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Unos 100 cortometrajes participarán del Festival Regina Audiovisual

Finalizado el plazo de inscripción, desde la organización se confirmó que alrededor de 100 cortometrajes participarán del Festival Regina Audiovisual que tendrá lugar del 17 al 20 de noviembre en nuestra ciudad.

“Queremos agradecer a cada uno de los casi 100 cortometrajes que se inscribieron para la primera edición de nuestro festival. Enviaron trabajos desde distintas provincias de Argentina convirtiéndolo en un Festival Nacional de Cortometrajes”, se indicó.

El FRAV nace con la necesidad de difundir la producción audiovisual realizada y producida por los estudiantes que cursan nivel medio en Villa Regina, en la provincia y en la Patagonia.

Es organizado por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Villa Regina con el acompañamiento de la Secretaría de Estado de Cultura de Río Negro.

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     La investigación sobre el patrimonio de la familia del ex juez federal Marcelo Bailaque dio indicios de acciones presuntamente ilícitas que motivaron medidas judiciales. El jueves pasado los fiscales del caso pidieron allanar a una de las mayores constructoras de Rosario, con amplia trayectoria nacional, ante la presunción de que el juez no avanzó en una causa penal tributaria contra ella a cambio de un beneficio en provecho propio con un terreno.

    La autorización judicial para levantar el secreto fiscal, bancario y financiero de la esposa e hijos del magistrado, actualmente investigado en tres causas penales, había motivado una disputa cargada de tensiones entre la defensa del juez y los fiscales que la pidieron. Para estos es necesario indagar en la situación del núcleo familiar más estrecho a partir de las pesquisas en curso que forzaron a Bailaque -actualmente en prisión domiciliaria- a pedir la renuncia de su cargo, la que fue aceptada por Javier Milei el 26 de junio pasado.

    La apertura del estado fiscal de la esposa de Bailaque permitió ver que a su nombre figura un inmueble del barrio privado Vida que explotó la empresa constructora Edeca SA, una de las más importantes del rubro como contratista de obras públicas en todo el país, la que por ejemplo construyó en Buenos Aires los estacionamientos subterráneos en la avenida 9 de Julio y que tiene muy importantes obras civiles, portuarias y desarrollos privados en distintos lugares de Argentina.

    Ahora investigan las cuentas de la familia del ex juez Bailaque 

    En este momento es la adjudicataria de la reconstrucción de la pista en el aeropuerto de Rosario. Lo fue del Museo del Deporte, de la avenida Jorge Newbery, de la cárcel de Piñero y del Hospital Alassia de Santa Fe. Fue subcontratista de Supercemento y es adjudicataria de obras de servicios en distintos municipios.

    Edeca tuvo una causa penal tributaria por subfacturación de IVA en el juzgado que desde el año 2008 hasta hace dos meses estuvo a cargo de Bailaque. Según reveló a LPO un abogado que conoce ese expediente el trámite por delitos penales económicos se abrió en 2018. Tras una larga demora sin movimientos la causa terminó con un sobreseimiento por prescripción en 2024.

    Marcelo Bailaque

    La detección del inmueble de Edeca anotado a nombre de la esposa de Bailaque, que es funcionaria de la Justicia provincial de Santa Fe, disparó el allanamiento de esta constructora rosarina fundada en los años 70 por el empresario Roberto Podadera, que se caracteriza por su fuerte presencia en concursos públicos y privados para obras civiles e hidráulicas con gran afectación de maquinaria en distintas zonas de la ciudad. Actualmente a la compañía la conduce Marcelo Burgués, un ingeniero civil que fue escalando posiciones en la firma hasta quedar como CEO en el directorio.

    La causa estuvo seis años en trámite hasta la extinción penal el año pasado que es cuando se advierte justamente que el juez que controlaba la denuncia habría dejado la causa dormida hasta la prescripción y la empresa denunciada por malversar el IVA le vendió a su esposa un terreno en el barrio Privado Vida Club de Campo, en Funes. Las oficinas de la firma Edeca fueron allanadas el jueves de la semana pasada por Gendarmería Nacional en su sede rosarina de Polledo 2527.

    La apertura del estado fiscal de la esposa de Bailaque permitió ver que a su nombre figura un inmueble del barrio privado Vida que explotó la empresa constructora Edeca SA, una de las más importantes del rubro como contratista de obras públicas en todo el país

    Ahora se impulsará una auditoría dentro del juzgado federal para establecer hasta dónde puede llegar la maniobra. También están actuando los peritos para realizar un informe socioambiental en la familia del juez Bailaque que se suma a la pesquisa financiera, fiscal y bancaria de esposa e hijos para determinar si las inversiones en inmuebles, servicios u ocios se corresponde con la licitud de sus ingresos regulares por sus empleos formales.

    Busaniche, el carismático rugbier de 120 kilos que puede hundir a Lorenzetti

    En forma paralela a esta pesquisa el fiscal Juan Argibay Molina solicitó también el allanamiento al abogado y escribano santafesino Santiago Busaniche, un lobista del Poder Judicial Nacional, a quien le secuestraron el teléfono celular. 

    Este allanamiento fue ordenado a raíz de los contenidos extraídos del teléfono celular del ex director regional de ARCA en Rosario Carlos Vaudagna. Este está imputado junto a Bailaque de haber participado en una extorsión contra el agente de Bolsa Claudio Iglesias quien reveló en audiencia que le pidieron 200 mil dólares para cerrarle una causa por lavado de dinero que tramitaba en el juzgado del ex magistrado.

     

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    Paladares que se unen a Orwell y Calvino para rescatar una sabiduría escondida entre comidas y bebidas repugnantes y viejas palabras.

    Por Silvina Belén para Noticias la Insuperable ·

    Palabras envejecidas, frases con rima, citas citables –a lo Reader’s Digest-, viejas novelas y películas –en sentido figurado o no-, acuden a la memoria cuando algo en la atmósfera cotidiana nos dice que la piedra con la que solemos tropezar una y otra vez vuelve a tomarnos desprevenidos.

    Cuando las segundas marcas son un lujo, las terceras y las “de cuarta” una costumbre o, mejor dicho: una triste necesidad, y los pasivos símbolo de miseria (“miseria espantosa”, se estilaba decir allá lejos y hace tiempo), recordamos palabras como “carestía”, que dominaba en la ardua construcción “carestía de la vida”. Incluso antaño solamente la usaban los jubilados. Para muchos la palabreja es recuerdo que aflora desde la infancia.

    Dice la RAE que su segunda acepción significa “Precio alto de las cosas de uso común”. Y nosotros decimos que eso decían los jubilados. Y que con otro tipo de construcciones hoy dicen y decimos lo mismo. Cambios de forma, pero nada más. El gatopardo acecha. Giuseppe Tomasi[i] también vuelve: «Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi».

    En el imperio aleatorio del juego infanto-juvenil, aparecía “el que toca, toca, / la suerte es loca” frente a cualquier protesta contra el azar. Al maldecir que la esperpéntica de la especulación financiera rija nuestro destino, podríamos pensar en consonancia: “el que toca, toca, / la urna es loca”. Esta vez, entre la evocación lúdica y Valle Inclán. O ante la fuerza del sino[ii], como Álvaro.

    Al ver, ñata contra el vidrio, cómo se agotan los pasajes al exterior comprados con los verdes comprados baratitos –como Tito- con la platita de la bicicleta –hoy carry trade– o la dulce de cualquier especulación, llega inexorable la película que nunca se olvida, el “deme dos” y, por qué no, el “gracias a Dios y a Matínez Dios”.

    Y nosotros siempre en manos de Máximo Carelli, sin siquiera poder ir al cafetín a llorar el enésimo desengaño. Sin Lita de Lázari hallando el precio milagroso, sin colas para pagar en las que hacer catarsis, sin joyas de la abuela ni fondos de olla.

    Pero, en fin, como todo vuelve recargado, hablar de totalitarismo financiero no es baladí cuando en un país imperan solamente la finanza, la especulación y la represión a quienes no pueden aprovecharlas y las sufren como carestía o miseria, sufrientes que son abrumadora mayoría. ¿Por qué no pensar en Orwell y una vuelta de tuerca a 1984? Dejemos esto en suspenso para retomarlo luego.

    Volvamos a las marcas “de cuarta”, a lo mal que saben esos alimentos y bebidas que la carestía impone. Recordemos al Ítalo Calvino de Bajo el sol jaguar (1986) a través de su “Sabor saber”. Conocemos, entendemos, también mediante el sabor. Degustemos las palabras que preceden a la traducción de Jorge Hernández Campos[iii] de “Sabor saber”:

    Los sabores de sólidos y líquidos impuestos por la carestía, entonces, podrían despertar nuestra aletargada sabiduría, licuada con la tan literal como psicológica carestía pandémica y la pos-pandémica inflación. Inflación que, como bien señaló otro Álvaro, esta vez García Linera, “transmuta convicciones revolucionarias en adhesiones reaccionarias.”.

    Pandemia y temprana pos-pandemia nos recuerdan una serie de notas que escribimos sobre una bebida espirituosa, que entre tantas asociaciones en danza ahora también advertimos relacionada a Orwell. Hablaban de la ginebra, sobre todo de la que los peninsulares llaman botánica, es decir: del gin. En definitiva, destilados, literatura e historia, bares de copas, calidades y sabores.

    La calidad de las ginebras les dio mucho material a los historiadores y a los novelistas. Del rústico Old Tom del siglo XVIII en adelante, los sabores del gin estuvieron en la palestra. George Orwell también aprovechó para describir un gin aceitoso, inmundo, que ostentaba una pomposa marca.

    Aprovechemos la ocasión para releer un fragmento de 1984 en el que la Ginebra de la Victoria sale victoriosa.

    “El Nogal estaba casi vacío. Un rayo de sol atravesaba una ventana y caía sobre las polvorientas mesas, amarillándolas. Era la solitaria hora de las tres de la tarde. Desde la tele-pantalla llegaba una música ligera. Winston, sentado en su habitual rincón, miraba su vaso vacío. De vez en cuando dirigía la vista hacia el rostro que lo miraba fijamente desde la pared de enfrente. ‘EL GRAN HERMANO TE VIGILA’, decía el cartel. Sin que él lo llamara, vino un camarero a llenarle el vaso con Ginebra de la Victoria; también echó unas cuantas gotas de una botellita que tenía un tubo que atravesaba el tapón. Era endulzante aromatizado con clavo de olor, especialidad de la casa. […] Se tomó la ginebra de un trago. Como siempre, le hizo estremecerse e, incluso, sentir algunas arcadas. El líquido era horrible. El endulzante con clavo, de suyo repugnante, no podía disimular el aceitoso sabor de la ginebra.”

    Sabemos que la sabiduría de Winston, más que licuada o aletargada, estaba muerta: había quedado pulverizada en la mazmorra del Gran Hermano. El “Sabor saber” a él ya no le servía para nada. Sea como fuere, el guiño de Orwell permanece, es para lectores, no para personajes. Es para los que consumimos las marcas de cuarta en carestía extendida por la autocrática finanza, por ejemplo.

    Para nuestro caso, para el argentino, la ginebra tiene connotaciones previas al imperio de la finanza, del loco endeudamiento para encumbrarla y la consiguiente carestía. “Una copita cada día” puede sugerirse cuando no se sospecha que el “precio alto de las cosas de uso común” se hará cíclica costumbre y la modesta calidad de lo que hicimos propio será prohibitiva.

    Hasta se pueden inventar palabras cuando en el horizonte del sabor no asoman Ginebras de la Victoria. En 1970, el publicista Hugo Casares inventó “esmowing”, palabrita que brilló en la campaña publicitaria de Bols en aquellos años: “¿Quiere tener smowing? ¡Tome ginebra Bols!”.[iv]

    El “esmowing”, que seis o siete años después de su nacimiento dejó de brillar hasta apagarse, tuvo, casi como fuego fatuo, una que otra intermitencia que el gatopardismo oscureció con premura. La consigna del cambio para que nada, en verdad, cambie, se ensayó con éxito de maneras en apariencia diversas, seductoras, pero siempre contundentes.

    Haber creído que podía tenerse “esmowing” –traducido por González Fraga como vacaciones, teléfonos, buenos alimentos y bebidas, plata en el bolsillo…- pasó a ser culpa que el escarmiento del mercado de capitales especulativos le haría purgar a menesterosos insolentes y clasemedieros megalómanos.

    El sino propiciado por el gatopardismo debería llevar al culposo a repetir las palabras de don Álvaro: “¡Infierno, abre tu boca y trágame!”. La inmolación voluntaria inducida tuvo en un principio sus reales mazmorras para los Winston vernáculos pero, con el correr de las décadas, se fue sofisticando. Sin embargo, la imposición de la Ginebra de la Victoria permanece.

    No hay Bols, ni retornos de Llave, que puedan destronar la idea del merecimiento de eterna Ginebra de la Victoria: un sentido común impostado durante medio siglo –ornamentado año a año, acusador para más inri- resiste el trabajo exclusivamente neuronal. La metáfora orwelliana reclama la asistencia del gusto, del olfato, la integración cuerpo-mente por la que abogaba Ítalo Calvino.

    La convivencia ausente, la pátina de híper-modernidad que la finanza automática y la digitalización generalizada, todo en el marco de una existencia tecno-dirigida, le imprimen en el devenir cotidiano apariencia de naturalidad a la hegemonía absoluta de la especulación financiera que, sin grandes esfuerzos mentales, se adivina antesala de quién sabe cuántas iniquidades venideras.

    En tal contexto, revalorizar los sentidos que aún resisten con realismo al bit se hace cuesta arriba: el día a día abruma, gusto y olfato luchan para no insensibilizarse. El sexto lo entregamos a la IA. Queremos a toda costa creer que vivimos en un mundo sin pasado ni milagros imposibles, que otras experiencias o las miradas pretéritas son de otro mundo u otra humanidad, extintos.

    La imagen de la sociedad sometida, el individuo controlado y el pensamiento único indiscutible hecho ley se ha tergiversado a tal punto en lo discursivo, en el éter de algoritmo e imposición de miradas,  que aislar los rasgos esenciales de un régimen autocrático más allá del tiempo, la inmediatez y el color local se torna cuasi quimérico.

    Reconocer similitudes entre ciclos, establecer analogías, comprender metáforas atemporales e identificar hegemonías minoritarias requiere tanto de la abstracción como del anclaje real que se nutre de la experiencia compartida, del intercambio y la dinámica intergeneracional.

    Salvo autócratas o privilegiados, nadie tendría necesidad de recurrir a la frase “esta vez es distinto”, tan repetida en los últimos tiempos, si nuestro propio 1984 no se hubiera disparado ya. Esta pesadilla orwelliana que, al menos, anticipan los sentidos, da la sensación de estar a la espera de lo que esta vez será distinto solamente por ser mucho peor: la crisis brutal, la debacle inefable que pulverice últimas rebeldías e hilos de esperanza.


    [i] Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1958): El gatopardo. «Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie».

    [ii] Don Álvaro o la fuerza del sino, obra de teatro del Duque de Rivas [Ángel de Saavedra] estrenada en Madrid en 1835.

    [iii] En: revista Vuelta, volumen I, número 10, mayo de 1987, pp. 6-13. Puede accederse a este número de la revista y, por tanto, al cuento de Calvino, a través del Archivo histórico de revistas argentinas –Ahira-: https://ahira.com.ar/wp-content/uploads/2019/07/Vuelta-10.pdf

    [iv] Kogan, Gabriela. ¿Quiere tener esmowing? El libro de las publicidades de Bols. Buenos Aires, Nuevo Extremo, 2010.

     

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