Ana Carolina Diby: de Neuquén al Aconcagua, a la Antártida y a un libro

Ana Carolina Diby: de Neuquén al Aconcagua, a la Antártida y a un libro

 

Ana Carolina Diby puso una mochila en su vida a los 7 años en Picún Leufú y cuando habla con Alerta Digitalparece tenerla puesta después de subir al Aconcagua, remar en la Antártida, escribir un libro y contagiar aventura por sus poros.

Hablamos con ella y, les confieso, esta mujer es para conocerla, admirarla y tenerla ahí, en el lugar al que recurrimos cuando la vida parece ser una cuesta empinada y difícil de sobreponer.

¿A qué edad comienza esa pasión por la aventura de explorar?

Desde que tengo memoria, la aventura ha sido parte de mi ADN. Aprendí a caminar en la cordillera neuquina, y a los siete años tuve mi primera mochila que era más grande que yo. Recuerdo las noches de campamento jugando cuando era una niña con linternas como luciérnagas, también recuerdo explorando caminos en la estepa patagónica y descubriendo huellas de animales en la tierra. A los 15, mis padres me regalaron una cámara amarilla sumergible, una Canon, como si supieran que mi destino era capturar el mundo que me rodea. Con cada viaje que fui a la montaña, mi espíritu aventurero se fue haciendo más fuerte, hasta que un día comprendí que estaba hecha para esto: para explorar, para desafiarme, para descubrir ese mundo que aparecía en mi camino.

¿De dónde eres?

Soy de la provincia de Neuquén, aunque no de un solo lugar en particular. Crecí entre cordillera, aprendí a caminar en villa angostura con sus montañas, lagos y la estepa patagónica, Picún Leufú mudándome de un pueblo a otro mientras mis padres, pioneros en la salud pública, se aventuraban a llevar su vocación a los rincones más remotos. Vivir en distintos lugares me hizo sentir que pertenecía a todos ellos. Cada paisaje, cada comunidad, cada historia que descubrí en el camino fue moldeando mi espíritu aventurero y mi amor por la naturaleza. Nací en Córdoba, pero al mes volamos a Neuquén, donde había estado en la panza de mi madre.

¿Cómo está integrada tu familia?

Vengo de una familia marcada por la vocación y de alguna manera la aventura. Mis padres, la Dra. Nanci Marta Ferrari y el Dr. Gerardo Jalil Diby, fueron pioneros en llevar la salud a los rincones más remotos de Neuquén., cuando la Salud de la Provincia se estaba haciendo. Crecí rodeada de mis cuatro hermanos, compartiendo historias y exploraciones que forjaron mi amor por la naturaleza. Hoy, mi familia está conformada por mi compañero de vida, Raúl Rodríguez, con quien comparto más de 20, ahora Gastón el hijo de mi marido y por mis hijos peluditos de cuatro patas: Tuti, Chu, Mum, Boda, Chan, Pelux, Schnelly y Rechnet, quienes llenan mis días de alegría y compañía. En mi hogar, la vida sigue siendo una gran aventura.

La mochila y la aventura han sido el eje de vida de esta neuquina. Foto: gentileza

¿A quién crees que salió esta pasión tan bella de explorar y la aventura?

Viajando en el tiempo, yendo a mi infancia, conociendo la historia de mis padres como llegaron a ese Neuquén de los años 60’ cuando estaba todo por hacer.  las dificultades con las que se encontraron creo que eso estaba en los genes de aventurarnos, de explorar nuevos lugares, alejados de todo, lejos de la comodidad de las ciudades, fue siendo algo natural para mí. Sin perder el horizonte de lo que se habían propuesto. Mis padres fueron unos pioneros que se decidieron por la medicina rural en un territorio nacional que se había provincializado recientemente.

A veces creo que también viene de mis antepasados suizos alemanes del Wallis, que amaban la Alta Montañas de los Alpes Suizos.

Viajemos en el tiempo… vamos hacia el año 1991…¿Qué sentiste cuando te nombraron integrante de la Expedición Proyecto Orca Antártica?

Estaba en Suiza trabajando cuando recibí el llamado de Ricardo. Su voz traía una propuesta inesperada: un lugar en la expedición Proyecto Orca Antártica. Rolfi Di Leo, de Ushuaia, no podría ir porque su esposa estaba a punto de dar a luz, y ahora el destino ponía ante mí la oportunidad de viajar a uno de los lugares más remotos del planeta. 

Una oleada de emociones me invadió. La Antártida era un sueño, un territorio de hielo infinito, de fauna imponente y de desafíos que solo unos pocos podían experimentar. Cuando finalmente llegué y me vi remando en kayak entre icebergs, en un silencio interrumpido solo por el canto de los pingüinos, el resoplar de las focas, Ballenas y el crujido del hielo, sentí una humildad absoluta ante esa inmensidad de la naturaleza. 

Era una mezcla de adrenalina y reverencia. La Antártida no es solo un destino, es un encuentro con lo infinito. Haber sido parte de esta expedición fue un privilegio, una marca imborrable que aún hoy me acompaña.

La enseñanza extrema de navegar en medio del hielo de la Antártida. Foto: gentileza

¿Cuál fue tu reacción cuando te comentaron que se haría en kayak?

Cuando supe que la expedición se haría en kayak, sentí una mezcla de emoción y respeto por el desafío que teníamos por delante. No era cualquier travesía; navegar en las gélidas aguas de la Península Antártica exigía dominar la técnica del “esquimo roll”, una maniobra esencial para recuperar la posición en caso de vuelco. En aguas bajo cero, un error podía significar la diferencia entre la vida y la muerte. 

Recuerdo una escena que aún resuena en mi memoria: frente a nuestro refugio en Puerto Neko, una imponente pared de hielo se quebró y se desplomó en el mar con un estruendo ensordecedor. En cuestión de segundos, el agua se agitó con violencia y supimos que debíamos reaccionar. Rápidamente, aplicamos el sistema de las embarcaciones acople ideado por Ricardo Kruszewski, uniendo los kayaks para convertirlos en una balsa y evitar que nos volcara el oleaje. A pesar de nuestros trajes secos de una pieza, diseñados para aislarnos del agua helada, la sensación de vulnerabilidad era constante. 

El riesgo de esa expedición era inmenso. Uno de los integrantes, un alemán, decidió bajarse del proyecto al darse cuenta de lo que realmente implicaba pasar 60 días en un refugio remoto, sin más conexión con el mundo que una radio de radioaficionados. En los 90, la Antártida era un territorio mucho más inhóspito que hoy; no existía el turismo antártico ni la comunicación satelital constante. Era un viaje hacia lo desconocido, donde el frío, el aislamiento y la incertidumbre eran parte de la aventura. Y, aun así, no cambiaría esa experiencia por nada en el mundo.

¿Ya antes habías practicado esa disciplina?

Mi primer contacto con el kayak fue en las aguas del río Limay, cuando un amigo de montaña, Alfredo Rosasco, que me prestó su kayak slalom y me invitó a dar una vuelta. Recuerdo la emoción de deslizarme por el agua, sintiendo la corriente y tratando de mantener el equilibrio en aquella embarcación ágil y desafiante. 

En los años 80, mi pasión principal era la escalada en montaña, pero en nuestro círculo era común que los amantes de la adrenalina alternáramos entre el hielo, la roca y el agua. No tardé en entusiasmarme con el kayak, y pronto empecé a remar con más frecuencia. Cuando recibí la invitación para la expedición a la Antártida, ya tenía experiencia, pero sabía que remar en un río o en un lago no se comparaba con enfrentar las aguas heladas del fin del mundo. 

Tuve que perfeccionar técnicas específicas de seguridad, especialmente el “esquimo roll”, una maniobra vital para recuperar la posición en caso de vuelco. No era solo una habilidad, era una cuestión de supervivencia. En la Antártida, un error podía costarte la vida, así que me dediqué a entrenar con disciplina, entendiendo que cada movimiento debía ser preciso, que cada remada era un desafío con la naturaleza helada que nos esperaba. 

Mirando hacia atrás, cada instante de preparación valió la pena. cada brazada en el Limay, cada caída y cada lección aprendida, me llevaron hasta allí.

 ¿Como fue todo?

La planificación fue larga, exigente y llena de desafíos. Nada podía dejarse al azar cuando el destino era la Antártida, un territorio donde la naturaleza dicta sus propias reglas y cualquier error puede costar muy caro. 

Juan Carlos López, el científico de nuestra expedición, llevaba años estudiando las orcas en Puerto Madryn. Ricardo Kruszewski, pionero en la fabricación de kayaks SDK, llevaba cuatro años organizando esta travesía semi privada, una odisea que combinaba exploración científica y una aventura sin precedentes. 

Conseguir los permisos de la Dirección Nacional de la Antártida fue solo el primer paso. Pasamos por rigurosos estudios psicofísicos, los mismos que se les exigen a los pilotos de avión. La Antártida no es un lugar para improvisar. Estar aislados durante 60 días, sin posibilidad de reabastecimiento ni comunicación fluida, requería una planificación milimétrica. 

Me involucré en la logística de alimentos junto al jefe de expedición. No había espacio para lujos ni caprichos: cada elección debía responder a la necesidad de supervivencia. En esa época, los alimentos deshidratados no eran tan accesibles como hoy, así que dependíamos de enlatados y productos de larga duración. Pero la sorpresa nos aguardaba: en el refugio Fliess, en Bahía Paraíso, encontramos unas botellitas de sidra dejadas por una expedición anterior. Un pequeño lujo inesperado que se sintió como un tesoro en medio de la inmensidad helada. 

Cada día en la Antártida era una lección de humildad. Navegar en kayak por la Bahía Andvord, rodeados de hielo y con la intención de avistar orcas, nos dejó sin aliento. Sin darnos cuenta, nos convertimos en los primeros en remar en kayak en esos rincones remotos de la Península Antártica. 

Es difícil describir lo que se siente. Hay experiencias que solo pueden entenderse viviéndolas en la propia piel. Nada de lo que puedas leer o imaginar se compara con la sensación de estar allí, en medio de la nada, rodeado de la inmensidad blanca, escuchando el crujir del hielo al tocar los kayaks y sintiendo que formas parte de algo mucho más grande que uno mismo.

¿Qué te dejó a nivel personal esta experiencia? Imagino hasta momentos inexplicable que hay que vivirla …¿no?

Ser parte de la expedición Proyecto Orca en la Antártida no solo cambió mi forma de ver el mundo, sino también la manera en que me veo a mí misma. Hay experiencias que te transforman para siempre, y esta fue una de ellas. 

Remar en kayak en un mar helado, con los icebergs con sus reflejos y el sonido de los mamíferos marinos rompiendo el silencio, es algo que no se puede describir con palabras. La inmensidad del paisaje te hace sentir pequeña y al mismo tiempo te llena de una energía indescriptible. Es como si, por un instante, formaras parte de la naturaleza en su estado más puro. 

Vivir aislada en un refugio durante 60 días, en una convivencia tan intensa con mis compañeros y rodeada solo de pingüinos y el viento gélido, fue una lección de resistencia. La Antártida no tiene concesiones. Te obliga a enfrentarte a ti misma, a tus miedos y a tus límites, y a descubrir de lo qué estás realmente hecha. 

Ser mujer en esta expedición también tuvo un significado especial para mí. No éramos muchas en este tipo de travesías en aquel entonces, y demostrar que podía remar en esas condiciones extremas, soportar el frío y la incertidumbre, y adaptarme a cada desafío, me llenó de orgullo. Espero que mi historia inspire a otras mujeres a lanzarse a lo desconocido, a romper barreras y a creer que pueden hacerlo. 

Más allá de la aventura, esta expedición me dejó un profundo respeto por la naturaleza y la certeza de que estos lugares deben ser protegidos. Me enseñó a valorar lo esencial, a confiar en mis propias capacidades y a entender que las experiencias más valiosas de la vida son aquellas que te sacuden y te dejan huellas imborrables. 

La Antártida me cambió al pasar el tiempo.

 Quiero saber: ¿cuál ha sido el desafío más grande hasta aquí en tu vida? ¿Cuál ha sido la aventura más extrema para vos?.

Si hay una aventura que definió mi espíritu y me puso cara a cara con mis propios límites, fue escalar el Aconcagua por la ruta del glaciar de los polacos en 1988.

Imagínalo: tres mujeres solas, Celina Guiñazú, Carina VacaZeller y Carolina Diby, sin guías, en una de las rutas más técnicas y exigentes de la montaña más alta de América. Junto a mi compañera de cordada, Carina Vaca Zeller, nos enfrentamos a una pared de hielo con un desnivel de 60°, donde cada paso requería una concentración absoluta. Bajo nuestros pies, el glaciar se extendía como un abismo silencioso, recordándonos que un error podría ser fatal. 

No teníamos margen para el miedo. Solo había espacio para la determinación, la confianza en cada paso, en cada golpe de piolet, en cada movimiento medido con precisión quirúrgica. En ese momento, no éramos completamente conscientes de la magnitud del reto que habíamos asumido. No nos detuvimos a pensar en las estadísticas, en las probabilidades o en lo que significaba que tres mujeres decidieran abrirse camino en una ruta dominada por expediciones guiadas y equipos experimentados. Solo sabíamos que queríamos estar allí, desafiando la montaña, desafiándonos a nosotras mismas. 

Cada amanecer sobre el hielo, cada ráfaga de viento cortante, cada respiración entrecortada por la altitud se quedó grabada en mi memoria como un recordatorio de hasta dónde podemos llegar cuando creemos en nuestra fuerza. 

He vivido muchas aventuras extremas: sesenta días remando en kayak en la Antártida, sobreviviendo en un refugio aislado rodeado de un océano congelado y glaciares imponentes. Pero el Aconcagua… el Aconcagua fue el momento en el que supe, sin dudas, de qué estaba hecha.

¿Cuál ha sido el desafío más grande hasta ahora en tu vida?

Si hay un desafío que ha sido constante en mi vida, es encontrar el equilibrio entre mi espíritu aventurero y las exigencias de la vida cotidiana.

Desde pequeña, la naturaleza fue mi refugio, mi hogar y mi pasión. Crecer explorando lugares, montañas, ríos y lugares inhóspitos me dio una conexión con la libertad difícil de explicar. Mi madre siempre me dio seguridad para hacer lo que me gustaba. Sin embargo, la sociedad nos marca otros caminos: estudiar, trabajar, construir una vida en la estructura que todos conocemos. 

Cursar mi carrera en la Universidad Nacional del Comahue, en la Facultad de Turismo, significó sumergirme en un mundo de responsabilidades, horarios y exigencias académicas que contrastaban con la inmensidad de los paisajes donde siempre me sentí más viva. Luego, al entrar en el mercado laboral, primero en el sector privado y después en la administración pública de la provincia de Neuquén, sentí esa dualidad más fuerte que nunca. 

Pero el desafío más profundo fue emocional: enfrentar el duelo de perder a mi madre a los 26 años. Una ausencia que dejó vacíos en momentos cruciales, en decisiones importantes, en esas conversaciones que una hija siempre espera tener con su madre. Aprendí, con el tiempo, que el dolor y la resiliencia caminan de la mano, que la montaña me enseñó a seguir adelante, a levantarme después de cada tormenta, a respirar profundo y encontrar fuerza en cada paso. 

Lograr ese equilibrio entre la pasión y la cotidianeidad no es fácil, pero quizás ahí radica el verdadero desafío: aprender a vivir entre dos mundos, sin perderse en ninguno de los dos.

El libro Pasión y Aventura que presentó hace dos años en Neuquén. Foto: X

 ¿Qué te inspiró a escribir este libro «Pasión y Aventura: memorias y presente de una aventurera»?

Siempre creí que mis experiencias en la montaña, en los ríos, en la Antártida, eran solo mías y de quienes compartieron conmigo esas travesías. Pero con el tiempo, me di cuenta de que cada aventura, cada desafío superado, despertaba un interés genuino en quienes escuchaban mis relatos. Periodistas, amigos, desconocidos que querían saber más, que se sorprendían al descubrir que en una época donde la montaña era un territorio prácticamente inexplorado para las mujeres, yo ya estaba allí, escalando, remando, nunca pensé que estaba abriendo caminos. 

El primer impulso para escribir este libro llegó cuando el periodista Sebastián Bassallo, de radio 10, me contactó para su programa de efemérides al cumplirse 20 años de nuestra ascensión al Aconcagua como dos mujeres solas, sin guías ni equipos de apoyo. Nuestra ascensión había salido en los diarios de Clarín, Nación, Rio Negro, Diario de Mendoza y era unas efemérides.  

Luego, la emoción de recibir el prólogo escrito por mi querido amigo y jefe de expedición, Héctor Cuiñas, quien lideró la Primera Expedición Argentina al Himalaya – Shishapagma en 1993 y para la que fui seleccionada, terminó de convencerme de que era hora incorporar a mi libro todas las vivencias y compartir mi historia.  Hasta ese momento solo había escrito solo Aconcagua.

“Pasión y Aventura» no es solo un libro de relatos de montaña o expediciones extremas. Es un homenaje a una época en la que la naturaleza era libre, en la que el montañismo se vivía con un romanticismo que hoy se ha perdido. Quiero que quien lo lea lo transporte a aquellos días en los que la aventura no era un producto comercial, sino un desafío personal, un encuentro profundo con uno mismo. 

Pero también es un mensaje de inspiración. Me gustaría que las personas –especialmente las mujeres– descubran que no hay límites cuando la pasión es el motor. Que se animen a dar el primer paso, a explorar lo desconocido, a escribir su propia historia de aventura, sea en la montaña o en cualquier ámbito de la vida. Porque la verdadera expedición no es solo conquistar cumbres o navegar océanos, sino atreverse a vivir intensamente. 

¿Hay nuevos desafíos? ¿Nuevas aventuras por vivir?

¡Siempre! La aventura no es solo un destino, es una forma de vida. Cada montaña, cada travesía, cada nuevo camino nos enfrenta a desafíos que nos transforman, nos empujan a descubrir de qué estamos hechos. La curiosidad y el deseo de explorar nunca desaparecen; simplemente se reinventan con el tiempo. 

Aunque me gustaría contar más, hay una tradición siempre respetamos con mis compañeros de montaña, que respeto: los proyectos se mantienen en secreto hasta que los vivimos y regresamos para contarlos. Es parte del espíritu de la aventura. Hay algo mágico en ese misterio, en esa expectativa de lo que vendrá. Pero puedo decirte algo: la naturaleza sigue llamando, y estoy lista para responder. 

¿Tenés miedo cuando emprendés algunos de estos desafíos, aventuras?

Hubo un tiempo en el que el miedo no tenía lugar en mis pensamientos. En los años 90, cuando escalaba montañas y desafiaba mis propios límites, la sensación de temor era casi inexistente. Sabía que había riesgos, pero no me paralizaban. La montaña era un espacio de libertad absoluta, un escenario donde la preparación y la confianza desplazaban cualquier duda. 

Escalar sola el volcán Lanín, el Domuyo o enfrentarme a la imponente Ramada de 6.000 metros en San Juan no era una cuestión de valentía, sino de conexión conmigo misma, de probarme en la inmensidad de la naturaleza. Sin tecnología, sin pronósticos precisos, confiábamos en el instinto, la experiencia y el apoyo de los compañeros de cordada. Era una época de montañas libres, donde la aventura y el compañerismo definían cada expedición. 

Hoy, los desafíos han cambiado para mí. La intensidad ha dado paso a una conexión más contemplativa con la naturaleza. Ya no busco las cumbres más difíciles ni las rutas más técnicas, pero el espíritu sigue intacto. Sigo eligiendo el movimiento: caminar con raquetas en invierno, hacer trekking, mantener el running como una constante en mi vida. 

Tal vez el miedo no haya aparecido en la montaña, pero sí en otros aspectos de la vida. Porque la verdadera prueba no siempre está en la altura de una cumbre o en la inmensidad del hielo, sino en aprender a adaptarnos, a encontrar nuevos caminos y aceptar que cada etapa trae sus propios desafíos. 

La impactante experiencia de subir a la cumbre del Aconcagua. Foto: gentileza

Has sido parte de la primera cordada femenina argentina en hacer cumbre por la Vía Directa que está en el Glaciar de los Polacos, en la difícil cara este del Aconcagua. ¿Qué sentiste?

El Aconcagua nos recibió con su imponente presencia, estábamos paradas con Carina VacaZeller al pie del Glaciar de los Polacos su cara estaba cubierta de hielo y la ruta extendiéndose frente a nosotras como un desafío colosal. Ser parte de la primera cordada femenina argentina en ascender por esta ruta era mucho más que una hazaña deportiva; era demostrar que no había límites para nosotras. 

Sentí una mezcla de emoción, determinación y absoluta concentración. No había margen para dudas. Cada paso en la pendiente helada de 60 grados de inclinación nos exigía precisión, fuerza y confianza en nuestras habilidades. No llevábamos cuerda, solo crampones, piquetas y la firme convicción de que lo lograríamos. La sensación de vacío bajo nuestros pies era vertiginosa, pero no había miedo, solo un enfoque total en cada movimiento. 

Llegar a la cumbre fue indescriptible. En ese instante, todo el esfuerzo, el entrenamiento y los años de experiencia cobraban sentido. No era solo el logro de alcanzar la cima, sino el camino recorrido, la conexión con la montaña, la hermandad con mi compañera de escalada. Nos abrazamos en la cumbre por haber llegado. Jamás nos imaginamos que habíamos hecho historia, no por el reconocimiento, sino por haber llevado el espíritu de la aventura un paso más allá. 

Hoy, cuando miro atrás, veo cuán diferente era el montañismo en aquellos años. No había guías ni tecnología avanzada, solo nuestro instinto, nuestra preparación y el compromiso absoluto con la montaña. Ahora, mis desafíos son distintos, más pausados, pero igual de significativos. Disfruto de la nieve, del trekking, del running, pero esa sensación de estar en la inmensidad de la montaña, enfrentando lo desconocido con mis propias fuerzas, es algo que siempre llevaré conmigo. 

Porque al final, el desafío no es solo la montaña. Es atreverse, dar el paso y creer en uno mismo. 

¿Cómo se puede describir hacer cumbre en el Aconcagua?

Hacer cumbre en el Aconcagua es mucho más que llegar a la cima de una montaña. Es la culminación de días de esfuerzo, preparación y resistencia mental. Pero cuando se asciende por una ruta desafiante como el Glaciar de los Polacos, la experiencia se vuelve aún más intensa, una prueba absoluta de determinación y entrega. 

El último tramo antes de la cumbre es un juego entre la voluntad y el agotamiento. Cada paso es una batalla contra el cansancio extremo, contra la falta de oxígeno que convierte incluso la respiración en un desafío. Los crampones muerden el hielo con cada movimiento, los piolets se clavan en la pendiente como si fueran una extensión del cuerpo. El viento sopla con furia, recordándote que la montaña impone sus propias reglas. 

Y entonces, después de horas de ascenso en la cara Este del gigante de América, la cumbre aparece ante tus ojos. Un último esfuerzo, un paso más… y estás ahí. 

El mundo se abre a tus pies en un espectáculo grandioso: un mar infinito de montañas y valles, nubes que parecen extenderse como un océano blanco y el cielo, tan cerca que casi podes tocarlo. No hay barreras entre vos y el horizonte. No hay ruido, solo el latido acelerado de tu corazón y el viento que parece susurrar historias de quienes han llegado antes. 

Es un instante de euforia absoluta. Te invade una emoción indescriptible, una mezcla de gratitud, orgullo y una extraña sensación de pequeñez frente a la inmensidad de la naturaleza. Miras a tu compañera de cordada, intercambian una sonrisa de triunfo, un abrazo que dice más que mil palabras. Lo logramos. 

Pero la montaña te enseña algo clave: la cumbre no es el final, sino la mitad del camino. La verdadera hazaña no es solo llegar, sino regresar. Así que, tras un momento de contemplación, toca emprender el descenso con la misma concentración y respeto con los que se subió. 

Y aunque con el tiempo la adrenalina se desvanece y los recuerdos se difuminan, hay algo que nunca cambia: una vez que tocas el cielo desde la cumbre, una parte de vos se queda para siempre en lo más alto de la montaña. 

¿Como describirías tu vida?

Desde joven, la montaña ha sido mi refugio, alejándome de la rutina cotidiana, es mi maestra, donde aprendí. Un espacio donde me siento plenamente viva y en armonía con la naturaleza. Mi pasión por la escalada comenzó en los años ochenta, una época en la que la información era escasa y la aventura, pura y sin filtros.

Recuerdo mis primeras expediciones con el club andino Neuquén a la alta montaña, a la Cordillera Real Boliviana en el 84. Con el tiempo mis escaladas en solitario, como cuando escalé el volcán Lanín durante el día, o años más tarde, La Ramada de 6.000 metros en San Juan. Estas experiencias me permitieron desafiarme a mí misma y descubrir la fortaleza interior que desconocía poseer. A lo largo de estos ascensos, aprendí a gestionar la incertidumbre y a confiar en mis habilidades, lo que me proporcionó una seguridad y confianza inquebrantables.

Mi formación en técnicas de escalada y la adquisición de equipo adecuado fueron claves para enfrentar cada desafío. Aunque en aquella época no contábamos con Internet y los pronósticos meteorológicos precisos, nos las arreglábamos con información básica y la experiencia acumulada. La independencia y la autosuficiencia eran esenciales, así como la elección de los compañeros de cordada. Estuve rodeada de personas increíbles que, al igual que yo, compartían la misma pasión y compromiso, formando equipos sólidos y unidos.

Uno de los hitos más destacados de mi vida fue ser parte de la primera expedición femenina al Aconcagua por la ruta directa, ascendiendo por el glaciar de los polacos. Esta experiencia fue un verdadero desafío y una fuente de orgullo, ya que nos enfrentamos a la imponente montaña con determinación y sin temor, utilizando solo los elementos técnicos como piquetas y crampones.

Hoy en día, mi enfoque ha cambiado. Ya no practico escalada a nivel deportivo como lo hacía en aquellos años, pero la conexión con la naturaleza sigue siendo una constante en mi vida. Disfruto de actividades más suaves, como caminar con raquetas de nieve en la cordillera durante el invierno y hacer algunos trekking. El running, una actividad que adquirí cuando empecé a escalar, sigue siendo parte fundamental de mi rutina anual. Mantenerme activa y en contacto con la naturaleza es vital para mi bienestar físico y mental. Vivo en zona rural cercana a lo que me gusta.

Mi vida ha sido una continua búsqueda de la naturaleza como una forma de llegar a las aventuras y desafíos, un aprendizaje constante; y cada experiencia ha dejado una huella imborrable en mi ser. Espero que esta entrevista inspire a otros a encontrar su pasión y a vivir sus propias aventuras con la misma entrega y entusiasmo que yo he vivido las mías.

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Instagram: @anacarolinadiby

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    La fiscalía de Delitos Ambientales realizó un allanamiento en el predio del basurero petrolero Comarsa del Parque Industrial de Neuquén. El traslado de los residuos tóxicos desde allí hacia Añelo, acordado en 2024 entre la empresa y la Secretaría de Ambiente de Neuquén, permite ahora acceder a otras superficies en las que tomar las nuevas muestras. El procedimiento se concretó en el contexto de la causa contra el dueño y dos ejecutivos de la empresa por los delitos de contaminación y administración fraudulenta y tuvo como objetivo tomar esas muestras y secuestrar documentación sobre movimientos de suelos, traslados y disposición de residuos. La gran cantidad de residuos de la explotación de Vaca Muerta sigue siendo un problema irresuelto para la provincia. Por OPSur.


    “Ya en 2023 y 2024 se había allanado a Comarsa con el fin de tomar muestras de suelo en el predio. Pero el alcance fue acotado por la enorme cantidad de residuos en el lugar, lo que imposibilitó el acceso a determinados sectores”, dijo el fiscal de la causa Maximiliano Breide Obeid en relación al motivo de este nuevo ingreso.

    Según el querellante Rafael Colombo, integrante de la Asociación Argentina de Abogados Ambientalistas, “lejos de ser un asunto resuelto como pretenden las autoridades políticas de Neuquén, este allanamiento refuerza las medidas de investigación”. Colombo explicó que es el quinto allanamiento a la empresa, y que se concreta “junto a muchas otras medidas que ratifican que Comarsa cometió delitos de contaminación, usurpación de tierras públicas y un fraude millonario escandaloso a lo largo de más de 10 años. Todo en el contexto de la gestión de la basura petrolera del fracking de Vaca Muerta”.

    Fotos: Emiliano Ortiz.

    Por fuera de la causa judicial, en octubre de 2024 Comarsa acordó con la Secretaría de Ambiente trasladar los residuos ubicados en Neuquén a la planta de disposición final de Indarsa en Añelo en un plazo de 24 meses. Según el convenio, la empresa no trasladaría los 31.000 m³ de residuos en biopilas pero retiraría los 210.000 m³ acopiados. Con ese objetivo, se pautó la obligación de retirar 17.500 m³ por bimestre. Entre enero y febrero de este año, cuando comenzó a concretarse el convenio, la compañía movió 11.500 m3. Es decir, solo el 65% de lo acordado.

    Al día de hoy, no hay información pública que permita saber si Comarsa cumplió con los volúmenes establecidos para el segundo bimestre. La Secretaría de Ambiente no publicó informes actualizados ni respondió los pedidos de información realizados por la Fiscalía y las querellas sobre las cantidades transportadas y qué tipo de análisis se les realizó. Tampoco se conoce si se iniciaron sanciones por el incumplimiento anterior de la empresa.

    Accedé al informe La basura del fracking en Vaca Muerta sobre el tratamiento de residuos de la empresa Comarsa.

    Fuente: https://opsur.org.ar/2025/06/11/allanaron-comarsa-tomaron-muestras-del-suelo-que-esta-siendo-trasladado-a-anelo/

     

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  • Afirman que el cierre de la base china en Neuquén está en el acuerdo con Estados Unidos

     

    El sitio online TN (Todo Noticias) de Argentina informó que el cierre de la base espacial china en la provincia del Neuquén está en el acuerdo financiero que anunció el gobierno de Estados Unidos. La publicación sostiene que esas instalaciones y otras en el país realizadas por China serían desactivadas, en el marco de una estrategia geopolítica norteamericana.

    Textualmente, el informe indica que “el entendimiento consolida la alianza geopolítica entre ambos países y busca profundizar la presencia estadounidense en sectores estratégicos de la economía argentina, en paralelo con una reducción de la influencia tecnológica y financiera china”.

    “Durante los encuentros en Washington, Bessent hizo hincapié en la condicionalidad geopolítica del apoyo financiero. “Simplemente, no permitiremos que una economía de control estatal dicte los términos a Estados Unidos”, escribió el funcionario en su cuenta de X (ex Twitter). En esa misma línea, remarcó que la asistencia estadounidense está orientada a respaldar a los aliados en su estrategia para “empujar hacia atrás la coerción económica china”.

    Según trascendió, indicó TN, Washington pidió garantías para que la Argentina no albergue “puertos, bases militares ni centros de observación” vinculados a Beijing. Trump, por su parte, fue más explícito: “Pueden tener algo de comercio, pero no deberían ir más allá. Definitivamente, no deberían hacer nada relacionado con lo militar con China. Y si eso está ocurriendo, me molestaría mucho”, advirtió.

    La mención de la base ubicada en Neuquén

    En ese contexto, la publicación sostiene que «el gobierno argentino trabaja en una serie de medidas destinadas a mostrar señales de cumplimiento con las condiciones planteadas por Washington. Entre ellas, se analizan opciones para desactivar la base espacial china en Neuquén, y para frenar la ampliación del radiotelescopio chino-argentino instalado en el Parque Nacional El Leoncito, en San Juan. También se evalúa dejar en pausa la construcción de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic, en Santa Cruz, proyectos con financiamiento del gigante asiático».

    «En paralelo, el Ejecutivo busca reactivar proyectos estadounidenses que habían quedado paralizados, como el radar de la empresa Leolabs en Tierra del Fuego, destinado a la observación espacial y al soporte de empresas como SpaceX o la NASA», agregó la nota.

    La ayuda a la Argentina se enmarca en ese tablero global. Según explicó el ministro de Economía, Luis Caputo, el swap o las líneas de crédito bancarias podrían utilizarse para cubrir vencimientos de deuda en 2026 si el país no logra acceder al mercado voluntario.

    Trump, no obstante, condicionó la generosidad del respaldo financiero a los resultados de las elecciones legislativas del 26 de octubre. “Si Milei pierde las elecciones, no seremos generosos con la Argentina”, advirtió.

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  • Movilización a Plaza de Mayo: fuerte operativo de seguridad, la izquierda se diferencia y la CGT no moviliza

     

    Diferentes puntos de concentraciones desde esta mañana y un fuerte operativo intimidatorio desplegado por la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, para la movilización en apoyo a Cristina Fernández. Mientras, la CGT evade el compromiso, dando “libertad de acción” para participar a sus trabajadores/as representados/as. La izquierda se diferenciará con un acto propio en el Obelisco, pero también moviliza “no en apoyo a Cristina, si no contra la proscripción política”. Se espera que comience la marcha a las 15, y a las 17 se realice un acto, aunque no se conoce quienes serán los oradores. Por ANRed.


    Las calles céntricas de la Ciudad de Buenos Aires amanecieron con la presencia de un fuerte operativo desplegado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y con puntos vallados. Desde la mañana, camiones hidrantes y patrulleros tomaron posición en lugares estratégicos de la ciudad, mientras grupos de infantería con escudos y cascos se apostaban frente a los edificios públicos. El gobierno nacional movilizó desde la Policía Federal hasta la Gendarmería y la Prefectura. También se encuentra movilizada la Policía de la Ciudad, a cargo del jefe de gobierno porteño, Jorge Macri.

    En tanto, organizaciones denuncian que los controles a los accesos a la Capital Federal se incrementaron. En la Autopista Ricchieri efectivos detenían micros de larga distancia, obligando a los pasajeros a bajarse para requisarles sus pertenencias. «Nos revisaron hasta la merienda de los niños», contó indignada una maestra cuyo curso fue retenido por más de una hora cuando se dirigían a una visita escolar.

    El operativo

    • 5.000 efectivos, entre Policía Federal, Gendarmería y Prefectura.
    • Vallado perimetral completo en Plaza de Mayo con tres anillos de seguridad.
    • Puestos de control móviles en todos los accesos viales y ferroviarios.
    • Drones de vigilancia sobrevolando las columnas marchantes.
    • Requisas exhaustivas en estaciones Constitución, Once y Retiro.

    Por su parte, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, justificó el operativo: «garantizaremos el derecho a manifestarse, pero aplicaremos estrictamente el protocolo antipiquetes«. Sin embargo, organizaciones de derechos humanos denunciaron «excesos» en los controles, donde se registraron al menos 15 detenciones arbitrarias según el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

    Puntos de concentración y diversidad política

    Desde las 10 de la mañana, las columnas comenzaron a formarse en distintos lugares:

    • La Cámpora concentra en 9 de Julio y Belgrano.
    • Frente Renovador (Sergio Massa) en Av. de Mayo y Tacuarí.
    • Movimiento Derecho al Futuro (Kicillof) en 9 de Julio e Independencia.
    • PJ en San Juan y San José.
    • Patria Grande (Grabois) en 9 de Julio y San Juan.

    En un plano aparte, el Frente de Izquierda (FIT-U) realizará un acto en el Obelisco desde las 13 horas.

    La izquierda: «Fuera Milei, defendemos las libertades democráticas»

    El legislador jujeño Alejandro Vilca (FIT-U) afirmó:»quieren ir contra todas las garantías constitucionales que tiene el pueblo trabajador para rechazar este plan de ajuste y sometimiento. ¡No lo podemos permitir! Lo cuestionamos en el Congreso, pero lo frenamos en las calles, con el único idioma que entiende este gobierno totalitario».

    Gabriel Solano (Partido Obrero- FITU) agregó:»Vamos con una bandera que dice ‘FUERA MILEI’ porque representa una ofensiva contra el pueblo. Nos movilizamos contra el fallo proscriptivo y en defensa de las libertades democráticas».

    La dirigente Myriam Bregman también denunció un «avance proscriptivo» y rechazó el Decreto 383/2025 de Bullrich, que según ella «legaliza la represión y el espionaje ilegal».

     

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    El movimiento sindical: entre la traición y la resistencia

    Mientras la ciudad se preparaba para la histórica jornada, en las sedes gremiales se libraba otra batalla: la de las conducciones contra sus bases. La CGT, en una decisión que dejó al descubierto sus contradicciones, optó por el camino más tibio: «Libertad de acción», rezaba el comunicado interno que circulaba entre los secretarios generales.

    «Es una vergüenza», denunció un delegado de UOCRA que prefirió mantener el anonimato. «Mientras el gobierno avanza sobre todos nuestros derechos, la conducción de la central sigue jugando a no enojar a nadie. No entienden que esto ya no es cuestión de matices».

    Mientras, ATE y las CTA, llamaron a al paro y la movilización:

    • ATE Nacional decretó paro total con movilización.
    • CTA Autónoma convocó a «cese de actividades» desde las 12.
    • CTA de los Trabajadores limitó su participación a delegados.

    Más información:

    Movilización en defensa de la democracia y contra la proscripción a Cristina Kirchner

    Desde SAN JOSÉ 1111

    Frente al edificio donde Cristina Fernández cumple su arresto domiciliario la vigilia no cesó en toda la noche. Decenas de carpas improvisadas, termos de mate que pasan de mano en mano, «Ella no está sola», dice Rosa, una jubilada que vino desde Quilmes. «Vinimos a quedarnos hasta que esto se resuelva». La imagen de los militantes durmiendo en la vereda contrasta con los informes que hablan de la tobillera electrónica que le colocaron a la expresidenta, y de la prohibición expresa de asomarse al balcón.

     

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  • Marcharon desde Ensenada: más de mil trabajadores de Astillero Río Santiago llevaron sus reclamos a Kicillof

     

    Ni la lluvia ni el frío polar frenaron la imponente columna obrera que partió desde el Astillero Río Santiago y caminó hasta el centro de la ciudad de La Plata. La movilización se votó en una asamblea general y el principal reclamo al gobierno provincial es un aumento salarial de emergencia, la reapertura de paritarias para todos los estatales, y trabajo para el astillero. Por La Izquierda Diario.


    Este lunes el invierno polar se hizo sentir en la región, y también la masiva movilización obrera que partió desde Ensenada y caminó varios kilómetros hasta el centro de la ciudad de La Plata. Más de mil trabajadores y trabajadoras de Astillero Río Santiago (ARS) se reunieron en las puertas de la fábrica para cumplir el mandato que votaron en la última asamblea general: llevar al gobierno provincial el reclamo de un aumento salarial urgente.

    En una jornada que quedará grabada en la memoria combativa y de lucha de la fábrica, la masiva columna de trabajadores salió a la calle para exigir también la reapertura de paritarias para el conjunto de los trabajadores estatales, la reactivación y trabajo para el Astillero, y la renuncia del presidente del ARS, Pedro Wasiejko, entre otras demandas.

    Inicialmente el reclamo iba a ser llevado a Casa de Gobierno, pero a último momento el gremio ATE Ensenada cambió la convocatoria votada en asamblea por el Ministerio de Economía. Hasta allí llegó la movilización, y confluyó con trabajadores de diferentes dependencias estatales que se acercaron a brindar su apoyo, también trabajadores de Secco en lucha, estudiantes y organizaciones sociales.

    La respuesta del gobierno provincial

    Representantes del gobierno recibieron a una delegación de trabajadores, al salir del encuentro Juan Contrisciani, delegado de Cobrería y referente de la Agrupación Marrón expresó: “No recibimos ninguna respuesta concreta a nuestro reclamo central por salario. A cambio, nos convocan a una «mesa técnica» para evaluar demandas sectoriales. En Astillero se demostró que la voluntad es seguir peleando por nuestros reclamos y esta pelea, no es solo por el Astillero, es por todos los trabajadores estatales de la Provincia”.

    El próximo miércoles 25 nuevamente el Astillero Río Santiago se movilizará, en esta oportunidad a CABA para denunciar los ataques del gobierno nacional de Milei a la industria naval. “La movilización que pusimos en pie hoy es un primer paso muy importante. El miércoles junto al resto de los gremios navales, vamos a marchar para frenar los decretos 273 y 340 del gobierno nacional, y seguiremos organizados y en las calles para enfrentar el ajuste de los gobiernos”, remarcó Hernán García, delegado de Amolado y referente de la Agrupación Marrón.

    Estos decretos habilitan por un lado la importación de buques usados, lo cual desalienta cualquier construcción en el país, sea en astilleros privados o estatales, y además permiten que en el transporte de cabotaje (hidrovía) se utilicen banderas de conveniencia, haciendo que las empresas nacionales que recorren el río Paraná, cambien por banderas de países sin convenios ni derechos laborales.

    Para coronar este ataque a lo poco que quedaba, de alguna manera protegido, después de la desregulación del sector en los años 90 (donde se desregular el transporte de gran porte), se declara el transporte naval como servicio esencial restringiendo el derecho a huelga.

    Fuente: https://www.laizquierdadiario.com/Mas-de-mil-trabajadores-de-Astillero-Rio-Santiago-llevaron-sus-reclamos-a-Kicillof

     

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