Autor: Invitad@ Especial

  • Deportivo Madryn, a un paso de la gloria: todo confirmado para la final de la Primera Nacional

     

    La definición por el primer ascenso a la Liga Profesional ya tiene todo confirmado para el encuentro entre Deportivo Madryn Gimnasia y Esgrima de Mendoza, que será este sábado a partir de las 17 en el estadio Ciudad de Vicente López, el hogar de Platense. El Aurinegro y el equipo mendocino se enfrentarán en la final de la Primera Nacional que otorgará el primer boleto a la máxima categoría del fútbol argentino.

    La confirmación llegó este lunes tras una reunión se resolvieron los últimos detalles de la organización. Participaron del encuentro el presidente Claudio Tapia; el titular de la APREVIDE, Guillermo Cimadevilla; el director nacional de arbitraje, Federico Beligoy; el presidente de la Primera Nacional, Marcelo Achile; además de los mandatarios de ambos clubes, Fernando Porreta (Gimnasia de Mendoza) y Ricardo Sastre (Deportivo Madryn).

    Como sucedió en las últimas definiciones de la categoría, el partido contará con la asistencia del VAR, con el objetivo de garantizar la máxima transparencia en una instancia de tanta trascendencia.

    Nicolás Ramírez será el árbitro principal del encuentro, acompañado por Adrián Delbarba y Walter Ferreyra como asistentes, mientras que Felipe Viola oficiará de cuarto árbitro. En el videoarbitraje estarán Héctor Paletta (VAR) y Gastón Suárez (AVAR).

    De esta forma, Deportivo Madryn, que viene de una gran temporada donde sumó 60 puntos, buscará hacer historia con su primer ascenso a la élite del fútbol argentino y convertirse en el sexto equipo patagónico en lograr subir a la máxima categoría. Por su parte, Gimnasia y Esgrima de Mendoza intentará coronar el trabajo de los últimos años y lograr el ascenso a la Liga Profesional.

    El conjunto “Aurinegro” ya dio a conocer los detalles para la venta de entradas. A través de sus redes sociales, informó que los tickets estarán disponibles en su sede social, ubicada en Julio A. Roca 516. La venta comenzará este miércoles, de 8 a 20, y continuará el jueves de 8 a 12:30. En cuanto a los valores, las entradas populares tendrán un costo de 20.000 pesos, mientras que las plateas se venderán a 35.000.

    Hasta el momento, Gimnasia y Esgrima de Mendoza no comunicó oficialmente cómo será la venta de localidades para su parcialidad. Se espera que en las próximas horas el club mendocino informe el esquema de venta y la distribución de su sector en el estadio.

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    Mendoza y CABA: De la persecución docente al control biométrico destino China

     

    El avance de medidas de control sobre los docentes en Mendoza parece no tener límites para quienes gobiernan y abre un antecedente preocupante que encuentra su correlato en la Ciudad de Buenos Aires. Entre denuncias de estigmatización, medidas económicas punitivas y la futura entrega de datos biométricos a empresas privadas, los trabajadores de la educación se ven nuevamente en la mira de gobiernos que priorizan el control sobre la educación.

    Por Tomás Palazzo para Noticias La Insuperable

    En Mendoza, se conoció hace unos días, el Gobierno provincial implementó una controvertida medida que permite a los padres supervisar el ausentismo docente a través de la plataforma GEI (Gestión Educativa Integral) como si fuesen Fiscales. Mediante un botón denominado “inasistencia docente”, se instiga a los adultos a notificar a la Dirección General de Escuelas (DGE) sobre la falta de un maestro o profesor. Esta iniciativa se suma a un doble control ya existente: los reportes de las direcciones de cada establecimiento y un sistema biométrico presente en la mayoría de las escuelas locales.

    Para Carina Sedano, secretaria general del Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación (SUTE), la medida genera un clima de confrontación: “Primero nos ponen en contra de la comunidad. Segundo, desconfían o les sacan la tarea o desconfían de la tarea que realizan los equipos directivos”, advirtió en diálogo con Cadena 3. Según Sedano, este tipo de control es innecesario y conflictivo, y puede derivar en reportes falsos si un padre decide perjudicar a un docente por cuestiones personales.

    El sistema, además, se conecta con incentivos económicos que condicionan la asistencia docente: el ítem aula, implementado en 2016, representa el 10% del sueldo, mientras que el ítem arraigo, que premia la permanencia en la escuela, también se pierde ante ausencias. Sedano señaló que estas medidas, lejos de garantizar la calidad educativa, ponen en riesgo la salud de los docentes y pueden afectar la convivencia escolar.

    La escalada del control llega a CABA

    Un fenómeno similar, aunque con otra tecnología, se registra en la Ciudad de Buenos Aires. Según publicamos hace unos días en Noticias La Insuperable, desde la gestión de Jorge Macri se busca implementar relojes de control biométrico para acreditar el presentismo docente y no docente, bajo el argumento de mejorar la liquidación de haberes.

    Desde el sindicato Ademys alertan que la medida es parte de una persecución: “El gobierno insiste en entregar los datos personales de la docencia a una empresa privada sin dar ningún tipo de información sobre el uso de los mismos ni sobre los fondos que destina para tal fin”. El sistema elegido, tal cual dimos la Primicia en este portal, es el de la empresa china ZKTeco, que incluye huellas dactilares y reconocimiento facial, y según informes internacionales, posee 24 vulnerabilidades críticas que podrían exponer información sensible de miles de trabajadores.

    La licitación porteña, además, ha sido cuestionada por su falta de transparencia: solo se permite la provisión de equipos de una marca específica, mientras que los pedidos de informe de legisladores quedaron sin respuesta. El monto estimado para la adquisición asciende a $362 millones, en un contexto donde los salarios docentes continúan por debajo de la línea de la pobreza y la infraestructura escolar presenta problemas estructurales graves.

    Mendoza y CABA: un patrón de persecución

    La combinación de herramientas digitales, incentivos económicos punitivos y sistemas biométricos muestra un patrón que se repite entre provincias y la Ciudad: el control y la supervisión se priorizan sobre la educación y la protección de los trabajadores. Mientras en Mendoza se coloca a los padres en la tarea de fiscalizar a los docentes, en CABA se delega la información personal y biométrica a una empresa privada con historial de vulnerabilidades.

    Como señaló Carina Sedano, “los avances en educación son resultado del trabajo de los docentes, no de su ausencia”. Sin embargo, las medidas implementadas tanto en Mendoza como en la Ciudad parecen poner en jaque la autonomía profesional y la dignidad de los trabajadores de la educación, favoreciendo el disciplinamiento y el control por sobre la mejora real del sistema educativo.

    La experiencia mendocina y la implementación biométrica porteña dejan en claro que el conflicto docente y el debate sobre la privacidad y la transparencia no son casos aislados, sino parte de una tendencia creciente de gobiernos que buscan auditar y vigilar a los trabajadores bajo la bandera de la eficiencia y el control.

     

  • Avanza la obra de asfalto y pluviales en Rincón del Río con una inversión de $5.000 millones

     

    El Plan Orgullo Neuquino, impulsado por la Municipalidad de Neuquén, continúa consolidando transformaciones urbanas en distintos sectores de la ciudad. Uno de los frentes más avanzados es el de Rincón del Río, donde en tres meses se completará el 100% del asfalto, una obra que cambiará la vida cotidiana de los vecinos y vecinas del barrio.

    El proyecto fue anunciado por el intendente Mariano Gaido al inaugurar el pavimento total de Rincón de Emilio, y contempla una inversión superior a los 5.000 millones de pesos.

    En total, se sumarán 230 nuevas cuadras asfaltadas, complementadas con obras hidráulicas, desagües pluviales, cordón cuneta y mejoras en los accesos al paseo costero del río Neuquén.

    Un trabajo integral con obras pluviales y de infraestructura

    El secretario de Infraestructura y Planeamiento Urbano, Alejandro Nicola, explicó que el proyecto avanza en una primera etapa sobre las calles Océano Pacífico y Océano Índico, arterias que marcan la transición entre Rincón de Emilio y Rincón del Río.

    “Ambas calles ya están muy avanzadas. Océano Pacífico se encuentra totalmente pavimentada, mientras que en Océano Índico estamos finalizando el entubado pluvial con cañerías de un metro de diámetro y un pozo de bombeo que permite evacuar el agua por impulsión”, detalló.

    El sistema pluvial fue diseñado para resolver los históricos anegamientos que sufría el sector con las lluvias, una de las prioridades fijadas por la actual gestión municipal.
    “Ordenamos los canales para conducir el agua hacia la costa y, debido a la defensa costera, instalamos bombas que permiten expulsarla de forma controlada”, explicó Nicola.

    Más que asfalto: accesos, servicios y mejoras urbanas

    El Plan Orgullo Neuquino no solo incorpora pavimento, sino también infraestructura complementaria y mejoras de servicios básicos.

    En el área de Rincón del Río, se revisaron las conexiones domiciliarias de agua y cloacas, se construyeron nuevos accesos vehiculares al paseo costero y se acondicionaron espacios de estacionamiento para visitantes del Parque Agreste.

    Nicola destacó que Rincón del Río es uno de los barrios más nuevos de la capital, con entre 10 y 12 años de antigüedad, y que “aún hay terrenos baldíos, por lo que antes de pavimentar se realizan todas las conexiones necesarias para evitar roturas posteriores”.

    Nuevas calles y sectores incluidos en la obra

    El plan contempla 126 calles en ejecución, que se suman a las más de 100 ya completadas.

    En esta etapa se trabaja sobre América del Sur, Mar Mediterráneo, Egipto, África, Mar del Caribe, Bélgica, Grecia y Mar Caspio, entre otras arterias que conectan los dos barrios ribereños.

    Para completar la totalidad de Rincón del Río, se avanzará también con el asfalto en Alemania, Japón, Marruecos, Noruega, América del Norte, Hungría, Francia y Portugal, consolidando una red vial moderna y segura.

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  • Dos estudiantes de la FADECS fueron distinguidas entre las mejores tesistas del país

     

    Dos estudiantes de Comunicación Social de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales (FADECS), Mailén Antipán y Abril Lagos, fueron reconocidas entre las mejores tesistas del país en el I Concurso Federal de Trabajos Finales de Estudiantes de Comunicación y Periodismo, organizado por la Red Nacional de Carreras de Comunicación (REDCOM), una de las principales entidades académicas del área.

    Mailén Antipán obtuvo el primer premio en la categoría “Intervención” por su tesis sobre la gestión educativa en la Escuela Rural Paso Córdova, Río Negro. Mientras que Abril Lagos recibió el tercer premio en la categoría “Investigación” por su estudio sobre condiciones laborales en medios regionales.

    El concurso, organizado por REDCOM, se realizó de manera federal para reunir a los mejores trabajos finales de estudiantes de Comunicación y Periodismo de todo el país. Los trabajos de Antipán y Lagos fueron seleccionados tras la evaluación de sus investigaciones dirigidas por docentes de la FADECS, destacando su calidad académica, enfoque investigativo y aporte a la intervención social en la región.

    Reconocimiento nacional al talento universitario

    Mailén Antipán obtuvo el primer premio en la categoría “Intervención” por su tesis “La comunicación en la gestión educativa de la Escuela Rural Paso Córdova – Río Negro. Un abordaje desde la sistematización de experiencias”, dirigida por las docentes Valeria Belmonte y Valeria Albardonedo.

    Por su parte, Abril Lagos fue reconocida con el tercer premio en la categoría “Investigación” por su trabajo “Condiciones de trabajo en el Diario Río Negro y LM Neuquén. Una aproximación desde la Economía Política de la Comunicación”, bajo la dirección del docente Pablo Schleifer.

    Un logro que destaca el nivel académico de la FADECS

    La REDCOM —creada en 1998— reúne a carreras, departamentos y facultades de Comunicación y Periodismo de universidades de todo el país. Su objetivo es fortalecer la calidad académica, fomentar la investigación, extensión y producción en el campo comunicacional y generar espacios de intercambio entre docentes, investigadores y estudiantes.

    El reconocimiento a las tesistas de la FADECS destaca el nivel académico y el compromiso con la investigación y la intervención social que impulsa la carrera de Comunicación Social en la universidad, aportando nuevas miradas sobre la educación, el trabajo y la comunicación en la región.

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    Argentina potencia distópica

     

    Viejos y nuevos talentos se unen para asombrar al mundo con la vertiginosa creatividad que nos caracteriza.

    Por  Jorge G. Andreadis para Noticias La Insuperable

    Parece mentira pero en menos de dos décadas nos convertimos en cultores paradigmáticos del dicterio, el libelo, la utopía, la sátira y la distopía. Lo que en otras latitudes necesitó cientos de años de ensayo, error y perfeccionamiento, aquí evolucionó en un santiamén nihilista.

    Cualquier extranjero dirá por ahí que son recursos y géneros que en siglo XXI se cultivan en todas partes, que algunos están de moda, que sus modelos están muy atrás, en Europa casi siempre. Y que por la Red circulan en forma de meme, posteo, hilo, reel y cómo se nos ocurra. No hay que hacer caso, es para bajarnos los humos.

    A. Burgess

    Reconoceremos no haber tenido a un Jonathan Swift ni tener a una NK Jamisin, pero sin olvidar que el autor de La naranja mecánica, Anthony Burgess, decía sin modestia –refugiado en el humor- pero con el orgullo de la admiración, que él era el Borges británico; es decir: por estos pagos talento sobra aunque nos puedan engañar y llevar a la ruina un saltimbanqui hibridado con Freddy Krueguer o un representante de la germanía cocoliche venido del contratismo patriótico –o anti.

    Tal vez la abundancia y maestría en algunos de los géneros aludidos tenga que ver con una reacción a las apologías que proliferaron en 2015/6 y 2023/4, años en los que nuestros apologistas se lucieron más que Platón en su defensa de Sócrates.

    Todavía resuenan, algo apagados por la lejanía, los textos que enaltecían la derecha moderna, eficiente y democrática que representaba en cuerpo y alma el líder del cambiemismo, de yapa ingeniero cum laude moral con más fideicomiso ciego, enemigo jurado de la yegua pero amigo de Cacho bochas, el jubilado inmortal, históricamente reparado entre esquilme de FGS y medianoche.

    Y los más cercanos, chillones aún, que nos hablaban del outsider valiente, pragmático y virtuoso en el arte del ajuste, tan honesto como magistral estadista-topo forjado en el crisol del panel, primero, y el de las redes sociales, después. En una palabra: el libertariano que nos devolvería a la Edad Dorada en la moto-licuadora del tiempo. Por esto último, también un utopista.

    El ingeniero cambiemista rejuveneció el arte del libelo, que recitaba con aires de Berta Singerman indignada o publicaba en la editorial Trol Center. El libertariano, artista under del dicterio escatológico, fue reconocido, por un lado, como innovador, enemigo de la oratoria pacata, y, por otro, como teórico de la economía que en sus libros refleja lo que influyó en su prosa el borgesiano Pierre Menard y el híper-moderno Coypypaste.

    Por el lado de la distopía, aquí nació la del futuro cercano, inspirada en el déjà vu. Desvela a los académicos: discuten si es futuro cercano, inmediato o presente. Varias editoriales intentan firmar contrato con el taller literario del “Centro de Jubilados Rebelión en el PAMI” que coordina don Jorge, semillero de distopistas de la talla del abuelo Ireneo, confeso lector de Ficciones y fan de Julio Iglesias, autor del súper ventas La misma piedra argenta.

    Desde el departamento de literatura del instituto universitario de re-revisionismo “Hesíodo”, con buen timing, aprovecharon la detección historiográfica de dos Edades Doradas argentinas para lanzar la trilogía utópica inspirada en los perdidos paraísos agroexportador y de economía bíblica: Manteca al techo, Vaca atada y La tablita: gracias a Dios y Martínez Dios.

    La abundancia de sátiras nos lleva al recorte extremo. En lo estilístico nos limitaremos a hacer hincapié en que la ironía ha escalado hasta las alturas del sarcasmo en los últimos meses, sobre todo a partir de la publicación del ensayo crítico dedicado al análisis de Alta coimera que tanto influyó en la nueva camada de satiristas.

    Nuevos y viejos dedollaguistas desparraman sus creaciones en todos los soportes actuales. Nos contentamos con nombrar Ríe viernes llora domingo o el vuelo de José Luis, sátira supersticiosa que se vende como pan caliente aunque no queden panaderías.

    Reservamos para el cierre la mención del género híbrido vernáculo que embelesa al mundo: el cómic de fábula distópico-satírica. Los infra héroes protagónicos, entre los que destaca el Topo Distopio, acumulan fans y los expertos prevén que más temprano que tarde serán personajes de culto.

    La moraleja argenta ilustrada ya tiene suficiente altura, dicen, para ensombrecer a Esopo y Jean de La Fontaine. Su sentencioso estilo escrito en lunfardo modernizado, destaca el ineludible académico Oscar Conde, hubiese enorgullecido al mismísimo José Gobello.

    Muchas de las obras nacidas de este nuevo talento argento ponen en duda o re-significan creencias que estimábamos como verdades que a la larga nos harían potencia. Los autores más osados hasta llegan a negar que Dios es argentino. De no creer.


     

  • Heridas de un cuento inventado

     

    Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con el trauma del Holocausto en la escena internacional, el significante judío fue rápidamente cooptado por el proyecto sionista que, a principios del siglo XX, era una corriente minoritaria. Desde los años cincuenta, quienes no comulgaban con la idea de reconocer a Israel como la nueva patria, fueron marginados a la categoría de asimilados. Esta etiqueta que los sionistas y religiosos pusieron a los laicos y ateos de origen judío les niega cualquier tipo de identidad diferente a las oficiales, es decir, las suyas. Ese discurso se volvió hegemónico y los mismos etiquetados compraron esta idea de ya no ser tan judíos. Por eso se entiende que varios argentinos descendientes de la inmigración judía argumenten una gran distancia con la cultura de sus ancestros.

    A quienes somos judíos nos duele afrontar que la mayoría de la sociedad israelí está avalando un genocidio. Y mientras esta tragedia se potencia, escuchamos o leemos a defensores del sionismo, de izquierda a derecha, minimizar o negar las manifestaciones en contra de Israel. 

    A pesar de no cumplir con rituales y tradiciones, cuando una atrocidad como la actual me interpela, necesito contar que tengo raíces que me habilitan a opinar sin que otros me tilden de antisemita. 

    Esta semana se cumplen dos años del ataque terrorista de Hamas que abrió las puertas del infierno en Medio Oriente. Ese día, en el sur de Israel fueron asesinadas 1200 personas y 251 fueron tomadas como rehenes, según autoridades israelíes. El gobierno de Benjamín Netanyahu lanzó una ofensiva en la Franja de Gaza que hasta hoy se cobró la vida de 66 mil personas, incluyendo a 20 mil niños, más de 160 mil heridos y al menos 15 mil desaparecidos bajo los escombros, según el ministerio de Salud de Gaza. 

    El Estado de Israel está perpetrando un plan de limpieza étnica y medidas deliberadas para generar hambruna y falta de atención hospitalaria entre la población palestina: lo dicen los relatores de las Naciones Unidas, Amnistía Internacional, Human Rights Watch, la Asociación Internacional de Expertos en Genocidio y Médicos sin fronteras, entre otros. 

    Al momento de escribir este texto, el gobierno israelí interceptó la flotilla Global Sumud, detuvo a decenas de sus casi 500 activistas de 46 países e impidió la llegada de alimentos y medicinas a la Franja de Gaza. En esos barcos que cruzaron el Mediterráneo, también viajaban voluntarios de origen judío. 

    Al mismo tiempo, cientos de miles de palestinos intentan desesperadamente huir de Gaza. Y aunque en el sur de la Franja no les esperan mejores condiciones, el instinto de supervivencia los obliga a dejar todo y desplazarse una vez más. 

    Si hace un año algunas voces judías autorizadas hablaban del derecho de Israel a defenderse y de un estado de guerra, hoy son cada vez más quienes hablan de genocidio. Organizaciones de derechos humanos como B’Tselem, periodistas como Gideon Levy, artistas como Ilan Volkov, expertos como Omer Bartov o Raz Segal, refieren con dolor a “nuestro genocidio”. La directora de la junta ejecutiva de B’Tselem, Orly Noy, escribió el 18 de septiembre en una nota publicada por +972Magazine:

     “Israel está desatando un holocausto en Gaza, pero eso no se puede solo entender como la voluntad exclusiva de los actuales líderes fascistas del país. Este horror va más allá de Netanyahu, Ben Gvir y Smotrich. Lo que estamos presenciando es la etapa final de la nazificación de la sociedad israelí. La tarea urgente ahora es poner fin a este holocausto. Pero detenerlo es solo el primer paso. Si la sociedad israelí quiere volver al redil de la humanidad, debe someterse a un profundo proceso de desnazificación”.

    Netanyahu utiliza la situación de guerra como una estrategia política para evitar los juicios en su contra. Y los rehenes son un buen pretexto para perpetuar la ocupación territorial, tanto en Gaza como en Cisjordania. 

    El gobierno de Israel argumenta actuar en nombre del pueblo judío, su larga historia de persecución y exterminio. Pero las acciones criminales no hacen más que vulnerar la memoria de las víctimas de los pogroms en Rusia y del Holocausto. Y no sólo eso: a mediano y largo plazo favorecen el resurgimiento de movimientos de resistencia aún más extremos. Si desde 1948 con la Nakba el pueblo palestino no renunció a su lucha, ¿quién podría imaginar que esto ocurrirá ahora? La espiral expansiva de la retaliación eterna no tendrá límites si no encontramos un camino de paz. 

    Sin embargo, existe una esperanza de cambio en la sociedad israelí, y anida en reducidos círculos: los valientes jóvenes que prefieren la cárcel a integrar el ejército o quienes levantan sus pancartas con fotos, nombres y edades de niños palestinos asesinados, mientras sus compatriotas los insultan. 

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    Casi en paralelo al ataque de Hamas de 2023, Javier Milei ganaba las elecciones presidenciales en Argentina. Dos hechos que aparentemente no tienen vinculación, se volvieron tema de discusiones caóticas en las sobremesas de familias y amigos. Es que las personas judías o de origen judío que creemos en los derechos humanos, no podemos identificarnos con el Estado de Israel en manos del sionismo religioso y los supremacistas de Netanyahu, ni con el gobierno de ultraderecha que nos conduce en estas latitudes. 

    El 11 de junio de 2025 sentí la derrota: Milei fue recibido con honores en la Knéset, el Parlamento israelí. El patético adulador de las derechas más rancias dio un discurso de los suyos, forzando citas de textos religiosos y finalizando con su grito viva la libertad, carajo. Este lunes, en un vergonzante show en el Movistar Arena, cantó desaforado la canción popular Hava Nagila y arengó a su público: Vamos que esto le molesta a la izquierda.      

    Mientras aquí nos duele ver a jubilados y discapacitados apaleados que reclaman por sus derechos y cómo se destruye el capital científico y universitario, allí nos duele ver el genocidio en Gaza. Como una pesadilla interminable, ambas realidades se conectan. Por eso, ver a los parlamentarios israelíes ovacionar de pie y con emoción el discurso de Milei, me hizo sentir avergonzada como judía, pero también como argentina. 

    Además de Estados Unidos, este es uno de los pocos países que apoya incondicionalmente la barbarie israelí. 

    En este sentido me urge la necesidad de explicarle al mundo que no sólo los judíos, sino también los argentinos, somos muy diferentes y existe una gran parte de la sociedad que está en las antípodas de Milei. 

    ¿Cómo no entender a los israelíes que denuncian el horror frente a sus ojos y que sólo reciben palos policiales, cárcel y la marginación de vastos sectores que se resisten a reconocer lo que está sucediendo? 

    En estos días me pregunté: ¿cómo se sentiría una mujer alemana antifascista en 1941? ¿quién la escucharía sin condenarla por traidora a su patria? Ojalá se multiplicaran los traidores en Israel. La solución diplomática es la única alternativa y el gobierno israelí no hace más que boicotearla, como muestran los sucesos de marzo pasado, cuando rompió la tregua pactada, y el reciente bombardeo en las oficinas de Qatar que trabó las negociaciones. 

    ***

    Nací y viví en Villa Lynch, una ciudad que supo ser un famoso barrio textil del partido de San Martín, en el conurbano bonaerense. Los domingos de calma se podían escuchar las campanadas de la Iglesia del Líbano, los pájaros trinar y vendedores ambulantes de todo rubro. Pero en la semana bullían los telares mezclados con acento ídish, árabe, italiano o español. 

    Construí mi identidad tanto en la escuela pública estatal como en el Club I.L. Peretz de Villa Lynch (1940-1996), una institución judía laica ligada a la cultura comunista y con perfil de club de barrio. A veces pienso que sólo quienes tuvimos la fortuna de transitarlo podemos entender lo que Isaac Deutscher explicaba acerca de ser y no ser judío; porque el club era judío, pero también del barrio. Lo más importante que aprendimos allí fue que éramos argentinos, iguales a otros conciudadanos. Los vecinos no judíos se integraban, sobre todo, a las actividades deportivas donde se destacaba la natación en la pileta olímpica más famosa de la zona. 

    Si tengo que resumir en una frase la atmósfera que me rodeó en esos años, me quedo con los versos del escritor judeo polaco Isaac Leib Peretz (1852-1915) que tanto nos identificaba y, por eso, una tarde de sábado pintamos en un mural a la entrada del club: Blancos, amarillos, negros, todos, todos, son hermanos, razas colores y pueblos no es más que un cuento inventado. Y así, desde niña, mientras nunca entendí muy bien por qué yo era judía si nada tenía que ver con Israel, sus rituales religiosos ni sus sinagogas, sí sabía que lo era porque iba al Peretz y creía en los valores de aquella frase. 

    Desde que tengo memoria, la gente del Peretz y otras instituciones autodenominadas judeo-progresistas vinculadas al Idisher Cultur Farband (ICUF) nos movilizamos para conmemorar el Levantamiento del Ghetto de Varsovia del 19 de abril de 1943.  Homenajear a los héroes y mártires que se organizaron para pelear contra los nazis, cantar el Himno de los Partisanos junto con el Himno nacional argentino y condenar el genocidio de 6 millones de judíos no sólo fue recordar para que nunca más la humanidad sufra un horror semejante, sino afirmarnos como argentinos comprometidos con los derechos humanos. 

    Con el tiempo, las nuevas generaciones fuimos comprendiendo que un genocidio es igual a otros genocidios. Entendimos la larga noche de 1976 en nuestro país y que fueron 12 millones de personas las víctimas del nazismo; homosexuales, gitanos, discapacitados y opositores políticos, entre otros. 

    Conmemorar el Levantamiento en Varsovia era también desafiar el mito de una supuesta pasividad por la cual los judíos se dejaron arrastrar como ganado a los campos de exterminio. Por el contrario, siempre se reconoció la valentía de los pueblos que se rebelan y luchan por las causas justas y la libertad. Aún hoy se recupera la gesta de la resistencia, de los partisanos y del pueblo soviético que, a costa de 27 millones de personas, terminó venciendo a los nazis en la batalla de Stalingrado. El 9 de mayo de 1945, Día de la Victoria, fue concebido como un símbolo de no darse por vencido ni aún vencido. 

    Así la tragedia del pueblo judío que embanderaba el lema de la Guerra Civil Española por nuestra y vuestra libertad se amalgamaba con aquel legado universal y humanista de Peretz que se volvía una suerte de conclusión: que no importaba la religión, el color de piel o la nacionalidad de las personas porque todos éramos iguales, aunque nos quisieran vender el cuento supremacista del pueblo elegido, o de que algunas vidas valen más o son mejores que otras. 

    Siempre me sentí profundamente ligada al idioma ídish que trajeron mis bisabuelos del Imperio Ruso a principios de siglo XX, a las colonias entrerrianas de los gauchos judíos donde nacieron mis abuelos y al entorno icufista. Pero el sionismo y la religión, con todas sus variantes, no me fueron tan ajenos. Mi viejo, por ejemplo, marchó en 1967 para integrarse al Ejército israelí después de la Guerra de los Seis Días y se quedó un par de años colaborando como voluntario. Él era sionista orgulloso y en algún momento, aunque yo no acordaba con sus ideas, comencé a respetar sus puntos de vista. A pesar de su enfermedad, él todavía recordaba frases en hebreo. Murió en pandemia. A la luz de esta tremenda realidad, no sé cómo hubiéramos podido sostener ese debate. ¿Y por qué necesitamos tanto manifestarnos, tomar posición? Porque tal como lo explicaba el antropólogo Fredrik Barth, las fronteras de la identidad no sólo se construyen declarando quiénes somos, sino quiénes no somos. Y aún más, teniendo en cuenta lo que otros dicen que nosotros somos. 

    Por eso hoy me siento en una gran contradicción. Por una parte, si ser judía implica justificar la matanza de un niño en Gaza, yo ya no quiero serlo. Y, por otra, ser judía me compromete a expresar con énfasis mi rechazo al terrorismo de Hamas, pero también mi condena absoluta a la masacre de población inocente en Palestina.  

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    Recientemente, el ministro de Finanzas de Israel, Bezalel Smotrich calificó a Gaza como una mina de oro inmobiliaria y habló de negociaciones con empresas estadounidenses para construir la Riviera del Medio Oriente. Este proyecto, anunciado ya por Donald Trump en otras oportunidades, no parece tan descabellado cuando uno piensa en las modernas construcciones que se alzaron en las ciudades polacas sobre terrenos donde hubo Ghettos y fosas comunes. Las prácticas del nazismo se repiten: desplazamientos, expropiaciones, regeneración “humana” y bonitas playas sobre sangre palestina derramada. 

    La muerte de seres humanos no admite comparaciones étnicas ni mediciones en cifras. Hoy lo urgente es lograr un alto al fuego definitivo. Ya no puede morir un niño más, ni por bombas, ni por enfermedad, ni por hambre. Tampoco puede morir otra madre, otro médico, otro periodista, ni otro rehén israelí. Estamos hablando de recuperar el valor de la vida humana. Y así como cuando el caso de George Floyd, asfixiado por la rodilla de un policía el 25 de mayo de 2020, propagó la consigna Black Lives Matter, hoy debemos gritar: las vidas palestinas importan. Importan tanto como las israelíes. Ni las religiones ni los intereses geopolíticos justifican la muerte de nadie. 

    Cuando escribo estas líneas están terminando las Altas Fiestas, el nuevo año 5786, donde no hay nada que celebrar, nada dulce y bueno para desear si no tomamos conciencia de la magnitud del desastre humanitario que Israel está causando. Sabemos que perdón y genocidio son conceptos irreconciliables. “Ojo por ojo y el mundo quedará ciego” había profesado Mahatma Gandhi. Y la ceguera viene coronada con escenas confusas: discursos de odio anudados a propuestas de paz; amenazas de destrucción sostenidas por intereses económicos. Así no funcionará. Parafraseando a Jean-Paul Sartre, ningún judío será libre mientras los palestinos no gocen de la plenitud de sus derechos. Ni un solo judío estará seguro en Israel o el mundo, mientras un palestino tema por su vida.

    Fotos: Jaber Jehad Badwan

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