MONÓLOGO DE UN MONO
La situación sobre nuestra Tierra es paradójica. Las interdependencias se han multiplicado. La conciencia de ser solidarios con su vida y con su muerte liga desde ahora a los humanos. La comunicación triunfa; el planeta está atravesado por redes, faxes, teléfonos celulares, módems, Internet. Y sin embargo, la incomprensión sigue siendo general
Edgar Morin
Los organismos engendran organismos similares; en otras palabras, hay estabilidad en el proceso de reproducción.
Comenzamos con esta premisa Darwiniana para toparnos con nuestro primer exponente: el Australopithecus Rivadiensis. Primer presidente de los argentinos que marcaría el comienzo de una larga evolución. Considerado el primer homínido, antecesor del género homo. Luego aparecieron otros exponentes similares como el Urquinzis. Los Australopithecus todavía no cuentan con las herramientas simbólicas y por eso monopolizan las tierras a partir de la fuerza bruta, acribillando a quien no ceda a sus mandatos.
La segunda premisa que desarrollaremos es la siguiente: En cualquier población dada ocurren variaciones aleatorias entre los organismos individuales, variaciones que no son ocasionadas por el ambiente, y algunas de estas son hereditarias.
Es así que se inicia la aparición del primer homo, el Homo Sarmientus. Quien introdujo una profunda preocupación existencialista por la dedicación educativa, creando el lápiz y la goma. Primeros utensilios argentinos que conectarían a esta especie con el conocimiento, aunque esbozando un elitismo incipiente de la Meritocracia entre los “educados” y la “barbarie”. Para algunos, este homo habría profundizado intelectualmente la desigualdad. Lo denominaron también Homo Habilis.
Los años transcurren y hay retrocesos inesperados desde lo evolutivo, he aquí que emerge de las tinieblas el Homo Argentino Roca. Volviendo la fuerza bruta a tomar protagonismo en la historia. Es recordado por su brutal Campaña del Desierto. Conocido también como Homo Erectus.
Aquí tenemos que realizar otro parate para situarnos en la tercera premisa: En la mayoría de las especies, el número de individuos que sobreviven y se reproducen en cada generación es pequeño en comparación con el número producido inicialmente.
Es inevitable que ahora tropezemos con el primer Homo Sapiens, quien se ha diferenciado con estrategias de captación populista para capturar a las masas, es el Homo Peronius quien comanda las argentas tierras, ya no como sus antecesores sino con un monopolio sostenido por un ejército de homos. De esta rama vinieron siniestros tiempos, otra vez de retrocesos, surgiendo subespecies como el Homo Galtieritis, entre otros voraces y tiranos homos.
Finalmente, la cuarta premisa resuena: La interacción entre estas variaciones al azar y el ambiente determina cuáles individuos sobrevivirán y se reproducirán y cuáles no.
En consecuencia, llegamos al más evolucionado de los evolucionados el Homo Sapiens Sapiens. Fueron y siguen siendo encontrados muchos especímenes como, el Homo Alfonsiniun, el Homo Menennium, el Homo Kichneristis, y el más reciente el Homo Macrium. Todos ellos diferentes e iguales al mismo tiempo, una especie con doble discurso, con dificultades en los criterios de realidad, sostenidos por una monótona mente y guiada sobre todo por monopolios monocordes.
La meritocracia se mantiene gracias a la democracia que elige a la mencionada meritocracia, se vota democráticamente para que suba al poder el monoteísmo partidario de la meritocracia.
Terribles contradicciones que todavía el Homo Sapiens Sapiens no ha podido resolver…
Ahora, ¿porqué ha sucedido esta “evolución” ? La cuestión de darle lugar a una jerarquía unilateral que comande a la población, acabó por generar una repulsión y un descreimiento generalizado hacia el campo político, el cual pareciera que funciona autónomamente defendiendo sus propios intereses.
La lógica del maestro único o del gobernante erecto o “electo”, se fundamenta en una única verdad y con el suficiente poder como para castigar o premiar, propio de los Australophitecus, remontándose a la exclusividad reduccionista y no a lo colectivo y colaborativo; dicho de otra forma, remontándose a la monarquía, al monopolio, y a la institución cerrada con su discurso hegemónico (el económico, hoy). No es por casualidad haber visto recientemente al rey de España y a nuestro presidente juntos, esta es la lógica imperante y petulante de la Meritocracia Evolutiva.
Lo contrario está sucediendo en el campo educativo, en donde el Homo Sarmientus fue su predecesor, pero ya no siendo el centro de control, sino que se ha distribuido el poder y el saber con otros homos; en tanto que, el alumno empieza a tener autonomía, ya no como un mero observador que debe repetir sumisamente lo que dichos maestros le piden…
El campo educativo (y ya no de un solo homo) tiende a lo revolucionario por el hecho de poder cuestionar lo que otros no están dispuestos a cuestionar, como por ejemplo: las creencias de diferente índole (religiosa, científica, comunicacional, etc.), los intereses reinantes en los paradigmas políticos-sociales de turno, las propias propuestas educativas (autocrítica), el incesante intercambio entre el ambiente y el sujeto, entre otras…
El evolucionismo meritocrático no se cuestiona, pretende dominar en base a un marketing que defiende sus intereses, tampoco pretende colaboración (sino aliados y cómplices) porque su lógica, como habíamos dicho, se basa en la monarquía y el monopolio, agregado a su ambición de eternidad.
La educación, al cuestionarse ella misma, abre posibilidades de replantear la manera de organizarnos, comprendernos y llevar a cabo de forma empática y coherente las modificaciones culturales y sociales que todos necesitamos.
Imagen Chris Leib