Virtualidades argentinas: libertad estadística

Si hay que liberar todo en la economía y en la nación, ¿por qué no se van a poder liberar las estadísticas del yugo realista que las oprime?
Por Antonia García Abril para Noticias La Insuperable
El ciberespacio argento es libre como el viento; el proyecto de vida de Mabel, también. La economía, los negocios, los precios y hasta los mercados menos glamorosos son libres. ¿Por qué entonces las estadísticas tienen que sufrir el yugo del cálculo, la dictadura de los relevamientos, las cadenas del realismo y la tiranía estalinista de la cifra inamovible?
Gordos, flacos, libertarianos de la primera hora y hasta viejos cambiemistas se unieron en el éter para vitorear la revolución que encabeza un ácrata puro del mercado del indicador: Marquito. Gracias a su compromiso con la libertad, a su espíritu proactivo y su independencia absoluta, está cayendo el último muro de vieja prosapia berlinesa que coartaba el libre albedrío de nuestro INDEC.
Adoquines de álgebra, ladrillos del naturalismo de la actividad económica, piedras de precios e insolente grava de formalidad esclavizante están siendo pulverizados por la maza revolucionaria del inefable Marco Polo del viaje estadístico hacia la liberación.
Si la economía es dinámica, como dice el Profe amigo de la ópera en Olivos, ¿cómo puede ser que el índice de ayer no pueda cambiarse libremente y el de hoy deba responder a un determinismo animal, indignamente hiperrealista, peor que el de los tanos izquierdosos? ¡Las estadísticas también son libres!

Esta verdad de Perogrullo libertariana estuvo siempre ahí, pero debió venir un iluminado Lavagna para mostrárnosla. Mabel llora de emoción en su muro de FB al imaginarse el orgullo de Roberto padre; el chileno aporteñado José, funcionario estrella, ve en X el fruto del guarismo humano, con Marco el bueno tan lejos del zurdo malo, y todo economista de bien festeja EMAEs libres y reclama IPCs más libres todavía.
Suena de fondo en los reels de IG Nino Bravo: “libre, como el INDEC de Marquito yo soy libre, ¡ay libertad!, guarismos sin igual…”, Toto tararea, un radical empelucado parafrasea a otro y vocifera, blandiendo el EMAE libre, que la recesión está en la mente. Las aguas de números rojos se abren y los índices marchan verdes hacia el Instituto prometido.
El éter, gracias a Marco, es una fiesta, casi una experiencia religiosa. ¡Qué libremente mística es nuestra virtualidad!







