¿Quiénes cuidan a las niñas que cuidan?

¿Quiénes cuidan a las niñas que cuidan?

 

¿Qué es cuidar? Cuidar es sostener, lavar, alimentar, cobijar, acompañar, acariciar, planificar, ahorrar, comprar, pagar, consolar y mimar. Todos estos verbos tejen los lenguajes de los cuidados, esos actos que demuestran la interdependencia que a lo largo de la vida todos tenemos e intercambiamos, unos con otros. Se sostienen con saberes y también con gestos. Es el corazón de quienes cuidan, quizás, lo que distingue a la humanidad. “En un mundo que descuida, el cuidado es revolucionario”, venía diciendo Eleonor Faur, socióloga, y su tesis se hizo carne y políticas públicas cuando en pandemia el tema salió del closet, emergió de las profundidades familiares y reveló que nadie se cuida en soledad. 

“El cuidado sin afecto no es eficiente” y “Eso que llaman amor es trabajo no pago”, señalaron entonces los hashtags para luego repensar: bueno, sí, no todo es mercancía y en ciertos casos puede ser amor. Aciertan. ¿A veces, también, es trabajo infantil? En Argentina, siete de cada diez adolescentes se ocupan de las  tareas domésticas y de cuidados en sus hogares, según el Perfil de País 2024 de ONU Mujeres. Lavar platos, tender camas, levantar juguetes y cuidar hermanos es, sobre todo para ellas, una actividad tan cotidiana como scrollear Instagram o repasar para una prueba. Sus pares varones no se quedan atrás: cinco de cada diez también se ocupan de estas tareas de manera precoz, sobre todo cuando viven en hogares monomarentales o las personas adultas pasan muchas horas fuera de la casa. ¿Cómo estudiar mientras toca hacerse cargo todas las tardes de un hermano? ¿Qué deseo de jugar queda en pie si hay que atender a un bebé? ¿Cómo vivir una infancia plena cargando con preocupaciones y responsabilidades de grandes? ¿Ser mamá es parte de un imaginario futuro incluso si maternar es una experiencia real durante la adolescencia?

Valeria va a la escuela, cursa segundo año de un secundario en un pueblo de Salta. En su tiempo libre, es la encargada de alimentar a las mascotas de la casa, vende comida en la plaza, cuida a nenas y nenes del barrio, sean hijos de vecinas o sobrinitos. Les prepara la merienda, los entretiene, sopla narices, lava las tazas, barre las migas, baja el volumen de la tele, separa peleas y consuela berrinches. Así logra juntar plata propia. 

Cuando tenía 14 años, algo impensado marcó su vida para siempre: su hermana de dos años, diagnosticada con epilepsia, murió. Ni la enfermedad le había podido borrar la vitalidad, y así la recuerda Valeria, sonriendo. En ese tiempo de duelo, Valeria perdió las ganas de comer y hasta el impulso por hablar. Sentía que ya no iba a tener a nadie con quien compartir. Todo fue oscuro, nada fue importante. Tampoco notó el atraso en su ciclo menstrual. Una tarde, se tropezó jugando al fútbol. Se cayó al piso, y en el golpe sintió un dolor extremo en la espalda. Hizo cuentas. Recordó fechas. Hilvanó salidas y recuerdos. Pensó que sí, quizás, estaba embarazada.

Su hijo ya tiene dos años. A veces la acompaña a la escuela. Quedar embarazada a los 14 no le pareció extraño: sus primas pasaron por eso en una edad similar, pero abortaron. Valeria sabía que tenía esa opción, pero siguió adelante porque extrañaba esa sensación de compañía que le daba su hermana, la beba con la que posaba frente al espejo jugando a la mamá. Cuando vio las dos rayitas, pensó: 

—Capaz me lo manda ella para que yo no esté sola.

***

La maternidad es tema recurrente de la literatura, el cine, el arte, la ciencia. Hablar de una madre en el mundo occidental supone hablar de bondad, dulzura, abnegación y amor infinito. “Nadie podría sobrevivir sin los cuidados imprescindibles en períodos precisos como la infancia, la vejez, en condiciones de discapacidad, enfermedad o eventos traumáticos”, escribe la psicóloga comunitaria Elena de la Aldea en su libro Cuidados en tiempos de descuido. En el corazón de los cuidados están esos gestos, movimientos y mandatos espontáneos, apenas perceptibles, que recién empiezan a incluirse en los programas institucionales y previsiones económicas. “Ese gesto nos deja entrar en el tiempo del otro sin hacer ruido, casi de puntillas.” 

No es lo mismo ser madre adolescente en Salta que ser madre treintañera en CABA. ¿Qué pasa cuando la maternidad transcurre en la juventud o la niñez? ¿Qué estereotipos pesan? ¿Cómo se cuida una infancia si recién se está saliendo de la propia? Pero hay algo que ellas sí tienen en común. La maternidad es un territorio en disputa: entre el deseo y la obligación, el amor y la frustración, ejercerla implica estar atravesada de mandatos y estructuras que tienen que ver con la cultura, no con la biología. 

En la periferia del mundo industrializado existe una dialéctica entre nacimiento y muerte, entre supervivencia y pérdida. En su libro La muerte sin llanto, la antropóloga estadounidense Nancy Scheper-Hugues desarrolla una investigación de principios de los noventa. Entonces, se instaló en el nordeste brasileño para indagar las altas tasas de muerte infantil. No eran las muertes lo que la sorprendían: la indigencia podría explicar las enfermedades de las infancias. Indagó en la naturalización de esas muertes por parte de las jóvenes madres que sentían cierta paz luego de perder a sus hijos enfermos. ¿Qué hacía que la muerte pareciera algo tan pequeño? La exposición a tanta pérdida no había petrificado el corazón de esas mujeres. “La muerte aparecía como una opción ante la imposibilidad de la vida.” 

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Luciana tenía 14 años cuando se fue de su casa, donde convivía con su mamá, cuatro hermanos y su padrastro, después de padecer muchas discusiones con él. “Yo sentía que no era parte de ahí, y me fui. Siempre eran peleas”. Un año después, quedó embarazada. Vivió con el padre de su hijo, que recién cumplía los 18. Otro año después, ya no se sentía parte de esa pareja, por las adicciones de él. Desde entonces alquila una pieza donde vive con su bebé. Algunas veces lo cruza en la escuela donde ambos estudian. Desde que se separó, él no volvió a ver a su hijo ni a pasarle plata. Su único ingreso es la Asignación Universal por Hijo. Cría sin cuota alimentaria, como el 56 por ciento de las mujeres madres, según el informe de ONU Mujeres. 

Las paredes de madera que alojan a Luciana y a su hijo los hacen tiritar en invierno y transpirar de más en verano. “La casa está medio desarmada”, explica. En la parte de adelante del terreno vive la dueña. Luciana la ayuda a cocinar, hace mate, lava y cuida la casa cuando la señora no está. 

A los 13 años, Luciana tuvo que dejar la escuela técnica: imposible comprar los materiales que les pedían. Tres años después, cuando su bebé aprendía a caminar, retomó los estudios, en otra escuela. Ahí puede ir con él. 

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Blanca está sentada junto con su nueva mejor amiga. Tiene 16 años y Guadalupe, 19. Las dos son madres, sus bebés están con ellas, los entretienen mientras charlan antes de la próxima clase. Son compañeras del secundario. En sus mochilas también hay mamaderas, juguetes y mantitas. 

Sus adolescencias están atravesadas por la maternidad pero no dejaron de cursar nunca. Si alguna vez les falta plata para comprar pañales, sus profesores las ayudan. Los días que tienen pruebas, ellos las reemplazan: acunan y mecen los cochecitos. Les dan abrigo. La escuela aloja sus vidas, otras pedagogías, no solo sus trayectorias educativas.

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Valeria, Luciana, Blanca y Guadalupe compartieron sus historias de vida, junto a otras adolescentes, para darles cuerpo a las estadísticas. Sus testimonios son parte del Estudio sobre trayectorias, experiencias y significados en torno al embarazo temprano no intencional en la adolescencia en la Provincia de Salta, una iniciativa del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Argentina. Cada una con su singularidad, hilvanaron vivencias y sentimientos. Entre otros ejes de investigación, el Estudio sobre trayectorias… indaga sobre las responsabilidades domésticas y de cuidado de las que se hacen cargo, de forma precoz. 

Anabel Fernández Prieto es Oficial de Programas de UNFPA. Estuvo en los orígenes de esta investigación. En ese entonces, junto al equipo integrado también por las investigadoras salteñas Andrea Flores y Gabriela Ferro, se encontraron con  las cifras de la tasa de fecundidad adolescente temprana y las rodearon de preguntas. Pensaron diversas hipótesis, siempre con el objetivo de impactar en la transformación social.

“¿Qué estará pasando que no logramos ver?”, se preguntaron. Ocupadas en conocer las historias detrás de los datos, formaron equipo. Fue vital que las académicas de la Universidad Nacional de Salta encabezaran de manera situada el contacto con las jóvenes. 

¿Dónde están las jóvenes madres? ¿Por qué es tan difícil llegar a ellas a través, por ejemplo, de pediatras, la iglesia o las ONG? Cuando parecía imposible ubicarlas, las encontraron en las escuelas.

—Son casi la única institución que tracciona para que ellas sostengan su trayectoria educativa. Es el lugar donde hay un vínculo diario y cercano.

En el mapa de los cuidados se tiene en cuenta quién los brinda y quién los recibe, y también los principales escenarios donde suceden: se cuida en la familia, se cuida en el barrio, en la comunidad, en las instituciones públicas y en las privadas. Pero, ¿quién enseña a cuidar? No hay estatuto docente que forme para hacer upa a hijos de estudiantes. Ni norma institucional que sugiera armar una vaquita para comprar pañales.

La escuela es un lugar donde lo humano no se relativiza: existe. Es una caja de resonancia de infinitas experiencias personales. Las jóvenes que son mamás siguen necesitando cuidados, y no pierden ese lugar, pero sí se transforma. 

Otra vez, un aula. Y una escena que adoran las investigadoras que trabajan por incidir en las políticas de cuidados. Que pasó hace muchos años, pero no importa. Al frente de la clase, la antropóloga Margaret Mead. 

—Profesora, ¿cuál fue el primer signo de civilización humana?

Todos esperaban que hablara de la aparición del primer anzuelo, de la piedra afilada o el uso del fuego. Pero no. Todo comenzó con un fémur fracturado que fue sanado. Todo empezó con alguien que eligió quedarse con la persona herida, inmobilizarla, protegerla, acercarle agua, alimento y afecto. Alguien cuidó. 

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¿Era una policía la que corría picadas en Junín de los Andes?

¿Era una policía la que corría picadas en Junín de los Andes?

 

Una picada entre varios motociclistas generó un importante operativo de la policía de Junín de los Andes. Los móviles fueron guiados por las denuncias de los vecinos a la Ruta Provincial 61, en un sector comprendido entre esa ciudad y el paraje Valle San Cabao.

La llegada de las patrullas motivó la estampida en sus motos de quienes realizaban las corridas y en algunos casos orientaron sus vehículos entre los móviles y los efectivos policiales como se pudo observar en publicaciones en las redes sociales.

La zona donde se realizaron las picadas de motos. Foto: Google Maps/gentileza

Pero además del operativo para desbaratar la práctica temeraria e ilegal, lo que más llamó la atención fue el registro en un video de una mujer que se encontraba entre quienes competían con las motos. Aunque trata de taparse la cara, la mujer pudo ser identificada y se trataría de una policía perteneciente al Comando Radioeléctrico de la vecina ciudad de San Martín de los Andes.

La investigación interna en la policía del Neuquén está en marcha, según pudo saber Alerta Digital.

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¿Era una policía la que corría picadas en Junín de los Andes?

¿Era una policía la que corría picadas en Junín de los Andes?

 

Una picada entre varios motociclistas generó un importante operativo de la policía de Junín de los Andes. Los móviles fueron guiados por las denuncias de los vecinos a la Ruta Provincial 61, en un sector comprendido entre esa ciudad y el paraje Valle San Cabao.

La llegada de las patrullas motivó la estampida en sus motos de quienes realizaban las corridas y en algunos casos orientaron sus vehículos entre los móviles y los efectivos policiales como se pudo observar en publicaciones en las redes sociales.

La zona donde se realizaron las picadas de motos. Foto: Google Maps/gentileza

Pero además del operativo para desbaratar la práctica temeraria e ilegal, lo que más llamó la atención fue el registro en un video de una mujer que se encontraba entre quienes competían con las motos. Aunque trata de taparse la cara, la mujer pudo ser identificada y se trataría de una policía perteneciente al Comando Radioeléctrico de la vecina ciudad de San Martín de los Andes.

La investigación interna en la policía del Neuquén está en marcha, según pudo saber Alerta Digital.

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Incendios: la reconfiguración verde del privilegio

 

Cada verano, California arde un poco más. Las alertas rojas se volvieron parte del paisaje. Pero los más ricos no se van de sus casas, porque contratan bomberos privados. Mientras las llamas arrasan comunidades enteras, ciertas mansiones de Napa Valley reciben la visita de helicópteros que rocían sus techos con retardantes de fuego. En las colinas, brigadas vestidas como SWAT, pero con mangueras, patrullan perímetros contratados por empresas de seguros. El incendio no es para todos.

Esta modalidad comenzó en 2018, cuando el fuego conocido como Camp Fire prometía consumir la ciudad y dejaba más de 80 muertos. En ese contexto, la aseguradora AIG lanzó un “servicio de prevención” para sus clientes VIP: monitoreo en tiempo real, mapas de calor satelitales y bomberos privados que actuaban sólo en las casas que merecían salvarse. Para acceder, había que pagar pólizas de seis cifras. Con los años, el ejemplo se expandió y hoy los millonarios tienen formas de desviar el agua y otros bienes comunes para sus hogares. En este paisaje, ni el fuego es igual para todos. Es una tecnología de clase que revela quién puede pagar y quién tiene que arder. Sin embargo, no es una situación nueva. 

Londres 1666: un fuego fundacional para el individualismo

Todo empezó con un horno de pan mal apagado. En la madrugada del 2 de septiembre de 1666 una chispa, en Pudding Lane, se convirtió en incendio. El fuego no tardó en devorar calles enteras del centro de Londres, impulsado por vientos secos y construcciones de madera apretadas como fichas de dominó. Durante casi cinco días, las llamas se extendieron sin freno, destruyendo más de trece mil casas, ochenta iglesias (entre ellas, la de Saint Paul) y buena parte de la ciudad amurallada. Lo llamaron el Gran Incendio (the Great Fire) y, además de cuatro quintos de la Londres del siglo XVII, quemó muchas de las certezas políticas de la época.

John Locke y Adam Smith, dos de los mayores pensadores de la economía política moderna, hicieron comentarios sobre este hecho. Locke fue contemporáneo del suceso y dejó, desde su estancia en Oxford, registros del fuego en sus diarios: “Resultaba muy llamativo este color inusual del aire, que, sin que apareciera ninguna nube, hacía que los rayos del sol tuvieran una extraña luz roja y tenue. Entonces no sabíamos nada del incendio de Londres, pero después se supo que era el humo de Londres en llamas, que, empujado hacia aquí por un viento del este, causó este extraño fenómeno”.

Locke sostenía que la propiedad privada era un derecho natural, ligada a la capacidad individual de generar valor, anterior a la ley. Pero también reconoció que ese derecho tenía un límite: la supervivencia del resto. Incluso en su universo de propietarios productivos con potestades sobre “los perezosos”, la escasez forzaba a compartir. Nadie puede reclamar su parte completa si eso condena al prójimo al hambre o a la muerte. Esa es la grieta moral que el liberalismo original dejó sin sellar.

Adam Smith, por su parte, creía en la libertad natural, pero no era un fundamentalista y en varias esquinas de su pensamiento nos encontramos con límites al laissez-faire. Como bien lo explicó David Cassasas, su defensa del mercado tenía bordes, sobre todo cuando esa libertad se puede transformar en amenaza colectiva. En La riqueza de las naciones, desliza una comparación inquietante: así como un Estado puede (y debe) restringir la emisión de dinero privado si pone en riesgo la seguridad común, también puede (y debe) obligar a construir muros cortafuegos incluso si para eso destruye propiedad privada. En ambos casos, el peligro es el mismo: una libertad mal distribuida (y, por lo tanto, mal entendida) deja arder al resto y es inmoral.

El fuego (como metáfora y como evento) reaparece en su pensamiento como umbral. No importa cuán sagrado sea el contrato, cuán privada sea la propiedad o cuán natural sea el mercado: cuando las llamas avanzan, lo común debe imponerse. Hay que elegir qué arde y qué se salva. Y esa elección, aunque se disimule en pólizas, reportes macroeconómicos o algoritmos, siempre es política. Lo interesante no es tanto que Smith habilite la intervención estatal, sino que lo haga en nombre de una sociedad que podría desaparecer si no se la protege incluso de sus propias reglas. La libertad que deja arder al prójimo no es virtud: es falla estructural. Esa intuición —incómoda, poco citada— atraviesa la arquitectura del liberalismo clásico como una cuña que, siglos después, el calor global debería ensanchar.

La respuesta del Estado en 1666 fue tardía y tibia. Los primeros días, el alcalde se negó a demoler propiedades para crear cortafuegos —la propiedad privada muchas veces pesa más que el sentido común— y fue el rey quien, ante la catástrofe, ordenó la destrucción de edificios para frenar el avance. Así se logró apagar el fuego, pero la ciudad ya había ardido hasta casi no quedar casi nada sin quemar.

De esas cenizas no solo surgió una ciudad más amplia y “ordenada”; no sólo surgió un nuevo esquema urbano que sería el corazón de la Inglaterra imperialista. También emergió un nuevo tipo de lógica: la gestión privada del desastre. Las primeras compañías aseguradoras vieron en el trauma colectivo una oportunidad de negocios. Y con ellas nacieron las primeras brigadas de bomberos privados. No eran servicios públicos, sino cuadrillas contratadas por las aseguradoras para proteger exclusivamente las propiedades de sus clientes. ¿Cómo sabían qué salvar? Las casas aseguradas llevaban un emblema de metal en la puerta, una suerte de escudo heráldico moderno con un solcito. En los edificios que no tenían ese símbolo, los bomberos no echaban agua y el fuego podía seguir su curso sin interrupciones. 

Así, el fuego dejó de ser un evento aleatorio y se convirtió en una variable del contrato. La catástrofe ya no era solo un fenómeno natural, sino un diferencial de clase. En Londres, el mercado inventó un cortafuegos selectivo y cobró por él. El incendio, como hoy, no se apagaba para todos.

El capitalismo del fuego

Frente al colapso ecológico, la respuesta no ha sido redistribuir el riesgo, sino privatizarlo con eficiencia quirúrgica. La escena se repite en distintas latitudes: el fuego como espectáculo, como crisis, como oportunidad. En California, en Australia, en el Amazonas, en la Patagonia o en los humedales, las llamas avanzan solas, pero se redirigen hacia donde les conviene a los intereses más concentrados. Y mientras los titulares hablan de “desastres naturales”, la realidad es que lo natural está cada vez más ausente. Los incendios ya no son anomalías, sino que forman parte de la coreografía climática del capital. El fuego quema más cuando se especula y cuando se sobrepueblan espacios que rodean a las grandes ciudades con viviendas precarias para las personas que viven de brindar servicios básicos. 

El futuro distópico tiene oficinas en Londres, San Francisco y Dubái, pero también actúa a la vuelta de tu casa. En lugar de atacar las causas del desastre —la quema constante de combustibles fósiles, la expansión agroindustrial, la financiarización del suelo y del aire—, se invierte en tecnologías de contención, selección y exclusión. Lo que se protege no es la vida, sino determinados valores asegurados. Como en Londres tras el incendio, el que no paga puede arder sin problema. Hoy, las llamas ya no delimitan solo la frontera entre lo salvaje y lo civilizado. Marcan una nueva frontera de clase en un orden incendiario que se presenta como gestión climática.

En Argentina, el incendio de Iron Mountain en 2014, en el barrio de Barracas, dejó al descubierto las desigualdades estructurales de Buenos Aires. Mientras las llamas devoraban toneladas de documentos (archivos de empresas y del Estado, en muchos casos vinculados a causas de corrupción y lavado de dinero), una nube tóxica se expandió sobre la ciudad, afectando especialmente a los barrios populares aledaños. El depósito, operado por una multinacional estadounidense, almacenaba papeles con información sensible, pero las autoridades (en aquel momento el jefe de gobierno de la ciudad era Mauricio Macri) tardaron días en declarar la emergencia, mientras vecinos de Barracas y Pompeya sufrían problemas respiratorios sin asistencia adecuada. El episodio evidenció la contracara del patrón (“los riesgos ambientales recaen sobre los pobres”): los ricos también pueden quemar lo que no les sirve. Los afectados de Barracas no lograron visibilidad mediática ni respuestas estatales inmediatas.  

Iron Mountain no fue un desastre ecológico, pero sí fue un claro símbolo de cómo la exposición al fuego está lejos de ser terreno exclusivo de la química orgánica. La justicia archivó las causas, las empresas siguieron operando, y los vecinos quedaron con secuelas. Y, qué casualidad, la misma compañía (que sufrió también incendios en EE.UU., el Reino Unido y Países Bajos —siempre con documentos comprometedores—) volvió a vivir el en 2023, bajo el gobierno del mismo partido político, la quema de otro de sus depósitos en Buenos Aires. 

Los que sí son desastres ecológicos son los incendios en grandes zonas verdes. Pero, del mismo modo, demuestran ser el resultado de un modelo de saqueo que convierte el fuego en herramienta de especulación (política, judicial, inmobiliaria, agroganadera). Mientras las llamas devoran ecosistemas vitales, las cenizas revelan hasta qué punto el capital prefiere tierras arrasadas. En Argentina, las quemas recurrentes en el Litoral (que son, según expertos, intencionales en hasta un 95%) liberan tierras para la soja transgénica y emprendimientos de barrios privados. Los mismos sectores que se quejan en Twitter por el humo son muchas veces los que financian el desmonte. Mientras tanto, comunidades ribereñas y pequeños productores sufren intoxicaciones y pérdidas irreparables sin que el Estado actúe contra los responsables. En la Amazonia se viene repitiendo el guión, pero a escala global: con Bolsonaro, la expansión de incendios vinculados a terratenientes y multinacionales fue más que considerable. 

Hoy, las aseguradoras ofrecen “cobertura climática personalizada”. Los más ricos pueden contratar análisis de vulnerabilidad hídrica, barreras anti-inundaciones, sensores de calidad del aire y, por supuesto, brigadas privadas contra el fuego. Los pobres rezan ante los pronósticos. El mercado climático no está en formación, ya existe y ya existía, pero cada vez tiene clientes más selectos y opera a mayor escala. Mientras tanto, los gobiernos invierten más en adaptación que en transformación. Se habla mucho de resiliencia, pero nada de justicia. Las ciudades se llenan de techos verdes y termotanques solares en los barrios que nunca se van a inundar. Y se militariza el perímetro de las catástrofes con drones, inteligencias artificiales, reconocimientos faciales y seguros paramétricos. 

Cortafuegos de clase

En el siglo XVII, el fuego rediseñó la ciudad de Londres. En el XXI, no hace falta que todo arda para que el orden se reconfigure, ya que las condiciones materiales se vuelven cada vez más inestables y se impone una nueva estratificación del habitar. Frente a ese escenario, las respuestas no son simétricas. Mientras una ínfima parte de la población construye búnkers, compra parcelas de la Luna o fabrica cohetes para irse a Marte y saca provecho de este vivir bajo un régimen de catástrofe permanente como una oportunidad para blindarse, acumular y especular, las mayorías se ven cada vez más precarizadas y empujadas al abismo. 

La crisis climática ha dejado de ser un horizonte abstracto o un problema técnico: es una tecnología política de diferenciación. La forma en que se distribuye el daño, la protección y la capacidad de anticipación no es neutra ni azarosa. Es el resultado de una arquitectura de clase profundamente arraigada. No estamos frente a un sistema en desequilibrio que requiere correcciones: estamos ante un sistema en crisis que encuentra en la crisis su modo de reproducción.

No hay cortafuegos neutros. Cada barrera, cada decisión sobre qué proteger y qué dejar arder, cada inversión en adaptación o mitigación, cada forma de regulación o de desregulación, expresa una correlación de fuerzas. La idea misma de “transición ecológica” puede, si no se disputa políticamente, convertirse en una reconfiguración verde del privilegio. A esta altura, ya no se trata de cambiar la matriz energética, sino de cambiar la matriz de poder que decide quién respira, quién se inunda, quién puede esperar y quién sigue los hechos más atroces desde las notificaciones de su celular.

La lucha ecológica no es un suplemento moral del campo progresista ni una responsabilidad civil de las generaciones futuras. Es una forma contemporánea de la lucha de clases, cuya gramática no se escribe solo en salarios y derechos laborales, sino también en emisiones, infraestructuras, temperaturas y seguros. El fuego, lejos de ser el enemigo externo, es el síntoma del orden económico vigente. Y como todo síntoma, no se combate con gestos paliativos, sino con diagnósticos que incomodan y con estrategias que desborden las soluciones administradas.

En la historia del capitalismo, las catástrofes no siempre son interrupciones. Muchas veces, son reorganizaciones o concentraciones. El incendio puede funcionar como diseño. Una forma brutal pero eficaz de redistribuir el espacio, recalibrar el valor, redefinir lo salvable. Lo fue en Londres cuando el fuego permitió trazar nuevas calles y expulsar a los pobres del centro. Lo es hoy, cuando los focos ígneos del colapso climático no iluminan una catástrofe universal, sino una geografía precisa de la desprotección. El incendio que viene no queda en un futuro distópico, porque ya lo vemos en el horizonte y es un presente distribuido desigualmente. No es lo mismo tener un seguro que ser combustible. En ese sentido, el fuego funciona como un lenguaje político elemental. Dice sin metáforas: esto sí, esto no. Esta vida vale, esta otra no. No hay ecología sin economía. No hay transición sin conflicto. Y no hay futuro posible si el humo sigue tapando la raíz del incendio.

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La UCR lanzó un armado de centro en La Plata y se aleja cada vez más de un acuerdo con Milei en la provincia

La UCR lanzó un armado de centro en La Plata y se aleja cada vez más de un acuerdo con Milei en la provincia

 

El radicalismo se muestra cada vez más lejos de un acuerdo electoral con los libertarios en la provincia y en La Plata hizo el primer movimiento concreto hacia la construcción de un armado de centro para competir en las elecciones del 7 de septiembre.

Este miércoles se lanzó “Ahora”, sello donde la UCR confluye en la capital bonaerense con la Coalición Cívica, el GEN, el Socialismo y los espacios referenciados con Facundo Manes, Emilio Monzó y Horacio Rodríguez Larreta, entre otros.

En La Plata, la UCR es conducida por Pablo Nicoletti, dirigente de Evolución, espacio de Martín Lousteau que empuja por una estrategia electoral alejada de Javier Milei. En ese sentido, el lanzamiento de este miércoles busca ser punta de lanza para apurar acuerdos de centro en el resto de las secciones electorales.

Eso, mientras en los distintos sectores del radicalismo provincial coinciden en que todavía no hubo contactos con el PRO ni con los libertarios por el tema electoral.

Como contó LPO, al acordar con los libertarios un frente, en el PRO señalaron que ese esquema también le abría la puerta a los radicales, reticentes a pintarse directamente de violeta. En el sector alineado con Maximiliano Abad, hay dirigentes que se muestran permeables a un acuerdo de ese tenor, incluso algunos intendentes.

El titular del radicalismo de La Plata, Pablo Nicoletti, encabezó el lanzamiento de un armado de centro.

Pero, a falta de un mes para el cierre de alianzas y con la resistencia a acordar con los libertarios que se conserva en la mayoría de los intendentes UCR (portadores de la territorialidad radical en el interior), se aleja la posibilidad de un entendimiento con Milei.

“El radicalismo, en diez o quince días más va a terminar siendo el articulador de un armado del medio en las ocho secciones electorales, donde se integre al Socialismo, Coalición Cívica, el GEN, Facundo Manes y peronistas disidentes”, dijo Nicoletti a LPO tras encabezar la presentación de “Ahora” en un hotel del centro platense.

Tras quedar al borde de la ruptura con las últimas elecciones partidarias que se judicializaron, los sectores de Lousteau y Abad acordaron un cogobierno de contingencia que comandan Pablo Domenichini y Miguel Fernández. Ambos se muestra lejos de Milei.

Dirigentes alineados a Manes, Larreta y Monzó junto a concejales radicales.

En paralelo, intendentes cercanos a Manes ya tuvieron charlas con armadores del espacio del peronismo no kirchnerista que lideran Fernando Gray y Julio Zamora y que busca competir en estas elecciones. Algunos de esos intendentes estuvieron en la presentación de “Ahora” en La Plata. También estuvieron dirigentes peronistas como Juan Amondarain.

“Zamora, Zabaleta, Gray, representan un peronismo que tiene una mirada más republicana y no quieren saber nada con Cristina y todos los que representamos lo mismo, con ciertos valores, vamos a tener que trabajar juntos. Lo de La Plata es una expresión de eso”, dijo Nicoletti, que analizó que “la división del medio es un error estratégico”.

En ese sentido, en La Plata también hay charlas incipientes entre el espacio lanzado este miércoles y Federico Martelli, emisario local del armado de Gray y Zamora.

Cautela de los radicales sobre el acuerdo con los libertarios: “no estamos de oferta”

Mientras en la Cuarta sección ya hay charlas entre intendentes radicales y Guillermo Britos (del peronismo disidente), en la Segunda los radicales también mantienen conversaciones con los hermanos Passaglia, que en San Nicolás lanzaron la semana pasada el espacio “Hechos”, también de centro.

“Nunca vamos a estar con el kirchnerismo pero tampoco con un gobierno que ataca permanentemente cosas que para nosotros son valores fundamentales como la educación y la salud pública. Sobre todo la violencia verbal con la que aborda los problemas concretos”, sostuvo Nicoletti.

Además de Nicoletti, algunos dirigentes que participan de este armado son el ex diputado Daniel Lipovetzky (alineado a Larreta), el ex senador Gabriel Monzó, los concejales radicales Diego Rovella, Manuela Forneris, Javier Mor Roig, Gustavo Stafolani y Melany Horomadiuk, y el diputado provincial Claudio Frangul, del sector de Manes.

En el plano local, Nicoletti apuntó contra la gestión de Julio Alak: “Hoy tenemos una ciudad que está olvidada desde todo punto de vista: cloacas, agua, asfalto, inseguridad. Los platenses no quieren esperar al futuro como dice el gobernador, necesitamos que los problemas se resuelvan ahora”.

Crítico del reparto de recursos a La Plata, el titular de la UCR local dijo que su espacio presentará en el Concejo un proyecto para hacer una consulta popular no vinculante el mismo día de la elección local y seccional “para que La Plata tenga mayor autonomía financiera y administrativa”.

“Cada 5 pesos que aporta un platense, le devuelven 1, una proporción más gravosa de la que se queja el gobernador con la Nación. Hay que modificar la Ley Orgánica de las Municipalidades y la Ley de Coparticipación Municipal, que es lo que nos perjudica en el reparto”, dijo.

 

La UCR lanzó un armado de centro en La Plata y se aleja cada vez más de un acuerdo con Milei en la provincia

La UCR lanzó un armado de centro en La Plata y se aleja cada vez más de un acuerdo con Milei en la provincia

 

El radicalismo se muestra cada vez más lejos de un acuerdo electoral con los libertarios en la provincia y en La Plata hizo el primer movimiento concreto hacia la construcción de un armado de centro para competir en las elecciones del 7 de septiembre.

Este miércoles se lanzó “Ahora”, sello donde la UCR confluye en la capital bonaerense con la Coalición Cívica, el GEN, el Socialismo y los espacios referenciados con Facundo Manes, Emilio Monzó y Horacio Rodríguez Larreta, entre otros.

En La Plata, la UCR es conducida por Pablo Nicoletti, dirigente de Evolución, espacio de Martín Lousteau que empuja por una estrategia electoral alejada de Javier Milei. En ese sentido, el lanzamiento de este miércoles busca ser punta de lanza para apurar acuerdos de centro en el resto de las secciones electorales.

Eso, mientras en los distintos sectores del radicalismo provincial coinciden en que todavía no hubo contactos con el PRO ni con los libertarios por el tema electoral.

Como contó LPO, al acordar con los libertarios un frente, en el PRO señalaron que ese esquema también le abría la puerta a los radicales, reticentes a pintarse directamente de violeta. En el sector alineado con Maximiliano Abad, hay dirigentes que se muestran permeables a un acuerdo de ese tenor, incluso algunos intendentes.

El titular del radicalismo de La Plata, Pablo Nicoletti, encabezó el lanzamiento de un armado de centro.

Pero, a falta de un mes para el cierre de alianzas y con la resistencia a acordar con los libertarios que se conserva en la mayoría de los intendentes UCR (portadores de la territorialidad radical en el interior), se aleja la posibilidad de un entendimiento con Milei.

“El radicalismo, en diez o quince días más va a terminar siendo el articulador de un armado del medio en las ocho secciones electorales, donde se integre al Socialismo, Coalición Cívica, el GEN, Facundo Manes y peronistas disidentes”, dijo Nicoletti a LPO tras encabezar la presentación de “Ahora” en un hotel del centro platense.

Tras quedar al borde de la ruptura con las últimas elecciones partidarias que se judicializaron, los sectores de Lousteau y Abad acordaron un cogobierno de contingencia que comandan Pablo Domenichini y Miguel Fernández. Ambos se muestra lejos de Milei.

Dirigentes alineados a Manes, Larreta y Monzó junto a concejales radicales.

En paralelo, intendentes cercanos a Manes ya tuvieron charlas con armadores del espacio del peronismo no kirchnerista que lideran Fernando Gray y Julio Zamora y que busca competir en estas elecciones. Algunos de esos intendentes estuvieron en la presentación de “Ahora” en La Plata. También estuvieron dirigentes peronistas como Juan Amondarain.

“Zamora, Zabaleta, Gray, representan un peronismo que tiene una mirada más republicana y no quieren saber nada con Cristina y todos los que representamos lo mismo, con ciertos valores, vamos a tener que trabajar juntos. Lo de La Plata es una expresión de eso”, dijo Nicoletti, que analizó que “la división del medio es un error estratégico”.

En ese sentido, en La Plata también hay charlas incipientes entre el espacio lanzado este miércoles y Federico Martelli, emisario local del armado de Gray y Zamora.

Cautela de los radicales sobre el acuerdo con los libertarios: “no estamos de oferta”

Mientras en la Cuarta sección ya hay charlas entre intendentes radicales y Guillermo Britos (del peronismo disidente), en la Segunda los radicales también mantienen conversaciones con los hermanos Passaglia, que en San Nicolás lanzaron la semana pasada el espacio “Hechos”, también de centro.

“Nunca vamos a estar con el kirchnerismo pero tampoco con un gobierno que ataca permanentemente cosas que para nosotros son valores fundamentales como la educación y la salud pública. Sobre todo la violencia verbal con la que aborda los problemas concretos”, sostuvo Nicoletti.

Además de Nicoletti, algunos dirigentes que participan de este armado son el ex diputado Daniel Lipovetzky (alineado a Larreta), el ex senador Gabriel Monzó, los concejales radicales Diego Rovella, Manuela Forneris, Javier Mor Roig, Gustavo Stafolani y Melany Horomadiuk, y el diputado provincial Claudio Frangul, del sector de Manes.

En el plano local, Nicoletti apuntó contra la gestión de Julio Alak: “Hoy tenemos una ciudad que está olvidada desde todo punto de vista: cloacas, agua, asfalto, inseguridad. Los platenses no quieren esperar al futuro como dice el gobernador, necesitamos que los problemas se resuelvan ahora”.

Crítico del reparto de recursos a La Plata, el titular de la UCR local dijo que su espacio presentará en el Concejo un proyecto para hacer una consulta popular no vinculante el mismo día de la elección local y seccional “para que La Plata tenga mayor autonomía financiera y administrativa”.

“Cada 5 pesos que aporta un platense, le devuelven 1, una proporción más gravosa de la que se queja el gobernador con la Nación. Hay que modificar la Ley Orgánica de las Municipalidades y la Ley de Coparticipación Municipal, que es lo que nos perjudica en el reparto”, dijo.