Autor: Invitad@ Especial

  • María Moreno y su propio carnet de rareza

     

    El morbo tiene reservado un lugar especial para nosotros los enfermos y compartimos espacio con los accidentados; que a ver cómo se la arreglan con el trauma, que qué es lo que pueden con las nuevas circunstancias, hasta dónde llega el límite de lo humano, qué contorno tiene la dignidad, cómo hace eso que hace o cómo hará eso que tendrá que hacer. 

    Este lugar del morbo se despliega en dos líneas narrativas que operan en simultáneo; una se encuentra en la superficie y está envuelta por un campo de energía luminoso y afirmativo, su propósito es demostrar aliento aunque huela más a indigestiones y muelas podridas que a respaldo y contención. La segunda merodea sagaz por el crepúsculo interno, su secuencia argumental tiene sed de castigo y exterminio. 

    Lo que cautiva de este espectáculo siniestro no es el camuflaje del subtexto que disimula lo perverso. Es decir, no se trata de un instrumento del relato. Cautiva porque ver al otro remar en su mierda deja en evidencia los privilegios propios, es una forma de distancia y contraste, un regocijo canalla que aparece cuando se observa a los demás haciendo malabares para soportar el dolor. 

     Sus ojos son el ojo de la cerradura que mira y te hace mirar en simultáneo, pero ojo que este libro no es un espejo donde reconciliarse ni un tratado de paz con el infierno personal.

    Así de implacable es este morbo, un magnetismo narcotico. Debe tener una modulación particular para no perder el tono de la lástima, la empatía y la superación, principios constitutivos del régimen de la resiliencia. Y como no podía ser de otra manera, para esto hay muchos títulos: porno inspiracional, absolución cristiana, enjuague moral, etc. etc. Los todavía sanos en calidad de testigos frente a los sobrevivientes aguardan inquietos por algún remate: la cura, la rehabilitación o la muerte, un rito de paso de un estado a otro que alivie las conciencias y restituya el orden que la enfermedad desacomoda. 

    Pero María Moreno no le da el gusto a cualquier sádico. Estamos hablando de un cortocircuito. En La Merma no hay acatamiento sino decepción: quien busque una respuesta sosegadora, un bálsamo progresista en torno a la identidad o una declaración de sufrimiento que haga brotar misericordia, no tiene idea dónde se ha metido, y saldrá de su último libro con más frustración que consuelo. 

    Esto no es un halago para vos, María. Mi admiración, digo, no es de tan tonta calidad, sino más bien un aviso para ustedes que están leyendo sobre aquello que se sostiene sin asco durante todo el libro: la enfermedad hace otras cosas además de amenazar, humillar o producir lamento. 

    En este nuevo coágulo de la historia, la enfermedad vuelve al corazón del debate político pero ahora la cordura perdió eficacia como instrumento discursivo.

    Pero sería bien inocente suponer una voluntad de decepción, como si La Moreno fuera de las que recurren a ademanes literarios y piruetas estilísticas para merecer tal o cual etiqueta. Su elaboración del artificio nunca ha tenido que ver con la distancia estéril de la etnografía bajo un régimen temático, sino con hacer aparecer las vidas y las cosas que, con rigurosidad, ilustra a partir de los efectos que surten los encontronazos en su propio cuero. 

    En La Merma la veracidad no importa en tanto copia fiel de la realidad porque lo que a ella la calienta es la ficción. Tampoco importan las expectativas del lector porque no le debe nada a nadie más que a sus fijaciones. 

    La Moreno es una degenerada, y eso no es un procedimiento sino un atajo para entrarle al morbo por el agujerito del costado sin tanta sarasa moral. Sus ojos son el ojo de la cerradura que mira y te hace mirar en simultáneo, pero ojo que este libro no es un espejo donde reconciliarse ni un tratado de paz con el infierno personal. La Merma se aventura a contrabandear lo sucio y problemático que vibra en las bajas frecuencias de la vida con el calor de una carcajada guasona liberándote de tus deudas con la coherencia. Aún así, no hay ánimo alguno de reparación. 

    ***

    Cuerpos amontonados, cuerpo de obra, corporalidades y disidencias, cuerpos en fuga, cuerpa, cuerpe, cuerpo con x, cuerpo con arroba, cuerpo con guión bajo, corporalidades, corporrealidades, cuerpito, teoría del cuerpo, poéticas del cuerpo, oye tu cuerpo pide salsa, acuerparse, poner el cuerpo, poner la cuerpa, soma, esqueleto, cuerpos en disputa, máquina, fábrica, flujos. El gesto de decir “cuerpo” está vaciado de sentido. Si solo nombrarlo fuese suficiente para exonerarse de toda alienación, alcanzaría con decir dolor para rajar del sufrimiento. Si digo morfina ¿aliviaré? Pero como a ella nunca le importó la obsecuencia con la época, La Merma tampoco es un facsímil de los discursos buena onda de turno que repiten consignas a lo pavo, pese a que la severidad que acontece en su biografía haría tambalear a todo guapo colgado de luchas colectivas mangueando compasión. Hace rato venimos viendo cómo, por mucho menos, cualquiera se sube al podio para dar cátedra de sensibilidad social, violencias y padecimientos, encaprichados por volverse referentes, funcionarios, gerentes.

    Este libro llega en un estado de fragilidad de la vida singular, social y global sin parangón: montañas de cadáveres desbordando de las pantallas, formas de explotación laboral moleculares, alteraciones técnicas y digitales de la psiquis, solapamientos temporales, nuevas formas de fascismos, velocidades de cálculo inalcanzables para la mente humana, bellezas hiperbólicas, mecanismos de tortura imperceptibles, anatomías transformadas con precisión milimetrica. Hasta el gobierno nacional reclama protagonismo en la agenda de la eugenesia global cagando a palos a jubilados, cortando antirretrovirales y medicamentos oncológicos, escupiendo a todo aquel que se parezca al más sano y cuerdo de todos, nuestro presidente elegido democráticamente. 

    La Moreno es una mala sobreviviente. A lo largo del libro se nota que agradece estar viva pero lo hace con una mueca socarrona y desabrida que desmantela la tragedia.

    En este nuevo coágulo de la historia, la enfermedad vuelve al corazón del debate político pero ahora la cordura perdió eficacia como instrumento discursivo. Las ultraderechas se mofan de la normalidad desde su empoderamiento psicofarmacológico instalando un orden donde los putos, los raros, las travas, los negros, los viejos, las minas y los enfermos somos basura de descarte. ¿Quién queda en sus filas? ¿A quién llevarán a Marte? 

    Si treinta años atrás el cuerpo era un campo de batalla -siguiendo a Butler- hoy estamos frente a un escenario de devastación atiborrado de esquirlas, pedazos de órganos por acá, cachos de subjetividad por allá. Como si cada trozo de nosotros fueran los soldaditos minúsculos de la Batalla de Curupaytí pintada por “El Manco”, nuestra carne y persona visten uniformes rojos y merodean desorientados por ahí. 

    No podemos saber a ciencia cierta si la guerra ya pasó aunque la destrucción sea evidente. En el segundo párrafo de la página veintiséis de La Merma, Moreno escribe: “la mayor transgresión al modelo de belleza humano es quebrar el principio de simetría”. Me pregunto si existe algo más asimétrico que una derrota. Pero a pesar de que el cuerpo real, ontológico y lingüístico sea una batalla perdida, insiste en hacer otra cosa con ese desastre y lo lleva a cabo desplazando al cuerpo del sintagma escritura como centro de sentido; en ventilar la finitud de sus posibilidades como vida funcional versus la permanencia del relato a sabiendas de su cafisheo cruzado. Lo hace sin rendirle pleitesía al monumento de la literatura.

    Pareciera que no le excita esa cosa autorreflexiva y anodina del escritor mirando su práctica o la paja de esas literaturas del yo que rebalsan en las librerías y de tan iguales parecen mimetizarse con edictos policiales. Además de los otros, sus excesos también han sido la cultura de masas, los medios hegemónicos de información, los expulsados de la historia oficial del mundo, cualquier otra cosa que no se corresponda con los berretines de los grandes temas legalmente importantes para las autoridades intelectuales. Me refiero a que el agotamiento del tópico cuerpo también está puesto en consideración para sus elucubraciones. María impugna su propia verdad, enferma la escritura, infecta y contamina su propio canon pero ese gesto no es el corte de cinta que inaugura su nueva identidad bajo la luz radiante y colorida del testimonio; ella es una desequilibrista en esta cuerda floja y recta de obviedades desde siempre, aunque ahora tenga su propio carnet de rareza. 

    ***

    Si tanto hemos discutido el lugar de víctima, La Merma viene a desbarajustar el lugar de sobreviviente y acá aparece de nuevo la decepción. Como era de esperarse, La Moreno es una mala sobreviviente. A lo largo del libro se nota que agradece estar viva pero lo hace con una mueca socarrona y desabrida que desmantela la tragedia, y no suelta la queja porque ella bien sabe que organizarla en el lenguaje es la arteria para que devenga en protesta. 

    Al comienzo de la página ciento cinco se pregunta por qué no pensó en su madre. Pero, ¿reconocer una ausencia no es una forma de aparición? ¿No habíamos quedado en eso? Sin embargo se toma el tiempo para evocar a la madre de Virginia Woolf, otra mostra como ella con la que conversa desde siempre. Cincuenta años antes de que Orlando y la Señora Dalloway escandalicen los corsarios, Julia Stephen ya estaba empecinada con la relación entre cuerpo y justicia social. En su Tratado sobre enfermería toma la sábana como significante del dolor y plantea una política de la disposición y la textura para fabricar una mínima dignidad a sus pacientes. Desde la atención microscópica a las migas en la cama hasta el cuidado del pelo, la madre de la Woolf propuso una ética del cuidado que resuena de fondo en la internación de la Moreno como terreno de sospecha. 

    Y aunque María Moreno sepa por vieja, por diabla y por enferma, también tiene miedo. Reconoce que se está rompiendo y en vez de lamentarse, se sorprende al descubrir que posee un cuerpo.

    Luego del bar, la noche, los antros, las manifestaciones, La Moreno vuelve al hospital y aunque este ya sea considerado paisaje recurrente de la literatura universal, no se detiene en los chalecos de fuerza foucaultianos, ni en las salas de espera chejovianas, ni en el quirófano lombrosiano. Ella okupa la cama como unidad básica con su secuaz Lamborghini flotando en el lugar. Insiste en el problema metafisico de la sábana ya no exclusivamente como territorio de disputa erótica, sino como un velo horizontal que, más que correrlo para echarle luz a lo reprimido, precisa ser alisado para atenuar la tortura de los pliegues producto de una noche revoltosa. Una cama bien tendida recompone la estructura simbólica que el dolor destruye, la sábana es la carne del fantasma.

    Y aunque no sea lo que la Bastilla para el Marqués de Sade en Los 120 días de Sodoma, el Basavilbaso de Moreno se parece más al Hospital Británico de Viel Temperley o lo que el Neuropsiquiátrico de Oliva para Jorge Bonino pero con olor al área de infectología del Rawson. El paladar de la institución de encierro estimula la lengua y hace salivar desde una poética del síntoma hecha de la jerga biomédica hasta una gramática de protestas con y en contra del sistema de salud haciendo una maraña de posiciones donde no hay ni malos ni buenos, solo circunstancias que ella atraviesa en dirección oblicua. 

    En La Merma se la siente silbar bajito y con la espesura de su nueva velocidad. “Voy hacia lo que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo”, una cita tatuada en la nuca que se asoma por encima de su nuevo vehículo eléctrico en el que se aleja tartamudeando sin ritmo. 

    Más que un técnica literaria, su monólogo interno es un artefacto auditivo que viene refinando desde siempre en retratos y crónicas pero esta vez redirigido hacia ella misma. Y aunque María Moreno sepa por vieja, por diabla y por enferma, también tiene miedo. Reconoce que se está rompiendo y en vez de lamentarse, se sorprende al descubrir que posee un cuerpo. Renuncia al pasaporte de humanidad que es la bipedestación porque caminar nunca fue importante para ella y la perturba reconocer la escritura como un trabajo profundamente manual al ver su diestra paralizada. Y ahí recuerda que la usa para sostener, para excitar, para lavarse, aunque ahora nada de eso importa si no funciona su mano util de diez dedos y curiosamente eso trae alivio, al menos para mí.

    Cualquier otra cosa que haga saltar el destino irrevocable de la anatomía humana en su devenir robot, es que a La Moreno no le queda bien el grillete de autómata.

    Amigarse con la decadencia de la salud debe ser de las tareas más ásperas de la vida y a veces un consuelito sublingual viene bien, aunque al cabo de un rato se diluyan sus efectos. Admito que la imagen del garfio mucho no me calienta, se me hace medio chongo y adornado, como juguete de un Barbanegra para principiantes alardeando Swarovski y sofisticación de estaño. En cambio me imagino su dedo del fuck you bueno como una cerbatana que escupe dardos hirviendo, como un estoque, un catéter que hurga por dentro, una punta para cuidarse en el yire. Cualquier otra cosa que haga saltar el destino irrevocable de la anatomía humana en su devenir robot, es que a La Moreno no le queda bien el grillete de autómata. 

    El léxico hospitalario tiene un latiguillo para el ACV: “time is brain”. Pero el bisturí al igual que la escritura es un instrumento de paciencia y ella lo sabe aunque la prisa haya sido la velocidad de su educación sentimental, y no la azota cualquier rebenque; así se peina, así escribe, así señala cada tecla con ese dedo dildo manicurado y coleando. 

    Igual, se rescata del eterno sueño y toma perspectiva de sus aparatos corporales disponibles junto a la ritmología de sinapsis entre ellos para lograr construir una oración. Dice: “He renunciado a mis excesos barrocos y a mis enumeraciones caóticas rococó. He llegado a la síntesis por un déficit, no por voluntad. Y he ganado lectores: ahora soy transparente, mientras que mi habla se vuelve, a veces, infranqueable”. Se burla de la economía gramatical que deambula paranoica por los borradores de quienes escriben especulando con las extensiones porque sabe que su desmesura está concentrada en cada punto, en cada coma, en cada letra. 

    En vez de refunfuñar y colgar los guantes como haríamos la mayoría, ella se da vuelta e inventa otra cosa con lo que hay, no sin antes eludir los aplausos de la novedad, de la superación, de la piedad, pirándose por el callejón de la acidez prepotente y la ironía escatológica. Claro, no podía ser de otra manera, ella es la primera en asquearse con la idea de un “Método Moreno” aunque el asco ya no sea lo mismo luego de que La Moreno exista. Imagino que nada le debe producir más escozor que la descendencia cristalizada en idolatría literaria por la que tanto trabajan algunos machos de la zona o los vitoreos ProVida que higienizan su supervivencia cuando la informan que sigue escribiendo como antes.

    Y ahora María, que solo sos tu lado izquierdo y sabés lo que es cargar con esta lepra, ahora que finalmente pertenecés a un grupo vulnerable y hablás en primera persona y no en nombre de otros como un alma bella bienpensante, ahora que finalmente llegan los premios y los reconocimientos y que en el fondo todos sabemos que se deben a tu silla de ruedas y no a vos, ¿no te parece que el mundo de los raros también es un poco aburrido? Vamos, entre enfermos no nos vamos a pisar los recetarios.

    Foto: Carlos Surghi

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  • Siguen buscando a Azul Semeñenko: convocaron una panfleteada en Neuquén

     

    Buscan intensamente a Azul Mía Natasha Semeñenko, de 49 años, desde el 25 de septiembre, y es buscada intensamente por la Policía y su círculo íntimo. Amigas y compañeras de trabajo realizaron una campaña para dar con su paradero y recordaron los últimos momentos en los que tuvieron contacto con ella.

    La última vez que la vieron fue el miércoles previo a su desaparición, mientras que el jueves asistió a un turno médico confirmado por protocolo. Desde entonces, no volvió a presentarse en su trabajo ni a responder llamadas. Para este viernes, a las 11 de la mañana, sus amigas organizaron una panfleteada en los semáforos de Don Bosco y Sarmiento, y también sobre la Ruta 22, donde repartirán volantes con su foto y datos con el objetivo de obtener información que permita dar con su paradero.

    El misterio de su desaparición

    Juliana amiga de la mujer desaparecida, relató que “Azul es una persona responsable, no desaparece porque sí. Ella siempre iba a trabajar, valoraba mucho su espacio laboral. Cuando vimos que no aparecía y no contestaba el teléfono, supimos que algo le había pasado”.

    La última vez que el grupo de trabajo la vio fue el miércoles previo a su desaparición. Un día después, Azul asistió a un turno médico, dato corroborado por Salud. Desde entonces, todo es incertidumbre. Ni hospitales ni comisarías registran su ingreso, y no existen compras de pasajes que indiquen que pudo haber salido de la ciudad.

    La iniciativa de panfletear para visibilizar el caso

    La iniciativa de panfletear surgió de sus compañeras de trabajo. “No podíamos quedarnos esperando sin hacer nada. Decidimos salir al barrio Confluencia, donde ella se había mudado hace poco, a repartir carteles casa por casa. Pegamos folletos en kioscos, hablamos con los vecinos”

    “Todos la reconocían porque Azul es muy llamativa, pero nadie pudo decirnos dónde estuvo los últimos días”, afirmó Juliana.

    Conmovidas por la falta de respuestas, las amigas organizaron esta nueva acción en el centro de la ciudad. “Salir a la calle es la única manera de no quedarnos de brazos cruzados. Si alguien la vio, aunque no quiera dar sus datos, puede llamar al 101 de manera anónima. Eso es lo que pedimos: que hablen, que no tengan miedo”, insistió.

    Una mujer que dejaba huella en su entorno

    En medio de la angustia, Juliana contó lo importante que es la mujer que hoy está siendo buscada, para todos los que la conocen. “Azul es excéntrica, de esas personas que brillan. Siempre producida, maquillada, con brillos. No pasaba desapercibida. Pero más allá de lo que se ve, era cariñosa, atenta. En el trabajo siempre preguntaba si alguien quería un café, un vaso de agua. Estaba pendiente de los demás. Esa es la Azul que queremos de vuelta con nosotras”, expresó.

    Ese costado humano, aseguran sus amigas, es lo que moviliza a tantos. “No hablamos solo de una mujer desaparecida, hablamos de alguien que nos marcó con su forma de ser. Por eso no vamos a dejar de buscarla ni de hacer ruido hasta que aparezca”, agregó.

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  • Desaparecieron dos mujeres adultas en Neuquén capital y la Policía pide colaboración

     

    En las últimas horas, la Policía de la Provincia de Neuquén confirmó la búsqueda de dos mujeres adultas desaparecidas en la capital. La noticia se suma a la búsqueda en curso de Azul Mía Semeñenko, una joven de 21 años cuyo paradero se investiga desde días atrás.

    Una de las mujeres es Luciana Anabel Suárez Magi, de 44 años, quien fue vista por última vez el miércoles 1 de octubre en la intersección de Yrigoyen y Paraguay, en pleno centro neuquino.

    Búsqueda de Luciana Suárez Magi

    Según la denuncia de desaparición, Luciana tiene tez morena, ojos marrones, cabello oscuro y largo, contextura delgada y 1,70 metros de altura. Al momento de ausentarse vestía una campera gris, calza blanca y negra y zapatillas grises.

    Como particularidades, posee un piercing en la nariz y un tatuaje en la muñeca con el símbolo de infinito. Su caso está bajo investigación de la Unidad Fiscal de Delitos contra las Personas.

    La Policía pidió que cualquier información sea comunicada a la Comisaría Primera al teléfono 299-4424046.

    La desaparición de Gisela Ñancufil

    En paralelo, se radicó la denuncia por la desaparición de Gisela Soledad Ñancufil, de 37 años. En este caso, no se conocen aún las circunstancias en que desapareció, ni qué vestimenta llevaba al momento de ser vista por última vez.

    De acuerdo a la descripción brindada por la Policía, Gisela es argentina, mide 1,70 metros, tiene tez blanca, cabello largo ondulado, ojos marrones y contextura física mediana.

    Su búsqueda está a cargo del Juzgado de Familia y de la unidad policial BAP. Se solicita que cualquier dato sea aportado al teléfono 299-4569787.

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    EXCUSA GUATEMALTECA: Espert blanqueó los 200 mil dólares, pero no pudo despegarse del narco Machado

     

    Cuando faltaban quince minutos para la medianoche, José Luis Espert publicó un video de seis minutos confirmando lo que ya se sabía: cobró 200 mil dólares. Lo hizo intentando despegarse de Fred Machado, el narco detenido dueño de los aviones que usó en su campaña de 2019. La explicación, lejos de aclarar, oscureció aún más el vínculo.

    Por Ignacio Álvarez Alcorta para Noticias La Insuperable


    El video de la medianoche

    En un mensaje grabado, leído de punta a punta y sin margen para improvisar, Espert aseguró: “Los pagos que se me hicieron no fueron de campaña ni del ejercicio de la función pública, sino producto de mi actividad privada”. Notar que dice «pagos» en plural, lo que abre la pregunta: ¿cuánto dinero recibió realmente?
    El escenario elegido —un escritorio, unas hojas impresas y una cortina beige detrás— buscaba transmitir seriedad. Pero el Bank of America, cuyos registros forman parte de la causa judicial en Texas, dice otra cosa: la transferencia salió de una de las empresas de Machado y terminó en una cuenta de Espert.


    La excusa guatemalteca

    El diputado libertario intentó desligarse afirmando que trabajó para un empresario de Guatemala, Iván Morales, de la empresa Minas del Pueblo. Según su relato, lo asesoró sobre proyectos mineros y reestructuración empresarial.
    El problema es que Machado también tenía inversiones en Guatemala. Y que los papeles bancarios no dejan lugar a dudas: el dinero provino de una firma controlada por el narco.

    “Puedo haber pecado de ingenuo, pero delincuente jamás”, se defendió Espert, repitiendo el guion de “operación kirchnerista” que luego reforzó Milei en redes.


    Milei, único sostén

    El presidente salió en su auxilio:
    “El PROFE @jlespert desmontando la inmunda y burda operación montada por el kirchnerismo. Los kirchneristas están tapados de causas de corrupción y como todo ladrón creen a otros de su misma condición”, escribió Milei en X.

    En la Rosada, sin embargo, la preocupación es otra: Bullrich y Francos presionaron públicamente para que Espert dé explicaciones claras, y la militancia libertaria en Buenos Aires ya se niega a repartir boletas con su cara.


    Candidato en la sombra

    La crisis se notó enseguida. Se suspendió un acto en La Plata, y en Ezeiza, durante el anuncio del nuevo Código Penal, a Espert lo mandaron a la tercera fila para esconderlo de las cámaras. Mientras Milei prometía “tolerancia cero con el crimen”, el candidato acusado de recibir dinero narco entraba al penal acompañado por personal del Servicio Penitenciario Federal.

    Ese mismo día pasó por Casa Rosada para ver a Santiago Caputo. Allí le confirmaron que no se baja, pero que deberá sostener el relato oficial: “operación kirchnerista”.


    La militancia, en crisis

    Mientras tanto, en el conurbano bonaerense la bronca crece.
    “En el territorio nos dicen: nos llegaron los panfletos con la cara de Espert, pero, ¿con qué cara le damos esto en el barrio?”, confió un referente de campaña a Noticias La Insuperable.


    Dos causas, un mismo patrón

    En tanto, el juez Marcelo Martínez de Giorgi investiga en la causa 1780/2021 los 35 vuelos en aviones de empresas vinculadas a Machado durante la campaña 2019. Allí el propio Espert reconoció que los usó con fines electorales, aunque intentó deslindar responsabilidades.
    En paralelo, el juez Lino Mirabelli analiza la denuncia de Juan Grabois por el pago de 200 mil dólares de una socia de Machado condenada en Texas por lavado narco.


    Final abierto

    El video de Espert pretendió ser un cierre, pero abrió más preguntas de las que respondió. El dinero llegó de Machado, los aviones eran de Machado, y las causas siguen vivas en Comodoro Py y en Texas.
    Mientras tanto, Milei insiste en blindarlo como amigo personal, aunque cada vez más sectores libertarios se preguntan: ¿cuánto costará políticamente seguir cargando con un candidato que no logra explicar ni un dólar de los que recibió?

     

  • Milei y Bullrich presentaron la reforma al Código Penal: «tolerancia cero»

     

    El presidente Javier Milei encabezó la presentación de un nuevo proyecto de Código Penal en un acto en el Complejo Penitenciario Federal N° 1 de Ezeiza junto a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. «Si aprobamos esta reforma, la Argentina va a cambiar en serio. Sabemos que el sistema no da para más y hay que cambiarlo», dijo el mandatario.

    Estuvo acompañado también por el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, y, en señal de apoyo a su candidatura, se sumó además el diputado José Luis Espert, cuestionado en los últimos días luego de que se publicaran documentos que lo vinculan con Fred Machado, acusado de narcotráfico en Estados Unidos.

    La titular de Seguridad fue la encargada de abrir el acto y enfatizó «un sistema penal tiene que poder imputar a quienes delinquen, castigarlos con penas severas, condenarlos de forma ágil y asegurarse de que esas condenas se cumplan». «Hoy, algunas de esas cosas se cumplen y otras no. Nuestro Código Penal tiene más de 100 años de antigüedad, por eso, esta comisión ha presentado uno moderno, actualizado, que defiende a las víctimas y no a los delincuentes», sostuvo.

    Por su parte, Milei destacó los logros del Gobierno en materia de seguridad desde el comienzo de su gestión y señaló que, para seguir en este camino, presentaron estas reformas «de tolerancia cero contra la delincuencia». «Si logramos aprobarlas, quienes delinquen la van a pagar en serio y los argentinos de bien van a vivir en una sociedad más segura». De esta manera, se dirigió al Congreso de la Nación y apuntó que «depende de quienes estén sentados en las bancas del Poder Legislativo que tengan la vocación de ponerse en el lugar de las víctimas y no de los delincuentes. Por eso el país necesita diputados y senadores que entiendan esto», enfatizó el Presidente, mientras el oficialismo atraviesa un panorama adverso en ambas Cámaras parlamentarias.

    «Los países que son más libres son más prósperos pero para que esa prosperidad tome lugar, necesita una precondición que es el orden. Se tiene que respetar la vida, la libertad y la propiedad y que rija el principio de no agresión. Eso es orden», remarcó el mandatario.

    En ese sentido, advirtió que a partir de la «doctrina Zaffaroni» hubo una «inversión de la carga de la prueba». Sobre este punto, explicó: «Se hizo de la víctima el victimario. De esa manera, se relajaron las penas y no había costo para aquel que causaba daño a sus semejantes», sostuvo y agregó que estas condiciones «conducen al empobrecimiento y por ende termina destruyendo la prosperidad».

    Así, el líder libertario afirmó que para cumplir el objetivo de «hacer a la Argentina grande nuevamente, el orden es condición y por eso se necesita tolerancia cero: el que las hace las paga».

    «Hay que tener penas más duras, que apliquen a quien corresponde, que los juicios se hagan rápido y que los delincuentes cumplan la condena donde corresponde: en la cárcel, para que los argentinos de bien puedan volver a vivir en libertad», dijo el Presidente.

    En tono de campaña, Milei cerró su discurso afirmó que «el futuro va a ser distinto al pasado», pero aclaró que el proceso todavía está «a mitad de camino» y que «falta para el punto de llegada»: «Este camino conlleva esfuerzo, pero es el correcto. Hagamos que el esfuerzo valga la pena», concluyó, repitiendo el lema de la Libertad Avanza para los comicios legislativos de octubre.

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  • Colapinto ante otro desafío en el Gran Premio de Singapur: los horarios

     

    El piloto argentino Franco Colapinto (Alpine) disputará este fin de semana el Gran Premio de Singapur, correspondiente a la 18ª fecha del campeonato de Fórmula 1 que tiene como líder al australiano Oscar Piastri, de McLaren.

    El Gran Premio de Singapur se corre en el Circuito Callejero de Marina Bay, que cuenta con 19 curvas y tiene una extensión de 4,940 kilómetros.

    El líder del campeonato, como se mencionó previamente, es Piastri, aunque es seguido de cerca por su compañero de equipo en McLaren, el británico Lando Norris, quien se encuentra a 25 puntos.

    Sin embargo, no hay que quitar de la ecuación al neerlandés y cuatro veces campeón del mundo, Max Verstappen (Red Bull), quien ganó las últimas dos carreras y se colocó a 69 puntos de Piastri.

    Colapinto, por su parte, buscará sumar sus primeros puntos del año, en una temporada realmente complicada en Alpine, que es el peor coche de la parrilla.

    El argentino consiguió como mejor resultado del año el undécimo puesto en el Gran Premio de Países Bajos, mientras que tanto en Mónaco como en Canadá quedó 13°.

    En Singapur, el pilarense buscará repetir o mejorar lo hecho el año pasado, cuando terminó 11° cuando corría para la escudería británica Williams. Durante dicho Gran Premio, Colapinto sorprendió a todos con un “dive bomb” en la largada para superar a tres rivales.

    La actividad en este Gran Premio comenzará el viernes, jornada que contará con la práctica libre 1 entre las 6:30 y las 7:30 (hora de Argentina), mientras que entre las 10 y las 11 de la mañana será la segunda sesión de entrenamientos.

    El sábado será clave para Colapinto, ya que a las 6:30 tendrá la tercera y última práctica libre en la que dispondrá de sus últimos intentos para poner su monoplaza a punto de cara a la clasificación, que será a partir de las 10 de la mañana.

    Finalmente, la carrera del Gran Premio de Singapur será este domingo 5 de octubre, a partir de las 9 de la mañana.

    Los horarios del GP de Singapur

    Viernes 3/10:

    • Práctica libre 1 a las 6:30
    • Práctica libre 2 a las 10

    Sábado 4/10:

    • Práctica libre 3 a las 6:30
    • Clasificación a las 10

    Domingo 5/10:

    • Carrera a las 9

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