Lucha encarnizada por el botín en el Colón

Gerardo Grieco despidió a la directora ejecutiva del Teatro que respondía a Grindetti: el gestor cultural uruguayo poco a poco afianza su exclusividad en el saqueo que comanda.
Por Jorge G. Andreadis para Noticias La Insuperable
A principios de este mes, con sigilo charrúa, el director general del Teatro Colón despidió a Thelma Vivoni, decisión que de haber venido de una autoridad de incuestionable rectitud debería haber sido tan difundida como aplaudida. Pero, lamentablemente, no es el caso.
Las apariencias y formalidades, publicadas el 5 de este mes, se oficializaron con fecha del 31 de octubre a través de la invocación de una renuncia:
Solamente el prontuario de la Vivoni hubiera justificado la cesantía. Pero viniendo de un Grieco, pensar bien se torna imposible: la rencilla entre piratas impone su lógica causal.
Ahora el productor artístico Gustavo Mozzi -tal vez más dócil que la mujer curtida en la jungla del grindettismo recaudatorio, Thelma Vivoni- acapara las direcciones musical y ejecutiva. Todo se hizo bajo el manto de silencio que el GCBA se asegura a través de la pauta que amansa medios y comunicadores.
Removido oportunamente por Gabriela Ricardes el escollo que representaba Jorge Telerman, bajo excusas de austeridad encubridoras de esquilme patrimonial, impostura alineada con la del libertarianismo que ostenta el galardón de la captura del estado nacional, el comatoso PRO metropolitano que encabeza Jorge Macri abrió el alhajero del Colón a los esbirros de la gestión cultural que se mofan por igual de arte y artistas: Gerardo Grieco y Julito Bocca.
El Gobierno de la Ciudad, en manos de un partido en vías de extinción, con funcionarios dispuestos a aprovechar los que seguramente serán sus últimos tiempos de rapiña -tras una larga captura del estado porteño bajo el sello PRO-, parece decidido a exprimir hasta los más emblemáticos espacios en busca de negocios espurios. El Teatro Colón no es intocable para esta lógica de satrapía.
La dupla elegida para la tarea recaudatoria del seguro de retiro del funcionariado amarillo había tenido su entrenamiento en Uruguay: Grieco en el Solís, Bocca en el Sodre. Quien fuera gloria de nuestro arte mereció hasta la amonestación de la justicia de nuestros vecinos rioplatenses.

El año pasado, LPO dio detalles de las tropelías de este par de pájaros de insaciable buche y modales insufribles en Montevideo: “Preocupación entre los bailarines del Colón por las denuncias contra Julio Bocca por maltrato”. El artículo también aborda la oscura foja de Gerardo Grieco: «Su principal aporte fue hacer que los acomodadores sean becarios y rebajar hasta límites indignos los cachets de los artistas. Cuando las dudas acerca de su honestidad eran inmensas, lo retiraron».

Habrá que acostumbrarse a que, de ahora en más, el Teatro Colón sea un territorio en disputa encarnizada por el botín. El arte, una tapadera. El sufrimiento, para los artistas ninguneados. Todo en pro del retiro opulento de los funcionarios que antaño apostaron al cambio gatopardista.
Los personeros amparados en las ampulosidades de la gestión cultural tendrán, sin duda, una recompensa que las gentes poco delicadas llaman retorno. ¿O todo será por amor al arte o al odio del prójimo? ¡Cuántas dudas!




