Quién es una de las nadadoras neuquinas que recibió el invierno en el Canal de Beagle

Quién es una de las nadadoras neuquinas que recibió el invierno en el Canal de Beagle

 

Una de las nadadoras que recibió al invierno en las aguas heladas del Canal de Beagle el viernes por la noche, es una docente de Cutral Co. Silvana Romero impacta tanto como verla nadar entre el hielo que desprende el glaciar Perito Moreno. Esta docente de 50 años es una brazada de vida y además, una correntada de entusiasmo por una disciplina que descubrió hace unos años y le abrió todo un mundo nuevo.

Verla a ella y quienes practican la natación en aguas frías, con temperaturas bajo cero en el exterior y hasta con nieve, es todo un misterio que deslumbra a quienes estamos en esa orilla de conocer más y más.

Desde el corazón petrolero de Neuquén llegó hasta mi cercano glaciar Perito Moreno, desde el lago Ramos Mexia donde practica llegó a intentar nadar en nuestras Islas Malvinas, desde su Cutral Co viajó a Ushuaia para recibir dentro del agua a la temporada de invierno, en la noche de un 20 de junio.

¿Cómo no querer saber más de ella y de este mundo que se abre cada vez que se sumerge en el agua helada?

Hablamos con ella en esta edición especial de El Diario de Vanesa y aquí les dejo la entrevista:

Me gustaría que te presentes, que nos digas quién sos, de dónde y cómo empezaste a apasionarte por nadar en aguas frías.

Hola, ¿cómo estás? Mi nombre es Silvana Romero, vivo en Cutral Co, provincia de Neuquén, tengo 50 años y soy docente. Empecé a nadar en aguas frías en el año 2019 en un evento que organizaba un grupo de Junín de los Andes que se llamaba Viejos al agua y en ese evento se nadaba aproximadamente un kilómetro en aguas del río Chimehuín en el mes de agosto. 

Justo ese fin de semana había nevado, asique  nadamos  rodeados  de nieve. Y al otro día se nadaba en el lago Huechulafquen, así eso ya era más recreativo, pero  bueno,  en las dos oportunidades lo hicimos. Digo lo hicimos, porque fuimos dos,  sin traje de neoprene. Esa fue la primera experiencia de aguas frías y aguas gélidas, serían también porque aguas gélidas se considera menor de los cinco grados. Habían terminado los eventos de aguas abiertas, seguíamos entrenando en pileta y bueno, apareció esta posibilidad de nadar en aguas abiertas en invierno y viajamos hasta Junín.

Había participado anteriormente en eventos de aguas abiertas, en Villa Pehuenia, en Las Grutas, pero bueno, este era el desafío que surgía para el mes de agosto, entonces viajamos y pude nadar ahí, sin traje de neoprene, no como lo venía así en este momento, esa fue la primera vez.

Y en ese comienzo, ¿qué fue lo primero que tuviste que aprender?

En ese momento era todo un desafío y era la primera vez que encontraba gente que nadaba en aguas frías y yo no tenía ningún tipo ni de experiencia ni conocimiento. Entonces lo primero que aprendí es a sacarme la ropa rápido, a entrar en una carpa calefaccionada que estaba preparada para eso y a ingerir una bebida tibia, que por lo general uno dice café, té, caliente, mate, no, tiene que ser algo tibio que no haga un shock térmico en el cuerpo.

Todo eso era novedad, bueno, fui haciendo todo lo que me iban diciendo, no alcanzamos la hipotermia porque era un recorrido muy corto, era en río, entonces el río con el caudal y la corriente nos arrastraba rápido, pero bueno, fueron tres o cuatro minutos.

¿Cuáles son las sensaciones que te van apasionando de nadar en aguas frías?

Una sensación, primero en lo físico, bueno, sentís el frío en las manos, sentís el frío en el cuerpo, pero es hasta que entrás  en adaptación y que tu mente también empieza a controlar esas sensaciones y las transformas en una sensación agradable, placentera, y que te invita a seguir probando y a seguir  nadando en aguas frías.  Es una sensación de libertad. Yo siempre hablo de la libertad en el agua porque es el momento tuyo y el agua.  No podés estar pensando en ese momento en otra cosa. Dónde tengo que ir, cómo voy a hacer para ir, porque voy pensando en la abrazada, en la patada, en la distancia y también en lo que hago acá. Es necesario estar acá y terminás diciendo sí porque lo disfruto, sí porque estoy bien, me hace bien.  Entonces es un momento muy íntimo en esa relación entre el agua fría y el nadador que se disfruta mucho.

Hay una adaptación para que el cuerpo se vaya acostumbrando, ¿no?

El cuerpo, y yo creo que mínimo, tienes que tener unos cinco o seis meses como para adaptarte  a hacer un recorrido extenso, una distancia  de uno o dos kilómetros, que es lo máximo que  se nada  en los eventos comunes,  los eventos que organizan las agrupaciones.   Y hablo así porque a mí me cuesta llegar hasta el lago porque yo tengo el lago a 80 kilómetros.  Entonces yo tengo que ir todos los fines de semana, ahora que termina el verano, sea en otoño o invierno sigo yendo, nunca dejo de ir al lago para que el cuerpo también vaya  acompañando esa baja de temperatura del agua, que el cuerpo también la vaya reconociendo.

Entonces, cuando llega un evento en junio, julio, agosto, yo ya tengo el cuerpo adaptado a nadar en aguas frías. Hay organizadores que invitan a que los nadadores asistan tres o cuatro días previos al evento para poder hacer como una aclimatación. Que es eso, entrar al agua, estar cinco o diez minutos y salir. Para mí es muy importante eso porque la mente, la cabeza del nadador, acompaña ese ingreso al agua. Es como decirle, mañana vas a entrar a competir en esta temperatura de agua, entonces al otro día vos ya tenés idea de cómo es el agua, cómo la vas a sentir y no te tenés que preocupar por la cabeza, sino más por la distancia, por lo físico y por el entrenamiento que vos hiciste.  Me parece que es muy importante eso: tener el cuerpo preparado, pero también reconocer el agua en la que uno va a ingresar  por primera vez o para la participación en un evento.

Calentar antes el cuerpo y sobre todo no desabrigarse, no enfriarse.  Por ahí muchos piensan que llegar a nadar en aguas frías, llegar a sacarse el abrigo, quedarse en malla en la costa, esperar que toque el silbato o que todos estén  listos para meterse. Nosotros siempre decimos no se desabriguen, el cuerpo necesita mantener esa temperatura corporal para perder ese calor en el agua y no afuera.  Entonces hasta el último momento hay que estar abrigados y recién cuando es momento de entrar que dicen ya ahora nadadores al agua, hay que sacarse todo el abrigo que uno tiene.  Lo mismo al regreso, a la salida,  es sacarse toda la ropa mojada.  Lo primero que nos abrigamos es la cabeza, los pies y las manos, que es por donde más se pierde el calor corporal.  Y después viene el resto de las mallas, ponerse ropa seca, todo eso.

Has participado en el Mundial del glaciar Perito Moreno, ¿cómo es nadar entre el hielo?

En el Mundial del glaciar Perito Moreno participé en el año 2023. Ahí nadé mil metros con el agua a dos grados.  La noche anterior a la competencia de los mil metros hubo un desprendimiento de hielo del glaciar, así que nadamos entre pequeños icebergs,  que de hecho yo tengo fotos de mi mano lastimada porque me chocó un iceberg, mientras vos vas nadando lo ves, intentas correrlo y al correrlo no te das cuenta que por debajo hay un bloque de hielo más grande que es del mismo color del agua, cuando  hice yo la abrazada particularmente me choqué con ese hielo y salí con la mano sangrando. 

No lo sentí, obviamente, porque mis dedos no tenían sensibilidad en ese momento, me di cuenta después cuando ya salgo del agua. Pero las fotos son muy lindas, ahí hay videos también. Y en el 2024 viajé otra vez en este evento, no se pudo hacer la distancia de 1000 metros así que hicieron un circuito bollado de 500 metros con una sola vuelta, esa fue la distancia máxima que pudimos nadar ahí  en el glaciar. Después estaban las distancias más cortas que implican más velocidad, 25-50 metros.  Pero bueno, lo mío no es la velocidad, sino que yo hago más fondo, hago lo que es distancias.  Traje algunas medallas porque participé en 25 espalda, 25 pecho, 25 crawl, 25 mariposa, 50 Kroll, 100 Kroll, 200 Kroll, bueno, de todas las distancias que había participé así que me traje varias medallas.

Con el glaciar atrás es algo imponente, algo que vos decís es inesperado, yo creo que ningún nadador, o sea, es un evento que es relativamente nuevo para los argentinos, durante dos o tres años estuvo organizado para recibir nadadores extranjeros y ahora desde el 2023 creo que fue que empezaron a inscribir o se organizó para nadadores argentinos y pudimos participar ahí.

Es algo que yo creo que ningún nadador lo sueña o lo soñaba, ahora sí porque ya se sabe que se puede organizar ese evento. Pero en su momento nosotros lo mirábamos por televisión como algo que era inalcanzable. Por la experiencia de estar ahí, porque era muy limitado el cupo y el valor, el costo de inscripción era muy alto. Entonces, era algo muy lejano a mi realidad.

Te escucho y no sé si es un desafío o una disciplina que adoptás para sentirte bien.

Estar en aguas frías, yo creo que es algo que se tiene que proponer  la gente, los nadadores.  No como un desafío, decir, yo lo voy a lograr porque es como una disciplina que vos adoptas.  La primera vez probas a ver cómo te sentís, cómo te siente el cuerpo, cuánto demora en recuperarse, vas de a poco. controlando algunas cuestiones, es decir, qué señales manifiesta mi cuerpo de que tengo que salir del agua, es reconocer un poco el cuerpo,  las reacciones y  encontrarle el placer, es decir, me gusta, quiero volver a repetirlo. Y después ya lo adoptás, ya no querés nadar en el lago en verano, querés estar contenta cuando llegue el invierno. Que no quiere decir que uno no tenga frío en el invierno porque todos dicen cómo vas a tener frío si vos nadas en aguas heladas. Sí, cuando yo nado en aguas heladas me preparo mentalmente, preparo mi cuerpo. Ahora, si hay 4 o 5 grados bajo cero acá a la mañana en mi casa, sí, tengo frío.  Y es un desafío cuando vos ya lo adoptas y pensás  en estos eventos, en estos encuentros, quiero ir al glaciar Perito Moreno y poder nadar allá a  dos grados.  Quiero ir a Ushuaia a recibir la noche más larga del mundo en el canal de Beagle, ese evento también participamos dos veces, que se nada a las 12 de la noche el 20 de junio para recibir el invierno ahí en la costa de Ushuaia.

¿En algún momento llegaste a sufrir hipotermia?

Llegar a la hipotermia no, nunca me pasó. Sí, hecho de enfriarme y que mi cuerpo demore más en recuperar su temperatura, recuperar calor, esto de salir y temblar. Que nosotros, dentro del grupo de los nadadores, decimos que temblar está bien porque es cuando el cuerpo está recuperando. La hipotermia no me pasó. Lo he visto. Lo he visto en algunos nadadores. Incluso hay nadadores que los han llevado en ambulancias. Pero a mí no me pasó eso. Temblar y mientras estás tomando algo tibio que te tiemble el vaso a la taza, sí. Pero lo importante en eso, siempre lo decimos, es tratar de recuperar calor. Y no asustarse, porque si uno se asusta es como que empieza a hacer cosas que por ahí son innecesarias o poco convenientes. Así que, entre esas cosas, por ejemplo, hay gente que dice, bueno, salgo a correr para recuperar más rápido el calor. Y en ese salgo a correr le estoy pidiendo a mi sistema circulatorio un doble esfuerzo, que es el de calentarme y a la vez sostener o tener la energía para hacer una actividad física que demanda más circulación, entonces bueno, esas cosas por ahí no son recomendables.

Todo lo que te cuento es  todo lo que fui aprendiendo.  Yo no soy ni profe de educación física, ni médica, ni especialista en natación.  Son todas cosas que se fueron transmitiendo entre los grupos. Hay gente que es referente, que tiene historia, muchísima experiencia y que por ahí sí tiene más estudios especializados en el tema.  Y bueno, gracias a esa gente uno va aprendiendo y puede también compartir esa información.  Así que bueno, es así, son todos,  todo lo que yo sé lo aprendí porque alguien me lo dijo, no es que yo lo haya estudiado.

¿Cuáles son ahora tus próximos objetivos?

Estoy entrenando ahora para el Canal de la Mancha, hay eventos también  en Estonia en invierno. El año pasado en marzo viajé a Malvinas para intentar el cruce de las dos islas en el estrecho de San Carlos, en la parte  más estrecha digamos, y de menor distancia que son 5 kilómetros. Se calcula que son 5 km lineales, pero uno puede llegar a nadar 6 por la deriva de las corrientes y todo eso.  Bueno, por cuestiones de clima, estuve en marzo del año pasado y no se pudo hacer, el clima no nos permitió, había mucho viento, un oleaje bastante alto, entonces desde la organización nos dijeron que no, que está bien, porque en realidad desde la organización nos estaban cuidando,  éramos dos nadadores los que viajamos.  Bueno y ahora como quedó eso pendiente, es mi próximo desafío volver y poder hacer ese cruce. Así que estoy entrenando con ese objetivo. El agua en San Carlos está entre 8 y 10 grados, asique tengo que entrenar en agua fría y con oleaje, que también es un desafío para mí.  Yo vivo en Cutral Co y voy a nadar al lago de El Chocón, que tiene un oleaje común, nada que ver con el del mar allá. Asique tengo que buscar ahora en el invierno aguas frías y lugares en donde pueda nadar con un poco de viento que haya un poco de oleaje. Ese es el próximo desafío. Y en agosto, si se organiza algo en El Calafate para nadar en el glaciar, seguramente también con nuestro grupo vamos a estar participando. En junio-julio del año pasado fuimos a nadar al lago de Caviahue, que también estaba nevado, y ahí también estaba rondando los dos grados la temperatura. Así que para entrenar, ahora en invierno, en la cordillera tenemos distintos lugares y después eventos así que se organicen con difusión pública,  Calafate, Ushuaia y si se da lo de Malvinas, allá estaremos.

Para ir cerrando, ¿qué nos podés decir a quienes aun no hemos hecho la experiencia de nadar en invierno en aguas frías?

Para ir cerrando, yo invito a todas las personas que sepan nadar, que se sumen o que prueben, que intenten el nado en agua frías.  Van a descubrir sensaciones nuevas.  Van a volver cansados por más que se nada en 10 minutos.  El cansancio que genera  la recuperación es muchísimo. Y uno dice, me dormí todo, dormí toda la noche. Sí, pero nadaste 10 minutos. Sí, pero en agua fría.  Bueno, la sensación que van a descubrir más allá que son sensaciones individuales y personales,  los grupos en los que se puede practicar la natación en agua fría  son grupos muy solidarios,  gente muy colaboradora que está siempre pendiente del otro. Nosotros nadamos siempre con eso de con un lema que es no nadar solo, nunca nadar solo, siempre estar mirando al compañero.  Nadamos y vamos mirando y vamos parando para preguntar ¿cómo estás, bien?  No es un nado competitivo para muchos de los nadadores de aguas frías, son nados recreativos, se disfrutan más.  Si bien hay nadadores de aguas frías que entrenan para competir y es sumamente importante y lo hacen con una constancia y un compromiso impresionante,  yo y  dentro  del grupo que tenemos nosotros acá en Neuquén,  me parece que disfrutamos más ese momento de nado recreativo donde el único requisito es saber nadar, después lo otro es preparación, entrenamiento, constancia de seguir yendo al agua  durante el invierno. y descubrir cada uno qué le genera y en qué punto de su vida, de su realidad, de su contexto, le genera placer el hecho de estar en el agua. No es un tratamiento psicológico ni médico ni nada, pero lo tomamos como una terapia para cada problema individual, cada problema personal que tiene. Muchos dicen, me hace bien venir a nadar. Entonces, algo resuelve. No sabemos qué, pero algo resuelve.

Para conocerla más, la podés seguir en @cylromero en Instagram.

Espero que les haya gustado y ¡será hasta la próxima!

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¿Esto sigue siendo neoliberalismo?

¿Esto sigue siendo neoliberalismo?

 

El segundo mandato de Trump marca el fin de una era, pero no el fin del dominio incontrolado del capital sobre nuestra sociedad. Entrevista a Vivek Chibber| Traducción: Florencia Oroz (JacobinLat).


Los últimos cincuenta años han sido una era de dominio indiscutible del mercado en todos los ámbitos de la vida. Pero la agitación global provocada por la guerra comercial de Donald Trump ha suscitado no pocos interrogantes acerca de si estamos asistiendo al desmoronamiento del orden neoliberal.

Melissa Naschek conversó con el editor de Catalyst, Vivek Chibber, para hablar acerca de las consecuencias de la política de aranceles de Trump, el auge del populismo de derecha en el mundo y sobre si la era neoliberal ha llegado realmente a su fin.

 

MN

Vivek, ya llevamos bastante tiempo con la presidencia de Trump, así que tenemos una idea bastante clara de cuál es su agenda. ¿Alguna vez imaginaste que sería así?

VC

No creía que fuera a cambiar tanto con respecto a su primera presidencia, a su primera administración. Así que más o menos sabía qué tipo de políticas iba a seguir. Pero el caos, la agresividad y la especie de manía que lo caracterizan… No creo que nadie esperara que llegara a este nivel. Así que es una combinación: sí, está haciendo lo que esperábamos, pero lo está haciendo de una forma mucho más agresiva y decidida, hasta el punto de que ha sacudido el conjunto de la economía política y la cultura.

 

MN

Si nos fijamos en los seguidores de Trump, hay una parte de su base que no podría estar más contenta, probablemente porque no esperaban que llegara tan lejos. Y luego lo hizo. Después hay otra parte que apostó todo el tiempo a que su presidencia iba a ser básicamente una copia de su primer mandato. Y ahora están enfadados con él por estar haciendo todo esto.

VC

Dentro de su base hay un llamamiento a cambiar el sistema, a derribar cosas, a destrozar las instituciones. Y esta vez ha venido preparado para hacerlo. Y si eso es lo que querías ver, sí, tienes que estar contento si eres partidario de Trump.

 

MN

Creo que eso es cierto, si realmente creías en sus palabras. Pero creo que mucha gente no lo creía, y lo interesante esta vez no es solo la intensidad de su agenda y sus políticas, sino también hasta dónde está llegando, lo que ha hecho que algunas personas empiecen a preguntarse si esto es algún tipo de punto de inflexión no solo en la historia política estadounidense, sino en todo el sistema económico mundial o más concretamente, si la nueva agenda de Trump significa el fin del neoliberalismo.

VC

Yo diría que hay un punto de inflexión en muchos sentidos. Mucha gente lo cree ahora. Da la sensación de que no hay vuelta atrás al capitalismo de la era Bush-Obama, que ha habido un cambio en la cultura política, pero también en el tipo de paquetes de medidas que podemos esperar ver ahora. Así que creo que ha habido un cambio en la cuestión del neoliberalismo. Es un poco más confuso, así que intentemos profundizar un poco en ello.

 

MN

Teniendo esto en cuenta, ¿crees que Trump es realmente el fin del neoliberalismo?

VC

No sé si Trump es el fin del neoliberalismo. Sí creo que estamos en una fase del capitalismo, o supongo que la gente lo llama ahora capitalismo tardío. No estoy muy seguro de lo que significa.

 

MN

En algún momento se nos acabarán las etapas tardías.

VC

En los años 80 existía el término «capitalismo tardío»; Ernest Mandel escribió un libro en los años 70 titulado Capitalismo tardío. De alguna manera se transformó en «fase tardía», y eso hace que parezca que está a punto de morir o algo así, que se encuentra en sus últimas etapas y que solo estamos viendo cómo se va encogiendo poco a poco hasta convertirse en una pequeña bolita.

 

MN

Es el capitalismo metastásico.

VC

Nos encontramos en una especie de punto de inflexión en nuestra economía política. Y el neoliberalismo, como palabra, se utiliza para describir todas estas dimensiones de la economía política: la dimensión global, la dimensión nacional. Sus componentes políticos, sus políticas económicas, las relaciones laborales, todas estas cosas entran en la categoría del neoliberalismo, y empieza a convertirse en algo tan amplio que no tiene mucho peso analítico.

Creo que ahora estamos viendo algunos cambios importantes en él. Así que, en el fondo, lo que la gente entiende por «neoliberalismo» es simplemente un alejamiento del tipo de régimen regulador distributivo de los años 50, 60 y 70, que también tenía un lugar para el trabajo.

 

MN

También conocida como la economía de posguerra y la llamada «edad de oro del capital».

VC

Sí, la edad de oro del capital. En términos generales, el capitalismo social y democrático se aleja de eso hacia un régimen económico más desregulado y basado en el mercado. Se llama neoliberalismo porque es una nueva forma de liberalismo.

Entonces, ¿qué es el neoliberalismo? Lo que se entiende por eso no es el liberalismo político, el liberalismo de los derechos y de la fuerte inclusión política. Lo que quieren decir es una economía desregulada, como la que había en el siglo XIX. Así que el neoliberalismo significa una nueva versión del capitalismo del siglo XIX, que dio lugar a todos esos gigantescos movimientos sociales que nos dieron el Estado de bienestar. Por lo tanto, se supone que el neoliberalismo significa, en términos generales, un giro hacia formas mercantilizadas de intercambio y distribución sin la intervención del Estado en las transacciones del mercado ni en la distribución de los ingresos.

Si eso es lo que entendemos por neoliberalismo, y nos preguntamos: «¿Es este el fin?», la respuesta es no. Pero lo interesante es por qué la respuesta es no. Hay un aspecto en el que algo ha llegado a su fin, y eso es lo que la gente señala cuando se pregunta: si el neoliberalismo podría estar llegando a su fin. El primero es el apoyo social a todas estas políticas; el segundo es la dimensión global de esas políticas.

 

MN

¿A qué te refieres con el apoyo social al neoliberalismo?

VC

Perry Anderson escribió este artículo en 2000, cuando se relanzó la revista New Left Review. La relanzó porque pensaba que estamos en lo que podría ser una era muy, muy larga de dominio del capital, tal vez llamada neoliberalismo. La idea era que esto requeriría una agenda intelectual completamente nueva para darle sentido.

Y en ese momento, en ese artículo, Anderson hizo la observación de que la ideología del neoliberalismo —la ideología que celebra los mercados, el individualismo y un Estado muy minimalista— es muy hegemónica. La comparó con el poder de la Iglesia cristiana en la Edad Moderna y la Edad Media. Anderson pensaba que la ideología neoliberal era extremadamente poderosa. Lo que eso sugería en ese momento era que el neoliberalismo había tenido éxito como programa político, en parte porque había conseguido el apoyo de la población a través de esta ideología.

Así que cuando hablamos de los apoyos sociales del neoliberalismo, lo que se transmite es la sensación de que no solo existía un consenso dentro de las clases dominantes y la clase política en favor de una economía política mercantilizada, sino que también se había ganado el consentimiento de las masas a través de diversos medios.

Y ahora ese apoyo se ha derrumbado. ¿Cómo se ha derrumbado? Bueno, a partir de la época de Occupy Wall Street quedó claro que las enormes desigualdades que se habían acumulado en la década de 1980 y 1990 y principios de la de 2000 se habían vuelto tan marcadas que se produjo un rechazo cultural generalizado y una sensación generalizada de que las personas no solo debían tener derechos políticos, sino también económicos.

Esto va en contra del espíritu neoliberal, que dice: «Tus únicos derechos son los derechos políticos en la economía». Obtienes lo que te da el mercado. Esa es la ideología del neoliberalismo. Ahora bien, mi opinión es que nunca ha habido un gran apoyo social al neoliberalismo. Creo que la gente siempre lo ha odiado. Creo que la gente odiaba tener que luchar por un trabajo, tener que luchar constantemente por su salario. Creo que odiaban la inseguridad que conllevaba, el retroceso del Estado de bienestar.

Así que lo que cambió a partir de 2010 no fue que el apoyo al neoliberalismo se desmoronara. Fue que la ira contra el neoliberalismo finalmente se unió. Y, en mi opinión, los izquierdistas y los teóricos críticos de los años noventa y principios de los dos mil, que intentaban aplicar la teoría gramsciana sobre cómo se genera el consentimiento en el capitalismo y cómo el neoliberalismo y el thatcherismo generaron el consentimiento, estaban completamente equivocados.

 

MN

Una pregunta que tengo al respecto es que no es que no haya habido resistencia política hasta ahora. A lo largo de esta época ha habido intentos constantes, especialmente por parte de los republicanos, de amenazar con recortar estas prestaciones, en particular la seguridad social. Y cada vez que eso ocurre, por ejemplo, siempre hay una gran presión por parte de grupos sin ánimo de lucro y grupos de estadounidenses de edad avanzada para que acudan a los ayuntamientos a decirles a los republicanos: «No se atrevan a tocar mis prestaciones», y luego votar en contra de ellos en las elecciones de mitad de mandato como una especie de castigo.

¿En qué se diferencia este tipo de tensión política de las batallas anteriores para, por ejemplo, proteger el Estado de bienestar de los recortes, algo que habría estado en línea con el neoliberalismo?

VC

No ha habido grandes movilizaciones sociales desde la década de 1980, ni en apoyo de la seguridad social ni de ninguna otra causa. La resistencia a su desmantelamiento ha sido casi exclusivamente electoral y de presión. El fracaso de los republicanos y los demócratas a la hora de reducir el Estado de bienestar estadounidense no se debe a que el electorado o los trabajadores se hayan unido y hayan lanzado campañas masivas para frenar su agenda. Se debe a que cada vez que lo han intentado, han perdido las elecciones. Perdieron en las elecciones de mitad de mandato, y eso es lo que estamos viendo ahora mismo en la lucha por Medicaid en la agenda fiscal de Trump.

Ahora bien, ese es un tipo diferente de resistencia. Es una resistencia a desmantelar ciertas políticas. Existe un tipo diferente de resistencia al capitalismo que tiene una agenda positiva, que no consiste solo en poner palos en las ruedas de los liberalizadores, sino en conseguir nuevos derechos dentro del capitalismo que antes no existían. Eso es lo que hizo el New Deal. En mi opinión, es inexacto decir que el apoyo al neoliberalismo se ha derrumbado. Es más exacto decir que la tolerancia hacia el neoliberalismo se ha derrumbado.

Nunca ha habido una opinión mayoritaria entre los trabajadores y la gente corriente de que el thatcherismo y el reaganismo sean cosas buenas. En el mejor de los casos, había una aceptación a regañadientes, pero en su mayor parte había una sensación de resignación.

 

MN

Creo que eso encaja bien con tus comentarios sobre la distinción entre movimientos sociales y comportamiento electoral, debido al ejemplo tan citado de «en realidad, fue una decisión popular que se tomó para tener algo parecido al neoliberalismo». No sé si la gente vota exactamente por eso, pero el voto de la clase trabajadora a Reagan es un ejemplo muy citado de «bueno, esto es lo que quería la gente». Lo aceptaron activamente.

VC

No, no hubo aceptación del programa económico de Reagan. No hubo aceptación de lo que se conoció como reaganismo. Hubo una revuelta contra los demócratas. Hubo una revuelta contra el shock de Volcker, las subidas masivas de los tipos de interés, el desempleo que generó, pero nunca hubo la sensación de que lo que queríamos era un retroceso de nuestros derechos económicos y del Estado de bienestar. Ese es un argumento de ciertos intelectuales liberales de la derecha, pero es profundamente erróneo.

Creo que la forma correcta de describir lo que ha cambiado es que el público ya no está dispuesto a tolerar lo que se le ha vendido durante treinta años, que es el neoliberalismo. Hay una ira dentro de la cultura y una demanda de algún tipo de cambio, diferente de lo que vimos en los años noventa y dos mil.

Así que, aunque es un error describirlo como un colapso del apoyo al neoliberalismo, esa descripción sí que da en el clavo en algo, y es que las élites políticas no pueden dar por sentado que pueden salirse con la suya con las políticas sociales mercantilizadas que han aplicado durante los últimos treinta años. Ahora lo saben.

Es un cambio importante. Porque hay una agitación dentro de la cultura política en la que se entiende que las élites políticas van a tener que cambiar, de forma drástica, la forma en que han estado haciendo las cosas.

¿Significa eso que van a alejarse del reaganismo, del thatcherismo, de lo que conocemos como neoliberalismo? La respuesta es, en gran medida, no. Hay un componente que están cambiando: lo que llamamos «globalización». Sin embargo, yo diría que el fin de la globalización, si queremos llamarlo así, no es el fin del neoliberalismo. Es simplemente un cambio dentro de una dimensión del neoliberalismo.

El neoliberalismo tenía dos dimensiones. Estaba el frente interno y estaba el frente internacional. El frente internacional se ocupaba de cuestiones como los tipos de cambio, cosas por el estilo. Sin duda, está experimentando un cambio importante. Pero en cuanto a cómo los Estados y la clase capitalista se ocupan de la economía nacional —cómo acumulan capital, cómo obtienen sus beneficios, cómo tratan a los trabajadores y al Estado de bienestar—, no hay ningún indicio de que eso vaya a cambiar.

 

MN

¿Podría hablar un poco más sobre su segundo punto, la base del neoliberalismo, concretamente la base política del neoliberalismo?

VC

Una vez que entendemos que el neoliberalismo no surgió porque las masas lo exigieran, la pregunta es: ¿cómo surgió? Bueno, surgió porque en Estados Unidos, y podemos limitarnos a Estados Unidos, se produjo un cambio en la forma en que la clase política y económica estadounidense entendía cómo reactivar el crecimiento y los beneficios.

Desde finales de los años sesenta y durante toda la década de los setenta, la economía estadounidense estuvo bastante estancada. A finales de los setenta, el consenso, especialmente en la comunidad empresarial, era que la forma de reactivar el crecimiento era, en primer lugar, reactivar la rentabilidad. Los beneficios de las empresas.

Las ganancias corporativas se estaban viendo afectadas, decían, por todos los costos excesivos que el Estado de bienestar y los sindicatos les habían impuesto. El Estado de bienestar, con sus altos niveles de impuestos a los ricos y su gran cantidad de seguros sociales, que, según ellos, desmotivaban a los trabajadores.

Y luego, por supuesto, estaban los sindicatos, con todas sus reivindicaciones sobre los ingresos de las empresas para conseguir salarios más altos, pensiones, prestaciones, cosas por el estilo. Así que la idea era que teníamos que recuperar la iniciativa —«teníamos» en referencia a la comunidad empresarial— para que, al rechazar todos estos costes, pudiéramos recuperar una mayor parte de nuestros ingresos y conservarlos como beneficios.

Y una vez que obtenemos esos beneficios, podemos reinvertirlos y esa reinversión conducirá a mayores niveles de crecimiento. Ahora bien, esta era una perspectiva elitista. Para llevar a cabo esa perspectiva, tenían que lidiar con el hecho de que los sindicatos se opondrían a ella. El primer punto de su agenda era debilitar o incluso eliminar los sindicatos.

Así que en los años 1970, lo que vemos es un ataque generalizado al movimiento sindical, y se hace por dos razones. Es un fin en sí mismo: se reduce el poder de los sindicatos y, con ello, se aumenta el propio poder en el lugar de trabajo como directivo. Se aumentan los beneficios porque los sindicatos pueden exigir menos.

Pero también hay un beneficio político, que es que, una vez que los sindicatos desaparecen, desaparece la principal fuente de apoyo al Estado de bienestar. Y entonces puedes empezar a rechazar todos los costes que el Estado de bienestar te impone.

Esa era la esencia. No se impuso mediante algún tipo de deseo masivo de la clase trabajadora por el neoliberalismo. Se les impuso. Y una vez impuesto, bueno, quisieron luchar. Pero si no tienes sindicatos, si todas tus instituciones sociales están siendo desmanteladas, ¿cómo vas a luchar? No queda nada. Lo único que te queda son las elecciones.

Así que, una vez que lo único que les quedaba era el voto, en realidad se le facilitó mucho el trabajo a los partidos políticos, porque durante esos cuatro años, entre elecciones, tienes vía libre para hacer lo que quieras, porque no hay sindicatos ni instituciones sociales.

Ese consenso dentro de la clase dominante en favor de este nuevo tipo de economía de mercado lleva más o menos cuarenta años vigente.

 

MN

Entonces lo que estás diciendo es que, a lo largo del neoliberalismo, ha habido un consenso en que el Estado de bienestar perjudica la rentabilidad de las empresas. Y que, a su vez, si queremos mejorar esa rentabilidad, tenemos que eliminar un obstáculo importante para la reforma del Estado de bienestar, que son los sindicatos.

¿Trump está desafiando, de alguna manera, todo ese consenso, porque es alguien que básicamente se presentó a las dos elecciones con el lema «No vamos a tocar el Estado de bienestar. No voy a hacer nada para quitaros vuestras prestaciones»? Y aunque no era explícitamente prosindical como Bernie Sanders, tampoco hizo campaña con un programa antisindical.

De hecho, en su primer mandato, trabajó con los sindicatos para mantener sus puestos de trabajo aquí. Y al comienzo de su segundo mandato, se armó mucho revuelo por el hecho de que nombrara a un secretario de Trabajo que estaba a favor de la Ley Pro. Entonces, ¿son Trump u otros políticos como él, como Josh Hawley, de alguna manera diferentes?

VC

Es una buena pregunta, y debe abordarse en dos niveles diferentes. El primer nivel es: ¿Podrían estos políticos ser precursores de una especie de escepticismo elitista hacia el neoliberalismo? Una vez más, por neoliberalismo nos referimos al dominio sin restricciones de los mercados sobre nuestras instituciones sociales. Y el segundo nivel es: Incluso si son escépticos al respecto, ¿son escépticos respecto a la cuestión subyacente, que es la priorización de los beneficios empresariales y el poder directivo por encima de los intereses y las vidas del resto de la población?

Creo que esa distinción se pierde a menudo en estas conversaciones. Empecemos por la primera pregunta. ¿Es posible que personas como Trump o Hawley sean escépticas respecto al dominio tradicional del libre mercado? Creo que la respuesta es sí, son escépticos en el sentido de que están dispuestos a alejarse de algunos de sus componentes en interés del proyecto de clase más amplio al que se han comprometido. Ahora bien, ese proyecto de clase más amplio es lo que trataré en la segunda dimensión de la que he hablado, pero el mero hecho de que estén interesados en cuestionarlo no debe eludirse ni minimizarse. Creo que es algo importante y que ha tenido eco entre la población.

La razón por la que ha resonado en la población es porque, como he dicho antes, están muy enfadados. Ya no están dispuestos a tolerar el régimen tradicional. El dilema al que se enfrenta la clase dirigente estadounidense —y la europea— es que no son ellos los que quieren alejarse de cuarenta años de neoliberalismo. Es algo que les está siendo impuesto por la población.

Entonces, lo que están tratando de averiguar es: ¿cómo podemos mantener los aspectos más amplios de nuestro poder sobre la población mientras reestructuramos las instituciones de alguna manera para absorber todos los ataques, las críticas y el resentimiento del electorado? Eso es lo que están tratando de hacer. Ahora bien, para lograrlo, puedes tener a alguien como Hawley diciendo: «Necesitamos preservar la red de seguridad social». Puedes tener a alguien como Trump diciendo: «No tocaré Medicaid ni Medicare».

Pero hay que entender qué son esas cosas. No son, en modo alguno, una revitalización del Estado de bienestar. En el mejor de los casos, lo que dicen es que mantendrán el statu quo anterior. El statu quo anterior es lo que ha provocado toda la ira de la población en primer lugar. Así que no es una solución muy buena. Lo único que dicen es que no mantendrán el ritmo acelerado con el que han estado desmantelando todo y obligando a la gente a tragarse los mercados.

Pero desde el punto de vista de la gente, no es nada. Es algo, ¿no? Y ahora están tan desesperados por algún tipo de alivio tras cuarenta años de miseria que una gran parte del electorado ve eso como algo a lo que aferrarse. Así que es muy posible que veamos a algunos sectores del Partido Republicano —e incluso a algunos sectores de la derecha europea— apoyar algún tipo de programa redistributivo débil. Y con eso nos referimos a algún tipo de Estado de bienestar débil. Es totalmente posible.

 

MN

Lo que están haciendo es simplemente no seguir atacando.

VC

Así es. Debemos entenderlo como una ralentización del ritmo del desmantelamiento, más que como una inversión del mismo.

 

MN

Correcto. Y es notable que Trump no esté siendo comparado con Roosevelt en este caso.

VC

No. Y ya sabes, el populismo en su momento significaba ataques masivos al poder de la élite. El populismo actual simplemente significa ralentizar los ataques a la clase trabajadora. Eso es todo lo que significa. De acuerdo. Pero mira, no es insignificante. Incluso Hawley, a quien la gente señala como precursor de los cambios dentro del Partido Republicano, está bastante aislado. En la actualidad, es muy reducido el contingente dentro del Partido Republicano que está interesado en preservar la red de seguridad social. Hay literalmente una docena, quizá dieciocho congresistas y un senador. Así que no estamos hablando de un cambio importante en el partido.

Pero, de nuevo, no debemos ignorarlo. No es insignificante. Y si no fuera por ellos, ahora mismo veríamos en la reforma fiscal de Trump un ataque generalizado a Medicaid. Ahora bien, hay una cuestión más profunda, que es suponer que esa versión del Partido Republicano, ese ala del Partido Republicano, esa ala de la derecha europea, crece hasta cierto punto. Y  vemos un giro hacia los sindicatos y  vemos un giro hacia algún tipo de alejamiento del libre comercio y cosas por el estilo. ¿Significa eso el fin de los últimos cuarenta años de dominio de clase y poder de los empresarios? La respuesta tiene que ser no.

Esto significa, en mi opinión, que el neoliberalismo no es el problema. Recuerden que empezamos diciendo que la esencia del neoliberalismo es un giro hacia el tipo de dominio de los mercados del siglo XIX. La cuestión es que lo que requiere una democracia plena no es tanto una reducción de los mercados en sí mismos, sino la plena participación de la gente común en las instituciones políticas que los gobiernan. Es posible que haya un dominio sin restricciones del capital en una situación en la que existen instituciones corporativistas.

 

MN

¿Puede explicar qué es una institución corporativista y por qué sería compatible con el poder capitalista?

VC

Lo que intentamos comprender es: ¿qué necesitan los trabajadores para defender sus intereses en una situación en la que estos no coinciden con los de los ricos? La razón por la que la clase trabajadora luchó por la democracia es porque pensaba que las instituciones democráticas, el derecho al voto, serían una flecha más en su carcaj para intentar luchar por una vida digna en una situación en la que no tiene mucho control sobre las instituciones clave de la sociedad: el lugar de trabajo, el gobierno, cosas así.

Así que pensaron que el voto era un elemento muy importante para ello, y los sindicatos son un elemento muy importante para ello. Ahora bien, el deseo de la clase dominante de desmantelar todas estas instituciones, como los sindicatos y otras instituciones sociales, se debía a que quería ejercer un dominio unilateral sobre la política y la economía.

Hay varias formas de ejercer ese dominio unilateral. Una es a través de los mercados libres, pero también pueden hacerlo organizando a la sociedad civil en lo que se denomina organismos corporativos. No se trata de empresas. Se trata de entidades colectivas que organizan los intereses de las personas de alguna manera. Los sindicatos son un organismo corporativo. Las asociaciones cívicas son un organismo corporativo. Los partidos políticos también pueden ser un organismo corporativo.

A menudo se olvida que en los años veinte y treinta, cuando la extrema derecha tenía el mayor poder que hemos visto en el último siglo, no lo hizo a través de los mercados libres. Lo hizo a través de lo que se denomina instituciones corporativistas. Es decir, sindicatos, asociaciones cívicas, grupos de ciudadanos. Todas estas cosas que asociamos con una democracia próspera también pueden ser instrumentos del poder capitalista. El ejemplo clásico de esto fue el fascismo.

En el fascismo no imperaba el libre mercado, sino el dominio de las empresas a través de asociaciones cívicas y organismos ciudadanos. Incluso llegaron a controlar los sindicatos. La razón por la que señalo esto es que lo que la izquierda debería luchar no es por el fin del libre mercado en sí mismo, aunque eso es importante, sino por el fin de la hegemonía de las empresas sobre la sociedad.

Esa hegemonía de la clase patronal puede ejercerse a través de los mercados libres, pero también a través de cosas como los sindicatos de empresa. Puede ejercerse a través de cosas como los grupos vecinales de derecha, cuya función real es vigilar a los ciudadanos. Puede ejercerse a través de unos medios de comunicación que, en apariencia, son libres, pero que en realidad están completamente controlados por sus propietarios privados, que los utilizan como instrumentos de propaganda.

Eso significa que cuando vemos al Partido Republicano avanzar formalmente hacia el apoyo a cosas como alguna forma de sindicatos o instituciones sociales, no hay que tomarlo como una victoria de la izquierda. Porque, en el contexto de la hegemonía de los empresarios y las empresas sobre la política, estas aperturas hacia los sindicatos, etc., pueden volverse en contra de los intereses de los trabajadores y a favor de los intereses de los empresarios.

Así que ahora mismo, cuando vemos a alguien como Trump o Hawley diciendo que debemos alejarnos del neoliberalismo, eso no significa que estén diciendo que debemos avanzar hacia el empoderamiento de los trabajadores. Podrían estar diciendo simplemente que necesitamos nuevas formas de control social. Y esas nuevas formas de control social, formalmente, en apariencia, pueden parecer realmente el tipo de instituciones que asociamos con una democracia próspera. Históricamente, el polo opuesto de una sociedad democrática, que es el fascismo, tenía todo tipo de instituciones que eran contrarias al libre comercio y al libre mercado, ninguna de las cuales favorecía los intereses de los trabajadores.

 

MN

Creo que tus comentarios aportan mucha claridad sobre el estado de la situación política. Pero probablemente el fenómeno más importante al que se refiere la gente cuando dice «esto significa el fin del neoliberalismo» son los ataques a la globalización y la supuesta desglobalización que está instaurando Trump. ¿Hasta qué punto cree que es legítimo? ¿Estamos desglobalizándonos?

VC

Creo que se puede decir que nos estamos desglobalizando si con ello nos referimos a que la expansión e integración continuadas de la economía global están llegando a su fin. No es que la integración esté llegando a su fin, sino que la expansión continua de la integración está llegando a su fin. Y eso, en realidad, si entendemos que la desglobalización lleva ya unos quince años en marcha, desde la crisis de 2008.

Lo que vemos desde la crisis de 2008 es que el nivel de integración —si lo medimos cuantitativamente— de la economía global se ha estancado. Desde aproximadamente 1980 hasta 2010, fue en aumento. La economía mundial se fue integrando cada vez más. Alrededor de 2010 se estabilizó, lo que significa que no se desintegró, no se desmanteló la integración, sino que simplemente entró en una fase de estancamiento, con el nivel de integración existente más o menos igual.

Eso significa el fin de la expansión de la integración global. ¿Es posible que empecemos a ver una reducción del grado de integración? Sin duda es posible. Pero si tuviera que aventurar una respuesta, diría que lo que veremos es una ligera reducción del nivel de integración y luego una nueva estabilización. Es decir, no se producirá una desglobalización continua a lo largo del tiempo. Lo que veremos es un descenso gradual del nivel de integración y luego una estabilización a partir de un punto determinado. Y la razón es sencilla: el grado de integración es tan grande que deshacerlo para volver a unas economías nacionales aisladas sería tan disruptivo que los gobiernos no podrían soportarlo.

 

MN

¿Crees que las políticas comerciales de Trump son en parte responsables de esta dinámica?

VC

Sí, sin duda. Ha sido un acontecimiento cataclísmico. Ahora bien, aún es pronto y Trump ha dado marcha atrás en gran parte de lo que ha hecho. Pero ya se sabe que es el modus operandi de Trump. Subió los aranceles a niveles desorbitados, como si fuéramos a sufrir una catástrofe mundial, y ahora los ha rebajado a niveles simplemente muy altos, que no parecen catastróficos, pero que siguen siendo bastante elevados para los estándares históricos.

Y nadie sabe dónde va a acabar todo esto. Pero tenemos que esperar una clara posibilidad de que se produzca un cierto grado de desintegración de esa integración.

 

MN

Las especulaciones que he oído sobre dónde acabaremos son vagas y ominosas, del tipo «no podemos volver atrás», y eso va de la mano con este comentario sobre cómo Trump ha dañado irreparablemente la reputación de Estados Unidos. Volviendo a nuestro episodio sobre el poder blando, la implicación es que lo que Trump está haciendo en esencia es desmantelar el imperio estadounidense, y eso se presenta como otro dato para decir: «Bueno, miren, el neoliberalismo está llegando definitivamente a su fin porque siempre ha coexistido con el imperio estadounidense».

VC

Hay cierta confusión, y eso se debe a que el neoliberalismo se ha convertido en un cajón de sastre que lo abarca todo. Así que creo que hay una reducción del imperio estadounidense, pero no es por culpa de Trump. Lo dije hace varios episodios: lo que Trump está haciendo es simplemente reconocer un hecho, que es que el poder geopolítico estadounidense ya no es incuestionable como lo era hace treinta o cuarenta años. El poder geopolítico se basa en última instancia en el dominio económico, y el dominio económico estadounidense en la economía mundial simplemente no es lo que era hace cuarenta años.

Ahora hay países que han logrado ascender en la escala económica mundial. China es el mejor ejemplo, pero no es el único. En América Latina, economías como la de Brasil. En el sur de Asia, la economía india. Obviamente, está Rusia, que ha logrado defenderse de toda Europa que ha acudido en ayuda de Ucrania.

Todo esto demuestra que Estados Unidos ya no puede seguir tomando decisiones unilaterales en la economía mundial, lo que significa que tiene dos opciones: o bien seguir con las fantasías de Biden, que consiste en seguir siendo una potencia política hegemónica a nivel mundial, aunque económicamente ya no pueda tomar decisiones, o bien reducir sus ambiciones políticas globales a la misma escala que sus ambiciones económicas, es decir, a la escala de su capacidad económica. O bien rebajar sus ambiciones políticas globales al mismo nivel que sus ambiciones económicas, es decir, a su capacidad económica.

Y creo que si no hubiera sido Trump, si hubiera sido cualquier otra persona, habrían tenido que hacer lo mismo. Estados Unidos ya no puede tomar las decisiones. Por lo tanto, se está reduciendo el alcance de Estados Unidos a nivel mundial. ¿Significa eso que el imperio estadounidense se está reduciendo? Sí, tiene que ser así, porque un imperio es simplemente la influencia que se ejerce sobre otros países, y eso se va a reducir. No hay forma de evitarlo.

¿Significa eso que el imperialismo estadounidense está llegando a su fin? Por supuesto que no. Simplemente será una potencia imperialista más débil que hace cuarenta o cincuenta años. Entonces, cuando decimos que los aranceles están provocando el fin o el desmantelamiento de un aspecto del neoliberalismo, ¿significa eso que los trabajadores estadounidenses deberían apoyar el régimen arancelario? La respuesta es no, en realidad no, porque volvemos al punto que he mencionado antes, que el neoliberalismo no es el problema. El problema es si los trabajadores tienen algo que decir en lo que está pasando a su alrededor. Los aranceles no son un regalo para los trabajadores, sino para el capital. Lo que hacen los aranceles es reducir las amenazas competitivas a las que se enfrentan los empresarios por parte de sus rivales en otras partes del mundo.

Eso sí que es un regalo para los empresarios. Hay una parte de la izquierda que piensa que si de alguna manera se recupera la industria manufacturera, se podrá volver a sindicalizar. No es así. Si nos fijamos en los nuevos talleres del mundo, ya sea en China, en algunas partes de la India o en algunas partes de América Latina, donde el capital ha fluido en los últimos veinte años para reactivar la industria manufacturera o para construirla, vemos que son talleres infernales.

Las condiciones de trabajo allí son peores que las que hemos visto nunca en la industria manufacturera en cualquier parte del mundo. Peores que las de la industria manufacturera del siglo XIX en Inglaterra y Alemania. La industria manufacturera no significa el renacimiento de los sindicatos. La organización significa el renacimiento de los sindicatos, y lo cierto es que la clase empresarial ha aprendido en los últimos ochenta años a inmunizarse también contra los esfuerzos de organización dentro de la industria manufacturera. Llevan unas cuatro o cinco décadas de ventaja a la izquierda, que sigue viviendo en ese mundo fantástico de los años treinta y cuarenta, en el que, si se consigue la industria manufacturera, se repetirá la historia de esos años. No será así, porque las formas de poder y control gerencial han evolucionado enormemente desde entonces.

Vamos a tener que idear estrategias de organización completamente nuevas, incluso en la industria manufacturera. Así que, aunque los aranceles de Trump devuelvan en cierta medida la industria manufacturera a Estados Unidos, lo que probablemente ocurrirá en cierta medida, eso no significa que vayan a volver los sindicatos. Eso depende de que los organizadores aprendan el nuevo panorama, no solo en los servicios, sino también en la industria manufacturera.

No hay razón para suponer que, en este nuevo panorama, la vuelta de la industria manufacturera aumente la probabilidad de que surjan sindicatos y se organicen. Simplemente no hay razón para creerlo, porque el poder y las formas de control gerencial en la industria manufacturera son completamente diferentes a lo que eran en la década de 1930. Vamos a tener que reinventar el significado de la organización, lo que significa que «el fin del neoliberalismo» a nivel internacional en el régimen global no debe verse como una panacea ni como un regalo para la izquierda o los trabajadores per se. Es, en primer lugar, un regalo para el capital.

Seguimos en la era del dominio incuestionable del capital. El hecho de que esté experimentando con nuevas formas institucionales no debe engañarnos.

 

MN

¿Dices que ha habido algunos cambios políticos significativos en los últimos diez años, mientras que nuestra política estuvo marcada por Trump y su presencia, pero que esos cambios no han alterado realmente las dinámicas de poder fundamentales de la sociedad, sino que se han instituido para reforzarlas?

VC

Hay indicios de que la clase dominante y la clase política están muy inquietas. Les preocupa que ya no se pueda dar por sentada la tranquilidad de una población pacificada, abatida y cínica. Por eso están experimentando con nuevas instituciones sociales y económicas que podrían lograr dos cosas: en primer lugar, sofocar de alguna manera toda la ira y el resentimiento de la población y, en segundo lugar, preservar el desequilibrio básico de poder entre los detentadores de la riqueza y el resto de la población.

Y lo que nosotros, como izquierdistas, no debemos hacer es dejarnos confundir por el hecho de que estén utilizando la retórica del antineoliberalismo y la retórica del antiliberalismo. No debemos confundir eso con la retórica del empoderamiento social. Porque eso nunca vendrá de arriba. Nunca vendrá de la derecha quitándose la venda de los ojos y diciendo: «Bueno, ahora queremos ser un partido de la clase trabajadora».

Eso solo vendrá si los trabajadores y los ciudadanos de a pie imponen a estos centros de poder su propia visión de cómo sería una sociedad más democrática, e insisten en que las instituciones que están construyendo estén libres del control de los empresarios, libres del control de sus señores corporativos y políticos, y estén sujetas a sus propios dictados, a su propia toma de decisiones democrática. Nada de eso figura en la agenda de todo este populismo de derecha, ni siquiera en el populismo del Partido Demócrata.

Porque, como he dicho antes, la lucha actual entre demócratas y republicanos es que los demócratas quieren una clase política más multirracial y socialmente heterogénea que gobierne al pueblo, y los republicanos están más contentos con una clase política más blanca y tradicional que gobierne al pueblo. Ninguno de estos dos partidos piensa en el 80% más pobre de la población.

Y hasta que eso ocurra, es posible que se produzca un alejamiento de lo que se denomina neoliberalismo, que es el dominio de los mercados. Pero no se alejará el dominio de clase de los ricos y las élites sobre la población, porque pueden hacerlo a través de diversas instituciones, de las cuales solo una es el libre mercado.

 

Estados Unidos bombardeó a Irán y la guerra se intensifica en Medio Oriente

Estados Unidos bombardeó a Irán y la guerra se intensifica en Medio Oriente

 

Al menos tres áreas identificadas como de instalaciones nucleares iraníes fueron bombardeadas por aviones de Estados Unidos en las últimas horas. El presidente Donald Trump confirmó el ataque a Irán y aseguró que el objetivo militar era “era barrer el proceso de enriquecimiento nuclear de Irán”.

Aproximadamente a las 23 de ayer sábado (hora argentina) el mandatario ofreció una breve conferencia de prensa y sostuvo que “los ataques fueron un espectacular éxito militar”.

“Todos los aviones están a salvo en su camino a casa. Felicitaciones a nuestros grandes guerreros norteamericanos”, indicó el presidente estadounidense en sus redes sociales. El régimen iraní advirtió que responderá con firmeza. Luego, a través de un breve discurso en la Casa Blanca, aseveró que: “las principales instalaciones de enriquecimiento nuclear de Irán han sido completa y totalmente destruidas”.

La publicación realizada por Trump en la medianoche de argentina.

“Irán, el matón de Medio Oriente, debe ahora hacer las paces. Si no lo hacen, los futuros ataques serán mucho mayores y mucho más fáciles», advirtió.

Junto al vicepresidente James David Vance, el secretario de Estado Marco Rubio, y el secretario de Defensa, Pete Hegseth, el presidente norteamericano aseveró en la Casa Blanca que: “esto no puede continuar. Habrá paz o tragedia para Irán, mucho mayor de lo que hemos visto en los últimos días. Recuerden que quedan muchos objetivos”.

“Quiero dar las gracias y felicitar al primer ministro Bibi Netanyahu. Hemos trabajado en equipo, como quizá ningún equipo lo había hecho antes, y hemos recorrido un largo camino para borrar esta horrible amenaza para Israel», señaló.

“Quiero dar las gracias a los militares israelíes por el maravilloso trabajo que han realizado y, lo que es más importante, quiero felicitar a los grandes patriotas estadounidenses que esta noche han hecho flotar esas magníficas máquinas, y a todo el ejército de Estados Unidos en una operación como el mundo no ha visto en muchas décadas. Esperemos que ya no necesitemos sus servicios en esta capacidad. Eso espero realmente”, dijo.

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Por si pasa algo: de las “despensas” de los abuelos a los actuales “Prepper”

Por si pasa algo: de las “despensas” de los abuelos a los actuales “Prepper”

 

De las antiguas “despensas” que tenían una habitación especial en las casas de nuestros abuelos, algo queda en estos días. Aquellos que llegaron a la Argentina luego o en medio de alguna de las guerras y padecieron el hambre y la desesperación, contagiaron en el país el hábito de acumular “reservas”.

“Por si pasa algo”, nos decían quienes habían sufrido en carne propia los bombardeos, la muerte y la miseria en otros continentes. De pequeños, ingresar a esos espacios era emocionante porque era internarse en alacenas y estantes abarrotados de todo tipo de mercadería.

Y en esas “despensas” no sólo se podían encontrar todo tipo de productos adquiridos para la supervivencia, también las tradicionales “conservas” que iban desde salsa de tomate, frutas en almíbar, escabeches y -en el caso de las zonas rurales- chacinados de todo tipo.

De las “despensas” de los abuelos a los “Prepper”

En un rincón del conurbano bonaerense, Leandro Azzolin, de 43 años, vive con su esposa Alejandra y sus tres hijos. Nada en su casa parece fuera de lo común. Pero detrás de una puerta hay mochilas listas para salir corriendo, víveres, linternas, medicamentos, herramientas y hasta un pequeño kit de primeros auxilios. Leandro es uno de los 25.000 argentinos que forman parte del creciente movimiento “prepper”, personas que eligen estar listas para lo inesperado.

Leandro Azzolin, uno de los impulsores del movimiento en Argentina.

¿Quiénes son los preppers?

La palabra viene del inglés “to prepare” (prepararse), y si bien el fenómeno nació en Estados Unidos durante la Guerra Fría, hoy se ha globalizado. Lo que antes parecía exclusivo de películas de ciencia ficción o de teorías apocalípticas, se ha vuelto, para muchos, una forma racional de anticiparse a crisis reales: inundaciones, apagones, pandemias, desempleo o simplemente tiempos difíciles.

“No se trata de acumular cosas sin sentido. Nos capacitamos, nos organizamos, aprendemos oficios útiles. Hay gente que toma cursos de supervivencia, tiro, primeros auxilios, agricultura, herboristería o defensa personal. Esto es una filosofía de vida”, cuenta Leandro, quien en 2006 creó el primer grupo prepper del país y hoy coordina varios más en América Latina.

Abastecidos, por si algo pasa. Una tendencia en Argentina y el mundo.

Un fenómeno que crece

El movimiento tuvo un fuerte repunte luego de la pandemia de COVID-19 y, más recientemente, tras catástrofes como la inundación en Bahía Blanca, que dejó 18 muertos. “Después de eso, el grupo creció un 23%, solo con nuevos miembros de esa ciudad”, revela Azzolin.

En países como Estados Unidos o el Reino Unido, existen incluso tiendas físicas dedicadas al rubro. En Argentina, los kits de supervivencia se consiguen por internet, con precios que van desde los 34.900 pesos hasta los 300 dólares, dependiendo del contenido.

En Europa, el tema se volvió tan relevante que la propia Unión Europea emitió una recomendación oficial: cada ciudadano debería contar con un kit básico de supervivencia para al menos 72 horas. Medicamentos, agua, linternas, alimentos no perecederos y baterías son parte del equipamiento esencial.

Prepararse, sin paranoia

Aunque muchos asocian al mundo prepper con escenarios extremos o paranoicos, en Argentina el enfoque es otro. “Nosotros no pensamos en zombis o en guerras mundiales. Nos preparamos para lo cotidiano: que te enfermes y no puedas trabajar, que pierdas el laburo o que haya un apagón de días. Tener una mochila lista puede ayudarte a sobrevivir y darte tiempo para reordenar tu vida”, explica.

La mayoría de los grupos preppers en el país se organiza a través de Facebook, y luego migran a comunidades más cerradas en WhatsApp o Telegram. Y hay una regla de oro: no se habla de política, religión ni fútbol. “Son temas que dividen. Acá el objetivo es ayudar al otro a estar preparado”, dice Leandro.

Sin armas ni conspiraciones

A diferencia de la imagen más beligerante que puede verse en Estados Unidos, los preppers argentinos se desmarcan de toda ideología. “No somos fanáticos, ni religiosos, ni acumuladores. Solo queremos proteger lo más valioso: la vida de nuestras familias. Lo que buscamos es cubrir cinco pilares: agua, fuego, comida, refugio y primeros auxilios”, explica Azzolin.

Hay quienes preparan mochilas para sobrevivir 72 horas, otros para una semana o más. Algunos incluso sueñan con tener una parcela en el medio del campo para refugiarse en caso de catástrofe, pero la mayoría se conforma con estar listos para trasladarse de un punto A a un punto B, si la situación lo requiere.

“En el fondo, no hacemos nada tan distinto a lo que hacían nuestros abuelos cuando llegaron de Europa y llenaban la alacena ‘por si acaso’”, concluye Leandro. Solo que, en tiempos modernos, la previsión también se organiza en redes sociales, se profesionaliza y —quién lo diría— se convierte en una tendencia social en pleno auge.

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Estados Unidos entra en guerra con Irán: Trump bombardeó tres instalaciones nucleares

Estados Unidos entra en guerra con Irán: Trump bombardeó tres instalaciones nucleares

 

Donald Trump metió a Estados Unidos en guerra con Irán de manera oficial. El presidente norteamericano confirmó el ataque contra tres instalaciones nucleares de Irán, entre ellas, la más importante que es la de Fordow.

El líder republicano dijo en redes sociales: “Hemos completado con gran éxito nuestro ataque contra las tres instalaciones nucleares de Irán, incluidas Fordow, Natanz y Esfahan. Se ha lanzado una carga completa de BOMBAS sobre la instalación principal, Fordow”.

“Todos los aviones se encuentran ahora fuera del espacio aéreo iraní (y) regresan sanos y salvos a casa. Felicidades a nuestros grandes guerreros estadounidenses. No hay otro ejército en el mundo que hubiera podido hacer esto ¡AHORA ES EL MOMENTO DE LA PAZ! Gracias por su atención a este asunto”, planteó en su cuenta de Truth Social.

Luego, Trump anuncio que “daré un discurso a la nación a las 22:00 h en la Casa Blanca, en relación con nuestra exitosa operación militar en Irán. Este es un momento histórico para Estados Unidos, Israel y el mundo. Irán debe ahora aceptar poner fin a esta guerra”.

Hemos completado con gran éxito nuestro ataque contra las tres instalaciones nucleares de Irán, incluidas Fordow, Natanz y Esfahan. Se ha lanzado una carga completa de BOMBAS sobre la instalación principal, Fordow

Con los ataques iraníes a Tel Aviv que arrojaron severos daños materiales como nunca se vio, el gobierno de Israel presionó a Trump para que entrara formalmente en la guerra para atacar sectores claves del programa atómico iraní a través de bombarderos B-2.

“Gorila”, el general de Trump que empuja la guerra con Irán

Las presiones también fueron internas. LPO publicó que Erik Kurilla, general de cuatro estrellas del Ejército con de mucha experiencia en Medio Oriente y estrecha relación con Israel, desplazó de la toma de decisiones a los secretarios de Estado y Defensa, Marco Rubio y Pete Hegseth, para empujar a Estados Unidos a una guerra directa con Irán.

Aciadores asignados al Ala de Bombardeo 509 se reúnen cerca de un B-2 Spirit.

El despliegue de esta fuerza militar a la base de Guam aumentó las sospechas de ataque y empezó a circular la versión de una operación para ese sábado. Cabe destacar que esta semana hubo dos intento de negociación frustrada, una en Omán y otra impulsada por Turquía. 

Todos los aviones se encuentran ahora fuera del espacio aéreo iraní (y) regresan sanos y salvos a casa. Felicidades a nuestros grandes guerreros estadounidenses. No hay otro ejército en el mundo que hubiera podido hacer esto ¡AHORA ES EL MOMENTO DE LA PAZ! Gracias por su atención a este asunto

Según publicó Axios, citando a un funcionario israelí, la Administración Trump notificó a Tel Aviv con antelación sobre los ataques estadounidenses en Irán

“Trump nunca dijo como iba a terminar las guerras, escalar es una forma”

Las naves utilizadas para el bombardeo cuentan con la capacidad de transportar GBU-57 Massive Ordnance Penetrator, un artefacto de 13.600 kilogramos diseñado para destruir instalaciones subterráneas a grandes profundidades y alcanzar las bases fortificadas donde estaría el arsenal nuclear. 

Ahora Irán promete represalias contra todas las sedes de Estados Unidos en la región, con lo cual se espera una nueva escalada que aleja toda posibilidad de finalización de la guerra. Hasta el momento, la única información oficial es que los barcos de combustible no pasarán a Europa por el Estrecho de Ormuz.

La posibilidad de una desescalada parece lejana por la radicalización adoptada por el régimen iraní, los objetivos de Benjamín Netanyahu en la región y la presión del ala más dura de Washington en adoptar un perfil belicista de la política exterior estadounidense.

El ayatolá iraní, Alí Khamenei.

 

La verdad sobre Benegas Lynch y los «Prostíbulos en la UBA»
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La verdad sobre Benegas Lynch y los «Prostíbulos en la UBA»

 

En una entrevista el diputado libertario aseguró que se ejercía la prostitución en los sótanos de la facultad. ¿Es verdad?

Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable

El diputado libertario Alberto «Bertie» Benegas Lynch fue entrevistado por Reynaldo Sietecase y, como siempre, hizo agua por todos lados. Justificando recortes y cierre de áreas trascendentales del Estado, habló como si fuera «Doña Rosa» de «ñoquis», «dinero robado», y una sarta más de frases que en ningún momento pudo sostener ante la requisitoria del entrevistador pero que eran culpa de «los 20 años de kirchnerismo».

Acorralado, salió a decir como verdad confirmada que la Universidad de Buenos Aires (UBA) “tenía prostíbulos en el subsuelo” que funcionaban durante la noche. Asombrado, Sietecase lo paró y le pidió que se explaye al respecto.

La única respuesta que obtuvo de un diputado de la Nación fue que era un escándalo y que lo «googleara».

Lo más bochornoso es que, si uno rastrea alguna posible información al respecto, se llega a una noticia donde, en la Facultad de Derecho, el jefe de cerrajería de la casa de estudios habría sido un proxeneta para quien trabajaban tres mujeres que, supuestamente, ejercían la prostitución.

Esta noticia fue publicada por el diario la Nación el 7 de diciembre de 2001, o sea, hace casi 25 años cuando aún gobernaba Fernando de la Rúa.

Nuevamente queda demostrado así que uno de los funcionarios preferidos de Milei es un simple payado que habla sin saber ni tiene fundamentos para sostener sus ideas.