Los gobernadores de Neuquén y Río Negro, Rolando Figueroa y Alberto Weretilneck, protagonizaron una reunión estratégica con los principales candidatos al Congreso Nacional de sus provincias. El objetivo fue avanzar en una agenda legislativa compartida, centrada en el desarrollo productivo, la energía y el fortalecimiento del federalismo desde una mirada regional.
Durante el encuentro, se analizaron temas prioritarios para el próximo período legislativo, como la necesidad de una nueva ley de coparticipación, una mayor participación en comisiones estratégicas como Energía y la defensa de los intereses patagónicos. Figueroa destacó que “Río Negro y Neuquén deben trabajar juntos para ocupar el lugar que merecen”.
Participaron del encuentro los candidatos de La Neuquinidad —Julieta Corroza, Juan Luis Ousset, Karina Maureira y Joaquín Perren— junto a sus pares de Juntos Defendemos Río Negro: Facundo López, Andrea Confini y Pablo Muena. El objetivo común es construir una representación parlamentaria con identidad propia, alineada con los desafíos del territorio.
Figueroa cuestionó el actual reparto de fondos federales y sostuvo que “Neuquén aporta mucho más de lo que recibe”. En esa línea, defendió un trato diferencial para las regalías hidrocarburíferas, al considerar que se trata de recursos no renovables que deben beneficiar primero a las provincias productoras.
Weretilneck, por su parte, resaltó la importancia de esta coordinación política entre dos provincias que “comparten un destino común en energía, producción y empleo”. Afirmó que las decisiones tomadas desde el territorio tienen mayor impacto y que es necesario tener más peso en el Congreso para que las voces patagónicas sean escuchadas.
Ambos gobernadores coincidieron en que esta alianza no solo es política, sino también económica y estratégica, con una visión de largo plazo que incluye una salida al mar para monetizar la producción regional a través de un puerto patagónico. “Tenemos los recursos, la capacidad y la visión”, señalaron, comprometiéndose a defender un modelo de desarrollo con identidad y arraigo territorial.
Rolando Figueroa está próximo a asumir su mandato como gobernador del Neuquén, el próximo 10 de diciembre. El 16 de abril pasado, superó al Movimiento Popular Neuquino (MPN), el partido que gobierna desde hace más de seis décadas al ejecutivo provincial….
A comienzos de junio la Cámara Federal de Casación Penal convalidó la sentencia dictada en diciembre de 2023 a instancias del Tribunal Oral Federal de General Roca por la cual fueron condenados cinco integrantes del Grupo Albatros de la Prefectura Naval por el homicidio de Rafael Nahuel. El joven mapuche de 22 años fue asesinado por la espalda mientras escapaba, junto a otros manifestantes, de una persecución brutal en la zona del Lago Mascardi, en Bariloche. En diálogo con ANDAR, el abogado Guillermo Torremare, miembro de la CPM y vicepresidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), afirmó que “la justicia vuelve a ratificar que los imputados nunca debieron haber utilizado sus armas de fuego en aquellas circunstancias”.
Si bien no se logró el cambio de calificación legal que pretendían las querellas y que hubiera permitido condenas mayores al desestimar la figura de “exceso en la legítima defensa”, lo resuelto por el máximo tribunal penal del país ratifica lo que organizaciones sociales y de derechos humanos vienen denunciando desde hace años: los desalojos de comunidades originarias se realizan con exceso en el uso de la fuerza del estado y provocan daños irreversibles en quienes se manifiestan y reclaman por sus derechos.
Así ocurrió con el brutal operativo que provocó la muerte de Rafael Nahuel, el joven de 22 años asesinado por una bala de la Prefectura Naval Argentina (PNA) en 2017 mientras la comunidad Lafken Winkul Mapu intentaba preservar sus tierras.
Cabe recordar que el hecho fue juzgado en debate oral y público realizado a instancias del Tribunal Oral Federal de General Roca –con la integración de los magistrados Alejandro Silva, Simón Bracco y Pablo Díaz Lacava- durante los últimos meses de 2023, cuando cinco integrantes de la PNA resultaron condenados por el delito de homicidio agravado por el uso de arma y en exceso de legítima defensa. Cuatro de ellos, como partícipes necesarios y el quinto, como autor del disparo letal.
Todos recibieron, según su grado de participación en el crimen, la máxima pena para el delito imputado pero ninguno fue condenado a penas superiores a 5 años y 8 meses de prisión ya que ese es el límite previsto para la autoría del homicidio agravado y en exceso de legítima defensa.
Tal como sostuvieron desde el inicio de la causa las querellas de la APDH –en su carácter de organización de la sociedad civil- y la de la familia de la víctima, nunca se probó la necesidad de defensa de los prefectos con sus armas reglamentaria porque, en rigor, nunca existió agresión de los manifestantes.
No obstante, luego de la sentencia de 2023 existía la posibilidad de que, en instancia revisora, se revirtieran las condenas y se absolviera a los cinco integrantes del Grupo Albatros, tal como lo solicitaron ante la Cámara Federal de Casación Penal las defensas y en un contexto político propicio para el otorgamiento de beneficios a los agentes de seguridad involucrados en graves casos de violencia institucional.
De allí que la reciente confirmación de la condena por parte del máximo tribunal penal del país no deja de representar un avance porque, tal como sostiene el vicepresidente de la APDH nacional, Guillermo Torremare, “la justicia vuelve a ratificar que los imputados nunca debieron haber utilizado sus armas de fuego en aquellas circunstancias”.
“Hay que considerar el contexto histórico en el que se inició y desarrolló la causa por el asesinato de Rafael Nahuel, con Patricia Bullrich y Germán Garavano como ministros de Seguridad y de Justicia de la Nación, respectivamente, y con discursos políticos que diariamente planteaban la absoluta inocencia de los prefectos implicados”, agregó.
“Hoy es muy fácil encontrar artículos periodísticos de la época en los que se afirmaba la inocencia de los agentes de seguridad y el supuesto ejercicio de legítima defensa frente a las agresiones de los integrantes de la comunidad mapuche que resistían el desalojo, pero nunca se aportó una sola evidencia que diera cuenta de esa realidad. Más bien lo que ocurrió es una verdadera cacería en la que se efectuaron más de 150 disparos de armas de fuego reglamentarias mientras las personas intentaban alejarse”, amplió Torremare.
Y concluyó: “El fallo de Casación sobre el asesinato de Rafael Nahuel, si bien no adoptó el criterio que pedíamos las querellas respecto a la calificación legal, es una crítica al accionar punitivo del estado”.
Durante la mañana de este miércoles, la Policía del Neuquén llevó adelante un importante operativo en el oeste capitalino, con allanamientos en al menos dos inquilinatos ubicados sobre la calle Namuncurá al 1060, donde residen más de 20 personas.
El procedimiento fue dispuesto por la Justicia provincial en el marco de una causa por presunto robo y se desarrolló desde las 7 de la mañana, con la participación de unidades especiales y personal de la Comisaría local.
El comisario Alejandro Cares, a cargo del operativo, explicó en diálogo con AM Cumbre 1400 que las diligencias se realizaron con normalidad y colaboración de los vecinos. “A partir de las 7 horas comenzamos a dar cumplimiento a la orden judicial. Se trataba de dos moradas en la arteria Namuncurá, una con 16 departamentos y otra con 5, todas registradas con las medidas de seguridad correspondientes”, detalló.
Resultados positivos y secuestro de un vehículo adulterado
Durante el procedimiento, los efectivos secuestraron un vehículo que habría sido utilizado para cometer robos en el centro de Neuquén. “El auto se encontraba estacionado frente a uno de los inquilinatos, y presentaba un dominio que no le correspondía, tal como se había establecido en la investigación”, precisó Cares.
Según el comisario, los resultados fueron positivos, ya que se logró localizar el vehículo buscado y detener a dos personas señaladas como presuntos autores de los hechos investigados.
“Ambos fueron trasladados a la Comisaría para continuar con las diligencias judiciales. Por el momento, se encuentran a disposición de la fiscalía interviniente”, agregó.
Más de 15 demorados y registros en múltiples departamentos
Vecinos del sector señalaron que el movimiento policial comenzó antes del amanecer, con la llegada de móviles y personal uniformado que realizaron tareas en más de 20 unidades habitacionales.
Fuentes policiales indicaron que se trató de un operativo de gran despliegue, que incluyó más de 15 personas demoradas para identificación y control.
En los inquilinatos, los agentes revisaron habitaciones, patios y depósitos, buscando elementos vinculados a robos denunciados en el área céntrica de Neuquén, ocurridos durante las últimas semanas.
La reciente confirmación de la Corte Suprema sobre la muerte del soldado Pablo Jesús Gabriel Córdoba en Zapala marcó un cambio en esta investigación. Este pronunciamiento, viene a consolidar las pruebas y teorías que se habían ido desvelando en los meses anteriores, estableciendo con autoridad judicial lo que muchos sospechaban: la muerte de Córdoba fue […]…
Durante el multitudinario acto de La Neuquinidad en Zapala, la candidata a diputada nacional Karina Maureira reafirmó la necesidad de un Estado presente y eficiente. “El Estado somos todos y no debe malgastar recursos”, sostuvo la periodista, quien encabeza la lista de candidatos a la Cámara baja por el espacio que lidera el gobernador Rolando Figueroa.
En su discurso, Maureira cuestionó al gobierno nacional por alejarse de la gente y señaló que la discapacidad no debe considerarse un gasto innecesario. “Estamos trabajando con muchos sectores de Neuquén para armar un gran proyecto sobre discapacidad que será un ejemplo”, anticipó la candidata.
La dirigente subrayó sus expectativas de llegar al Congreso de la Nación, destacando que siempre existieron representantes neuquinos, aunque no todos lograron cumplir los objetivos. “Esta vez, si a Neuquén le va bien, al país le va bien”, expresó, ratificando su intención de priorizar los intereses provinciales.
Asimismo, Maureira resaltó la importancia del contacto directo con la ciudadanía. “Queremos que nos cuenten lo que les pasa porque nos ayuda a crecer y a hacer la provincia más grande. Mi único compromiso es con Neuquén”, afirmó.
La lista de La Neuquinidad para diputados nacionales está encabezada por Maureira y secundada por Joaquín Perren, mientras que para el Senado los primeros lugares son ocupados por Julieta Corroza y Juan Luis “Pepé” Ousset. Desde el espacio remarcaron que el objetivo es defender a la provincia y consolidar el modelo neuquino de gestión que prioriza educación, salud y seguridad.
En declaraciones previas, Maureira había insistido en que “nadie se debe meter con nuestros recursos” y propuso avanzar en un bloque federal. La candidata consideró necesario ampliar el abanico político más allá de la grieta nacional, y planteó la posibilidad de un interbloque con fuerzas provinciales para fortalecer la representación de Neuquén en el Congreso.
Los puentes carreteros que unen Neuquén con Cipolletti serán este miércoles escenario de manifestaciones en rechazo a la presunta privatización de los ríos y represas de la región. La protesta, organizada por el “Foro en Defensa de nuestros Ríos y Represas”, también recorrerá localidades otras localidades….
La medida se formalizará a través de una Resolución Exenta, que entrará en vigencia una vez publicada en el Diario Oficial de Chile, y representa un paso clave para el restablecimiento pleno del comercio ganadero bilateral.
Gestiones sanitarias y auditoría en la Patagonia
El restablecimiento del estatus sanitario fue el resultado directo de las gestiones técnicas realizadas por el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) y la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación ante las autoridades chilenas.
La decisión del SAG se basó en las conclusiones del informe de auditoría que su equipo realizó sobre la barrera zoofitosanitaria patagónica, donde se verificó el cumplimiento de los protocolos de control y bioseguridad exigidos por Chile.
Según fuentes del SENASA, la planificación sanitaria anticipada permitió minimizar el impacto sobre las exportaciones, ya que la temporada fuerte de ventas de carne ovina ocurre en los primeros meses del año. Por eso, las operaciones comerciales no llegaron a interrumpirse de forma significativa.
Reconocimiento al trabajo sanitario argentino
El nuevo aval sanitario de Chile reafirma el estatus libre de fiebre aftosa que Argentina mantiene desde hace 19 años, reconocido internacionalmente por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA).
Durante los años 2024 y 2025, el SENASA implementó cambios normativos y ajustes técnicos estratégicos para reforzar los mecanismos de vigilancia epidemiológica y garantizar la trazabilidad del ganado en toda la Patagonia.
Estas medidas, sumadas al fortalecimiento de la cooperación bilateral, consolidaron un modelo sanitario de referencia regional, que combina prevención, control fronterizo y monitoreo constante de la fauna y el comercio pecuario.
Cómo está dividido el país según su estatus sanitario
Actualmente, Argentina cuenta con cuatro zonas oficialmente libres de fiebre aftosa, reconocidas y reconfirmadas cada año por la OMSA:
Patagonia (unificación de Patagonia Norte B y Patagonia Sur): libre sin vacunación.
Patagonia Norte A: libre sin vacunación.
Valles de Calingasta: libre sin vacunación.
Centro-Norte y Cordón Fronterizo: libre con vacunación.
El restablecimiento del reconocimiento por parte de Chile abarca a la Patagonia unificada, consolidando a la región como una de las más seguras del mundo en materia sanitaria y clave para la exportación de carnes premium y productos ganaderos de alto valor agregado.
La delegación de Neuquén en los 4° Juegos Binacionales de la ParaAraucanía, competencia para deportistas con discapacidad que se disputa en Santa Rosa, La Pampa, tuvo un excelente desempeño consiguiendo un total de 32 medallas, 23 oro, 6 de plata y 3 de bronce….
Ana Carolina Diby puso una mochila en su vida a los 7 años en Picún Leufú y cuando habla con Alerta Digital, parece tenerla puesta después de subir al Aconcagua, remar en la Antártida, escribir un libro y contagiar aventura por sus poros.
Hablamos con ella y, les confieso, esta mujer es para conocerla, admirarla y tenerla ahí, en el lugar al que recurrimos cuando la vida parece ser una cuesta empinada y difícil de sobreponer.
¿A qué edad comienza esa pasión por la aventura de explorar?
Desde que tengo memoria, la aventura ha sido parte de mi ADN. Aprendí a caminar en la cordillera neuquina, y a los siete años tuve mi primera mochila que era más grande que yo. Recuerdo las noches de campamento jugando cuando era una niña con linternas como luciérnagas, también recuerdo explorando caminos en la estepa patagónica y descubriendo huellas de animales en la tierra. A los 15, mis padres me regalaron una cámara amarilla sumergible, una Canon, como si supieran que mi destino era capturar el mundo que me rodea. Con cada viaje que fui a la montaña, mi espíritu aventurero se fue haciendo más fuerte, hasta que un día comprendí que estaba hecha para esto: para explorar, para desafiarme, para descubrir ese mundo que aparecía en mi camino.
¿De dónde eres?
Soy de la provincia de Neuquén, aunque no de un solo lugar en particular. Crecí entre cordillera, aprendí a caminar en villa angostura con sus montañas, lagos y la estepa patagónica, Picún Leufú mudándome de un pueblo a otro mientras mis padres, pioneros en la salud pública, se aventuraban a llevar su vocación a los rincones más remotos. Vivir en distintos lugares me hizo sentir que pertenecía a todos ellos. Cada paisaje, cada comunidad, cada historia que descubrí en el camino fue moldeando mi espíritu aventurero y mi amor por la naturaleza. Nací en Córdoba, pero al mes volamos a Neuquén, donde había estado en la panza de mi madre.
¿Cómo está integrada tu familia?
Vengo de una familia marcada por la vocación y de alguna manera la aventura. Mis padres, la Dra. Nanci Marta Ferrari y el Dr. Gerardo Jalil Diby, fueron pioneros en llevar la salud a los rincones más remotos de Neuquén., cuando la Salud de la Provincia se estaba haciendo. Crecí rodeada de mis cuatro hermanos, compartiendo historias y exploraciones que forjaron mi amor por la naturaleza. Hoy, mi familia está conformada por mi compañero de vida, Raúl Rodríguez, con quien comparto más de 20, ahora Gastón el hijo de mi marido y por mis hijos peluditos de cuatro patas: Tuti, Chu, Mum, Boda, Chan, Pelux, Schnelly y Rechnet, quienes llenan mis días de alegría y compañía. En mi hogar, la vida sigue siendo una gran aventura.
La mochila y la aventura han sido el eje de vida de esta neuquina. Foto: gentileza
¿A quién crees que salió esta pasión tan bella de explorar y la aventura?
Viajando en el tiempo, yendo a mi infancia, conociendo la historia de mis padres como llegaron a ese Neuquén de los años 60’ cuando estaba todo por hacer. las dificultades con las que se encontraron creo que eso estaba en los genes de aventurarnos, de explorar nuevos lugares, alejados de todo, lejos de la comodidad de las ciudades, fue siendo algo natural para mí. Sin perder el horizonte de lo que se habían propuesto. Mis padres fueron unos pioneros que se decidieron por la medicina rural en un territorio nacional que se había provincializado recientemente.
A veces creo que también viene de mis antepasados suizos alemanes del Wallis, que amaban la Alta Montañas de los Alpes Suizos.
Viajemos en el tiempo… vamos hacia el año 1991…¿Qué sentiste cuando te nombraron integrante de la Expedición Proyecto Orca Antártica?
Estaba en Suiza trabajando cuando recibí el llamado de Ricardo. Su voz traía una propuesta inesperada: un lugar en la expedición Proyecto Orca Antártica. Rolfi Di Leo, de Ushuaia, no podría ir porque su esposa estaba a punto de dar a luz, y ahora el destino ponía ante mí la oportunidad de viajar a uno de los lugares más remotos del planeta.
Una oleada de emociones me invadió. La Antártida era un sueño, un territorio de hielo infinito, de fauna imponente y de desafíos que solo unos pocos podían experimentar. Cuando finalmente llegué y me vi remando en kayak entre icebergs, en un silencio interrumpido solo por el canto de los pingüinos, el resoplar de las focas, Ballenas y el crujido del hielo, sentí una humildad absoluta ante esa inmensidad de la naturaleza.
Era una mezcla de adrenalina y reverencia. La Antártida no es solo un destino, es un encuentro con lo infinito. Haber sido parte de esta expedición fue un privilegio, una marca imborrable que aún hoy me acompaña.
La enseñanza extrema de navegar en medio del hielo de la Antártida. Foto: gentileza
¿Cuál fue tu reacción cuando te comentaron que se haría en kayak?
Cuando supe que la expedición se haría en kayak, sentí una mezcla de emoción y respeto por el desafío que teníamos por delante. No era cualquier travesía; navegar en las gélidas aguas de la Península Antártica exigía dominar la técnica del “esquimo roll”, una maniobra esencial para recuperar la posición en caso de vuelco. En aguas bajo cero, un error podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Recuerdo una escena que aún resuena en mi memoria: frente a nuestro refugio en Puerto Neko, una imponente pared de hielo se quebró y se desplomó en el mar con un estruendo ensordecedor. En cuestión de segundos, el agua se agitó con violencia y supimos que debíamos reaccionar. Rápidamente, aplicamos el sistema de las embarcaciones acople ideado por Ricardo Kruszewski, uniendo los kayaks para convertirlos en una balsa y evitar que nos volcara el oleaje. A pesar de nuestros trajes secos de una pieza, diseñados para aislarnos del agua helada, la sensación de vulnerabilidad era constante.
El riesgo de esa expedición era inmenso. Uno de los integrantes, un alemán, decidió bajarse del proyecto al darse cuenta de lo que realmente implicaba pasar 60 días en un refugio remoto, sin más conexión con el mundo que una radio de radioaficionados. En los 90, la Antártida era un territorio mucho más inhóspito que hoy; no existía el turismo antártico ni la comunicación satelital constante. Era un viaje hacia lo desconocido, donde el frío, el aislamiento y la incertidumbre eran parte de la aventura. Y, aun así, no cambiaría esa experiencia por nada en el mundo.
¿Ya antes habías practicado esa disciplina?
Mi primer contacto con el kayak fue en las aguas del río Limay, cuando un amigo de montaña, Alfredo Rosasco, que me prestó su kayak slalom y me invitó a dar una vuelta. Recuerdo la emoción de deslizarme por el agua, sintiendo la corriente y tratando de mantener el equilibrio en aquella embarcación ágil y desafiante.
En los años 80, mi pasión principal era la escalada en montaña, pero en nuestro círculo era común que los amantes de la adrenalina alternáramos entre el hielo, la roca y el agua. No tardé en entusiasmarme con el kayak, y pronto empecé a remar con más frecuencia. Cuando recibí la invitación para la expedición a la Antártida, ya tenía experiencia, pero sabía que remar en un río o en un lago no se comparaba con enfrentar las aguas heladas del fin del mundo.
Tuve que perfeccionar técnicas específicas de seguridad, especialmente el “esquimo roll”, una maniobra vital para recuperar la posición en caso de vuelco. No era solo una habilidad, era una cuestión de supervivencia. En la Antártida, un error podía costarte la vida, así que me dediqué a entrenar con disciplina, entendiendo que cada movimiento debía ser preciso, que cada remada era un desafío con la naturaleza helada que nos esperaba.
Mirando hacia atrás, cada instante de preparación valió la pena. cada brazada en el Limay, cada caída y cada lección aprendida, me llevaron hasta allí.
¿Como fue todo?
La planificación fue larga, exigente y llena de desafíos. Nada podía dejarse al azar cuando el destino era la Antártida, un territorio donde la naturaleza dicta sus propias reglas y cualquier error puede costar muy caro.
Juan Carlos López, el científico de nuestra expedición, llevaba años estudiando las orcas en Puerto Madryn. Ricardo Kruszewski, pionero en la fabricación de kayaks SDK, llevaba cuatro años organizando esta travesía semi privada, una odisea que combinaba exploración científica y una aventura sin precedentes.
Conseguir los permisos de la Dirección Nacional de la Antártida fue solo el primer paso. Pasamos por rigurosos estudios psicofísicos, los mismos que se les exigen a los pilotos de avión. La Antártida no es un lugar para improvisar. Estar aislados durante 60 días, sin posibilidad de reabastecimiento ni comunicación fluida, requería una planificación milimétrica.
Me involucré en la logística de alimentos junto al jefe de expedición. No había espacio para lujos ni caprichos: cada elección debía responder a la necesidad de supervivencia. En esa época, los alimentos deshidratados no eran tan accesibles como hoy, así que dependíamos de enlatados y productos de larga duración. Pero la sorpresa nos aguardaba: en el refugio Fliess, en Bahía Paraíso, encontramos unas botellitas de sidra dejadas por una expedición anterior. Un pequeño lujo inesperado que se sintió como un tesoro en medio de la inmensidad helada.
Cada día en la Antártida era una lección de humildad. Navegar en kayak por la Bahía Andvord, rodeados de hielo y con la intención de avistar orcas, nos dejó sin aliento. Sin darnos cuenta, nos convertimos en los primeros en remar en kayak en esos rincones remotos de la Península Antártica.
Es difícil describir lo que se siente. Hay experiencias que solo pueden entenderse viviéndolas en la propia piel. Nada de lo que puedas leer o imaginar se compara con la sensación de estar allí, en medio de la nada, rodeado de la inmensidad blanca, escuchando el crujir del hielo al tocar los kayaks y sintiendo que formas parte de algo mucho más grande que uno mismo.
¿Qué te dejó a nivel personal esta experiencia? Imagino hasta momentos inexplicable que hay que vivirla …¿no?
Ser parte de la expedición Proyecto Orca en la Antártida no solo cambió mi forma de ver el mundo, sino también la manera en que me veo a mí misma. Hay experiencias que te transforman para siempre, y esta fue una de ellas.
Remar en kayak en un mar helado, con los icebergs con sus reflejos y el sonido de los mamíferos marinos rompiendo el silencio, es algo que no se puede describir con palabras. La inmensidad del paisaje te hace sentir pequeña y al mismo tiempo te llena de una energía indescriptible. Es como si, por un instante, formaras parte de la naturaleza en su estado más puro.
Vivir aislada en un refugio durante 60 días, en una convivencia tan intensa con mis compañeros y rodeada solo de pingüinos y el viento gélido, fue una lección de resistencia. La Antártida no tiene concesiones. Te obliga a enfrentarte a ti misma, a tus miedos y a tus límites, y a descubrir de lo qué estás realmente hecha.
Ser mujer en esta expedición también tuvo un significado especial para mí. No éramos muchas en este tipo de travesías en aquel entonces, y demostrar que podía remar en esas condiciones extremas, soportar el frío y la incertidumbre, y adaptarme a cada desafío, me llenó de orgullo. Espero que mi historia inspire a otras mujeres a lanzarse a lo desconocido, a romper barreras y a creer que pueden hacerlo.
Más allá de la aventura, esta expedición me dejó un profundo respeto por la naturaleza y la certeza de que estos lugares deben ser protegidos. Me enseñó a valorar lo esencial, a confiar en mis propias capacidades y a entender que las experiencias más valiosas de la vida son aquellas que te sacuden y te dejan huellas imborrables.
La Antártida me cambió al pasar el tiempo.
Quiero saber: ¿cuál ha sido el desafío más grande hasta aquí en tu vida? ¿Cuál ha sido la aventura más extrema para vos?.
Si hay una aventura que definió mi espíritu y me puso cara a cara con mis propios límites, fue escalar el Aconcagua por la ruta del glaciar de los polacos en 1988.
Imagínalo: tres mujeres solas, Celina Guiñazú, Carina VacaZeller y Carolina Diby, sin guías, en una de las rutas más técnicas y exigentes de la montaña más alta de América. Junto a mi compañera de cordada, Carina Vaca Zeller, nos enfrentamos a una pared de hielo con un desnivel de 60°, donde cada paso requería una concentración absoluta. Bajo nuestros pies, el glaciar se extendía como un abismo silencioso, recordándonos que un error podría ser fatal.
No teníamos margen para el miedo. Solo había espacio para la determinación, la confianza en cada paso, en cada golpe de piolet, en cada movimiento medido con precisión quirúrgica. En ese momento, no éramos completamente conscientes de la magnitud del reto que habíamos asumido. No nos detuvimos a pensar en las estadísticas, en las probabilidades o en lo que significaba que tres mujeres decidieran abrirse camino en una ruta dominada por expediciones guiadas y equipos experimentados. Solo sabíamos que queríamos estar allí, desafiando la montaña, desafiándonos a nosotras mismas.
Cada amanecer sobre el hielo, cada ráfaga de viento cortante, cada respiración entrecortada por la altitud se quedó grabada en mi memoria como un recordatorio de hasta dónde podemos llegar cuando creemos en nuestra fuerza.
He vivido muchas aventuras extremas: sesenta días remando en kayak en la Antártida, sobreviviendo en un refugio aislado rodeado de un océano congelado y glaciares imponentes. Pero el Aconcagua… el Aconcagua fue el momento en el que supe, sin dudas, de qué estaba hecha.
¿Cuál ha sido el desafío más grande hasta ahora en tu vida?
Si hay un desafío que ha sido constante en mi vida, es encontrar el equilibrio entre mi espíritu aventurero y las exigencias de la vida cotidiana.
Desde pequeña, la naturaleza fue mi refugio, mi hogar y mi pasión. Crecer explorando lugares, montañas, ríos y lugares inhóspitos me dio una conexión con la libertad difícil de explicar. Mi madre siempre me dio seguridad para hacer lo que me gustaba. Sin embargo, la sociedad nos marca otros caminos: estudiar, trabajar, construir una vida en la estructura que todos conocemos.
Cursar mi carrera en la Universidad Nacional del Comahue, en la Facultad de Turismo, significó sumergirme en un mundo de responsabilidades, horarios y exigencias académicas que contrastaban con la inmensidad de los paisajes donde siempre me sentí más viva. Luego, al entrar en el mercado laboral, primero en el sector privado y después en la administración pública de la provincia de Neuquén, sentí esa dualidad más fuerte que nunca.
Pero el desafío más profundo fue emocional: enfrentar el duelo de perder a mi madre a los 26 años. Una ausencia que dejó vacíos en momentos cruciales, en decisiones importantes, en esas conversaciones que una hija siempre espera tener con su madre. Aprendí, con el tiempo, que el dolor y la resiliencia caminan de la mano, que la montaña me enseñó a seguir adelante, a levantarme después de cada tormenta, a respirar profundo y encontrar fuerza en cada paso.
Lograr ese equilibrio entre la pasión y la cotidianeidad no es fácil, pero quizás ahí radica el verdadero desafío: aprender a vivir entre dos mundos, sin perderse en ninguno de los dos.
El libro Pasión y Aventura que presentó hace dos años en Neuquén. Foto: X
¿Qué te inspiró a escribir este libro «Pasión y Aventura: memorias y presente de una aventurera»?
Siempre creí que mis experiencias en la montaña, en los ríos, en la Antártida, eran solo mías y de quienes compartieron conmigo esas travesías. Pero con el tiempo, me di cuenta de que cada aventura, cada desafío superado, despertaba un interés genuino en quienes escuchaban mis relatos. Periodistas, amigos, desconocidos que querían saber más, que se sorprendían al descubrir que en una época donde la montaña era un territorio prácticamente inexplorado para las mujeres, yo ya estaba allí, escalando, remando, nunca pensé que estaba abriendo caminos.
El primer impulso para escribir este libro llegó cuando el periodista Sebastián Bassallo, de radio 10, me contactó para su programa de efemérides al cumplirse 20 años de nuestra ascensión al Aconcagua como dos mujeres solas, sin guías ni equipos de apoyo. Nuestra ascensión había salido en los diarios de Clarín, Nación, Rio Negro, Diario de Mendoza y era unas efemérides.
Luego, la emoción de recibir el prólogo escrito por mi querido amigo y jefe de expedición, Héctor Cuiñas, quien lideró la Primera Expedición Argentina al Himalaya – Shishapagma en 1993 y para la que fui seleccionada, terminó de convencerme de que era hora incorporar a mi libro todas las vivencias y compartir mi historia. Hasta ese momento solo había escrito solo Aconcagua.
“Pasión y Aventura» no es solo un libro de relatos de montaña o expediciones extremas. Es un homenaje a una época en la que la naturaleza era libre, en la que el montañismo se vivía con un romanticismo que hoy se ha perdido. Quiero que quien lo lea lo transporte a aquellos días en los que la aventura no era un producto comercial, sino un desafío personal, un encuentro profundo con uno mismo.
Pero también es un mensaje de inspiración. Me gustaría que las personas –especialmente las mujeres– descubran que no hay límites cuando la pasión es el motor. Que se animen a dar el primer paso, a explorar lo desconocido, a escribir su propia historia de aventura, sea en la montaña o en cualquier ámbito de la vida. Porque la verdadera expedición no es solo conquistar cumbres o navegar océanos, sino atreverse a vivir intensamente.
¿Hay nuevos desafíos? ¿Nuevas aventuras por vivir?
¡Siempre! La aventura no es solo un destino, es una forma de vida. Cada montaña, cada travesía, cada nuevo camino nos enfrenta a desafíos que nos transforman, nos empujan a descubrir de qué estamos hechos. La curiosidad y el deseo de explorar nunca desaparecen; simplemente se reinventan con el tiempo.
Aunque me gustaría contar más, hay una tradición siempre respetamos con mis compañeros de montaña, que respeto: los proyectos se mantienen en secreto hasta que los vivimos y regresamos para contarlos. Es parte del espíritu de la aventura. Hay algo mágico en ese misterio, en esa expectativa de lo que vendrá. Pero puedo decirte algo: la naturaleza sigue llamando, y estoy lista para responder.
¿Tenés miedo cuando emprendés algunos de estos desafíos, aventuras?
Hubo un tiempo en el que el miedo no tenía lugar en mis pensamientos. En los años 90, cuando escalaba montañas y desafiaba mis propios límites, la sensación de temor era casi inexistente. Sabía que había riesgos, pero no me paralizaban. La montaña era un espacio de libertad absoluta, un escenario donde la preparación y la confianza desplazaban cualquier duda.
Escalar sola el volcán Lanín, el Domuyo o enfrentarme a la imponente Ramada de 6.000 metros en San Juan no era una cuestión de valentía, sino de conexión conmigo misma, de probarme en la inmensidad de la naturaleza. Sin tecnología, sin pronósticos precisos, confiábamos en el instinto, la experiencia y el apoyo de los compañeros de cordada. Era una época de montañas libres, donde la aventura y el compañerismo definían cada expedición.
Hoy, los desafíos han cambiado para mí. La intensidad ha dado paso a una conexión más contemplativa con la naturaleza. Ya no busco las cumbres más difíciles ni las rutas más técnicas, pero el espíritu sigue intacto. Sigo eligiendo el movimiento: caminar con raquetas en invierno, hacer trekking, mantener el running como una constante en mi vida.
Tal vez el miedo no haya aparecido en la montaña, pero sí en otros aspectos de la vida. Porque la verdadera prueba no siempre está en la altura de una cumbre o en la inmensidad del hielo, sino en aprender a adaptarnos, a encontrar nuevos caminos y aceptar que cada etapa trae sus propios desafíos.
La impactante experiencia de subir a la cumbre del Aconcagua. Foto: gentileza
Has sido parte de la primera cordada femenina argentina en hacer cumbre por la Vía Directa que está en el Glaciar de los Polacos, en la difícil cara este del Aconcagua. ¿Qué sentiste?
El Aconcagua nos recibió con su imponente presencia, estábamos paradas con Carina VacaZeller al pie del Glaciar de los Polacos su cara estaba cubierta de hielo y la ruta extendiéndose frente a nosotras como un desafío colosal. Ser parte de la primera cordada femenina argentina en ascender por esta ruta era mucho más que una hazaña deportiva; era demostrar que no había límites para nosotras.
Sentí una mezcla de emoción, determinación y absoluta concentración. No había margen para dudas. Cada paso en la pendiente helada de 60 grados de inclinación nos exigía precisión, fuerza y confianza en nuestras habilidades. No llevábamos cuerda, solo crampones, piquetas y la firme convicción de que lo lograríamos. La sensación de vacío bajo nuestros pies era vertiginosa, pero no había miedo, solo un enfoque total en cada movimiento.
Llegar a la cumbre fue indescriptible. En ese instante, todo el esfuerzo, el entrenamiento y los años de experiencia cobraban sentido. No era solo el logro de alcanzar la cima, sino el camino recorrido, la conexión con la montaña, la hermandad con mi compañera de escalada. Nos abrazamos en la cumbre por haber llegado. Jamás nos imaginamos que habíamos hecho historia, no por el reconocimiento, sino por haber llevado el espíritu de la aventura un paso más allá.
Hoy, cuando miro atrás, veo cuán diferente era el montañismo en aquellos años. No había guías ni tecnología avanzada, solo nuestro instinto, nuestra preparación y el compromiso absoluto con la montaña. Ahora, mis desafíos son distintos, más pausados, pero igual de significativos. Disfruto de la nieve, del trekking, del running, pero esa sensación de estar en la inmensidad de la montaña, enfrentando lo desconocido con mis propias fuerzas, es algo que siempre llevaré conmigo.
Porque al final, el desafío no es solo la montaña. Es atreverse, dar el paso y creer en uno mismo.
¿Cómo se puede describir hacer cumbre en el Aconcagua?
Hacer cumbre en el Aconcagua es mucho más que llegar a la cima de una montaña. Es la culminación de días de esfuerzo, preparación y resistencia mental. Pero cuando se asciende por una ruta desafiante como el Glaciar de los Polacos, la experiencia se vuelve aún más intensa, una prueba absoluta de determinación y entrega.
El último tramo antes de la cumbre es un juego entre la voluntad y el agotamiento. Cada paso es una batalla contra el cansancio extremo, contra la falta de oxígeno que convierte incluso la respiración en un desafío. Los crampones muerden el hielo con cada movimiento, los piolets se clavan en la pendiente como si fueran una extensión del cuerpo. El viento sopla con furia, recordándote que la montaña impone sus propias reglas.
Y entonces, después de horas de ascenso en la cara Este del gigante de América, la cumbre aparece ante tus ojos. Un último esfuerzo, un paso más… y estás ahí.
El mundo se abre a tus pies en un espectáculo grandioso: un mar infinito de montañas y valles, nubes que parecen extenderse como un océano blanco y el cielo, tan cerca que casi podes tocarlo. No hay barreras entre vos y el horizonte. No hay ruido, solo el latido acelerado de tu corazón y el viento que parece susurrar historias de quienes han llegado antes.
Es un instante de euforia absoluta. Te invade una emoción indescriptible, una mezcla de gratitud, orgullo y una extraña sensación de pequeñez frente a la inmensidad de la naturaleza. Miras a tu compañera de cordada, intercambian una sonrisa de triunfo, un abrazo que dice más que mil palabras. Lo logramos.
Pero la montaña te enseña algo clave: la cumbre no es el final, sino la mitad del camino. La verdadera hazaña no es solo llegar, sino regresar. Así que, tras un momento de contemplación, toca emprender el descenso con la misma concentración y respeto con los que se subió.
Y aunque con el tiempo la adrenalina se desvanece y los recuerdos se difuminan, hay algo que nunca cambia: una vez que tocas el cielo desde la cumbre, una parte de vos se queda para siempre en lo más alto de la montaña.
¿Como describirías tu vida?
Desde joven, la montaña ha sido mi refugio, alejándome de la rutina cotidiana, es mi maestra, donde aprendí. Un espacio donde me siento plenamente viva y en armonía con la naturaleza. Mi pasión por la escalada comenzó en los años ochenta, una época en la que la información era escasa y la aventura, pura y sin filtros.
Recuerdo mis primeras expediciones con el club andino Neuquén a la alta montaña, a la Cordillera Real Boliviana en el 84. Con el tiempo mis escaladas en solitario, como cuando escalé el volcán Lanín durante el día, o años más tarde, La Ramada de 6.000 metros en San Juan. Estas experiencias me permitieron desafiarme a mí misma y descubrir la fortaleza interior que desconocía poseer. A lo largo de estos ascensos, aprendí a gestionar la incertidumbre y a confiar en mis habilidades, lo que me proporcionó una seguridad y confianza inquebrantables.
Mi formación en técnicas de escalada y la adquisición de equipo adecuado fueron claves para enfrentar cada desafío. Aunque en aquella época no contábamos con Internet y los pronósticos meteorológicos precisos, nos las arreglábamos con información básica y la experiencia acumulada. La independencia y la autosuficiencia eran esenciales, así como la elección de los compañeros de cordada. Estuve rodeada de personas increíbles que, al igual que yo, compartían la misma pasión y compromiso, formando equipos sólidos y unidos.
Uno de los hitos más destacados de mi vida fue ser parte de la primera expedición femenina al Aconcagua por la ruta directa, ascendiendo por el glaciar de los polacos. Esta experiencia fue un verdadero desafío y una fuente de orgullo, ya que nos enfrentamos a la imponente montaña con determinación y sin temor, utilizando solo los elementos técnicos como piquetas y crampones.
Hoy en día, mi enfoque ha cambiado. Ya no practico escalada a nivel deportivo como lo hacía en aquellos años, pero la conexión con la naturaleza sigue siendo una constante en mi vida. Disfruto de actividades más suaves, como caminar con raquetas de nieve en la cordillera durante el invierno y hacer algunos trekking. El running, una actividad que adquirí cuando empecé a escalar, sigue siendo parte fundamental de mi rutina anual. Mantenerme activa y en contacto con la naturaleza es vital para mi bienestar físico y mental. Vivo en zona rural cercana a lo que me gusta.
Mi vida ha sido una continua búsqueda de la naturaleza como una forma de llegar a las aventuras y desafíos, un aprendizaje constante; y cada experiencia ha dejado una huella imborrable en mi ser. Espero que esta entrevista inspire a otros a encontrar su pasión y a vivir sus propias aventuras con la misma entrega y entusiasmo que yo he vivido las mías.
Matías Ferreyra es artista callejero, pero ante todo, es payaso y transforma el humor de la gente. Desde hace 27 años da vida a “Alan Brando”, un personaje entrañable que combina humor, equilibrio y reflexión. Su camino comenzó casi por casualidad, en una murga a fines de los años 90, y desde entonces no ha […]…
El circuito ATP se prepara para una nueva temporada y el IEB+ Argentina Open 2026 ya tiene todo listo para su próxima edición. El tradicional torneo porteño se disputará entre el 7 y el 15 de febrero en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, y contará con la presencia de varias figuras internacionales y destacados representantes locales.
Desde la organización del certamen anunciaron una edición con “una mezcla perfecta de talento, carisma y emoción”. Entre los nombres confirmados sobresale el del italiano Lorenzo Musetti, actual número 8 del ranking mundial, semifinalista de Roland Garros y finalista en Montecarlo.
También dirá presente Francisco Cerúndolo, 21° del ranking ATP, quien buscará revancha tras caer en la final de la edición 2025. “Orgullo argentino, va por la revancha tras la final 2025”, destacaron desde la cuenta oficial del torneo.
Otro de los grandes atractivos será el debut del italiano Matteo Berrettini, reconocido por su potente saque y elegancia en el juego. Además, el público podrá disfrutar del francés Gaël Monfils, quien realizará una de las últimas presentaciones de su carrera antes del retiro: “Pura magia y show, dirá adiós al circuito en 2026 con una parada imperdible en Argentina”, anunciaron.
El último de los tenistas confirmados es el brasileño João Fonseca, campeón del Argentina Open 2025, al que definieron como “la nueva joya del tenis sudamericano”.
Con figuras consagradas y jóvenes promesas, el Argentina Open 2026 promete ser una edición especial, combinando espectáculo, nivel y emoción en el clásico escenario del Lawn Tennis Club de Palermo.
Fonseca hizo historia y se consagró campeón del IEB+ Argentina Open 2025
Joao Fonseca, el brasileño de 19 años que es sensación en el mundo del tenis por su altísimo nivel, le ganó la final del IEB+ Argentina Open 2025 al argentino Francisco Cerúndolo por 6-4 y 7-6, alzó el primer título de su corta carrera y se convirtió en el campeón más joven del torneo porteño.
El camino de Fonseca hacía la final estuvo plagado de argentinos. En primera ronda eliminó a Tomás Etcheverry, en octavos de final venció en tres parciales a Federico Coria, ya en cuartos disputó uno de los mejores partidos del campeonato contra Mariano Navone y ganó tras llevarse cuatro games seguidos en el set decisivo. En las semifinales volvieron a aparecer las buenas sensaciones y eliminó al serbio Laslo Djere. Y en la final dio el batacazo ante Francisco Cerúndolo.
Desde que hizo su mágica aparición en Roland Garros el año pasado, Tomás Etcheverry no para de ascender en el ranking y lograr resultados históricos. Desde las 5 am de nuestro país, este viernes el platense se enfrentará a Novak Djokovic por los cuartos de final del Australian Open con la esperanza de sumar otro hito más a su corta carrera….