Vista aérea de una zona inundada en Zárate, provincia de Buenos Aires. Créditos: AFP.
Intensas lluvias azotaron la provincia de Buenos Aires desde la madrugada del viernes 16 de mayo que han dejado un panorama desolador en varias localidades, con calles anegadas y más de mil evacuados. Muchos vecinos perdieron gran parte de sus pertenencias debido a que el agua ingresó a las viviendas. Especialmente castigados fueron los partidos de Zárate y Campana, donde se registraron precipitaciones de entre 150 y 250 milímetros. Las inundaciones se presentan como un accidente, imponderable acción de la naturaleza, la irrupción inevitable de un torrente de agua incontrolable, pero poco se dice sobre los vicios estructurales de un sistema donde se asocian desidia, negligencia, corrupción, lucro empresarial, inoperancia, indiferencia, que combinados conforman la figura de un Estado ausente y de quienes gobiernan, que deberían responder por los daños producidos. Por Silvio Schachter.
Las ciudades de Zarate y Campana bajo el agua
Cuando aún están presentes las dramáticas escenas y las consecuencias de la inundación en Bahía Blanca del 6 y 7 de marzo de este año, cuando cayeron de 290 mm en 12 horas, causando graves daños materiales, 18 fallecidos y la evacuación de miles de personas, intensas lluvias azotaron la provincia de Buenos Aires desde la madrugada del viernes 16 de mayo que han dejado un panorama desolador en varias localidades, con calles anegadas y más de mil evacuados. Muchos vecinos perdieron gran parte de sus pertenencias debido a que el agua ingresó a las viviendas. Especialmente castigados fueron los partidos de Zárate y Campana, donde se registraron precipitaciones de entre 150 y 250 milímetros.
Las precipitaciones también afectaron gravemente a algunos barrios de CABA y a localidades como Avellaneda, Lomas de Zamora y Merlo, donde el agua ingresó a las viviendas, según usuarios de redes sociales. El impacto de las lluvias se extendió a otras ciudades como General Villegas, Bragado, 25 de Mayo, 9 de Julio, Rauch y Chivilcoy. Además, se produjo el corte total de dos tramos clave de las rutas nacionales 8 y 9 debido a los intensos anegamientos.
Temporal: se agravan las inundaciones en Zárate y Campana
Un imponderable acto de la naturaleza
Las inundaciones se presentan como un accidente, imponderable acción de la naturaleza, la irrupción inevitable de un torrente de agua incontrolable, pero poco se dice sobre los vicios estructurales de un sistema donde se asocian desidia, negligencia, corrupción, lucro empresarial, inoperancia, indiferencia, que combinados conforman la figura de un Estado ausente y de quienes gobiernan, que deberían responder por los daños producidos.
En las inundaciones la coartada reiterada es la inclemencia climática imprevista «siempre que llueve intensamente la ciudad se inunda”; esta relación, basada en una lógica inductiva, atribuye al diluvio la causa exclusiva del suceso. Pero si bien el origen es climático, el resultado no es atribuible a lo meteorológico. La degradación del sistema natural, la desforestación, la destrucción de humedales, la escasez de espacios verdes y tierra absorbente, la edificación descontrolada, una red pluvial obsoleta, el insuficiente mantenimiento y limpieza, la falta de obras y la ausencia de un programa de información, acción y participación social, están entre las principales razones que explican las inundaciones urbanas y sus nefastas consecuencias.
La especificidad de estos eventos surge de una intensa artificialidad a las que son sometidas las condiciones hidrológicas del sistema. Una de las características principales de esta artificialidad es la impermeabilización de grandes porciones de la superficie. Este sellado actúa para reforzar el flujo, aumentando, escorrentía, la cantidad de agua que fluye sobre la superficie, acelerando el proceso que deviene en torrentes desbocados. En los centros urbanos alcanza hasta el 90 % mientras que áreas rurales es del 5%.
La ciudad como creación humana, es un producto artificial, que mantiene un equilibrio inestable con el medio ambiente, equilibrio que se torna crítico cuando se alteran las variables que los relacionan. Existe un vínculo estrecho entre los acontecimientos y su impacto: mientras el primero se refiere básicamente a la dinámica de la naturaleza, el segundo se relaciona fuertemente con la organización social, en el sentido que afecta las formas de apropiación de la naturaleza.
La metrópolis capitalista, versión hipertrofiada de la ciudad moderna, con su crecimiento exponencial, está dejando una gigantesca huella en el medio natural. La Región Metropolitana de Buenos Aires, una de las mayores urbes del planeta y la tercera de América Latina, por tamaño y población, no es la excepción.
Los accidentes y catástrofes recurrentes implican la necesaria reformulación interpretativa que se tiene sobre sus orígenes y los procesos que los generan. Son limitaciones estructurales las que provocan las disfunciones y expresan el resultado de las opciones adoptadas para los modelos de desarrollo socio-económicos en curso.
La ciudad es un palimpsesto donde se acumularon, en distintas capas superpuestas y entrelazadas, diferentes intervenciones que la han configurado como una trama socio-espacial que es necesario mirar en toda su complejidad. Conforma un conjunto, un todo, que no puede resolverse solo desde una particularidad o un acto puntual, tiene toda una sinergia de fenómenos entrelazados, lo cual no supone asumirla como un conflicto inescrutable sino que debe ser pensada en función de la cantidad de variables que la configuran.
Desde 1970 las tormentas intensas de más de 100 mm se multiplicaron por tres y las extremas de más de 150 mm crecieron cinco veces., Existen informes técnicos que alertan sobre los riesgos pero son sistemáticamente ignorados. El panorama demuestra el mismo patrón de comportamiento político, aunque quienes gobiernen pertenezcan a partidos diferentes. Los presupuestos son siempre condicionados por las urgencias electorales. Los problemas no son técnicos, existen exhaustivos trabajos multidisciplinarios que diagnostican con acierto y proponen las posibles soluciones, pero el abandono de toda pretensión de planificación, reemplazada por una mirada cortoplacista, niega toda posibilidad de acciones continuadas. No prima el bien común, sino el interés de la corporación política que impone primacías asociada a las fuerzas hegemónicas del mercado.
El argumento de falta de recursos es, cuanto menos, falaz. Es claramente una cuestión de prioridades y decisiones políticas. Después de la catástrofe de Bahía Blanca se han anunciado préstamos, exenciones impositivas y facilidades para las víctimas. La pregunta es obvia: ¿si hoy están disponibles, por qué no lo estuvieron antes del desastre? La diferencia entre el antes y el después es abismal y tiene victimas en medio
Hacen falta obras que renueven y amplíen una red obsoleta que está dimensionada para otro caudal de escurrimiento, la dinámica de los fluidos no es una ciencia oculta. Si en 10 años se construyeron millones de metros cuadrados es imposible pensar que la misma cantidad y sección de las cañerías pueda evacuar una lluvia torrencial.
En Bahía Blanca el drama dio lugar a conmovedores ejemplos de solidaridad, anónimos los más genuinos, verdaderos actos de heroísmo colectivo. La ausencia o deficiente presencia del Estado es reemplazada por la práctica comunitaria. Este protagonismo es decisivo, pero no debe surgir solamente ante la emergencia y espontáneamente; la preparación, educación e información deben ser permanentes y formar parte de la prevención para atenuar el impacto y actuar eficazmente ante el desastre.
Un tema que se reitera es la falta de acción comunicacional eficaz durante el desastre, que no se puede improvisar sino que debe ser ejercitada y probada previamente. Toda la información son los alertas del Servicio Meteorológico Nacional, y en manos de los medios, que fragmentan, seccionan y crean una imagen del acontecimiento acorde a sus intereses con una alta cuota de errores, ignorancia y prácticas manipuladoras. El tema quedara latente hasta la próxima inundación y los medios que hoy reflejan la catástrofe, cuidándose de obviar o relativizar las críticas, dentro de unos días se olvidaran del tema.
Junto a la ayuda material para recomponer los aspectos básicos de la vida, una cuestión no menor es atender el después, el sufrimiento deja enormes secuelas emocionales, muchos objetos que hacen a la identidad fueron perdidos y los hábitos cotidianos trastocados. Los afectados deben superar su condición de víctimas para sentirse parte de las soluciones, organizarse para impedir que vuelva a ocurrir. Enfrentar a aquellos que los culpan por vivir en zonas inundables, entender que la ayuda recibida no es caridad, es un derecho social, pues han sido castigados por la mala praxis de los que tienen el poder de evitarles este dolor. La organización sirve para evitar la impunidad de los responsables y tomar todas las medidas para que no vuelva a ocurrir. Vivir allí donde se perdió casi todo, donde se vio morir a un ser querido, a un vecino, es traumático. ¿Cómo dormir pensando que cada lluvia puede ser un nuevo naufragio? Su voz debe ser escuchada, ellos han aprendido a luchar para sobrevivir y deben ser parte activa de cualquier proyecto.
Las inundaciones urbanas son un fenómeno mundial que afecta a todos los continentes, se repite y crece sin cesar al ritmo de la urbanización acelerada y descontrolada. Las inundaciones de la DANA de 2024 en España, que comenzaron el 29 de octubre en el este del país, afectando en distinta medida a zonas de las comunidades autónomas de Aragón, Castilla-La Mancha, Andalucía, Cataluña y, muy especialmente, la Comunidad Valenciana dejaron un camino de destrucción y 240 fallecidos
La apelación al cambio climático como responsable principal del aumento de las catástrofes naturales, inundaciones incluidas, presentado como ciclo propio de la vida del planeta: cual el reverso de la glaciación o la era del hielo, ahora nos toca la época del calentamiento, como si fuera parte del metabolismo evolutivo del planeta. El cambio climático es una consecuencia del modo de reproducción del sistema capitalista, el resultado de un modelo económico social y cultural que depreda la naturaleza en aras de lograr la cuota de ganancia que garantice su supervivencia. Los estados centrales y las corporaciones, como fuerzas dominantes que los sustentan, su desprecio por la supervivencia de todos los seres vivos del planeta. No se puede esperar que las soluciones provengan de quienes son los principales causantes del crimen.
Negocios inmobiliarios, desforestación, agronegocio y destrucción de humedales
En la CABA en gran parte del AMBA y otras locaciones de la provincia, sus principales y más conflictivos cauces hídricos, han sido intervenidos pensando en la valorización de los terrenos aledaños. Los cursos de agua que surcaban naturalmente, arroyos, cañadas y pequeñas lagunas– han sufrido un proceso, primero de rectificaciones y luego de entubamientos, sin evaluación alguna de su impacto futuro.
Los proyectos inmobiliarios de gran escala son co-responsables de los anegamientos. Nordelta, la ciudad de los rubios, alteró el bañado de Rincón de Milberg, hay casi mil barrios cerrados y countrys en el AMBA que al refular sus terrenos elevando su cota, se trasforman en verdaderos diques que impiden el natural escurrimiento de las aguas. El Estado no solo no controla, sino que auspicia y favorece emprendimientos que tienden a agravar la situación.
Los emprendimientos inmobiliarios y el agronegocio se han ensañado con los humedales particularmente los que pertenecen a la cuenca del rio Paraná- Argentina cuenta con aproximadamente 600.000 km2 de humedales, lo que representa el 21% de todo el territorio nacional. Son ecosistemas que abarcan una amplia variedad de geografías como deltas, esteros, bañados, lagunas, costas marinas, que tienen como elemento clave el agua. Son tierras, que en forma permanente o por tiempos determinados, están cubiertas por aguas y sostienen una gran diversidad de especies vegetales y animales que a lo largo del tiempo se han ido adaptando y viven en esas particulares condiciones. El 40% de la biodiversidad mundial vive o se reproduce en ellos, sirven para mitigar los efectos que provocan las sequías, colaborando con la protección contra los incendios; ayudan en el control de inundaciones y por ser fuentes de provisión de agua, históricamente han sido territorio para el asentamiento de poblaciones que deben ser protegidas en sus formas de vida y sus culturas.
La necesidad de una ley que proteja y preserve los humedales de nuestro país, como se viene señalando desde hace años, es de vital importancia, por sus implicancias para la supervivencia de los diversos y esenciales ecosistemas y por la incidencia que tiene en la elaboración de estrategias que permitan enfrentar el cambio climático y sus consecuencias.
Según los monitoreos de la superficie de bosque nativo, realizados por la Nación, entre 1998 y 2022, se deforestaron 6.4 millones de hectáreas de bosque nativo principalmente por causa del avance de la frontera agropecuaria. La deforestación se refiere a la tala de un bosque, eliminándolo por completo, para dar espacio a algo más en su lugar. La principal causa de la deforestación es la agricultura insostenible.
Para abrir paso sin oposición a estas políticas depredadoras que inciden directamente en el panorama socio ambiental , incluidas lluvias, sequias e incendios, además de la desinformación, una matriz de este gobierno y la parálisis de todos los proyectos en curso de obra pública, no sorprenden los ataques a la investigación, la ciencia y técnica, y a las organizaciones sociales que ponen al descubierto a los responsables del desquicio y aportan ideas y experiencias para supera la crisis ambiental.
El actual gobierno de Milei, le agrega a la crisis ambiental un enfoque negacionista “el cambio climático es un invento de los zurdos”, a la infamia le suma la ignorancia y la estupidez que lo caracteriza. El retiro de la delegación argentina de la conferencia por el cambio climático la COP29, suma un nuevo acto de enorme gravedad que aísla y deja a nuestro país en estado de vulnerabilidad ante las consecuencias en curso del calentamiento del planeta.
Fuente: https://silvioschachter.blogspot.com/2025/05/las-inundaciones-no-son-un-castigo-de.html