrista, no de izquierda”, agregó.

Valter Pomar, candidato a presidente del PT.

Para Valter “el PT tiene muchos desafíos. Lo primero es recuperar el apoyo organizado y consciente de la mayoría de la clase trabajadora brasileña. Mire lo que pasó en las elecciones de 2022: si sumamos los votos dados a Bolsonaro, con los votos ni-ni, veremos que la mayoría de la clase trabajadora no votó por el PT. Peor aún, el número de trabajadores que se unen a sindicatos es mucho menor que el número de trabajadores que votan por nosotros”.

El PT necesita tener autonomía en relación a los gobiernos que elegimos. Y Edinho ya ha demostrado que su lógica es la de sumisión y obediencia a cualquier directiva que emane del gobierno. Hay que defender nuestro gobierno, pero también hay que criticarlo y empujarlo, desde abajo y desde afuera. Si no lo hacemos nosotros, lo hará la derecha y el gobierno será centrista, no de izquierda

 “Al mismo tiempo y por otro lado, la derecha ha ido ocupando territorios, ganando corazones y mentes. Esto necesita cambiar: la mayoría de la clase obrera necesita ser ganada a las posiciones de izquierda, necesita organizarse, movilizarse en defensa de sus intereses y liberarse de las ideas y de la influencia de la derecha gourmet y de la extrema derecha”, remarcó. 

El ajuste fiscal de Lula agita la interna en el PT de Brasil y calienta la sucesión

El segundo desafío, continúa Pomar, “es comprender la escala del cambio que está teniendo lugar en el mundo. Desde la crisis de 2008 hasta hoy, vivimos una crisis sistémica: ambiental, económica, social, política, militar, ideológica. Dependiendo de la respuesta que demos a esta crisis, Brasil, en el mejor de los casos, tendrá un gran pasado por delante”. 

“Si damos la respuesta correcta, podemos cambiar el lugar de Brasil en el mundo y cambiar profundamente la sociedad brasileña. La ventana está abierta, pero el tiempo se acaba. Si el PT hace la elección correcta, aumentarán enormemente las posibilidades de que tengamos un futuro feliz para la mayoría del pueblo brasileño: soberanía, desarrollo, bienestar, democracia y socialismo”, concluyó.

 

Una nostalgia de lo común

 

Suponer que viajar sirve para desconectarse —al menos un poco— de la realidad es un error. Llegué a España un jueves nublado de febrero para dar algunas clases de teoría política y en los diarios me topé con las postales globales: Trump y su apología de Marine Le Pen, la sobreventa de pastillas de yodo ante el rumor de una guerra nuclear y el avance de AfD en gran parte de Alemania. Mientras esperaba mi equipaje, busqué noticias argentinas. Y ahí estaba Javier Milei, con su típica sonrisa de quinceañero emocionado mientras conoce a su tiktoker favorito, regalándole una taza con la frase “no hay plata” a un senador republicano de Texas, mientras el dólar blue aumentaba otro 10 por ciento. Un matrimonio a mi lado discutía si Milei era un genio incomprendido o un performance artist.

Es un error creer que existe algún lugar del mundo donde todavía funcione la idea de “normalidad”.

Un segundo error es creer que existe algún lugar del mundo donde todavía funcione la idea de “normalidad”. Llegué a Barcelona con una expectativa modesta y un presupuesto emocional limitado: un poco de sol y un simulacro de estabilidad. Pero la época tiene otros planes. Hace unos días entré, casi sin querer, a Decathlon —ese supermercado del sport, el outdoor y la fantasía aventurera— para comprar un short y un paquete de seis pares de medias. Busqué la sección “vida urbana” pero aparecí, de repente, en “supervivencia”, que no es una metáfora, sino un pasillo entero dedicado a cuchillos, brújulas, linternas, mochilas tácticas, mantas térmicas y cascos. Todo prolijamente empaquetado, con precios accesibles, listo para ser usado cuando estalle la guerra nuclear de la que hablan en los medios. Y ahí estaba yo: un argentino “muy simpático para ser porteño” mirando barbijos en un shopping de Europa occidental mientras pensaba en un nuevo endeudamiento del país con el FMI. Lo inesperado no es el colapso. Lo inesperado es que esté tan bien organizado.

No es casual que los kits de supervivencia convivan al lado de las mochilas de senderismo. No es casual que las noticias hablen de la “crisis migratoria” en el mismo tono que se habla de un terremoto o una plaga de langostas. Europa se está preparando para algo. Nadie sabe bien para qué, pero el Decathlon lo tiene en stock.

Lo inesperado no es el colapso. Lo inesperado es que esté tan bien organizado.

La idea de Europa como refugio seguro duró exactamente hasta que empecé a prestar atención. En los medios españoles, Milei prácticamente monopoliza los escasos minutos diarios que se dedican a Argentina. Pero el grueso se dedica a hablar de los aranceles de Estados Unidos, los conflictos armados y las peleas entre un PP adaptado al discurso xenófobo de moda y un gobierno con los votos justos por todos lados.

La bandera española ya no cuelga solamente de los edificios oficiales o de las oficinas de turismo. Está en muchos balcones en todos los barrios, en los negocios, en las remeras, en los bares. Como una advertencia sutil, o no tan sutil, de que el territorio de Vox sigue creciendo y de que el país “está lleno de argentinos, ya parecen venezolanos”. Hay banderas incluso en los lugares más improbables, como en verdulerías y lavaderos de autos atendidos por migrantes. Todo listo para cuando venga el desborde. Lo que en Argentina siempre fue explícito —el barro, el quilombo, los derrapes, los gestos groseros— acá aparece en versión silenciosa, con una estética de orden que puede ser apenas el reverso del miedo.

Lo que en Argentina siempre fue explícito —el barro, el quilombo, los derrapes, los gestos groseros— acá aparece en versión silenciosa, con una estética de orden que puede ser apenas el reverso del miedo.

Leo en mis redes sociales aún embebidas de algoritmos argentos: inflación desatada, sueldos pulverizados, universidades ahogadas, represión enardecida. El Gobierno de Milei está jugando a ver hasta dónde se puede romper un país en su desesperado intento de caerle bien a Trump y a tres o cuatro CEOs estadounidenses. Lo increíble, desde esta distancia rara que es el extranjero, es ver cómo lo inverosímil dejó de ser una anomalía para convertirse en el ritmo habitual de las cosas. Argentina ya no es un país impredecible, sino un país predeciblemente salvaje, sin sorpresas, “normal”. Y lo más inquietante de todo es que el ajuste permanente, el desprecio por lo común, el odio al pobre, el amor al mercado como única gramática posible, no son exclusividades nuestras, sino una lingua franca de este presente. Con todas las diferencias culturales, hay algo bastante parecido: todo el mundo expulsa, vigila, controla, arma muros y espera que los problemas los resuelvan los demás.

Lo inverosímil dejó de ser una anomalía para convertirse en el ritmo habitual de las cosas. Argentina ya no es un país impredecible, sino un país predeciblemente salvaje, sin sorpresas, “normal”.

Hay algo que pasa cuando venís de Argentina y caminás por Europa. No tiene que ver sólo con la plata, ni con el tipo de cambio; no tiene que ver con la admiración de un mundo mejor que tenemos quienes nacimos con la llegada de la democracia. Ni siquiera con el tono de voz y la falta de desenfreno por comprar marcas de cuarta categoría como si fueran buenas. Es otra cosa. Es como ver el decorado de una obra de teatro desde atrás del escenario. Acá, aunque las estructuras estén mucho más firmes —las autopistas, los trenes, las calles limpias, los semáforos que se respetan—, todo tiene una fragilidad nueva, como si a un tren de por medio no estuviera la París del siglo XIX, sino una periferia global descontrolada. Hay carteles de “se busca empleado” por todos lados, casi en cada comercio, pero los contratos son de 20 horas mensuales por 600 euros. Vivir en un departamento de 30 metros cuadrados cuesta lo que en Buenos Aires valdría un PH grande. Y, en el fondo, la sospecha de que todo este bienestar, esta comodidad y la democracia de las cosas simples y bien hechas no va a durar para siempre. El neoliberalismo convirtió incluso al Primer Mundo en un lugar de paso, un shopping gigante antes del apocalipsis.

Lo único verdaderamente europeo que sobrevive es la nostalgia de una época en la que lo común era evidente y se podía comer sin culpa, vivir sin deuda, trabajar sin precariedad, circular sin pedir permiso (o asilo).

Miro este paisaje y pienso que lo único verdaderamente europeo que sobrevive es la nostalgia. No necesariamente la nostalgia de los imperios ni de las guerras ganadas (aunque también), sino la nostalgia de una época en la que lo común era evidente y se podía comer sin culpa, vivir sin deuda, trabajar sin precariedad, circular sin pedir permiso (o asilo). Esa Europa no existe más. Y tal vez —siendo honesto— nunca existió del todo. Pero hay gestos que prevalecen y que, incluso como tics o automatismos, son tranquilizadores. La barra de un bar donde un café cuesta 1 euro con 20, la sombra de un árbol en la plaza de un pueblo, las fuentes donde todavía se puede tomar agua gratis, las bibliotecas abiertas. Son refugios menores, minucias que importan. No porque vayan a salvarnos, sino porque nos recuerdan que hubo otra lógica, otra gramática de lo común, aunque haya sido un común muy pequeñito y excluyente.

De a poco me doy cuenta de que lo más extraño no es ver a Milei desde lejos, sino ver a España de cerca y descubrir que acá también hay jubilados empobrecidos y un extendido discurso ultraderechista, aunque no lo dicen señores con camperas de cuero, sino con trajes. Los acentos son muy diferentes, pero la palabra “libertad” en todos lados se pronuncia igual: con la panza llena. ¿Qué hay que hacer para que se pueda desear algo distinto a sobrevivir?

La entrada Una nostalgia de lo común se publicó primero en Revista Anfibia.

 

Arqueología de tu remera

 

La frase se repite como un mantra: “la ropa es muy cara en la Argentina”. Para combatir la suba de precios en el sector, el ministro de Economía Luis Caputo anunció una nueva baja de los aranceles a la importación de telas, ropa y calzado. Justificó la medida como en aquel spot de la silla de José Martínez de Hoz

El efecto más rápidamente visible de esas políticas, según la experiencia, es la destrucción del empleo, que luego no se recupera. Y el impacto de esas medidas en el precio final es insignificante. A los preocupantes niveles de apertura de las importaciones en textiles e indumentaria se sumó la ofensiva arancelaria sin precedentes de Donald Trump. Y más tarde, la apertura del cepo cambiario. Este viaje al corazón de la memoria que subyace en la tarea de vestir al soberano expone eso que los eslabones de la heterogénea cadena de la industria textil conocen bien: empresarios grandes y pequeños, sindicalistas, cooperativistas y trabajadores rurales saben de manera empírica que los ciclos que ponen énfasis en las finanzas producen un descalabro industrial. 

Parte I Donde empieza todo

Desde lejos se ve gris. Pero a medida que uno se acerca, descubre el efecto óptico: son fibras de algodón que el viento desparrama y las pocas lluvias acomodan a lo largo de hectáreas de campo de pasto esquivo. El conjunto es una especie de animal print montaraz, un diseño exclusivo para esta escenografía post apocalíptica que tiene un pie en la agricultura y otro en la industria. Bajo el cielo alto y azul de Santiago del Estero y sin respeto por el silencio de su mítica siesta, los tinglados levantan su enormidad de chapas y su banda sonora es el ruido de las máquinas que desmotan el algodón. Es decir, lo limpian de las cascarillas, los palitos y las semillas. Después de la cosecha de lo que Ramón Ayala llamó “plata blanda mojada de luna y sudor”, las desmotadoras son el primer eslabón de la larga cadena textil. 

Según la Fundación Pro Tejer, el 79% de las empresas del sector reportó una caída en sus ventas de un 39% promedio.

—La cosecha del algodón viene muy atrasada por el cambio climático —dice Luis Paz, delegado de la desmotadora Safico y secretario general del sindicato de Desmotadores y Aceiteros de la provincia. Cuenta que los productores pidieron permiso para sembrar en enero, porque recién llovió en diciembre y por la falta de agua no podían hacerlo. Los desmotadores están acostumbrados a arrancar en febrero, en marzo las plantas están completas. Pero desde el año pasado, llegan a abril con muy pocas plantas en proceso de inicio y un solo turno de trabajo, aún así no podían comenzar porque el algodón no estaba. 

Paz es un santiagueño grandote, de conversación generosa y entrada en detalles. Prefiere las tareas a la intemperie: la carga del algodón en las máquinas o la descarga de los camiones que traen la fibra en bruto, en forma de fardos o rollos, de los algodonales santiagueños:

—Me gusta estar afuera porque adentro hay mucho ruido. Yo soy más de ir conversando con los compañeros —dice.

Al costado de la ruta y antes del ingreso a la planta, hay un terraplén gigantesco al aire libre en el que, en los picos de producción, puede haber quince o veinte camiones esperando la descarga. En su enorme mayoría, las desmotadoras no son productoras ni tienen hilanderías —el paso siguiente de la cadena—, se dedican sólo a limpiar el algodón de los productores en forma de servicio, por peso:

—Cuando ingresa el algodón pasa primero por la balanza, los camiones que traen a granel van todos a desmote directo y los rollos se van almacenando por productor y se van desmotado por lotes planificados —explica Sebastián García, ingeniero industrial y encargado de turno de la planta. 

La industria textil depende del mercado interno: cuando al país le empieza a ir mal, la gente deja de comprar ropa. Todos los eslabones de la cadena sufren, en especial los trabajadores. 

Las desmotadoras son muy sensibles al clima y al paso de las estaciones. Son parte, además, de una industria que, junto a la del calzado, es una actividad semáforo de la economía general. Un informe de la Fundación Pro Tejer reveló un panorama desolador en 2024: producto de la recesión, esta industria registró 10.000 despidos:

—La cadena textil es sumamente mercado internista, por eso es tan sensible a las políticas económicas y anticipa el ciclo: cuando al país le empieza a ir mal, la gente deja de comprar ropa — dice Priscilla Makari, economista de Pro Tejer. 

Hoy la ortodoxia liberal-libertaria maldice a la Argentina de la sustitución de importaciones y la responsabiliza de todos los males del mundo. Pero en aquel momento la matriz insumo-producto de esta industria estaba bastante cubierta: todo lo necesario para la fabricación textil era local. El desmantelamiento del polo petroquímico en los años 80 significó una dura derrota para su logística y financiamiento. Makari cuenta que en la actualidad las fibras sintéticas y los colorantes son importados en casi toda la industria, pero la fibra autóctona, el algodón, sigue siendo un diferencial respecto de otros países de la región. La disponibilidad de esta materia prima, como en tantos otros casos, es un recurso local que le agrega competitividad.

La producción primaria de algodón se concentra en el norte del país: en Santiago del Estero (58%) y Chaco (30%), seguidas muy atrás por Santa Fe (7%), Salta (3%) y San Luis (2%). Por su parte, la producción de lana se localiza sobre todo en el sur: en Chubut (25%) y Santa Cruz (17,5%), Buenos Aires (14,5%), Corrientes (8,4%) y Río Negro (8%). Ambas producciones se destinan tanto al mercado externo como a abastecer la industria local. 

El sol santiagueño castiga sin piedad: no hay casi sombra en los alrededores del tinglado. 

—Por cada máquina hay un producto y un subproducto en curso —retoma Sebastián García, levantando la voz para sobreponerse al ruido que viene de los tinglados—. El producto es el algodón y el subproducto, en cada una de las máquinas, es la cascarilla, la fibrilla o la semilla. Hasta hace algunos años, toda la semilla que se recuperaba era para hacer aceite. Por ese motivo los desmotadores están encuadrados dentro de la Federación de Aceiteros y Desmotadores. Sus convenios, siempre al alza y por encima de la inflación, son trending topic en las redes sociales cada vez que se firman. 

El efecto más rápidamente visible de estas políticas es la destrucción del empleo, que luego no se recupera. Y el impacto de esas medidas en el precio final es insignificante.

Las más grandes exportadoras del sector desmotador son Buyati, Dreyfus y Unión Agrícola Avellaneda. Los precios internacionales del algodón tuvieron una fuerte caída desde 2022 y en los últimos meses la baja del precio es sostenida. Un informe del sindicato de Desmotadores y Aceiteros señala que: “Como durante la época de Macri, pero más rápidamente, el consumo doméstico de algodón se deprimió. La desregulación del sector, la suba de costos por liberalización de precios y la recesión afectaron fuertemente a la producción de hilado de algodón que se encuentra en un 23% más baja que en 2023”. Por ese motivo, la decisión oficial de eliminar las retenciones a la exportación no agrega especial optimismo al sector. 

Parte II La trama

Entre el campo y las mesas de corte, el algodón deja de ser fibra y se convierte en tela: es la segunda fase, la elaboración de hilados y tejidos, la etapa propiamente textil. Desde el Siglo XVII, en que la mecanización de los telares dio inicio a la Revolución industrial en Gran Bretaña, las imágenes de la fabricación de hilados y telas son la ilustración obligada de esta industria. 

Las tareas de hilado, tejeduría, tintorería (teñido) y acabado de los textiles definen a esta etapa, la de capital más intensivo —por eso el más concentrado— y con los mayores niveles de formalización laboral e impositiva. En Argentina no hay un ranking de empresas textiles, pero un informe de la Secretaría de Política Económica del Ministerio de Economía del año 2022 sostiene que, por participación en el mercado y por volumen de facturación, en el pelotón de las más grandes están TN&Platex, Tipoití, Emilio Alal, Algodonera del Valle, Santista, Algoselán Flandria, Santana Textil, Fibraltex, Vicunha y Textil Iberoamericana. Estas primeras compañías concentran más del 70% de la producción local. La mayor parte de ellas tienen más de 50 años en el rubro y suelen estar articuladas alrededor de una familia de tradición textil, aunque también aparece una progresiva irrupción de capitales brasileños en este segmento. 

En la sucesión de pequeños escandaletes cotidianos que promueve el gobierno dizque libertario, la expulsión en 2024 del empresario Teddy Karagozian, dueño de TN&Platex, de su Consejo de Asesores tuvo la involuntaria virtud de poner sobre la mesa el carácter anti industrial de sus políticas. Un mes después de ese episodio, el presidente Javier Milei confirmaría el diagnóstico, precisamente el Día de la Industria, cuando, en su discurso frente a la Comisión Directiva de la UIA, acusó al sector de beneficiarse a costa del campo. La actividad industrial de Argentina, según el INDEC, cayó un 9,4% en 2024, su peor caída desde la pandemia. 

Según el INDEC, la producción textil se redujo en junio del año pasado (la última medición) un 24,9% respecto al mismo mes del año anterior y un 20,4% en el acumulado de este año respecto a igual período de 2023. La Fundación Pro Tejer nuclea a buena parte de esa industria. Fue fundada por Aldo, otro integrante de la familia Karagozian, y calcula que el 79% de las empresas del sector reportó una caída de sus ventas en un 39% promedio. En los últimos tres meses del año pasado, el uso de la capacidad instalada cayó en el 64% de los casos relevados respecto de igual período de 2023 que ya venía con problemas. En promedio, la retracción fue de 12 puntos porcentuales.

La producción de algodón se concentra en el Norte del país y la de lana, sobre todo, en el Sur. En Santiago del Estero las desmotadoras ya trabajan un sólo turno.

En julio de 2024, el periodista Eduardo Feinmann entrevistó a Karagozian. La nota era a propósito de su nombramiento como asesor de Milei. El economista del panel de LN+ Guillermo Laborda le preguntó por el famoso “pedo de buzo” que, según el Javier Milei, caracterizaría en un futuro cercano al crecimiento de la economía argentina. El empresario textil sólo dijo “eso no lo vislumbro”. Tenía otras líneas de acción para compartir con el presidente, como la baja de impuestos o la reestructuración del régimen de indemnizaciones, pero no tuvo tiempo. Ese fue su debut y despedida.

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¿Por qué la ropa en la Argentina es más costosa que en otros países? En su carácter de presidente de la Fundación Pro Tejer, Luciano Galfione a menudo espadea contra ese cuestionamiento recurrente. Con humor e histrionismo, Galfione invierte la carga de la pregunta:

—Hasta la puerta de mi fábrica tengo la misma o mejor tecnología que el resto del mundo —dice— tengo los operarios capacitados igual o mejor que el mundo, tengo índices de productividad y de producción dentro de mi fábrica igual o mejores que el mundo. Explícame entonces vos por qué cuando una remera cruza la puerta de mi fábrica llega al público con un valor que duplica lo que vale en Estados Unidos. 

La baja de los aranceles a las importaciones anunciada por Caputo no es la única política libertaria en ese sentido: la habilitación de la compra puerta a puerta y el precio del dólar también empujan a la demanda local a inclinarse por la ropa importada. 

La confección es el sector manufacturero con menores ingresos totales y el segundo sector industrial con mayor incidencia de la pobreza entre las personas ocupadas.

El investigador Gustavo Ludmer explica que esta medida aislada apenas abarata la ropa de los sectores de mejores ingresos pero va a destruir los mejores empleos e industrias del sector. Desde la consultora Fundar, Ludmer pronostica que “el efecto principal y más fuerte de la medida será abaratar 11,1% el 15% de prendas que hoy es importado y al que accede el segmento más rico de la población, pero hay un segundo efecto: la medida lleva a sustituir prendas que hasta hoy se fabrican acá”. Reversión de la sustitución de importaciones. El paraíso de Martínez de Hoz.  

Desde Pro Tejer afirman que la hipótesis de abrir la importación para bajar los precios no demostró demasiados resultados hasta ahora. A pesar de la restricción externa, el período 2020-2023 fue récord de importaciones, más que durante la gestión de Mauricio Macri. Crecieron las importaciones y aumentaron los precios. Como ejemplo contrario, entre enero y agosto de 2024, cayeron las importaciones y disminuyeron de precios.

—La ropa no es cara en Argentina, la de marca sí —dice Galfione y se enoja—  ¿Por qué nos acusan de cazar en el zoológico, si la prenda Nike que en Argentina es mucho más cara que en Estados Unidos no está fabricada en la Argentina, porque viene de Indonesia o de Bangladesh? ¿Por qué nos dicen que nos tenemos que morir porque somos todos unos ladrones? 

La sentencia es demoledoramente correcta. El precio de una campera Nike en el sitio oficial de Argentina cuesta un 60% más que si se compra en Amazon, incluído el envío.

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Hilar es retorcer varias fibras cortas para unirlas y producir una hebra continua. Las máquinas tejedoras, por su parte, combinan una gran cantidad de hilos para formar una única pieza de tela. En la primera tarea más, pero en ambas se utilizan máquinas de gran tamaño, que demandan una enorme inversión para cuya amortización es necesario que funcionen las 24 horas, los 7 días de la semana. Si la demanda afloja, como sucede desde enero de 2024, el descalabro es enorme.

Pensó en un incendio. Para los empresarios textiles los incendios están entre las peores pesadillas: la producción de alta velocidad tiene un alto riesgo de fuego. A cualquiera que visita una planta textil, una de las primeras cosas que le muestran son los equipos para combatir las llamas. Tomás Karagozian pensó en un incendio cuando su padre, Teddy, le dijo “tenemos que hablar”. Era 22 de diciembre, Tomas, de 33 años, volvía de Qatar. Había ido a alentar a la selección argentina. Se incendió una fábrica y no me lo quiso decir hasta que volviera de Qatar, pensó. Pero no, Teddy tenía una propuesta: “Quiero que seas el CEO de la empresa”. La empresa que ahora, a sus 34 años, conduce Tomás —Tomi para casi todo el mundo— fue fundada por su abuelo Ato Karagozian. 

Una campera de marca internacional cuesta un 60% más en Argentina que si se compra en Amazon, incluído el envío.

—TN PLatex tiene tres unidades de negocio, la primera es el core business nuestro: hilo y tela. Tenemos seis hilanderías y tres tejedoras —dice Tomás Karagozian—. Después están las unidades de Producto Terminado y de Textiles Industriales. Estamos probando una marca nueva que vende directo de fábrica al consumidor. Así se transparenta el precio de la prenda y se sabe quién se lleva cada pedacito de la torta. De manera propositiva estamos respondiendo a la crítica de que la ropa es cara por nuestra culpa.

La tercera unidad de negocio entusiasma al joven Karagozian y da algunas pistas de hacia dónde puede evolucionar este mercado en contexto de globalización: 

— En los próximos quince o veinte años vamos a crecer mucho en una unidad orientada, a partir de mis capacidades textiles, a sectores que van a traccionar a la Argentina: petróleo, gas, minería, agroindustria, construcción y sector automotriz —dice.

Dos años atrás, la empresa instaló una fábrica en Catamarca en la que se producen bolsones blancos de polipropileno para transportar carbonato de litio y hidróxido de litio. El futuro de los textiles, quizás, ya no dependa tanto de la ropa. 

Parte III Alrededor del corte

El 30 de marzo de 2006, en Luis Viale 1269, en el barrio porteño de Caballito, se incendió un taller clandestino de costura que funcionaba también como vivienda de 65 personas, 25 de ellas eran niños. Las víctimas fatales fueron una trabajadora textil embarazada, dos adolescentes y tres niños. Dieciocho años después, solo dos capataces fueron condenados por los cuatro muertos de la Masacre de Luis Viale. Y los empresarios responsables, Daniel Alberto Fischberg y Jaime Geiler, fueron sobreseídos en un fallo escandaloso. Sin embargo, el hecho se convirtió en un punto de inflexión para la actividad costurera. Los medios le dieron difusión, hubo marchas, escraches y mucho debate —con desigual acierto— acerca del trabajo esclavo, la trata de personas con fines de explotación laboral y la discriminación cruzada entre colectividades de inmigrantes.

El tercer eslabón de la cadena textil (habrá que preguntarse alguna vez por la persistencia de esa metáfora: ¿por qué no la tercera escena de esta obra o la tercera cuenta de este rosario?) es la confección. Según un informe de Fundar, el 41% de las personas ocupadas en este sector trabaja por cuenta propia. “Esta cifra, no solo casi duplica el promedio de la economía argentina (22%), sino que también ubica al sector como el de mayor nivel de cuentapropismo dentro de la industria manufacturera”, dice el informe. Y señala, como correlato, una muy baja tasa de personas asalariadas: un 54% contra el 74% del promedio de la economía.

El futuro de los textiles, quizás, ya no dependa tanto de la ropa.

La informalidad laboral en esta industria se generalizó, vaya sorpresa, durante la década de 1990, cuando la celebración del emprendedurismo tenía tantos voceros como hoy, aunque quizás menos sofisticados. Hacia fines de la década, el trabajo en negro representaba el 70% del empleo en el sector, pero ese porcentaje creció escandalosamente al 85% tras la crisis de 2001. 

Antes de los 90, las marcas tenían generalmente su propia confección. La cadena era vertical:

—Con el proceso de apertura y desregulación de la economía, las marcas se desprenden de la confección y empiezan a tercerizar —explica Priscilla Makari, de Pro Tejer— pero también pasa que muchos cierran su fábrica y empiezan a importar. 

Cuando en 2003 empieza a rendir nuevamente producir localmente, esos que importaban vuelven a fabricar, pero tercerizando. 

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Una montaña de pantalones cargo a los que le falta el cierre por acá, otra montaña de remeras a medio hacer por allá y un camino largo que baja y se pierde entre los puestos de trabajo. Dos varones y tres mujeres sub 30 cosen y el ruido de las máquinas tapa las publicidades vintage de una radio barrial que suena como cortina de fondo. Las mesas de corte, gigantescas, se ubican en un sector particularmente iluminado por la luz natural que viene de un patio interno. El edificio de tres plantas de la Cooperativa Renacer está ubicado en Ramos Mejía y no se parece en nada a la imagen estereotipada de taller textil con mano de obra esclava. 

— Ahora que estamos organizados todo ha cambiado tanto —dice Sonia— un cambio como de una banda a la otra: de vivir en la esclavitud, sin derechos y en lugares muy tristes, a un lugar de trabajo como este, que vos le podés abrir la puerta a cualquiera y que vean lo que hacemos, cómo lo hacemos, sin problema, y no estar siempre como que a escondidas. 

Se llama María Sonia González y llegó a Buenos Aires desde Bolivia hace 17 años con el sueño de crecimiento económico. El primer trabajo que consiguió fue en un taller textil, desde las 7 de la mañana hasta las 21.30: 

— Eran talleres de compatriotas. El que nos recibió primero era un señor que quería poner en regla, pero nunca pudo. Era un galpón grande, un laberinto, era todo muy misterioso. Se perdía la noción del tiempo. Llegué ahí porque además nos ofrecían cama adentro. Entonces pensé: acá lo único que me falta es ponerle voluntad.

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La confección es, también, dentro de la industria textil, el sector manufacturero con menores ingresos totales. Esto se debe a la combinación de bajos ingresos por hora y una inestable cantidad de horas trabajables a la semana. Una considerable proporción de empleo es a tiempo parcial, mayormente cuentapropista y femenino. Mientras el 24,6% ocupado de la economía argentina vivió en hogares pobres entre 2016 y 2022, dicha proporción fue de 34,6% para la confección de ropa y 30,6% para el sector textil, dice Fundar. La confección se ubica como el segundo sector industrial con mayor incidencia de la pobreza entre las personas ocupadas, por detrás del sector calzado.

—Hay un tema de legalidad compartida —dice Makari, de Pro Tejer— La marca también es responsable por lo que pase en los talleres, por eso las marcas más grandes tienen mucho más cuidado. Pero no toda la confección es de marcas conocidas. Tenés competencia de la importación de Bangladesh, por ejemplo, donde no hay control del trabajo infantil, tiran al río todos los desperdicios y los químicos. Esos costos son súper bajos y es muy difícil competir. 

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— Cuando pasó lo de Luis Viale, allá por 2006 —dice Iber Mamani, referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE)— se juntaba mucha gente, se hicieron asambleas, venían las organizaciones y muchos compas de la izquierda decían “que pasen todos los costureros a planta permanente”. La respuesta era eso o cerrar los talleres clandestinos.  

Tanto los medios como la militancia que se comprometía y escandalizaba con la tragedia terminaban culpabilizando a las víctimas por esa voluntad de “autoexplotarse” o de explotación entre compatriotas. Muchos trabajadores migrantes cuentan anécdotas de las maniobras de distracción que debían ejecutar antes de entrar al trabajo porque se había extendido la práctica de escrachar talleres, allanarlos y secuestrar sus máquinas. Con mayor o menor grado de prejuicio, la idea de “trabajo esclavo” aparecía siempre (y aparece aún) asociada al taller textil. 

Según Gago, la tarea no consiste en “concientizar” ni en “rescatar” a los trabajadores. Abandonar la postura paternalista supone entender ese cálculo migrante para intervenirlo, acompañarlo, darle legalidad y restarle dolor.

Desde 2015 se viene dando un proceso de consolidación de cooperativas textiles con un impacto sostenido, aunque no siempre visible.

Sonia estuvo varios años tratando de levantar cabeza con la confección. Autoexplotación o empeño, nunca alcanzaba para ahorrar. Una vez proyectó armar su propio taller con sus parientes, les pidió ayuda a sus familiares en Bolivia para señar un local. La estafaron con los depósitos y adelantos del alquiler. Por eso se aferró al consejo que le dio en el colectivo aquel paisano con el que se enganchó a hablar sobre el trabajo textil. 

— Yo trabajo por Mataderos en una cooperativa. —me dijo— Te puedo dar el número de un compatriota que te va a ayudar a armar tu cooperativa.

Mamani recuerda que al principio no era tan fácil hablar de organizarse: 

— Cuando escuchaban lo de cooperativo mucha gente tenía recelo porque aparece siempre la idea de que todos van a cobrar lo mismo y surge entonces eso de “yo laburo un montón y hay otros que laburan menos y van a ganar casi lo mismo, no me sirve”. Tampoco es que nosotros teníamos la bola mágica o el manual para resolver los temas —reconoce. 

Un polo textil es un espacio común en el cual trabajan costureros de la Economía Popular organizada. La enorme mayoría de los polos está encuadrada dentro de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y tiene figura legal inscripta en el Instituto Nacional de Asociativismo y la Economía Social (INAES). Las condiciones de trabajo están regladas por ese ente oficial. Además el espacio requiere habilitación municipal. Esto, y el aporte de los movimientos sociales, garantizan que no haya trabajo infantil ni jornadas laborales inhumanas. Cada cooperativa tiene posibilidad de facturar individualmente, los balances son públicos y se realizan (o deberían realizarse) asambleas periódicas para tratar los aspectos de convivencia y administrativos.

Desde 2015 se viene dando un proceso de consolidación de cooperativas textiles con un impacto sostenido, aunque no siempre visible. Según Fundar, en 2021 había 2700 talleres en todo el país, de los cuales 400 eran cooperativos. La cifra es más del doble que en 2015, cuando empezó el proceso. Renacer elabora unos 5 mil pantalones por mes. Y es una de las 80 cooperativas que están nucleadas en la rama textil del MTE. 

Epílogo

Desde el algodón en el campo hasta el empaquetado de la prenda, los eslabones de la cadena textil contienen y multiplican infinidad de historias. Sólo la cadena textil-ropa ocupa a 539.000 personas en todo el país. De esos, 293.000 son industriales (1,5% del empleo total del país y 12% del empleo industrial).

A partir de ahí, la comercialización abre otro capítulo, aunque las características de las ventas están profundamente vinculadas a los circuitos de producción que coexisten y se solapan entre sí.

La mayor parte de las prendas nacionales comercializadas por las marcas Premium en shoppings, supermercados o locales propios, se fabrican en talleres formales y cooperativas. Esta mayor formalización impositiva y laboral explica –aunque solo en parte- los mayores precios de sus prendas orientadas a los consumidores de mayores ingresos. Los consumidores de ingresos bajos y medios, que en su gran mayoría compran en La Salada y Flores, suelen fabricarse en circuitos más informales. 

Las cooperativas, por su parte, muestran una gran flexibilidad en este sentido. Pueden abastecer tanto a marcas y supermercados como a comercios minoristas. Y tienen, o tuvieron hasta 2024, un esquema de abastecimiento al Estado tanto Nacional como provinciales o municipales. Muchas cooperativas fabrican guardapolvos, delantales, ropa sanitaria y ropa de trabajo para licitaciones públicas.

Los hogares argentinos destinan el 6,9% de sus gastos totales a la compra de indumentaria y calzado, una proporción mayor que en otros países de la región como México (4,8%) o Chile (3,5%). El tamaño del mercado argentino de indumentaria totalizó $2.092.425 millones durante 2022, un monto equivalente a 2,5% del PIB total. De ese monto total, el 1,9% se vendió en Supermercados, el 15,4% en Shoppings y el resto, 82,7%, se vendió en el muy heterogéneo grupo conformado por los circuitos de Flores, La Salada, locales minoristas, ferias y manteros.

La apertura de las importaciones produce un efecto de concentración de la economía con consecuencias imprevisibles. O no tanto. El año pasado, en pleno sacudón de las políticas del gobierno libertario a esta industria, el diseñador Benito Fernández publicó en sus redes que se vio obligado a reestructurar su empresa. Dejó de lado la línea prêt-à-porter para concentrarse exclusivamente en la alta costura. Las miles de historias que pueblan esta industria pueden quedar para vestir santos.

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ESTAFA CRIPTO: Los secretos de Karina
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ESTAFA CRIPTO: Los secretos de Karina

 

Mientras Javier Milei la expone sin pudor como parte del selecto grupo que sabía del levantamiento del cepo, Karina enfrenta una mediación judicial por la estafa de la cripto $LIBRA. La hermana presidencial está en el ojo de la tormenta por uso de información privilegiada y maniobras fraudulentas.

Por Walter Onorato

El escándalo de la criptoestafa de $LIBRA se entrelaza peligrosamente con la revelación del propio presidente Javier Milei sobre quiénes sabían del levantamiento del cepo antes de que el Banco Central vendiera USD 400 millones. Karina Milei, ya imputada en el caso cripto, fue mencionada por su hermano como una de las pocas personas con información privilegiada, una confesión que la acerca a un posible delito penal y expone la estructura de poder familiar que gobierna la Argentina. ¿Es Karina la “Jefa” o el chivo expiatorio?

Javier Milei, en su creciente verborragia de presidente mediático antes que institucional, acaba de exponer sin filtros a su hermana Karina Milei en un torbellino judicial que conecta, como un rompecabezas macabro, las prácticas más cuestionables de su gobierno: uso de información privilegiada, operaciones financieras ruinosas para el Estado y participación directa en una estafa con criptomonedas.

En una extensa entrevista con Alejandro Fantino, el presidente dijo, sin titubeos, que “básicamente los que sabíamos que salíamos del cepo éramos Toto, Kari y yo”. Una frase que, en otro contexto, podría parecer insignificante. Pero aquí no. Porque el viernes anterior a ese anuncio, el Banco Central vendió USD 398 millones a $1097,5 por unidad. Al día siguiente, con la flotación del dólar, la cotización se disparó a $1250. Resultado: una ganancia de más de $60 mil millones para quienes, casualmente, compraron justo antes de la explosión. ¿Quiénes lo sabían? Según el propio Milei: él, Karina y Luis “Toto” Caputo.

No fue un periodista el que expuso el hecho. Fue el mismo presidente, enamorado de sus propias palabras, el que incriminó —de forma directa e irrefutable— a su círculo más íntimo. Y entre ellos, Karina, la “Jefa”, como la llama con veneración mesiánica, vuelve a ocupar el centro de la escena. Solo que esta vez no es por su poder en las sombras, sino por estar al borde de una imputación por delitos económicos graves.

La confesión no pasó desapercibida. El abogado Leonardo Martínez Herrero, ya denunciante en la causa por la venta de dólares a precio vil, advirtió la maniobra: “Quienes compraron el 11 de abril obtuvieron un beneficio de USD 48 millones en un día”. Malversación de caudales públicos y defraudación contra la administración pública son los cargos que ya figuran en el expediente que tramita el juez Ariel Lijo. Una denuncia que podría ampliarse si se comprueba que hubo uso de información privilegiada, delito tipificado en el artículo 307 del Código Penal con penas de hasta seis años de prisión.

Pero como si eso no bastara, el escándalo tiene una segunda arista aún más espinosa para Karina Milei. La misma semana que su hermano la incrimina en la operación cambiaria, se confirma que ella —junto al propio presidente y el vocero presidencial Manuel Adorni— ha sido citada a una “audiencia prejudicial” por el caso de la cripto $LIBRA. Una criptomoneda promocionada desde canales oficiales y redes presidenciales, cuyo desplome generó una avalancha de demandas por daños y perjuicios.

El abogado Nicolás Oszust, que representa a unos 25 damnificados, calcula un perjuicio directo de USD 4,5 millones. Y ya está en marcha la primera instancia legal: una mediación obligatoria el próximo 15 de mayo vía Zoom. Si no hay acuerdo, la demanda civil millonaria será inminente. En paralelo, el fiscal Eduardo Taiano ordenó levantar el secreto fiscal y bancario de todos los implicados, incluyendo a los hermanos Milei.

La situación judicial de Karina Milei es doblemente crítica: mientras en la causa de $LIBRA ya está imputada por estafa, ahora aparece mencionada como cómplice necesaria en una operación que benefició a especuladores con acceso a información privilegiada. Un cóctel explosivo que exhibe el verdadero rostro del poder libertario: uno donde la transparencia brilla por su ausencia, donde los negocios personales se confunden con el rol institucional, y donde la impunidad parece ser la norma.

El libertarismo, ese monstruo ideológico que Milei vende como una cruzada moral contra “la casta”, revela ahora su propia casta, mucho más peligrosa por su opacidad y su falta de controles. ¿A quién responde Karina Milei? ¿Quién controla a la “Jefa”? Nadie. Su cargo como secretaria general de la Presidencia, sin antecedentes en la función pública, le otorga un blindaje institucional inédito. Pero ese blindaje ahora tiene grietas.

La decisión de vender reservas a un precio subvaluado justo antes de levantar el cepo se parece demasiado a un dólar futuro a la inversa. Una operación que, en tiempos del gobierno anterior, fue utilizada por el propio Milei como bandera para denunciar corrupción. Hoy, ejecuta una jugada aún más escandalosa, sin ninguna explicación racional, y con consecuencias judiciales directas para su entorno.

Lo más inquietante no es solo el hecho en sí, sino la liviandad con la que el presidente lo admite. En un país devastado por la inflación, la pobreza y el desmantelamiento del Estado, Milei festeja con su equipo económico —el mismo que está denunciado en Comodoro Py— como si fueran un grupo de brokers celebrando el cierre de Wall Street. Todo mientras los jubilados ven licuados sus haberes, los docentes universitarios luchan por un salario digno y los científicos huyen del país.

¿Este es el nuevo contrato social que propone el libertarismo? ¿Una Argentina gobernada por algoritmos financieros, criptomonedas fallidas y decretazos nocturnos? ¿Un país donde el presidente expone a su hermana y al mismo tiempo la protege con una estructura institucional pensada para blindarla judicialmente?

La historia dirá si Karina Milei es una víctima de la incontinencia verbal de su hermano o una pieza central en una arquitectura de poder construida sobre la impunidad y la especulación. Pero lo que ya está claro es que el discurso de la “libertad” se desvanece cuando la justicia llama a la puerta. Y esta vez, lo hace en simultáneo por dos causas explosivas que podrían marcar un antes y un después en el gobierno más mediático y menos republicano de la historia argentina reciente.