La Directora de Cultura de la Municipalidad de Villa Regina Silvia Alvarado recibió la semana pasada a María Victoria Araoz, Valeria Fasciglione y ‘Pelusa’ Miño que participaron del concurso de murales ‘Pinta Payé’ en Corrientes, obteniendo el segundo puesto con su increíble mural.
En la oportunidad, Alvarado les entregó un presente en nombre de la Municipalidad como reconocimiento a su labor. También estuvo el referente de la Secretaría de Estado de Cultura de Río Negro en la zona, Martín Betancourt.
“Siempre es un placer recibir a estas grandes artistas que tenemos en la ciudad, que nos representaron maravillosamente en Corrientes. Además de compartir lo que significó esta experiencia para ellas, hablamos de la posibilidad de realizar un encuentro de muralistas en nuestra ciudad”, manifestó la Directora de Cultura.
Dos científicos del CONICET participaron de un estudio internacional que analizó muestras arqueológicas y logró develar las condiciones de su introducción a Sudamérica.
Especialistas del CONICET hallaron en Chubut restos arqueológicos de un perro utilizado como animal de carga. Se trata del primer caso arqueológico de este tipo en Sudamérica. Fotos: gentileza investigadores.
Los seres humanos llegaron a Sudamérica sin perros. Es una de las afirmaciones que puede extraerse de un extenso estudio científico internacional publicado en la prestigiosa revista Proceedings Ben el que se analizaron restos de animales prehispánicos y se determinó que los más antiguos tienen entre 5 mil y 7 mil años, mientras que los primeros poblamientos humanos en la misma área datan de alrededor de 14 mil años. No hay registros de canes en ese lapso intermedio, lo cual permite deducir que su entrada se produjo bastante tiempo después, y aquí aparecen las siguientes y más importantes conclusiones de la investigación: este grupo de animales domésticos se sumó al Cono Sur como parte de las sociedades agrícolas, con cierto grado de sedentarización, que introdujeron el cultivo del maíz en el área.
A cargo de los análisis morfológicos y morfométricos del estudio, esto es, lo relativo a la estructura, forma y dimensiones de los esqueletos de los perros, el becario del CONICET en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (FCNyM, UNLP) Lucio González Venanzi cuenta que un aspecto saliente de la investigación es la vasta cantidad de muestras y zonas geográficas incluidas: se analizaron restos arqueológicos de 70 perros procedentes de 43 sitios precolombinos de Mesoamérica –la región cultural que abarca a partir de la mitad sur de México hasta Costa Rica y que fue cuna de grandes civilizaciones, como los mayas y aztecas– hasta el norte de la Patagonia argentina, más precisamente en el sitio arqueológico de Sierras Apas, Chubut, de donde es la imagen que ilustra esta nota.
Figura 1. Distribución de muestras arqueológicas analizadas en este estudio. Entre paréntesis se indica el número de individuos por sitio: 1 = Malpaís Prieto (n = 1); 2 = Vista Hermosa (n = 4); 3 = Tizayuca (n = 25); 4 = Chondorko (n = 1); 5 = Huaca Amarilla (n = 18); 6 = Huaca Grande (n = 9); 7 = Chilca (n = 2); 8 = Playa Molinero 4 (n = 1); 9 = Iroco (n = 1); 10 = Pucará de Tilcara (n = 3); 11 = Finca Tolaba (n = 1); 12 = Santa Rosa de Tastil (n = 1); 13 = Antofagasta de la Sierra (n = 1); 14 = Loma Rica de Shiquimil (n = 1); 15 = sitio Pampa Grande – Caverna III (n = 1); 16 = El Olivar (n = 6); 17 = Los Nogales (n = 1); 18 = Talleres y Cocheras (n = 1); 19 = Observatorio Astronómico (n = 1); 20 = Angostura 1 (n = 1); 21 = Sierra Apas (n = 1); 22 = Chenque I (n = 1); 23 = La Lechuza (n = 1); 24 = Arroyo Las Mulas 1 = (n = 1); 25 = Bajo Río Uruguay (n = 1); 26 = Cerros de los Pampas (n = 1); 27 = Zacpetén ( n = 2); 28 = Nixtun Ch’ich’ (n = 6); 29 = Ucanal (n = 3); 30 = Xunantunich (n = 2); 31 = Cahal Pech (n = 10); 32 = Olla para hornear (n = 2); 33 = Habitación La Ramée (n = 1); 34 = Catedral de Basse Terre (n = 1); 35 = Estación Marítima (n = 2); 36 = Morilla (n = 5); 37 = Rosamachay (n = 1); 38 = Wari (n = 1); 39 = Wichqana (n = 1); 40 = Lares (n = 8); 41 = Cuzco (n = 4); 42 = Torata Alta (n = 1); 43 = Omo (n = 1); 44 = Río Muerto (n = 1); 45 = Qiwaya (n = 3); 46 = Tiahuanaco (n = 2).
El científico también destaca la originalidad: la mayoría de los antecedentes de estudios genéticos en perros proceden de Canadá y Estados Unidos, pero no había hasta ahora prácticamente registros de publicaciones similares más allá de Norteamérica.
“Se sabe que en esos países estos animales aparecieron junto con las primeras oleadas humanas, hace 15 mil o 16 mil años, y que desde ese momento se aislaron evolutivamente de sus parientes euroasiáticos hasta desarrollar un linaje único de América. La expansión canina hacia el sur continuó paulatinamente, junto con las comunidades que fueron migrando”, explica el experto, quien realizó los exhaustivos análisis junto a Luciano Prates, también investigador del CONICET en la FCNyM. Así, los científicos platenses pudieron confirmar, en primer lugar, que los cánidos que habitaron Meso y Sudamérica también se corresponden con aquel linaje americano. “Pero después identificamos lo que en genética se conoce como cuello de botella, es decir que a medida que los perros se iban dispersando junto a los humanos hacia el sur, la diversidad genética fue disminuyendo hasta quedar muy restringida en comparación a las poblaciones que permanecieron en latitudes más al norte”, describe González Venanzi.
«El establecimiento de los perros domésticos en este sector del globo se dio de la mano de las poblaciones sedentarizadas productoras de alimentos»
Lucio González Venanzi
“Al estudiar los tiempos de esa divergencia entre las poblaciones de perros de Mesoamérica y los de Sudamérica, descubrimos que el último ancestro común se habría producido hace alrededor de 5 mil a 7 mil años, lo cual indica que estos animales ingresaron a Sudamérica recién en ese momento”, apunta Prates. Lo más curioso apareció cuando los científicos comprobaron las coincidencias temporales de la introducción y colonización de los canes en el sur con los resultados de otras investigaciones: aquellas que ubican el arribo de poblaciones humanas en Sudamérica procedentes de Mesoamérica hace entre 5 mil y 7 mil años, y las que añaden el dato de que en ese mismo período se iniciaban en esta región la agricultura y el cultivo de maíz. “Esto nos sugiere fuertemente que los perros fueron introducidos por las poblaciones humanas dedicadas a la agricultura, que tenían un estilo de vida principalmente sedentario. Hasta entonces, las comunidades que habitaban América del Sur dependían de la caza, la recolección y la pesca, y esto les confería hábitos móviles. Tenemos que empezar a concebir que el establecimiento de los perros domésticos en este sector del globo se dio de la mano de las poblaciones sedentarizadas productoras de alimentos”, señala Gonzalo Venanzi.
Una de las hipótesis que podría explicar esa proliferación canina junto a los grupos humanos que permanecían durante una temporada en un mismo lugar podría ser el aumento del almacenamiento y desechos alimenticios provenientes de los cultivos, aunque esto aún es materia de investigación. También lo es el grado de relación genética que guardan los perros actuales con aquel linaje previo a la conquista española: muy poco, por lo que se sabe hasta ahora. “Al menos al sur de Sudamérica, los perros de aquel entonces eran en su mayoría de porte mediano a pequeño, con un peso estimado entre 10 y 15 kilogramos y sin ningún rasgo distintivo en particular”, explica Prates, y continúa: “Los europeos, en cambio, trajeron razas grandes como los mastines o los galgos, que progresivamente fueron reemplazando a las poblaciones nativas, y por eso hoy casi no se conserva información genética de aquellos ancestros”.
Y es que la conquista no fue solo sobre el territorio físico y las sociedades sino también, muy profundamente, a nivel simbólico, “una esfera de la que los perros también formaban parte, como así también de sus creencias, religión y rituales, con lo cual no escaparon a la lógica colonizadora y persecutoria”, apunta González Venanzi. “Estudiar la historia de los perros es estudiar, de algún modo, la de los humanos”, coinciden los expertos, al tiempo que argumentan que “son los animales que mejor reflejan el recorrido de las poblaciones humanas porque la han acompañado en todos los continentes y a través de las diferentes sociedades, entonces conocer su trayectoria evolutiva arroja también mucha información sobre la dispersión y las dinámicas poblacionales previas a la llegada de los europeos”.
En este recorrido que me propuse hacer con cada músico y música reginense existen varios pasos a seguir. En primer lugar, la investigación personal y la escucha activa de su música. Después viene la entrevista, la charla en la que juntos recorremos su carrera, que siempre me sorprende porque hay mucho que no conocemos detrás…
Quien gobierna? El mercado o la ciudadanía a través de sus representantes? Cuando un colectivo de personas decide avanzar y generar una opción política con fines electorales los pasos son conocidos de manual y están en la ley Electoral nacional En esta coyuntura actual, las decisiones del Gobierno, que decide para todo el conjunto de…
Lilia Lemoine rompió con Sebastián Pareja, el armador de Karina Milei en la provincia, y se sumó a Las Fuerzas del Cielo que responden a Santiago Caputo.
La diputada nacional se apersonó en un acto en Bahía Blanca de los seguidores del asesor estrella de Javier Milei y recibió una suerte de bautismo con un pin “oficial” de la agrupación y al grito de “Dios, patria y familia”.
Ni siquiera lo esperaba Agustín Romo, la mano derecha de Caputo, que quedó pasmado cuando Lemoine apareció 15 minutos antes de que terminara el acto. La diputada había perdido un vuelo en Formosa, adonde fue a cuestionar la falta de controles fronterizos, pese a que esa responsabilidad es de Patricia Bullrich.
“Nadie sabe cómo apareció con un avión en Bahía”, dijeron a LPO fuentes al tanto del encuentro. La sorpresa de los seguidores de Caputo se explica porque con Lemoine se han cruzado tanto en público como en privado. Cara a cara incluso se han insultado con epítetos de la peor calaña lingüística.
Pero la bronca de Lemoine con Pareja fue más fuerte y se venía macerando desde hace meses. Lemoine fue invitada a Bahía por Felipe Ferrández, que irá en el tercer lugar de la lista de diputados de la Sexta por La Libertad Avanza y choca con el armador de Pareja en el distrito, Oscar Liberman.
Ferrández y Lemoine se conocieron por obra de Celeste Ponce, la diputada libertaria que esta semana se bañó en las aguas del río Jordán para ser bautizada por un pastor de la Iglesia “Toma Tu Lugar”.
La relación comenzó luego de la inundación de Bahía del año pasado, cuando el vínculo entre Lemoine y Pareja comenzó a quebrarse. La diputada se sacó entonces una foto con Ferrández y el intendente peronista Federico Susbielles. Pareja la llamó para cuestionarla por no encuadrarse con Liberman. Pero la diputada le dijo que Liberman ni siquiera la había saludado cuando llegó a la ciudad portuaria.
Los libertarios aseguran que la ruptura de Lemoine con Pareja estuvo avalada por la propia Karina. Incluso el presidente, desde el extranjero, retiuteó a Lemoine cuando anunció su pase a Las Fuerzas del Cielo. La jugada también representa un golpe para los Menem, que trabajaban codo a codo con Pareja en el armado.
LPO explicó que Cristian Ritondo se reunió en privado con Santiago Caputo para avanzar en el acuerdo entre el PRO y La Libertad Avanza, lo que implica un corrimiento de Pareja en las negociaciones.
Ahora, las listas que diseñan los seguidores de Caputo con los dirigentes locales no incluyen a los referentes de Pareja. La tensión es manifiesta: Franca Grippo, la empleada del PAMI que coordina la Sexta para el armador de Karina, adelantó un acto que tenía para este sábado en Pigüé para que coincidiera con el de Las Fuerzas del Cielo. “Fueron 12 personas”, se burlaron los detractores.
Lemoine recibe el pin de Las Fuerzas del Cielo
El Prosecretario de Coordinación del Senado, Manuel Chavarría, oriundo de Coronel Suárez, acompañó a los adláteres de Caputo a una visita al Parque Eólico de Pampa Energía y se especula es uno de los dirigentes que trabaja en el armado de las listas en la Sexta para las Fuerzas.
El ex intendente de Bahía, Héctor Gay, es mencionado para la lista libertaria ya que todavía no fue tentando por ninguna de las vertientes del PRO, ni la de Patricia Bullrich ni la de Diego Santilli y Cristian Ritondo. Se dice además en la zona que Gay no estaría conforme con cómo fue el final de Juntos por el Cambio.
Se inaugura hoy en Villa Regina el mural impulsado por el Consejo Local de las Mujeres ubicado en Av. Cipolleti esquina Yapeyú Norte con referencia al Día Internacional de Lucha para la Erradicación de las Violencias contra las Mujeres. El mural fue cedido en resarcimiento por el que fuera tapado en zona céntrica en un…
El río martillea la costa rabioso. Los edificios han perdido sus cúpulas, cabezas y terrazas entre la niebla. Las nubes forman una muralla peltre que el viento empuja, debajo los cuerpos son puntos negros sobre la ciudad pálida.
Abandonar las sábanas, el hombre alto se olisquea y atesora los perfumes nocturnos del sexo, se afeita. El último botón de la pechera entra en su ojal, acomoda los flecos de las charreteras rojas, ajusta el correaje y sirve leche al gato, una caricia de mano larga y huesuda.
Bajo otro techo, una mujer torsiona los mechones canos del rodete y lo sujeta con una cinta de raso azul. Corta unas rebanadas de pan, el aire perfumado a café, lo vuelca en el jarrito enlozado. El mestizo barbudo y paticorto que la festeja ladrará enfurruñado cuando la puerta se le cierre contra el hocico.
A cinco asientos de distancia, en el trolebús oscilante que avanza traqueteando sobre adoquines, ambos cabecean. Los vahos son densos, espiralados. Él sopla sobre el vidrio y dibuja con el dedo un corazón. Ella teje. Cuatro pasajeros más se bambolean, una mano en el bolsillo, la otra entumecida sobre el caño.
El canillita grita el matutino. Tiene las mejillas rojas y medias altas. Una sucesión de abrigos con solapas levantadas y sombreros lo cruzan como a un molinete.
La mujer del rodete ahora descansa la cartera sobre el escritorio, desata el pañuelo, se pone el delantal gris sobre el vestido y en el espejito repasa el rouge. Hace varios días que el corazón se le acelera, los despachos a puertas cerradas, murmuraciones y silencios, la bandera quemada y el revoltijo de versiones. Ajusta los anteojos, se refriega las manos, los nudillos crujen. Tac, tac. Diez dedos sobre teclas negras y la escala monótona de un expediente suena.
El hombre está erguido e inmóvil, con las botas en cuña, a pesar del metro noventa y cinco que alcanza con el penacho rubí que sale desde el morrión, el portal lo empequeñece, los guantes blancos sobre la empuñadura de la espada larga; la nariz le gotea, olvidó el pañuelo sobre la mesa de la cocina.
Ya son las once de la mañana del jueves 16 de junio de 1955 y ese día, el hombre alto y la mujer que teje morirán junto a trescientas siete personas más.
Desde las diez, cinco bombarderos livianos Beechcraft AT-11, bimotores con dos bombas de ciento diez kilogramos cada uno, dan vueltas sobre el Río de la Plata. El cielo no se les abre, el cielo está cubierto de pus.
El plan se acordó la noche anterior. Cuatro hombres bajaron de sus autos, entraron en un piso de Barrio Norte en Buenos Aires, quizás oyeron en silencio el chirrido metálico del ascensor y evitaron mirarse o simplemente murmuraron algo sobre el clima. Un paso y ya estaban en el palier, no sabemos si reconocieron el lugar o era la primera vez, si las rosas amarillas de tallos largos que asomaban desde un jarrón chino, algunas con pétalos abiertos y otras apretujadas en pimpollos, llamaron su atención. La puerta estaba abierta, no de par en par, entornada. Se quitaron los sombreros; en los bolsillos del sobretodo quedaron los guantes de cuero.
La reunión podría parecer excepcional pero estaban habituados, el pulso no latió más que de costumbre. La Junta de la Revolución Democrática: radical, demócrata y socialista en el piso de un empresario. Uno lucha contra su gastritis crónica y el reflujo ácido lo hace carraspear, el otro transpira en exceso y cabeceó el sueño imposible, desde hace años sus propios ronquidos lo despiertan; el tercero se disculpó y en medio de la reunión corrió al baño urgido por la próstata hinchada. Al volver a sus casas, tenían las narices rojas y las orejas ateridas como cualquiera, ninguna otra novedad visible en las máscaras tiesas.
Las once y media de la mañana y los cinco bombarderos Beechcraft AT-11 siguen detenidos en el aire. El horizonte está clausurado; los pilotos rezan, en un par de horas se quedarán sin combustible. Acarician las cuentas del rosario y desdeñan cualquier oposición divina en el cielo encapotado.
Casi regresan sobre sus propias estelas hacia la base militar de Punta Indio. Aún así, con la convicción intacta, al día siguiente habrían hecho rugir motores, las hélices chocando el aire, un nuevo intento. Sin embargo, al filo de pegar la vuelta —a las 12:40— una ráfaga de aire seco disipa la neblina, un resplandor tenue y el claro aparece: el río está plateado y reluciente. Se encolumnan. Puerto Madero, Colón, Plaza de Mayo.
El primero pierde altura y se acomoda en el asiento. Maniobra y se manda a descenso, hasta los cien metros se anima. Los avioncitos serán pesados pero descargan en vuelo horizontal. Señal de la cruz, repasa sus pecados: avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza. Los pecadores no andan entre las nubes. Aún así, la mayoría del tiempo se siente un pusilánime. Marino por herencia de padre y abuelo, por devoción a Inglaterra. Piloto, dijo y despertó la curiosidad de sus siete hermanos, le sacó una sonrisa a la madre, piloto de la Marina, aclaró. El padre pasado a retiro no dijo nada, una carcajada socarrona, una ceja levantada. Vestir el uniforme con prestancia, coger con los propios, casarse entre iguales, odiar a Perón, a los puntos negros.
Cepilla la casa de gobierno con la panza del avión. Podría haber oído los estruendos de los proyectiles mientras se acariciaba los bigotes, podría haber sospechado del terror convertido en odio saliéndole a borbotones desde la nuca, imaginado una palabra de ese nadie, ese nadie al que está a punto de asesinar o incluso vislumbrado al mismo Dios exigiendo la rendición de cuentas de su alma; podría haber vacilado, pero no, presiona el dedo corazón mientras murmura: Guerra santa, Cristo vence.
Un tubo negro con cien kilos de explosivos en caída libre. Cien kilos de venganza. Abajo, cabezas peinadas o calvas, quizás un sombrero de fieltro, un gorro de lana hasta las pestañas. El copiloto no espera y, de puro entusiasmo, descarga completo uno de los fusiles semiautomáticos FN, traídos por la Marina de contrabando desde Bélgica. Quinientos setenta disparos por minuto.
Cuatro autos y un colectivo. Alguien repasaría una muela cariada con la lengua o cargaría en los oídos el llanto nocturno de un bebé sin reconocer el siseo de la bomba. Probablemente hubo quien en ese instante de huesos calados recordara las primeras vacaciones en el hotel de playa sindical deseando ser milanesa en la arena o dibujaba con trazos invisibles la casa que estaba a punto de recibir.
Los cristales estallan, atraviesan pieles, ojos, ropa, lo que no se incrusta cae por ahí. La chapa retorcida vuela y se estrola, los restos humanos quedan pegados al metal. Llamas y humareda espesa. Sesenta y cinco muertos y empiezan a contar.
La primera bomba disolvió a Raúl, el hombre alto, el granadero. Dora había terminado de foliar el expediente y caminaba hacia una mercería para comprar más lana. Se acurrucó debajo de un banco de madera, las ráfagas de balas le picaban cerca. En una pausa, tomó la delantera y se pegó a un matrimonio de viejos, los sujetó del brazo y corrieron a guarecerse. Otra vez el tableteo de las ametralladoras y la pierna del hombre se descarnó. Cayó. Quieta, boca arriba, morir, morir mirando el cielo. El techo del Ministerio humeaba.
Los puntos negros se cubren las cabezas, no creen lo que ven, hay quienes corren, otros se esconden. Un hombre volverá a casa, pálido abrazará a su padre y dirá: Antes de explotar, mientras caían, parecían tulipanes rojos. Cómo se puede imaginar semejante cosa, las Fuerzas Armadas bombardeando a la población.
Él pone el avioncito en punta y se aleja para volver a tomar posición, todavía le queda una. Podría haber pensado en su propia muerte pero la ferocidad lo distrae.
Cuarenta y tres años después, a las diez de la mañana del 25 de agosto de 1998, el capitán de navío morirá sentado, los muslos regordetes ceñidos por un jean ancho sobre la silla de madera frente a la computadora. Camisa rosa arremangada, la cruz de plata al pecho, el cuerpo levemente volteado hacia la izquierda y la cabeza ensangrentada colgando como un melón reseco. El cráneo estallado, el cerebro como baba. La Pietro Beretta, calibre 380, la del disparo, quedará tirada sobre uno de los mocasines color ciruela; más allá, sobre una alfombra persa, la vaina servida y el proyectil ensangrentado. Al lado del teclado, sobre el escritorio, otra pistola calibre 9 mm sin disparar. El ronroneo mecánico de la heladera vieja y adentro dos copas y una botella de champagne nevada. Los píxeles pausados de una película pornográfica destellarán. Sobre la mesa, abierto en la foja 45, una copia del expediente en el que estará siendo juzgado por la venta ilegal de tres embarques de cinco mil fusiles FAL que el gobierno argentino mandó vía Croacia a Ecuador mientras estaba en guerra con Perú. En la máquina negra del fax asomará el papel film con la prueba para su condena: la transferencia de un millón de dólares a su nombre.
Atardeció. La tierra había girado una vez más y el cielo era plomo; los edificios, sombras; las calles, tinieblas, y la plaza en la que los patriotas rebeldes clamaron por la independencia, pozo y socavón.
Llovía. Los soldados retiraron escombros, levantaron cuerpos y se cubrieron de a tres con un solo capote, chapotearon las botas, fijaron la mirada donde el haz de luz de las linternas se posó, calibraron los oídos buscando algún grito desquiciado, un aullido de dolor, pero la lluvia bramaba.
Treinta y tres bombas. Un furgón con el motor encendido; cuando los cuerpos lo rebalsaron, arrancó. Otro morguero llegó y lo volvieron a cargar.