Cafiero dijo que postura de Marcelo Gallardo “está en línea” con el Gobierno

“Las declaraciones de Gallardo están en línea con lo que queremos hacer nosotros. Estamos definiendo los protocolos necesarios para que vuelvan los entrenamientos” dijo el funcionario en Radio La Red (AM 910).

Durante la semana, en declaraciones radiales, el entrenador ‘millonario’ había manifestado la urgente necesidad de reactivar el regreso de los jugadores a las prácticas, luego de la interrupción producida en marzo pasado, a causa del coronavirus.

“Se está trabajando con el Ministerio de Salud en ello para poder avanzar”, agregó el funcionario.

Cafiero también consideró que uno de los ítems puntuales a cumplimentar sería que los futbolistas “no compartan el vestuario, que vayan cambiados y que se duchen en sus casas”, enumeró.

“Quizás puedan agruparse por sectores, en núcleos reducidos”, sostuvo el Jefe de Gabinete.

Cafiero, quien eludió la chance de “citar plazos y nombrar una fecha”, también dijo que “todos los deportes tendrán la posibilidad de reanudar sus entrenamientos”.

“En el caso del fútbol volverán el masculino, el femenino también y el resto de las actividades deportivas”, precisó.

Difunde esta nota

Publicaciones Similares

  • Ucrania: una paz que avanza a la fuerza

     

    En menos de 72 horas, la relación transatlántica cambió de naturaleza y todo parece indicar que los ucranianos han perdido la guerra. El 12 de febrero de 2025, el flamante secretario de Defensa estadounidense, Pete Hegseth, dio inicio a las negociaciones de paz en Ucrania. Ya desde un comienzo cedió ante las dos principales exigencias de Moscú: la no adhesión de Kiev a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la ratificación de las “nuevas realidades territoriales”, es decir, la anexión de cuatro regiones ucranianas a Rusia, así como también de Crimea. Al día siguiente, tras una larga conversación telefónica con Vladimir Putin, el presidente Donald Trump anunció su intención de reunirse con su par ruso en Arabia Saudita –sin los ucranianos ni los europeos– y expresó su deseo de que pronto se organicen elecciones en Ucrania. Finalmente, el 14 de febrero, en un discurso pronunciado en una conferencia en Munich, el vicepresidente estadounidense, más que abordar la cuestión ucraniana, reprochó a los dirigentes europeos el hecho de que deshonraran las aspiraciones de sus propios pueblos restringiendo la libertad de expresión en las redes sociales o anulando las elecciones en Rumania por supuestas injerencias rusas (1).

    Semanas antes, Trump había lanzado una ofensiva comercial al aumentar los aranceles a las importaciones de Canadá, México y la Unión Europea, y también había expresado sus intenciones anexionistas sobre Groenlandia (2). Sin embargo, de ahora en adelante, ya no se trata tan sólo de manipular a sus “aliados” para que compren más armas o para equilibrar la balanza comercial. Al declarar que Estados Unidos no les concedería garantías de seguridad ni a Ucrania ni a las tropas europeas que pudieran desplegarse para hacer cumplir un eventual alto el fuego, Trump inevitablemente sembró dudas sobre la solidaridad estadounidense en caso de un ataque al territorio de un miembro de la OTAN. Sin su contrapartida de seguridad, el vínculo transatlántico se parecería más bien a una completa relación de dependencia.

    No obstante, desde 2022, Estados Unidos ha “invertido” un promedio de 35.300 millones de dólares por año en Ucrania (3). Mucho más que los 3.000 a 5.000 millones de dólares que Washington destinó cada año a Israel antes del ataque del 7 de octubre de 2023 y el equivalente a casi la mitad de los gastos militares anuales para Afganistán entre 2001 y 2019 –un esfuerzo para financiar una ocupación militar y operaciones directas–. El nivel de apoyo a Ucrania se sitúa, por lo tanto, en algún punto intermedio entre la ayuda brindada a un aliado histórico en Medio Oriente y el compromiso de una intervención directa en el campo de batalla en su propio nombre. Pero a Trump poco le importa todo eso: la guerra en Ucrania no es la de Estados Unidos, sino la de su antiguo rival Joseph Biden…

    Errores de cálculo

    Evidentemente, la magnitud de la ayuda occidental llevó a Kiev a cometer un error y la alentó a rechazar la negociación. En la primavera boreal de 2022, incluso antes de que Occidente le proporcionara su apoyo militar, la resistencia ucraniana podía enorgullecerse de haber frustrado la operación de cambio de régimen fomentada por el Kremlin y de haber minimizado las pérdidas territoriales. Después de cuatro semanas de combates, los beligerantes estaban cerca de llegar a un acuerdo. En Estambul, Kiev aceptó un estatus de neutralidad –es decir, renunció a adherirse a la Alianza Atlántica– y confirmó su intención de no dotarse de armas nucleares. A cambio, buscaba conseguir la retirada voluntaria de Moscú de los territorios que había ocupado desde el 24 de febrero. Sin embargo, Kiev necesitaba garantía de seguridad por parte de los líderes occidentales, quienes se la negaron. Boris Johnson se convirtió en el portavoz de la posición occidental durante una visita a la calle Bankova, sede de la Presidencia ucraniana. El Primer Ministro británico afirmó que nunca firmaría un acuerdo con Putin. Por eso, lo que ofrecían no eran garantías, sino armas (4).

    Europa deberá pagar la reconstrucción de Ucrania y, al mismo tiempo, afrontar los costos de su seguridad.

    Por un tiempo fue posible creer que dicha apuesta resultaría exitosa. Tras una primera contraofensiva, en noviembre de 2022, Kiev recuperó la ciudad de Jersón, ubicada en la orilla derecha del río Dnieper. Se desató la euforia. La palabra “negociaciones” se volvió tabú. No alinearse con los objetivos ucranianos –es decir, recuperar por la fuerza las fronteras de 1991– equivalía a firmar un pacto con el diablo. Los grandes medios de comunicación occidentales respaldaron el decreto ucraniano de octubre de 2022 que prohibía las negociaciones con Putin, a quien buscaban llevar ante la justicia internacional por crímenes de guerra (5).

    Sin embargo, la segunda contraofensiva ucraniana de junio de 2023 resultó en una derrota. En los medios de prensa, los estadounidenses expresaron su descontento: Kiev habría escatimado demasiado sus hombres para privilegiar ataques tácticos dispersos a lo largo del frente en lugar de enviar soldados en masa a los campos de minas rusos con la esperanza de traspasar las defensas del adversario y cortar el puente terrestre entre Rusia y Crimea (6). Bajo la presión de Washington, Kiev redujo la edad de reclutamiento de 27 a 25 años en abril de 2024, pero en diciembre se negó a bajarla a los 18 años. Así, la apuesta hecha en base a las exhortaciones occidentales fracasó trágicamente. Tanto el costo humano –cientos de miles de muertos y heridos– como los sacrificios exigidos a la sociedad fueron en vano (7).

    Como lógica consecuencia, durante el mismo período, Rusia experimentó una suerte inversa. El inicio de su “operación militar especial” resultó un fiasco. Los servicios de inteligencia rusos sobrestimaron los apoyos con los que contarían tanto por parte de la población como dentro de las élites ucranianas. El Ejército se estancó en los barrios periféricos de la capital ucraniana y fracasó en su intento de tomar el control del país. El Kremlin decidió entonces concentrar su dispositivo militar en el Donbass y Crimea. Concebida inicialmente como una expedición relámpago, la guerra fue cambiando de escala y de naturaleza. La movilización forzada decretada en septiembre de 2022 provocó una ola de protestas y exilios.

    Atrapada en su propia guerra, Rusia agravó su situación en materia de seguridad. Su “operación militar especial” tenía como objetivo, por un lado, prevenir que Ucrania se rearmara –antes de que Kiev recuperara por la fuerza las regiones separatistas prorrusas– y, por otro lado, poner un freno a la expansión de la OTAN hacia el Este. No obstante, unos meses después del inicio del conflicto, Rusia enardeció el patriotismo de un adversario que recibía un flujo continuo de armas y que contaba con el respaldo de una Alianza Atlántica reforzada con dos nuevos miembros: Suecia y Finlandia, que limitan con la zona ártica, estratégica para Moscú. Los dirigentes europeos reforzaron los batallones enviados al flanco oriental de la alianza, incluida Francia, que hasta entonces se oponía a una presencia permanente. La fuerza de reacción rápida de la OTAN cuadruplicó su número de efectivos; también continuó la construcción de la nueva base antimisiles estadounidense en Polonia, en donde los norteamericanos elevaron su presencia militar a 10.000 soldados. Lejos de calmarse, en Rusia las preocupaciones respecto de la seguridad se intensificaron por no haber previsto la fuerza y la unidad de la reacción occidental. Empero, al apostar por la consolidación de sus defensas detrás del Dnieper, Rusia logró estabilizar el frente. Los avances territoriales, como la toma de Bajmut en mayo de 2023, se consiguieron a costa del sacrificio de numerosas tropas, en un país ya golpeado por su crisis demográfica.

    El Presidente estadounidense parece elevar a Rusia al rango de nueva aliada.

    Si bien Rusia mostró debilidades militares, la resiliencia de su economía resultó sorprendente. El Banco Central había acumulado suficientes reservas para asumir una confrontación financiera con Occidente. Logró sostener eficazmente el rublo y salvar su sistema bancario a pesar del congelamiento de sus activos en Europa y Estados Unidos. En cuanto a las sanciones energéticas, terminaron volviéndose en contra de los propios impulsores europeos: el aumento de los precios del gas compensó la pérdida de los volúmenes enviados al Viejo Continente, dando tiempo a Rusia para reorientar sus exportaciones de hidrocarburos hacia Asia (8). El fracaso de la estrategia de aislamiento se volvió evidente porque, si bien Moscú se vio obligada a recurrir a “Estados parias”, como Corea del Norte o Irán, para obtener armas o soldados, la realidad es que no le faltaron socios económicos interesados en sus descuentos energéticos. Los países que forman el núcleo del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) vieron con preocupación la ofensiva punitiva financiera de Washington contra uno de sus miembros y profundizaron de forma preventiva su cooperación para reducir el uso del dólar en sus intercambios. En 2024, BRICS acogió a cinco miembros nuevos, entre los que destacan los Emiratos Árabes Unidos, un actor clave en las nuevas rutas del petróleo ruso (véase el artículo de págs. 12-14).

    ¿Acercamiento al hermano menor?

    Al elegir negociar cara a cara con Moscú, Trump le ofrece una vía de escape al Kremlin. El Presidente estadounidense parece elevar a Rusia al rango de nueva aliada. Las concesiones, por ahora sólo verbales, resultan vertiginosas: reanudación de las negociaciones sobre el desarme, promesa de reincorporación al G7 y, a largo plazo, levantamiento de las sanciones. Aunque el Presidente estadounidense trate de morigerar estas promesas en las próximas semanas, la solidaridad transatlántica parece estar ya profundamente deteriorada.

    Estas declaraciones podrían cerrar la era geopolítica que comenzó en 1949. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos creó la Alianza Atlántica para imponer su influencia a la mitad de Europa, mientras que la otra mitad se alineaba primero con el bloque soviético y luego se unía al Pacto de Varsovia en 1955. Sin embargo, a fines de la década de 1980, el último líder soviético, Mijail Gorbachov, al frente de un país agotado por la carrera armamentista, se comprometió con una serie de concesiones unilaterales y desordenadas: aceptó la reunificación de Alemania y su adhesión a la OTAN sin obtener garantías escritas sobre la no expansión de la alianza occidental en Europa del Este. De este modo, el antiguo instrumento de seguridad sobrevivió a la Guerra Fría, y la Unión Europea, al expandirse, permaneció firmemente vinculada a Washington. Aunque en 1989 y 1990 se llegó a considerar por un momento la posibilidad de implementar un nuevo sistema de seguridad, no surgió ninguno alternativo tras la disolución de la URSS en 1991. Si bien el conflicto ruso-ucraniano tiene en parte su origen en esta oportunidad perdida, su resolución negociada está provocando una reconciliación ruso-estadounidense a espaldas de Europa.

    En Munich, el vicepresidente James David Vance incluso señaló una nueva dirección estratégica de Estados Unidos: “A Putin no le interesa ser el hermano menor en una coalición con China” (9). ¿Se trata del regreso a la estrategia de triangulación que había puesto en marcha el presidente estadounidense Richard Nixon en 1971 al acercarse al “hermano menor” (en ese entonces, China) para aislar mejor al enemigo principal (la URSS)? Si este es el “plan”, Trump tendrá dificultades para romper el eje Rusia-China. Pekín, si bien se molestó por el hecho consumado de la invasión rusa y le ha reprochado a Moscú su abuso de la amenaza nuclear, no le ha retirado su apoyo. China suministra de manera discreta tecnologías necesarias para el complejo militar-industrial ruso, al mismo tiempo que profundiza su cooperación militar con Moscú. Aunque desequilibrada, esta relación se basa en una fuerte frustración compartida respecto de un orden internacional dominado por Estados Unidos desde el final de la Guerra Fría.

    ¿Y Europa?… Europa se encuentra en la peor situación posible: ya debilitada por la crisis energética que ella misma provocó al renunciar –a petición de Washington– al gas ruso barato y pronto golpeada también por la guerra comercial decretada por la Casa Blanca, ahora se ve obligada a gestionar en soledad las consecuencias del revés occidental en Ucrania. Mientras la confrontación con Rusia alcanza un nivel incandescente y sus arsenales se han vaciado en favor de Kiev, Europa se prepara para aumentar de forma urgente su gasto militar, lo que implica comprar armamento estadounidense. Washington le exigía un “reparto de la carga” de la financiación de la alianza. Ahora la carga es doble: pagar la reconstrucción de Ucrania (que, a esta altura, Rusia deja de buena gana en manos de la Unión Europea) y, al mismo tiempo, asumir su propia seguridad. El gasto parece simplemente inasumible para los presupuestos europeos y augura nuevas divisiones.

    1. Benoît Bréville, “Liquidación electoral”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, enero de 2025.
    2. Philippe Descamps, “Affoler la meute”, Le Monde diplomatique, París, febrero de 2025.
    3. “Ukraine support tracker”, Kiel Institute for the World, 2024.
    4. Samuel Charap y Sergueï Radchenko, “¿Podría haber terminado la guerra en Ucrania?”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, julio de 2024. Volodimir Zelensky se esfuerza en negar el papel que habría desempeñado así Johnson; véase también Shaun Walker, “Zelensky rejects claim Boris Johnson talked him out of 2022 peace deal”, The Guardian, Londres, 12 de febrero de 2025.
    5. Véase, por ejemplo, “Soutenir l’Ukraine pour assurer la paix”, Le Monde diplomatique, 10 de enero de 2023.
    6. Alex Horton y John Hudson, “US intelligence says Ukraine will fail to meet offensive’s key goal”, The Washington Post, 17 de agosto de 2023.
    7. Hélène Richard, “Ucrania, una sociedad dividida por la guerra”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, noviembre de 2023.
    8. Hélène Richard, “Sanciones de doble filo”, Le Monde diplomatique, noviembre de 2022.
    9. Bojan Pancevski y Alexander Ward, “Vance wields threat of sanctions, military action to push Putin into Ukraine deal”, The Wall Street Journal, Nueva York, 14 de febrero de 2025.

     

    Difunde esta nota
  • Se relanza el programa de Turismo Educativo

    La Dirección de Turismo de la Municipalidad de Villa Regina informa que se relanza el programa de Turismo Educativo con salidas que incluyen recorridos guiados en áreas naturales, históricos-culturales y productivos para revalorizar los recursos que conforman los atractivos turísticos locales. Los recorridos guiados son adaptados y personalizados dependiendo de la necesidad del curso, colegio,…

    Difunde esta nota
  • Tras el rastro del veneno

     

    Fotos: Alan Monzón

    Carla M. no supo que la muerte de su padre estaba siendo investigada en una causa federal hasta ocuparse ella misma de averiguarlo. Cuando la médica de guardia del Hospital Italiano de Rosario le comunicó que su papá estaba a punto de morir, ella y su hermano le pidieron una explicación. Los últimos tres días lo habían visto mejor. Lo habían operado el 27 de marzo en una cirugía programada y el 31 una complicación derivó en otra cirugía, sedación farmacológica e intubación. Ahí entró en contacto con el fentanilo.

    En esa sala de espera Carla conoció a Vanesa V. Primero se vieron de lejos y memorizaron sin querer sus apellidos (prefieren que no figuren completos en los medios). Los escuchaban cada vez que los médicos y médicas salían a dar el parte de los pacientes en terapia intensiva. Después empezaron a charlar y a darse fuerzas. Las dos tienen 39 años y tenían a sus papás internados. El de Carla de 68, el de Vanesa de 74. 

    Los dos hombres eran jubilados y habían entrado al sanatorio rosarino por una cirugía programada. Tuvieron una complicación y los operaron de nuevo. Y los dos pasaron a estar graves. Les subió la fiebre, desarrollaron una neumonía, no respondían a los antibióticos y los intubaron. Los médicos detectaron que tenían una bacteria. Durante semanas sus hijos los vieron mejorar y empeorar.  

    El papá de Carla murió el 17 de abril después de 20 días internado. 

    El de Vanesa el 28, tras casi dos meses. 

    Las dos se quedaron con la misma sensación: no entendían qué había pasado. Cuando vieron en los medios que al menos nueve personas habían muerto en el Hospital Italiano de La Plata por un lote de fentanilo contaminado tuvieron la certeza de que a sus papás les había pasado lo mismo. 

    Carla fue la primera en confirmarlo. Y apenas lo supo pensó en los apellidos. 

    ***

    Los de Carla y Vanesa son dos de los apellidos que figuran en la causa que investiga el juez federal de La Plata, Ernesto Kreplak, por la muerte de al menos 96 personas por fentanilo contaminado con dos bacterias. En el expediente hay 24 sospechosos por algún grado de participación en la producción y venta del fármaco fabricado por el Laboratorio HLB Pharma de San Isidro, provincia de Buenos Aires. 

    El fentanilo es un opioide fuerte que se usa como anestésico en cirugías. Las víctimas se extienden por todo el país como se extendieron las 154  mil dosis del lote 31202 fabricado el 18 de diciembre de 2024 y distribuido el 13 de febrero. Los peritos detectaron las bacterias Klebsiella pneumoniae y Ralstonia pickettii tanto en las personas que murieron como en los frascos que contenían el fentanilo. Fueron dos lotes pero solo uno se aplicó. 

    Las ciudades con más personas fallecidas son La Plata, Rosario y Córdoba pero los casos siguen llegando al Juzgado desde distintas provincias y el número de víctimas está en construcción. En Rosario fueron al menos 26 entre febrero y mayo. 

    En terapia intensiva el padre de Carla empezó a empeorar. Los cultivos le dieron positivo de la bacteria klebsiella pneumoniae y no respondía a los antibióticos. Cada vez que le sacaban el respirador mejoraba, dejaba de tener fiebre y los análisis mostraban buenos indicadores. Lo volvían a sedar y de nuevo tenía una recaída. El 17 de abril fue la última. Y la médica les dijo lo único que no podían escuchar: no tenía una explicación.

    –Ahí empezamos a buscar respuestas. 

    Carla es odontóloga y lo primero que hizo fue pedir la historia clínica. Unos días después se enteró de los casos de La Plata y pensó que a su papá le había pasado lo mismo. En la historia clínica figuraba la bacteria y el fentanilo. Y los datos coincidían: empeoraba cuando se lo administraban. Después, vio al médico de su papá en otra noticia diciendo que en el Hospital Italiano de Rosario había dos casos. No se olvida más de la fecha: 4 de julio, el día de su aniversario de casada. Lo llamó y el médico la citó en el sanatorio. En la reunión le confirmó que la historia clínica de su papá era parte del expediente de la causa en La Plata. 

    –Una parte de mí ya lo sabía. Explicaba lo que le había pasado a mi papá de una manera lógica, aunque injusta. 

    Lo que vino después fue una pregunta. 

    –¿Cuántas familias más no sabían y estaban en la misma? A nosotros no nos llamaron del sanatorio, nos enteramos porque indagamos. Ahí fue que empezamos a buscar los apellidos que recordábamos de esos partes eternos. 

    La primera a la que contactó fue Vanesa. Juntas empezaron a buscar más familiares. Armaron una cuenta de Instagram con información clave para saber si un caso es sospechoso y empezaron a salir en los medios. Carla se encontró leyendo historias clínicas de otras víctimas  y dándoles la noticia a los familiares. Escuchó el llanto del otro lado del teléfono. 

    –No es fácil  que te digan que tu viejo, tu marido, tu hijo falleció en una cama de un hospital porque le pusieron algo que no estaba en las condiciones. Cuando lees la historia clínica rememorás minuto a minuto el otro lado, el de la sala de espera. Es desgastante pero es lo que me salió hacer. 

    ***

    La madrugada del 27 de junio de 2016 una explosión destruyó una manzana entera del barrio Tablada, en el sur de Rosario. El laboratorio Apolo, que elaboraba sueros y era investigado por contrabando, quedó completamente destruído.  

    Uno de los dueños de la fábrica era Ariel García Furfaro. Después de la explosión, se mudó al Parque Industrial de Ramallo, en la provincia de Buenos Aires. Ahí inauguró Laboratorios Ramallo, el mismo que clausuró la Anmat en mayo junto a HLB Pharma Group SA, la firma que fabricó el lote de fentanilo contaminado. 

    Furfaro es dueño de las dos fábricas de medicamentos y uno de los 24 sospechosos en la causa. Su apellido fue asociado a distintos vínculos políticos, sobre todo con el peronismo bonaerense, y a varios antecedentes penales, algunos más verídicos, otros más fantasiosos. Uno de los más graves es de 2002, cuando fue condenado a 7 años de prisión por tentativa de homicidio contra un empleado de un restaurante del que era dueño, a quien roció con alcohol y prendió fuego. En la cárcel se recibió de abogado y cuando salió se metió en la industria farmacéutica. En 2020, durante la pandemia, estuvo en un vuelo oficial a Rusia para traer la vacuna Sputnik. 

    En Apolo era socio de otro empresario, Jorge Salinas. Los dos fueron investigados por la explosión y absueltos en 2019. Otros dos directivos obtuvieron una probation que consistía en limpiar el Museo Justicialista de la ciudad de San Nicolás. El lugar era gestionado por Andrés Quinteros, el ex diputado provincial y actual concejal del peronismo que tenía vínculos con Apolo y que fue CEO de Laboratorios Ramallo los primeros años. Hacia él apuntó Furfaro. En varias entrevistas verborrágicas en los medios dijo que la contaminación del fentanilo fue intencional y acusó a Quinteros de estar detrás de un sabotaje armado. En esas mismas declaraciones mencionó a Esteban Alvarado y Mario Segovia y alcanzó para que varios titulares lo asociaran a los dos narcotraficantes como su abogado. 

    Furfaro también fue vinculado al empresario Víctor Santa María, dueño de varios medios de comunicación y titular del Sindicato de Porteros (SUTERH). El laboratorio HLB es proveedor de la obra social del gremio y Santa María le vendió el Canal IP. 

    La primera denuncia por el fentanilo contaminado fue el 2 de mayo. En el Hospital Italiano de la Plata detectaron un brote de infecciones respiratorias graves que habían provocado quince muertes. Lo informaron a la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (Anmat), el Ministerio de Salud de Buenos Aires y el Colegio de Farmacéuticos. 

    Cinco días después, el 7 de mayo, la Anmat comunicó que no debía usarse el fentanilo de HLB. Cuando llegó la notificación, la provincia de Santa Fe activó a los 5600 contactos de la red de salud y sacó de circulación el medicamento. El 11 de mayo la Anmat lo prohibió y el 13 clausuró el laboratorio.  

    La periodista Camila Dolabjian, de La Nación, reveló un documento interno de la Anmat donde advirtieron irregularidades críticas en el Laboratorio Ramallo unos días antes de la fabricación del lote. El organismo hizo inspecciones entre el 28 de noviembre y el 12 de diciembre de 2024 y detectó “deficiencias significativas” en la Gestión del Sistema de Calidad Farmacéutico. El lote se fabricó el 18 de diciembre. 

    Antes, a mitad de 2023, un sanatorio de Entre Ríos alertó a la Anmat sobre una contaminación en una droga del mismo laboratorio. El equipo liderado por la infectóloga Florencia Prieto detectó un brote en seis pacientes oncológicas que recibían dexametasona. Dentro de las ampollas cerradas y sin manipular encontraron una bacteria, la Ralstonia mannitolítica, algo que indicaba que la contaminación había sido en la producción. El sanatorio apartó la droga y denunció ante la Anmat. La respuesta no fue la esperada: les mandaron un mail donde decía que el producto era aceptable. 

    Hasta que explotó el caso, el laboratorio tenía 267 expedientes abiertos por la Anmat por distintas irregularidades. Tuvo una clausura en 2018 y tres años después le prohibieron la venta de un barbijo falsificado. Al menos tres veces entre 2022 y comienzos de 2025 le ordenaron retirar lotes de distintos medicamentos. En marzo le prohibieron comerciar una anestesia y una dopamina porque no tenían etiqueta de trazabilidad y en abril le ordenaron retirar lotes de morfina y diclofenac por contaminación cruzada. 

    ***

    El día del cumpleaños de su papá Vanesa no pudo llorar. Estuvo todo el día hablando con familiares de víctimas de distintos lugares del país. Con Carla aprendió a leer las historias clínicas para dar la noticia. Es empleada administrativa y tiene una bebé recién nacida.  

    El papá llegó al Hospital Italiano de Rosario para una cirugía programada de cálculos en la vesícula, un proceso de rutina. A los dos días tuvo que volver porque estaba con fiebre. Le hicieron otra cirugía y lo tuvieron que entubar. Ahí entró en contacto con el fentanilo. Vanesa no lo sabía. Se enteró leyendo la historia clínica. Lo pasaron a sala y volvió a terapia varias veces mientras la infección se agravaba y los antibióticos no le hacían efecto. 

    –Nosotros nunca entendimos por qué algo tan simple se había complicado tanto. Pedimos la historia clínica sin saber lo del fentanilo. Nos hablaban de cultivos y bacterias. 

    Vanesa se enteró de los casos de La Plata por la tele. Con sus hermanos pensaron que eso era lo que le había pasado a su papá pero dudaron porque desde el sanatorio nunca los llamaron para decirle. Hasta que un día le llegó el mensaje de Carla. Ahí empezaron las dos a contactar a más familias para que pudieran ser querellantes. Para ella enterarse del brote del fentanilo fue tener una certeza. 

    –Ahora que sé, puedo pedir justicia por él y por todas las víctimas. 

    ***

    La Municipalidad de Rosario recibió la primera alerta de Anmat el 7 de mayo y empezó una investigación. El fentanilo en esos lotes se había utilizado exclusivamente en el HECA en terapia intensiva. Fue ahí donde detectaron que en seis pacientes fallecidos entre febrero y marzo coincidían las dos bacterias. A diferencia de lo que pasó en los sanatorios privados, desde el Heca llamaron uno por uno a los familiares para contarles. 

    El gobierno local había comprado el fentanilo el 13 de febrero a través de una licitación pública. No se compra directo al laboratorio sino a droguerías. Y eligieron la que tenía mejor precio. 

    –La política de compra es por genérico, no por marca. Uno supone que al estar validado por ANMAT son todos los medicamentos de igual calidad–dice Sebastián Chale, secretario de Gobierno de Rosario. 

    En la provincia de Santa Fe fueron 23 las clínicas, hospitales y sanatorios que compraron el medicamento infectado. En distintos depósitos se identificaron 17.678 ampollas. Los muertos a nivel provincial ascienden a 60. Las víctimas del HECA fueron las primeras reportadas, casi en paralelo con La Plata. Chale aclara que eran pacientes críticos por lo que determinar la causa de muerte es más difícil. La segunda tanda de casos se reportó en distintos lugares de la provincia en hospitales y sanatorios privados. 

    La Municipalidad de Rosario, a través del intendente, se presentó como querellante en la causa y el juez lo aceptó. 

    –Lo hicimos por lo implica para el sistema de salud pública de Rosario un caso así, los antecedentes del Laboratorio Apolo en Rosario y por el vínculo de Furfaro con Segovia y Alvarado. 

    Para Chale el gobierno nacional hace un uso político del caso y eso es un error. 

    –Buscan agredir políticamente al kirchnerismo porque el vínculo es público y notorio. El juez tiene que indagar si un grupo que ya tenía irregularidades tuvo amparo político o judicial para operar incluso con laboratorios más grandes.  

    Pero para él no hay que perder de vista la responsabilidad del gobierno nacional. 

    –El rol de ANMAT es clave. Por más mínimo que sea un Estado, por más chico que lo conciba un gobierno, el control de los medicamentos, laboratorios y los alimentos es una función esencial que no se puede delegar en el sector privado. ¿Por qué no se clausuró o sancionó al laboratorio? ¿Cómo puede ser que esa partida haya salido al mercado de todas maneras? Meterlo en la grieta es un error. 

    ***

    El juez federal Ernesto Kreplak prohibió  a cada uno de los 24 sospechosos salir del país y les embargó los bienes. Para detectar las causas de muerte y las responsabilidades son necesarios distintos estudios. Uno de esos peritajes lo está haciendo el Instituto Malbrán. Es el batch record de la producción del fentanilo que va a determinar cómo se produjo la contaminación en el proceso de fabricación en el laboratorio. 

    El otro apunta a la causa de muerte de las víctimas. Lo hizo el Cuerpo Médico Forense, que depende de la Corte Suprema. El informe analizó un grupo de 20 casos. Dijo que las ampollas no fueron la causa determinante del fallecimiento en ninguno, pero en 12 el fentanilo contaminado fue “un factor desencadenante o agravante significativo” en pacientes con una condición grave. Ocho tenían una infección anterior “con entidad suficiente para causar la muerte”. 

    La semana pasada Javier Milei cuestionó al juez y dijo que lo iba a recusar. Para el presidente, que Kreplak sea hermano del ministro de Salud de Buenos Aires es suficiente para apartarlo de la causa. El magistrado le recordó su obligación constitucional de abstenerse de interferir en la causa. “Suficientes omisiones y dificultades ha debido superar la investigación hasta ahora como para que se pretenda politizar un trabajo judicial bien hecho. Respeto por las víctimas y las instituciones”, declaró. 

    –El uso político no me sorprende, más ahora que hay elecciones en la provincia de Buenos Aires –dice Carla–. Pasó con todas las tragedias de este país y después las familias quedamos en el olvido. 

    Hasta ahora, los familiares se muestran conformes con la actuación del juez. Entienden que las pruebas deben ser contundentes. Adriana Francese es una abogada de La Plata que representa a varias familias. También vivió el brote en primera persona, es familiar de una de las víctimas. 

    –Ella sería la primera en pedir un cambio de juez en el caso de que vea alguna falencia. Hay una ansiedad y un apuro con tener imputados pero no podemos pisar en falso. Se necesitan las pericias para darle el peso real a la causa. Se va a hacer una cadena de responsabilidades y desde el más pequeño al más poderoso van a tener que responder ante las familias y ante la ley. 

    Hace unos días la diputada nacional de PRO Silvana Giudici invitó a familiares a la Cámara de Diputados. Carla se negó a ir. No quiere sacarse una foto con ningún partido político. Pretende que la Justicia sea imparcial y condene a quien tenga que condenar. 

    –Este es un pedido de justicia a lo largo y ancho de toda la Argentina. El fentanilo contaminado fue diseminado por todas partes y le podría haber tocado cualquiera. Fue una bomba biológica. Todos los que debieron haber hecho las pericias, controles y la clausura llegaron a destiempo. Tenemos más de 100 muertos y el número va a crecer. Hay instituciones que todavía no respondieron al oficio del juez para confirmar que hayan tenido este lote.

    Carla no habla de su papá en las notas. Tiene el duelo en pausa. Está abocada a buscar más casos y a ayudar a otros. Sólo dice una cosa y es la única vez que su voz flaquea. 

    –Lo que estoy haciendo no es ni la mitad de lo que hubiese hecho mi papá si quien moría en esa cama era yo. Mi viejo era un guerrero, un león. Se bancó los 18 días en terapia intensiva hasta que no pudo más. Esto empieza en la búsqueda de la verdad por él. Sé que está alentándonos con el resto de los familiares para que sigamos. No se merecen menos de lo que estamos haciendo: buscar que la Justicia sea coherente y honesta. 

    Vanesa tampoco quiere que las usen políticamente. Recuerda a su papá como un hombre sano y fuerte que hasta unos días antes de la operación jugaba a la pelota todas las semanas. Y sin saberlo contesta lo mismo. 

    –No me imaginaba estar en un lugar así. Estoy poniendo toda la energía para ayudar a las personas que lo necesitan. Sé que mi papá hubiera hecho lo mismo por mí y por cualquiera. 

    La entrada Tras el rastro del veneno se publicó primero en Revista Anfibia.

     

    Difunde esta nota
  • Suspendidos los actos conmemorativos italianos

    Con motivo de la celebración del 74° Aniversario de la República de Italia (02 deJunio), y del día del Inmigrante Italiano (03 de Junio) el Agente Consular Honorariode Italia en Villa Regina, Martín Vesprini, informa que por instrucciones precisas delConsulado General de Italia en Bahía Blanca SE ENCUENTRAN SUSPENDIDOStodos los actos Oficiales conmemorativos que se…

    Difunde esta nota
  • Hoy, la Universidad Nacional del Comahue cumple 50 años. Felicidades!

    El 15 de marzo, de 1972, comenzaban a dictarse las primeras clases en la Universidad Nacional del Comahue. Hoy, uno de los centros académicos más importantes del del norte de la Patagonia, cumple 50 años de vida. Las celebraciones por su medio siglo de historia, se extenderán a lo largo de todo el 2022, con…

    Difunde esta nota
  • Todas las caras del dólar

     

    Imitaciones de billetes de cien dólares norteamericanos con el retrato de Javier Milei circulan entre los asistentes de sus actos de campaña presidencial. El 30% del electorado argentino aprueba en ese momento la dolarización de la economía argentina. La masiva inmigración venezolana envía, a modo de remesas, dólares a sus familiares que intentan llegar a fin de mes y afrontan las penurias de una dura crisis económica. En Cuba se le escurre al gobierno socialista ofrecer garantías de bienestar a su población, a medida que una dolarización de facto avanza en la isla. En El Salvador, el gobierno de Nayib Bukele promete reemplazar la dolarización oficial impuesta en los años 2000 en el país por un nuevo proyecto monetario: la bitconización. En Ecuador, donde la economía está oficialmente dolarizada, los mercados populares son escenarios de transacciones donde se recibe, paga y guardan monedas y billetes del dólar norteamericano. En Vietnam la dolarización no es oficial pero está lo suficientemente presente en la vida cotidiana de los vietnamitas y en los modos que estos aspiran a participar en la economía global. En Zimbabue la participación en el mercado de cambios informal se convirtió en una fuente de empleo mayor que el generado por el sector público y el acceso al dólar norteamericano una oportunidad para garantizar ganancias y riquezas. En Tiflis, capital de Georgia, las protestas se generalizan por las deudas hipotecarias nominadas en dólares que se han vuelto difícil de pagar luego de la pandemia de COVID 19.

    Estas escenas de la vida pública y cotidiana de países diferentes, incluso alejados entre sí, tienen como protagonista al dólar norteamericano. Es muy sabido el rol que ha tenido para afianzar la hegemonía estadounidense desde mediados del siglo XX. Pero su conversión en una “moneda global” que circula en múltiples territorios más allá de las redes exclusivas de las élites, que desborda el comercio y las finanzas internacionales, y que se convierte en unidad de cuenta, pago o intercambio en vastas poblaciones del sur global, aún es un fenómeno que necesita ser comprendido. 

    Las múltiples vidas del dólar suelen estar por fuera del radar de la dolarización, el término acuñado para expresar el reemplazo de las monedas locales por la moneda norteamericana. Si habitualmente esas narrativas miden la dolarización desde los indicadores financieros (cantidad de cuentas bancarias nominadas en dólares, por ejemplo) el movimiento aquí propuesto es comprender cómo las dolarizaciones se convirtieron en capítulos centrales de la historia y el presente de Argentina, Venezuela, Ecuador, Cuba, Haití, El Salvador, México, Zimbabwe, Vietnam y Georgia. 

    En estos contextos nacionales, por un lado, el protagonismo del dólar alcanza un rol preponderante en la economía, en la política y en la configuración de las identidades personales y colectivas. Por otro lado, este protagonismo es un lente para comprender fenómenos más amplios que han marcado el último medio siglo y configuraron las trayectorias de esos países: los procesos de descolonización, el derrumbe del bloque soviético y las transiciones postsocialistas, los procesos hiperinflacionarios y las grandes crisis sociales, la financiarización de la economía y el debilitamiento de los estados de bienestar, entre otros.     

    Desde hace al menos tres décadas nuevos paradigmas de las ciencias sociales han colaborado en la comprensión del lugar del dinero en la vida social. Mirando en detalle cómo arraigan en la vida cotidiana de las personas, cómo interactúan con marcos institucionales y culturales, cómo contribuyen a la distribución del poder y de las jerarquías sociales, los fenómenos monetarios ocupan un lugar central en los modos que las sociedades se configuran y reproducen. En un número muy importante de sociedades del sur global el dólar norteamericano no ocupa un rol de accesorio a estos procesos. Es su clave de comprensión. Esta es la hipótesis que anuda la historia y el presente de países de América Latina, África, Asia y Europa.

    En países donde las personas han atravesado el colapso de los mercados, la caída de regímenes políticos, guerras, múltiples reformas monetarias y de divisas, devaluaciones bruscas e hiperinflación, qué activos conservan valor es una pregunta vital que la dolarización viene a resolver.

    Las narrativas expertas sobre la dolarización encierran las causas y razones del reemplazo monetario en una definición estrecha sobre el rol del dinero en la vida social. Son las fallas en cumplir las funciones monetarias las que operan como causante para el reemplazo de las monedas nacionales por el dólar: las monedas “débiles” o “enfermas” por una “fuerte” o “sana”. El cierre epistemológico de narrativas en torno a las tesis del reemplazo deja de lado el conocimiento de procesos históricos, políticos, sociales, culturales, y obviamente, económicos que son contenido y continente de las dolarizaciones.

    Parafraseando al sociólogo Marcel Mauss,  con el dólar circula mucho más que una moneda “fuerte”: circula poder, signos de estatus, pertenencias sociales, memorias, imaginarios colectivos y personales. Y se producen muchas otras cosas diferentes a la lógica del reemplazo como determinadas dinámicas políticas (la puesta en juego de la autoridad política), sociales (la puesta en juego de modos de estratificación, diferenciación y desigualdad), personales (la puesta en juego de ideas de libertad, estima, autonomía, bienestar) e históricas (la puesta en juego relaciones con los legados del pasado). 

    A continuación detallo siete claves de interpretación que ilustran este modo de analizar a las dolarizaciones. Si bien elaboradas en un estudio transnacional, estas claves tienen el propósito de ampliar una conversación pública anclada ahora en visiones estrechas sobre el rol de la moneda en la sociedad y la política argentina, condición necesaria para imaginar y construir consensos sobre una economía que crezca y una sociedad que integre

     La moneda norteamericana tuvo a lo largo del tiempo múltiples usos y significados que es necesario desagregar. Cuando se usa el término dolarización a secas se suele iluminar el rol de la moneda norteamericana como moneda de reemplazo. Una de las principales hipótesis que guían a la sociología del dinero es que el dinero nunca es igual a sí mismo. Significados y usos exceden a la noción de reemplazo. La imagen del reemplazo es desperfecta con respecto a culturas monetarias que alojan significados y usos del dólar no tan evidentes y cambiantes a lo largo del tiempo.

    Las historias de exclusiones y tolerancias en contextos socialistas y postsocialistas (Cuba, Vietnam, Georgia) muestran modulaciones de los significados y usos de la moneda norteamericana muy marcadas a lo largo del tiempo. Inflexiones profundas sobre los modos en que el dólar está excluido o integrado en la vida social y política de estos países. Desde ser sinónimo de contrabando e ilegalidad a representar un estatus social acomodado y afianzamiento de una identidad personal moderna y global en Vietnam, de significar un orden político contrarrevolucionario hasta ser aceptada y tolerada por un gobierno socialista como el cubano son, entre otras, inflexiones de significados y usos que exceden la esfera económica o transaccional y marcan la trayectoria y los cambios de esas sociedades desde el prisma del lugar de la moneda norteamericana.

    Si podemos hablar de dolarizaciones en plural es por este despliegue de transformaciones, modulaciones y memorias de los usos y significados del dólar a lo largo del tiempo en cada contexto nacional. 

    La sociología del dinero enseña que las monedas no son entidades “autopropulsoras”, sino que las condiciones de posibilidad de sus usos están asociadas a complejos procesos de aprendizaje, que muchas de las veces damos por supuestos o naturalizamos. Son estos procesos los que vinculan las dinámicas macroeconómicas y políticas y la generalización de una moneda. Este modelo ejemplar de análisis nos lleva siempre a mirar cómo la expansión de una moneda no se reduce a un decreto, ley estatal o condiciones macroeconómicas determinadas sino corresponde reconstruir el proceso que podemos llamar de “familiarización monetaria”. “El dólar nuestro” cubano, el dola haitiano  o la “moneda fraccionada” ecuatoriana son procesos de familiarización (o endogenización) y apropiación del dólar que no entran en la noción de reemplazo. 

    Cuando se utiliza el término “moneda global”, se hace hincapié en el papel que ha desempeñado el dólar en el sistema monetario internacional  Nuestra perspectiva es un intento de arrojar luz sobre los aspectos inexplorados de las “monedas globales”, es decir, lo que ocurre cuando se convierten en monedas familiares fuera de sus fronteras nacionales que las emiten.

    El paisaje monetario dolarizado no se comprende a partir de una dicotomía fija entre monedas blandas/duras, como las narrativas del reemplazo presuponen, sino diferenciando y estableciendo una jerarquía entre las monedas que asume cada una de estas figuras.

    En Zimbabue, por ejemplo, la disparidad en la estima entre diferentes “tipos” de dólares superó una dialéctica nítida de “dureza”/“blandura”. Estos diferentes tipos de dólares cumplían diferentes sets de funciones dinerarias en coyunturas precisas y, por lo tanto, solo podían convertirse entre sí con dificultad o no convertirse en absoluto.

    En Ecuador, la moneda fraccionaria fue un recurso estratégico para que el sucre, la antigua moneda nacional, cediera espacio al dólar norteamericano y así poder anclar las prácticas monetarias de los ecuatorianos (particularmente de los sectores populares) en la nueva moneda oficial. Las dolarizaciones son plurales también porque expresan espacios no homogéneos e incompletos que, como en el caso de Ecuador, demandan de una versión débil de la moneda norteamericana para los intercambios cotidianos. 

     Las dolarizaciones podemos reconstruirlas como puestas a prueba de la pretensión del Estado de ordenar a la sociedad sobre una jerarquía monetaria capaz de preservar el valor en la economía.  Los procesos de descolonización (Zimbabwe, Vietnam, Haití) o de crisis y salida del régimen soviético (Georgia, Cuba) son momentos desafiantes para rearmar una autoridad política capaz de imponer una jerarquía monetaria. Los órdenes monetarios dolarizados informales que se erigen contra esas pretensiones enlazan a la sociedad contra el Estado, eludiendo sus regulaciones e imposiciones. Esto se puede observar en la indisciplina haitiana frente al intento del Estado de prohibir el dólar haitiano o la configuración en Zimbabue y en Argentina del mercado de cambio informal como una institución clave de la economía. 

    Las dolarizaciones formales muchas veces son legalizaciones o estatizaciones de órdenes monetarios ya aceptados socialmente, como fue el caso de Argentina en la década del 90’ o El Salvador en los 2000. El primero bajo el impacto de una gran hiperinflación que generalizó la moneda norteamericana como unidad de cuenta e intercambio, el segundo bajo el impacto de una migración masiva a los Estados Unidos que convirtió a las remesas en dólares en la principal fuente de ingresos de la economía salvadoreña. Apoyados sobre esos órdenes monetarios dolarizados ya aceptados socialmente, estos gobiernos construyeron la autoridad política del Estado, anteriormente debilitada o amenazada.

    La perspectiva del reemplazo invisibiliza las dolarizaciones como narrativas políticas. En estos contextos el dólar es protagonista de las grandes controversias públicas donde se dirimen, cuestionan y edifican proyectos de poder. En Zimbabue, a medida que continuaba la dolarización, el régimen intentó respaldar al fallido dólar zimbabuense apelando a la “historia patriótica” y sus “entrelazamientos con narrativas de nación, raza y lucha”, presentándose como bajo ataque de sanciones extranjeras, “indisciplina” financiera doméstica y financiamiento occidental de la oposición. 

    En Cuba, por su parte, el dólar se visualizaba como la moneda enemiga y su exclusión del espacio monetario nacional era un pilar del proyecto político socialista al mismo tiempo que un modo de organizar el acceso al bienestar con base en la moneda nacional, también como expresión de soberanía. El gobierno de Fidel Castro logró, al menos temporalmente, desactivar el poder corrosivo del dólar poniéndolo al servicio del orden social, aunque la dolarización parcial de 1993 representó un desafío a la reproducción de este orden. 

    Cuando el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela lograba controlar el aumento de la cotización de la moneda estadounidense la significaban solamente como una unidad monetaria, al contrario en los momentos en que ocurrían alzas abruptas de la cotización de la moneda estadounidense la significaban como un instrumento político usado por sus enemigos internacionales y nacionales.

     El acceso y la distribución de la riqueza no es indiferente a los circuitos diferenciados entre monedas. En El Salvador, la rápida afluencia de dólares de remesas estadounidenses que caracterizó los años que van desde la década de los 2000 a principios de 2020 creó una microclase receptora de remesas que permitió a algunos salvadoreños experimentar una sensación de movilidad económica, eclipsando lo que era imaginable a través de la configuración monetaria limitada a nivel nacional del colón. 

    Aunque la creación del CUC (peso cubano convertible) respondía al objetivo de mantener la política de centralización y redistribución, amenazada por las dificultades que siguieron al derrumbe de la Unión Soviética, las esferas de transacciones monetarias resultantes pusieron de relieve el desarrollo de una economía de mercado en ciertos sectores, así como el desarrollo de las desigualdades en la sociedad cubana.

    Los casos de Zimbabue, Venezuela y Argentina iluminan cómo los mercados de cambio formales e informales, además de las cambiantes regulaciones estatales para acceder a las divisas, son dispositivos centrales en los procesos de diferenciación social en estos países.

    El estudio de Vietnam ayuda a comprender cómo la dolarización no era solo una estrategia racional para preservar el valor, sino una herramienta poderosa de autoconstrucción y una afirmación de pertenencia individual a la economía globalizadora. La entrada de Vietnam en la economía capitalista global señalaba, mediante la visibilidad del dólar estadounidense, la forma que adoptaba el dinero como signo de lo global. Caricaturas, cuentos cortos y programas de televisión utilizaban el símbolo del dólar estadounidense para indexar la fuerza desestabilizadora pero deseada de la globalización en la sociedad vietnamita. Al sostener, manejar e incluso esconder dólares, las personas desafiaban los límites entre lo nacional y lo global que la moneda emitida por el estado pretendía erigir.  En Zimbabue las estimas de sí, personales y colectivas, están relacionadas a la idea de nación a través del dinero. La pérdida de estima del dinero estatal trajo desconfianza en la nación. Al final de la era multimonetaria fue el grado en que muchos zimbabuenses habían perdido la confianza en la moneda, precisamente, por ser zimbabuense. La no fungibilidad de todos los medios pecuniarios zimbabuenses emitidos por el Estado, con sus contrapartes regionales o globales, era profunda tanto a nivel conceptual como emocional.

    En El Salvador el ex presidente Francisco Flores prometía más dinero y riqueza para los salvadoreños si todos cambiaban a dólares estadounidenses. Estas ilusiones, vinculadas a la dolarización, generaron la impresión de desarrollo, mientras que los medios de subsistencia de las familias se veían progresivamente amenazados. La dolarización llegó inicialmente envuelta en promesas y deseos que se consideraba que el colón no podía cumplir. La dolarización continúa en El Salvador, pero ahora compite con dramáticas afirmaciones proyectadas al futuro asociadas con el Bitcoin y la insatisfacción generalizada entre los salvadoreños de promesas no cumplidas en más de dos décadas que, de hecho, han profundizado la desigualdad económica. 

    Los estudiosos del orden monetario internacional indagan frecuentemente sobre la estabilidad o el declive del dólar como moneda global dominante. Este interrogante se hace cada vez más permanente a medida que el ascenso del poder económico y comercial de China se convierte en una clara amenaza para la posición hegemónica de Estados Unidos. 

    Estamos lejos de predecir el futuro del dólar norteamericano, estamos mejor preparados para abrir la caja de herramientas que ayude a comprender cómo una moneda global (hoy el dólar, mañana puede ser otra) condiciona y transforma la vida pública y cotidiana de millones de personas en el mundo.

    Estas herramientas sacan a la luz dinámicas y procesos opacados por las narrativas del reemplazo que son cruciales comprender para imaginar una moneda capaz de garantizar una economía vigorosa y una sociedad integrada.

    La entrada Todas las caras del dólar se publicó primero en Revista Anfibia.

     

    Difunde esta nota