Colaboración

  • El Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos moviliza este miércoles contra las políticas de Milei

     

    Juan Carlos Schmidt (Dragado y Balizamiento y CATT), Hugo Cachorro Godoy (CTA Autónoma) y Abel Furlán (UOM) fueron algunos de los/as dirigentes que participaron de la conferencia de prensa que lanzó la primera acción de lucha del Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos. Foto: combinado en base a imágenes de prensa CTA-A e Indymedia Argentina.

    El Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos, integrado, hasta hoy, por 71 federaciones y sindicatos de la CGT y las CTA, organizaciones sociales, movimientos populares, trabajadores/as de la economía popular y gremios del ámbito estatal, del transporte, industrial y de servicios, anunció una masiva movilización para este miércoles 25 de junio contra las políticas de ajuste, hambre, saqueo y pobreza del gobierno de Javier Milei. La concentración será desde las 12 en Carlos Pellegrini y Sarmiento, para movilizar al Ministerio de Desregulación del Estado (ubicado en Avenida Presidente Roque Sáenz Peña 788), conducido por Federico Sturzenegger. De la conferencia participaron Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento, FeMPINnRA y CATT); Hugo “Cachorro” Godoy (CTA Autónoma); Abel Furlán (UOM); Rodolfo Aguiar (ATE Nacional); Omar Pérez (Camioneros); Pablo Biró (Pilotos); Carla Gaudensi (Prensa); Graciela Aleña (Vialidad); Alejandro Gramajo (UTEP); Juan Pablo Brey (Aeronavegantes); Daniel Yofra (Aceiteros) y Roberto Pianelli (Subte); entre otros. Por ANRed


    El Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos, integrado, hasta hoy, por al menos 71 federaciones y sindicatos (algunas de la CGT) del transporte, organizaciones sociales y gremios del ámbito estatal, industrial y de servicios, anunciaron hoy en una conferencia de prensa que llevaron adelante al mediodía en la sede de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), que este miércoles 25 de junio marcharán contra las políticas de ajuste, hambre y pobreza del gobierno de Javier Milei.

    La concentración será desde las 12 en el cruce de Carlos Pellegrini y Sarmiento, en el centro porteño, para luego movilizar al Ministerio de Desregulación del Estado, conducido por Federico Sturzenegger y ubicado en Avenida Presidente Roque Sáenz Peña 788. La jornada de lucha, además, contará con el apoyo de federaciones y organizaciones sociales y gremiales.

    La conformación del frente único y multisectorial se realizó a inicios de junio, en el marco del plan de lucha de la CATT y en repudio al plan de desregulación del Estado liderado por Federico Sturzenegger, al cual calificaron en aquel entonces como «criminal». También se trata de una respuesta a los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) del gobierno de Javier Milei, que «desregulan el sistema productivo y del transporte, fijan límites a las paritarias y recortan en áreas estratégicas como la educación, la ciencia, la salud y la infraestructura».

    «La paz social solo le sirve al Gobierno y a los grupos empresarios que se han apoderado del gobierno»

    Durante la conferencia de prensa, diversos dirigentes y referentes sindicales hicieron intervenciones. Entre otros, estuvieron Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento y CATT); Hugo “Cachorro” Godoy (CTA Autónoma); Abel Furlán (UOM); Rodolfo Aguiar (ATE Nacional); Omar Pérez (Camioneros); Pablo Biró (Pilotos); Carla Gaudensi (Prensa); Graciela Aleña (Vialidad); Alejandro Gramajo (UTEP); Juan Pablo Brey (Aeronavegantes); Daniel Yofra (Aceiteros) y Roberto Pianelli (Subte).

    Juan Carlos Schmidt (Dragado y Balizamiento y CATT) al micrófono, secundado por Hugo Cachorro Godoy (CTA Autónoma) y Abel Furlán (UOM). Imagen: Indymedia Argentina.

    Juan Carlos Schmid, Secretario General de la CGT, declaró: «es la primera acción que vamos a llevar adelante. Confluimos sindicatos estatales, del sector privado, del sector de servicios, de la industria, de la economía popular y también universitarios», enumeró. Y agregó: «la lucha por la soberanía implica la defensa de nuestros recursos naturales, la defensa de nuestras infraestructuras, de lo que queda de las empresas públicas, que sobrevivieron al experimento neoliberal de los 90′, significa soberanía alimentaria, del conocimiento y, también, trabajo argentino, porque la persona se construye y se desarrolla alrededor del trabajo, y la responsabilidad de los gobiernos es crear trabajo y dignidad del hombre y de la mujer que realiza su trabajo».

    «Y por último, los salarios, efectivamente, porque si hay un lugar donde no existe libertad, es en la negociación colectiva, donde hay imposiciones, hay pautas, hay restricciones, y eso se da de patadas con lo que pregona como un credo el gobierno de Javier Milei. Dice que él cree en la libertad absoluta, pero en la mesa de negociación colectiva no hay libertad», remarcó.

    Imagen: Prensa CTA Autónoma.

    Hugo “Cachorro” Godoy, Secretario General de la CTA Autónoma, aseguró que desde las dos CTA se acompañará esta iniciativa y añadió: «es imprescindible la resistencia y la unidad para vencer esta política de hambre y saqueo. Este es un gobierno que está habilitado por el decreto 70/23, que la Corte aún no ha rechazado, que está regido por Ley Bases, y respaldado por una Corte Suprema de la injusticia que persigue y proscribe, pero no trata la inconstitucionalidad de estas leyes, con los que incluso ha plantado una nueva estafa del FMI, que afecta a los argentinos más allá de este gobierno. Por eso, esta convocatoria a construir unidad, demuestra que nuestro pueblo no se resigna y que sus organizaciones de trabajadores formales e informales estamos en la primera línea para enfrentarlo. Este llamado a la lucha no empieza ahora y no termina con esta convocatoria», remarcó.

    En línea con lo que se fue expresando en la conferencia de prensa, Abel Furlán, Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) de la República Argentina, aseguró: «hoy gobiernan las corporaciones y son quienes, de alguna manera, han determinado quiénes van a ser los ideólogos de llevar adelante sus políticas que tienen que ver con el saqueo que ya mencionaron anteriormente. Identificar al enemigo es, de alguna manera, tomar precauciones en anteriores momentos de nuestro país en que no la hemos podido visibilizar, y es momento de estar identificando con nombre y apellido a quienes están detrás del gobierno de Milei impulsando políticas para que los trabajadores naturalicemos, en primer lugar, salarios de hambre y, en segundo lugar, no tengamos la posibilidad de tener nuestras vidas dignas».

    Imagen: Prensa CTA Autónoma.

    En tanto, Rodolfo Aguiar, Secretario General de ATE Nacional, agregó: «este frente nos va a permitir comenzar a unir las luchas que se están llevando adelante en todo el país y por eso esta primera decisión de movilizar al Ministerio de Desregulación y Transformación del Estado. Hasta ahora las únicas respuestas que hemos tenido de parte del gobierno no han sido otras que mentiras organizadas, descalificaciones, amenazas, represión e espionaje ilegal a todos los las representaciones sindicales», denunció.

    «La paz social solo le sirve al gobierno y a los grupos empresarios que se han apoderado del gobierno y que nos están saqueando. No solo cierran organismos y privatizan empresas estatales, sino ahora dice que van a vender hasta los edificios, los inmuebles y las tierras del estado. Si no les ponemos un freno, nos van a dejar sin país«, advirtió.

    Daniel Yofra, Secretario General de la Federación Aceitera. Foto: Indymedia Argentina.

    Por su parte, Daniel Yofra, Secretario General de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines de la República Argentina (FTCIODyARA) remarcó: «acá estamos enfrentando no solamente a Sturzenegger, sino a un gobierno que está minado de empresarios, que piensa como empresarios, y que representa a las necesidades que tienen los empresarios en nuestro país. Así que me parece que lo del miércoles va a ser un punto de partida. Hay muchas organizaciones y, seguramente, hay mucho lugar para otras organizaciones que quieran venir a defender a la clase trabajadora. Ojalá que esto ocurra. Ojalá que no hayan sido en vano las desapariciones de compañeros y compañeras, las muertes, las persecuciones, los encarcelamientos, y que siguen habiendo, en la actualidad, y que enfrentemos a este gobierno como corresponde, que somos representantes de la clase trabajadora».

    Mientras, Juan Pablo Brey, Secretario General de Aeronavegantes, señaló el impacto de las políticas de Milei en el sector que representa: «lo hace a través decretos, a los que nos venimos oponiendo, como el desvío de vialidad, la desregulación del sector aeronáutico, de la marina mercante, entre otras cosas, como a querer limitar el derecho huelga». Y agregó: «esta mesa es la consecuencia de un montón de de actores que se ven afectados, y por eso se ha ido ampliando, y creo que va a seguir ampliándose. Esta es la primera medida en el marco de un espacio que se está consolidando, y vamos a movilizar al Ministerio de Destrucción, porque es el que está llevando adelante estas políticas y es el ideólogo de destruir todo lo que conocemos y entregar nuestra soberanía».

    Ver conferencia de prensa completa

    

    Más de 71 federaciones, sindicatos, organizaciones sociales y gremios movilizados contra las políticas de Milei

    Hasta el momento, integran el frente, y serán parte de la movilización, la CATT y la Federación Marítima, Portuaria y de la Industria Naval Argentina (FeMPINRA); la CGT Regional La Plata, Berisso, Ensenada, Magdalena y Punta Indio; la CTA Autónoma nacional, de Berisso y de Ensenada; la CTA de los Trabajadores; la CTA Buenos Aires y Capital Federal; el Partido Justicialista de Berisso (PJ Berisso); y las 62 Organizaciones Gremiales Peronistas; la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP); la Unión Obrera Metalúrgica (UOM); la Federación Argentina de Trabajadores Cerveceros y Afines (FATCA); la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación (UEJN); ATE Nación, Buenos Aires, Ensenada, Berisso y Punta Alta; la Asociación Argentina de Trabajadores de las Comunicaciones (AATRAC); el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA); la Confederación de Educadores Argentinos (CEA); el Sindicato Único de la Publicidad (SUP); la Asociación de Supervisores de Subterráneos (ASSRA); el Sindicato de Trabajadores del Espectáculo Público (SUTEP); la Federación de Trabajadores Aceiteros y Desmotadores de Algodón (FTCIODyARA); el Sindicato de Trabajadores de Juegos de Azar, Entretenimiento, Esparcimiento, Recreación y Afines (ALEARA); el Sindicato Municipal de Berisso; el Sindicato Argentino de Televisión, Telecomunicaciones, Servicios Audiovisuales, Interactivos y de Datos (SATSAID); el Sindicato Único de los Trabajadores de la Educación (SUTEBA) de Buenos Aires y Ensenada; el Sindicato Municipales Ensenada; la Unión de Docentes de la Provincia de Buenos Aires (UDOCBA) y de Ensenada; el Frente de Gremios Estatales; y la Agrupación del Personal Superior ARS (APSA).

    También se sumaron instituciones como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA); las Universidades de Quilmes, Avellaneda, la Patria Grande y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; la Federación Universitaria de La Plata. Finalmente, otras organizaciones como la Agrupación Manuel Belgrano; la Agrupación Caballito; el Movimiento Sanitario Provincial de Capital Federal (MOSAPRO); la Federación Nacional Campesina; el Encuentro Federal por la Soberanía; el Foro por la Recuperación del Paraná; Peronismo por la Soberanía; la Comisión Nacional de Territorios Indígenas (CNTI); y la Corriente Clasista y Combativa (CCC).

     

  • La larga historia del Mossad en Argentina, las instrucciones para la SIDE, la PF y los viajes de Milei

     

    A muchos causan sorpresa o extrañeza los sucesivos viajes de Milei a Israel. Sin embargo, se trata del perfeccionamiento de relaciones que políticos argentinos mantienen, sobre todo con el Mossad, desde hace décadas. Con la pantalla de una empresa de seguridad llamada SIA, Security and Intelligence Addvising, agentes del Mossad, operan en el país desde antes del 2000. Por Koly Bader, para ANCAP.


    En su inicial página web (https://siacorp.com/ ) incluso se presentaban como EX Mossad y en 2014 sacaron este detalle de su descripción. Antes de ese cambio su dirección era Avda. Gral. Indalecio Chenaut Nº 1793, ciudad de Buenos Aires. Hoy registran una dirección en Tel Aviv: 5 Druyanov St., 12º Floor Tel Aviv 63143, y en Buenos Aires en Gurruchaga 440 4º piso C1414DHJ. También tienen filiales en Brasil, Colombia, Chile, México, Portugal, Uruguay, Rusia, España y Estados Unidos. Según su página web.

    Durante el gobierno de Julio Miranda en Tucumán, el gobernador, a instancias del entonces senador José Alperovich, los contrató para entrenar al Grupo Cero de la policía provincial. El Decreto 344/1 del 14 de noviembre de 2003, Expte. Nº 2214/110-D- 2003, Establece la contratación de los servicios de una organización privada de inteligencia. Según reza el decreto para “servicios de seguridad e inteligencia en el despacho del titular del Poder Ejecutivo y en dependencias de la Gobernación, como así también en la sede de la Representación Oficial de la Provincia en la Capital Federal.”

    Operaciones del Mosad no son nuevas en América Latina. Agentes del Mosad han tenido responsabilidad directa en el tráfico de armas a Ecuador, Panamá y Colombia y operaron en Venezuela para derrocar a Hugo Chávez por medio de sus agentes Víctor Manuel García, pretendido gerente de una compañía encuestadora que se adjudicó la dirección civil del movimiento militar contra Chávez, reconociendo que su comando de dirección lo tenía en Fuerte Tiuna, sede de la SIA.

    El Mossad es posiblemente la organización criminal más importante del planeta dejando incluso en segundo lugar a la popular CIA. Sus agentes son especialistas en técnicas de tortura, método “investigativo” que en Israel es legal en tanto se trate de árabes o palestinos. Es el único estado del planeta que se atrevió a legitimar la tortura por medio de resoluciones de su Suprema Corte de Justicia. Estos agentes son tenidos también como elevadamente entrenados y especializados en la falsificación de pruebas, documentos y hechos destinados a utilizarse en procesos judiciales para inculpar de cualquier delito grave a quien se considere “enemigo” si su carácter de tal no implicó violación de la ley alguna. (*)

    Instalado el Mossad en Tucumán, cuando José Alperovich resultó electo gobernador, son ellos los que registraron con aparatos electrónicos el despacho del gobernador y hasta su casa particular. Dos de ellos fueron todo el tiempo guardaespaldas de Alperovich casi hasta el final de sus tres mandatos.

    Imagen de José Alperovich. Foto: La Gaceta.

    Por su parte, el propio Alperovich viajó varias veces a Israel en supuestas vacaciones y su esposa Beatriz Rojkes , electa senadora nacional, hizo su primer viaje oficial a su patria de origen como la llamó.

    A la DAIA le gusta decir que José Alperovich fue el primer gobernador judío y Beatriz Rojkes la primera presidente judía de Argentina. Fue vice presidenta del senado por mandato de CFK y ante un viaje de la presidenta y Armando Boudou, ejerció el cargo por algunas horas. Era además presidenta del PJ tucumano.

    No obstante, las relaciones con el Estado de Israel nunca fueron transparentes. Pocos saben que Argentina es firmante, por medio de Alberto Fernández, de la “Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto” (IHRA por sus siglas en inglés). Se trata de un puntuado que define el antisemitismo en una forma tan ambigua que cualquier crítica a Israel puede ser tomada como antijudía o antisemita. Es preferible usar el termino antijudío ya que los pueblos semitas se originaron en el Cercano Oriente y el Cuerno de África. Los países actuales con mayor población semita incluyen a Etiopía, Eritrea, Israel, los países árabes (como Arabia Saudita, Irak, Jordania, Líbano, Siria, Yemen, Palestina, Egipto, etc.) y partes de África del Norte. Tradicionalmente, se consideraba que descendían de Semita, hijo de Noé en la Biblia. Este grupo incluye a árabes, hebreos (judíos), arameos, acadios, fenicios, y otros.

    Pero sigamos. Tan ambigua es la definición del IHRA que en 2020 se emitió la “Declaración de Jerusalén sobre el Antisemitismo” (DJA ).Es un documento que pretende delinear los límites del discurso y la conducta antisemita, en particular con respecto al sionismo , Israel y Palestina. Su creación fue motivada por el deseo de confrontar el antisemitismo y por las objeciones a la Definición de Antisemitismo de la IHRA , que, según los críticos, reprime las críticas legítimas al gobierno israelí y restringe la libertad de expresión] La redacción de la declaración se inició en junio de 2020 bajo los auspicios del Instituto Van Leer en Jerusalén por ocho coordinadores, la mayoría de los cuales eran profesores universitarios. Una vez finalizada, la declaración fue firmada por unos 200 académicos de diversos campos y publicada en marzo de 2021.

    Siendo la Argentina el país de América Latina con la más grande comunidad judía, no es extraño el especial interés de Israel en este país. Lo que, claro, no justifica nada y mucho menos la preferencia de políticos argentinos en sus métodos represivos y, en general, las políticas de un estado claramente violatorias de todo principio reconocido por la humanidad.

    La historia sigue con la adquisición por argentina del programa informático Pegasus, de la inteligencia israelí, creado para el espionaje de todo tipo por medio de los artefactos electrónicos de uso masivo hoy en día.

    En el gobierno de Alberto Fernández y de la mano de su ministro del Interior Wado De Pedro, se firmó un convenio con la firma israelí Mekorot. De esta forma, hasta ahora, las provincias que han firmado convenios con Mekorot para la gestión del agua son: Mendoza, San Juan, La Rioja, Catamarca, Río Negro, Formosa y Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero y Chubut. Estos acuerdos se han establecido para la elaboración de planes maestros hídricos y la implementación de asesoramiento técnico en la gestión del agua. Nada menos. Y con seguridad será una de las empresas que participe de las privatizaciones, por ejemplo, de Aysa

    En los viajes de Milei a Israel se vino consolidando y ampliando estas “relaciones carnales” con el estado genocida. En su ultima visita firmó un memorándum de acuerdo. En un hecho que el gobierno caracterizó en su página web como: “histórico sin precedentes, Javier Milei, y el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, firmaron en Jerusalén, el Memorándum “En Defensa de la Libertad y la Democracia Contra el Terrorismo y el Antisemitismo”, donde “se comprometen a afianzar los lazos en la lucha contra el terrorismo y el antisemitismo, impulsando la defensa de las libertades y la democracia”. Según el diario The Jerusalem Post, que se basó en una entrevista con el embajador argentino en Israel, Axel Wahnish, rabino y guía espiritual de Milei, “el Memorándum implica una cooperación sin precedente en contra del terrorismo, investigaciones en cibercrimen, establecer carriles aduaneros “fast-track, lanzamientos satelitales conjuntos y centros de tecnología hídrica en el río Paraná”.

    Paralelamente y por denuncia del periodista de derecha Alconada Mon, el diario La Nación publica el «Plan de Inteligencia Nacional» de la SIDE, señalando que podría permitir el espionaje interno, incluyendo a periodistas, economistas y cualquier persona que critique al gobierno de Milei. Además, ha revelado haber recibido amenazas tras exponer este plan. La Comisión Bicameral del Congreso también ha expresado preocupaciones sobre la ambigüedad y los riesgos que plantea el plan. En notas posteriores, el cronista del diario La Nación agregó dos elementos significativos. Por un lado, en enero de 2025 el Director General de Operaciones de la casa de los espías, Diego Kravetz, firmó una directiva, también secreta, en la que ordenó “identificar y monitorear” a los “grupos sociales vulnerables” y a cualquier “actor no estatal” que pueda capitalizar la “creciente polarización política para expandir su influencia”.

    Posteriormente la revista Crisis amplia la información y consigna, con facsímiles del documento:

    Dice Crisis: El tercer Lineamiento Estratégico lleva por nombre “Poder integral de la Nación” y se refiere a las “amenazas y oportunidades que pudieran impactar en el progreso integral de los factores de poder, la institucionalidad republicana, la libertad, la vida y el patrimonio de sus habitantes”. La primera observación tiene que ver con el término “factores de poder” de la Nación, que se repite varias veces sin que haya especificación alguna sobre a qué actores apunta.

    Y mucho, mucho más que apunta claramente a la inteligencia interna.

    Casi simultáneamente y al retornar Milei de Israel, firma un decreto dirigido a habilitar a la Policía Federal a más espionaje e incluso habilitar detenciones sin orden de juez. Patrullaje en redes sociales sin orden judicial: La PFA podrá realizar tareas de «prevención del delito» en espacios digitales públicos, como redes sociales abiertas y sitios web, sin necesidad de autorización previa de un juez.

    Detenciones sin autorización judicial: La reforma permite a la PFA detener a personas por hasta 10 horas si no pueden acreditar su identidad y existen «circunstancias debidamente fundadas» que hagan presumir que han cometido o podrían cometer un delito. Estas detenciones deberán notificarse a un juez, y los detenidos tendrán derecho a comunicarse con un familiar o persona de confianza. Sin embargo, especialistas han criticado la vaguedad de los criterios, señalando que podría habilitar detenciones arbitrarias basadas en sesgos policiales, una práctica que ha sido condenada en el pasado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

    Creación del Departamento Federal de Investigaciones (DFI): Inspirado en el FBI y la Policía Federal de Brasil, el DFI se enfocará en delitos complejos como el narcotráfico, la trata de personas y las redes criminales urbanas. Este departamento contará con subáreas especializadas, como Agencias Federales de Investigación y una unidad dedicada al combate del narcotráfico.

    Además, se prevé un aumento en el despliegue de agentes en provincias, especialmente en ciudades con alta incidencia delictiva como Rosario, para fortalecer la presencia federal.

    Nada de esto es casual. Aun cuando lo dispuesto es relacionado por la prensa con el FBI, se trata exactamente de la forma de operar del Mossad y las fuerzas de seguridad israelíes.

    No queremos ignorar las múltiples denuncias de la llamativa presencia permanente de soldados israelíes en el sur con el justificativo de “vacaciones”. Un verdadero lujo para simples soldados.

    Fuente: https://noticiasancap.org/2025/06/20/la-larga-historia-del-mossad-en-argentina-las-instrucciones-para-la-side-la-pf-y-los-viajes-de-milei/

     

  • La Segunda guerra civil en Estados Unidos

     

     

    Si estuviéramos en otro país, los medios estarían discutiendo sobre una «revolución de colores» contra el poder establecido y a favor de los valores de la libertad y la democracia. Los enfrentamientos que se están produciendo en EEUU entre los detractores de la Migra o ICE (Immigration and Customs Enforcement) y las fuerzas represivas enviadas por Trump representan el embrión de esa «segunda guerra civil norteamericana» que lleva tiempo rondando en el horizonte. Si desemboca en un conflicto civil en toda regla o si, por el contrario, se apaga, es lo que veremos en las próximas semanas, pero es importante observar su significado radical.Por Andrea Zhok (LaHaine).


     

    No se trata simplemente de la contestación de una normativa contra la inmigración clandestina. Las líneas políticas que se enfrentan aquí son, con bastante claridad, herederas directas de las líneas de contraste de la Guerra de Secesión (1861-1865).

    En esa Guerra, el Sur, agrícola, estaba vinculado a una visión política y económica intrínsecamente conservadora, telúrica, identitaria, mientras que el Norte, industrial o en vías de industrialización, se proyectaba en una dimensión de ‘progreso’, en rápida evolución.

    En cuanto a las relaciones interétnicas, la divergencia no podía ser más clara: el Sur seguía anclado en una perspectiva en la que la esclavitud sedentaria y hereditaria desempeñaba un papel económico fundamental, mientras que el Norte, gracias al rápido proceso de industrialización, seguía atrayendo a una amplia población migratoria procedente de Europa, que constituía su fortuna.

    En la segunda mitad del siglo XIX, la esclavitud era un anacronismo y las relaciones de poder entre las zonas urbanas industriales y las zonas agrícolas favorecían totalmente a las primeras. La supremacía del norte era un hecho. Pero un siglo y medio después, el auge del urbanismo industrial, convertido en economía financiera, está en plena crisis; la libre circulación de la mano de obra, que siempre ha sido una característica de los EEUU, genera más problemas de los que puede resolver la contribución económica de los trabajadores baratos.

    En este momento, los frentes de la Guerra de Secesión reaparecen, pero con nuevas funciones históricas. La línea divisoria ya no es tan clara entre el norte y el sur geográficos, sino entre las grandes áreas urbanas, vinculadas a la internacionalización financiera y con un electorado predominantemente demócrata, y la provincia profunda, que busca protección económica y la recuperación de una identidad perdida, y vota mayoritariamente republicano.

    Es evidente que esta fractura es objetivamente profunda y se percibe como tal en EEUU. Se ve en la radicalización del enfrentamiento en el plano institucional, donde, por ejemplo, la alcaldesa de Los Ángeles y el gobernador de California alimentan constantemente una retórica de «democracia contra dictadura», apoyando de hecho el carácter subversivo y anticonstitucional de las decisiones de la presidencia.

    A su vez, Trump tiene fácil trabajo para dar la vuelta a las acusaciones, acusando a las instituciones californianas de actividades subversivas e insurreccionales. Esta fractura se está propagando rápidamente en todos los principales centros urbanos del país: Seattle, Chicago, Filadelfia, etc., donde las autoridades demócratas apoyan esta lectura de «choque de civilizaciones».

    Dudo que los políticos con intereses profesionales sólidos, alcaldes, gobernadores, diputados, etc., estén dispuestos a una confrontación arriesgada en el momento en que Trump recurra a la Ley de Insurrección, que confiere al presidente el poder de utilizar el ejército y la guardia nacional para tareas policiales.

    Pero no es nada seguro que, una vez evocada en una parte de la población la imagen de un choque vital entre concepciones de la civilización, en el que no hay margen para el compromiso con la otra parte, se consiga volver a meter el ganado en los corrales.

    Si estuviéramos en otro país, los medios de comunicación estarían discutiendo sobre una «revolución de colores» contra el poder establecido y a favor de los valores de la libertad y la democracia. Pero, a diferencia de las habituales «revoluciones de colores» en otros países del mundo, aquí falta un elemento decisivo: el papel de financiación y coordinación de los estadounidenses.

    (Solo podemos imaginar lo que pasaría aquí si, como en 2014 en Ucrania, el equivalente ruso o chino de la entonces portavoz del Departamento de Estado de EEUU, Victoria ‘Fuck Europe’ Nuland, distribuyera alimentos y financiación, o arengara a la multitud de insurrectos en Los Ángeles…).

    CALPU

     

     

     

  • Apuntes sobre la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial: una lectura histórica

     

    Hace unos años que se viene especulando sobre la inminencia de una Tercera Guerra Mundial. La guerra Ucrania-Rusia y el genocidio Palestino en manos del Estado de Israel -con la integración reciente de Irán- significan una escalada que se está estimulando tanto desde la Administración de Trump como desde la Unión Europea con el incremento del financiamiento armamentístico recientemente aprobado. El régimen productivo-energético y los circuitos comerciales internacionales están siendo profundamente transformados, y estas transformaciones no pueden terminar de consolidarse sin un pataleo bélico por parte de quienes podrían quedar desplazados de la centralidad imperialista: los Estados Unidos de América. Por Lucía Fernández para ANRed.


     

    Lejos de las teorías conspiranoicas, y más cerca de los hechos históricos que derivaron en la Primera y Segunda Guerra Mundial, podemos analizar algunas dimensiones que darían cuenta del palpable riesgo en el que se encuentran los conflictos geopolíticos actuales y que podrían efectivamente derivar en un nuevo conflicto bélico entre potencias.

    1. Los conflictos entre Potencias por el control colonial

    Lo primero que deberíamos destacar es que tanto la Primera (1914-1918) como la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fueron principalmente disputas entre potencias coloniales por el control de los recursos y las rutas comerciales de nuevos territorios conquistados en las décadas previas. Muchas veces los libros de historia las explican como conflictos entre nacionalidades y regímenes, narrativa que servía para la movilización de las propias tropas a partir de la construcción y estimulación de los nacionalismos que levantaban el espíritu de confrontación entre pueblos, pero ésta fue más una estrategia narrativa que la causa detonante del conflicto.

    La emergencia y consolidación del Capitalismo Industrial como modo de producción hegemónica en el Siglo XIX gracias al Carbón le permitió al Capital europeo expandirse hacia mercados y territorios en los cuales apropiarse nuevas fuentes de recursos y materias primas.

    El territorio africano, a diferencia del territorio latinoamericano, no fue colonizado en su interior por las potencias europeas hasta las últimas décadas del Siglo XIX, puesto que la trata de personas esclavizadas había sucedido principalmente en las costas. Esta expansión -que coincide con los genocidios indígenas de la campaña del Desierto llevada adelante por el Estado Argentino en 1880- trajo disputas entre las potencias, que para garantizar la paz entre sí se repartieron el territorio africano en la Conferencia de Berlín, en 1884.

    Esta repartición colonial, que había beneficiado enormemente a Francia y al Reino Unido, no había dejado conformes al Imperio Alemán (el Segundo ‘Reich’ formado en 1871) ni al Imperio Austro-Húngaro (constituido en 1867), ni al Reino de Italia (de reciente unificación en 1861). El entonces Imperio Otomano, por presión alemana, se sumó con el fin de recuperar el control sobre parte del territorio balcánico.

    La derrota de los Países centrales frente a los Aliados consolidó la estrategia de expansión transatlántica de las economías europeas, y trajo consigo la caída del Segundo Reich alemán, así como la desintegración del Imperio Austro-Húngaro, emergiendo los nuevos Estados de Hungría, Yugoslavia y Checoslovaquia. En el medio sucede la Revolución Rusa, haciendo caer al imperio de los zares y consolidando la Unión Soviética en entre 1917 y 1922.

    El Imperio Otomano es desintegrado luego de la derrota en 1922, cuyo centro político se convierte en la actual Turquía, perdiendo el control sobre los territorios como Bulgaria, Egipto, Grecia, Hungría, Jordania, Líbano, Palestina, Macedonia, Rumanía, Siria, partes de Arabia y la costa norte de África. La disputa del territorio armenio termina en el genocidio del pueblo armenio que conocemos. Nuevamente, los grandes beneficiados fueron el Reino Unido y Francia, que se quedaron con el control de Palestina y Jordania, y de Siria y Líbano respectivamente, consolidando la hegemonía que venía construyendo Francia en el Norte de África durante todo el Siglo XIX.

    Fue la disputa por estos territorios, donde se empezó a encontrar petróleo en cantidades abismales, lo que fue desatando y condicionando el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, junto con la creciente frustración de Italia y Alemania luego de la derrota y la emergencia de los Regímenes Fascistas y Nazis. Mientras tanto, se consolidaba el crecimiento de los Estados Unidos como potencia que ya contaba con la mayor producción mundial de petróleo y las industrias automotrices.

    El fin de la Segunda Guerra Mundial estabilizó un orden internacional que es el que hoy se encuentra tambaleando: se consagra a Estados Unidos como potencia económica y centro del intercambio mundial financiero y mercantil, y se establece el Estado de Israel en territorio palestino como respuesta al holocausto judío del Tercer Reich y como principal aliado de Occidente en Medio-Oriente.

    Desde entonces, Europa se ha servido de las acciones delegadas a Estados Unidos e Israel: sus sistemas financieros y sus industrias de guerra. Los Estados Unidos han continuado la ampliación del control transatlántico de Occidente mediante las permanentes guerras y el control político-estratégico para acceder y controlar los recursos y materias primas -en África, Latinoamérica y Asia, siempre en alianza con Europa.

    Pero en el Siglo XXI la centralidad de Estados Unidos ha ido siendo desplazada por China y su despegue económico. China se fue convirtiendo en un deglutor de recursos mientras se desarrollaba, atrayendo más materias primas que Estados Unidos, mientras no paraba de recibir inversiones de capitales Occidentales -tanto europeos como yankys- en los procesos de desplazamiento para el abaratamiento de las industrias de consumo masivo. Esto le permitió a China poder ir acercándose, poco a poco, a los países del Sur Global que vendían las materias primas, y desplazando del podio de los Socios comerciales a los Estados Unidos.

    Por otra parte, la creciente alianza de los Europeos con los Estados Árabes como Arabia Saudí y los Emiratos Árabes (donde hoy reside el depuesto Rey de España Juan Carlos) va desplazando la centralidad del enclave israelí en Medio-Oriente.

    En cuanto al Sistema Financiero, que desde la Segunda Guerra Mundial se concentra en New York como epicentro del intercambio mundial, sucede que los capitales europeos han comenzado a retirarse para re-colocarse en sus propias bolsas europeas o colocarse en bolsas chinas.

    El mercado financiero chino comienza a cobrar una relevancia tal que ya se ha especulado con trasladar al FMI al país asiático. La misma Cristine Lagarde en 2017 dijo que la sede del FMI hoy se encuentra en Washington porque Estados Unidos es la primer potencia mundial, pero que si ese puesto era tomado por China en 10 años, la sede debería trasladarse a Pekín. Esto implica que podríamos estar cerca del cimbronazo. Las medidas de Trump y la desesperación con la que está actuando indicarían que el riesgo es real, y que no van a caer del podio sin revolear petardos.

    1. El síntoma de la avanzada Neocolonial en los Sures Globales

    En los últimos años las voces críticas del Sur Global van consolidando la idea de que desde finales del Siglo XX estamos en un nuevo ciclo de avanzada (Neo)colonial, con una fuerte expansión de la mercantilización de los territorios en todas las Regiones afectadas.

    Tanto África como Latinoamérica vienen recibiendo inversiones desde el Norte Global -muchas veces vehiculizadas a través de China- para la ampliación de infraestructuras (rutas, puertos) destinadas a facilitar los corredores comerciales de las industrias extractivistas. El cambio o ampliación de la matriz que implica la Transición Energética, que propulsa a la minería en todo el Sur Global para ampliar la capacidad de la producción de energía eléctrica y nuclear, es otro factor asociado a un contexto de Guerra Mundial.

    Finalmente, y al igual que a fines del Siglo XIX y principios del XX, vemos en la últimas décadas un incremento exponencial de los movimientos migratorios producto los desplazamientos que suponen las reconfiguraciones territoriales productivo-extractivas.

    Si en las guerras mundiales anteriores fueron las migraciones de los campesinos desplazados de la periferia europea y del antiguo Imperio Otomano los que se repartieron por los Sures y Estados Unidos incrementando a la clase obrera industrial, hoy vemos un movimiento inverso desde los Sures hacia el Norte que reconfigura las identidades populares en Europa y en Estados Unidos. También India y China, junto con algunos países árabes, están recibiendo migraciones desde los países cercanos, estableciendo nuevos corredores migratorios.

    Las políticas de deportación y criminalización de la migración que se ven en Estados Unidos y en Europa con el auge de las derechas debería alertarnos sobre el riesgo que implica para las poblaciones migrantes este contexto, ya que al igual que los obreros rebeldes del siglo XIX y principios del XX, están bajo el disciplinamiento y persecución de los Estados, construidos como el chivo expiatorio de los problemas económicos y sociales provocados por la economía mundial. Casi toda la maquinaria represiva de Europa se concentra en las poblaciones migrantes, sean de primera o tercera generación.

    La presencia de unidades carcelarias especiales para migrantes como el ICE en Estados Unidos o los CIE (Centros de Internamiento de Extranjeros) en España y sus equivalentes en el resto de Europa, así como el CECOT en El Salvador a donde Trump comienza a enviar migrantes deportados, debería levantarnos las alarmas porque se trata de un régimen especial de privación de la libertad, con aún menos garantías y controles que las cárceles comunes.

    El genocidio en Gaza y el crecimiento de la extrema derecha nos alertan. Porque para llevar a cabo una Guerra Mundial no sólo hacen falta recursos armamentísticos y una excusa del imperialismo comercial, sino también una profunda normalización de la crueldad y la muerte. Si la racionalidad moderna supo consumar la organización de un holocausto, las tecnologías digitales y la inteligencia artificial nos exponen a la posibilidad de nuevos mecanismos de muerte masiva. Ya lo vimos todos, esto nos enseña Palestina.

     

     

  • ¿Esto sigue siendo neoliberalismo?

     

    El segundo mandato de Trump marca el fin de una era, pero no el fin del dominio incontrolado del capital sobre nuestra sociedad. Entrevista a Vivek Chibber| Traducción: Florencia Oroz (JacobinLat).


    Los últimos cincuenta años han sido una era de dominio indiscutible del mercado en todos los ámbitos de la vida. Pero la agitación global provocada por la guerra comercial de Donald Trump ha suscitado no pocos interrogantes acerca de si estamos asistiendo al desmoronamiento del orden neoliberal.

    Melissa Naschek conversó con el editor de Catalyst, Vivek Chibber, para hablar acerca de las consecuencias de la política de aranceles de Trump, el auge del populismo de derecha en el mundo y sobre si la era neoliberal ha llegado realmente a su fin.

     

    MN

    Vivek, ya llevamos bastante tiempo con la presidencia de Trump, así que tenemos una idea bastante clara de cuál es su agenda. ¿Alguna vez imaginaste que sería así?

    VC

    No creía que fuera a cambiar tanto con respecto a su primera presidencia, a su primera administración. Así que más o menos sabía qué tipo de políticas iba a seguir. Pero el caos, la agresividad y la especie de manía que lo caracterizan… No creo que nadie esperara que llegara a este nivel. Así que es una combinación: sí, está haciendo lo que esperábamos, pero lo está haciendo de una forma mucho más agresiva y decidida, hasta el punto de que ha sacudido el conjunto de la economía política y la cultura.

     

    MN

    Si nos fijamos en los seguidores de Trump, hay una parte de su base que no podría estar más contenta, probablemente porque no esperaban que llegara tan lejos. Y luego lo hizo. Después hay otra parte que apostó todo el tiempo a que su presidencia iba a ser básicamente una copia de su primer mandato. Y ahora están enfadados con él por estar haciendo todo esto.

    VC

    Dentro de su base hay un llamamiento a cambiar el sistema, a derribar cosas, a destrozar las instituciones. Y esta vez ha venido preparado para hacerlo. Y si eso es lo que querías ver, sí, tienes que estar contento si eres partidario de Trump.

     

    MN

    Creo que eso es cierto, si realmente creías en sus palabras. Pero creo que mucha gente no lo creía, y lo interesante esta vez no es solo la intensidad de su agenda y sus políticas, sino también hasta dónde está llegando, lo que ha hecho que algunas personas empiecen a preguntarse si esto es algún tipo de punto de inflexión no solo en la historia política estadounidense, sino en todo el sistema económico mundial o más concretamente, si la nueva agenda de Trump significa el fin del neoliberalismo.

    VC

    Yo diría que hay un punto de inflexión en muchos sentidos. Mucha gente lo cree ahora. Da la sensación de que no hay vuelta atrás al capitalismo de la era Bush-Obama, que ha habido un cambio en la cultura política, pero también en el tipo de paquetes de medidas que podemos esperar ver ahora. Así que creo que ha habido un cambio en la cuestión del neoliberalismo. Es un poco más confuso, así que intentemos profundizar un poco en ello.

     

    MN

    Teniendo esto en cuenta, ¿crees que Trump es realmente el fin del neoliberalismo?

    VC

    No sé si Trump es el fin del neoliberalismo. Sí creo que estamos en una fase del capitalismo, o supongo que la gente lo llama ahora capitalismo tardío. No estoy muy seguro de lo que significa.

     

    MN

    En algún momento se nos acabarán las etapas tardías.

    VC

    En los años 80 existía el término «capitalismo tardío»; Ernest Mandel escribió un libro en los años 70 titulado Capitalismo tardío. De alguna manera se transformó en «fase tardía», y eso hace que parezca que está a punto de morir o algo así, que se encuentra en sus últimas etapas y que solo estamos viendo cómo se va encogiendo poco a poco hasta convertirse en una pequeña bolita.

     

    MN

    Es el capitalismo metastásico.

    VC

    Nos encontramos en una especie de punto de inflexión en nuestra economía política. Y el neoliberalismo, como palabra, se utiliza para describir todas estas dimensiones de la economía política: la dimensión global, la dimensión nacional. Sus componentes políticos, sus políticas económicas, las relaciones laborales, todas estas cosas entran en la categoría del neoliberalismo, y empieza a convertirse en algo tan amplio que no tiene mucho peso analítico.

    Creo que ahora estamos viendo algunos cambios importantes en él. Así que, en el fondo, lo que la gente entiende por «neoliberalismo» es simplemente un alejamiento del tipo de régimen regulador distributivo de los años 50, 60 y 70, que también tenía un lugar para el trabajo.

     

    MN

    También conocida como la economía de posguerra y la llamada «edad de oro del capital».

    VC

    Sí, la edad de oro del capital. En términos generales, el capitalismo social y democrático se aleja de eso hacia un régimen económico más desregulado y basado en el mercado. Se llama neoliberalismo porque es una nueva forma de liberalismo.

    Entonces, ¿qué es el neoliberalismo? Lo que se entiende por eso no es el liberalismo político, el liberalismo de los derechos y de la fuerte inclusión política. Lo que quieren decir es una economía desregulada, como la que había en el siglo XIX. Así que el neoliberalismo significa una nueva versión del capitalismo del siglo XIX, que dio lugar a todos esos gigantescos movimientos sociales que nos dieron el Estado de bienestar. Por lo tanto, se supone que el neoliberalismo significa, en términos generales, un giro hacia formas mercantilizadas de intercambio y distribución sin la intervención del Estado en las transacciones del mercado ni en la distribución de los ingresos.

    Si eso es lo que entendemos por neoliberalismo, y nos preguntamos: «¿Es este el fin?», la respuesta es no. Pero lo interesante es por qué la respuesta es no. Hay un aspecto en el que algo ha llegado a su fin, y eso es lo que la gente señala cuando se pregunta: si el neoliberalismo podría estar llegando a su fin. El primero es el apoyo social a todas estas políticas; el segundo es la dimensión global de esas políticas.

     

    MN

    ¿A qué te refieres con el apoyo social al neoliberalismo?

    VC

    Perry Anderson escribió este artículo en 2000, cuando se relanzó la revista New Left Review. La relanzó porque pensaba que estamos en lo que podría ser una era muy, muy larga de dominio del capital, tal vez llamada neoliberalismo. La idea era que esto requeriría una agenda intelectual completamente nueva para darle sentido.

    Y en ese momento, en ese artículo, Anderson hizo la observación de que la ideología del neoliberalismo —la ideología que celebra los mercados, el individualismo y un Estado muy minimalista— es muy hegemónica. La comparó con el poder de la Iglesia cristiana en la Edad Moderna y la Edad Media. Anderson pensaba que la ideología neoliberal era extremadamente poderosa. Lo que eso sugería en ese momento era que el neoliberalismo había tenido éxito como programa político, en parte porque había conseguido el apoyo de la población a través de esta ideología.

    Así que cuando hablamos de los apoyos sociales del neoliberalismo, lo que se transmite es la sensación de que no solo existía un consenso dentro de las clases dominantes y la clase política en favor de una economía política mercantilizada, sino que también se había ganado el consentimiento de las masas a través de diversos medios.

    Y ahora ese apoyo se ha derrumbado. ¿Cómo se ha derrumbado? Bueno, a partir de la época de Occupy Wall Street quedó claro que las enormes desigualdades que se habían acumulado en la década de 1980 y 1990 y principios de la de 2000 se habían vuelto tan marcadas que se produjo un rechazo cultural generalizado y una sensación generalizada de que las personas no solo debían tener derechos políticos, sino también económicos.

    Esto va en contra del espíritu neoliberal, que dice: «Tus únicos derechos son los derechos políticos en la economía». Obtienes lo que te da el mercado. Esa es la ideología del neoliberalismo. Ahora bien, mi opinión es que nunca ha habido un gran apoyo social al neoliberalismo. Creo que la gente siempre lo ha odiado. Creo que la gente odiaba tener que luchar por un trabajo, tener que luchar constantemente por su salario. Creo que odiaban la inseguridad que conllevaba, el retroceso del Estado de bienestar.

    Así que lo que cambió a partir de 2010 no fue que el apoyo al neoliberalismo se desmoronara. Fue que la ira contra el neoliberalismo finalmente se unió. Y, en mi opinión, los izquierdistas y los teóricos críticos de los años noventa y principios de los dos mil, que intentaban aplicar la teoría gramsciana sobre cómo se genera el consentimiento en el capitalismo y cómo el neoliberalismo y el thatcherismo generaron el consentimiento, estaban completamente equivocados.

     

    MN

    Una pregunta que tengo al respecto es que no es que no haya habido resistencia política hasta ahora. A lo largo de esta época ha habido intentos constantes, especialmente por parte de los republicanos, de amenazar con recortar estas prestaciones, en particular la seguridad social. Y cada vez que eso ocurre, por ejemplo, siempre hay una gran presión por parte de grupos sin ánimo de lucro y grupos de estadounidenses de edad avanzada para que acudan a los ayuntamientos a decirles a los republicanos: «No se atrevan a tocar mis prestaciones», y luego votar en contra de ellos en las elecciones de mitad de mandato como una especie de castigo.

    ¿En qué se diferencia este tipo de tensión política de las batallas anteriores para, por ejemplo, proteger el Estado de bienestar de los recortes, algo que habría estado en línea con el neoliberalismo?

    VC

    No ha habido grandes movilizaciones sociales desde la década de 1980, ni en apoyo de la seguridad social ni de ninguna otra causa. La resistencia a su desmantelamiento ha sido casi exclusivamente electoral y de presión. El fracaso de los republicanos y los demócratas a la hora de reducir el Estado de bienestar estadounidense no se debe a que el electorado o los trabajadores se hayan unido y hayan lanzado campañas masivas para frenar su agenda. Se debe a que cada vez que lo han intentado, han perdido las elecciones. Perdieron en las elecciones de mitad de mandato, y eso es lo que estamos viendo ahora mismo en la lucha por Medicaid en la agenda fiscal de Trump.

    Ahora bien, ese es un tipo diferente de resistencia. Es una resistencia a desmantelar ciertas políticas. Existe un tipo diferente de resistencia al capitalismo que tiene una agenda positiva, que no consiste solo en poner palos en las ruedas de los liberalizadores, sino en conseguir nuevos derechos dentro del capitalismo que antes no existían. Eso es lo que hizo el New Deal. En mi opinión, es inexacto decir que el apoyo al neoliberalismo se ha derrumbado. Es más exacto decir que la tolerancia hacia el neoliberalismo se ha derrumbado.

    Nunca ha habido una opinión mayoritaria entre los trabajadores y la gente corriente de que el thatcherismo y el reaganismo sean cosas buenas. En el mejor de los casos, había una aceptación a regañadientes, pero en su mayor parte había una sensación de resignación.

     

    MN

    Creo que eso encaja bien con tus comentarios sobre la distinción entre movimientos sociales y comportamiento electoral, debido al ejemplo tan citado de «en realidad, fue una decisión popular que se tomó para tener algo parecido al neoliberalismo». No sé si la gente vota exactamente por eso, pero el voto de la clase trabajadora a Reagan es un ejemplo muy citado de «bueno, esto es lo que quería la gente». Lo aceptaron activamente.

    VC

    No, no hubo aceptación del programa económico de Reagan. No hubo aceptación de lo que se conoció como reaganismo. Hubo una revuelta contra los demócratas. Hubo una revuelta contra el shock de Volcker, las subidas masivas de los tipos de interés, el desempleo que generó, pero nunca hubo la sensación de que lo que queríamos era un retroceso de nuestros derechos económicos y del Estado de bienestar. Ese es un argumento de ciertos intelectuales liberales de la derecha, pero es profundamente erróneo.

    Creo que la forma correcta de describir lo que ha cambiado es que el público ya no está dispuesto a tolerar lo que se le ha vendido durante treinta años, que es el neoliberalismo. Hay una ira dentro de la cultura y una demanda de algún tipo de cambio, diferente de lo que vimos en los años noventa y dos mil.

    Así que, aunque es un error describirlo como un colapso del apoyo al neoliberalismo, esa descripción sí que da en el clavo en algo, y es que las élites políticas no pueden dar por sentado que pueden salirse con la suya con las políticas sociales mercantilizadas que han aplicado durante los últimos treinta años. Ahora lo saben.

    Es un cambio importante. Porque hay una agitación dentro de la cultura política en la que se entiende que las élites políticas van a tener que cambiar, de forma drástica, la forma en que han estado haciendo las cosas.

    ¿Significa eso que van a alejarse del reaganismo, del thatcherismo, de lo que conocemos como neoliberalismo? La respuesta es, en gran medida, no. Hay un componente que están cambiando: lo que llamamos «globalización». Sin embargo, yo diría que el fin de la globalización, si queremos llamarlo así, no es el fin del neoliberalismo. Es simplemente un cambio dentro de una dimensión del neoliberalismo.

    El neoliberalismo tenía dos dimensiones. Estaba el frente interno y estaba el frente internacional. El frente internacional se ocupaba de cuestiones como los tipos de cambio, cosas por el estilo. Sin duda, está experimentando un cambio importante. Pero en cuanto a cómo los Estados y la clase capitalista se ocupan de la economía nacional —cómo acumulan capital, cómo obtienen sus beneficios, cómo tratan a los trabajadores y al Estado de bienestar—, no hay ningún indicio de que eso vaya a cambiar.

     

    MN

    ¿Podría hablar un poco más sobre su segundo punto, la base del neoliberalismo, concretamente la base política del neoliberalismo?

    VC

    Una vez que entendemos que el neoliberalismo no surgió porque las masas lo exigieran, la pregunta es: ¿cómo surgió? Bueno, surgió porque en Estados Unidos, y podemos limitarnos a Estados Unidos, se produjo un cambio en la forma en que la clase política y económica estadounidense entendía cómo reactivar el crecimiento y los beneficios.

    Desde finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta, la economía estadounidense estuvo bastante estancada. A finales de los setenta, el consenso, especialmente en la comunidad empresarial, era que la forma de reactivar el crecimiento era, en primer lugar, reactivar la rentabilidad. Los beneficios de las empresas.

    Las ganancias corporativas se estaban viendo afectadas, decían, por todos los costos excesivos que el Estado de bienestar y los sindicatos les habían impuesto. El Estado de bienestar, con sus altos niveles de impuestos a los ricos y su gran cantidad de seguros sociales, que, según ellos, desmotivaban a los trabajadores.

    Y luego, por supuesto, estaban los sindicatos, con todas sus reivindicaciones sobre los ingresos de las empresas para conseguir salarios más altos, pensiones, prestaciones, cosas por el estilo. Así que la idea era que teníamos que recuperar la iniciativa —«teníamos» en referencia a la comunidad empresarial— para que, al rechazar todos estos costes, pudiéramos recuperar una mayor parte de nuestros ingresos y conservarlos como beneficios.

    Y una vez que obtenemos esos beneficios, podemos reinvertirlos y esa reinversión conducirá a mayores niveles de crecimiento. Ahora bien, esta era una perspectiva elitista. Para llevar a cabo esa perspectiva, tenían que lidiar con el hecho de que los sindicatos se opondrían a ella. El primer punto de su agenda era debilitar o incluso eliminar los sindicatos.

    Así que en los años 1970, lo que vemos es un ataque generalizado al movimiento sindical, y se hace por dos razones. Es un fin en sí mismo: se reduce el poder de los sindicatos y, con ello, se aumenta el propio poder en el lugar de trabajo como directivo. Se aumentan los beneficios porque los sindicatos pueden exigir menos.

    Pero también hay un beneficio político, que es que, una vez que los sindicatos desaparecen, desaparece la principal fuente de apoyo al Estado de bienestar. Y entonces puedes empezar a rechazar todos los costes que el Estado de bienestar te impone.

    Esa era la esencia. No se impuso mediante algún tipo de deseo masivo de la clase trabajadora por el neoliberalismo. Se les impuso. Y una vez impuesto, bueno, quisieron luchar. Pero si no tienes sindicatos, si todas tus instituciones sociales están siendo desmanteladas, ¿cómo vas a luchar? No queda nada. Lo único que te queda son las elecciones.

    Así que, una vez que lo único que les quedaba era el voto, en realidad se le facilitó mucho el trabajo a los partidos políticos, porque durante esos cuatro años, entre elecciones, tienes vía libre para hacer lo que quieras, porque no hay sindicatos ni instituciones sociales.

    Ese consenso dentro de la clase dominante en favor de este nuevo tipo de economía de mercado lleva más o menos cuarenta años vigente.

     

    MN

    Entonces lo que estás diciendo es que, a lo largo del neoliberalismo, ha habido un consenso en que el Estado de bienestar perjudica la rentabilidad de las empresas. Y que, a su vez, si queremos mejorar esa rentabilidad, tenemos que eliminar un obstáculo importante para la reforma del Estado de bienestar, que son los sindicatos.

    ¿Trump está desafiando, de alguna manera, todo ese consenso, porque es alguien que básicamente se presentó a las dos elecciones con el lema «No vamos a tocar el Estado de bienestar. No voy a hacer nada para quitaros vuestras prestaciones»? Y aunque no era explícitamente prosindical como Bernie Sanders, tampoco hizo campaña con un programa antisindical.

    De hecho, en su primer mandato, trabajó con los sindicatos para mantener sus puestos de trabajo aquí. Y al comienzo de su segundo mandato, se armó mucho revuelo por el hecho de que nombrara a un secretario de Trabajo que estaba a favor de la Ley Pro. Entonces, ¿son Trump u otros políticos como él, como Josh Hawley, de alguna manera diferentes?

    VC

    Es una buena pregunta, y debe abordarse en dos niveles diferentes. El primer nivel es: ¿Podrían estos políticos ser precursores de una especie de escepticismo elitista hacia el neoliberalismo? Una vez más, por neoliberalismo nos referimos al dominio sin restricciones de los mercados sobre nuestras instituciones sociales. Y el segundo nivel es: Incluso si son escépticos al respecto, ¿son escépticos respecto a la cuestión subyacente, que es la priorización de los beneficios empresariales y el poder directivo por encima de los intereses y las vidas del resto de la población?

    Creo que esa distinción se pierde a menudo en estas conversaciones. Empecemos por la primera pregunta. ¿Es posible que personas como Trump o Hawley sean escépticas respecto al dominio tradicional del libre mercado? Creo que la respuesta es sí, son escépticos en el sentido de que están dispuestos a alejarse de algunos de sus componentes en interés del proyecto de clase más amplio al que se han comprometido. Ahora bien, ese proyecto de clase más amplio es lo que trataré en la segunda dimensión de la que he hablado, pero el mero hecho de que estén interesados en cuestionarlo no debe eludirse ni minimizarse. Creo que es algo importante y que ha tenido eco entre la población.

    La razón por la que ha resonado en la población es porque, como he dicho antes, están muy enfadados. Ya no están dispuestos a tolerar el régimen tradicional. El dilema al que se enfrenta la clase dirigente estadounidense —y la europea— es que no son ellos los que quieren alejarse de cuarenta años de neoliberalismo. Es algo que les está siendo impuesto por la población.

    Entonces, lo que están tratando de averiguar es: ¿cómo podemos mantener los aspectos más amplios de nuestro poder sobre la población mientras reestructuramos las instituciones de alguna manera para absorber todos los ataques, las críticas y el resentimiento del electorado? Eso es lo que están tratando de hacer. Ahora bien, para lograrlo, puedes tener a alguien como Hawley diciendo: «Necesitamos preservar la red de seguridad social». Puedes tener a alguien como Trump diciendo: «No tocaré Medicaid ni Medicare».

    Pero hay que entender qué son esas cosas. No son, en modo alguno, una revitalización del Estado de bienestar. En el mejor de los casos, lo que dicen es que mantendrán el statu quo anterior. El statu quo anterior es lo que ha provocado toda la ira de la población en primer lugar. Así que no es una solución muy buena. Lo único que dicen es que no mantendrán el ritmo acelerado con el que han estado desmantelando todo y obligando a la gente a tragarse los mercados.

    Pero desde el punto de vista de la gente, no es nada. Es algo, ¿no? Y ahora están tan desesperados por algún tipo de alivio tras cuarenta años de miseria que una gran parte del electorado ve eso como algo a lo que aferrarse. Así que es muy posible que veamos a algunos sectores del Partido Republicano —e incluso a algunos sectores de la derecha europea— apoyar algún tipo de programa redistributivo débil. Y con eso nos referimos a algún tipo de Estado de bienestar débil. Es totalmente posible.

     

    MN

    Lo que están haciendo es simplemente no seguir atacando.

    VC

    Así es. Debemos entenderlo como una ralentización del ritmo del desmantelamiento, más que como una inversión del mismo.

     

    MN

    Correcto. Y es notable que Trump no esté siendo comparado con Roosevelt en este caso.

    VC

    No. Y ya sabes, el populismo en su momento significaba ataques masivos al poder de la élite. El populismo actual simplemente significa ralentizar los ataques a la clase trabajadora. Eso es todo lo que significa. De acuerdo. Pero mira, no es insignificante. Incluso Hawley, a quien la gente señala como precursor de los cambios dentro del Partido Republicano, está bastante aislado. En la actualidad, es muy reducido el contingente dentro del Partido Republicano que está interesado en preservar la red de seguridad social. Hay literalmente una docena, quizá dieciocho congresistas y un senador. Así que no estamos hablando de un cambio importante en el partido.

    Pero, de nuevo, no debemos ignorarlo. No es insignificante. Y si no fuera por ellos, ahora mismo veríamos en la reforma fiscal de Trump un ataque generalizado a Medicaid. Ahora bien, hay una cuestión más profunda, que es suponer que esa versión del Partido Republicano, ese ala del Partido Republicano, esa ala de la derecha europea, crece hasta cierto punto. Y  vemos un giro hacia los sindicatos y  vemos un giro hacia algún tipo de alejamiento del libre comercio y cosas por el estilo. ¿Significa eso el fin de los últimos cuarenta años de dominio de clase y poder de los empresarios? La respuesta tiene que ser no.

    Esto significa, en mi opinión, que el neoliberalismo no es el problema. Recuerden que empezamos diciendo que la esencia del neoliberalismo es un giro hacia el tipo de dominio de los mercados del siglo XIX. La cuestión es que lo que requiere una democracia plena no es tanto una reducción de los mercados en sí mismos, sino la plena participación de la gente común en las instituciones políticas que los gobiernan. Es posible que haya un dominio sin restricciones del capital en una situación en la que existen instituciones corporativistas.

     

    MN

    ¿Puede explicar qué es una institución corporativista y por qué sería compatible con el poder capitalista?

    VC

    Lo que intentamos comprender es: ¿qué necesitan los trabajadores para defender sus intereses en una situación en la que estos no coinciden con los de los ricos? La razón por la que la clase trabajadora luchó por la democracia es porque pensaba que las instituciones democráticas, el derecho al voto, serían una flecha más en su carcaj para intentar luchar por una vida digna en una situación en la que no tiene mucho control sobre las instituciones clave de la sociedad: el lugar de trabajo, el gobierno, cosas así.

    Así que pensaron que el voto era un elemento muy importante para ello, y los sindicatos son un elemento muy importante para ello. Ahora bien, el deseo de la clase dominante de desmantelar todas estas instituciones, como los sindicatos y otras instituciones sociales, se debía a que quería ejercer un dominio unilateral sobre la política y la economía.

    Hay varias formas de ejercer ese dominio unilateral. Una es a través de los mercados libres, pero también pueden hacerlo organizando a la sociedad civil en lo que se denomina organismos corporativos. No se trata de empresas. Se trata de entidades colectivas que organizan los intereses de las personas de alguna manera. Los sindicatos son un organismo corporativo. Las asociaciones cívicas son un organismo corporativo. Los partidos políticos también pueden ser un organismo corporativo.

    A menudo se olvida que en los años veinte y treinta, cuando la extrema derecha tenía el mayor poder que hemos visto en el último siglo, no lo hizo a través de los mercados libres. Lo hizo a través de lo que se denomina instituciones corporativistas. Es decir, sindicatos, asociaciones cívicas, grupos de ciudadanos. Todas estas cosas que asociamos con una democracia próspera también pueden ser instrumentos del poder capitalista. El ejemplo clásico de esto fue el fascismo.

    En el fascismo no imperaba el libre mercado, sino el dominio de las empresas a través de asociaciones cívicas y organismos ciudadanos. Incluso llegaron a controlar los sindicatos. La razón por la que señalo esto es que lo que la izquierda debería luchar no es por el fin del libre mercado en sí mismo, aunque eso es importante, sino por el fin de la hegemonía de las empresas sobre la sociedad.

    Esa hegemonía de la clase patronal puede ejercerse a través de los mercados libres, pero también a través de cosas como los sindicatos de empresa. Puede ejercerse a través de cosas como los grupos vecinales de derecha, cuya función real es vigilar a los ciudadanos. Puede ejercerse a través de unos medios de comunicación que, en apariencia, son libres, pero que en realidad están completamente controlados por sus propietarios privados, que los utilizan como instrumentos de propaganda.

    Eso significa que cuando vemos al Partido Republicano avanzar formalmente hacia el apoyo a cosas como alguna forma de sindicatos o instituciones sociales, no hay que tomarlo como una victoria de la izquierda. Porque, en el contexto de la hegemonía de los empresarios y las empresas sobre la política, estas aperturas hacia los sindicatos, etc., pueden volverse en contra de los intereses de los trabajadores y a favor de los intereses de los empresarios.

    Así que ahora mismo, cuando vemos a alguien como Trump o Hawley diciendo que debemos alejarnos del neoliberalismo, eso no significa que estén diciendo que debemos avanzar hacia el empoderamiento de los trabajadores. Podrían estar diciendo simplemente que necesitamos nuevas formas de control social. Y esas nuevas formas de control social, formalmente, en apariencia, pueden parecer realmente el tipo de instituciones que asociamos con una democracia próspera. Históricamente, el polo opuesto de una sociedad democrática, que es el fascismo, tenía todo tipo de instituciones que eran contrarias al libre comercio y al libre mercado, ninguna de las cuales favorecía los intereses de los trabajadores.

     

    MN

    Creo que tus comentarios aportan mucha claridad sobre el estado de la situación política. Pero probablemente el fenómeno más importante al que se refiere la gente cuando dice «esto significa el fin del neoliberalismo» son los ataques a la globalización y la supuesta desglobalización que está instaurando Trump. ¿Hasta qué punto cree que es legítimo? ¿Estamos desglobalizándonos?

    VC

    Creo que se puede decir que nos estamos desglobalizando si con ello nos referimos a que la expansión e integración continuadas de la economía global están llegando a su fin. No es que la integración esté llegando a su fin, sino que la expansión continua de la integración está llegando a su fin. Y eso, en realidad, si entendemos que la desglobalización lleva ya unos quince años en marcha, desde la crisis de 2008.

    Lo que vemos desde la crisis de 2008 es que el nivel de integración —si lo medimos cuantitativamente— de la economía global se ha estancado. Desde aproximadamente 1980 hasta 2010, fue en aumento. La economía mundial se fue integrando cada vez más. Alrededor de 2010 se estabilizó, lo que significa que no se desintegró, no se desmanteló la integración, sino que simplemente entró en una fase de estancamiento, con el nivel de integración existente más o menos igual.

    Eso significa el fin de la expansión de la integración global. ¿Es posible que empecemos a ver una reducción del grado de integración? Sin duda es posible. Pero si tuviera que aventurar una respuesta, diría que lo que veremos es una ligera reducción del nivel de integración y luego una nueva estabilización. Es decir, no se producirá una desglobalización continua a lo largo del tiempo. Lo que veremos es un descenso gradual del nivel de integración y luego una estabilización a partir de un punto determinado. Y la razón es sencilla: el grado de integración es tan grande que deshacerlo para volver a unas economías nacionales aisladas sería tan disruptivo que los gobiernos no podrían soportarlo.

     

    MN

    ¿Crees que las políticas comerciales de Trump son en parte responsables de esta dinámica?

    VC

    Sí, sin duda. Ha sido un acontecimiento cataclísmico. Ahora bien, aún es pronto y Trump ha dado marcha atrás en gran parte de lo que ha hecho. Pero ya se sabe que es el modus operandi de Trump. Subió los aranceles a niveles desorbitados, como si fuéramos a sufrir una catástrofe mundial, y ahora los ha rebajado a niveles simplemente muy altos, que no parecen catastróficos, pero que siguen siendo bastante elevados para los estándares históricos.

    Y nadie sabe dónde va a acabar todo esto. Pero tenemos que esperar una clara posibilidad de que se produzca un cierto grado de desintegración de esa integración.

     

    MN

    Las especulaciones que he oído sobre dónde acabaremos son vagas y ominosas, del tipo «no podemos volver atrás», y eso va de la mano con este comentario sobre cómo Trump ha dañado irreparablemente la reputación de Estados Unidos. Volviendo a nuestro episodio sobre el poder blando, la implicación es que lo que Trump está haciendo en esencia es desmantelar el imperio estadounidense, y eso se presenta como otro dato para decir: «Bueno, miren, el neoliberalismo está llegando definitivamente a su fin porque siempre ha coexistido con el imperio estadounidense».

    VC

    Hay cierta confusión, y eso se debe a que el neoliberalismo se ha convertido en un cajón de sastre que lo abarca todo. Así que creo que hay una reducción del imperio estadounidense, pero no es por culpa de Trump. Lo dije hace varios episodios: lo que Trump está haciendo es simplemente reconocer un hecho, que es que el poder geopolítico estadounidense ya no es incuestionable como lo era hace treinta o cuarenta años. El poder geopolítico se basa en última instancia en el dominio económico, y el dominio económico estadounidense en la economía mundial simplemente no es lo que era hace cuarenta años.

    Ahora hay países que han logrado ascender en la escala económica mundial. China es el mejor ejemplo, pero no es el único. En América Latina, economías como la de Brasil. En el sur de Asia, la economía india. Obviamente, está Rusia, que ha logrado defenderse de toda Europa que ha acudido en ayuda de Ucrania.

    Todo esto demuestra que Estados Unidos ya no puede seguir tomando decisiones unilaterales en la economía mundial, lo que significa que tiene dos opciones: o bien seguir con las fantasías de Biden, que consiste en seguir siendo una potencia política hegemónica a nivel mundial, aunque económicamente ya no pueda tomar decisiones, o bien reducir sus ambiciones políticas globales a la misma escala que sus ambiciones económicas, es decir, a la escala de su capacidad económica. O bien rebajar sus ambiciones políticas globales al mismo nivel que sus ambiciones económicas, es decir, a su capacidad económica.

    Y creo que si no hubiera sido Trump, si hubiera sido cualquier otra persona, habrían tenido que hacer lo mismo. Estados Unidos ya no puede tomar las decisiones. Por lo tanto, se está reduciendo el alcance de Estados Unidos a nivel mundial. ¿Significa eso que el imperio estadounidense se está reduciendo? Sí, tiene que ser así, porque un imperio es simplemente la influencia que se ejerce sobre otros países, y eso se va a reducir. No hay forma de evitarlo.

    ¿Significa eso que el imperialismo estadounidense está llegando a su fin? Por supuesto que no. Simplemente será una potencia imperialista más débil que hace cuarenta o cincuenta años. Entonces, cuando decimos que los aranceles están provocando el fin o el desmantelamiento de un aspecto del neoliberalismo, ¿significa eso que los trabajadores estadounidenses deberían apoyar el régimen arancelario? La respuesta es no, en realidad no, porque volvemos al punto que he mencionado antes, que el neoliberalismo no es el problema. El problema es si los trabajadores tienen algo que decir en lo que está pasando a su alrededor. Los aranceles no son un regalo para los trabajadores, sino para el capital. Lo que hacen los aranceles es reducir las amenazas competitivas a las que se enfrentan los empresarios por parte de sus rivales en otras partes del mundo.

    Eso sí que es un regalo para los empresarios. Hay una parte de la izquierda que piensa que si de alguna manera se recupera la industria manufacturera, se podrá volver a sindicalizar. No es así. Si nos fijamos en los nuevos talleres del mundo, ya sea en China, en algunas partes de la India o en algunas partes de América Latina, donde el capital ha fluido en los últimos veinte años para reactivar la industria manufacturera o para construirla, vemos que son talleres infernales.

    Las condiciones de trabajo allí son peores que las que hemos visto nunca en la industria manufacturera en cualquier parte del mundo. Peores que las de la industria manufacturera del siglo XIX en Inglaterra y Alemania. La industria manufacturera no significa el renacimiento de los sindicatos. La organización significa el renacimiento de los sindicatos, y lo cierto es que la clase empresarial ha aprendido en los últimos ochenta años a inmunizarse también contra los esfuerzos de organización dentro de la industria manufacturera. Llevan unas cuatro o cinco décadas de ventaja a la izquierda, que sigue viviendo en ese mundo fantástico de los años treinta y cuarenta, en el que, si se consigue la industria manufacturera, se repetirá la historia de esos años. No será así, porque las formas de poder y control gerencial han evolucionado enormemente desde entonces.

    Vamos a tener que idear estrategias de organización completamente nuevas, incluso en la industria manufacturera. Así que, aunque los aranceles de Trump devuelvan en cierta medida la industria manufacturera a Estados Unidos, lo que probablemente ocurrirá en cierta medida, eso no significa que vayan a volver los sindicatos. Eso depende de que los organizadores aprendan el nuevo panorama, no solo en los servicios, sino también en la industria manufacturera.

    No hay razón para suponer que, en este nuevo panorama, la vuelta de la industria manufacturera aumente la probabilidad de que surjan sindicatos y se organicen. Simplemente no hay razón para creerlo, porque el poder y las formas de control gerencial en la industria manufacturera son completamente diferentes a lo que eran en la década de 1930. Vamos a tener que reinventar el significado de la organización, lo que significa que «el fin del neoliberalismo» a nivel internacional en el régimen global no debe verse como una panacea ni como un regalo para la izquierda o los trabajadores per se. Es, en primer lugar, un regalo para el capital.

    Seguimos en la era del dominio incuestionable del capital. El hecho de que esté experimentando con nuevas formas institucionales no debe engañarnos.

     

    MN

    ¿Dices que ha habido algunos cambios políticos significativos en los últimos diez años, mientras que nuestra política estuvo marcada por Trump y su presencia, pero que esos cambios no han alterado realmente las dinámicas de poder fundamentales de la sociedad, sino que se han instituido para reforzarlas?

    VC

    Hay indicios de que la clase dominante y la clase política están muy inquietas. Les preocupa que ya no se pueda dar por sentada la tranquilidad de una población pacificada, abatida y cínica. Por eso están experimentando con nuevas instituciones sociales y económicas que podrían lograr dos cosas: en primer lugar, sofocar de alguna manera toda la ira y el resentimiento de la población y, en segundo lugar, preservar el desequilibrio básico de poder entre los detentadores de la riqueza y el resto de la población.

    Y lo que nosotros, como izquierdistas, no debemos hacer es dejarnos confundir por el hecho de que estén utilizando la retórica del antineoliberalismo y la retórica del antiliberalismo. No debemos confundir eso con la retórica del empoderamiento social. Porque eso nunca vendrá de arriba. Nunca vendrá de la derecha quitándose la venda de los ojos y diciendo: «Bueno, ahora queremos ser un partido de la clase trabajadora».

    Eso solo vendrá si los trabajadores y los ciudadanos de a pie imponen a estos centros de poder su propia visión de cómo sería una sociedad más democrática, e insisten en que las instituciones que están construyendo estén libres del control de los empresarios, libres del control de sus señores corporativos y políticos, y estén sujetas a sus propios dictados, a su propia toma de decisiones democrática. Nada de eso figura en la agenda de todo este populismo de derecha, ni siquiera en el populismo del Partido Demócrata.

    Porque, como he dicho antes, la lucha actual entre demócratas y republicanos es que los demócratas quieren una clase política más multirracial y socialmente heterogénea que gobierne al pueblo, y los republicanos están más contentos con una clase política más blanca y tradicional que gobierne al pueblo. Ninguno de estos dos partidos piensa en el 80% más pobre de la población.

    Y hasta que eso ocurra, es posible que se produzca un alejamiento de lo que se denomina neoliberalismo, que es el dominio de los mercados. Pero no se alejará el dominio de clase de los ricos y las élites sobre la población, porque pueden hacerlo a través de diversas instituciones, de las cuales solo una es el libre mercado.

     

  • Semaforazo por Grillo, un clásico de Escalada

     

    Festival 20 de junio, Foto de Ale Pérez

    Los semaforazos de los viernes, frente a la plaza principal de Remedios de Escalada, desde hace tres meses se convirtieron en una constante. Ayer, aprovechando el feriado, se armaron varias carpas y actividades. Estuvieron presentes el Centro de Estudiantes de la Universidad Nacional de Lanús con posta de salud; hubo muestra de fotos de Romina Vermelha (Enfoque Rojo) y del Polaco; un puesto de serigrafía; variadas activaciones de arte y activismo; y la banda de música del hijo del médico que atendió a Pablo Grillo en el Ramos Mejía. Un festival versátil. Con la presencia inagotable de los jubilados, ejemplo de lucha de todas las causas. Otra de las tantas manifestaciones del amor que la sociedad demuestra ante la deshumanización del poder: ante la absoluta falta de amor. Si el odio alimenta a nuestro enemigo, el amor habrá de debilitarlo. Por ANRed.


    En nuestro país la historia no parece repetirse nunca como una farsa. Ni a través del genio de Marx podemos entenderla. Y mucho menos cuando el afectado es alguien que está cerca: un vecino, un amigo, un hijo, un hermano, un colega. La historia contemporánea se mastica a sí misma en una tragedia que no termina de cerrar. El poder ciega. Se devora la vida. La infamia del poder es directamente proporcional a su grado de ceguera. Con la batuta deshace lo que tarde o temprano va a padecer. Y esto que suena a deseo no es una premonición: es el pronóstico del lugar donde la historia pone a quien se crea blindado, impune, o incluso ungido por alguna clase de inmunidad metafísica. Todo pasa, pero los registros existen. Y siempre quedarán sectores más o menos amplios de la población con algo de memoria respaldada por documentos probatorios irrefutables.

    Nada de lo que combate la actual gestión de gobierno nacional es casualidad: cultura, salud y educación tienen la memoria en común. Cualquiera de las tres que se perturbe afecta, de una manera u otra, a la memoria.

    El caso de Pablo Grillo es paradigmático

    La Gendarmería no le dispara a cualquiera. Al riesgo de vida de Pablo no lo causó tampoco la crisis o la mala suerte. No se trata de un efecto colateral. El poder censura la mirada. Rompe con todo lo que pueda registrar. Menoscaba el archivo, complota contra el memorioso historiador. Invierte en armas de destrucción y control. Modifica leyes a golpe de decreto. Se lleva por delante  garantías constitucionales, deroga derechos. Apunta a los ojos. A los oídos. Aturde. Soborna decires y promueve discursos unívocos, totalizantes. Cuanto más miedo, más violencia.

    Festival 20 de junio. Foto: Ale Pérez

    Contra todo esto, las armas de creación masiva

    Y parte de la construcción de esta memoria la viene llevando a cabo el barrio de Escalada, localidad donde vive Pablo. Sus familiares, sus amigos, sus vecinos la vienen rehaciendo: con cada declaración, con el modo que tiene de agradecer Fabian Grillo, el papá de Pablo, a la salud pública cada vez que puede. En las formas en que viene manifestándose la militancia independiente u organizada después del hecho. En la proliferación de fotoperiodistas, fotógrafos independientes, ciudadanos comunes que se han asomado con sus dispositivos más o menos profesionales a la calle, o que se van sumando a diversos movimientos por primera vez. En la convocatoria de cada semaforazo, en los festivales como el de ayer o como el que se organizó para el primer mes de internación. Es cierto que lxs jubiladxs tienen mucho que ver con esto. Pero también esto los excede.

    La proliferación de las luchas es un reguero de pólvora. Ante esto, el poder tiembla. ¿Sus síntomas? Mayor inversión en armas; aumento de los sueldos de todas las fuerzas; aumento de efectivos y movilización de tropas como brigadas de apoyo antidisturbio; renovación de patrulleros, de carros hidrantes, de motos, de armas. Prebendas y entrega a policías de más de 130 viviendas que ya estaban asignadas a personas de la sociedad civil. Y por eso los decretos de emergencia, y por todo esto tanta violencia.

    El pueblo soporta mucho, quizás demasiado, hasta que un día se levanta.

    Festival 12 de abril. A un mes de la internación de Pablo Grillo. Foto: Andres Manrique

    El día del hecho: la evidencia pormenorizada que Bullrich niega

    En la manifestación de jubilados del 12 de marzo de este año, Héctor Jesús Guerrero, integrante de la Sección de Empleo Inmediato de la Gendarmería Nacional, junto a otro soldado en funciones, se apostaron delante de los escudos de la gendarmería. Guerrero apoyó una rodilla en el asfalto y apuntó con su escopeta lanza gases hacia la línea de horizonte, luego de que el militar que se quedó a su lado parado señalaba hacia adelante. El cabo de rodillas apretó el gatillo y detonó la explosión que propulsó con una potencia no menor a 75 metros por segundo, el cartucho que puso en peligro la vida de un joven desarmado. Después, el gendarme se puso en pie, dio un paso hacia el costado, y el que había señalado a las personas que estaban a más de 60 metros, le dio un pequeño golpe en el hombro como quien felicita el procedimiento.

    Contra todas las normas nacionales e internacionales que refieren rigurosamente cómo deben usarse las mal llamadas armas de fuego “menos letales” (pregúntenle a algún familiar de Fuentealba, el docente fusilado por una de estas escopetas); y contra los protocolos de Gendarmería, el Cabo apuntó con la mira paralela al suelo.

    Festival 12 de abril. A un mes de la internación de Pablo Grillo. Foto: Andrés Manrique

    Ese día, un fotoperiodista independiente se había puesto en cuclillas detrás del esqueleto en llamas de un mueble para encuadrar la línea de las fuerzas policiales. A las 17.18, el cartucho de gas que Guerrero había disparado, contra toda norma, le dio a Pablo Grillo en la zona frontal de la cabeza. El fotógrafo quedó boca arriba y los manifestantes a su alrededor lo asistieron. Alguien llamó a la ambulancia, el SAME llegó rápidamente. Y fue trasladado al Hospital Ramos Mejía. Tenía un agujero en el cráneo, con pérdida de masa encefálica.

    Con la vida pendiendo de un delgadísimo hilo, el miércoles 04 de junio, luego de 83 días de terapia intensiva, Pablo Grillo salió de la terapia.  Desde entonces, está internado en una clínica de rehabilitación. Desde el día cero la familia y la comunidad lo acompañan. Su imagen recorrió el país y se lo espera en cada marcha, en cada manifestación, con carteles de toda índole que lo apoyan. Las cámaras de fotos se han convertido en armas de creación masiva.

    Los videos que fueron recolectándose a lo largo de los días, desde todos los ángulos, muestran los hechos. No hay manera de negar las evidencias o de taparlas, a menos que se tenga la intención expresa de mentir. No hay lectura ni interpretación válida. De un lado estaban las fuerzas del Estado con todo el aval institucional. Del otro, el ciudadano que movido por lo que está pasando precisa registrarlo con fotos, o quiere estar porque siente que allí puede aportarle algo a la sociedad.

    Festival 12 de abril, a un mes de la internación de Pablo Grillo. Foto: AndresManrique

    Durante las horas posteriores al siniestro (entendido también desde aquello que de su dócil naturaleza despliega su ominosa monstruosidad), e incluso varios días después, el país fue testigo de las mentiras sistemáticas de Patricia Bullrich, Ministra de Seguridad Nacional. Del modo en que contradijo las imágenes del hecho, que corrían en los noticieros, incluso a sus espaldas. Negó el material que se recabó mediante aportes de diversos periodistas, sobre el proceder abusivo de las fuerzas represivas que tenían órdenes de reprimir y cumplieron. Y justificó el despliegue de recursos y efectivos militares y policiales desmesurado cada miércoles de marcha, donde un grupo muy pequeño de jubiladxs los hace correr de una esquina a la otra, al grito de hop-hop-hop-hop, mientras se mantiene perimetrado todo el Congreso de la Nación con una vallada descomunal.

    Festival 12 de abril, el Polaco en plena muestra de fotos. Foto Andrés Manrique

    El 12 de marzo Héctor Jesús Guerrero le puso cuerpo al gatillo que apretó toda una línea de mando. Un mando que no lo ha llamado aún a declarar. Y que sigue negando todo. El cartucho que le rompió el cráneo al fotógrafo fue enviado directamente desde lo más alto del poder Ejecutivo. Sí, Javier Milei es primer responsable de este crimen. A quien le siguen, de muy cerca, Patricia Bullrich, como ministra de Seguridad Nacional; el director Nacional de Gendarmería, Claudio Brilloni; Héctor Ferreira, que es jefe del Destacamento Móvil 6, y el jefe del Comando Región I, Marcelo Porra Melconian, todas autoridades involucradas en el diseño del operativo, la transmisión de órdenes y la supervisión del accionar de las fuerzas desplegadas esa jornada contra los manifestantes. Aún no ha sido llamado a declarar y la institución le ha asignado ya los abogados defensores.

    No hay reglas que midan al poder cuando, desbocado, actúa en contra de la organización. Pero tampoco existe el poder que se sostenga a base de decretos ni, mucho menos, de violencia. La legitimidad se construye de manera lenta y sistemáticamente, con mucha cintura y capacidad. Condiciones ausentes para esta gestión. La coacción se derrumba bajo el peso de su propia intolerancia. Pablo Grillo es un mojón que la Argentina tiene ahora como ejemplo de entrega, por la necesidad de mostrar.

    Porque tal como reza el cartel de un jubilado insurgente: «No es fácil hacer callar a un grillo».