UNA MOSCA PERONISTA
¿Qué sería lo molesto de mí que no le gusta a la mosca? Hay un límite para la intolerancia, y esta mosca sabe como transgredirlo. La siento en mi nuca, me doy vuelta y ya desaparece. Se posa en mi antebrazo, la espanto, y al segundo regresa para zumbarme al oído, como si quisiera decirme:…