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Regina adhiere a la restricción de circulación

A través del Decreto 04/21, la Municipalidad de Villa Regina adhiere a la Resolución del Ministerio de Salud de la provincia de Río Negro que establece restricción en la circulación en horario nocturno.

La medida estará en vigencia hasta el 31 de enero e indica, en líneas generales, que se restringe la circulación de personas por cualquier medio habilitado entre la 1 y las 6 horas, exceptuándose al personal considerado esencial.

La circulación se extenderá hasta las 2 horas los días viernes y sábados, como así también en vísperas de feriados.

Por otro lado, determina que los restoranes, bares y confiterías del rubro gastronómico podrán funcionar en los mismos horarios en que se habilita la circulación con estricta sujeción a los protocolos sanitarios vigentes para dicha actividad.

De forma excepcional se autoriza la circulación del personal dependiente de dichos establecimientos hasta una hora después del horario de cierre, quienes deberán acreditar tal circunstancia ante el requerimiento de cualquier autoridad pública.

De igual modo, se autoriza de forma excepcional la circulación de los clientes de dichos establecimientos, con un límite de hasta una hora después del horario de cierre, debiendo acreditar tal extremo con la exhibición de constancia de consumición, ticket, factura, o constancia semejante emitida por el establecimiento en cuestión ante el requerimiento de cualquier autoridad pública.

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  • El escándalo Vaudagna ahora amenaza a un hombre cercano a Lorenzetti

     

     Año 1984, finales de la Liga Rafaelina, juegan Sportivo Norte y Atlético Rafaela. El zaguero de habilidades modestas pero muy recio en la marca recibe un lateral en su campo, avanza unos metros y mete una volea de derecha. La pelota se clava en un ángulo. Gol de media cancha. En los barrios Villa Dominga y Barranquitas, donde está la cancha de Sportivo, todavía lo están gritando.

    Ese número dos corpulento y de juego intenso dejó el fútbol cuando debió optar entre los botines y la carrera de contador en la Universidad Nacional del Litoral en Santa Fe. Se recibió e hizo carrera política en Rafaela. Hasta que en 2003 un recién designado ministro en el máximo tribunal argentino, de la misma ciudad, lo impulsó para llegar a Administrador General de la Corte Suprema. Desde ese cargo durante 15 años manejó los fondos del Poder Judicial y construyó un robusto poder personal. Hasta que en 2023 una interna palaciega lo dejó fuera de juego.

    Como en los días lluviosos de sus tiempos como defensor central Héctor Daniel Marchi vuelve a jugar en cancha embarrada. Un ex director regional de la ex AFIP que está imputado junto a un ex juez federal y a un financista rosarino en una extorsión acaba de declarar como arrepentido que el ex administrador general de la Corte era quien estaba más interesado en que la maniobra se concretara y descargaba presiones para eso.

        Vaudagna reconoce que armaron una causa judicial contra el empresario bursátil rosarino Claudio Iglesias en un asado en la casa del ex juez federal Marcelo Bailaque y ahora, en una declaración ampliatoria agregó  que Héctor Marchi empujaba el armado de ese maneje   

    El ex director regional de la AFIP de Rosario Carlos Andrés Vaudagna reconoce que armaron una causa judicial contra el empresario bursátil rosarino Claudio Iglesias en un asado en la casa del ex juez federal Marcelo Bailaque. Ante media docena de fiscales federales agregó recientemente, en una declaración ampliatoria como imputado colaborador, que Héctor Marchi empujaba el armado de ese maneje.

    El hombre que fue extorsionado es Claudio Iglesias. Vaudagna dijo que el chantaje se concretó a sabiendas de que en esos días del año 2019 Iglesias aspiraba a disputar la presidencia de la Compañía de Seguros San Cristóbal, con sede central en Rosario, de la que era directivo. La imputación penal contra Iglesias fue en noviembre de 2019, incluyó allanamientos y enterró sus aspiraciones de presidir la aseguradora. La causa la impulsaba el ex juez Bailaque quien hoy está imputado formalmente de extorsión por ese caso junto a Vaudagna y al financista rosarino Fernando Whpei, ambos presos en su domicilio con tobillera electrónica.

    Lo que confiesa ahora Vaudagna es que en la cocina de esa extorsión, cuya participación admite, estaba Marchi descargando presiones para concretarla. El financista Whpei admite haber cobrado 160 mil dólares que pagó Iglesias en cinco cuotas para que paralizaran la causa en su contra. Dos años después de iniciada, y con los pagos realizados, Bailaque le dictó la falta de mérito a Iglesias.

    Lo que se refuerza en la declaración con la que Vaudagna hunde a Marchi es el interés que había en Buenos Aires para que el chantaje se realizara. Eso lo dice de manera contundente Santiago Busaniche quien urge a Vaudagna con una decena de mensajes a que se apresuren en la extorsión. Busaniche es un escribano santafesino afincado hace 25 años en Buenos Aires, que vive en el Palacio Paz frente a la Plaza San Martín, un lobista ligado a los máximos niveles de la Justicia Federal de la Nación y a los servicios de inteligencia, que acaba de ser imputado por esta extorsión en Rosario.

     Lo que confiesa ahora Vaudagna es que en la cocina de esa extorsión, cuya participación admite, estaba Marchi descargando presiones para concretarla. El financista Whpei admite haber cobrado 160 mil dólares que pagó Iglesias en cinco cuotas para que paralizaran la causa en su contra. Dos años después de iniciada, y con los pagos realizados, Bailaque le dictó la falta de mérito a Iglesias. 

    Marchi es de Rafaela al igual que Ricardo Lorenzetti que fue el artífice de su llegada al cargo de administrador general de la Corte, un puesto vital en el manejo de los recursos del Poder Judicial. Manejó ese cargo como un hombre poderoso, controlando una caja multimillonaria por la que muchos le deben favores, hasta que en 2023 fue desplazado con la resistencia en soledad de Lorenzetti.

    Un hombre de bajo perfil, práctico, inteligente y formado. En Sportivo Norte, el mismo del que era simpatizante el después gobernador Omar Perotti, se enfrentaba en la liga al Atlético donde jugaba Gustavo Alfaro, técnico campeón con Boca y hoy entrenador de Paraguay.

    El ex juez Marcelo Bailaque

    En su carrera política fue secretario de Hacienda de la Municipalidad de Rafaela durante la gestión de Ricardo Peirone, un administrativista especializado, que fue un puntal en la formación de Marchi. Después fue secretario de Hacienda en el segundo gobierno de Jorge Obeid. Hasta que recaló en Buenos Aires poco después de que Kirchner designó a Lorenzetti en la Corte Suprema.

    En una serie de audios encontrados en un teléfono secuestrado a Vaudagna, Busaniche manifiesta un interés extremo en que se avance con informes oficiales contra el agente de Bolsa Claudio Iglesias y que posteriormente se realicen allanamientos en su contra. Le pide que hable con Marcelo Bailaque. «Me dijo ayer Marcelo que hoy te veías con él, ¿puede ser? Trata de verlo, de darle hoy mismo algo y que te defina una fecha porque te juro que no aguanto más la presión, no aguanto la temperatura, Carlitos, dame una mano con esto. Te agradezco mucho, avísame por favor», le dice Busaniche.

     [Los audios que revelan la presión de un lobista judicial para extorsionar a un agente bursátil de Rosario

    El fiscal jefe de la Procuración de Investigaciones Administrativas, Sergio Rodríguez, le preguntó a Vaudagna de quién venía esa presión que agobiaba a Busaniche. «Escuchando el audio la presión es de Marchi», respondió Vaudagna. Luego agrega Vaudagna que Marchi era el interesado en que avanzara «ese tema». Ese tema es una extorsión y tiene tres imputados: un ex jefe de la AFIP, un ex juez federal y un financista rosarino muy conectado con el mundo político. Ahora hay un cuarto que es Busaniche. Pero según Vaudagna el que presionaba a Busaniche para avanzar con la causa armada que lo dejaría al empresario Iglesias fuera de la carrera por San Cristóbal, además de imponerle un chantaje por dinero, había sido Marchi

    Marchi fue una persona expuesta en los últimos años a objeciones públicas. En 2016 Elisa Carrió denunció a Marchi y a Lorenzetti por supuesto enriquecimiento ilícito, pero Marchi quedó desvinculado judicialmente de esa acusación por inexistencia de delito. Tras eso, Marchi inició una demanda civil contra Carrió. En febrero de 2024 la Corte falló en favor de Carrio ya que hizo la denuncia en su condición de legisladora para lo cual está habilitada.

    Para los investigadores locales, Marchi es un arma de doble filo en la causa que investigan. Les interesa centralmente porque ofrece una línea pensable para una incógnita nunca despejada, que es por qué razón en Buenos Aires estaban tan notoriamente interesados en montar una celada contra el empresario bursátil. Parece poco que fuera para sacarle los 160 mil dólares que dice haber pagado. Pero al mismo tiempo entienden que avanzar en esa dirección es proponerles a los gavilanes de Comodoro Py una punta para arrebatarles la causa y llevarla para los Tribunales de Retiro. Como hicieron con Lago Escondido, manoteada a la Justicia de Bariloche para sepultar el caso y despegar a todos.

     [Imputan al rugbier ligado a los servicios por el caso que acorraló al juez Bailaque

    Vaudagna es un imputado que busca salvarse. Lo que dijo de Marchi puede ser un engaño. Pero tiene como colaborador el compromiso jurado de decir la verdad y se expone a perder los beneficios de la reducción de pena si se descubre que mintió en algo.

    La alusión a Marchi desnuda el importante nudo político, de influencias, de prosperidad y de oscuridades que es esa ciudad de 100 mil habitantes del centro oeste santafesino. Rafaela. Donde hablar en los medios de Marchi, Lorenzetti o algunas referencias fuertes puede tener un alto costo para los que se atrevan en términos de mantener el oficio. Sobre esas zonas cubiertas de sombras se insinúa en estos casos que hay mucho por hablarse.

     

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  • ¿Cómo enfrentar el “contragolpe cultural”?

     

    Así como las afirmaciones terraplanistas no modifican el hecho de que la Tierra sea redonda, así como los movimientos antivacunas no cambian la naturaleza contagiosa del Covid, el conservadurismo cultural, expresado hoy por fuerzas como las que lideran Javier Milei y Donald Trump, no modifica esta realidad: las sociedades humanas son constitutivamente diversas, heterogéneas y desiguales; en todas las comunidades humanas, pero aun más en aquellas donde existen el dinero y el Estado, hay multiplicidades y hay disparidades.

    Qué hacer con esta diversidad es un debate que viene concentrando la mayor parte de la historia ideológica, filosófica y política, y que por supuesto no está saldado. Dentro de estas controversias, uno de los capítulos centrales es el concepto de libertad, que ha sido utilizado por la extrema derecha como una de sus banderas. Para los conservadores, hoy llamados libertarios, la libertad se basa en la idea de que somos todos iguales: un rico y un pobre son consecuencia del modo distinto en que cada uno usó sus posibilidades. En esta mirada, la desigualdad fáctica es una consecuencia de una igualdad ontológica. Para las corrientes conservadoras, la libertad agiganta desigualdades. El rol del Estado, además de garantizar seguridad y justicia, debe ser restringir la diversidad: el Estado, que no debería cobrar impuestos, sí debe decretar que hay dos géneros, que la familia debe estar constituida de cierta manera y que las mujeres no pueden disponer de sus cuerpos.

    Desde una mirada democrática y progresista que asume que las sociedades son por naturaleza diversas, en cambio, la igualdad es algo a construir. Pero esa perspectiva hoy está a la defensiva. A través de una serie de subterfugios de ingenieros del caos, la posición histórica que conjuga liberalismo cultural, pluralismo político y justicia social ha sido estigmatizada como “woke” o “progresista”. La expresión “woke” surgió en Estados Unidos, un territorio de alta intensidad en la batalla cultural, en referencia a “despertar” (awake) ante la discriminación (“despierto” en el sentido de “concientizado”); pero hoy se usa de modo despectivo, que es la connotación que le dio Milei en su discurso en Davos. Como si las personas que descienden de esclavos o de pueblos originarios, como si las mujeres, que hasta hace setenta años no podían votar, hoy, justamente porque se reconocieron algunas de esas desigualdades, contaran con privilegios.

    La derecha conservadora está presente en distintas corrientes políticas, del mismo modo que la corriente que defiende las diversidades está presente –aunque no de modo uniforme– en partidos distintos. En Argentina, el peronismo, el radicalismo, el socialismo y la izquierda cuentan entre sus integrantes con personas que defienden este punto de vista. Se trata de una corriente que busca principalmente dos metas: que las personas y los grupos sean cada vez más libres, y que esa libertad se sostenga en formas igualitarias que la hagan real y no puramente declarativa o formal. Es una corriente de opinión que pone en escena grandes tradiciones culturales de la modernidad, heredadas de la Revolución Francesa y la Estadounidense, y que no tiene una única posición en materia de desarrollo económico, justicia distributiva o lucha por la igualdad. Ese “progresismo” no está en contra de ninguna religión, pero sí lucha por una separación completa de cualquier religión y del Estado. Ninguna ley puede sustentarse en creencias religiosas. Pero sí debe haber leyes que, por motivos universalistas, exijan el respeto de todas las religiones. Esta perspectiva, sometida hoy a una fuerte ofensiva, merece una reflexión autocrítica.

    Acerca de la autocrítica

    La hegemonía cultural de la extrema derecha impacta en el campo progresista. ¿Los movimientos por la libertad de las diversidades se “pasaron de rosca”? La ofensiva cultural de Milei y las derechas extremas, la derrota electoral del peronismo y los niveles de inflación y pobreza que dejó el gobierno de Alberto Fernández han planteado ese debate. ¿Hay una incidencia de la lucha por las diversidades en el oscurantismo que estamos viviendo hoy? ¿No habremos ido demasiado lejos? ¿Se puede seguir sosteniendo la defensa del colectivo LGTBQi+ en el contexto actual?

    Los procesos sociales y políticos siempre son imperfectos. Conocer esas imperfecciones, practicar la autorreflexión, es clave para mejorarlos. Por otro lado, se trata de movimientos profundos y de larga duración. En Argentina, por ejemplo, el movimiento masivo de mujeres de los últimos años comenzó en 2015 con el “Ni Una Menos”, una gigantesca movilización contra la violencia de género. ¿Frenar el reclamo contra los asesinatos de mujeres hubiera sido “menos radicalizado”? Y hoy, ¿qué está más vigente? ¿El reclamo de que no mueran más mujeres por el hecho de ser mujeres o la propuesta oficial de retirar del Código Penal el agravante por femicidio?

    La autocrítica no equivale a autoflagelación; debe ser una reflexión sobre prácticas y políticas que nos implican. Entre las múltiples causas que produjeron esta nueva etapa histórica global de las derechas extremas están, en efecto, los profundos déficits de la izquierda, la centroizquierda y los partidos tradicionales. Pero no coincido con quienes, subidos a la marea reaccionaria, afirman que la culpa es del progresismo, de un supuesto “wokismo” o de una “excesiva” ampliación de derechos civiles. Ese argumento puede terminar en diputados que voten con Milei regresiones culturales o puede llevar a un catolicismo de gobierno en contra de la libertad de las personas y los grupos. Empieza cuestionando el DNI no binario y termina aboliendo el divorcio.

    Pero entonces, ¿cuáles son esos errores de la izquierda? Si hubiera que elegir uno, diría lo siguiente: mientras las vocaciones igualitarias y de justicia social se tornaban cada vez más difíciles de lograr, en gran parte por no tener una alternativa concreta al capitalismo neoliberal, la izquierda avanzó con leyes y políticas tendientes a garantizar derechos civiles. Dependiendo de los países, se avanzó en materia de identidad de género, aborto, discriminación positiva, educación sexual, matrimonio igualitario, derechos de los pueblos originarios y los migrantes. Cuantas más dificultades aparecían en materia económica y social, cuanto más complicado se hacía sostener el horizonte de movilidad social, más se acentuaron estos derechos como compensación.

    La autocrítica no equivale a autoflagelación: debe ser una reflexión sobre prácticas y políticas que nos implican.

    Ese fue el gran problema. Las libertades civiles no pueden compensar el fracaso económico o social. Si son las únicas banderas que se agitan cuando se desfinancia el Estado de Bienestar, se retiran regulaciones públicas o se producen escaladas inflacionarias, como en el caso argentino, se corre el riesgo de que las fuerzas democráticas queden reducidas y debilitadas. Los límites para corregir o superar el neoliberalismo los terminan pagando los avances en materia de diversidad o pluralismo.

    Mi primera tesis es que, frente a quienes creen que la ampliación de libertades favoreció a la derecha extrema, creo que su causa es el fracaso económico.

    En segundo lugar, la cuestión de los particularismos. Mientras Martin Luther King buscó cambios que mejoraran la desigualdad estructural de la sociedad norteamericana, muchas políticas de la identidad del siglo XXI se concentraron en derechos particulares. Y es difícil pedirles algo más que simpatía pasiva o inactividad a quienes no están directamente involucrados en la conquista de un derecho. Esto no implica que movimientos como “Ni Una Menos”, “Black Lives Matter” o la “Marcha anti-fascista” de febrero de 2025 no hayan sido señales contundentes en la dirección correcta, sino simplemente llamar la atención sobre cuál puede ser el alcance de esas convocatorias.

    Algo similar ocurre con el “lenguaje inclusivo”. Se trata de un cambio cultural crucial, que busca ampliar libertades e incluir diversidades. Pero debe expandirse a partir de la posibilidad, no como imposición. Los mayores fracasos del cambio cultural ocurrieron cuando se pretendió imponer a través de prescripciones. El liberalismo cultural busca ampliar, no restringir, las posibilidades de las personas.

    El caso de las cuotas

    Muchas veces, en lugar de luchar por cambiar una legislación, una política o un presupuesto, las reivindicaciones progresistas se enfocaron en personas concretas: los varones blancos, incluyendo casos de punitivismo extra-judicial, como escraches a adolescentes, altamente polémicos. En aquellos casos, hubo voces feministas potentes que alertaron que el feminismo no surgió para cambiar al dueño del poder del patriarcado, sino para modificar un tipo de poder y de dominación. El punitivismo y la cultura de la cancelación fueron algunos de los errores más graves. Pero no es verdad que sean inherentes a los reclamos por la diversidad y la libertad: fueron casos minoritarios en causas justas.

    Detrás de este tipo de cuestiones aparece un problema que vale la pena debatir a futuro: la tensión entre lo particular y lo universal. Si cada uno de los grupos discriminados reclamara sólo para sí mismo, si todo se tradujera en una simple cuota por grupo, a largo plazo se terminarían socavando algunos de los consensos culturales necesarios para mantener las políticas de acción afirmativa. Un ejemplo es el de las universidades. En la mayoría de los países del mundo existe un sistema de examen de ingreso a la universidad y cupos por carrera. Al observar las universidades se hacía evidente que la abrumadora mayoría de los alumnos eran varones blancos. Eso llevó a reclamar políticas de cuotas raciales, étnicas y nacionales, como las que se terminaron concretando en Estados Unidos y Brasil. Este sistema garantizaba una mayor presencia de diversidades, restando lugares a los blancos. Pero, ¿qué quedaba, por ejemplo, para los blancos pobres? ¿Quién se preocupó de su situación? En muchos casos fueron los grandes olvidados, lo que contribuyó a que volcaran su respaldo a fuerzas políticas conservadoras que dicen defenderlos. ¿Qué hubiera ocurrido si se hubiera incluido una cuota general para los estudiantes de colegios públicos de bajos recursos en el ingreso a la universidad? Mientras en un terreno puramente cultural la especificidad por grupo es adecuada, en cuotas vinculadas a desigualdades puede no producir las consecuencias buscadas.

    En un mundo dominado por la incertidumbre económica, en el que se achican los recursos públicos, muchos países optaron por un modelo de cuotas para asegurar la presencia de los grupos discriminados no sólo en el acceso a la universidad sino también al empleo público –y en ocasiones al empleo privado–. Esto implica que los logros de la ampliación hacia los sectores discriminados se hicieron sobre la base de una reducción relevante de la participación de los sectores anteriormente privilegiados. Y esta estrategia, correcta desde un punto de vista filosófico, se topa con un problema político. Las personas de carne y hueso que se ven afectadas, que no logran ingresar a la universidad o no consiguen empleo, se van pasando en masa al ejército del “contragolpe cultural”, esperando el surgimiento de un Trump, un Milei o cualquier otro líder que proponga revertir la situación.

    Se trata de un error recurrente del progresismo: no percibir el dolor de las víctimas de sus políticas, y no elaborar una respuesta. Mi punto es sencillo: si se presuponen las restricciones económicas, como de hecho las aceptaron la mayoría de las fuerzas de centroizquierda en Europa y América, que los perdedores de la discriminación positiva pasen al otro lado es inexorable. Pero si se cuestiona un modelo que reduce los impuestos a la riqueza y desfinancia al Estado, y se usa ese dinero para ampliar el acceso a la universidad y el empleo, logrando mejorar la diversidad sin afectar drásticamente los espacios previos, la base política de la derecha extrema quedará reducida. Es cierto que esto no es posible para los varones privilegiados, que inexorablemente se verán afectados: será necesario pensar una política cultural específica para ellos.

    La defensa de la libertad

    Estamos ante un feroz ajuste a las libertades y es urgente emprender una fuerte defensa de políticas por la libertad basada en igualdades. La libertad, convertida en el eslogan hueco de la extrema derecha, no puede ser resignada por las fuerzas democráticas y progresistas. El principio básico de la lucha por la libertad es maravilloso: que las personas y los grupos puedan autorrealizarse en todas las dimensiones de la vida. Esto incluye su identidad de género, étnica, nacional, local, religiosa, así como su libertad de expresión, en la familia, en el trabajo…

    Esas libertades tienen un requisito: un piso de igualdad, porque quien sufre desnutrición no puede ser libre, quien no puede acceder a la escuela no puede ser libre. Una comunidad libre es aquella que garantiza un piso de igualdad para todos sus miembros.

    Los libertarios conservadores de la extrema derecha afirman que ser iguales es que cada uno se las arregle como pueda. Es una propaganda basada en la negación de la historia tal como sucedió. Los esclavos existieron hasta el siglo XIX bajo el imperio de la ley, y los afrodescendientes continúan siendo discriminados en prácticamente todos los países de América y Europa hasta hoy. La conquista colonial existió. El patriarcado y la desigualdad de géneros existieron… y todavía existen. En muchos países las mujeres votan recién desde hace algunas décadas. Y en la mayoría de los países europeos y americanos jamás hubo una presidenta o una primera ministra mujer. El capitalismo, por su parte, tiene mecanismos poderosos para reproducir la desigualdad de clases entre generaciones: a través de la herencia y también de la “herencia de clase”. La mayoría de los hijos de personas pobres son pobres. La movilidad social ascendente está en crisis en la mayoría de los países, y los mecanismos sociales que la hacían posible se están debilitando a un ritmo vertiginoso. Los libertarios conservadores quieren liquidar esos mecanismos, del mismo modo que se proponen atacar las leyes que tienden a asegurar libertades vinculadas a la diversidad y la disidencia. Esto implicará también contrarrestar su ofensiva individualista poniendo en valor la solidaridad, lo común y lo público. Enfrentar políticamente aquel proyecto exige autorreflexión y determinación.

     

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